Las alianzas, un juego infantil en el que realmente no le agrada demasiado participar. Crear equipos, trabajar en conjunto con otros, todo aquello relacionado a lo "social" simplemente no era el fuerte de Luciel quien solo prefería mantenerse en soledad, en su propio mundo y rincón en donde nadie lo pudiera fastidiar ni llenar su cabeza de ideas estúpidas, ya tenia suficiente con las propias.  Aun así no tenia opciones mas que participar y no arruinarlo todo como generalmente lo hacía solo por "diversión". Ya de por sí estaba amenazado por sus propios compañeros de no cagarla como en cada ocasión y arruinar el evento para ellos. "Solo una razón más para hacer aun mayores desastres." pensó. Lo único que encontraba de bueno o divertido en todo ese circo eran algunas de las actividades que se ofrecían, como por ejemplo; los deportes, en donde la rivalidad y la competencia se hacía notar a kilómetros de distancia y Luciel por supuesto no era una excepción. Aun que pudiera estar a punto de morir por la falta de aire o por el cansancio, no se permitía perder, adoraba la sensación de agitarse hasta el extremo para luego solo echarse en el suelo satisfecho de su esfuerzo... Quizás en lo único en lo que su vida se ha esforzado.  

En fin, sin muchas opciones en su bandeja solo le quedo aceptar aguantar una semana llena de juegos y actividades estúpidas. Su alianza en aquel momento fue la de color negro "New York", en la cual entre varios cursos y actividades opto por los murales, después de todo ni loco iría a hacer el ridículo frente al resto, bailando, cantando o haciendo mímica para solo ganar un par de puntos inútiles, eso no era en lo absoluto para alguien como él.

Había sido entre los primero estudiantes en llegar a la escuela, después de todo entre más madrugador fuera podría conseguir los mejores materiales, comenzar primero y con suerte también acabar antes que el resto para así tener el tiempo suficiente de largarse aun que sea por un par de minutos y tener su tiempo de paz y soledad. Ademas de todo lo primero, había una segunda ventaja, la cual era salir de su casa antes de que sus padres despertaran y tuviera que volver oír sus gritos y amenazas  vacías y sin sentido, las cuales poco a poco comenzaban a perder su "originalidad" al ya no saber de que otra manera intimidar a Luciel. Todo poder se había acabado sobre aquel fastidioso error.

Los primeros minutos en haber llegado al taller habían sido gloriosos. Todo estaba completamente desolado, apenas se encontraba el profesor encargado del área dentro de la cabaña, el cual por supuesto siquiera se atrevió a entablar una charla con el joven estudiante pues claro  que acabaría en un desastre, solo se cruzaron un "Buenos días" y cada uno fue a lo suyo.
Aun que sus habilidades en el arte no eran las mejores, tampoco era tan malo en ello. Apenas había comenzado con un boceto en la pared, la ajetreada ciudad de New York vista desde el punto de un barco, con su amada estatua de la libertad y de fondo los enormes edificios que decoraban con esplendor la gran ciudad, o al menos al como eso deseo representar en su "obra".  En un principio comenzó como un perfecto cuadro completamente simétrico, sin ninguna linea que saliera de su lugar, todo completamente proporcionado o al menos fue así hasta que sus manos se hundieron en los baldes de pintura y comenzó a lanzar pequeños puñados de pintura sobre su propio dibujo en la pared, manchas de todos los colores mezclándose entre sí dando vida a las lineas negras que obviamente fueron cubiertos por la misma pintura... Quizás no lo había pensado demasiado bien antes de hacer todo eso..

No todo estaba arruinado, solo le bastaba con dejar secar la pintura y volver a remarcar la enorme ciudad con un poco de negro. Mientras tanto en su espera, poco a poco iban llegando los demás estudiantes, entre ellos, Persephone. Finalmente se había aprendido su nombre y había dejado de llamarla por su apellido. La joven con la cual compartió un par de horas en la enfermería hace unas semanas atrás y en ocasiones  lograba cruzar con ella en los pasillos o bien la sala de detenciones. No había mayor charla entre ellos, mas que insultos "amigables", aun así le parecía un tanto divertido y lo mas entretenido que había encontrado hasta ahora en esa mugre escuela. La primer persona que no fingía amabilidad, mucho menos se acercaba a él, ni repetía las mismas estúpidas palabras que todo el resto de estudiantes y profesores.

Claro que no podía solo quedarse viéndola o solo ignorarla, no. Sus manos aun llenas de pintura fresca, suavemente acariciaron la mejilla de la pelirroja formando un circulo en su piel y dentro de esta dos puntos y una curva que formaban finalmente una pequeña carita sonriente, quizás la misma sonrisa que ahora llevaba Luciel quien ya se encontraba cubierto de varios manchones de colores de pintura en la negra tela. Todo su vestuario estaba arruinado, desde su camisa, has sus pantalones y botas.
— ¿No piensas saludar a tu gran amigo niña? Luego de que me esforcé tanto aquel día en cuidarte. —
Recito con gracia y cierta burla, aquel día en la enfermería no hizo mas que fastidiar, mas si tuvo cierto cuidado con la menor pero eso solo era un secreto que el mismo Luciel llevaría a su tumba.

Creyó haber sido claro desde un inicio, creyó que todos tendrían perfectamente asimilado la idea de que Luciel no participaría en aquel evento, no movería un dedo por nadie, no se uniría al grupo, no cooperaría, no trabajaría en equipo, simplemente no se mezclaría con nadie... No arruinaría las cosas para nadie. No había nada que pudiera hacer allí, sin algo que llame su atención para hacer o en algo  útil en lo que pudiera ayudar, solo opto por apartarse del resto, tomar asiento en algún sitio tranquilo, solo descansar y esperar que toda esa tontería acabara. Al final del día vería el trabajo terminado y luego de hacerlo se marcharía por su propia cuenta hacía los profesores para  informar su "falta de compromiso" - como siempre solían llamarlo - pues no había ningún tipo de intención en él de tomar el crédito sobre algo en lo que siquiera a apoyado sus manos, ademas de no que no le interesaba tener reconocimientos por cosas así, solo podría aceptarlo si aquello estaba hecho con sus propias manos y en completa soledad.

