I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
⚝ Reactivación de Cuentas
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⚝ Sistema de Encuentros ⚝ Sistema de Dados⚝ Hoja de Personaje⚝ Misiones⚝ Familiares⚝ Pide al NPC⚝ Puntos y Niveles⚝ Cierre de Temas⚝ Level Up⚝ Calendario⚝ Tienda⚝ Regalo de Puntos
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Vie Abr 29, 2022 8:21 pm por Vincent Schwarz
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Vie Abr 22, 2022 6:15 pm por Noah Adams
I Prayed, God Sent me right to Voice Mail || Priv. Nick
Vie Abr 22, 2022 5:25 pm por Gala Florian
Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
Sabías que...¿Si abres temas libres en ciertos lugares quizás los responda un canon?
Sabías que...¿Para cruzar la neblina debes cumplir ciertas condiciones?
Sabías que...¿Cada templo tiene un secreto?
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Primero que nada, gracias a Emme, quién ha transformado el foro en esta maravilla, con una skin preciosa, widgets y perfiles. Además de que la gran mayoría de las tablas que usamos pertenecen a ella. Agradecemos infinitamente su paciencia con nosotros y a sus hermosas creaciones.
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
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You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
Game in Life :: Grendelshire
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You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Lun Jul 29, 2019 11:21 pm
You are my Symphony
Cinco años atrás.
El colegio le parecía extremadamente aburrido, y el día había sido agotador. Las clases se le hacían fáciles, y al final con lo único que aguantaba los días era gracias a su amiga, y bien su hermano. Mirarlo en los recreos le daba un aire de tranquilidad y ela yudaba a sentirse mejor. Claramente, a ella ya le había dicho que le gustaba, para su sorpresa, ella ya lo tenía clarísimo. Así, de golpe había decidido que le diría ese mismo día a Connor.
Sus padres para variar no estaban en casa, cuando aquello ocurría, tendía a quedarse con los Buckley, pues Anwen le tenía tanto miedo a la oscuridad, y si bien normalmente estar sola no era un problema, no dejaba de ser una niña de trece años sola en una casa. Había ido a casa a tomar un par de cosas antes de ir donde los Buckley. La mayoría de su vida la estaba pasando allí, así que todo se le hacía bastante más familiar, y su casa la sentía más como una casa piloto.
La mayoría de las chicas de su edad quizá pasarían horas pensando en los resultados de una declaración, y a Anwen ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de ser rechazada. No sabría decir si era orgullo o si simplemente no lo pensaba demasiado, pues tampoco había procesado resultados positivos. Sólo sabía que se lo diría, nada más.
Tocó la puerta de la casa, esperando a que alguien abriese mientras miraba el alrededor y jugueteaba con su larguísimo cabello. Adoraba esa casa, la sentía tan cercana, cómoda. A pesar de ser una casa grande, sentía que era muy acogedora y aquello le hacía sentir muy bien. La casa de Anwen era más bien una casa minimalista. Muchas ventanas y ventanales, pocos colores y objetos, se rodeaba más de piedras que de plantas, y las plantas que habían estaban en maceteros o cosas por el estilo. Lo que sí, tenía piscina, y eso lo agradecía infinitamente en el verano.
Escuchó unos pasos venir desde dentro de la casa, y su corazón dio un salto. Respiró profundamente, pues no podía sobresaltarse ahora, además estaba acostumbrada, recuperó rápidamente la compostura y miró frente a la puerta, esperando ver a alguien de aquella cariñosa familia recibirla. "Ojalá no sea Connor" murmuró levemente, un poco nerviosa. Probablemente, lo diría sin pensarlo si es que era él el que abría la puerta.
Sin embargo, se encontró con su amiga y la saludo con la mano y una sonrisa mientras ladeaba la cabeza con alivio. Entró, y obviamente saludó a todos. Era temprano, pero no podía esperar a la cena, adoraba la comida que hacían allí. Además le gustaba ayudar, le hacía sentir parte de algo. En casa, sólo comía cosas congeladas, aunque había intentado cocinar un par de veces, sus padres dejaban pocas cosas para ella, aparte de, como ya había dicho, cosas congeladas.
-Muchas gracias por recibirme aquí nuevamente -dijo con una sonrisa. La verdad es que se le notaba más emocionada de lo normal -. ¿Y Connor?
No pudo evitar preguntarlo, pero al menos logró controlar el sonrojo que amenazaba con posarse en sus mejillas y orejas. Lo peor es que, normalemnte nunca lo veía apenas entraba, casi siempre terminaba pidiéndole ayuda con las tareas -que en realidad nunca ha tenido probelmas con ninguna- y fingía no entender nada, o lo molestaba hasta que jugase con ellas. O a veces se devolvía tarde a casa para que él la fuese a dejar. "¿He sido tan evidente todo este tiempo? No, no, siempre he sido así aquí, es normal de mi"
Sus padres para variar no estaban en casa, cuando aquello ocurría, tendía a quedarse con los Buckley, pues Anwen le tenía tanto miedo a la oscuridad, y si bien normalmente estar sola no era un problema, no dejaba de ser una niña de trece años sola en una casa. Había ido a casa a tomar un par de cosas antes de ir donde los Buckley. La mayoría de su vida la estaba pasando allí, así que todo se le hacía bastante más familiar, y su casa la sentía más como una casa piloto.
La mayoría de las chicas de su edad quizá pasarían horas pensando en los resultados de una declaración, y a Anwen ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de ser rechazada. No sabría decir si era orgullo o si simplemente no lo pensaba demasiado, pues tampoco había procesado resultados positivos. Sólo sabía que se lo diría, nada más.
Tocó la puerta de la casa, esperando a que alguien abriese mientras miraba el alrededor y jugueteaba con su larguísimo cabello. Adoraba esa casa, la sentía tan cercana, cómoda. A pesar de ser una casa grande, sentía que era muy acogedora y aquello le hacía sentir muy bien. La casa de Anwen era más bien una casa minimalista. Muchas ventanas y ventanales, pocos colores y objetos, se rodeaba más de piedras que de plantas, y las plantas que habían estaban en maceteros o cosas por el estilo. Lo que sí, tenía piscina, y eso lo agradecía infinitamente en el verano.
Escuchó unos pasos venir desde dentro de la casa, y su corazón dio un salto. Respiró profundamente, pues no podía sobresaltarse ahora, además estaba acostumbrada, recuperó rápidamente la compostura y miró frente a la puerta, esperando ver a alguien de aquella cariñosa familia recibirla. "Ojalá no sea Connor" murmuró levemente, un poco nerviosa. Probablemente, lo diría sin pensarlo si es que era él el que abría la puerta.
Sin embargo, se encontró con su amiga y la saludo con la mano y una sonrisa mientras ladeaba la cabeza con alivio. Entró, y obviamente saludó a todos. Era temprano, pero no podía esperar a la cena, adoraba la comida que hacían allí. Además le gustaba ayudar, le hacía sentir parte de algo. En casa, sólo comía cosas congeladas, aunque había intentado cocinar un par de veces, sus padres dejaban pocas cosas para ella, aparte de, como ya había dicho, cosas congeladas.
-Muchas gracias por recibirme aquí nuevamente -dijo con una sonrisa. La verdad es que se le notaba más emocionada de lo normal -. ¿Y Connor?
No pudo evitar preguntarlo, pero al menos logró controlar el sonrojo que amenazaba con posarse en sus mejillas y orejas. Lo peor es que, normalemnte nunca lo veía apenas entraba, casi siempre terminaba pidiéndole ayuda con las tareas -que en realidad nunca ha tenido probelmas con ninguna- y fingía no entender nada, o lo molestaba hasta que jugase con ellas. O a veces se devolvía tarde a casa para que él la fuese a dejar. "¿He sido tan evidente todo este tiempo? No, no, siempre he sido así aquí, es normal de mi"
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Miér Jul 31, 2019 5:47 pm
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Connor refunfuñó entre dientes, impedido un poco por el dedo pulgar que se había metido a la boca. “Pufa cuefda fe miefda.” Desenganchó el strap del bajo que colgaba de su hombro izquierdo y apoyó el instrumento en su stand predeterminado, tragando la sangre que seguía saliendo de su pulgar derecho. Había estado practicando varias canciones y la cuarta cuerda se había cortado y pegado un latigazo justo en la yema de su pulgar derecho. “Jodeeeeeeeer.” Se quejó al extraer el pulgar de su boca y notar que seguía sangrando bastante.
El adolescente se dirigió al baño que compartía con su hermana que normalmente parecía una zona de guerra nuclear. Entre todas las cremas y productos que su madre había comprado para que Lanie usara que normalmente quedaban repartidos por el baño después de que su hermana no los usaba y su madre le regañaba, los largos pelos de Anwen que parecía casi vivir en su casa y de vez en cuando usaba la ducha, las toallas tiradas en cualquier superficie desocupada y el montón de ropa sucia en uno de los rincones, era un desastre de proporciones catastróficas. Connor no era especialmente desordenado, era más la culpa de Lanie que el baño fuera así, pero se había cansado de ordenar detrás de ella y estaba viendo cuanto se demoraba su odiosa hermana en darse cuenta de que la situación era insostenible.
Pero estaba irritado, y el desorden de Lanie impidió que Connor lograra encontrar el botiquín entre los escombros de lo que una vez había sido un baño decente. “¡ALAYNE!” No necesitaba gritar demasiado, la habitación de su hermana estaba directamente al frente del baño, pero Lanie tenía una habilidad sobrenatural para apagar el resto del mundo cuando se concentraba.
Y, además, Connor estaba ya bastante irritado. “¡ORDENA ESTE DESASTREEEEEEEE!” No fue un grito violento ni mucho menos, tenía demasiado humor como para eso, y Lanie no lo hacía a propósito. Su hermana abrió la puerta de su pieza y asomó la cabeza con una sonrisa malvada y un poco de color en las mejillas. “Sí sí, ni te molestes en darme excusas enana.” Connor le frunció el ceño a la adolescente llena de granos en una mueca de enojo actuado y apuntó al baño con la mano izquierda, llevándose su pulgar derecho de vuelta dentro de su boca para no gotear sangre por todas partes.
Lanie le dedicó una sonrisa de disculpa y luego, al notar el pulgar de Connor, frunció el ceño, algo preocupada. “¿Te atacó algo?” El chico le empujó con la cadera y resopló, sacando un poco de papel higiénico para enrollarlo en su dedo mientras encontraban el botiquín. “El bajo al parecer era más fiero de lo que creí. Quizás debí haberle llamado Alayne.” La adolescente comenzó a ordenar el baño sin muy buenos resultados, más bien movía el desorden de un lado a otro. “Quizás está cansado de que su dueño lo haga sonar tan mal y está tomando represalias.”
Connor se aguantó las ganas de limpiar él y simplemente observó a su hermana luchar con la labor hercúlea que parecía haberle dado. “Quizás debería dejar de dormir en las noches y practicar más y a todo volumen para tocar mejor. ¿Qué dices?” Le sonrió a Alayne, que se giró horrorizada ante aquella amenaza. “¡No, por favor, todo menos eso!” La chica se apoyó contra una pared, posando el dorso de su mano sobre su frente como si estuviera desfalleciendo. Connor lanzó una risita y volvió a darle un empujoncito con la mano izquierda, notando que su pulgar seguía sangrando bastante. “Tanto drama por un cortecito, cualquiera pensaría que me cercené la mano completa.” Le reprochó al pulgar, cambiando el vendaje improvisado. Lanie no agregó ningún comentario, demasiado distraída observando una coleta con una enorme flor de trapo como para escuchar los refunfuños de Connor.
“¡PUEEERTAAA!” Vociferó su madre desde la cocina en el primer piso. “Yo no.” Disparó Lanie, varios segundos más rápido que su hermano. Connor entrecerró los ojos, observándola. “Despistada mis pelotas. Estoy seguro que simplemente actúas como si no estuvieras prestando atención enana. Abre tú o voy a estar obligado a mostrarle a mamá el demonio de tasmania en el que te convertiste dentro de este baño.” Su tono autoritario de hermano mayor todavía servía de algo, por lo menos, aunque sabía que era cosa de tiempo hasta que Alayne se convirtiera en una adolescente como sus compañeras de curso, completamente insoportables e irreverentes.
«Ojalá no le dure mucho.» Deseó, dejando que su hermana bajara a recibir a quien fuera que venía de visita. “¡Holaaa!” Gritó hacia abajo mientras rebuscaba entre los cajones del baño en búsqueda del botiquín. Su saludo se juntó con el mismo grito, en el mismo tono de voz, de sus dos padres en distintos lugares de la casa. Era algo habitual para todos, saludar cálidamente cada vez que alguien entraba a la casa o despedirse con la misma energía cuando alguien se despedía.
Sus ojos se posaron en un matojo de pelos en el desagüe de la ducha y Connor arrugó la nariz, completamente asqueado. Era obvio que no eran suyos, porque eran largos. “¡Lanie, si crees que voy a destapar el desagüe cuando se tape gracias a tus pelos y los de Anwen estás bastante equivocada!” Siguió buscando un botiquín entre el desorden, esperando a que su hermana llegara a hacerse cargo de su asquerosidad.
En el piso de abajo, Alayne le sonrió a Anwen y ladeó la cabeza. “Suena como si estuviera en el octavo círculo del infierno. Rápido, corre arriba antes de que siga gritando y mamá deje de cocinar para regañarnos.” La señora Buckley gritó un saludo a Anwen desde la cocina, disculpándose por no salir a saludar pero si dejaba la cocina por un segundo cenarían carbón en vez de comida. Mientras cocinaba, el resto de la familia procuraba no molestarle, la magia que claramente hacía dentro de la cocina requería bastante concentración y una distracción podía ser fatal para la familia completa que tenía que comer todo lo que salía de allí dentro.
El adolescente se dirigió al baño que compartía con su hermana que normalmente parecía una zona de guerra nuclear. Entre todas las cremas y productos que su madre había comprado para que Lanie usara que normalmente quedaban repartidos por el baño después de que su hermana no los usaba y su madre le regañaba, los largos pelos de Anwen que parecía casi vivir en su casa y de vez en cuando usaba la ducha, las toallas tiradas en cualquier superficie desocupada y el montón de ropa sucia en uno de los rincones, era un desastre de proporciones catastróficas. Connor no era especialmente desordenado, era más la culpa de Lanie que el baño fuera así, pero se había cansado de ordenar detrás de ella y estaba viendo cuanto se demoraba su odiosa hermana en darse cuenta de que la situación era insostenible.
Pero estaba irritado, y el desorden de Lanie impidió que Connor lograra encontrar el botiquín entre los escombros de lo que una vez había sido un baño decente. “¡ALAYNE!” No necesitaba gritar demasiado, la habitación de su hermana estaba directamente al frente del baño, pero Lanie tenía una habilidad sobrenatural para apagar el resto del mundo cuando se concentraba.
Y, además, Connor estaba ya bastante irritado. “¡ORDENA ESTE DESASTREEEEEEEE!” No fue un grito violento ni mucho menos, tenía demasiado humor como para eso, y Lanie no lo hacía a propósito. Su hermana abrió la puerta de su pieza y asomó la cabeza con una sonrisa malvada y un poco de color en las mejillas. “Sí sí, ni te molestes en darme excusas enana.” Connor le frunció el ceño a la adolescente llena de granos en una mueca de enojo actuado y apuntó al baño con la mano izquierda, llevándose su pulgar derecho de vuelta dentro de su boca para no gotear sangre por todas partes.
Lanie le dedicó una sonrisa de disculpa y luego, al notar el pulgar de Connor, frunció el ceño, algo preocupada. “¿Te atacó algo?” El chico le empujó con la cadera y resopló, sacando un poco de papel higiénico para enrollarlo en su dedo mientras encontraban el botiquín. “El bajo al parecer era más fiero de lo que creí. Quizás debí haberle llamado Alayne.” La adolescente comenzó a ordenar el baño sin muy buenos resultados, más bien movía el desorden de un lado a otro. “Quizás está cansado de que su dueño lo haga sonar tan mal y está tomando represalias.”
Connor se aguantó las ganas de limpiar él y simplemente observó a su hermana luchar con la labor hercúlea que parecía haberle dado. “Quizás debería dejar de dormir en las noches y practicar más y a todo volumen para tocar mejor. ¿Qué dices?” Le sonrió a Alayne, que se giró horrorizada ante aquella amenaza. “¡No, por favor, todo menos eso!” La chica se apoyó contra una pared, posando el dorso de su mano sobre su frente como si estuviera desfalleciendo. Connor lanzó una risita y volvió a darle un empujoncito con la mano izquierda, notando que su pulgar seguía sangrando bastante. “Tanto drama por un cortecito, cualquiera pensaría que me cercené la mano completa.” Le reprochó al pulgar, cambiando el vendaje improvisado. Lanie no agregó ningún comentario, demasiado distraída observando una coleta con una enorme flor de trapo como para escuchar los refunfuños de Connor.
“¡PUEEERTAAA!” Vociferó su madre desde la cocina en el primer piso. “Yo no.” Disparó Lanie, varios segundos más rápido que su hermano. Connor entrecerró los ojos, observándola. “Despistada mis pelotas. Estoy seguro que simplemente actúas como si no estuvieras prestando atención enana. Abre tú o voy a estar obligado a mostrarle a mamá el demonio de tasmania en el que te convertiste dentro de este baño.” Su tono autoritario de hermano mayor todavía servía de algo, por lo menos, aunque sabía que era cosa de tiempo hasta que Alayne se convirtiera en una adolescente como sus compañeras de curso, completamente insoportables e irreverentes.
«Ojalá no le dure mucho.» Deseó, dejando que su hermana bajara a recibir a quien fuera que venía de visita. “¡Holaaa!” Gritó hacia abajo mientras rebuscaba entre los cajones del baño en búsqueda del botiquín. Su saludo se juntó con el mismo grito, en el mismo tono de voz, de sus dos padres en distintos lugares de la casa. Era algo habitual para todos, saludar cálidamente cada vez que alguien entraba a la casa o despedirse con la misma energía cuando alguien se despedía.
Sus ojos se posaron en un matojo de pelos en el desagüe de la ducha y Connor arrugó la nariz, completamente asqueado. Era obvio que no eran suyos, porque eran largos. “¡Lanie, si crees que voy a destapar el desagüe cuando se tape gracias a tus pelos y los de Anwen estás bastante equivocada!” Siguió buscando un botiquín entre el desorden, esperando a que su hermana llegara a hacerse cargo de su asquerosidad.
En el piso de abajo, Alayne le sonrió a Anwen y ladeó la cabeza. “Suena como si estuviera en el octavo círculo del infierno. Rápido, corre arriba antes de que siga gritando y mamá deje de cocinar para regañarnos.” La señora Buckley gritó un saludo a Anwen desde la cocina, disculpándose por no salir a saludar pero si dejaba la cocina por un segundo cenarían carbón en vez de comida. Mientras cocinaba, el resto de la familia procuraba no molestarle, la magia que claramente hacía dentro de la cocina requería bastante concentración y una distracción podía ser fatal para la familia completa que tenía que comer todo lo que salía de allí dentro.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Vie Ago 02, 2019 12:32 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Al escuchar el saludo de todos a Anwen se le erizó la piel, no que porque fuera anormal, sino porque la voz de Connor destacó por sobre todo. Sonrió a Lanie, pretendiendo como si nada, aunque ya ambas sabían que estaba pasando por su cabeza. Comenzó a subir las escaleras detrás de ella, y se asomó inmediatamente en el baño. Saludó a Connor como siempre, pero rápidamente volteo a ver la ducha, y los cabellos. Si, le daba asco, pero quería ayudar así que se aguantó el asco.
Se había cambiado la ropa, así que no andaba con el uniforme del colegio. Llevaba unas medias negras, unos shorts, y una camisa negra suelta, metida dentro del short, con lo que serían unos botines. Aunque sólo tuviera trece años, no le gustaba vestir como niña, o como las demás. Simplemente había buscado un “estilo” que le gustase, y que a diferencia de sus compañeras, no se trataba de exhibirse.
-Yo los saco, varios deben ser míos después de todo -se agachó y los sacó, tenía un montón de sucios cabellos en su mano, los cuales corrió a desechar en el basurero. Pronto notó el dedo de Connor, que sangraba sin parar -. ¿Qué carajos te has hecho?
Se sobresaltó bastante al ver eso, razón por la que dijo una grosería y seguido se tapó la boca con ambas manos. Pero era sólo su dedo, no podía ser tanto, así que esperó a la racional respuesta que Connor debía tener para ella. Intentó ayudar a ordenar rápidamente, pues lo que iba a decir, no quería decirlo en un baño, menos así de desordenado. Como Anwen vivía prácticamente sola, era bastante ordenada, además que sus padres le decían que como nunca estaban aquella era su única responsabilidad con ellos. La verdad es que no le exigían nada, pues ella ya era responsable por su cuenta.
Después de unos instantes, atinó a revisar su mochila y sacar un parche, el cual le entregó a Connor con una sonrisa. La verdad es que ya no le importaba el baño, quería salir de allí. Miró a Lanie con cara de súplica, para que le ayudase a llevar a Connor a otro lado, pero ya parecía estar vagando en sus pensamientos.
-Connor, ¿podrias ayudarme con una tarea de biología? Hay algo que no entiendo para nada.
Era mentira, entendía todo, pero fue lo mejor que se le ocurrió. Además era muy probable que él le creyese pues siempre le pedía ayuda con las tareas, sobretodo de esa área, ya que sabía que a él le gustaba. Claro, él no sabía la razón, y ella tampoco hasta hace poco. No esperó demasiado por su respuesta, tomó su mochila y agarró el brazo del mayor y lo arrastró hasta su propia pieza.
