Solo una noche más, solamente una más… En su cabeza pasaban muchas cosas más, ¿como era todo esto? ¿Cómo es que se metió en esto? Entre más se preguntaba el fuego consumía el cigarro, al inhalar el humo que surge lo deja guardado unos segundos en sus pulmones antes de expulsarlo por las fosas nasales y su boca. Relamió sus labios, su mirada estaba cansada, y sus ojos observaban al hombre que había matado en un departamento, las luces prendidas, las persianas cerradas al igual que las ventanas. ¿Quien se iba a preguntar si desapareció? este pobre hombre en el suelo no parecía más allá que un drogadicto. El edificio estaba localizado en un lugar de mala muerte, por lo que no debería de haber ningún problema.

Con un suspiro siguió fumando, camino sin apuro hacia la cocina, encendió la estufa, dejando que lentamente se esparciera el gas en todo el lugar, y antes de irse solo prendió una vela dentro del baño, estando hasta el otro lado del departamento. Con aún los guantes de cuero cerró la puerta detrás de si y con sus botas marcaban pasos solitarios hacia las escaleras. Nunca miró hacia atrás, ni siquiera a la señora con su hija que pasaron a un lado, o a la abuela que vivía cerca de la entrada del edificio. Un contrato estaba hecho, y el dinero pronto en su cuenta bancaria listo en ser gastado en alcohol, cigarros y tal vez algunas mujeres si es que no pescaba alguna en el bar.

Se subió al carro que estaba a unas cuadras, giro la llave para que arrancara el motor y solo espero, en todo el camino había consumido dos cigarros, y el que estaba sujetando ahora era el tercero. Espero… un segundo… un minuto… diez… quince hasta que escuchaba las sirenas del camión de bomberos y las ambulancias. Revisó su celular, la confirmación llegó a su correo. Moviendo la palanca de la caja de velocidades y pisando el acelerador se alejaba del incendio.

Con la ventanilla abajo pasaba con bastante velocidad las calles, deteniéndose de manera abrupta en los semáforos rojos y pisando a fondo en los verdes hasta que llegó a las afueras de su bar preferido. Dejo el coche a unas cuadras más. Vio una vez más su teléfono mientras apagaba el vehículo el cual era de un modelo viejo, manual y los espejos laterales estaban cubiertos por una capa de suciedad. En el fondo de pantalla mantenía el azul cielo inicial,  las aplicaciones primarias… nada más. Con un profundo suspiro soltó un gruñido, al bajarse de su coche caminó por debajo de la noche estrellada, sus pasos resonaban en la banqueta, pasaba cerca de los edificios, encontraba un poco de calma en la oscuridad que proporcionaban.

A la llegada de la entrada tiró su cigarro al suelo y después lo piso, apagandolo y sin mirar siquiera al guardia que estaba a un lado pasó por la puerta. El sonido le llegó como una bala a los oídos, de pasar a ser silencioso a un ruido tremendo ocasionado por unos idiotas cerca de la fogata. Con un gruñido saliendo de su garganta solo ocultó sus manos en las bolsas de su pantalón de mezclilla y se sentó a unos bancos de distancia de la otra persona que estaba ahí, cabellos rosados… eso ya era interesante por estos lares.

-Ron prohibido- dijo, sonando malhumorado al tabernero. Miró sobre su hombro, no venía tan temprano a este lugar, usualmente deberían de ser altas horas de la mañana para eso… pero claro, acabando temprano el trabajo podía disfrutar mucho más del alcohol antes de que le pidieran salir. Y con eso, agarrando su vaso, ni siquiera lo agito contra los dos hielos que le pusieron, y sin dar tiempo de olerlo o saborearlo se lo tragó todo de una vez. -Otro- ponía el vaso de vidrio un poco más adelante, con un suspiro miró su camisa negra, las manchas de sangre seca que estaban en el frente parecía ser de comida o aceite, y con una limpiada ya no se verían.