Perdido en su propio mundo, atrapado en su burbuja, solo se profundizaba en sus pensamientos, en su imaginación, en los viejos recuerdos, especialmente en ello.. en los viejos recuerdo. Memorias de días pasados que aun en el presente luego de todo el tiempo que había pasado desde aquellos hechos, aun afectaban la frágil mente del joven Luciel.. quizás  se estaba extendiendo demasiado solo para finalmente decir que aquel chico ya no era consciente de su ambiente. Su mirada estaba perdida, fija en un punto que veía sin ver.
Por supuesto que en aquel estado no se captaría de la presencia de Persephone, siquiera el suave tintineo del metal lograron aun que sea ponerlo al corriente de su realidad, no. Cuando ya era demasiado tarde, sintió a sus espaldas un algo que comenzó a rodear su cuello, creyendo en un inicio de que solo se trataban de las manos de algún otro, mas la sensación era demasiado fría y áspera para ser así. Llevo sus dedos hacía su cuello descubriendo finalmente que era aquello que ligeramente lo presionaba.

Estaba incrédulo, sorprendido por aquel acto de "valentía", mas la confusión no duro lo suficiente pues rápidamente fue reemplazado por rabia. El hecho de que fuera tomado como un perro quizás era lo de menos, no tenía importancia en su mente pero aun  existía algo que desde el inicio comenzó a irritarlo, las risas. La carcajada de aquella niña lo estaba enfadando, quizás mas de la cuenta, sin embargo algo en él se había activado por aquello, quizás alguna fibra sensible que sin intención alguna fue tocada.
— Hansen.. Estas muerta. —

Su expresión cambió por completo, aquel rostro aburrido y sin emoción  alguna, rápidamente se había trastornado. Una sonrisa chueca y torcida ampliaban sus comisuras, acompañado de aquellos ojos dorados, brillando con intensidad y sin apartarse de la mirada de ella mientras volvía a colocarse de pie, sobrepasando fácilmente la estatura de la otra. Se había convertido en la clara representación de sus propios rumores, un maldito desgraciado, psicótico y  cínico.
Claro que aquella expresión no era en lo absoluto algo que formara parte de su personalidad, Luciel no era ningún psicópata, solo que, le era de gran ayuda casi el 100% de los casos  para darle un buen susto a aquellos que tuviera la viveza de fastidiarlo, siempre aterrándose de la simple idea de que pudiera hacerles algo.  

No... No podía hacerlo, no podía asustar a Persephone utilizando solo eso, ella no era para nada similar al resto del mundo, sabía que necesitaría algo mucho peor para altear su mente, que tendría que ser un poco mas demente y sinvergüenza para al menos tener algún efecto en ella.. utilizar algo mas de la calaña de Luciel.

— Pequeña, te recomiendo alejar tus manos de mi... Yo no soy en lo absoluto un chico con el que puedes jugar sin salir lastimada. —
Su expresión se había suavizado considerablemente, ya no se veía como un maniático, en lo absoluto. Su sonrisa se había vuelto agradable, dulce y amable pero detrás de toda esa fachada podía verse claramente la maldad tras sus actos. Tomo la correa en sus manos y con ella sujeto las muñecas de la menor, solo para evitar pequeños incidente, esta por supuesto aun se encontraba unida al collar de su cuello pero ese pequeño detalle solo divertía aun mas, ademas de no preocuparle demasiado.
Sus manos que aun se encontraban libres fueron directo hacía la pelirroja, una de ellas posada sobre la cintura, sujetando firmemente mientras hacía la distancia entre ellos nula. Sus cuerpos quedaban completamente apegado al otro, con un ligero roce, mientas tanto su segunda mano subió por el cuello, acariciando con sus yemas la piel en su recorrido hasta el mentón. Solo sus dedos tomaron la barbilla mientras su pulgar delineaba la delicada figura de los labios de ella y al mismo tiempo que levantaba su mirada para serle mas fácil detallar sus expresiones.
— No te conviene continuar molestando, no sabes de lo que soy capaz, ni que tanto de esos rumores se han vuelto verdad... Así que, ten cuidado, linda. —
Aquello ultimo había sido susurrado al oído de la otra, con un toque de diversión y atrevimiento en su tono.

Aun le quedaba algo de tiempo antes de que alguien comenzara a extrañar la presencia de la joven Persephone, antes de ser descubierto, aun que para Luciel solo seria otro  castigo mas que afrontar.  No tuvo pena ni pavor, mucho menos dudas en hacerlo; se había acercado lo suficiente a su rostro, lo necesario para que sus labios rozaran. Aquel suave y cálido contacto que solo Luciel llevaba las riendas, moviendo con lentitud sus labios hasta finalmente separarse. El beso había sido lo mas leve que alguna vez había hecho, mas bastaba para sacar una sonrisa aun mas amplia de él. Sus dedos posados bajo el mentón, suavemente acariciaron  bajo este, tratando a la chica mas como a un pequeño animal indefenso.
— Tómalo como una advertencia entre amigos... No te conviene jugar conmigo. —
Acabo por desatar el nudo de sus muñecas y luego quitarse el collar para solo tirar el conjunto al suelo. Se encamino de vuelta al grupo, con sus ánimos restaurados y una pequeña sonrisa triunfante.
— Apúrate mocosa. —
Llamo ya adelantado a esta.