Pretendiendo que eso era lo que quería, abrió su mochila y sacó cuidadosamente su cuaderno. Abrió la página en donde había anotado la tarea, estaba completamente en blanco pues, la habían entregado hoy y sólo le había dado el tiempo suficiente como para leerla rápidamente.
-Ésta, la verdad es que me cuesta un poco todo eso…
Hizo un puchero, y aunque su corazón iba a mil, lograba mantener la compostura de alguna manera. Estuvo un rato escuchándolo, aunque con mucha pereza, pues entendía todo, pero aquello sirvió para relajarla un poco. Inhaló profundamente, pusó su mano sobre la de él un segundo y lo miró a la cara. Se había tomado su largo cabello en una coleta larga para evitar problemas en el estudio, pero de todos modos ya se había aburrido de esperar.
-Connor, me gustas -hizo una pequeña pausa, para mirar hacia abajo, la verdad es que ya no quería mantener el contacto visual -. Mucho. Sólo no me había dado cuenta…
Su voz sonaba suave, pero sólo un tonto podría no escuchar esas palabras, sobretodo con el silencio que había. Levantó la mirada, su miedo no era tanto, lo había dicho antes ¿no? Ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de ser rechazada.
Se había cambiado la ropa, así que no andaba con el uniforme del colegio. Llevaba unas medias negras, unos shorts, y una camisa negra suelta, metida dentro del short, con lo que serían unos botines. Aunque sólo tuviera trece años, no le gustaba vestir como niña, o como las demás. Simplemente había buscado un “estilo” que le gustase, y que a diferencia de sus compañeras, no se trataba de exhibirse.
-Yo los saco, varios deben ser míos después de todo -se agachó y los sacó, tenía un montón de sucios cabellos en su mano, los cuales corrió a desechar en el basurero. Pronto notó el dedo de Connor, que sangraba sin parar -. ¿Qué carajos te has hecho?
Se sobresaltó bastante al ver eso, razón por la que dijo una grosería y seguido se tapó la boca con ambas manos. Pero era sólo su dedo, no podía ser tanto, así que esperó a la racional respuesta que Connor debía tener para ella. Intentó ayudar a ordenar rápidamente, pues lo que iba a decir, no quería decirlo en un baño, menos así de desordenado. Como Anwen vivía prácticamente sola, era bastante ordenada, además que sus padres le decían que como nunca estaban aquella era su única responsabilidad con ellos. La verdad es que no le exigían nada, pues ella ya era responsable por su cuenta.
Después de unos instantes, atinó a revisar su mochila y sacar un parche, el cual le entregó a Connor con una sonrisa. La verdad es que ya no le importaba el baño, quería salir de allí. Miró a Lanie con cara de súplica, para que le ayudase a llevar a Connor a otro lado, pero ya parecía estar vagando en sus pensamientos.
-Connor, ¿podrias ayudarme con una tarea de biología? Hay algo que no entiendo para nada.
Era mentira, entendía todo, pero fue lo mejor que se le ocurrió. Además era muy probable que él le creyese pues siempre le pedía ayuda con las tareas, sobretodo de esa área, ya que sabía que a él le gustaba. Claro, él no sabía la razón, y ella tampoco hasta hace poco. No esperó demasiado por su respuesta, tomó su mochila y agarró el brazo del mayor y lo arrastró hasta su propia pieza.
Pretendiendo que eso era lo que quería, abrió su mochila y sacó cuidadosamente su cuaderno. Abrió la página en donde había anotado la tarea, estaba completamente en blanco pues, la habían entregado hoy y sólo le había dado el tiempo suficiente como para leerla rápidamente.
-Ésta, la verdad es que me cuesta un poco todo eso…
Hizo un puchero, y aunque su corazón iba a mil, lograba mantener la compostura de alguna manera. Estuvo un rato escuchándolo, aunque con mucha pereza, pues entendía todo, pero aquello sirvió para relajarla un poco. Inhaló profundamente, pusó su mano sobre la de él un segundo y lo miró a la cara. Se había tomado su largo cabello en una coleta larga para evitar problemas en el estudio, pero de todos modos ya se había aburrido de esperar.
-Connor, me gustas -hizo una pequeña pausa, para mirar hacia abajo, la verdad es que ya no quería mantener el contacto visual -. Mucho. Sólo no me había dado cuenta…
Su voz sonaba suave, pero sólo un tonto podría no escuchar esas palabras, sobretodo con el silencio que había. Levantó la mirada, su miedo no era tanto, lo había dicho antes ¿no? Ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de ser rechazada.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Sáb Ago 10, 2019 3:07 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Connor siguió rebuscando entre los cajones, dando por fin con el botiquín olvidado al final de un gabinete. “¡Ajá!” Exclamó con triunfo, soplando el polvo que había acumulado. Claramente no era el botiquín normal que solía usar su madre, ni el que normalmente usaba para sus excursiones en scouts. Escuchó dos pares de pasos ligeros por la escalera y registró en alguna parte de su cerebro que debía ser Anwen la que había llamado a la puerta.
El chico pegó un saltito, impulsándose para sentarse sobre el lavabo del baño con bastante agilidad, dejando el dedo bajo un chorro de agua corriendo mientras que con la otra mano y su boca abría el botiquín. Hizo una mueca de dolor después de abrir el cierre. Vacío. Segundos después, Anwen apareció por la puerta del baño.
“Hola enana.” Murmuró despreocupadamente mientras la morena se dirigía hacia la ducha con una mirada que no pudo descifrar. Asintió, admitiendo que realmente varios de los pelos sí que eran de ella. Quizás por eso Anwen había congeniado tan bien con su familia, no era una princesita mimada. Se ponía manos a la obra si era necesario, como si fuera otra Buckley más. Definitivamente pasaba más tiempo en esa familia que en la Von Ferrec de todos modos.
Connor se tragó una risita mientras Anwen corría hacia el basurero con el matojo de pelos blancos y negros como si fuera una rata radiactiva, dejando su pulgar bajo el agua. “¡Epa!” Exclamó ante la grosería de la chica, lanzando una carcajada ante la mueca de preocupación. “Al bajo no le cayó muy bien como lo estaba tocando, supongo.” Explicó con una sonrisa, observando cómo Anwen ordenaba el baño muchísimo más rápido de lo que él o Lanie serían capaces de hacer. Intentó ayudar, pero entre su falta de una mano y la velocidad de Anwen decidió que sólo entorpecería el proceso.
Notó que su dedo había dejado de sangrar como herido de guerra y solo supuraba un par de gotitas, por lo que lo sacó del agua justo a tiempo de recibir un parche de la mejor amiga de su hermana. “Gracias enana, siempre lista, podías hasta ser scout.” Bromeó, parchando su pulgar de manera bastante diligente y prolija debido a su propio entrenamiento en aquella organización.
Con el baño casi completamente ordenado, se dispuso a bajar a poner la mesa debido a que el olor a comida casera lentamente subía por la escalera. Antes de que pudiera hacerlo, la pequeña chica le pidió por quizás tercera o cuarta vez en ese mes que le ayudara con sus tareas. A Connor no le molestaba en absoluto, sus calificaciones no eran para nada malas y consideraba explicarle a Anwen casi como explicarle a Lanie, que nunca pedía ayuda cuando era necesario, siempre después de que todo se había ido al carajo. A veces Anwen repetía lo que él le había enseñado a su hermana pequeña, o por lo menos eso le gustaba creer a Connor. Ninguna de las dos era tonta ni mucho menos, por lo que sus lecciones no tardaban tanto tiempo tampoco.
“Uuuuh Biología, claro que sí.” Respondió, pero la chiquita no le dió tiempo de nada antes de tomar su mochila y arrastrarlo a su propia pieza. Connor levantó una ceja, un tanto confundido. Aunque ambas chicas solían romperle las pelotas en su pieza todo el tiempo, normalmente eran ambas las que estaban ahí dentro, juntas. Esta vez estaba solo con Anwen en su pieza debido a que a Lanie probablemente no le interesaba repasar algo que probablemente ya habían visto en clases ese mismo día.
«Bah.» Se encogió de hombros, dejándose guiar por la niña. Sacó la silla con rueditas de debajo del escritorio para que se sentara, apoyándose contra el mismo mientras sacaba su cuaderno. Hizo una mueca, intentando recordar la materia que había pasado hace cuatro años en el colegio. “Esteeee…” Hojeó un poco hacia atrás en el ordenadísimo cuaderno, intentando recordar con exactitud lo que debía aclararle a la chica. “¡Ah! Bueno, te están preguntando la diferencia entre los procariontes y los eucariontes.” Tomó un lápiz del escritorio y saltó a una página en blanco del cuaderno para explicarse con más facilidad.
“La diferencia más grande está en cómo y dónde tienen guardado el material genético. Mientras que los procariontes lo tienen ahí, flotando en el citoplasma -es como el líquido donde flota todo lo que va dentro de una célula- mientras que los eucariontes tienen un núcleo separado, con una membrana, donde tienen ese material genético.” La explicación iba acompañada de un dibujo de cada célula, Connor rotuló ambas células y dibujó el material genético en ambas, señalando el núcleo y la membrana con flechitas.
“Otra diferencia muy grande es que las euca-” Iba a continuar su explicación, pero la pequeña niña le había tomado la mano después de un suspiro que le preocupó un poco, por lo que frunció el ceño. Esperaba que Anwen tuviese algo que contarle, quizás estaba en problemas, o quería desahogarse de algo como a veces lo hacía Lanie. Era un buen hermano mayor, por eso su hermana contaba tanto con él, y le había dejado claro a ella y Anwen que no le molestaba hacerlo en absoluto. Quizás algún problema con los jodidos padres que ni se dignaban a criar a su propia hija.
Quizás debido a que esperaba un problema de una segunda hermana menor fue que las próximas palabras de Anwen al principio no le hicieron ningún sentido. «¿Cómo?» No tuvo tiempo de dejar que la primera oración se hundiera en su cabeza cuando la niña la siguió con otra que corroboraba que la primera no había sido su imaginación. Por un momento creyó que estaba bromeando, pero la intensidad en la mirada de la chiquita le aseguraron de lo contrario. «Ay, mierda. Aaaaaaaay mierda.» Nada lo había equipado para lidiar con algo como aquello. «AY mierda.» Anwen volvió a subir su mirada, esperando. «¿Esperando qué?» Anwen era como su hermana pequeña, como su OTRA hermana pequeña. Una respuesta. «¿Una respuesta? AYMIERDA. Joder. Joder. Joderjoder.»
Connor tuvo que desviar la mirada, aunque definitivamente no logró esconder el pánico y la sorpresa de sus ojos. ¿Cómo hacía para explicarle? “A-Anwen…” Tartamudeó. Tenía que ser extremadamente cuidadoso. No podía rechazarla de manera en que eso le hiciera daño, no quería hacerlo. Tenía que pensar en sus palabras, elegirlas con pinza.
«¡PERO JODER NIÑA, ERES UNA NIÑA!» Gritó en su mente. Su mirada también lo dijo, una vez que había pasado el pánico. «¡UNA NIÑITA PEQUEÑA!» Aunque su cuerpo no lo hizo, su cerebro definitivamente comenzó a hiperventilarse. «¿Awen?» Por un segundo, un pequeñísimo segundo, pensó en lo que sucedería si no la rechazaba inmediatamente. Bajó la mirada donde la chica había puesto su mano sobre la de él y sintió asco. Un asco profundo, del que se siente cuando se ven cosas perversas. «Yo no soy un pedófilo. ¡NO SOY UN PEDÓFILO!» De pronto, notó lo completamente inapropiado que era que la chica estuviese sola, SOLA, en su cuarto. «MIERDAMIERDAMIERDAPORESTOLAGENTESEVAPRESA. ¡TENGO QUE SACARLA DE AQUÍ!» El asco no se le pasó con facilidad, todavía estaba ahí detrás de su pánico. «¡Guácala!» Se estremeció, sólo en su fuero interno, intentando controlar sus pensamientos.
«No.» Tenía que ser firme, innegable y sin ningún lugar para dudas. Pero no podía ser cruel ni despiadado. La chica era sensible, la mejor amiga de su hermana, parte de la familia. No podía dejarla sin una familia a quien acudir cuando sus padres de mierda la volvieran a dejar sola, y eso significaba que se sintiera cómoda alrededor de él aún después de lo que tenía que hacer. Tomó la mano de Anwen con cuidado. No habían pasado más de un par de segundos desde que la chica había dejado de hablar, aunque en la cabeza del pobre Connor llevaba diez años ahí parado con cara de pánico.
Aclaró su garganta, que se había secado del espanto y el prospecto de ir a la cárcel por encontrarse en una situación como aquella. Suavizó su expresión, cambiándola por una de completo cariño y honestidad. “Yo te quiero, muchísimo. Eres como mi segunda hermana pequeña, enana.” Agregó casi instantáneamente, evitando que ni por un segundo se malinterpretara lo que quería decir. La miró a los ojos, frunciendo el ceño. “Pero yo…” ¿Cómo explicarle a la niña que él, ni aunque pensara en ella como algo que no fuera una hermana, tenía 17, y que habían cosas que simplemente no funcionarían? “Yo soy muy viejo para tí, Anwen.”
Dejó la mano de Anwen sobre el escritorio y posó una, la con el parche, sobre la cabeza de la chica, dejando de mirarle. Estaba extremadamente incómodo, y quería ser cuidadoso y darle su espacio. “No quieres estar con alguien como yo, soy bruto y estúpido.” Agregó, intentando sacarle una sonrisa. “Quieres estar con alguien de tu edad, quizás un año más grande. Sé que cuatro años suena como poco, pero la diferencia entre nosotros es tanta que podrían ser veinte.” Explicó en un tono suave, tan suave que su voz raspaba contra su garganta al salir. No quería explicar los detalles, le daba asco de sólo pensar en siquiera comenzar a explicarle a la chiquita a lo que se refería. “Lo siento tanto pequeña…” Murmuró en un susurro, impulsando su cadera contra el escritorio para incorporarse por completo.
No sabía si irse o quedarse, si dejarla sola o acompañarla. No tenía claro si se enojaría, si siquiera Anwen había pensado en lo que sucedería después de que ella dijera eso. ¿Qué esperaba? Definitivamente no había sido aquello o de seguro no se lo hubiera dicho. Hizo un puño con la mano que tenía libre, sintiéndose horrible. No le quedaba de otra, pero eso no significaba que tenía que gustar rechazar a una pequeña niña que no había sufrido un desamor en su vida. Le constaba al ver a sus compañeras de curso que los primeros desamores marcaban, y muchísimo. Simplemente se quedó ahí, parado al lado de la silla donde se encontraba Anwen con una mano posada sobre su cabeza en un gesto que demostraba nada más que afecto fraternal, esperando la reacción, cualquier reacción.
El chico pegó un saltito, impulsándose para sentarse sobre el lavabo del baño con bastante agilidad, dejando el dedo bajo un chorro de agua corriendo mientras que con la otra mano y su boca abría el botiquín. Hizo una mueca de dolor después de abrir el cierre. Vacío. Segundos después, Anwen apareció por la puerta del baño.
“Hola enana.” Murmuró despreocupadamente mientras la morena se dirigía hacia la ducha con una mirada que no pudo descifrar. Asintió, admitiendo que realmente varios de los pelos sí que eran de ella. Quizás por eso Anwen había congeniado tan bien con su familia, no era una princesita mimada. Se ponía manos a la obra si era necesario, como si fuera otra Buckley más. Definitivamente pasaba más tiempo en esa familia que en la Von Ferrec de todos modos.
Connor se tragó una risita mientras Anwen corría hacia el basurero con el matojo de pelos blancos y negros como si fuera una rata radiactiva, dejando su pulgar bajo el agua. “¡Epa!” Exclamó ante la grosería de la chica, lanzando una carcajada ante la mueca de preocupación. “Al bajo no le cayó muy bien como lo estaba tocando, supongo.” Explicó con una sonrisa, observando cómo Anwen ordenaba el baño muchísimo más rápido de lo que él o Lanie serían capaces de hacer. Intentó ayudar, pero entre su falta de una mano y la velocidad de Anwen decidió que sólo entorpecería el proceso.
Notó que su dedo había dejado de sangrar como herido de guerra y solo supuraba un par de gotitas, por lo que lo sacó del agua justo a tiempo de recibir un parche de la mejor amiga de su hermana. “Gracias enana, siempre lista, podías hasta ser scout.” Bromeó, parchando su pulgar de manera bastante diligente y prolija debido a su propio entrenamiento en aquella organización.
Con el baño casi completamente ordenado, se dispuso a bajar a poner la mesa debido a que el olor a comida casera lentamente subía por la escalera. Antes de que pudiera hacerlo, la pequeña chica le pidió por quizás tercera o cuarta vez en ese mes que le ayudara con sus tareas. A Connor no le molestaba en absoluto, sus calificaciones no eran para nada malas y consideraba explicarle a Anwen casi como explicarle a Lanie, que nunca pedía ayuda cuando era necesario, siempre después de que todo se había ido al carajo. A veces Anwen repetía lo que él le había enseñado a su hermana pequeña, o por lo menos eso le gustaba creer a Connor. Ninguna de las dos era tonta ni mucho menos, por lo que sus lecciones no tardaban tanto tiempo tampoco.
“Uuuuh Biología, claro que sí.” Respondió, pero la chiquita no le dió tiempo de nada antes de tomar su mochila y arrastrarlo a su propia pieza. Connor levantó una ceja, un tanto confundido. Aunque ambas chicas solían romperle las pelotas en su pieza todo el tiempo, normalmente eran ambas las que estaban ahí dentro, juntas. Esta vez estaba solo con Anwen en su pieza debido a que a Lanie probablemente no le interesaba repasar algo que probablemente ya habían visto en clases ese mismo día.
«Bah.» Se encogió de hombros, dejándose guiar por la niña. Sacó la silla con rueditas de debajo del escritorio para que se sentara, apoyándose contra el mismo mientras sacaba su cuaderno. Hizo una mueca, intentando recordar la materia que había pasado hace cuatro años en el colegio. “Esteeee…” Hojeó un poco hacia atrás en el ordenadísimo cuaderno, intentando recordar con exactitud lo que debía aclararle a la chica. “¡Ah! Bueno, te están preguntando la diferencia entre los procariontes y los eucariontes.” Tomó un lápiz del escritorio y saltó a una página en blanco del cuaderno para explicarse con más facilidad.
“La diferencia más grande está en cómo y dónde tienen guardado el material genético. Mientras que los procariontes lo tienen ahí, flotando en el citoplasma -es como el líquido donde flota todo lo que va dentro de una célula- mientras que los eucariontes tienen un núcleo separado, con una membrana, donde tienen ese material genético.” La explicación iba acompañada de un dibujo de cada célula, Connor rotuló ambas células y dibujó el material genético en ambas, señalando el núcleo y la membrana con flechitas.
“Otra diferencia muy grande es que las euca-” Iba a continuar su explicación, pero la pequeña niña le había tomado la mano después de un suspiro que le preocupó un poco, por lo que frunció el ceño. Esperaba que Anwen tuviese algo que contarle, quizás estaba en problemas, o quería desahogarse de algo como a veces lo hacía Lanie. Era un buen hermano mayor, por eso su hermana contaba tanto con él, y le había dejado claro a ella y Anwen que no le molestaba hacerlo en absoluto. Quizás algún problema con los jodidos padres que ni se dignaban a criar a su propia hija.
Quizás debido a que esperaba un problema de una segunda hermana menor fue que las próximas palabras de Anwen al principio no le hicieron ningún sentido. «¿Cómo?» No tuvo tiempo de dejar que la primera oración se hundiera en su cabeza cuando la niña la siguió con otra que corroboraba que la primera no había sido su imaginación. Por un momento creyó que estaba bromeando, pero la intensidad en la mirada de la chiquita le aseguraron de lo contrario. «Ay, mierda. Aaaaaaaay mierda.» Nada lo había equipado para lidiar con algo como aquello. «AY mierda.» Anwen volvió a subir su mirada, esperando. «¿Esperando qué?» Anwen era como su hermana pequeña, como su OTRA hermana pequeña. Una respuesta. «¿Una respuesta? AYMIERDA. Joder. Joder. Joderjoder.»
Connor tuvo que desviar la mirada, aunque definitivamente no logró esconder el pánico y la sorpresa de sus ojos. ¿Cómo hacía para explicarle? “A-Anwen…” Tartamudeó. Tenía que ser extremadamente cuidadoso. No podía rechazarla de manera en que eso le hiciera daño, no quería hacerlo. Tenía que pensar en sus palabras, elegirlas con pinza.
«¡PERO JODER NIÑA, ERES UNA NIÑA!» Gritó en su mente. Su mirada también lo dijo, una vez que había pasado el pánico. «¡UNA NIÑITA PEQUEÑA!» Aunque su cuerpo no lo hizo, su cerebro definitivamente comenzó a hiperventilarse. «¿Awen?» Por un segundo, un pequeñísimo segundo, pensó en lo que sucedería si no la rechazaba inmediatamente. Bajó la mirada donde la chica había puesto su mano sobre la de él y sintió asco. Un asco profundo, del que se siente cuando se ven cosas perversas. «Yo no soy un pedófilo. ¡NO SOY UN PEDÓFILO!» De pronto, notó lo completamente inapropiado que era que la chica estuviese sola, SOLA, en su cuarto. «MIERDAMIERDAMIERDAPORESTOLAGENTESEVAPRESA. ¡TENGO QUE SACARLA DE AQUÍ!» El asco no se le pasó con facilidad, todavía estaba ahí detrás de su pánico. «¡Guácala!» Se estremeció, sólo en su fuero interno, intentando controlar sus pensamientos.