Sus ojos solamente se desviaban de la barra hacia la mujer que tenía a un lado, ¿Quien era? le parecía vagamente conocida. Respiro profundamente antes de agarrar de nuevo su vaso y tomar todo el líquido de un sentón. No importaba, era hermosa, pero parecía un poco… ¿menor? tal vez el alcohol ya le estaba afectando, eso o el puto ruido de atrás le provocaba confusión.

Esa misma mujer, aquella que le separaba unos cuantos asientos, se atrevió a acercarse. Con el vaso e la mano, Vincent dio un trago, y después otro para acabar el contenido del recipiente, y al tabernero le pidió uno más. Si no fuera por la desconfianza que tenía en su alrededor, y el estado de alerta que su cuerpo mantenía, no escucharía las palabras de la mujer, ya que el ruido las haría perderse en el ambiente. Con un largo y profundo suspiro, el sabor del alcohol en la boca y sus ojos un poco cansado por todo lo que ha pasado en el día decidió mirarla, sus ojos mostraban extrañamente una pizca de curiosidad, y pasaba su mirada por el cuerpo ajeno. Aún parecía una chica que no sabía en lo que se andaba metiendo.

-...- no respondió a su pregunta, por lo menos no por unos minutos, sino que, con los codos sobre la madera de la barra, sus manos cubriendo la bebida a la espera de que se calentará, y sus ojos penetrando los contrarios, sintió varias sensaciones, algunas de ellas relacionadas con la curiosidad, otras más con la imaginación, y unas pocas más relacionadas con su carro y su cama en el departamento donde habitaba.

-Vincent- respondió secamente, y a quien lo conocía sabía que esa era su manera de responder, su usual carácter agresivo le había dado a su voz ese cortante sentimiento, violento, un poco gruesa pero sin raspar la garganta. Un sorbo más al vaso y otra orden más. No tenía nervios, y aunque no estaba acostumbrado a hablar con mujeres, por lo menos de esta manera casual, su cuerpo no tenía ni un rasgo de nervios, ni su rostro expresaba inconformidad. -Cuando deseo alcohol, si- una respuesta a la pregunta ajena, relamiéndose los labios y otro trago más que quemaba su garganta dejó el vaso a un lado, se levantó del asiento y se acercó a ella, viendo mejor los rasgos que tenía.

Sus ojos se clavaban en los ajenos, después en su rostro, joven, como pocas mujeres que había llevado a la cama, y sin embargo, ella poseía algo especial que la diferenciaba de las demás. Esa falda que fácilmente se podía romper con la fuerza que poseía, la camisa roja que con unos cuantos movimientos ya no podrían cubrir el cuerpo ajeno… en sus pensamientos vulgares encontraba no más que imaginarse la ropa interior, pero… no podía ir más allá de eso, ¿Acaso la bebida afectaba la imaginación del hombre? ¿Acaso el ruido que hacían esos malditos chicos no le permitía concentrarse? ¿O puede ser que haya algo más que limite su lujuria? Sea lo que sea tan sólo pidió al tabernero otra ronda para ella y para él. Si no podía imaginar más allá de la ropa interior, eso le atraía, sea lo que fuese, iba a verlo, y sin importar que, sería testigo del cuerpo ajeno.

-No te he visto por aquí- dijo, ya sin dedicarle sus ojos, pero si su boca y sus oídos. El sabor de ahora un whisky se combinaba con el ron, y bajaba ya sin mucho dolor. De su garganta podía sentir como un aire puro se desprendía tanto de su boca como de sus fosas nasales, pero no era suficiente, no por lo menos para apagar las llamas de los recuerdos de aquellos que han caído muertos en sus manos. Aunque poco le importaba las vidas, en su cuerpo afectaba el sabor de las cosas, cosa que despreciaba enormemente. Y tanto así que odiaba su ser más que otra cosa. -¿Qué asuntos tienes conmigo?- Preguntó, estando aún en guardia, ha aprendido a no confiar ni en la mujer más bella ni en un rostro inocente, que han sido en su experiencias anteriores casi los verdugos de su vida.