Se encontró insatisfecho, completamente decepcionado de aquella joven. Aun que había logrado su principal objetivo de avergonzarla y alterar un poco sus ideas, realmente espero mucho mas que solo un inútil rubor; quizás hacer de ella un poco mas dócil, mas maleable a sus intereses y propósitos, sin embargo en ese primer intento por domarla tuvo mas que claro que necesitaría un poco mas que solo atrevimiento y descaro, necesitaba jugar un poco mas con sus sentidos y emociones, llevarla tan alto como fuera posible y deja-... No, no podía hacerlo...
Su mente se detuvo en ese mismo instante, no podía llegar a tales grados de crueldad, sin una razón valida o algo que realmente lo enfadara, no podía jugar con el corazón de otros de esa manera, después de todo, él mismo conocía el dolor de ser dejado caer desde el mismo cielo de nuevo hacía la misma y desagradable mierda en la que fue recogido. Simplemente aparto esa idea de su mente, la descarto completamente; había cosas que no las deseaba siquiera a sus peores enemigos.

"No entiendes nada." fueron sus ultimas palabras en aquel momento antes de marcharse, dichas con arrogancia y burla, tratando a la menor como a una tonta luego de aquel discurso de "dominar con terror".  Luciel no buscaba en lo absoluto ser el foco de miedo de nadie, sin embargo acabo por aterrar a algunos como una especie de efecto secundario debido a su desastrosa personalidad. Sin embargo su forma de ser no fue la única responsable del temor de algunos, los rumores igualmente fueron una gran ayuda para esparcir aquel rechazo hacía el joven de azul cabello como si se tratase de un virus que saltaba de persona a persona, contagiando cada vez a mas estudiantes con estupideces que en su mayoría - por increíble que sonara - no eran ciertas, pero ¿Que podría hacer al respecto? Pues realmente nada, nadie creería en su palabra luego de la imagen que muchos ya habían formado sobre él, lo mejor que podía hacer era aceptarlo y usarlo para su provecho.

Los minutos pasaban en relativa calma, era consciente del enfado de la joven pelirroja pero eso era lo que menos le interesaba. Se mantenía a su lado casi pegado a ella mientras en silencio observaba aquel dibujo en el papel, y claro que su apego a Persephone solo era para fastidiar aun mas su humor, no había ninguna otra razón, aun que por momentos se aburría y su interés se iba en las demás chicas, las mas jóvenes que aun no conocían demasiado sobre aquel "demonio" e ingenuamente se acercaban para hablarle y claro, Luciel no perdía la oportunidad de coquetearles aun que su interés por ellas sea nulo, digamos que solo servían para alimentar el ego del chico.  
Poco después la hora del almuerzo llego; varios del grupo se habían juntado entre ellos para continuar platicando, suponía que era el mismo caso de Persephone pues en un instante de distracción la había perdido de su vista. Luciel por supuesto iría por su propio camino, algún sitio silencioso y pacifico en el que pudiera descansar su mente aun que sea por un minuto.

Cerca de allí se encontraba un gran árbol con agradable sombra y ese mismo sitio fue en donde Luciel se dirigió. Solo llevo su mochila y el teléfono que se encontraba dentro de la misma, dejando todo aquello apegado al tronco  mientras él tomaba asiendo en el suelo. Realmente pudo relajarse allí, la sonrisa que antes llevaba grabada en su rostro se desvaneció por completo dejando solo una expresión amarga, incluso muchos podrían decir de desprecio pero esa cara solo era su expresión natural, sin fingir ni forzar.
De su mochila solo saco una manzana que de a pequeños trozos comenzó a comer, podría decir con seguridad que bajo aquel árbol se encontraba enormemente feliz, mas la agradable sensación no duro demasiado cuando por accidente alzo su mirada a las demás ramas y encontró entre tanto verde una niña roja y negra. Trato de no darle mayor importancia, incluso de mantuvo calmo al verla, mas si se había llevado una sorpresa en los primeros instantes.
— ... ¿Quieres? Tengo una mas en la mochila. —
Alzo una segunda manzana sin comer aun, preguntando con tanta naturalidad y calma, como si nada hubiera sucedido hace apenas un par de minutos atrás.
— Baja de ahí, mono o iré por la correa para atarte a la tierra. Acabaras rompiendo tu pierna. —

Comprendía en cierto modo la agresividad de Persephone, Luciel no era el mas amable ni considerado, tampoco un ejemplo a seguir, en fin, para no alargarlo mucho más, digamos que este chico no era muchas cosas. De todos modos, aun así le resultaba un tanto estúpido que su enfado continuara, era solo un beso y una amenaza vacía como muchas de las que hacía, al menos así lo veía él, un beso más, un beso menos, no generaba  daño en nadie. Comenzaba a verla como a una chica demasiado infantil y emberrinchada si solo se molestaría por algo así, aunque... Luciel no era quien para juzgar a nadie. En resumen, había puesto sus expectativas demasiado altas, había visto a Hansen como una chica diferente al resto, capaz de soportar sus tontos juegos y de alguna manera lograr devolverlos o bien, seguirlos, pero solo veía que era una llorona más.  

Finalmente aparto su atención de ella perdiendo con tanta facilidad su interés. Al bajar su vista claramente ya no era capaz de ver nada de lo que la menor llegara a hacer, tampoco le interesaba mucho en realidad, solo se concentro en rebanar en pequeños trozo la manzana y uno tras otro llevar a su boca mientras el sonido de las porras provenientes de la cancha se escuchaba y llenaba aquel silencio entre ambos jóvenes ¿Todos sus encuentros serian así? Silencios constantes luego del cruce de una o dos palabras, realmente ya le parecía aburrido y poco estimulante, si bien comprendías que las personas no eran un juguete para su entretenimiento, aun así esperaba un poco mas de diversión en ellos, de otro modo era preferible mantenerse solo pues le aportaría la misma "alegría" que estando en compañía.