«No.» Tenía que ser firme, innegable y sin ningún lugar para dudas. Pero no podía ser cruel ni despiadado. La chica era sensible, la mejor amiga de su hermana, parte de la familia. No podía dejarla sin una familia a quien acudir cuando sus padres de mierda la volvieran a dejar sola, y eso significaba que se sintiera cómoda alrededor de él aún después de lo que tenía que hacer. Tomó la mano de Anwen con cuidado. No habían pasado más de un par de segundos desde que la chica había dejado de hablar, aunque en la cabeza del pobre Connor llevaba diez años ahí parado con cara de pánico.
Aclaró su garganta, que se había secado del espanto y el prospecto de ir a la cárcel por encontrarse en una situación como aquella. Suavizó su expresión, cambiándola por una de completo cariño y honestidad. “Yo te quiero, muchísimo. Eres como mi segunda hermana pequeña, enana.” Agregó casi instantáneamente, evitando que ni por un segundo se malinterpretara lo que quería decir. La miró a los ojos, frunciendo el ceño. “Pero yo…” ¿Cómo explicarle a la niña que él, ni aunque pensara en ella como algo que no fuera una hermana, tenía 17, y que habían cosas que simplemente no funcionarían? “Yo soy muy viejo para tí, Anwen.”
Dejó la mano de Anwen sobre el escritorio y posó una, la con el parche, sobre la cabeza de la chica, dejando de mirarle. Estaba extremadamente incómodo, y quería ser cuidadoso y darle su espacio. “No quieres estar con alguien como yo, soy bruto y estúpido.” Agregó, intentando sacarle una sonrisa. “Quieres estar con alguien de tu edad, quizás un año más grande. Sé que cuatro años suena como poco, pero la diferencia entre nosotros es tanta que podrían ser veinte.” Explicó en un tono suave, tan suave que su voz raspaba contra su garganta al salir. No quería explicar los detalles, le daba asco de sólo pensar en siquiera comenzar a explicarle a la chiquita a lo que se refería. “Lo siento tanto pequeña…” Murmuró en un susurro, impulsando su cadera contra el escritorio para incorporarse por completo.
No sabía si irse o quedarse, si dejarla sola o acompañarla. No tenía claro si se enojaría, si siquiera Anwen había pensado en lo que sucedería después de que ella dijera eso. ¿Qué esperaba? Definitivamente no había sido aquello o de seguro no se lo hubiera dicho. Hizo un puño con la mano que tenía libre, sintiéndose horrible. No le quedaba de otra, pero eso no significaba que tenía que gustar rechazar a una pequeña niña que no había sufrido un desamor en su vida. Le constaba al ver a sus compañeras de curso que los primeros desamores marcaban, y muchísimo. Simplemente se quedó ahí, parado al lado de la silla donde se encontraba Anwen con una mano posada sobre su cabeza en un gesto que demostraba nada más que afecto fraternal, esperando la reacción, cualquier reacción.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Dom Sep 01, 2019 10:22 pm
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Había mantenido esa mirada, llena de ilusión, con calma y bastante seria como acostumbraba a ser. Vio que apartaba la mirada, y que decía su nombre, pero no sonó como siempre. Sintió nervios, muchísimos y la inseguridad comenzó a atacarla sin siquiera estar segura de que era aquella emoción. Bajó la mirada inmediatamente hacia el cuaderno, en aquel dibujo que había hecho en la escuela y ahora apenas recordaba que era cada cosa, como si todo se tornase borroso.
Sintió que todo fue eterno, hasta que él alzó la voz y sintió un poco de calma. "Te quiero muchísimo" fue lo que alivió rápidamente las sensaciones casi desconocidas, y "hermana pequeña" lo que las trajo de vuelta con más fuerza. Se sintió mareada, y mientras más hablaba, sentía que las lágrimas luchaban por llegar hasta sus ojos. "No eres viejo para mi" murmuró con cierta ira en su mente, incapaz de decirlo en voz alta por orgullo, no rogaría, jamás.
Sintió su mano sobre su cabeza, su cara estaba completamente roja por la vergüenza, probablemente se sentía un poco humillada. Aunque el cariño era reconfortante en cierto punto, se mordió la lengua para tragar lágrimas y palabras. Sabía que debía calmarse, se concentró en su respiración, a medida que las palabras del peli blanco destacaban, tan dulce como siempre, y ella se preguntaba cómo podía tratarse a sí mismo de bruto cuando siempre había sido así. Y la chica, que siempre se había hecho la tonta, no quiso responder nada cuando le dijo sobre su diferencia de edad. "Mis papás tienen siete años de diferencia" murmuró en su mente nuevamente, mientras apretaba parte de su ropa con los puños.
Se tomó el tiempo necesario para procesar aquello, pensando que quizá si hubiese fantaseado más con aquella situación, no hubiese podido hacerlo y se hubiera ahorrado aquel ridículo. Estaba frustrada, molesta y extremadamente triste, pero tapaba eso último con todas las demás emociones, pues no quería mostrarlo. Y fue así como, la idea de llorar, de lamentarse y suplicar empezaron a abandonar rápidamente su mente. Estiró su ropa en las partes que la había arrugado, soltó su cabello el cual había amarrado en una cola alta anteriormente y cerró su cuaderno.
Se levantó de la silla, como si absolutamente nada hubiese sucedido y miró a Connor con normalidad, pero el sentimiento que ella creía amor en ese momento se tapaba como un eclipse con su orgullo. Sonrió antes de hablar, para darle la calma de que aquello no era realmente importante. "Tiene que dejar de importarme de todos modos" era lo que más pasaba por su cabeza en aquel momento.
-Tienes razón -murmuró, tragando saliva luego de hablar. Estiró sus brazos hacia el techo, relajando su cuerpo -. Iré con Lanie ahora, de todos modos vengo a verla a ella, no a ti.
Y con eso y cuaderno en mano, comenzó a caminar hacia la puerta, mordiendo el interior de su mejilla mientras se arrepentía de haber dicho eso último. Hubiera preferido haberlo escondido mejor, pero no podía controlarlo.
Abrió la puerta, y la cerró a su espalda para luego correr a la habitación de su amiga y lanzarse a la cama donde ella se encontraba. Sabía que le preguntaría que tal le fue, y Anwen no quería hablar de eso para nada.
-No he podido decirle.
Acomodó su cara en una almohada mientras miraba a su amiga, esperando que no hiciera más preguntas y se creyera la mentira de la morena. Sólo quería irse, no deseaba quedarse en aquella casa que amaba tanto aquel día. Tampoco deseaba ver a Connor nunca más, y si fuese una niña más descontrolada y menos madura probablemente estaría gritando que lo odiaba y llorando en los brazos de su mejor amiga.
Sabía que la chica probablemente había captado su mentira, tanto tiempo siendo amigas dejaba en evidencia ciertas cosas, y con eso venía, el que obviamente no le insistió. Si Anwen le mentía, era porque claramente no deseaba hablar del tema. Así que se quedó allí, acurrucada en la cama de su mejor amiga mientras conversaban de cualquier otra cosa que no fuese de Connor.
Sintió que todo fue eterno, hasta que él alzó la voz y sintió un poco de calma. "Te quiero muchísimo" fue lo que alivió rápidamente las sensaciones casi desconocidas, y "hermana pequeña" lo que las trajo de vuelta con más fuerza. Se sintió mareada, y mientras más hablaba, sentía que las lágrimas luchaban por llegar hasta sus ojos. "No eres viejo para mi" murmuró con cierta ira en su mente, incapaz de decirlo en voz alta por orgullo, no rogaría, jamás.
Sintió su mano sobre su cabeza, su cara estaba completamente roja por la vergüenza, probablemente se sentía un poco humillada. Aunque el cariño era reconfortante en cierto punto, se mordió la lengua para tragar lágrimas y palabras. Sabía que debía calmarse, se concentró en su respiración, a medida que las palabras del peli blanco destacaban, tan dulce como siempre, y ella se preguntaba cómo podía tratarse a sí mismo de bruto cuando siempre había sido así. Y la chica, que siempre se había hecho la tonta, no quiso responder nada cuando le dijo sobre su diferencia de edad. "Mis papás tienen siete años de diferencia" murmuró en su mente nuevamente, mientras apretaba parte de su ropa con los puños.
Se tomó el tiempo necesario para procesar aquello, pensando que quizá si hubiese fantaseado más con aquella situación, no hubiese podido hacerlo y se hubiera ahorrado aquel ridículo. Estaba frustrada, molesta y extremadamente triste, pero tapaba eso último con todas las demás emociones, pues no quería mostrarlo. Y fue así como, la idea de llorar, de lamentarse y suplicar empezaron a abandonar rápidamente su mente. Estiró su ropa en las partes que la había arrugado, soltó su cabello el cual había amarrado en una cola alta anteriormente y cerró su cuaderno.
Se levantó de la silla, como si absolutamente nada hubiese sucedido y miró a Connor con normalidad, pero el sentimiento que ella creía amor en ese momento se tapaba como un eclipse con su orgullo. Sonrió antes de hablar, para darle la calma de que aquello no era realmente importante. "Tiene que dejar de importarme de todos modos" era lo que más pasaba por su cabeza en aquel momento.
-Tienes razón -murmuró, tragando saliva luego de hablar. Estiró sus brazos hacia el techo, relajando su cuerpo -. Iré con Lanie ahora, de todos modos vengo a verla a ella, no a ti.
Y con eso y cuaderno en mano, comenzó a caminar hacia la puerta, mordiendo el interior de su mejilla mientras se arrepentía de haber dicho eso último. Hubiera preferido haberlo escondido mejor, pero no podía controlarlo.
Abrió la puerta, y la cerró a su espalda para luego correr a la habitación de su amiga y lanzarse a la cama donde ella se encontraba. Sabía que le preguntaría que tal le fue, y Anwen no quería hablar de eso para nada.
-No he podido decirle.
Acomodó su cara en una almohada mientras miraba a su amiga, esperando que no hiciera más preguntas y se creyera la mentira de la morena. Sólo quería irse, no deseaba quedarse en aquella casa que amaba tanto aquel día. Tampoco deseaba ver a Connor nunca más, y si fuese una niña más descontrolada y menos madura probablemente estaría gritando que lo odiaba y llorando en los brazos de su mejor amiga.
Sabía que la chica probablemente había captado su mentira, tanto tiempo siendo amigas dejaba en evidencia ciertas cosas, y con eso venía, el que obviamente no le insistió. Si Anwen le mentía, era porque claramente no deseaba hablar del tema. Así que se quedó allí, acurrucada en la cama de su mejor amiga mientras conversaban de cualquier otra cosa que no fuese de Connor.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Miér Oct 09, 2019 7:37 pm
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Silencio. Silencio sepulcral que no podía romper, había dicho todo lo que podía sin repetirse, sin minimizar el peso y la importancia de cada palabra. Connor esperó, retirando su mano con delicadeza y cruzando los brazos. ¿Cuán incómodo era capaz de tornarse el ambiente entre dos personas? La respuesta era lo suficiente como para que fuese insoportable. Anwen tardó lo que sintió fueron años en moverse, arreglando su ropa con una mirada indescifrable.
«¿Estará bien?» Connor mordió el interior de su mejilla, un tanto preocupado. ¿Qué sería lo normal para Anwen, considerando lo mucho que la conocía? No tenía idea, cualquier reacción en ese momento era igual de posible. El peliblanco dio un paso hacia atrás al notar que la niña parecía estar recogiendo sus cosas para largarse. Tenía sentido, en realidad él no había dado mucha cabida como para una conversación. Su posición era inamovible, y le dio espacio suficiente como para no estar en su camino cuando se dirigiera a la puerta.
La sonrisa le tomó un poco por sorpresa, y su expresión definitivamente reflejó aquello. ¿Había realmente tomado las noticias de manera tan amena? «Qué alivio.» Connor relajó su postura un poco en respuesta a las primeras palabras de Anwen. «Sí que la tengo.» Una reacción realmente racional de parte de la chiquitita.
“De todos modos vengo a verla a ella, no a ti.” Rápidamente toda la tranquilidad se le fue al carajo. «Ay, mierda.» La sonrisita le había mentido. ¡LA SONRISITA ERA MENTIRA! «¿Quién las entiende?» Sacudió la cabeza, pasmado por lo que había sucedido, y esperó a que Anwen hubiese salido de su pieza para liberar un suspiro pesado. “¿Qué acaba de pasar?” Murmuró, sentándose en su cama, repasando todo lo que había sucedido. “¿La he cagado yo?” Imposible saber. Completa y totalmente imposible para el hombre adolescente entender el razonamiento de una niña. Sus razones habían sido perfectas, innegables. ¿Cuál era el problema? Le había rechazado con cariño, no le había ridiculizado ni nada que podría haberle hecho sentir mal.
«¿Qué hice, entonces?» Un misterio aún no resuelto por la humanidad. Su mente no tardó demasiado en distraerse, dejando el asunto de Anwen de lado. De seguro lo superaría pronto, en especial con ayuda de Lanie. No había de qué preocuparse… ¿Cierto? «Nah.» Connor mordió el parche de su dedo pulgar ausentemente, dándole una vuelta más al asunto. «Supongo que veremos.»
No sacaba nada con seguir repasándolo en su cabeza, por lo que sacó de un cajón las cuerdas de repuesto que tenía para su bajo y comenzó el proceso de reemplazar la que se había roto. No se demoró demasiado, era el mismo concepto que con la guitarra, y con esa sí que tenía práctica. En cinco minutos tenía la cuerda instalada y afinada. Connor conectó el bajo al pequeño amplificador que tenía al lado de su cama, apoyando el instrumento sobre su muslo derecho mientras apoyaba la partitura de una canción simple en una silla al frente de él.
Lo bueno del bajo era que, para la mayoría de las canciones, eran los mismos cuatro compases una y otra vez. Connor sabía tocar guitarra, por lo que el bajo no era tan extremadamente difícil de aprender. “Vamos otra vez…” Era una canción que le gustaba bastante, y la línea de bajo definitivamente era suficientemente simple como para su nivel de principiante.
El chico no había dejado el volúmen tan extremadamente fuerte, pero cada nota definitivamente resonaba en las paredes de toda la casa a pesar de aquello. Ese era uno de los mayores problemas del bajo. Los vidrios de la ventana de su pieza retumbaban contra el marco, y podía sentir las vibraciones del amplificador dentro de su pecho. Quizás por eso le gustaba tanto. Se dejó llevar, tocando la línea de bajo mientras rellenaba todo el resto de la canción con su cabeza, la sabía de memoria. Estaba demasiado concentrado como para cantar la letra, pero esa también sonaba en su cabeza, acompañando el bajo.
No sabía cuánto rato había pasado, entre arreglar la cuerda, lograr sacar los cuatro compases y luego repetirlos una y otra y otra vez hasta que podía ejecutarlos a la perfección. Luego de eso había dejado que la canción sonara en su cabeza mientras sus dedos tocaban la línea de bajo. Estaba tan concentrado que definitivamente no escuchó cuando su madre llamó a toda la familia a comer, desde la cocina en el primer piso.
“CONNOOOOOOOOOR” La cabeza de Lanie apareció por la puerta de su pieza quebrando todo su concentración con el chillido infernal de hermana menor. “¡¿Estás sordoooooooo? ¡TE LLEVO LLAMANDO UN BUEN RATO!” Connor soltó el bajo, llevándose ambas manos a los oídos y cerrando un ojo en una expresión de dolor exagerada. “¡Deja de retumbar la casa con esa canción fea y baja a comer antes de que mamá tenga que subir a buscarte!” El peliblanco se puso de pie de un solo salto, dejando el bajo sobre su cama. “NOOOOO, TODO MENOS ESOOOO.” Exclamó, corriendo fuera de su pieza y empujando a Lanie hacia un lado para llegar a las escaleras primero.
“¡No fui yo ma, es Lanie la que no quiere bajar!” Gritó mientras corría hacia abajo, escapando de su hermana. “Serás pedazo de…” Masculló su hermana entre dientes, intentando hacerle un tacle al chico para llegar primero. “¡Me quiere matar este engendro! ¡Mírenla!” Se afirmó de la baranda de las escaleras para no caer al piso, arrastrando a la mata de pelo que se había encaramado entre su torso y piernas para ralentizar el paso.
En algunos segundos había logrado deshacerse de Lanie y había bajado al comedor. Probablemente Lanie había vuelto a su pieza a buscar a Anwen, que normalmente no participaba en juegos bruscos como aquel. “Mmmmm, huele muy bieeeen~” Connor sirvió un plato enorme de ensalada junto con el pollo y arroz que había cocinado su madre y se sentó a la mesa con sus padres, esperando a las chicas para comenzar a comer.
«¿Estará bien?» Connor mordió el interior de su mejilla, un tanto preocupado. ¿Qué sería lo normal para Anwen, considerando lo mucho que la conocía? No tenía idea, cualquier reacción en ese momento era igual de posible. El peliblanco dio un paso hacia atrás al notar que la niña parecía estar recogiendo sus cosas para largarse. Tenía sentido, en realidad él no había dado mucha cabida como para una conversación. Su posición era inamovible, y le dio espacio suficiente como para no estar en su camino cuando se dirigiera a la puerta.
La sonrisa le tomó un poco por sorpresa, y su expresión definitivamente reflejó aquello. ¿Había realmente tomado las noticias de manera tan amena? «Qué alivio.» Connor relajó su postura un poco en respuesta a las primeras palabras de Anwen. «Sí que la tengo.» Una reacción realmente racional de parte de la chiquitita.
“De todos modos vengo a verla a ella, no a ti.” Rápidamente toda la tranquilidad se le fue al carajo. «Ay, mierda.» La sonrisita le había mentido. ¡LA SONRISITA ERA MENTIRA! «¿Quién las entiende?» Sacudió la cabeza, pasmado por lo que había sucedido, y esperó a que Anwen hubiese salido de su pieza para liberar un suspiro pesado. “¿Qué acaba de pasar?” Murmuró, sentándose en su cama, repasando todo lo que había sucedido. “¿La he cagado yo?” Imposible saber. Completa y totalmente imposible para el hombre adolescente entender el razonamiento de una niña. Sus razones habían sido perfectas, innegables. ¿Cuál era el problema? Le había rechazado con cariño, no le había ridiculizado ni nada que podría haberle hecho sentir mal.
«¿Qué hice, entonces?» Un misterio aún no resuelto por la humanidad. Su mente no tardó demasiado en distraerse, dejando el asunto de Anwen de lado. De seguro lo superaría pronto, en especial con ayuda de Lanie. No había de qué preocuparse… ¿Cierto? «Nah.» Connor mordió el parche de su dedo pulgar ausentemente, dándole una vuelta más al asunto. «Supongo que veremos.»
No sacaba nada con seguir repasándolo en su cabeza, por lo que sacó de un cajón las cuerdas de repuesto que tenía para su bajo y comenzó el proceso de reemplazar la que se había roto. No se demoró demasiado, era el mismo concepto que con la guitarra, y con esa sí que tenía práctica. En cinco minutos tenía la cuerda instalada y afinada. Connor conectó el bajo al pequeño amplificador que tenía al lado de su cama, apoyando el instrumento sobre su muslo derecho mientras apoyaba la partitura de una canción simple en una silla al frente de él.
Lo bueno del bajo era que, para la mayoría de las canciones, eran los mismos cuatro compases una y otra vez. Connor sabía tocar guitarra, por lo que el bajo no era tan extremadamente difícil de aprender. “Vamos otra vez…” Era una canción que le gustaba bastante, y la línea de bajo definitivamente era suficientemente simple como para su nivel de principiante.
El chico no había dejado el volúmen tan extremadamente fuerte, pero cada nota definitivamente resonaba en las paredes de toda la casa a pesar de aquello. Ese era uno de los mayores problemas del bajo. Los vidrios de la ventana de su pieza retumbaban contra el marco, y podía sentir las vibraciones del amplificador dentro de su pecho. Quizás por eso le gustaba tanto. Se dejó llevar, tocando la línea de bajo mientras rellenaba todo el resto de la canción con su cabeza, la sabía de memoria. Estaba demasiado concentrado como para cantar la letra, pero esa también sonaba en su cabeza, acompañando el bajo.
No sabía cuánto rato había pasado, entre arreglar la cuerda, lograr sacar los cuatro compases y luego repetirlos una y otra y otra vez hasta que podía ejecutarlos a la perfección. Luego de eso había dejado que la canción sonara en su cabeza mientras sus dedos tocaban la línea de bajo. Estaba tan concentrado que definitivamente no escuchó cuando su madre llamó a toda la familia a comer, desde la cocina en el primer piso.
“CONNOOOOOOOOOR” La cabeza de Lanie apareció por la puerta de su pieza quebrando todo su concentración con el chillido infernal de hermana menor. “¡¿Estás sordoooooooo? ¡TE LLEVO LLAMANDO UN BUEN RATO!” Connor soltó el bajo, llevándose ambas manos a los oídos y cerrando un ojo en una expresión de dolor exagerada. “¡Deja de retumbar la casa con esa canción fea y baja a comer antes de que mamá tenga que subir a buscarte!” El peliblanco se puso de pie de un solo salto, dejando el bajo sobre su cama. “NOOOOO, TODO MENOS ESOOOO.” Exclamó, corriendo fuera de su pieza y empujando a Lanie hacia un lado para llegar a las escaleras primero.
“¡No fui yo ma, es Lanie la que no quiere bajar!” Gritó mientras corría hacia abajo, escapando de su hermana. “Serás pedazo de…” Masculló su hermana entre dientes, intentando hacerle un tacle al chico para llegar primero. “¡Me quiere matar este engendro! ¡Mírenla!” Se afirmó de la baranda de las escaleras para no caer al piso, arrastrando a la mata de pelo que se había encaramado entre su torso y piernas para ralentizar el paso.
En algunos segundos había logrado deshacerse de Lanie y había bajado al comedor. Probablemente Lanie había vuelto a su pieza a buscar a Anwen, que normalmente no participaba en juegos bruscos como aquel. “Mmmmm, huele muy bieeeen~” Connor sirvió un plato enorme de ensalada junto con el pollo y arroz que había cocinado su madre y se sentó a la mesa con sus padres, esperando a las chicas para comenzar a comer.