En sus ojos ella parecía un animal nervioso que en cualquier momento iba a explotar, uno indefenso, una presa sumamente sencilla pensaba por un momento… y por un momento observo algo que no había observado en las personas que hablaba, por lo menos no antes de que contaran un chiste… una sonrisa, una sonrisa que se pintaba en esos rosados y dulces labios que la chica tenía. Dejo salir un suspiro, aunque la observaba ahora su cuerpo estaba frente a la barra, y por el rabillo del ojo seguía observándola.

No tardo tanto para conseguir las respuestas que deseaba, pero, ¿Curiosidad? Pensaba un poco en ello, beber en casa a veces era lo mejor, sin ruido alguno más que las calles solitarias, desiertas que existían en esta  ciudad, junto con la luz de la televisión o del foco que ya debía de cambiarlo, desde hace semanas que anda fallando. Curiosidad… en su cabeza daba vueltas esa palabra, si lo había visto a lo lejos es por el grupo de compañeros en los cuales solo se juntaba para beber, fumar, o ir de fiesta y conseguir una chica para la noche, además de eso no había otra cosa más que pudiera pensar, en su trabajo siempre era más discreto que lo normal.

Lo que más lo confundió fue aquella sonrisa, una sonrisa, no como la otra que solamente expresaba felicidad propia, sino que esta vez, esta sonrisa, era con otro contexto, uno que contagia y que, no era molesto, solo… diferente, extraño, un poco inconforme hasta eso. Con un pequeño suspiro, pidió una bebida y comenzó a tomarla lento, esperando que el veneno aplastara esta sensación en su cuerpo. El ruido causado por ese grupo de estúpidos borrachos ayudaba un poco en su situación, ahora lo que necesita es solo más alcohol y pasar a un estado de ebriedad medio… pero por su vicio a la bebida le era más y más difícil llegar a ese estado que tanto deseaba.

-Soy un… contratista- dijo, la misma mentira de siempre, con el mismo rostro de siempre. ¿Cuánto tiempo va a sostener esa falacia? Solo con un trago lento pudo sellar sus labios de más palabras innecesarias, sólo el fuerte ardor del alcohol pasar por su garganta y sentir las llamas en su estómago puede hacer que su mente, por una vez crea esa mentira creada hace tiempo. Asintió la pregunta al momento en que vio la cajetilla de cigarros siendo sacada, y con un suspiro se levantó de su asiento, dejando un fajo de billetes para pagar tanto sus bebidas como las de su nueva compañera en el vicio.

No la espero, solamente caminó hacia la salida, abriendola y esperando en medio de la fría noche, donde la calle aún estaba tranquila, con cada respiro el vapor salía por su boca, ya que por su nariz ardía el aire. Tragó un poco de saliva, gustando más resistir este frío que estar con todo ese maldito ruido que hacía en el bar, ¿Porque el día de hoy? ¿Porque esta maldita noche? se preguntaba, metiendo sus manos en los bolsillos y viendo el cielo despejado de la noche, podía callarlos si lo deseaba, no era difícil golpear a un grupo, pelear contra ellos y ganarles, pero sus ojos y su cuerpo ya habían sentido la suficiente violencia como para molestarse en hacer eso por ahora, solamente quería ahogarse dentro de un mar de alcohol, veneno, nicotina y tal vez los labios de una mujer borracha, y si no podría ese último buscaría a alguien en la calle…

Sus ojos entrecerrados, su vista perdida, sus oídos atentos a que ella le hablara para poder fumarse un cigarro y esperar lo mejor de la plática. este era un día bastante normal, cotidiano, solo ella estaba fuera de la ecuación, solo esa memoria de la sonrisa inocente, sus palabras, esos nervios… ¿Desde hace cuánto que no ha hablado con alguien quien no se lanzará en sus brazos en busca de tener sexo, dinero, bebidas gratis o las tres en una sola noche? Solo… era cotidiano, trabajo, bebida, sexo, dormir, despertar… con un solo suspiro miro hacia la puerta, esperando paciente… o indiferente a su compañera.