Por un momento saco su teléfono de la mochila tan solo para ver la hora, apenas faltaban un par de minutos para tener que regresar a continuar a hacer ese mural que igualmente muy emocionado no lo traía. Soltó un pesado suspiro, realmente cansado aun que no haya hecho nada pero la sola idea de que debía quedarse allí encerrado hasta tarde con mocosos lo estresaba. Apago su celular volviendo a la pantalla en negro, en ella logro ver por casualidad el reflejo de la pelirroja allí en las ramas, aun que escondida podía notarla, llamando su atención su cercanía al borde, el como sus pies colgaban y su cabeza que no se movía, intuyo que sus ojos igualmente habrían estar igual de perdidos en un punto cualquiera. Dejo todo a un lado, incluso lanzo el celular a la mochila, alzándose de su asiento en el suelo, por alguna razón se sintió preocupado, angustiado, pero no supo exactamente el por que.
— ¡Persephone, baja de ahí, ya es hora de regresar al taller! —
Los gritos no eran necesarios, podía solo utilizar su voz normas y se escucharía con claridad, pero necesitaba llamar su atención, despertarla. Simplemente ya no le agradaba la idea de que aquella chica continuara estando tan alto en el árbol, y si ambos tenían la misma clase de ideas retorcidas, simplemente ese lugar no era el mejor de todos.

En todo momento se mantuvo allí, parado y esperando a que la otra obedeciera a su voz, de brazos cruzados y cierto enfado en su rostro, mas por que lo estaba haciendo esperar cuando él estaba teniendo la "amabilidad" de que vayan juntos... Aun que la otra no quisiera, de todas formas, Luciel ya tomo su decisión.

No pudo moverse de su lugar, estaba paralizado, atado al suelo que pisaba y en todo momento viendo la figura de la menor bajar. Su rostro no demostraba emoción alguna, incluso se veía fastidiado por la situación, sin embargo bajo toda esa amargura perduraba una terrible sensación de nauseas, mareos, como si la presión de su cuerpo hubiera disminuido al menos hasta que la pelirroja se encontró nuevamente a los pies del árbol. Fue extraño, hace demasiado tiempo no  se sentía tan terrible, esa pesadez en su cuerpo que de un momento a otro se alivio ¿Quizás estaba enfermo? con suerte era la advertencia de que su muerte estaba cerca.
Gruño con rabia a las palabras de la menor, era un autentico perro cuando tenia esa clase de gestos, aun así, se trago todo lo que pudiera decir y mantuvo la boca cerrada, no tenia ánimos de empeorar mas la situación ni de hacer sentir mal a nadie, por que verdaderamente podía hacerlo si se lo proponía.

"Por favor ¿Yo preocupado de ella? No me preocupo ni de mi mismo, no tengo tiempo para empezar a hacerlo con una llorona." se decía a si mismo en su propia mente, apretando los dientes y sus puños, daba rumbo hacia el gimnasio con su terrible expresión de perro malhumorado, lo que con facilidad apartaba a todos frente a su camino. Ya no le importaba acompañarla, su único objetivo era que bajara de aquel árbol y ya lo logro, no tenia motivos validos para seguirla y tener que soportar mas de su quebradiza arrogancia.
Dentro del gimnasio solo tuvo que encontrar un asiento libre, había sido uno de los primero en llegar de su grupo, por lo que el asiento que tomara, instantáneamente seria acompañado de varios lugares vacíos a su alrededor. Adelante, atrás, derecha e izquierda, se alejaban de él, lo evitaban como a una plaga, pero ello no era algo que afectara a Luciel. Se había acostumbrado a esos tratos hace meses atrás y seguir dando vueltas al asunto solo era tiempo perdido.

Solo tomaba su teléfono y fingía que el resto del mundo no existía, de vez en vez tomaba algunas fotografías de lugares que les parecía interesantes, como la forma en que las gradas estaban perfectamente separadas por colores, o simplemente las acrobacias de las porristas que siempre era agradable de ver. Sin embargo entre tantas de esas fotos, hubo una en concreto que le hizo sonreír mas no era la mueca mas amable que pudiera hacer.
— ¡Persephone! ¡Di queso! —
Grito lo suficientemente alto para ser escuchado por la menor y así captar su atención. Solo una cuestión de segundos y en su la memoria de su teléfono ya tenia una fotografía de la confundida expresión de la menor. Seguramente luego la borraría, pero por el momentos servia para molestar un poco la carente paciencia de la pelirroja.

— ¿Borrarlo? No lo creo... Quizás sirva para otras cosas. —
¿Y para que seria? Realmente no tenia ningún plan armado, solo lo decía para molestar y nada más. Existían dos opciones, o recordarlo y luego borrar aquella foto o que esta solo se quede olvidada en la memoria de su teléfono entre tantas otras fotos inútiles que tomaba.
Los juegos para "adultos" comenzaron, realmente sin ser algo muy especial, solo tonterías llenas de pequeñas obscenidades sin sentido, cosas inútiles que alteraban a aquel idiota quien jamas a visto a otra persona desnuda, o que por su inocencia, simplemente desconozca de lo sucia que puede ser la mente humana. Luciel en su caso, solo se aburría de aquello, le resultaba mejor ver a una pared blanca en donde podía tener pensamientos mas interesante de lo que estaba sucediendo en el gimnasio. Aun si, Luciel fue uno de los primeros en participar de los juegos, claramente de forma obligatoria; todo un grupo presionando a que el peliazul colaborase con algo pues no podía quedarse sin hacer nada. Solo basto con la búsqueda de objetos y luego pudo volver a su calma nuevamente en su asiento aislado... Casi aislado.