- Canción que Toca:
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Lun Ene 20, 2020 12:55 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Se había quedado en la pieza de Lanie todo ese tiempo, más bien en silencio. Aunque comenzó a soltar gruñidos cuando escuchó que Connor comenzaba a tocar, definitivamente no sabía lo que era tener el volumen bajo. O quizá ella andaba demasiado irritada por el rechazo, ya que normalmente amaría escucharlo tocar algún instrumento. Agarró una almohada de la cama de su amiga y se la puso sobre la cabeza mientras pataleaba y soltaba más gruñidos y un par de maldiciones, algo extraño en ella, pues no tendía a hacer esas cosas.
Agradeció que Lanie no hiciera demasiadas preguntas, porque realmente no quería ni mencionar aquello. Era una vergüenza para ella, haber sido rechazada así... De todas formas se sentía un poco culpable, por lo que no pudo evitar comenzar a mirarse. ¿Era porque era plana? Anwen era muy flaquita, pero para sus trece años, igualmente se estaba desarrollando. Sacudió la cabeza mientras giraba en la cama, si no era eso, ¿entonces qué era? Gruñó y comenzó a cantar canciones en su cabeza para poder dejar de pensar en estupideces.
Un buen rato después, escuchó a la madre de Lanie llamar para comer. Al rato salió para avisar a Connor aparentemente, Anwen se quedó allí unos momentos, poniéndose sus botines nuevamente, además arregló su mochila, guardando sus pertenencias, no quería quedarse allí, quería volver a casa luego. De esa forma, si lo sentía necesario podía gritar, o incluso romper un par de platos. A sus padres no les importaría mientras ella dejase todo limpio. Probablemente no notarían la diferencia si quiera.
Escuchar su voz le hacía sentir el pecho pesado, pero ella suspiró y levantó la cabeza, como siempre. "Huh, como si fuese a permitir que algo como eso me dañe" murmuró en su mente, con calma, cuando Lanie apareció nuevamente en la pieza para ir a buscarla. Anwen asintió y bajó, con su mochila en mano, la cual dejó en el perchero para tomarla rápidamente cuando se fuese.
Amaba la comida que cocinaba la madre de Connor y Alayne, podría comer todos los días simple arroz, pero si lo cocinaba ella lo amaría de todos modos. Suspiró, sintiendo el estómago pesado, a lo que frunció las cejas molesta. Se sirvió un plato pequeño, no es como que comiese demasiado, pero eso era pequeño hasta para ella. Y una vez sentada en la mesa, esperó a que todos estuviesen listos para comer. Nunca se había sentido tan incómoda en aquella casa, y ahora, tener a Connor sentado frente a ella le parecía una tortura que no tenía intenciones de aguantar.
-Muchas gracias por la comida...
Comió lentamente, y el resto del tiempo jugueteó con la comida, manteniéndose en las nubes, si le hablaron, estaba completamente distraída. Si se viese desde fuera, ni ella misma toleraría la falta de respeto que estaba haciendo hacia la familia de su amiga, pero en aquel momento no podía dejar de pensar, ni podía mirar al frente.
Agradeció que Lanie no hiciera demasiadas preguntas, porque realmente no quería ni mencionar aquello. Era una vergüenza para ella, haber sido rechazada así... De todas formas se sentía un poco culpable, por lo que no pudo evitar comenzar a mirarse. ¿Era porque era plana? Anwen era muy flaquita, pero para sus trece años, igualmente se estaba desarrollando. Sacudió la cabeza mientras giraba en la cama, si no era eso, ¿entonces qué era? Gruñó y comenzó a cantar canciones en su cabeza para poder dejar de pensar en estupideces.
Un buen rato después, escuchó a la madre de Lanie llamar para comer. Al rato salió para avisar a Connor aparentemente, Anwen se quedó allí unos momentos, poniéndose sus botines nuevamente, además arregló su mochila, guardando sus pertenencias, no quería quedarse allí, quería volver a casa luego. De esa forma, si lo sentía necesario podía gritar, o incluso romper un par de platos. A sus padres no les importaría mientras ella dejase todo limpio. Probablemente no notarían la diferencia si quiera.
Escuchar su voz le hacía sentir el pecho pesado, pero ella suspiró y levantó la cabeza, como siempre. "Huh, como si fuese a permitir que algo como eso me dañe" murmuró en su mente, con calma, cuando Lanie apareció nuevamente en la pieza para ir a buscarla. Anwen asintió y bajó, con su mochila en mano, la cual dejó en el perchero para tomarla rápidamente cuando se fuese.
Amaba la comida que cocinaba la madre de Connor y Alayne, podría comer todos los días simple arroz, pero si lo cocinaba ella lo amaría de todos modos. Suspiró, sintiendo el estómago pesado, a lo que frunció las cejas molesta. Se sirvió un plato pequeño, no es como que comiese demasiado, pero eso era pequeño hasta para ella. Y una vez sentada en la mesa, esperó a que todos estuviesen listos para comer. Nunca se había sentido tan incómoda en aquella casa, y ahora, tener a Connor sentado frente a ella le parecía una tortura que no tenía intenciones de aguantar.
-Muchas gracias por la comida...
Comió lentamente, y el resto del tiempo jugueteó con la comida, manteniéndose en las nubes, si le hablaron, estaba completamente distraída. Si se viese desde fuera, ni ella misma toleraría la falta de respeto que estaba haciendo hacia la familia de su amiga, pero en aquel momento no podía dejar de pensar, ni podía mirar al frente.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Miér Mar 03, 2021 12:41 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Connor ya casi se había olvidado, al menos temporalmente, de lo que había sucedido en su pieza. De seguro no era tan serio ¿Cierto? Oh, no sabía lo equivocado que estaba. El chico esperó hasta que vio a Lanie, y luego observó a Anwen aparecer por las escaleras. «Uf, si las miradas pudiesen matar.»
Intento no mirarla demasiado, cuando estuvieron todos sentados comenzó a comer. “¿Cómo va el trabajo, pa?” Rompió el pequeño silencio con una pregunta que no involucraba a Anwen, que parecía estar completamente desconectada. No quería ponerle más presión a la pobre chica que claramente estaba afectada. Le dio un codazo por debajo de la mesa a Lanie cuando nadie estaba mirando, junto con una mirada rápida a Anwen. «Ayúdame enana.»
Si mamá Buckley se daba cuenta de que Anwen parecía rara o triste, como lo había hecho tantas veces antes, se le hubiese acercado después de la cena para asegurarse de que estaba bien. Habían prácticamente adoptado a aquella niña que había sido tan descuidada por sus padres. Los padres de Connor eran como los padres de Anwen en todo menos nombre. Le enseñaban modales, horarios de salida y llegada cuando se quedaba en su casa, llamaban la atención cuando maldecía, le preguntaban por sus notas, cómo había ido su día en el colegio.
Anwen era como su segunda, idiota, apestosa e irritante hermana menor, la quería como una. «Joder, niña, qué manera de complicarnos la existencia con un par de palabras.» No pudo evitar sentir compasión por ella. Probablemente estaba confundida, avergonzada, de seguro no quería estar ahí sentada en la mesa con él. ¿Y si, al rechazarle, le había quitado a Anwen la familia que tanto necesitaba? En realidad no le había quedado ninguna otra opción. Era necesario. Doloroso, pero necesario.
Continuó la conversación familiar, apoyado de Lanie, desviando absolutamente toda la atención lejos de Anwen. De seguro ella ni se había enterado del esfuerzo que estaba haciendo por salvarle el pellejo, pero quizás eso era para mejor. Si la chica necesitaba odiarle por un rato, Connor podía lidiar con eso.
La cena pasó rápido, por lo menos para él, que se había concentrado en acaparar toda la atención de sus padres. Una vez que había visto que todos habían terminado de cenar, Connor comenzó a levantar los platos y llevarlos al lavamanos, intentando pasar lo más desapercibido de Anwen posible. ¿Debería decir algo? ¿Preguntarle si estaba bien? No, probablemente sólo empeoraría las cosas. ¿Estaba bien si simplemente no decía nada? Connor restregó sus ojos, exasperado con la situación. Sentía como si, no importaba lo que hiciera, la estaba cagando, y eso era exactamente lo que quería evitar.
Intento no mirarla demasiado, cuando estuvieron todos sentados comenzó a comer. “¿Cómo va el trabajo, pa?” Rompió el pequeño silencio con una pregunta que no involucraba a Anwen, que parecía estar completamente desconectada. No quería ponerle más presión a la pobre chica que claramente estaba afectada. Le dio un codazo por debajo de la mesa a Lanie cuando nadie estaba mirando, junto con una mirada rápida a Anwen. «Ayúdame enana.»
Si mamá Buckley se daba cuenta de que Anwen parecía rara o triste, como lo había hecho tantas veces antes, se le hubiese acercado después de la cena para asegurarse de que estaba bien. Habían prácticamente adoptado a aquella niña que había sido tan descuidada por sus padres. Los padres de Connor eran como los padres de Anwen en todo menos nombre. Le enseñaban modales, horarios de salida y llegada cuando se quedaba en su casa, llamaban la atención cuando maldecía, le preguntaban por sus notas, cómo había ido su día en el colegio.
Anwen era como su segunda, idiota, apestosa e irritante hermana menor, la quería como una. «Joder, niña, qué manera de complicarnos la existencia con un par de palabras.» No pudo evitar sentir compasión por ella. Probablemente estaba confundida, avergonzada, de seguro no quería estar ahí sentada en la mesa con él. ¿Y si, al rechazarle, le había quitado a Anwen la familia que tanto necesitaba? En realidad no le había quedado ninguna otra opción. Era necesario. Doloroso, pero necesario.
Continuó la conversación familiar, apoyado de Lanie, desviando absolutamente toda la atención lejos de Anwen. De seguro ella ni se había enterado del esfuerzo que estaba haciendo por salvarle el pellejo, pero quizás eso era para mejor. Si la chica necesitaba odiarle por un rato, Connor podía lidiar con eso.
La cena pasó rápido, por lo menos para él, que se había concentrado en acaparar toda la atención de sus padres. Una vez que había visto que todos habían terminado de cenar, Connor comenzó a levantar los platos y llevarlos al lavamanos, intentando pasar lo más desapercibido de Anwen posible. ¿Debería decir algo? ¿Preguntarle si estaba bien? No, probablemente sólo empeoraría las cosas. ¿Estaba bien si simplemente no decía nada? Connor restregó sus ojos, exasperado con la situación. Sentía como si, no importaba lo que hiciera, la estaba cagando, y eso era exactamente lo que quería evitar.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Dom Mar 07, 2021 3:36 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Estaba sentada en la mesa, silenciosamente, mientras comía lentamente sin hacer maña con nada de lo que había en el plato. Sólo alzó la voz para pedir uno que otro condimento, y cosas por el estilo. Su cabeza daba vueltas otro tema, y no escuchaba nada de lo que estaban hablando, sólo pensaba y pensaba y formaba pucheros en sus labios cuando alguno de sus pensamientos le molestaba.
Nadie en la mesa le dijo nada, comieron tranquilamente como cualquier otro día. Y Anwen sabía exactamente que pasaría después de eso. Cuando la comida terminó ayudó a recoger y limpiar todo lo que pudo, miró la hora, y apenas unos minutos después la señora Buckley se acercó a ella.
-Tus padres no están, ¿cierto? ¿Te quedas hoy, cariño?
Preguntó amablemente, como hacía prácticamente cada vez, cada día, porque los padres de la chica nunca estaban en casa. Lanie la miró de reojo, sabía que iba a pasar, pero intentó persuadirla con la mirada. Anwen no lo pensó demasiado, le sonrió a la Sra. Buckley antes de responder.
-Muchísimas gracias, es muy amable, pero por hoy tengo que volver -movió su cabello hacia atrás -. La casa está hecha un desastre, y tengo que estudiar, preferiría estar sola para poder concentrarme.
Mentiras, mentiras y más mentiras. Si bien, tenía una prueba, no necesitaba estudiar, se sabía la materia como la palma de su mano. Quería llegar a su casa y volverse una bolita en su cama, ¿por qué estaría desordenada la casa si ella nunca estaba? Además cualquier cosa que usara la limpiaba inmediatamente. A lo mucho tenía que descolgar la ropa que llevaba allí desde el día anterior en la tarde. Pero no tenía ánimos, y de todas formas no importaba si quedaba colgada un día más. Así que era eso, quedarse llorando es su cama hasta que se durmiera, y no necesitaba que nadie supiese de eso.
De todas formas, al día siguiente todo habría pasado y seguiría con su vida. No quería ver a Connor en varios días como mínimo, haría lo imposible por evitarlo. Lanie debería aguantarse el estar en su casa más seguido después de todo ese desastre. "Ay, es que eres muy pequeña. Si venga, dime eso en tres años más" gruñó en su mente, mientras pasaba al lado del chico y lo miraba de reojo rápidamente, preparándose para subir las escaleras e ir a buscar sus cosas.
Odiaba la idea de irse sola caminando, y de estar sola en una casa vacía, sin siquiera una mascota, pero era lo que había si quería algo de paz mental.
Ordenó todas sus cosas y las metió en su mochila lo más rápido que pudo, para luego bajar las escaleras a saltones desganados. Quería correr de allí, y a la vez tirarse al piso, pero jamás dejaría que vieran eso. Fue lentamente despidiéndose de todos, mientras se ingeniaba el cómo se despediría del peliblanco.
Nadie en la mesa le dijo nada, comieron tranquilamente como cualquier otro día. Y Anwen sabía exactamente que pasaría después de eso. Cuando la comida terminó ayudó a recoger y limpiar todo lo que pudo, miró la hora, y apenas unos minutos después la señora Buckley se acercó a ella.
-Tus padres no están, ¿cierto? ¿Te quedas hoy, cariño?
Preguntó amablemente, como hacía prácticamente cada vez, cada día, porque los padres de la chica nunca estaban en casa. Lanie la miró de reojo, sabía que iba a pasar, pero intentó persuadirla con la mirada. Anwen no lo pensó demasiado, le sonrió a la Sra. Buckley antes de responder.
-Muchísimas gracias, es muy amable, pero por hoy tengo que volver -movió su cabello hacia atrás -. La casa está hecha un desastre, y tengo que estudiar, preferiría estar sola para poder concentrarme.
Mentiras, mentiras y más mentiras. Si bien, tenía una prueba, no necesitaba estudiar, se sabía la materia como la palma de su mano. Quería llegar a su casa y volverse una bolita en su cama, ¿por qué estaría desordenada la casa si ella nunca estaba? Además cualquier cosa que usara la limpiaba inmediatamente. A lo mucho tenía que descolgar la ropa que llevaba allí desde el día anterior en la tarde. Pero no tenía ánimos, y de todas formas no importaba si quedaba colgada un día más. Así que era eso, quedarse llorando es su cama hasta que se durmiera, y no necesitaba que nadie supiese de eso.
De todas formas, al día siguiente todo habría pasado y seguiría con su vida. No quería ver a Connor en varios días como mínimo, haría lo imposible por evitarlo. Lanie debería aguantarse el estar en su casa más seguido después de todo ese desastre. "Ay, es que eres muy pequeña. Si venga, dime eso en tres años más" gruñó en su mente, mientras pasaba al lado del chico y lo miraba de reojo rápidamente, preparándose para subir las escaleras e ir a buscar sus cosas.
Odiaba la idea de irse sola caminando, y de estar sola en una casa vacía, sin siquiera una mascota, pero era lo que había si quería algo de paz mental.
Ordenó todas sus cosas y las metió en su mochila lo más rápido que pudo, para luego bajar las escaleras a saltones desganados. Quería correr de allí, y a la vez tirarse al piso, pero jamás dejaría que vieran eso. Fue lentamente despidiéndose de todos, mientras se ingeniaba el cómo se despediría del peliblanco.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Lun Mar 08, 2021 7:46 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Connor escuchó a su madre repetir la misma pregunta que casi todos los días de la semana. Sabía que los padres de Anwen no estaban, y de un momento a otro se dio cuenta que probablemente la chica no querría quedarse. «Mierda.» Fregó los platos con saña, descargando un poco de frustración en las manchas de comida. No era estúpido, era una niña pequeña y no le gustaba estar en su casa sola.
¿La casa estaba hecha un desastre? Por favor, Connor no había escuchado burradas peores desde que Lanie había sido pequeña. “Suerte que Lanie no te ha enseñado a mentir todavía enana.” Refunfuñó entre dientes, sus palabras ahogadas bajo el sonido del agua y el traqueteo de los platos que no estaba tratando con demasiada delicadeza. Anwen estaba siendo terca, de seguro sólo quería irse por la conversación que habían tenido.
Pero ¿Qué otra cosa podría haber dicho? Nada. Había dicho lo necesario, y ella se lo había tomado de pésima manera. Y ahora iba a irse a una casa vacía, sola, en la noche. Connor frunció el ceño. No. Aquello no le sonaba para nada bien. Sonaba a que la iba a pasar pésimo, pero el chico no tenía idea de cómo arreglar aquello.
Sintió la mirada pronunciada de su padre, haciéndole hoyos en su nuca hasta que se volteó del lavamanos, secando sus manos en sus pantalones. Anwen había subido al segundo piso. “Mejor mira a Lanie, es su amiga. ¿Qué voy a hacer yo?” Claramente a ningún Buckley le agradaba la idea, Anwen era parte de la familia. Lanie se encogió de hombros, actuando como si estuviese perdida en las nubes. “No me sirves para nada.” Volvió a refunfuñar, empujando la cara de su hermana hacia atrás.
“¿Qué bicho le picó?” Preguntó su padre en voz baja. Era quizás la primera vez que Anwen no se quedaba en aquella casa cuando sus padres no estaban. Lanie volvió a encogerse de hombros, estratégicamente silenciosa. Connor no pudo evitar sacudir su cabeza sin esconder el desprecio que sentía por los Von Ferrec. ¿Quién les había mandado a tener una hija si no se iban a dignar a criarla siquiera? Quería patear algo, así con ganas, pero se contuvo, haciendo en vez un puño y apretándolo con fuerza.
¿De veras se iba a ir, así sin más, en medio de la noche? Observó, perplejo, como la morena volvió al primer piso con todas sus cosas y comenzaba a despedirse de todo el mundo. ¿Qué podía hacer? Su madre volvió a preguntarle si estaba segura de que no quería quedarse, que no había problema, que por eso mismo la cama de Lanie tenía un colchón debajo, pero no logró disuadirle.
De seguro si mamá Buckley no había logrado convencerla, no había nada que él podía hacer. Pero imaginarla caminando sola, y luego en aquella enorme casa no sentaba bien con él en absoluto. Era demasiado orgullosa como para no despedirse, y cuando se giró hacia él dijo lo primero que se le vino a la cabeza.
“Pues si no te quieres quedar entonces te acompaño hasta tu casa, ya está oscuro y no puedes ir sola.” «Ay, verga.» De seguro habían mejores maneras de decir las cosas. Su tono había salido molesto, más con la situación que con ella, pero no había cómo discernir una de la otra. Hizo una mueca que podría haber sido cualquier cosa y sintió la mirada de reproche de sus padres ante lo bruto que había sido.
Ya la había cagado, no tenía más que hacer que cagarla de fondo y quizás saldría al otro lado. Se encaminó hasta la puerta, agarrando una chaqueta del perchero en una actitud mucho más brusca que de costumbre. No estaba enojado con ella, pero había tenido suficiente hormona de niña adolescente por un día y tan solo quería dejarla a salvo en su casa y echarse a dormir. “Anda, vamos.”
¿La casa estaba hecha un desastre? Por favor, Connor no había escuchado burradas peores desde que Lanie había sido pequeña. “Suerte que Lanie no te ha enseñado a mentir todavía enana.” Refunfuñó entre dientes, sus palabras ahogadas bajo el sonido del agua y el traqueteo de los platos que no estaba tratando con demasiada delicadeza. Anwen estaba siendo terca, de seguro sólo quería irse por la conversación que habían tenido.
Pero ¿Qué otra cosa podría haber dicho? Nada. Había dicho lo necesario, y ella se lo había tomado de pésima manera. Y ahora iba a irse a una casa vacía, sola, en la noche. Connor frunció el ceño. No. Aquello no le sonaba para nada bien. Sonaba a que la iba a pasar pésimo, pero el chico no tenía idea de cómo arreglar aquello.
Sintió la mirada pronunciada de su padre, haciéndole hoyos en su nuca hasta que se volteó del lavamanos, secando sus manos en sus pantalones. Anwen había subido al segundo piso. “Mejor mira a Lanie, es su amiga. ¿Qué voy a hacer yo?” Claramente a ningún Buckley le agradaba la idea, Anwen era parte de la familia. Lanie se encogió de hombros, actuando como si estuviese perdida en las nubes. “No me sirves para nada.” Volvió a refunfuñar, empujando la cara de su hermana hacia atrás.
“¿Qué bicho le picó?” Preguntó su padre en voz baja. Era quizás la primera vez que Anwen no se quedaba en aquella casa cuando sus padres no estaban. Lanie volvió a encogerse de hombros, estratégicamente silenciosa. Connor no pudo evitar sacudir su cabeza sin esconder el desprecio que sentía por los Von Ferrec. ¿Quién les había mandado a tener una hija si no se iban a dignar a criarla siquiera? Quería patear algo, así con ganas, pero se contuvo, haciendo en vez un puño y apretándolo con fuerza.
¿De veras se iba a ir, así sin más, en medio de la noche? Observó, perplejo, como la morena volvió al primer piso con todas sus cosas y comenzaba a despedirse de todo el mundo. ¿Qué podía hacer? Su madre volvió a preguntarle si estaba segura de que no quería quedarse, que no había problema, que por eso mismo la cama de Lanie tenía un colchón debajo, pero no logró disuadirle.