Sus ojos se cerraron por un momento, simplemente sintiendo el clima, disfrutando del frío de la noche, calmado, silencioso, el bullicio de la gente detrás de él, personas borrachas detrás de las paredes, de esa puerta, Si pudiera ya los habría callado a golpes, a todos y a cada uno de ellos pero… estaba bastante cansado para eso, y sus puños le comenzaban a doler para este punto de la noche. Todo su cuerpo más bien, pequeños dolores de un lugar a otro, el efecto del alcohol no le fue suficiente al parecer. El repentino ruido cuando la puerta se abrió hizo que su mente se mantuviera en el presente, y con ello sus ojos se mostraron admirando a las estrellas, y después a la Juliette, la chica inocente que le siguió.

Se sentía como si fuera un sueño, algo fuera de lo normal, las luces eran más brillantes y los ruidos más fuertes, pero algo tenía ella que pasaba todo ello. Respiro profundamente, parpadeando unas cuantas veces, mostrando una mirada cansada, no por el trabajo hecho, sino por la rutina la cual llevaba demasiado tiempo en su vida.

-Fue un largo día- respondió, mientras que aceptaba el cigarro lleno de veneno dentro del papel blanco. Lo agarraba entre sus dedos, sus ojos, pesados y lejanos, notaban solo los pequeños detalles de aquel interesante objeto. Sus oídos escuchaban por mientras la dulce voz de su acompañante, y ante su declaración simplemente asintió con la cabeza -lo importante es que deja dinero- palabras se resbalaron de entre sus labios, monótono, aburrido, como si le desagrada ese hecho, ¿Hacerlo por dinero?  Era bueno en ello, y nadie podía decir lo contrario. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro, no lo había pensado hasta ahora.

Prendió el cigarro y le dio una calada, una larga, sentía su cuerpo relajarse, el frío de la noche ya no era un problema, y de pronto, el veneno en sus sistema eliminó los pensamientos que se estaban acumulando en su cabeza, el dolor de su cuerpo, sus sentidos se calmaron, los ruidos bajaban y las luces no eran ya brillantes. El dulce aroma a nicotina, la suave sensación de calma que recibía cada vez que calaba un cigarro o bebía de una botella de alcohol.

-Ir a casa, tomar unos tragos, dormir- era más una lista de las cosas que tenía que hacer en lo que resta de la noche, simplemente marcando en las casillas las diferentes acciones, una rutina que muy rara vez rompía. Sus ojos resbalaron por los cabellos rosados de su compañera, y de nuevo dio una calada más antes de que el cigarro se agotara, ¿Se hicieron pequeños los cigarros o las caladas más largas? Entre más tiempo fumaba, más cigarros necesitaba.

Aspiro de sus fosas nasales el humo y tiró la colilla a la calle, sus dedos como si fuera de manera automática agarró otro cigarro y lo prendió, poniéndolo en sus labios. El sabor del alcohol se volvía nulo y era reemplazado por el sabor de la nicotina. En su mente pasaban mil y un pensamientos, simples, primitivos.

-¿Tienes planeado algo?- Preguntó, ahora manteniendo su mirada en la chica, sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Ojos sin brillo alguno, una vestimenta la cual dejaba varias dudas de lo que hacía, su rostro de pocos amigos y sus ojeras de cansancio. No era un aspecto el cual indicaba a las personas que no se acercaran, pero al parecer… siempre va a haber una persona extraña.

Prestaba más atención en las palabras de la mujer a su lado, más que nada porque no se mostraba algo que le robara la atención. Una apacible noche, una noche que le dejaba solo con sus pensamientos, y son este tipo de noches que llegaban a ser desagradables. No le gustaba nada, no reflexionar, no pensar en el pasado ni tampoco en el futuro, vivía en el presente, hacía lo que le gustaba que es beber y fumar, no pensar y sentir como su conciencia se arrastraba por su cabeza… nada de eso. Una calada más, y lo mantuvo por unos segundos más, sintiendo como sus pulmones crecían por el veneno.

No lo tenía del todo planeado como también no todo le iba a contar a la chica que hace unos minutos era una total desconocida. El bar como su casa no eran tan diferente, solo que las botellas en su hogar eran de un supermercado, y eran mucho más baratas. Llegar a tener sexo y a dormir, para solo despertar y dejar ese lugar olvidado, dando paseos por las calles, golpear a alguna alma infortunada que se le cruzaba en el camino… ir de nuevo al bar. Pensándolo dos veces… tenía sus días monótonamente planeados… era por esta misma razón que no le gustaba reflexionar.