Realmente se aburría, no encontraba nada que hacer, nada que ver, ni en que pensar, solo hondeaba en la simple idea de que debió escapar, correr lo mas lejos de ese tedioso evento y solo presentarse en dirección al acabar la semana, después de todo, un castigo más no le hacia ningún daño. Acabo tomando su teléfono y distraerse con este, olvidando el mundo a su alrededor y todo lo que sucediera en este, las risas, las ovaciones, todo ruido se desvaneció en ese instante mientras sus dedos solo se mantuvieron moviéndose entre las teclas escribiendo quien sabe que.  
Un pequeño susurro lo despertó, sacarlo de su burbuja y con sorpresa hacerlo voltear hacia la chica. Estaba incrédulo de lo que acababa de pedir ¿Acaso ella no disfrutaba de esas tonterías? Estaba casi seguro que no se equivocaba sobre su afirmación. Simplemente sonrió por un instante sin dar respuesta alguna, pues aun pensaba en algún plan para solo escapar ¿Era esa su maravillosa oportunidad de acabar su tortura?  
— ¿Quieres verme hacer magia? —
Una sonrisa cínica, casi psicótica se apareció en su rostro, parecía divertirse con su propia idea y aun mas, emocionarse por llevarla a cabo.
— Mi gran truco de hoy... Convertir las mentiras en una verdad. Tengo toda la pinta de matón, eso dijiste ¿No es así? Pues voy a darle el toque final. —
Le entrego su teléfono a la pelirroja, por el momento podría estar mas segura en sus manos, acomodo sus prendas y se alzo de su asiento para así ver a su alrededor, buscar a su objetivo y victima de su locura. Necesitaba de alguien inestable, un chico quien no se asustara con el primer golpe y sea capaz de continuar, un verdadero matón seria la solución.
— ¿Lista para correr? Ve a la sala de música.. luego te alcanzo allí, solo dame un poco de tiempo. —
Susurro hacia la pelirroja, sonriendo con dulzura hacia ella y un pequeño guiño que fue su despedida.

Necesitaba crear caos, una gran conmoción que alterara a todos y creara una perfecta distracción; una pelea era la perfecta solución. No le fue difícil identificar aquel pequeño grupo de matones de la escuela, cuatro o cinco chicos que se dedicaban a intimidad a los grados mas pequeños para conseguir cosas de ellos, dinero, comida, favores, lo que fuera. Solo se dirigió hacia ellos y con solo colocarse de pie frente al "líder" comenzó con su locura. Un simple golpe con su puño al rostro del otro le basto para provocarlo. Claramente Luciel recibió el segundo mientras el resto del grupito se alzaba para ir en contra del peliazul. No falto algunos que otros idiotas que al ver la pelea ellos mismos comenzaron a golpear a otros sin razón aparente, simplemente animados por lo que acababan de ver, ellos mismo lo quisieron hacer.
No iba a salir completamente ileso del gimnasio, mas antes de que la verdadera pelea comenzara, lanzo una pequeña mirada a la pelirroja mientras sus labios pronunciaban en silencio "Huye". Tuvo que soportar un par de minutos de golpes, una pelea que acabo para Luciel una vez que otros comenzaron a interponerse, pues al parecer mas de uno no estaba del todo feliz con los abusos de aquel chico y tomaron su pequeña oportunidad de venganza.

En cuanto pudo huyo del gimnasio, se escabullo entre la multitud de chicos que peleaban y otros que intentaban separarlos, los profesores ya no cuidaban la salida pues estaban demasiado ocupados tratando de calmar el caos. Finalmente libre del gimnasio fue en calma hacia la sala de música, donde había acordado con Persehone, pues aun debía devolverle su teléfono, sabia que tomaría tiempo calmar a muchos adolescentes lleno de testosterona por lo que no había prisa en llegar. Su su mejilla enrojecida, su nariz sangrando, labios partidos y su ceja igualmente lastimada y sangrando. Habia acabado mal, después de todo esa fue la primera pelea de Luciel, pues todas sus intimidaciones se basaron en amenazas vacías a raíz de las estupideces que otros creaban.
Finalmente en la sala de música, asomo su cabeza por el umbral de la misma buscando con su mirada a la pelirroja.
— ¿Persephone? —

A pesar de los golpes, el ardor y el dolor en su rostro, aun que la sangre escurriera de su nariz y labios, a pesar de todo ello, en su rostro no había mas que una sonrisa, divertida, boba, como si solo hubiera acabado de correr de una inocente travesura. No se sentía culpa de nada, no había arrendamiento alguno, pues aquella pelea fue mas como haber quitado una carga de sus hombros, por alguna razón se sintió libre y mas animado que nunca.

Al ver aquella cabeza roja bajar por las escaleras solo pudo soltar una pequeña risa, mientras esperaba a que se detuviera. Solo por un instante se mantuvo pensando en aquel reproche ¿En que pensaba realmente? A decir verdad, todo comenzó tan solo por que ella lo había pedido, solo por que aquella niña pidió escapar y por alguno quiso "ayudar". Claro que esas palabras no saldrían de su boca, debía inventarse una mejor excusa y menos cursi.
— Vamos, no fue para tanto. Este maldito evento aburre como la mierda, necesitaba agregarle un poco de emoción a mi día. —
Respondió con cierto cinismo tomando aquel cigarro de las manos de la joven y dejando caer el mismo al suelo, solo para pisarlo.
— Las niñas lindas no fuman. —

Fue casi de inmediato su reacción al ver el desinfectante y algodón en manos de la menor, casi que salto hacia atrás, asustado por aquellos objetos y los malditos gritos que tendría que aguantar si eso llegaba a caer en su rostro. Sin embargo oír la orden, logro calmarlo y dibujar una sonrisa mas amigable en sus labios mientras su mano se acercaba al rostro de Persephone y con sus dedos pellizcaban su mejilla.
— ¿Vas a cuidarme? Supongo que es una buena forma de devolverme uno de los dos favores que me debes. —
No tuvo mas quejas al respecto, solo se sentó sobre uno de los bancos de la sala y arranco un trozo de tela de su propia remera, entregando la misma a la menor.
— Limpia con esto, no quiero pelusas en mis heridas pequeña tonta. Debes limpiar con paños o una gasa las heridas o terminaras con las fibras del algodón dentro de ellas. —
A pesar del insulto, realmente no había rastro de agresividad en su voz.