De seguro si mamá Buckley no había logrado convencerla, no había nada que él podía hacer. Pero imaginarla caminando sola, y luego en aquella enorme casa no sentaba bien con él en absoluto. Era demasiado orgullosa como para no despedirse, y cuando se giró hacia él dijo lo primero que se le vino a la cabeza.
“Pues si no te quieres quedar entonces te acompaño hasta tu casa, ya está oscuro y no puedes ir sola.” «Ay, verga.» De seguro habían mejores maneras de decir las cosas. Su tono había salido molesto, más con la situación que con ella, pero no había cómo discernir una de la otra. Hizo una mueca que podría haber sido cualquier cosa y sintió la mirada de reproche de sus padres ante lo bruto que había sido.
Ya la había cagado, no tenía más que hacer que cagarla de fondo y quizás saldría al otro lado. Se encaminó hasta la puerta, agarrando una chaqueta del perchero en una actitud mucho más brusca que de costumbre. No estaba enojado con ella, pero había tenido suficiente hormona de niña adolescente por un día y tan solo quería dejarla a salvo en su casa y echarse a dormir. “Anda, vamos.”
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Lun Mar 08, 2021 4:02 pm
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Mantuvo una mirada incómoda hacia Connor durante unos segundos, para luego dirigirse hacia la entrada.
-Adiós Connor -dijó, sonriendo, para no levantar sospechas con el resto de la familia, aunque Alayne sabia claramente lo que estaba pasando.
Pero aquella despedida fue completamente interrumpida con el ofrecimiento de Connor, ¿por qué? Varias ideas pasaron por su cabeza, pero no dejaba de ser incómodo. Obviamente la loca idea de que se había arrepentido pasó entremedio, pero sabía que no, su cuerpo se apretó, sintiéndose pequeña, le molestaba mucho la idea de tener que caminar con él.
-No es necesario, mi casa queda aquí al lado, no es como que tenga que tomar transporte o algo.
Hablo entre risas, tratando de ser amable, además de que el tono de él era totalmente agresivo, no querpia más de esto, quería irse a su casa, largarse de allí la antes posible, pero el peliblanco sólo estaba complicando las cosas cada vez más. "Anda vamos" repitió en su cabeza con tono burlón, ¿de verdad no la iba a dejar irse sola? Que molesto. Se echó su pelo hacia atrás para luego amarrarlo en una cola alta como había hecho anteriormente, cuando le pidió ayuda para estudiar.
Quería llegar, darse un ducha, prepararse un chocolate caliente y llorar en su cama. Ni siquiera iría a clases mañana, ni de broma. No tenía ganas, y por suerte no había nadie que pudiese enviarle si ella no quería, "Gracias mamá, gracias papá. Al menos en este momento no podría estar más agradecida de que no estén en casa"
-De verdad puedo ir sola.
Gruñó entre sus palabras, ya sin más ánimos de fingir una sonrisa o lo que fuese, pero tampoco podría persuadirlo. Por lo menos sólo eran unos minutos hasta su casa y luego podría cerrarle la puerta en la cara si se le antojaba. No esperó más, y con una última despedida general salió por la puerta. La mochila colgaba de uno de sus hombros, las medias negras ya no bastaban para cubrir el frío allí fuera. Probablemente su casa estaría igual de fría, no había duda. Acomodó la camisa negra de nuevo bien dentro de sus shorts de tiro alto y comenzó a caminar.
Habían pocas luces, la zona donde vivían era tranquila, si bien quedaba al lado del colegio y pasaban autos por fuera, parecían estar metidos completamente en el campo de lo tranquilo que era todo allí dentro. Las estrellas se veían con claridad, y la chica sólo quería arrastrar sus pies. Bajó la mirada, sin ningún ánimo de hablar ni mucho menos, y caminó tranquilamente hasta aquella casa vacía.
-Adiós Connor -dijó, sonriendo, para no levantar sospechas con el resto de la familia, aunque Alayne sabia claramente lo que estaba pasando.
Pero aquella despedida fue completamente interrumpida con el ofrecimiento de Connor, ¿por qué? Varias ideas pasaron por su cabeza, pero no dejaba de ser incómodo. Obviamente la loca idea de que se había arrepentido pasó entremedio, pero sabía que no, su cuerpo se apretó, sintiéndose pequeña, le molestaba mucho la idea de tener que caminar con él.
-No es necesario, mi casa queda aquí al lado, no es como que tenga que tomar transporte o algo.
Hablo entre risas, tratando de ser amable, además de que el tono de él era totalmente agresivo, no querpia más de esto, quería irse a su casa, largarse de allí la antes posible, pero el peliblanco sólo estaba complicando las cosas cada vez más. "Anda vamos" repitió en su cabeza con tono burlón, ¿de verdad no la iba a dejar irse sola? Que molesto. Se echó su pelo hacia atrás para luego amarrarlo en una cola alta como había hecho anteriormente, cuando le pidió ayuda para estudiar.
Quería llegar, darse un ducha, prepararse un chocolate caliente y llorar en su cama. Ni siquiera iría a clases mañana, ni de broma. No tenía ganas, y por suerte no había nadie que pudiese enviarle si ella no quería, "Gracias mamá, gracias papá. Al menos en este momento no podría estar más agradecida de que no estén en casa"
-De verdad puedo ir sola.
Gruñó entre sus palabras, ya sin más ánimos de fingir una sonrisa o lo que fuese, pero tampoco podría persuadirlo. Por lo menos sólo eran unos minutos hasta su casa y luego podría cerrarle la puerta en la cara si se le antojaba. No esperó más, y con una última despedida general salió por la puerta. La mochila colgaba de uno de sus hombros, las medias negras ya no bastaban para cubrir el frío allí fuera. Probablemente su casa estaría igual de fría, no había duda. Acomodó la camisa negra de nuevo bien dentro de sus shorts de tiro alto y comenzó a caminar.
Habían pocas luces, la zona donde vivían era tranquila, si bien quedaba al lado del colegio y pasaban autos por fuera, parecían estar metidos completamente en el campo de lo tranquilo que era todo allí dentro. Las estrellas se veían con claridad, y la chica sólo quería arrastrar sus pies. Bajó la mirada, sin ningún ánimo de hablar ni mucho menos, y caminó tranquilamente hasta aquella casa vacía.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Mar Mar 09, 2021 4:38 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
¿Cómo explicar que le valía interminables cantidades de verga lo que tenía que decir Anwen al respecto de si le acompañaba o no? Se encogió de hombros, ignorando absolutamente todos los reproches con el ceño fruncido. Ya estaba cansado de aquella situación, de la tensión que sentía, del nudo en su estómago. Cansado de sentir que la había cagado sólo por hacer lo correcto.
No quería pelear. No quería estar enojado. Pero cómo lograba hacerle rabiar, en especial en ese momento. Anwen no le había dejado otra que hacer lo que había hecho. “Vuelvo al rato.” Avisó a su familia, cogiendo su celular y sus llaves. Cerró la puerta detrás de la chica un poco más fuerte de lo que quería, dando un ligero portazo. «Mierda.»
Ignoró el retumbar de la puerta y caminó detrás de la chica, notando lo desabrigada que estaba. Connor suspiró. En cualquier otra ocasión no se lo hubiera pensado dos veces y simplemente le hubiese pasado su chaqueta, pero en ese momento ya no estaba seguro de cómo reaccionaría. Bah. No se iba a complicar la cabeza pensando demasiado.
“Hace frío.” Su tono era neutro, quizás un poco más tosco que de costumbre. Apuró el paso para quedar al lado de Anwen caminando y se sacó la chaqueta que había tomado, poniéndola alrededor de sus hombros. Luego puso ambas manos en los bolsillos de su pantalón y pateó una piedra a la mierda con otro suspiro.
El silencio pesaba y el eco de sus pasos sólo lo marcaba más aún, cada uno haciendo que una vena en su frente se comenzara a formar más y más. “An-” Comenzó antes de parar en seco. La morena estaba siendo completa y totalmente ridícula. Aquella situación era ridícula. ¿Una niña de trece años quedándose sola en una casa enorme sólo para evitar compartir techo con él? Hizo un ruido de exasperación, pasmado.
“¿Cuántos días vas a quedarte SOLA en tu casa para evitarme? Si quieres me quedo en casa de un amigo, pero no me gusta que te quedes sola, y a mis papás y a Lanie tampoco.” Pateó otra piedra, esta vez había rebotado contra una reja y hecho bastante ruido. Connor había casi escupido la pregunta, con absolutamente ningún tacto. Se llevó una mano al puente de su nariz y volvió a suspirar. ¿Por qué estaba siendo tan imbécil? “Perdona.” Murmuró, girando la cabeza para mirarle en serio por primera vez desde que Anwen se le había declarado.
No quería pelear. No quería estar enojado. Pero cómo lograba hacerle rabiar, en especial en ese momento. Anwen no le había dejado otra que hacer lo que había hecho. “Vuelvo al rato.” Avisó a su familia, cogiendo su celular y sus llaves. Cerró la puerta detrás de la chica un poco más fuerte de lo que quería, dando un ligero portazo. «Mierda.»
Ignoró el retumbar de la puerta y caminó detrás de la chica, notando lo desabrigada que estaba. Connor suspiró. En cualquier otra ocasión no se lo hubiera pensado dos veces y simplemente le hubiese pasado su chaqueta, pero en ese momento ya no estaba seguro de cómo reaccionaría. Bah. No se iba a complicar la cabeza pensando demasiado.
“Hace frío.” Su tono era neutro, quizás un poco más tosco que de costumbre. Apuró el paso para quedar al lado de Anwen caminando y se sacó la chaqueta que había tomado, poniéndola alrededor de sus hombros. Luego puso ambas manos en los bolsillos de su pantalón y pateó una piedra a la mierda con otro suspiro.
El silencio pesaba y el eco de sus pasos sólo lo marcaba más aún, cada uno haciendo que una vena en su frente se comenzara a formar más y más. “An-” Comenzó antes de parar en seco. La morena estaba siendo completa y totalmente ridícula. Aquella situación era ridícula. ¿Una niña de trece años quedándose sola en una casa enorme sólo para evitar compartir techo con él? Hizo un ruido de exasperación, pasmado.
“¿Cuántos días vas a quedarte SOLA en tu casa para evitarme? Si quieres me quedo en casa de un amigo, pero no me gusta que te quedes sola, y a mis papás y a Lanie tampoco.” Pateó otra piedra, esta vez había rebotado contra una reja y hecho bastante ruido. Connor había casi escupido la pregunta, con absolutamente ningún tacto. Se llevó una mano al puente de su nariz y volvió a suspirar. ¿Por qué estaba siendo tan imbécil? “Perdona.” Murmuró, girando la cabeza para mirarle en serio por primera vez desde que Anwen se le había declarado.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Jue Mar 11, 2021 1:41 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Pegó un pequeño saltito con el portazo que Connor se había mandado, demasiado inmersa en sus pensamientos, para luego soltar un bufido molesta. Quería irse sola, ¿Qué tanto le costaba entender eso? No era como que fuese muy lejos, era sólo para ser una molestia, no había otra razón.
Lo ignoró por completo cada vez que habló, mientras seguía caminando, prácticamente arrastrando los pies, pateando cada piedra que se le cruzaba, con sus brazos abrazando su propia cintura para compensar el frío, y sin nunca, bajo ninguna razón levantar la cabeza para mirar al peliblanco. Incluso cuando le puso su chaqueta, sólo sacudió la cabeza.
-Estoy bien -su tono era completamente neutral, quitó la chaqueta de sus hombros y se la devolvió, aún sin mirarlo -. No hace frío.
Sólo quería llegar a casa lo antes posible olvidar que aquello había pasado. "Déjame tranquila Connor" gruñó en su cabeza, un poco arrepentida de jamás haber pensado que la posibilidad de ser rechazada existía. ¿Cómo carajos aquello no se pasó por su cabeza? "Aguanta un poco más, ya llegarás a casa, esta tortura ya va a terminar" sus dientes apretados, no quería hablar, no quería escucharlo ni mirarlo.
Se paró en seco cuando le escuchó, ¿Por qué estaba tan molesto? No tenía ningún maldito derecho a estar molesto. Se dio media vuelta para quedar mirándolo, su expresión mostraba claramente el enojo que sentía, pero no dejaría que se mostrara el dolor detrás de ello, no hasta que llegase a su casa al menos.
-Deja de joder, Connor -gruñó al principio, mientras daba un paso hacia él y con su dedo índice empujaba ligeramente su pecho -. No tienes derecho a decirme nada, si me quiero quedar sola me quedo sola. Adoro a tu familia, pero quiero estar SOLA. Mis padres creen hace años que soy capaz de cuidarme a mi misma, y tienen razón, realmente puedo. Así que al menos por ahora lo haré y dejaré de depender de ustedes.
Volvió a darse la vuelta y pateó una piedra con fuerza mientras soltaba un grito molesta. ¿Por qué carajos tenía que hacer todo tan complicado? Podría haberse quedado callado el resto del camino, y ya, suficiente, pero tenía que andar jodiendo, de todas formas ¿qué le importaba a él lo que ella hiciera? Anwen ya no aguantaba la situación, siguió caminando.
-Lárgate a casa, de todas formas a la vuelta de la esquina está la mía.
"imperdonable" rugió en su cabeza, demasiado molesta como para ya importarle si venía, se devolvía, o lo que fuese. Quería llegar a casa, y paso a paso veía como esta se asomaba. No le interesaba lo que hiciera, que se fuera a la casa de un amigo, ella no iba a a ir a la casa de los Buckley en mucho tiempo, Lanie lo sabía, no sólo se trataba de él, si no de todo lo que lo rodeaba y le haría recordarlo. Sintió un nudo en el estómago, quería irse de una vez.
Lo ignoró por completo cada vez que habló, mientras seguía caminando, prácticamente arrastrando los pies, pateando cada piedra que se le cruzaba, con sus brazos abrazando su propia cintura para compensar el frío, y sin nunca, bajo ninguna razón levantar la cabeza para mirar al peliblanco. Incluso cuando le puso su chaqueta, sólo sacudió la cabeza.
-Estoy bien -su tono era completamente neutral, quitó la chaqueta de sus hombros y se la devolvió, aún sin mirarlo -. No hace frío.
Sólo quería llegar a casa lo antes posible olvidar que aquello había pasado. "Déjame tranquila Connor" gruñó en su cabeza, un poco arrepentida de jamás haber pensado que la posibilidad de ser rechazada existía. ¿Cómo carajos aquello no se pasó por su cabeza? "Aguanta un poco más, ya llegarás a casa, esta tortura ya va a terminar" sus dientes apretados, no quería hablar, no quería escucharlo ni mirarlo.
Se paró en seco cuando le escuchó, ¿Por qué estaba tan molesto? No tenía ningún maldito derecho a estar molesto. Se dio media vuelta para quedar mirándolo, su expresión mostraba claramente el enojo que sentía, pero no dejaría que se mostrara el dolor detrás de ello, no hasta que llegase a su casa al menos.
-Deja de joder, Connor -gruñó al principio, mientras daba un paso hacia él y con su dedo índice empujaba ligeramente su pecho -. No tienes derecho a decirme nada, si me quiero quedar sola me quedo sola. Adoro a tu familia, pero quiero estar SOLA. Mis padres creen hace años que soy capaz de cuidarme a mi misma, y tienen razón, realmente puedo. Así que al menos por ahora lo haré y dejaré de depender de ustedes.
Volvió a darse la vuelta y pateó una piedra con fuerza mientras soltaba un grito molesta. ¿Por qué carajos tenía que hacer todo tan complicado? Podría haberse quedado callado el resto del camino, y ya, suficiente, pero tenía que andar jodiendo, de todas formas ¿qué le importaba a él lo que ella hiciera? Anwen ya no aguantaba la situación, siguió caminando.
-Lárgate a casa, de todas formas a la vuelta de la esquina está la mía.
"imperdonable" rugió en su cabeza, demasiado molesta como para ya importarle si venía, se devolvía, o lo que fuese. Quería llegar a casa, y paso a paso veía como esta se asomaba. No le interesaba lo que hiciera, que se fuera a la casa de un amigo, ella no iba a a ir a la casa de los Buckley en mucho tiempo, Lanie lo sabía, no sólo se trataba de él, si no de todo lo que lo rodeaba y le haría recordarlo. Sintió un nudo en el estómago, quería irse de una vez.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Jue Mar 11, 2021 10:09 pm
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Connor quería gritar de exasperación. «¡TAN TERCA!» Recibió la chaqueta de vuelta y la colgó sobre su hombro, tenía suficiente calor con la frustración que despedía de sus poros. «Ponte la puta chaqueta, luego te resfrías y la culpa va a ser mía. »Quiso decir, pero esta vez logró contenerse, apretando un puño y pateando una de las piedras que Anwen había maltratado primero.
Ella también estaba molesta, eso era obvio, en especial cuando se detuvo y dio vuelta. «Ay, joder, ahora sí que terminé de cagarla bien rico.» Refunfuñó en su cabeza, recibiendo los gritos que merecía sin responder aquella rabia con la suya. No tenía sentido seguir peleando por una situación completamente imposible como aquella.
Sintió arrepentimiento de haber hablado como lo hizo ante las palabras de Anwen. No le gustaba que el resultado había sido que ella “dejaría de depender” de su familia. Ella era parte de ellos para ese punto, Lanie también dependía de la morena.
“Lo siento. Tienes razón.” Murmuró, pasando sus manos por su cara bruscamente, restregando la furia fuera de sus facciones. «No la cagues más.» Anwen había apurado el paso y en realidad no quería perseguirla. Sólo la tomó del brazo cuidadosamente, tan solo para detenerla por un momento, su mano ligera sobre la chica.
“Por favor, cualquier cosa llama a Lanie, o a alguien.” Imploró antes de dejarla dar zancadas hasta su casa. Lo último que quería era que, además, sintiera que no tenía nadie a quien acudir. Connor no se devolvió inmediatamente, siguiendo a la chica de lejos hasta asegurarse de que había entrado a su casa sana y salva.
Connor pateó otra piedra, ya sin necesidad de tener que esconder su frustración. Aquella caminata le había dejado peor de alguna manera. Como si con cada palabra había metido la pata más y más hasta lo más profundo de un mierdero que se había formado entre él y Anwen cuando ella había dicho aquellas palabras que no podían volver a guardarse.
Tenía demasiadas cosas acumuladas y de seguro no iba a poder dormir antes de botar algo de la energía que había aparecido de pronto. El peliblanco decidió dar vueltas, caminando alrededor del vecindario dejando que el frío del invierno enfriara su cuerpo y sus ánimos.
Ella también estaba molesta, eso era obvio, en especial cuando se detuvo y dio vuelta. «Ay, joder, ahora sí que terminé de cagarla bien rico.» Refunfuñó en su cabeza, recibiendo los gritos que merecía sin responder aquella rabia con la suya. No tenía sentido seguir peleando por una situación completamente imposible como aquella.
Sintió arrepentimiento de haber hablado como lo hizo ante las palabras de Anwen. No le gustaba que el resultado había sido que ella “dejaría de depender” de su familia. Ella era parte de ellos para ese punto, Lanie también dependía de la morena.
“Lo siento. Tienes razón.” Murmuró, pasando sus manos por su cara bruscamente, restregando la furia fuera de sus facciones. «No la cagues más.» Anwen había apurado el paso y en realidad no quería perseguirla. Sólo la tomó del brazo cuidadosamente, tan solo para detenerla por un momento, su mano ligera sobre la chica.
“Por favor, cualquier cosa llama a Lanie, o a alguien.” Imploró antes de dejarla dar zancadas hasta su casa. Lo último que quería era que, además, sintiera que no tenía nadie a quien acudir. Connor no se devolvió inmediatamente, siguiendo a la chica de lejos hasta asegurarse de que había entrado a su casa sana y salva.
Connor pateó otra piedra, ya sin necesidad de tener que esconder su frustración. Aquella caminata le había dejado peor de alguna manera. Como si con cada palabra había metido la pata más y más hasta lo más profundo de un mierdero que se había formado entre él y Anwen cuando ella había dicho aquellas palabras que no podían volver a guardarse.
Tenía demasiadas cosas acumuladas y de seguro no iba a poder dormir antes de botar algo de la energía que había aparecido de pronto. El peliblanco decidió dar vueltas, caminando alrededor del vecindario dejando que el frío del invierno enfriara su cuerpo y sus ánimos.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Vie Mar 12, 2021 2:25 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Todo siguió tranquilamente, luego de vomitar aquellas palabras gruñonamente, patear piedras y soltar un poco de su enojo, Connor sólo se disculpó. Iba a gruñirle nuevamente cuando tomó su brazo, pero al escucharlo hablar sólo asintió, con un destello de culpa en sus ojos, pero Anwen jamás diría eso.
Luego de eso continúo avanzando rápidamente, quería llegar y eso era lo único que pasaba por su cabeza, no se volteo a mirar ni una sola vez, si la seguía, se iba o lo que fuese ya daba igual. Sacó las llaves de su casa tan rápido como pudo y entró. El jardín consistía principalmente en piedras, unos cuantos arbustos por aquí, otro por allá, flores, todo organizado milimétricamente. Como que lo odiaba y le gustaba a la vez, un camino de piedra caliza llegaba a la puerta de vidrio de su casa, esta última rodeada por agua, tan sólo treinta centímetros de profundidad para decorar los ventanales que estaban perfectamente pulcros.
Entró, prendió la luz que iluminó el salón, los sillones frente a la fogata, el librero lleno de libros que había leído ya varias veces, la isla que daba hacia la cocina, al final de los ventanales se veía la terraza y la piscina. La pieza de sus padres estaba detrás de la cocina, al lado izquierdo de la casa, la pieza de Anwen en el segundo piso, a la derecha, casi al lado de la entrada. Subió arrastrando los pies, dejándose caer lentamente en el vacío que se había formado.