Esas últimas palabras de la chica eran interesantes y despertó una chispa de curiosidad como también una chispa que disparó una idea la cual viajó de su mente a su boca en menos de un segundo.

-Eso es fácil- sus palabras siendo acompañadas por el negro humo, como si fuera un demonio tentando a su presa. Se giró hacia ella, acercó más su rostro a la contraria, apoyó su mano en el muro, fue tanto la cercanía repentina que hasta invadía el espacio personal de su compañera, pero no le importaba en lo absoluto, lo que iba a decir era mucho más importante que respetar cosas triviales como eso.

-Quédate conmigo unas noches- su voz gruesa, un poco rasposa, se disminuye en ligeros susurros para que los únicos oídos que puedan escuchar fueran las de ella, y aquí pudo por fin oler el alcohol que rodeaba a la chica, al pequeño rastro de nicotina que se quedaba impregnada, pero sobre todo, un olor bastante dulce, muy diferente a los demás, ¿Perfume? ¿O simplemente el olor de una mujer inocente? no podía describirlo, era algo totalmente diferente, algo nuevo.

Una sonrisa se escondía entre sus labios, una maliciosa, la cual era signo de que tiene diversión al fin, y lo mejor de todo es que no iba a pagar por ello. O por lo menos ese era el plan, solo faltaría que la otra cayera ante eso, una chica nerviosa, cabellos rosados, con alcohol encima y una fría noche como esta parece ser una buena combinación de ingredientes para una buena noche.

-De todas maneras, no tendré trabajo hasta dentro de la próxima semana, por lo que voy a estar un poco aburrido en estos días- empujaba más y más la posibilidad, para este punto era solo estar más cerca de tener a alguien en su cama, en estas frías noches era muy apreciada la compañía de alguien más. Sus ojos ámbar se clavaban firmemente en los ojos ajenos, violetas, un color que para él no se había mostrado desde hace tiempo… bastante tiempo. El contraste era claro para él, ella tenía esos ojos cristalinos, con un reflejo precioso que lo atraían, pero él… ya sabía que había perdido esa luz, y ahora lo que era un simple capricho se convirtió en un deseo que conforme pasaban los segundos creía más y más.

Su mano la estiró hacia la mejilla ajena y la acarició con suavidad con las yemas de sus dedos, solo esperaba su respuesta como un depredador contra su presa… con paciencia.

¿Iba a ganar la diversión de esta noche? Esperando una respuesta, era mucho mejor que solamente buscar a una prostituta en las calles y pagarles una cantidad de dinero. Ojos totalmente clavados en los contrarios, no tenía apuro, la noche era joven para él, y el tiempo no iba a hacer nada más que avanzar como lo debía de hacer.

Lo que no esperaba era un desafío.

Esos ojos de alguna manera le molestaba, era extraño que alguien le dirigiera esa mirada… esos orbes brillantes que emanaba una aura calmada, y la presión del dedo ajeno en sus labios fue tal que no tuvo otra opción más que obedecer, ¿Que estaba planeando la chica? Le intrigaba por lo que cerró un poco los ojos, observando expectante.

Susurros, extraños susurros que le desafiaban. ¿Hace cuanto que una mujer no aceptaba al momento? Se relamió los labios, era un reto lo que estaba pidiendo y ya no veía a esa chica inocente ni nerviosa que era bastante fácil aprovecharse de ella, no… era un cambio para bien o para mal. Con un ligero suspiro, parecía que esto se iba a alargar más de lo esperado, pero no le importaba, por fin se encontró con una presa la cual no se iba a dejar atrapar fácilmente.