Las pequeñas quejas no tardaron en hacerse oír en cuanto la tela húmeda toco los pequeños cortes, trataba de mantenerse quieto mas su cuerpo reaccionaba por si solo, incluso llego a pelear  con Persephone, sujetando su muñeca un momento para que detuviera un poco aquella tortura antes de seguir "¡Solo espera un momento! ¡Esta mierda arde joder!"
Finalmente cuando el tratamiento de la pelirroja acabo, Luciel pudo sentirse liberado y mas tranquilo aun que todavía sintiera algo de dolor.
— Bien, es hora de irnos de aquí, mañana enfrentare mi castigo y supongo que tu no quieres seguir en esta escuela. —
No dudo en afirmar por completo que luego de que todo pasara, su camino seguiría con Persephone, al menos por un rato mas.
— Vamos a la heladería o al parque... Aun no quisiera volver a casa. —
Y así como si nada, su humor solo volvió a cambiar, de estar enfadado con la pelirroja, simplemente paso a tratarla como a una amiga cercana.
Extendió su mano hacia ella y con una leve sonrisa solo pronuncio una palabra "¿Vamos?"

"Hiciste las cosas por que quisiste." Aun si fuera de ese modo, llegaba a ser ofensivo para el propio Luciel que la pelirroja siquiera se tomara la molestia de mentirle y al menos afirmar que quizás le llegaría a deber algo "No hago nada por nadie y aun así ella...". Gruño para sus adentro nuevamente teniéndose que tragar sus palabras ¿Por que no lo soltaba de una vez? No era la primera vez en el día en que se guardaba lo que tenia que decir, pero al mismo tiempo no se sentía con el completo derecho de tirar su veneno, después de todo, Persephone realmente no lo conocía, y él no la conocía a ella.

No le tomo mayor importancia a los quejidos de la pelirroja, aun que le parecían un poco exagerados tan solo por clavar un par de pulseras en la muñeca, solo pudo pensar nuevamente que aquella chica no era mas que una llorona.
Soltó un suspiro ante los ánimos de la otra, todo el tiempo se veía tan decaída, malhumorada, como si el mundo entero fuera un fastidio para ella, como si el solo estar viva era una carga. Aun cuando Luciel era casi del mismo modo, podía al menos fingir una sonrisa o buscar algo con que entretenerse y jugar, aun que solo fueran mas problemas para él, hacia el mínimo intento por ser algo alegre y animado, aun que en mas de una ocasión solo fueran una mentira.
— Ya voy, ya voy... Dios.. ¿No sonríes? —
Y así como su humor había subido, repentinamente volvió a caer. Las sonrisas se fueron, solo dejando una expresión amarga y molesta, aun que esta finalmente se relajo una vez que ambos estuviera fuera de la escuela.

Como siempre, no había mayor charla entre ellos, solo caminaban a la par con dirección al parque, aun que por fuera era una imagen un tanto curiosa, podría ser hasta divertida. Persephone bastante arreglada y limpia, mientras que Luciel llevaba su ropa entera machada de pintura, parte de su rostro y manos, ademas de la manga de su camiseta rota por el trozo de tela que arranco y los golpes que ya comenzaban a tomar color. En simples palabras, era un completo desastre.
Llegado al parque no había mucho mas que hacer, quizás solo caminar por los alrededores y tratar de charlar pero con lo terriblemente desagradable que eran ambos, se veía algo difícil. Nuevamente trato de tener un acto de amabilidad. Esta vez tomo la mano de la pelirroja y la arrastro consigo a una heladería cercana al parque, donde por supuesto compro un helado para ambos, pagando él mismo por ellos, tenia suerte que las cosas importante las guardaba en sus bolsillos y no en la mochila la cual quedo olvidada en el gimnasio.
— Cambia la cara, niña. Estas fuera de la escuela, ya escapaste, ya estas libre. —

Cualquiera podía pensar que Luciel tenia mas de un problema mental al cambiar tan constantemente de humor y personalidad, mas solo lo hacia por conveniencia del momento. Ahora se podía ver algo dulce y mas calmado, después de todo, solo dentro de la escuela era un desastre andante, fuera de ella, podía bajar la guardia y estar en tranquilidad.
Por un instante volteo hacia ella, mientras daba una pequeña lamida a su propia paleta.
— Hazme un favor... Cierra tu boca en la escuela. No quisiera que nadie supiera que siquiera soy amable con alguien... Pareceré ridículo... Más de lo que ya puedo ser. —
Soltó un pequeño suspiro y luego de la pequeña petición solo volteo a voltear su rostro, apartando este la visión de la mayor, pues ya sentía sus mejillas arder, incluso estaba seguro que sus orejas estarían rojas de la vergüenza.

Se sintió satisfecho, un simple "Gracias" era suficiente para Luciel, además de ver aquel rostro enrojecido, aquella expresión tan dócil y tranquila simplemente logro alegrar un poco el humor del mayor y hacer que valiera la pena todo lo que pudo haber hecho durante el día, incluso las maldiciones que se guardo, ya no tenían mayor importancia para él.
Aún que el silencio entre ambos persistía, el solo hecho de estar uno junto al otro, aún que fuera solo un momento, le alegraba a Luciel, claro que era una alegría que no dejaría escapar tan fácilmente, esa clase de sonrisa tan puras simplemente las escondía. Pero ¿Por qué tanta ilusión? Era una respuesta simple, el tener a aquella chica cerca, aún que le pareciera una llorona, aún que le fastidiaba más veces de lo que le alegraba, le gustaba la idea de poder considerarla una amiga, al menos alguien con quién fuera capaz de contar si llegaba algún día a necesitarlo.. del mismo modo en que arriesgo su trasero en aquella pelea solo por crear una distracción, por lo menos esperaba tener la compañía de ella cuando todo fuera un desastre.