¿Por qué? No entendía, y la excusa que Connor le dio no le hacía ningún sentido, los papás de Anwen tenían como 8 años de diferencia, y no parecía ser algo horrible ni extraño, sin embargo sentía que Connor le había tratado como un monstruo. No lo entendía y aquello le molestaba aún más, se miró una y otra vez, gruñendo. Hasta que llegó a su pieza, se lanzó a la cama dejando caer la mochila antes, tomó bruscamente la almohada entre sus brazos y gritó. Como un gruñido, lleno de rabia, de dolor, y de cosas que no entendía, lloraba con frustración, con enojo, no con pena.
Pasó así varias horas, sin poder dormir, ni siquiera se había levantado de la cama, agradecía que se le había ocurrido volver a casa antes de todo lo que pasó y haberse dado una ducha, pues ahora no tenía ganas de nada. Por lo menos comió donde los Buckley, así que no estaba tan mal.
Finalmente logró levantar su cara de la húmeda almohada, fue al baño para lavarse, y finalmente se puso pijama. Se estaba muriendo de frío, la casa estaba heladísima, tanto como en el exterior, y haberse quedado echada arriba de la cama sin siquiera ponerse una chaqueta no le estaba ayudando en lo absoluto. Prendió el calienta cama antes de meterse en esta y se fue a preparar un chocolate caliente, con canela y malvaviscos como tanto le gustaban, y agarrar un libro, que si bien no leería esa noche, lo leería mañana mientras se quedaba encerrada en casa.
Se tomó lentamente el chocolate caliente mientras miraba por la ventana, abrigada con un chaquetón pues el único pijama que le quedaba era de verano y consistía en una polera cortita y un short. Desde el ventanal de su pieza veía varias de las casas de alrededor, le hacía no sentirse tan sola. Odiaba estar sola, le daba muchísimo miedo, una casa vacía, nadie con quien contar, las ideas locas de que si pasaba algo nadie se daría cuenta en días. Odiaba sentirse sola.
Miró el florero que estaba en su escritorio, flores de varios colores estaban en él, las había cambiado hace poco. Y se veían hermosas, de alguna manera le hizo sentir peor de lo que ya estaba.
Suspiró, y dejó la taza en su escritorio, para luego hacerse bolita en su calentita cama, abrazando una almohada. Le fue muy difícil dormirse, pero finalmente lo logró.
Y allí fue cuando la pesadilla empezó. Anwen abrió los ojos de golpe, al escuchar un ruido extraño en el primer piso. Se quedó en completo silencio "Papá y mamá no vuelven hasta en una semana más y siempre se alargan. Algo no está bien" aunque su mente trataba de procesar todo correctamente, su cuerpo temblaba de manera violenta. Se armó de valor y se asomó al ventanal, y fue cuando los vio, varias personas vestidas completamente de negro, de pies a cabeza, ningún rostro reconocible, todos cubiertos intentando abrir la puerta de la casa. No tenían perros que avisaran, no había nadie, no habían alarmas, absolutamente nada. Llevó su mano a su boca para callar un grito, y prosiguió a morderse una uña mientras el pánico provocaba que sus ojos se llenasen de lágrimas.
Anwen en ese momento no tenía celular, no tenía interés en tener uno tampoco, así que sólo quedaba el teléfono fijo que estaba en la pieza de sus padres. Era un riesgo enorme, quedaría más expuesta, pero tenía que llamar a alguien, no podía quedarse y esperar a que sucediese algo. Bajó las escaleras lo más silenciosa y rápidamente que pudo, ellos al menos aún no lograban entrar, y cruzó rápidamente. La casa estaba completamente oscura y los ventanales estaban hechos para que no se viese hacía adentro, sobre todo sin luz.
Agarró el teléfono sin dudar y marcó el número de sus padres, no contestaron, no había tiempo para tratar de nuevo, y llamó a Connor, a Lanie le quitaban el celular por las noches, y esos números eran los únicos que conocían. Marcó, esperó apenas unos segundos, ni siquiera sabía si el peliblanco había contestado los ruidos de la puerta se volvían más bruscos y Anwen sabía que no quedaba tiempo, su voz temblaba casi tanto como su cuerpo y las lágrimas caían ferozmente.
-Connor por favor llama a la policía, rápido -chilló, evitando gritar para no llamar más sospechas. Anwen no se sabía ningún número de emergencia. Antes de volver a hablar, escuchó el claro "click" de la puerta y el chirrido que emitía al abrirse lentamente -. Mierda.
Soltó un gritito pequeño, y dejó caer el teléfono quién sabe donde, para luego ir corriendo a esconderse al closet de sus papás. Un closet enorme, una mala idea. Se encerró en la puerta más grande y alta que pudo, pues en las más pequeñas siempre estaban las cosas de valor y sería lo primero que revisarían. Abrazó sus piernas y se hizo lo más pequeña posible, cubierta de tantas ropas como pudo, tratando de parecer un simple montón desordenado de ropa dentro del closet. Entre el pánico se disoció, mientras tarareaba una canción su su cabeza, dejó de escuchar y sentir, disminuyó su respiración y se sintió invisible, como si no estuviese allí.
Pero eso no fue suficiente, esconderse entre capas y capas de ropa no fue suficiente, eran tres y se repartieron por la casa, rápidamente la encontraron. Cuando la última prenda fue levantada para revelar a la niña, Anwen sólo pudo levantar la vista en desesperación, lágrimas caían bruscamente mientras miraba al hombre frente a ella. Probablemente no esperaban encontrar a nadie, pero estaba ella ahí, mirando hacia arriba sintiendo que se le iba el aire de los pulmones y que todo se venía abajo.
Luego de eso continúo avanzando rápidamente, quería llegar y eso era lo único que pasaba por su cabeza, no se volteo a mirar ni una sola vez, si la seguía, se iba o lo que fuese ya daba igual. Sacó las llaves de su casa tan rápido como pudo y entró. El jardín consistía principalmente en piedras, unos cuantos arbustos por aquí, otro por allá, flores, todo organizado milimétricamente. Como que lo odiaba y le gustaba a la vez, un camino de piedra caliza llegaba a la puerta de vidrio de su casa, esta última rodeada por agua, tan sólo treinta centímetros de profundidad para decorar los ventanales que estaban perfectamente pulcros.
Entró, prendió la luz que iluminó el salón, los sillones frente a la fogata, el librero lleno de libros que había leído ya varias veces, la isla que daba hacia la cocina, al final de los ventanales se veía la terraza y la piscina. La pieza de sus padres estaba detrás de la cocina, al lado izquierdo de la casa, la pieza de Anwen en el segundo piso, a la derecha, casi al lado de la entrada. Subió arrastrando los pies, dejándose caer lentamente en el vacío que se había formado.
¿Por qué? No entendía, y la excusa que Connor le dio no le hacía ningún sentido, los papás de Anwen tenían como 8 años de diferencia, y no parecía ser algo horrible ni extraño, sin embargo sentía que Connor le había tratado como un monstruo. No lo entendía y aquello le molestaba aún más, se miró una y otra vez, gruñendo. Hasta que llegó a su pieza, se lanzó a la cama dejando caer la mochila antes, tomó bruscamente la almohada entre sus brazos y gritó. Como un gruñido, lleno de rabia, de dolor, y de cosas que no entendía, lloraba con frustración, con enojo, no con pena.
Pasó así varias horas, sin poder dormir, ni siquiera se había levantado de la cama, agradecía que se le había ocurrido volver a casa antes de todo lo que pasó y haberse dado una ducha, pues ahora no tenía ganas de nada. Por lo menos comió donde los Buckley, así que no estaba tan mal.
Finalmente logró levantar su cara de la húmeda almohada, fue al baño para lavarse, y finalmente se puso pijama. Se estaba muriendo de frío, la casa estaba heladísima, tanto como en el exterior, y haberse quedado echada arriba de la cama sin siquiera ponerse una chaqueta no le estaba ayudando en lo absoluto. Prendió el calienta cama antes de meterse en esta y se fue a preparar un chocolate caliente, con canela y malvaviscos como tanto le gustaban, y agarrar un libro, que si bien no leería esa noche, lo leería mañana mientras se quedaba encerrada en casa.
Se tomó lentamente el chocolate caliente mientras miraba por la ventana, abrigada con un chaquetón pues el único pijama que le quedaba era de verano y consistía en una polera cortita y un short. Desde el ventanal de su pieza veía varias de las casas de alrededor, le hacía no sentirse tan sola. Odiaba estar sola, le daba muchísimo miedo, una casa vacía, nadie con quien contar, las ideas locas de que si pasaba algo nadie se daría cuenta en días. Odiaba sentirse sola.
Miró el florero que estaba en su escritorio, flores de varios colores estaban en él, las había cambiado hace poco. Y se veían hermosas, de alguna manera le hizo sentir peor de lo que ya estaba.
Suspiró, y dejó la taza en su escritorio, para luego hacerse bolita en su calentita cama, abrazando una almohada. Le fue muy difícil dormirse, pero finalmente lo logró.
Y allí fue cuando la pesadilla empezó. Anwen abrió los ojos de golpe, al escuchar un ruido extraño en el primer piso. Se quedó en completo silencio "Papá y mamá no vuelven hasta en una semana más y siempre se alargan. Algo no está bien" aunque su mente trataba de procesar todo correctamente, su cuerpo temblaba de manera violenta. Se armó de valor y se asomó al ventanal, y fue cuando los vio, varias personas vestidas completamente de negro, de pies a cabeza, ningún rostro reconocible, todos cubiertos intentando abrir la puerta de la casa. No tenían perros que avisaran, no había nadie, no habían alarmas, absolutamente nada. Llevó su mano a su boca para callar un grito, y prosiguió a morderse una uña mientras el pánico provocaba que sus ojos se llenasen de lágrimas.
Anwen en ese momento no tenía celular, no tenía interés en tener uno tampoco, así que sólo quedaba el teléfono fijo que estaba en la pieza de sus padres. Era un riesgo enorme, quedaría más expuesta, pero tenía que llamar a alguien, no podía quedarse y esperar a que sucediese algo. Bajó las escaleras lo más silenciosa y rápidamente que pudo, ellos al menos aún no lograban entrar, y cruzó rápidamente. La casa estaba completamente oscura y los ventanales estaban hechos para que no se viese hacía adentro, sobre todo sin luz.
Agarró el teléfono sin dudar y marcó el número de sus padres, no contestaron, no había tiempo para tratar de nuevo, y llamó a Connor, a Lanie le quitaban el celular por las noches, y esos números eran los únicos que conocían. Marcó, esperó apenas unos segundos, ni siquiera sabía si el peliblanco había contestado los ruidos de la puerta se volvían más bruscos y Anwen sabía que no quedaba tiempo, su voz temblaba casi tanto como su cuerpo y las lágrimas caían ferozmente.
-Connor por favor llama a la policía, rápido -chilló, evitando gritar para no llamar más sospechas. Anwen no se sabía ningún número de emergencia. Antes de volver a hablar, escuchó el claro "click" de la puerta y el chirrido que emitía al abrirse lentamente -. Mierda.
Soltó un gritito pequeño, y dejó caer el teléfono quién sabe donde, para luego ir corriendo a esconderse al closet de sus papás. Un closet enorme, una mala idea. Se encerró en la puerta más grande y alta que pudo, pues en las más pequeñas siempre estaban las cosas de valor y sería lo primero que revisarían. Abrazó sus piernas y se hizo lo más pequeña posible, cubierta de tantas ropas como pudo, tratando de parecer un simple montón desordenado de ropa dentro del closet. Entre el pánico se disoció, mientras tarareaba una canción su su cabeza, dejó de escuchar y sentir, disminuyó su respiración y se sintió invisible, como si no estuviese allí.
Pero eso no fue suficiente, esconderse entre capas y capas de ropa no fue suficiente, eran tres y se repartieron por la casa, rápidamente la encontraron. Cuando la última prenda fue levantada para revelar a la niña, Anwen sólo pudo levantar la vista en desesperación, lágrimas caían bruscamente mientras miraba al hombre frente a ella. Probablemente no esperaban encontrar a nadie, pero estaba ella ahí, mirando hacia arriba sintiendo que se le iba el aire de los pulmones y que todo se venía abajo.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Sáb Mar 13, 2021 1:46 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
¿Cuánto tiempo había caminado? Quizás un par de horas, hasta que ya no podía sentir su nariz del frío. Se sentía mejor, más calmado. Lo peor había pasado, de seguro Anwen poco a poco se recuperaría. Una noche sola no le hacía mal a nadie, ella había comido, lo único que tenía que hacer era irse a dormir, al día siguiente ya todo iba a estar bien, por lo menos mejor. ¿Cierto?
Connor volvió a su casa en silencio, pero toda la familia seguía despierta. “Hola.” Murmuró al notar las luces prendidas, sus padres sentados frente a la televisión. Se sentía bastante agotado, había sido demasiado drama adolescente por un día. Quería solo echarse en su cama a dormir.
“Lanie.” Se la cruzó en el pasillo. “Acompaña a la bruta de Anwen que de seguro no vuelve a casa pronto.” Una mirada de confusión. “Por como andabas de seguro empeoraste todo ¿Cierto?” Connor le dedicó una mirada feroz, desordenando el cabello de la menor y apuntando a su pierna. “Hasta el fondo, así con ganas.” Se quejó, restregando su cara con ambas manos. “Te toca a ti salvarme de mis cagadas.” Suspiró, Lanie se volvió a encoger de hombros y volvió a meterse a su pieza.
Connor se dejó caer en su cama con un suspiro, no tenía ganas ni de desvestirse. Simplemente descartó su chaqueta y polera a un lado y se giró hacia la pared con un bostezo. Ya mañana tenía tiempo para sentirse culpable. Cerró sus ojos y se dejó llevar.
-I’m at a payphone, trying to call home, all of my change I spent on you.-
“Mnngh” No quería despertar, seguro que no era su alarma, ese era su ringtone. ¿Quién le llamaba en medio de la noche? Sus amigos no solían llamarle por teléfono. Abrió los ojos, tanteando en su velador hasta que encontró su celular. Quedó completamente encandilado con la luz, por lo que simplemente contestó sin revisar el número.
“Connor por favor llama a la policía, rápido.” El chillido le despertó de inmediato, al escuchar la voz de Anwen en el teléfono no tuvo que esperar a que terminara de hablar, no le hubiese llamado si no era urgente. Iba bajando las escaleras mientras se ponía la polera que había tirado.
“Anwen, no me cortes.” Llegaría en menos de cinco minutos, más rápido de lo que la policía lo haría. “Mierda.” Sintió que se helaba por completo, algo que no tenía que ver con el frío de afuera. “¡Anwen!” No escuchaba nada más, y luego un grito. “¡ANWEN, MIERDA!” Corría, corría por la calle como un lunático.
Marcó el número de la policía, les gritó la dirección, que había una niña en peligro, y luego cortó el teléfono. Había cruzado la distancia entre su casa y la de Anwen como si hubiese sido experto en carreras. De los quince minutos que había demorado con ella, estaba frente a la casa en tres. En realidad no recordaba ni siquiera estar jadeando cuando llegó. “¡ANWEN!” Vociferó, saltando la reja de los Von Ferrec sin siquiera revisar si estaba abierta.
No veía nada que no fuese al frente, la visión de túnel haciéndole pensar más como cavernícola que humano. Miró a su alrededor y recogió algo que parecía suficientemente pesado como para hacerle daño a alguien. “¡ANWEN!” No sabía qué estaba pasando, pero la casa no estaba en llamas, era otro tipo de peligro, y ella había pedido a la policía.
No le importaba que hubiese dentro de esa casa, iba a entrar a como de lugar. Se acercó a la ventana más cercana y la rompió en mil pedazos con el objeto que había recogido, cruzando el marco antes de que siquiera todos los vidrios hubiesen caído al piso. No había sido sigiloso en absoluto, y los ladrones no habían contado con encontrar a nadie en la casa.
Mientras Connor entraba y gritaba por la casa como un lunático, sangrando de algunos cortes por los vidrios, escuchó sonidos en la puerta trasera. ¿Se habían ido? “¡ANWEN!” No podía encontrarla, nunca había estado en la casa de los Von Ferrec y no sabía ni por dónde empezar a buscar.
Entró a cada pieza con el objeto en mano, listo para arremeter con lo que encontrara de ser necesario, pero la casa parecía vacía. “No…” ¿Se la habían llevado? “¡QUE NO!” Pateó puertas, buscó bajo camas, entró a un clóset.
Un clóset enorme, y ahí, en una bolita paliducha, se encontraba Anwen. “Mierda.” Se veía tan pequeña, tan frágil. Se dejó caer al piso, revisándola, su cabeza, sus manos, su estómago, creyendo que estaba herida. La única sangre era la suya, en sus brazos y piernas donde se había apoyado en los vidrios. Exhaló pesadamente, un poco más calmado ahora que sabía que no se la habían llevado y no estaba muriendo.
La rodeó con sus brazos, parecía estar en shock, la levantó lo suficiente como para acunarla contra su pecho. Todo lo que había pasado no importaba, no existía en su cabeza en ese momento. Limpió las lágrimas de la chica, manchándole un poco con sangre sin querer. “Lo siento tanto pequeña.” Murmuró, meciéndose de un lado a otro, acariciando su cabello. “Lo siento tanto, estoy aquí.” Se sentía vacío, completamente culpable. “Ya no hay nadie más, sólo yo, no estás sola.” Repetía, esperando que respondiera, esperando algo, cualquier cosa. Sintió lágrimas caer de sus ojos, pero la apretaba con fuerza, intentando que volviera en sí.
Connor volvió a su casa en silencio, pero toda la familia seguía despierta. “Hola.” Murmuró al notar las luces prendidas, sus padres sentados frente a la televisión. Se sentía bastante agotado, había sido demasiado drama adolescente por un día. Quería solo echarse en su cama a dormir.
“Lanie.” Se la cruzó en el pasillo. “Acompaña a la bruta de Anwen que de seguro no vuelve a casa pronto.” Una mirada de confusión. “Por como andabas de seguro empeoraste todo ¿Cierto?” Connor le dedicó una mirada feroz, desordenando el cabello de la menor y apuntando a su pierna. “Hasta el fondo, así con ganas.” Se quejó, restregando su cara con ambas manos. “Te toca a ti salvarme de mis cagadas.” Suspiró, Lanie se volvió a encoger de hombros y volvió a meterse a su pieza.
Connor se dejó caer en su cama con un suspiro, no tenía ganas ni de desvestirse. Simplemente descartó su chaqueta y polera a un lado y se giró hacia la pared con un bostezo. Ya mañana tenía tiempo para sentirse culpable. Cerró sus ojos y se dejó llevar.
-I’m at a payphone, trying to call home, all of my change I spent on you.-
“Mnngh” No quería despertar, seguro que no era su alarma, ese era su ringtone. ¿Quién le llamaba en medio de la noche? Sus amigos no solían llamarle por teléfono. Abrió los ojos, tanteando en su velador hasta que encontró su celular. Quedó completamente encandilado con la luz, por lo que simplemente contestó sin revisar el número.
“Connor por favor llama a la policía, rápido.” El chillido le despertó de inmediato, al escuchar la voz de Anwen en el teléfono no tuvo que esperar a que terminara de hablar, no le hubiese llamado si no era urgente. Iba bajando las escaleras mientras se ponía la polera que había tirado.
“Anwen, no me cortes.” Llegaría en menos de cinco minutos, más rápido de lo que la policía lo haría. “Mierda.” Sintió que se helaba por completo, algo que no tenía que ver con el frío de afuera. “¡Anwen!” No escuchaba nada más, y luego un grito. “¡ANWEN, MIERDA!” Corría, corría por la calle como un lunático.
Marcó el número de la policía, les gritó la dirección, que había una niña en peligro, y luego cortó el teléfono. Había cruzado la distancia entre su casa y la de Anwen como si hubiese sido experto en carreras. De los quince minutos que había demorado con ella, estaba frente a la casa en tres. En realidad no recordaba ni siquiera estar jadeando cuando llegó. “¡ANWEN!” Vociferó, saltando la reja de los Von Ferrec sin siquiera revisar si estaba abierta.
No veía nada que no fuese al frente, la visión de túnel haciéndole pensar más como cavernícola que humano. Miró a su alrededor y recogió algo que parecía suficientemente pesado como para hacerle daño a alguien. “¡ANWEN!” No sabía qué estaba pasando, pero la casa no estaba en llamas, era otro tipo de peligro, y ella había pedido a la policía.
No le importaba que hubiese dentro de esa casa, iba a entrar a como de lugar. Se acercó a la ventana más cercana y la rompió en mil pedazos con el objeto que había recogido, cruzando el marco antes de que siquiera todos los vidrios hubiesen caído al piso. No había sido sigiloso en absoluto, y los ladrones no habían contado con encontrar a nadie en la casa.
Mientras Connor entraba y gritaba por la casa como un lunático, sangrando de algunos cortes por los vidrios, escuchó sonidos en la puerta trasera. ¿Se habían ido? “¡ANWEN!” No podía encontrarla, nunca había estado en la casa de los Von Ferrec y no sabía ni por dónde empezar a buscar.
Entró a cada pieza con el objeto en mano, listo para arremeter con lo que encontrara de ser necesario, pero la casa parecía vacía. “No…” ¿Se la habían llevado? “¡QUE NO!” Pateó puertas, buscó bajo camas, entró a un clóset.