-Ese era el plan inicial- respondió a su pregunta, tan sincero como cortante, no tenía detrás de él intenciones más allá de lo que mostraba, por lo menos era honesto pero no de la mejor forma que existía. Se acomodó un poco y su mano seguía acariciando la mejilla ajena solo para bajar lentamente hasta el cuello y apretarlo con suavidad. Acercó sus labios hacia la oreja ajena, dejó salir un poco de aire y le dedicó una pequeña sonrisa.

-¿Que puedo ofrecer más allá de noches inolvidables?- preguntó, resbalando de nuevo las palabras de sus labios como si fueran miel. Se relamió los labios lentamente -¿Una cita? ¿Un paseo? ¿Protección?- una pequeña lista de cosas, como si fueran los servicios que podía darle, y claramente podría hacerlo sin problema alguno, de todas maneras, ¿Qué más da? Su rutina podría tener algunos cambios de vez en cuando.

-¿O quieres algo más allá de eso? Tal vez... ¿Qué me vuelva tu pareja?- lentamente se acercaba más a ella, peligrosamente, sus labios rozando la oreja ajena cada vez que pronunciaba palabras como una serpiente inyectando su veneno -¿Que sea tu novio después de todo esto? Verás que yo no soy de relaciones largas- un ligero suspiro se escabulló entre sus labios -Te puedo ofrecer varias cosas, solo espero que valga la pena- y con esto dicho se separó de ella, observándola a los ojos antes de sacar otro cigarrillo y prenderlo. ¿Era una amenaza? ¿Una advertencia? El precio lentamente era más alto para llevarla a la cama, por lo que debía de recibir una recompensa igual. Era un hijo de puta, pero no lo negaba, lo afirmaba totalmente.

¿Qué había pasado? Tal vez, pero ahora no estaba pensando a fondo lo suficiente así que no le importaba, en lugar de eso solo le importaba ver la reacción de la chica. Su mirada clavada en la de ella mientras calaba lento el veneno entre sus labios, disfrutando de cada segundo, proclamando el cigarrillo una especie de reloj de arena, hasta que llegara al final decidiría si quedarse a seguir cazando o simplemente ir por presas más fáciles.

No lo podía creer, claramente debía de ser algo que ni siquiera en su cabeza llegaba a tocar. Sus ojos pasaron por ella, por su rostro, por la forma en la que reía, sus oídos capturaban las palabras ajenas, esos sonidos que de ella salían, de esa alegría contagiosa que de su boca salían. No sabía si irritarse por ello o simplemente seguirle la corriente.

-Oi- dijo para llamar la atención de la chica, y no sabía porque pero una sonrisa se dibujaba en su rostro, maldita sea. Con un suspiro asintió la cabeza, no era alguien quien cayera así como así, parecía ser una mujer más resiliente de lo que pensaba. Una calada más a su cigarrillo y lo tiró a un lado, esto de un momento a otro se convirtió en algo sumamente interesante. Exhaló el humo por sus fosas nasales en un estado de derrota, había mujeres que lo deseaban dominar, y una que otra lo lograba en la cama, pero esto… Esta parecía ser la primera vez que le pasaba. El olor del alcohol ya no lo podía notar, ni la nicotina, no, era algo más, como si estuviera relajado por primera vez desde hace tiempo… desde hace años.

-Al menos lo intente- dijo pasando su mirada al cielo, tal vez… si, tal vez un tiempo con ella antes de retirarse no estaría mal, de todas maneras, ¿Qué era una hora o dos en la noche? Tenía mucho por delante, e invirtiendo en lo que sería un evento bastante inesperado sonaba más a un plan real de lo que estaba pensando en hacer después de todo esto.

Sus manos se posaron en las caderas ajenas al mismo tiempo que sintió los dedos ajenos en su cuello, pasando y jugando con sus cabellos. No estaba acostumbrado a esto, pero se adapta rápido a las situaciones, una cualidad que tenía guardada. ¿Qué era lo que tenía ella? ¿Su forma de aparente inocencia y coqueta que tenía? ¿esa risa contagiosa? ¿O la calma que ella demostraba en ese momento? Era totalmente extraño, pero lo aceptaba.