Todo era relativamente pacifico, sin charlas pero al menos no se sentía ese ambiente tenso, esa atmósfera de odio y fastidio mutuo. Sin embargo todo parecía irse lentamente al mismo infierno... Primero, aquel grupo de chicos que venían en su dirección, saludando seguramente a la menor, pues Luciel jamás los había visto. Era extraño como todo comenzaba a volverse más tenso, como el terror repentinamente se vio reflejado en Persephone, aquel temblor y el hecho de que lo sujetara de su ropa, no era idiota como para no darse cuenta de que aquellas personas no traían nada bueno pero aún así, no fue capaz de reaccionar.. se quedó estático, helado, solo observaba como todo sucedía frente a sus ojos. Los gritos, los golpes, aquel chico que... Realmente parecía un monstruo con aquella sonrisa, Luciel siquiera le llegaba a los talones, pues su personalidad siempre fue un acto, más aquel hombre mostraba más que maldad pura... Realmente llego a aterrorizarlo y en su expresión estaba clara.
Sentía un nudo en su estómago, siquiera se atrevía a hacerle frente aún cuando estaba lastimando a Persephone frente a sus ojos, aquel miedo que hace años no experimentaba, la sensación de sentirse inútil, de querer escapar, todo eso lo invadía, incluso dio un paso hacía atrás por puro instinto, su cuerpo estaba reaccionando antes que su cerebro.

Solo pudo verla alejarse, siendo arrastrada contra su voluntad como si fuera una pluma y por más que tratará de defenderse solo parecía ir a peor para ella. "Luciel, has algo, has algo, has algo." Repetía una y otra vez en su mente, más no podía moverse, solo ver. No supo cuando tiempo paso, por cuánto la dejo ir, pero cuando se dio cuenta estaba corriendo hacia ella, con un palo de madera que había encontrado en el basurero, no podía enfrentarse a ellos por lo que solo le quedaba huir, correr lo más lejos. A penas pudo alcanzarlo, alzó sus brazos tan alto como pudo y partió aquel palo en los antebrazos de quién suponía ser el hermano de Hansen, lo que le dio la oportunidad de que soltara a la menor y ahora Luciel era quien la sujetaba de la mano y corría tan rápido como pudiera con ella.  

La llevo por un laberinto de calles y callejones, pasillos estrechos y cortos en donde pudiera perder a quien sea si es que alguien los siguiera. Verdaderamente estaba asustado, no sabía si por la pelirroja o si por el mismo, pero quería irse lo más rápido.
Después de una maratón como esa, finalmente habían llegado a la casa de Luciel, pues no creía seguro quedarse en la calle y sabía que otro sitio ir. Por el momento su casa estaba sola, sus padres adoptivos aún trabajaban y hasta en la noche no regresarían.

Era una casa bastante grande, espaciosa y decorada finamente, no era el hogar de un millonario pero tampoco había nada que envidiar.

— Pers... ¿Estás bien? ¿Tus muñecas están bien? ¿Tus brazos? —
La preocupación se notó en su rostro, al igual que el cansancio. Realmente no sabía que hacer con ella, por dónde comenzar, como calmarla o curarla, estaba aún más alterado que la pelirroja.
— Ven, vamos al baño, yo buscaré desinfectante y gasa para las heridas. —
Y así nuevamente la llevo de la mano hacia la segunda planta dónde estaba el baño, abrió el agua fría y mientras la otra se ocupará de ella misma, Luciel estaría buscando en el botiquín del baño lo que había dicho.
— Lo siento mucho ¿Era tu hermano? No quería herirlo tanto, no sabía que hacer, no quería que te llevará... Realmente lo lamento, pero no creí que estuvieras segura con él. —

Era incapaz de calmarse a si mismo, los nervios lo invadía, el terror, la inquietud, un terrible malestar en su cuerpo que lo hacía temblar... No sabía cómo lidiar con otros, solo consigo mismo, no sabía cuidar a nadie más que a si mismo... Si fuera solo él, sería suficiente reprimir toda memoria y enterrarlo, hacer como que nada sucedía y seguir un día más vivo, pero.. no podía decirle a Persephone que actuará del mismo modo, tan autodestructivo y cínico que hasta le daba lástima de si mismo.
Cuando en sus manos tenía el desinfectante y gasa, solo se alzó del suelo para ver cómo el agua incolora comenzaba a tornarse roja en cuanto tocaba los brazos de la menor, tanta sangre que lo enfermaba, lo preocupaba y solo destruía un poco más su cabeza sin saber por qué.
Trago en seco y en cuanto pudo comenzó a limpiar con cuidado casa corte, a limpiar la sangre que aún escurría de ellas, más sus manos seguían temblando ligeramente por más que tratará de reprimir sus emociones y hacer de esa situación algo sin importancia, pero no podía, no podía no prestar atención a esos brazos lastimados, no podía dejar de pensar y dar vueltas a algo que no le incumbe. 