Un clóset enorme, y ahí, en una bolita paliducha, se encontraba Anwen. “Mierda.” Se veía tan pequeña, tan frágil. Se dejó caer al piso, revisándola, su cabeza, sus manos, su estómago, creyendo que estaba herida. La única sangre era la suya, en sus brazos y piernas donde se había apoyado en los vidrios. Exhaló pesadamente, un poco más calmado ahora que sabía que no se la habían llevado y no estaba muriendo.
La rodeó con sus brazos, parecía estar en shock, la levantó lo suficiente como para acunarla contra su pecho. Todo lo que había pasado no importaba, no existía en su cabeza en ese momento. Limpió las lágrimas de la chica, manchándole un poco con sangre sin querer. “Lo siento tanto pequeña.” Murmuró, meciéndose de un lado a otro, acariciando su cabello. “Lo siento tanto, estoy aquí.” Se sentía vacío, completamente culpable. “Ya no hay nadie más, sólo yo, no estás sola.” Repetía, esperando que respondiera, esperando algo, cualquier cosa. Sintió lágrimas caer de sus ojos, pero la apretaba con fuerza, intentando que volviera en sí.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Sáb Mar 13, 2021 2:19 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Vio aquella mano extenderse hacia ella, el pánico se apoderó completamente, ¿Qué podía hacer? ¿Luchar, patear y morder, con aquellas piernas flacuchas y la fuerza de una niña de trece años que prefiere leer a salir? Tenía muchísimo miedo, más del que había sentido en toda su vida, estaba aterrada, no quería pensar que podía pasarle, no era una niña ingenua y sabía las mil formas en la que esto podía terminar, no era idiota.
Cerró los ojos con fuerza, escuchó el sonido de una ventana rompiéndose, y entró a negro. No sabía que había pasado, no tenía de nada. Sentía que había dejado de respirar, no escuchó ni sintió nada. Hasta que luego de unos minutos se sintió cálida, ¿estaría muerta, inconsciente? Descartó esa opción inmediatamente mientras inhalaba fuertemente y abría los ojos, sólo para soltar un grito que había ahogado todo el tiempo y terminó deshaciéndose en lágrimas.
Sintió el calor y el olor de Connor, ni siquiera levantó la mirada, sólo se aferró a él lo más fuerte que pudo, tratando de recobrar el aliento, sintiendo que su corazón iba a explotar en cualquier momento, iba tan rápido, dolía demasiado, sentía que sus pulmones no tenían aire, no podía dejar de llorar y aquello no le ayudaba, sentía que se ahogaba.
Si el peliblanco le había hablado, no lo había escuchado, todavía se encontraba en un interminable ataque de pánico, su cara hundida en la polera de Connor, sus manos apretando ésta en la espalda del chico, no veía nada, ni escuchaba nada, ni siquiera su propia cabeza.
No tenía idea de cuánto tiempo habría pasado así antes de calmarse. Se sentía muerta, sin energía, su corazón aún iba a mil por minuto y no se había despegado ni un pelo de él. Lo único que escuchó después de unos momentos fueron las sirenas de la policía, y los estruendosos pasos que entraban a su casa, provocando que se hiciera pequeña y temblara con brusquedad.
Escuchó las voces, pero no entendía nada, todo seguía tan confuso, aunque ahora ya no estaba en un ataque de pánico, parecía ida, metida en un escenario que no podía sacar de su cabeza. No tenía idea de qué hora era, no le importaba, quería desaparecer, olvidar, despertar. Porque tenía que ser una pesadilla, no podía estar pasando eso, por otra parte, pensaba que si estaba pasando y que estaba inconsciente, soñando que estaba en los brazos de Connor y la policía había llegado.
Quizá nunca la escuchó, quizá ni siquiera despertó. Estaba en un trance del cual sentía que no podía salir, ojos cerrados con fuerza, labios apretados, todo parecía una mentira.
Cerró los ojos con fuerza, escuchó el sonido de una ventana rompiéndose, y entró a negro. No sabía que había pasado, no tenía de nada. Sentía que había dejado de respirar, no escuchó ni sintió nada. Hasta que luego de unos minutos se sintió cálida, ¿estaría muerta, inconsciente? Descartó esa opción inmediatamente mientras inhalaba fuertemente y abría los ojos, sólo para soltar un grito que había ahogado todo el tiempo y terminó deshaciéndose en lágrimas.
Sintió el calor y el olor de Connor, ni siquiera levantó la mirada, sólo se aferró a él lo más fuerte que pudo, tratando de recobrar el aliento, sintiendo que su corazón iba a explotar en cualquier momento, iba tan rápido, dolía demasiado, sentía que sus pulmones no tenían aire, no podía dejar de llorar y aquello no le ayudaba, sentía que se ahogaba.
Si el peliblanco le había hablado, no lo había escuchado, todavía se encontraba en un interminable ataque de pánico, su cara hundida en la polera de Connor, sus manos apretando ésta en la espalda del chico, no veía nada, ni escuchaba nada, ni siquiera su propia cabeza.
No tenía idea de cuánto tiempo habría pasado así antes de calmarse. Se sentía muerta, sin energía, su corazón aún iba a mil por minuto y no se había despegado ni un pelo de él. Lo único que escuchó después de unos momentos fueron las sirenas de la policía, y los estruendosos pasos que entraban a su casa, provocando que se hiciera pequeña y temblara con brusquedad.
Escuchó las voces, pero no entendía nada, todo seguía tan confuso, aunque ahora ya no estaba en un ataque de pánico, parecía ida, metida en un escenario que no podía sacar de su cabeza. No tenía idea de qué hora era, no le importaba, quería desaparecer, olvidar, despertar. Porque tenía que ser una pesadilla, no podía estar pasando eso, por otra parte, pensaba que si estaba pasando y que estaba inconsciente, soñando que estaba en los brazos de Connor y la policía había llegado.
Quizá nunca la escuchó, quizá ni siquiera despertó. Estaba en un trance del cual sentía que no podía salir, ojos cerrados con fuerza, labios apretados, todo parecía una mentira.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Dom Mar 14, 2021 12:11 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Anwen había reaccionado lo suficiente como para aferrarse a su polera con fuerza. Respiraba demasiado rápido y le preocupaba que se estuviera hiperventilando. “Tranquila, no pasa nada.” La abrazó con fuerza, intentando con aquel apretón calmarle un poco. “Respira, tranquila, estoy aquí.” No sabía si sus palabras le estaban ayudando o no, en realidad lo hacía a beneficio de ambos, tranquilizándose a sí mismo también.
“Ya llegué, ya no están.” Le importaba un carajo dónde habían ido o si habían robado la casa completa. No los escuchaba, les había espantado con los gritos de maniático, era lo único que necesitaba saber. Anwen parecía estar ahogándose y Connor no sabía qué hacer para ayudarle. Más palabras que intentaban hacerle sentir mejor, despertarle, pero parecían no tener ningún efecto.
Finalmente dejó de sollozar, el chico suspiró, por lo menos ya no iba a hiperventilarse. No notaba los cortes que deberían haber dolido, las gotas de sangre que estaba dejando en todas partes, las lágrimas de desesperación. Sentía culpa, muchísima culpa. Si no hubiese sido tan bruto, quizás Anwen hubiese accedido a quedarse en la casa Buckley. “Lo siento tanto.”
Se quedó apretando a la chica, no recordaba cuánto tiempo hasta que escuchó las sirenas. Sintió a Anwen reaccionar, había comenzado a temblar de nuevo. No iba a dejarle en aquella casa, y nadie se iba a acercar a ella esa noche, de eso sí estaba seguro.
Había muchísima ropa en todas partes pero ese no era el clóset de Anwen. No importaba, con el pijama que llevaba puesto de seguro se congelaría si la sacaba de la casa. Encontró pantalones, calcetines, un polerón y los envolvió en la chica. Manchaba todo con gotitas de sangre, arruinando ropas que no le pertenecían.
«Bien, ojalá haya encontrado las más caras. Ojalá se hayan robado todas sus putas joyas.» Sentía muchísima rabia, los padres de Anwen no estaban, seguro ni siquiera sabían lo que había pasado todavía. Connor tomó a la pequeña arropada entre sus brazos y se levantó del piso con ella, pegándole contra su pecho.
El jefe de policía ya había entrado a la casa de los Von Ferrec. El peliblanco no tenía ganas de lidiar con declaraciones policiales, le importaba poco lo que se habían llevado. Intercambió algunas palabras con el hombre, al parecer su hija y Anwen estaban en el mismo curso y al verle de esa manera y enterarse que sus padres no estaban en casa, le dejó llevarsela. Prometió dar su declaración la mañana siguiente.
¿Dónde llevarla? Hacía frío, no quería que se congelara pero tampoco llevarla a la casa Buckley y que todos estuviesen preocupados y haciendo preguntas que ella no quería responder. Había gritado, creía recordarlo, dentro de su casa cuando había contestado el teléfono. De seguro estaban despiertos.
De pronto se sintió extremadamente cansado. Salió de aquella horripilante casa, no siqueira revisó la ventana, no le importaba, ojalá hubiese sido cara antes de haberla roto en mil pedazos. “Vamos a casa pequeña.” Murmuró. Simplemente le diría al resto que la dejaran tranquila, que explicaría mañana, seguro le harían caso al ver el estado en que estaban ambos. No pesaba absolutamente nada, la ropa que le había puesto era muchísimo más pesado que el resto del cuerpo que llevaba como tallarín.
Sabía lo que era el shock, había aprendido acerca de él en sus cursos de primeros auxilios en scout. Sabía que tarde o temprano Anwen volvería en sí, pero aún así tenía miedo. ¿Qué le habían hecho en esos tres minutos que había tardado en llegar?
En el frío mientras caminaba, comenzó a sentir el dolor en sus músculos, los pequeños cortes. Mierda. ¿De verdad había cruzado una distancia de quince minutos caminando en solo tres? Sintió cada músculo arder, de seguro en un par de días le dolerían bastante. No le gustaba el silencio, así que comenzó a cantar una canción mientras caminaba, intentando calmar a Anwen, devolverle al mundo de los despiertos.
“Ya llegué, ya no están.” Le importaba un carajo dónde habían ido o si habían robado la casa completa. No los escuchaba, les había espantado con los gritos de maniático, era lo único que necesitaba saber. Anwen parecía estar ahogándose y Connor no sabía qué hacer para ayudarle. Más palabras que intentaban hacerle sentir mejor, despertarle, pero parecían no tener ningún efecto.
Finalmente dejó de sollozar, el chico suspiró, por lo menos ya no iba a hiperventilarse. No notaba los cortes que deberían haber dolido, las gotas de sangre que estaba dejando en todas partes, las lágrimas de desesperación. Sentía culpa, muchísima culpa. Si no hubiese sido tan bruto, quizás Anwen hubiese accedido a quedarse en la casa Buckley. “Lo siento tanto.”
Se quedó apretando a la chica, no recordaba cuánto tiempo hasta que escuchó las sirenas. Sintió a Anwen reaccionar, había comenzado a temblar de nuevo. No iba a dejarle en aquella casa, y nadie se iba a acercar a ella esa noche, de eso sí estaba seguro.
Había muchísima ropa en todas partes pero ese no era el clóset de Anwen. No importaba, con el pijama que llevaba puesto de seguro se congelaría si la sacaba de la casa. Encontró pantalones, calcetines, un polerón y los envolvió en la chica. Manchaba todo con gotitas de sangre, arruinando ropas que no le pertenecían.
«Bien, ojalá haya encontrado las más caras. Ojalá se hayan robado todas sus putas joyas.» Sentía muchísima rabia, los padres de Anwen no estaban, seguro ni siquiera sabían lo que había pasado todavía. Connor tomó a la pequeña arropada entre sus brazos y se levantó del piso con ella, pegándole contra su pecho.
El jefe de policía ya había entrado a la casa de los Von Ferrec. El peliblanco no tenía ganas de lidiar con declaraciones policiales, le importaba poco lo que se habían llevado. Intercambió algunas palabras con el hombre, al parecer su hija y Anwen estaban en el mismo curso y al verle de esa manera y enterarse que sus padres no estaban en casa, le dejó llevarsela. Prometió dar su declaración la mañana siguiente.
¿Dónde llevarla? Hacía frío, no quería que se congelara pero tampoco llevarla a la casa Buckley y que todos estuviesen preocupados y haciendo preguntas que ella no quería responder. Había gritado, creía recordarlo, dentro de su casa cuando había contestado el teléfono. De seguro estaban despiertos.
De pronto se sintió extremadamente cansado. Salió de aquella horripilante casa, no siqueira revisó la ventana, no le importaba, ojalá hubiese sido cara antes de haberla roto en mil pedazos. “Vamos a casa pequeña.” Murmuró. Simplemente le diría al resto que la dejaran tranquila, que explicaría mañana, seguro le harían caso al ver el estado en que estaban ambos. No pesaba absolutamente nada, la ropa que le había puesto era muchísimo más pesado que el resto del cuerpo que llevaba como tallarín.
Sabía lo que era el shock, había aprendido acerca de él en sus cursos de primeros auxilios en scout. Sabía que tarde o temprano Anwen volvería en sí, pero aún así tenía miedo. ¿Qué le habían hecho en esos tres minutos que había tardado en llegar?
En el frío mientras caminaba, comenzó a sentir el dolor en sus músculos, los pequeños cortes. Mierda. ¿De verdad había cruzado una distancia de quince minutos caminando en solo tres? Sintió cada músculo arder, de seguro en un par de días le dolerían bastante. No le gustaba el silencio, así que comenzó a cantar una canción mientras caminaba, intentando calmar a Anwen, devolverle al mundo de los despiertos.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Dom Mar 14, 2021 12:30 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
A duras penas y sintió que su cuerpo fue movido, no sentía frío, no sentía las cálidas gotas de sangre que en algún momento cayeron sobre su piel, nada. Solamente podía escuchar su cabeza y sentirse en un lugar completamente oscuro, lo cual sólo empeoraba todo.
Dentro de su pequeño mundo, el cuál todavía no procesaba lo que había sucedido, poco a poco entraba en calma, poco a poco juntaba el valor para abrir los ojos y ver la realidad, volver a sentir el olor de Connor y escuchar un "Vamos a casa pequeña", tembló un poco, mientras un escalofrío recorría toda su piel, no abrió los ojos, no soltó su polera, nada, escuchó su respiración, sus latidos, dejando que todo aquello la calmara.
No sabía cuánto tiempo habría pasado, hasta que lo escuchó cantar, un sonido tan reconfortante que alivio poco a poco los latidos de su corazón, bajando la velocidad, aunque aún tenía un nudo en su estómago. Lentamente abrió los ojos, vio las calles oscuras, las pocas luces que habían, detrás del hombro de Connor un gato se asomaba por una reja. Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, procesando todo, la seguridad y el miedo estaban revueltos en su cabeza.
-Connor... -su voz apagada, rota, llena de miedo -. ¡Connor!
Luego gritó, para terminar llorando desconsoladamente y aferrarse a su cuello como nunca habría hecho antes. No quería soltarlo bajo ninguna razón, no quería alejarse, no quería nada más que estar ahí, hasta que el miedo y el pánico terminaran. No tenía idea de que habría pasado, de como llegó allí, estaba tan metida en su propio miedo que no vio las heridas del chico, ni se dio cuenta de que estaba envuelta en ropas de sus padres.
Pataleó un poco para luego encaramarse como un koala hacia el chico y estar lo más aferrada y pegada posible, mientras hacía un intento ridículo de acallar sus llantos.
Sabía que iban a su casa, y no había nada que deseara más en aquel momento, a diferencia de hace unas horas atrás cuando no quería verlo ni en pintura. Cuánto deseaba retroceder el tiempo y haber cerrado la boca, se habría quedado allá y jamás tendría que haberse preocupado de todo lo que había pasado. Ni siquiera pensó en sus padres, en ese momento daba igual, se sentían como unos desconocidos.
Tampoco quería lidiar con los padres de Connor, ni con Alayne, porque harían tantas preguntas que en ese momento no podía responder, el nudo en su estómago sólo le permitía gritar y llorar, sintiendo que iba a explotar. Aunque a diferencia de antes, al menos hablaba, y por lo menos estaba botando todo lo que antes no había podido por miedo. Fue algo que no le desearía ni a su peor enemigo, estaba aterrada y fue horrible. Y si no fuese por Connor, quizá donde estaría. Muerta, en camino a un mercado negro o quién sabe que más.
Sintió el calor del hogar de los Buckley, y se encandiló por las luces prendidas, cerrando los ojos con fuerza y dejando de llorar dramáticamente para sólo dejar las lágrimas caer y silenciosamente recobrar el aliento como si tuviera hipo de tanto llorar. Trató de hacer el menor ruido posible, no quería que la miraran, no quería nada, sólo deseaba acurrucarse en el pecho de Connor y desaparecer.
Dentro de su pequeño mundo, el cuál todavía no procesaba lo que había sucedido, poco a poco entraba en calma, poco a poco juntaba el valor para abrir los ojos y ver la realidad, volver a sentir el olor de Connor y escuchar un "Vamos a casa pequeña", tembló un poco, mientras un escalofrío recorría toda su piel, no abrió los ojos, no soltó su polera, nada, escuchó su respiración, sus latidos, dejando que todo aquello la calmara.
No sabía cuánto tiempo habría pasado, hasta que lo escuchó cantar, un sonido tan reconfortante que alivio poco a poco los latidos de su corazón, bajando la velocidad, aunque aún tenía un nudo en su estómago. Lentamente abrió los ojos, vio las calles oscuras, las pocas luces que habían, detrás del hombro de Connor un gato se asomaba por una reja. Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, procesando todo, la seguridad y el miedo estaban revueltos en su cabeza.
-Connor... -su voz apagada, rota, llena de miedo -. ¡Connor!
Luego gritó, para terminar llorando desconsoladamente y aferrarse a su cuello como nunca habría hecho antes. No quería soltarlo bajo ninguna razón, no quería alejarse, no quería nada más que estar ahí, hasta que el miedo y el pánico terminaran. No tenía idea de que habría pasado, de como llegó allí, estaba tan metida en su propio miedo que no vio las heridas del chico, ni se dio cuenta de que estaba envuelta en ropas de sus padres.
Pataleó un poco para luego encaramarse como un koala hacia el chico y estar lo más aferrada y pegada posible, mientras hacía un intento ridículo de acallar sus llantos.
Sabía que iban a su casa, y no había nada que deseara más en aquel momento, a diferencia de hace unas horas atrás cuando no quería verlo ni en pintura. Cuánto deseaba retroceder el tiempo y haber cerrado la boca, se habría quedado allá y jamás tendría que haberse preocupado de todo lo que había pasado. Ni siquiera pensó en sus padres, en ese momento daba igual, se sentían como unos desconocidos.
Tampoco quería lidiar con los padres de Connor, ni con Alayne, porque harían tantas preguntas que en ese momento no podía responder, el nudo en su estómago sólo le permitía gritar y llorar, sintiendo que iba a explotar. Aunque a diferencia de antes, al menos hablaba, y por lo menos estaba botando todo lo que antes no había podido por miedo. Fue algo que no le desearía ni a su peor enemigo, estaba aterrada y fue horrible. Y si no fuese por Connor, quizá donde estaría. Muerta, en camino a un mercado negro o quién sabe que más.
Sintió el calor del hogar de los Buckley, y se encandiló por las luces prendidas, cerrando los ojos con fuerza y dejando de llorar dramáticamente para sólo dejar las lágrimas caer y silenciosamente recobrar el aliento como si tuviera hipo de tanto llorar. Trató de hacer el menor ruido posible, no quería que la miraran, no quería nada, sólo deseaba acurrucarse en el pecho de Connor y desaparecer.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Dom Mar 14, 2021 3:25 am
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Con lo apretada que tenía a Anwen contra su pecho, sintió cuando comenzó a calmarse, a moverse como si hubiese despertado. “Shh” Respondió cuando llamó su nombre, recibiéndola de vuelta al mundo de los despiertos con una pequeña palmadita en el hombro con la mano con la que le llevaba. No podía hacer mucho más sin soltarla, y aquello no era una opción.
“Tranq-” Iba a intentar un murmullo para calmarle otra vez, pero Anwen gritó sobre él. La apretó con más fuerza, esta vez sí sintió lágrimas en sus ojos, la frustración y rabia encarnada en líquidos de sal. ¿Qué mierda le habían hecho? “No pasa nada.” Su voz estaba tensa, a poco no había salido más que un sonidito ahogado, pero tenía que estar bien, no podía desmoronarse de desesperación frente a ella.
La sintió reacomodarse. Era tan liviana que no necesitó ni siquiera dejar de caminar y la tomó por las piernas, dejando que se encaramara alrededor de él. “Hola, monita.” Murmuró cerca de su cabeza, acariciando su espalda con una mano. “No pasa nada, estoy aquí y no te voy a soltar.” Ya le habían empezado a doler los cortes, sentía las piernas pesadas, pero no dejó que eso le impidiera seguir caminando, seguir acariciando a Anwen para calmarle.
Abrió la puerta de la casa Buckley con una mano sin soltar a la chica. Sus padres y Alayne estaban sentados en la mesa del comedor, se veían extremadamente preocupados. Un vistazo al par que habían entrado por la puerta no sirvió para calmar los ánimos de nadie.
“¡Connor! Te escuchamos gritar, y luego las sirenas.” Connor apretó a Anwen y negó con la cabeza, suplicando con su expresión, con sus lágrimas que les dejaran tranquilos. “Ya estamos bien.” Murmuró, caminando hacia el sillón que había frente a la televisión en el living.
“Connor, tus brazos.” El chico se encogió de hombros y le sonrió a su madre, una sonrisa cansada, tensa, preocupada. “Luego, ma, no pasa nada, vuelvan a dormir, por favor.” Una mano hizo ademán de que no importaba mientras se dejaba caer cuidadosamente en el sillón con Anwen todavía encaramada arriba suyo. “¿Necesitan algo?” Se echó hacia atrás un poco para mirar la cara de la chica. “¿Pañuelos? Lanie ¿Un pijama más abrigado?”