-Entonces jefa, ¿Qué es lo que tiene planeado para esta noche?- preguntó, un poco más coqueto, mirando los ojos ajenos, solo dejándose llevar por una corriente que ella formó. Navegando en mares desconocidos como un explorador sin rumbo fijo, solamente era ver en qué isla desembarcó y los tesoros que podía encontrar ahí.

Cartas bajo la manga, no eran muchas, o por lo menos no sabía si tenía muchas más que no ha explorado, o revelado en este momento. Esta mujer, esta chica que se paraba enfrente de él con ojos violetas, con ese color venido más allá del espacio, tan hipnotizante. Esos colores rosados, parecían más a una chica bastante dulce que podría causar diabetes, verla ahora de esta manera. Cerró los ojos por un momento, intentando organizar sus pensamientos por el momento antes de que ella tomara el control total de este encuentro.

Solo esperaba impaciente.

Deseaba ver las acciones que la pelirosa tomara.

¿Era una serie de circunstancias? ¿Acaso los planetas se alinearon? No podía entender como esta chica era bastante osada con él, tal vez y solo tal vez encontró a una mujer que valía la pena, y todo por un simple encuentro el cual ni siquiera tenía planeado, era para el rutinario, pero esta era la única vez que rompía la monotonía de su vida.

Respiro profundamente, rascándose la parte trasera de la cabeza. ¿Esta noche solo para él? No entendía lo que trataba de decir. Sus ojos se desviaron al cielo intentando hacer algún sentido ¿Qué era lo que quería hacer? Estaba claro, ¿no? Tenía un capricho y eso era el sexo, la bebida, el cigarro, ¿Acaso no estaba claro? ¿O había algo más?

Con un suspiro se rindió por completo, era mejor que fluyeran las cosas y sus ojos de nuevo se posaron con esa mirada de inocencia que tenía su acompañante. -Bueno, si es así- dijo y agarró la mejilla de la ajena y presionó sus labios contra los ajenos, tan rápido, tan repentino. Esas palabras al final y en cuentas lo tomó de manera literal, podía hacer lo que quisiera, ¿no? Entonces iba a aprovechar esa libertad ofrecida.

Tan sólo un pequeño beso, nada más eso, una presión de labios contra labios, un contacto físico solamente para probar las aguas. Ella tenía un sabor peculiar, demasiado dulce, le encantaba eso. Pudo obsesionarse con ello en ese momento, en un sabor que no era artificial, en uno el cual realmente le encantaba. ¿Qué era esto? No era tan simple describirlo con palabras, solo estaba ahí, relamió sus labios para capturar por más tiempo el sabor, no era alguna bebida, sino una droga la cual estaba consumiendo y se iba a volver adicto.

No esperó un segundo más y la besaba de nuevo, esta vez, tratando de probar un poco más esos labios que tanto estaba deseando. Ahogándose en un mar de sensaciones dulces, rosados, ¿Acaso se esperaba a que ella correspondiera? Era algo que no pasó por su mente ni por un segundo, tal vez estaba forzando un poco más este acto que debería de ser especial en uno mundano y para su propio placer. Que desconsiderado, pero así era. Los modales no estaban en su vocabulario cuando encontraba algo con que entretenerse, cuando encontró una droga la cual sabía a gloria a su alcance.

Se separó de nuevo, y solamente se limpió la garganta, observando a otra parte -Tu dijiste que podía hacer lo que quisiera- Dijo, y sus ojos se clavaron en la forma ajena, era solo su imaginación, ¿O la chica era cada vez más atractiva? Dejó salir un poco de vapor y se puso a un lado de ella, pasando su brazo por los hombros ajenos y la acercó a él, a su cuerpo, no la iba a dejar separarse.

-Vamos al parque- dijo mientras observaba hacia al frente, esta noche lentamente se hacía más interesante. ¿Que podría pasar? Ella dijo que tenía que hacer más cosas para poder convencerla de tenerla a su lado, pero a la vez esa correa la dejaba suelta. ¿Acaso lo estaba probando? Su mente no podía con todo eso, estaba cansado, no quería pensar, era mucho mejor consumir todo el alcohol que podía y perderse con las náuseas y el dolor del día siguiente.