Una vez que la sangre brotaba en menor cantidad, tomo una venda del mismo botiquín y comenzó a rodear con la suave tela las muñecas de la pelirroja y aún que no hacía demasiada presión en ella, lo blanco nuevamente se teñía de pequeña manchas rojas.
Soltó un pesado suspiro en cuanto acabo con el primer brazo, comenzaba a sentirse un poco mejor, más tranquilo, más aliviado pero solo fue en vano, las palabras, aquella confesión lo hizo sobresaltar alzando su mirada repentinamente al rostro de la pelirroja. Tenía tantas preguntas pero sabía que debía callarse, no podía seguir ahogandola aún más.. "¿En qué clase de infierno vives?..." Fue lo que resonó en su mente.
— Persephone... ¿Que puedo hacer por ti? —
¿Y que más podía decir? No tenía palabras en su boca, no sabía cómo reaccionar, solo estaba helado mientras sentía un dolor profundo en su pecho, una molestia que lo hacía querer llorar y aún así no lo hizo. En cuanto sus ojos se llenaron de lágrimas, hizo lo posible por no dejar caer ninguna y solo dejar que aquel pequeño charco en sus ojos se devolvieran a su interior.

Continuo con el otro brazo, en silenció y mordiendo sus labios. Su cabeza comenzaba a doler de tantos pensamientos que comenzaron a invadirlo, tantas voces y preguntas.
Finalmente cuando acabo de vendar ambas muñecas, se mantuvo por un momento tomando los dorsos de la menor y viendo fijamente las vendas.
— Ven... —
Hablo con calma, volviendo a tomar las manos de la menor, alzandola de su puesto y guiando a la misma a su habitación. Trataba de sostenerla del brazo, la veía tan débil y pálida por tanta sangre pérdida que simplemente trato de llevarla a su cama para recostarla.
— Recuestate y descansa, iré a prepararte algo para que comas... Por favor, Persephone, solo por hoy... No sigas luchando. —
Su voz era un hilo que pronto iba a romperse, pero realmente estaba dejando de importarle si alguna lágrima llegaba a caer por su mejilla frente a la menor.
— No tengo derecho a decir nada... No me tomes a mal, realmente no quiero dañar. Puedes quedarte en mí casa si no tienes a dónde ir, nadie te verá si eso te preocupa pero no regreses a tu casa, aún que sea hoy.. no salgas a la calle, aún sea hoy. —
Su garganta ardía, se hacía un nudo en ella mientras pequeñas lágrimas cayeron sin más de sus ojos, haciendo enrojecer sus mejillas y párpados. ¿Que importaba si se mostraba como un llorón frente a ella? Su mente estaba realmente cansada como para siquiera seguir fingiendo por más tiempo.

No tenía más que decir, solo confiar en que la pelirroja se quedará tranquila mientras él se iba de la habitación directo hacia la cocina. Primero lavo su rostro con agua fría antes de comenzar a preparar sándwiches, café y jugo de frutas, solo esperaba que al subir las escaleras pudiera encontrar a la menor en donde la dejo.

Aún no podía detener sus lágrimas, por más que intentara obligarse a no podía, ya no tenía la fuerza necesaria para seguir, para sonreír o al menos poner una mala cara. Finalmente cuando acabo de preparar la comida, solo subió hacía la habitación, sintiendo un ligero alivio en su pecho al ver qué aún permanecía en su cama. Solo acercó la bandeja a las manos del pelirroja, más cuando aquella mano fue tan lejos para tocarlo, el propio Luciel se sobresalto, trato de esquivarlo, olvidando complemente de quién se trataba. Realmente no era alguien que estuviera acostumbrada a ser tocado con tanta confianza, aún así cuando se dio cuenta de su error, regreso su cabeza a la palma de la misma, apoyando con comodidad su mejilla en ella.
— "No soy tan cínica como tu." ¿Te atreves a decirme que estas bien luego de lo que vi? —
Formó una pequeña sonrisa en sus labios, complemente dolorida, más que calma solo le producía querer llorar aún más, pero tuvo que contenerse esta vez.
Dejo la comida sobre la mesa de noche y así pudo secar sus lágrimas con comodidad, tratando de reír aún que solo sonaba algo triste.
— Lo siento, no debo llorar, no sirve de nada que llore en estos momentos... Solo causa más problemas. —

Acabo por darle la espalda a la pelirroja, ir hacía su armario y tomar un par de prendas, solo una camiseta manga corta y bermudas sueltas. Así también tomo un toallón y antes de salir de la habitación volvió a voltear hacia la menor.
— Por favor come, iré a tomar un baño, aún estoy lleno de tierra y pintura... Puedes dormir si quieres, nadie vendrá hasta tarde en la noche. —
Y así solo se marchó al baño. Quitó todas sus prendas y las tiro directo a la basura, ya no servían, manchadas de pintura acrílica, aerosol, quien sabe cuántos tipos más, ya no se podía quitar. Así solo entro en la ducha bajo el agua tibia, dejando por un buen rato que el agua cayera sobre su cuerpo y logrará relajarlo. Se había tomado un buen rato antes de salir, pues llego a dormirse en la ducha por unos minutos. Realmente ya no tenía energía para hacer nada, pero debía de algún modo seguir de pie, después de todo necesitaba cuidar de Persephone aún que no se lo permitiera.

Finalmente cuando salió del cuarto de baño, ya iba vestido con las nuevas prendas que había tomado del armario, mientras aún secaba su cabello con la toalla. Más había algo "interesante" quizás en el cuerpo de Luciel, más en sus brazos y piernas que estaban descubiertas, las cuales dejaban ver varias heridas cicatrizadas hace años, cortes y marcar a lo largo y ancho de sus extremidades que decoraban la piel pálida del mayor. Heridas que jamás pudieron desaparecer complemente de su cuerpo desde que era pequeño.
Nuevamente en la habitación, dejaba escapar un bostezo tras otro y con sus ojos levemente cerrados solo comenzó a hablar.
— Olvidé decirte... Si quieres ropa para dormir, puedes usar la mía, creo que tengo algunas cosas de cuando era más pequeño... ¿Persephone? —