Esa era su noche ideal. Por lo menos lo era, y se volvía mucho mejor con una mujer a su lado.

Pero esta vez, tal vez estaba descubriendo una nueva obsesión.

Tal vez y solo tal vez, le estaba gustando ganarse el pan de cada día en lugar de que este se entregará por unos cuantos billetes que tenía en su cartera. De todas maneras, ¿Qué más podía hacer en ese momento? ni que fuera el fin del mundo o algo por el estilo.

Los sentimientos de aquel pelirrojo se comenzaban a invadir su cabeza, a joderlo más de lo que ya estaba, ¿Que era lo que deseaba realmente con esta chica? ¿Solo pasar la noche? No, no era eso. Era algo más. Algo más que se estaba extendiendo por todo su cuerpo, esparciéndose por todos lados. ¿Qué más podría suceder esta noche? una incógnita la cual se estaba formulando totalmente en su mente, tal vez sexo, pero quería… hacer más cosas, ganarla, hacerla suya no solamente por un momento, sino que sea algo largo hasta que no pueda más. ¿Meses? Posiblemente, era más probable que ella terminara harta del chico, siempre le pasaba eso con todas las chicas que salían. Su actitud, la falta de modales y la honestidad cortante que se resbala de sus labios eran suficientes como para hacer enojar a cualquier persona, eso y sin algún arrepentimiento ante sus acciones era una fórmula efectiva cuyo efecto acababa en rompimiento.

La caminata del parque no era larga, claro, si es que ella coopera. Pero eso fue mucho pedir, escuchando su voz invadir su cabeza y tan solo asintiendo con la cabeza sin más -normalmente haría eso- le respondió sin más, sin tener algún sentimiento más que la neutralidad del tono de su voz, tan rápido como una bala fue su respuesta.

Ella se había separado solamente para estar parada en medio de la calle, y a estas horas no había ningún ruido que avisara si los vehículos se dirigían en esta dirección. Exhalo solamente para ver la nube de humo brotar desde su boca. Con una sonrisa mostrando en sus labios, ¿Acaso estaba con alguien loca? ¿Desquiciada? ¿Qué clase de mujer estaba tratando realmente? Rascó sus cabellos ubicados en la parte trasera de su cabeza, movió su cuello un poco y al final asintió con la cabeza, claramente de acuerdo a ella.

-Así es como se vive la vida- dijo, acercándose a ella rápidamente, abrazándola con fuerza y dando otro beso en sus labios, esta vez un poco más intenso, esta vez con mucha más energía. Vivir sin arrepentimientos, haciendo lo que quisieras, si, esa era la manera de vivir en este maldito mundo, en este maldito lugar.

Sentía los labios ajenos con los suyos, los chupaba con suavidad, dejaba pequeñas mordidas en medio de la calle, sintiendo la emoción de estar ahí en la oscuridad, de que podía estar la posibilidad de que se acercara un vehículo y acabarlos en unos instantes. Pero él la acompañaba en esta locura. Se separó de ella, mordiendo y jalando el labio inferior ajeno antes de dejarla en paz. Su sabor se quedó impregnado por más tiempo, ¿Realmente iban a durar meses? No tenía la cabeza de pensar en cuánto tiempo podrían realmente estar juntos antes de cansarse.

La empujaba con suavidad para cruzar por completo la calle y solamente un suave suspiro salió de sus labios -Sabes dulce... - susurró, dejando una pequeña mordida en la punta de la nariz de la chica. Le dedicó una sonrisa y de nuevo se movió con ella, ahora abrazándola por completo, como si fuera su propiedad. No quería que se alejara.

No, ahora tenía por seguro de que la iba a conseguir fuese como fuese.

Su sabor era demasiado que no podía controlarse bien.

Era la droga que más había necesitado, la que más había disfrutado por lo que libertad para ella no era una opción que se podía pasar por su cabeza. No. Iba a demostrar que ya le pertenecía a alguien o que por lo menos, no estaba disponible. La apegó más a su cuerpo mientras avanzaba con ella, ¿Quién podría verlos? Estaba casi desiertas las calles. La noche solamente para ellos.