Sus padres querían preguntar, sentarle ahí y retarle por haber quedado de ese modo, no sabían qué había pasado, estaban asustados. Pero un vistazo a Anwen y habían entendido que no era el momento, que luego podían preocuparse, después, mañana. Las cosas llegaron rápidamente, pasó un pañuelo por la cara de Anwen con cuidado, notando que al hacerlo lo había manchado de sangre. Mierda. Ya se ocuparía luego. Escuchó a alguien llenar el hervidor eléctrico y luego poner el agua a hervir. Alguien más puso el botiquín que había usado en la tarde cerca. Parecía haber sido hace años.
Lanie les cubrió con una manta y plantó un beso en la cabeza de Anwen. “Buenas noches.” Confiaba en su hermano lo suficiente como para saber que cuidaría a su mejor amiga. “No pasa nada pequeña, ya estamos en casa y a salvo, llora todo lo que necesites, no me voy a ningún lado.” Sus murmullos eran suaves, cariñosos, acompañados de palmaditas en su espalda y caricias en su cabello. “No tienes que decir ni contarme nada si no quieres.”
“Tranq-” Iba a intentar un murmullo para calmarle otra vez, pero Anwen gritó sobre él. La apretó con más fuerza, esta vez sí sintió lágrimas en sus ojos, la frustración y rabia encarnada en líquidos de sal. ¿Qué mierda le habían hecho? “No pasa nada.” Su voz estaba tensa, a poco no había salido más que un sonidito ahogado, pero tenía que estar bien, no podía desmoronarse de desesperación frente a ella.
La sintió reacomodarse. Era tan liviana que no necesitó ni siquiera dejar de caminar y la tomó por las piernas, dejando que se encaramara alrededor de él. “Hola, monita.” Murmuró cerca de su cabeza, acariciando su espalda con una mano. “No pasa nada, estoy aquí y no te voy a soltar.” Ya le habían empezado a doler los cortes, sentía las piernas pesadas, pero no dejó que eso le impidiera seguir caminando, seguir acariciando a Anwen para calmarle.
Abrió la puerta de la casa Buckley con una mano sin soltar a la chica. Sus padres y Alayne estaban sentados en la mesa del comedor, se veían extremadamente preocupados. Un vistazo al par que habían entrado por la puerta no sirvió para calmar los ánimos de nadie.
“¡Connor! Te escuchamos gritar, y luego las sirenas.” Connor apretó a Anwen y negó con la cabeza, suplicando con su expresión, con sus lágrimas que les dejaran tranquilos. “Ya estamos bien.” Murmuró, caminando hacia el sillón que había frente a la televisión en el living.
“Connor, tus brazos.” El chico se encogió de hombros y le sonrió a su madre, una sonrisa cansada, tensa, preocupada. “Luego, ma, no pasa nada, vuelvan a dormir, por favor.” Una mano hizo ademán de que no importaba mientras se dejaba caer cuidadosamente en el sillón con Anwen todavía encaramada arriba suyo. “¿Necesitan algo?” Se echó hacia atrás un poco para mirar la cara de la chica. “¿Pañuelos? Lanie ¿Un pijama más abrigado?”
Sus padres querían preguntar, sentarle ahí y retarle por haber quedado de ese modo, no sabían qué había pasado, estaban asustados. Pero un vistazo a Anwen y habían entendido que no era el momento, que luego podían preocuparse, después, mañana. Las cosas llegaron rápidamente, pasó un pañuelo por la cara de Anwen con cuidado, notando que al hacerlo lo había manchado de sangre. Mierda. Ya se ocuparía luego. Escuchó a alguien llenar el hervidor eléctrico y luego poner el agua a hervir. Alguien más puso el botiquín que había usado en la tarde cerca. Parecía haber sido hace años.
Lanie les cubrió con una manta y plantó un beso en la cabeza de Anwen. “Buenas noches.” Confiaba en su hermano lo suficiente como para saber que cuidaría a su mejor amiga. “No pasa nada pequeña, ya estamos en casa y a salvo, llora todo lo que necesites, no me voy a ningún lado.” Sus murmullos eran suaves, cariñosos, acompañados de palmaditas en su espalda y caricias en su cabello. “No tienes que decir ni contarme nada si no quieres.”
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Dom Mar 14, 2021 8:43 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Aunque lo escuchaba y sus palabras le hacían sentir mejor, realmente no pudo reaccionar ante ninguna de ellas, lo intentaba sin parar pero realmente su cuerpo parecía no permitir que su cabeza volviera a tomar el control de la situación. No que ésta última estuviese muy clara tampoco.
La palabra 'monita' fue lo único que resonó en su cabeza por un momento, un poco de normalidad ante aquel caos de emociones, y le ayudó a calmarse levemente. No era mucho, pero fue mejor, poco a poco todo sería mejor. Seguía encaramada a él, sin la menor intención de soltarse luego, tenía tanto miedo de estar sola y sentirse desprotegida, que aquellas caricias en su espalda eran un gran consuelo.
Cuando entraron a la casa, escuchó a sus padres hablar, a Lanie, pero sólo escondió su cabeza más en el hombro del chico, sin dignarse a mirar a nadie. Lamentaba preocuparlos, quería decirles que todo estaba bien pero no se sentía capaz. No había podido dirigirle la palabra a Connor en todo el camino, mucho menos podría con los demás, ¿por qué era tan difícil?
Sólo cuando su madre le dijo a Connor algo sobre sus brazos entonces Anwen se percató. ¿Cortes? ¿Por qué tenía cortes? No le hacía sentido, pero sus recuerdos a pesar de ser recientes eran borrosos. Sólo recordaba irse a negro antes de que le pusieran las manos encima y el romper de algún vidrio, nada más. Si Connor había peleado o algo, no tenía idea. Lo abrazó con fuerza, tan agradecida como preocupada, pero no sabía que decir, no estaba en condiciones de pedirle que se fuese a atender sus heridas, no quería estar sola ni por un segundo.
Se sintió cálida al escuchar aquellos sonidos que conocía tan bien de la casa de los Buckley, y el olor de la manta que ahora le cubría le hizo sentir mejor, y más protegida también. De todas formas siguió encaramada al chico, apretó con fuerza dejando claro que no quería que la soltaran.
Asintió con la cabeza al escucharlo hablar. Había dejado de llorar, respiraba con normalidad, pero el miedo aún no se iba. Luego sacudió levemente la cabeza a modo de negación cuando dijo que no tenía que contarle nada. No era que no quisiera, si no que realmente no recordaba.
-No recuerdo realmente... -su voz era rasposa y débil -. Me desperté y vi por la ventana como tres personas forzaban el cerrojo, luego fui a llamar a papá y mamá.
No había mucho más que decir, Connor podía imaginarse el resto de la historia, luego lo llamó a él y se encerró en el clóset, no habían muchas más opciones y era lo más cercano, así que se escondió. No tuvo tiempo de correr ni nada por el estilo, estaba aterrada. Abrazó con fuerza el cuello del chico.
-Por favor no me dejes -suplicó, con la voz quebrada nuevamente.
Se mantuvo en silencio mientras poco a poco intentaba recobrar la compostura, al menos ahora podía hablar. Se sentía agotada, pero tenía demasiado miedo como para dormir, sabía que varias pesadillas atacarían su mente si lo hacía, y no quería eso.
La palabra 'monita' fue lo único que resonó en su cabeza por un momento, un poco de normalidad ante aquel caos de emociones, y le ayudó a calmarse levemente. No era mucho, pero fue mejor, poco a poco todo sería mejor. Seguía encaramada a él, sin la menor intención de soltarse luego, tenía tanto miedo de estar sola y sentirse desprotegida, que aquellas caricias en su espalda eran un gran consuelo.
Cuando entraron a la casa, escuchó a sus padres hablar, a Lanie, pero sólo escondió su cabeza más en el hombro del chico, sin dignarse a mirar a nadie. Lamentaba preocuparlos, quería decirles que todo estaba bien pero no se sentía capaz. No había podido dirigirle la palabra a Connor en todo el camino, mucho menos podría con los demás, ¿por qué era tan difícil?
Sólo cuando su madre le dijo a Connor algo sobre sus brazos entonces Anwen se percató. ¿Cortes? ¿Por qué tenía cortes? No le hacía sentido, pero sus recuerdos a pesar de ser recientes eran borrosos. Sólo recordaba irse a negro antes de que le pusieran las manos encima y el romper de algún vidrio, nada más. Si Connor había peleado o algo, no tenía idea. Lo abrazó con fuerza, tan agradecida como preocupada, pero no sabía que decir, no estaba en condiciones de pedirle que se fuese a atender sus heridas, no quería estar sola ni por un segundo.
Se sintió cálida al escuchar aquellos sonidos que conocía tan bien de la casa de los Buckley, y el olor de la manta que ahora le cubría le hizo sentir mejor, y más protegida también. De todas formas siguió encaramada al chico, apretó con fuerza dejando claro que no quería que la soltaran.
Asintió con la cabeza al escucharlo hablar. Había dejado de llorar, respiraba con normalidad, pero el miedo aún no se iba. Luego sacudió levemente la cabeza a modo de negación cuando dijo que no tenía que contarle nada. No era que no quisiera, si no que realmente no recordaba.
-No recuerdo realmente... -su voz era rasposa y débil -. Me desperté y vi por la ventana como tres personas forzaban el cerrojo, luego fui a llamar a papá y mamá.
No había mucho más que decir, Connor podía imaginarse el resto de la historia, luego lo llamó a él y se encerró en el clóset, no habían muchas más opciones y era lo más cercano, así que se escondió. No tuvo tiempo de correr ni nada por el estilo, estaba aterrada. Abrazó con fuerza el cuello del chico.
-Por favor no me dejes -suplicó, con la voz quebrada nuevamente.
Se mantuvo en silencio mientras poco a poco intentaba recobrar la compostura, al menos ahora podía hablar. Se sentía agotada, pero tenía demasiado miedo como para dormir, sabía que varias pesadillas atacarían su mente si lo hacía, y no quería eso.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Dom Mar 14, 2021 11:58 pm
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Al verle así, ya en casa y más calmado, Connor pudo empezar a procesar lo que había pasado poco a poco. De seguro no había demorado más de cinco minutos en total desde que contestó el teléfono hasta que entró a la casa de Anwen. ¿Cuánto se había demorado en encontrarla? Intentó repasarlo en su cabeza. ¿Cuánto tiempo había estado sola con los intrusos? Tembló de rabia y la apretó con más fuerza.
Había revisado lo más importante, que no estaba herida, pero… Su estómago se dio vuelta ante la idea de la alternativa. Anwen se había calmado un poco, su respiración parecía tranquila. ¿Le habían hecho algo? ¿Había llegado demasiado tarde? Recordó que había ropa en todas partes alrededor de ella, pero no le habían quitado el pijama que tenía puesto. Connor mordió su labio inferior, no podía ni quería imaginar, pero aún así esa posibilidad se metía entre sus pensamientos.
Acarició la cabeza de la chica cuando la escuchó hablar. «¿No recuerda nada?» No sabía si eso era mejor o peor. Quizás debería haberle llevado al hospital para que le revisaran, por si acaso. «Si le hicieron algo lo recordaría ¿Cierto?» Quiso golpear algo al escuchar las palabras de Anwen. Había llamado a sus padres primero, de seguro ni siquiera contestaron.
Los odiaba en ese momento, más que cualquier otra cosa, de no ser por ellos la pequeña hubiese estado a salvo. “Tranquila, no tienes que recordar nada.” No pudo evitar que la rabia marcara el tono de su voz, aunque había intentado envolverlo en suavidad. También era culpa de él. Aquella idea le heló el corazón. Si no hubiese actuado como un pelotas, Anwen estaría durmiendo en la pieza de Lanie, sana y salva.
Más le dolió al escucharle implorar que no le dejara sola. No tenía intenciones de hacerlo, ni de soltarla hasta que ella necesitara espacio. “No me voy a ninguna parte monita, acá estoy.” Palabras calmadas que pretendían hacerle sentir mejor, acarició la espalda de la pequeña, dándole palmaditas. «De no ser por mi… »
Sentía tanto arrepentimiento, recordando las palabras que había dicho, lo mucho que la había cagado, lo bruto que había sido. ¿Y por qué? Ya no importaba. Ignoró el dolor, el cansancio, la rabia y aquella culpa que le carcomía por dentro. No era hora de irse a la mierda y pedirle disculpas, tan solo necesitaba abrazarla hasta estar seguro de que Anwen no se caería a pedazos si la soltaba.
Connor comenzó a mecerse ligeramente de lado a lado en un vaivén, intentando calmar a la pequeña. “Me voy a quedar aquí contigo hasta que me quieras echar a patadas.” Volvió a asegurarle con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Había revisado lo más importante, que no estaba herida, pero… Su estómago se dio vuelta ante la idea de la alternativa. Anwen se había calmado un poco, su respiración parecía tranquila. ¿Le habían hecho algo? ¿Había llegado demasiado tarde? Recordó que había ropa en todas partes alrededor de ella, pero no le habían quitado el pijama que tenía puesto. Connor mordió su labio inferior, no podía ni quería imaginar, pero aún así esa posibilidad se metía entre sus pensamientos.
Acarició la cabeza de la chica cuando la escuchó hablar. «¿No recuerda nada?» No sabía si eso era mejor o peor. Quizás debería haberle llevado al hospital para que le revisaran, por si acaso. «Si le hicieron algo lo recordaría ¿Cierto?» Quiso golpear algo al escuchar las palabras de Anwen. Había llamado a sus padres primero, de seguro ni siquiera contestaron.
Los odiaba en ese momento, más que cualquier otra cosa, de no ser por ellos la pequeña hubiese estado a salvo. “Tranquila, no tienes que recordar nada.” No pudo evitar que la rabia marcara el tono de su voz, aunque había intentado envolverlo en suavidad. También era culpa de él. Aquella idea le heló el corazón. Si no hubiese actuado como un pelotas, Anwen estaría durmiendo en la pieza de Lanie, sana y salva.
Más le dolió al escucharle implorar que no le dejara sola. No tenía intenciones de hacerlo, ni de soltarla hasta que ella necesitara espacio. “No me voy a ninguna parte monita, acá estoy.” Palabras calmadas que pretendían hacerle sentir mejor, acarició la espalda de la pequeña, dándole palmaditas. «De no ser por mi… »
Sentía tanto arrepentimiento, recordando las palabras que había dicho, lo mucho que la había cagado, lo bruto que había sido. ¿Y por qué? Ya no importaba. Ignoró el dolor, el cansancio, la rabia y aquella culpa que le carcomía por dentro. No era hora de irse a la mierda y pedirle disculpas, tan solo necesitaba abrazarla hasta estar seguro de que Anwen no se caería a pedazos si la soltaba.
Connor comenzó a mecerse ligeramente de lado a lado en un vaivén, intentando calmar a la pequeña. “Me voy a quedar aquí contigo hasta que me quieras echar a patadas.” Volvió a asegurarle con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Lun Mar 15, 2021 10:40 pm
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Se quedó quieta, y pegaba su nariz al cuello del chico, cerró los ojos mientras escuchaba cualquier cosa que dijese. Ya se sentía más tranquila, estar allí y sentirse protegida, soltó un suspiro pesado, sintiendo que su pecho se alivianaba un montón. Quizá era el cansancio, o realmente se sentía mejor.
Asintió cuando le dijo que no tenía que recordar nada. No quería hacerlo de todas formas, no quería recordar absolutamente nada, desde que despertó hasta que estaba en sus brazos. Pero sabía que aquello no era posible, así que tendría que tragarse el miedo y hacer frente, porque no podía estar para siempre amarrada a Connor. La palabra "monita" resonó en su cabeza, llevando consigo una ola de alivio.
Aunque no habló, estaba más tranquila, incluso su estómago rugió un par de veces dejando claro que tenía hambre. No tenía idea de por qué, sobre todo considerando cuánto había comido y el chocolate caliente que había tomado antes de dormir. Sacudió la cabeza repentinamente para evitar pensar más allá de eso.
-Gracias... -susurró levemente, sin moverse un milímetro -. Si no fuera por ti...
No pudo hablar más, entre su orgullo y lo pesado que se sentían esas palabras, significaban demasiado en ese momento para decirlas sin quebrarse de nuevo. ¿Cómo podía agradecerle? Para Anwen, había salvado su vida, pudo pasarle cualquier cosa. Estaba viva, eso era lo que le importaba, nada más.
-Como si te fuera a querer echar a patadas.
Su tono era un poco más animado, aunque su voz seguía rasposa de tanto haber llorado y gritado antes. Se acomodó un poco el cabello, y luego pasó sus brazos por la espalda de Connor, acomodándose nuevamente. No pretendía moverse de allí, lo sentía por él, pero si se quedaba dormida allí, tendría que aguantarla.
-Connor... -miró bien al chico, y gruñó -. Deberías revisarte esas heridas.
Se movió un poco, sólo lo suficiente para alzar la cabeza y mirar donde habían dejado el botiquín.
Asintió cuando le dijo que no tenía que recordar nada. No quería hacerlo de todas formas, no quería recordar absolutamente nada, desde que despertó hasta que estaba en sus brazos. Pero sabía que aquello no era posible, así que tendría que tragarse el miedo y hacer frente, porque no podía estar para siempre amarrada a Connor. La palabra "monita" resonó en su cabeza, llevando consigo una ola de alivio.
Aunque no habló, estaba más tranquila, incluso su estómago rugió un par de veces dejando claro que tenía hambre. No tenía idea de por qué, sobre todo considerando cuánto había comido y el chocolate caliente que había tomado antes de dormir. Sacudió la cabeza repentinamente para evitar pensar más allá de eso.
-Gracias... -susurró levemente, sin moverse un milímetro -. Si no fuera por ti...
No pudo hablar más, entre su orgullo y lo pesado que se sentían esas palabras, significaban demasiado en ese momento para decirlas sin quebrarse de nuevo. ¿Cómo podía agradecerle? Para Anwen, había salvado su vida, pudo pasarle cualquier cosa. Estaba viva, eso era lo que le importaba, nada más.
-Como si te fuera a querer echar a patadas.
Su tono era un poco más animado, aunque su voz seguía rasposa de tanto haber llorado y gritado antes. Se acomodó un poco el cabello, y luego pasó sus brazos por la espalda de Connor, acomodándose nuevamente. No pretendía moverse de allí, lo sentía por él, pero si se quedaba dormida allí, tendría que aguantarla.
-Connor... -miró bien al chico, y gruñó -. Deberías revisarte esas heridas.
Se movió un poco, sólo lo suficiente para alzar la cabeza y mirar donde habían dejado el botiquín.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Connor Buckley Mar Mar 16, 2021 8:08 pm
You are my Symphony
Con mi amada Anwen en la Casa Buckley en la Tarde. Hace cinco años.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
Young girl your out of your mind,
Your love for me is way out of line.
Better run girl, you're much too young girl.
¿Le agradecía? Connor estaba demasiado perdido en el pánico de lo que le podría haber sucedido en esos cortos minutos, en la horrible culpa que sentía. Anwen todavía no procesaba lo que había pasado. Quizás con el tiempo llegaría a la misma conclusión que él, que de no haber sido un idiota tan incorregible las cosas hubiesen sucedido de otro modo.
Pero al mismo tiempo. ¿No había sido él quien quizás había ahuyentado a esas escorias? Quería creer que sí. El dolor que iba a pasar los próximos días, las cicatrices que probablemente quedarían en su cuerpo valían de algo. Había llegado rápido, quizás a tiempo. ¿Qué hubiese sucedido si no hubiese contestado? ¿Si hubiese demorado más? Se estremeció nuevamente de solo pensarlo.
“No tienes que agradecerme pequeña, siempre voy a estar aquí para ti.” Acarició su cabeza con cuidado, intentando borrar esa idea de su mente. “No tienes que pensar en eso, no pasó nada.” Quería creerlo con todas sus fuerzas, pero la mitad de él quería llevarla a un hospital, que la revisaran por completo, que le probaran frente a sus ojos que estaba completamente bien, que no le habían tocado ni un solo pelo.
Las próximas palabras le volvieron a sacar de los pensamientos que le hacían temblar de furia. “No sé, puedo ser bastante odioso.” Bromeó, aguantando una mueca y expresión de dolor cuando Anwen pasó sus manos por su espalda. También ahí, mierda.
La iba a pagar bastante caro, lo sentía más cada segundo que descansaba en el sillón. Al día siguiente estaba seguro que no se podría mover, que algunos de los cortes necesitaban puntos y sería demasiado tarde para tratarlos como debía. No le importaba demasiado, Anwen estaba a salvo y no iba a soltarla ni prestarle atención a nada más hasta que la viera tranquila.
“No pasa nada, son superficiales, se cierran solos.” Le sonrió a la niña, posando una mano en su cabeza de manera afectiva, intentando volver a recostarla. Sentía su estómago retumbar contra él. “Me huele que tienes hambre.” Arropó a la pequeña con la manta, asegurándose que no se iba a caer cuando se incorporara. La abrazó contra su pecho y, en un movimiento que le dolió muchísimo más de lo que había esperado, se levantó lentamente. No demostró nada, tan solo rechinó los dientes mientras se acercaba a la cocina con Anwen todavía abrazada a él.
“¿Un té y...” La luz de la cocina estaba prendida, Connor miró alrededor, su madre había dejado galletas que había hecho esa tarde sobre la mesa. “La especialidad de la casa?” No era demasiado nutritivo, pero no tenía energías para cocinar algo en ese momento. Se rehusó a mostrarle a Anwen cualquier dolor o cansancio, le importaba que ella estuviera bien y nada más. Estiró una mano hacia el hervidor con agua caliente, comenzando a preparar lo que había ofrecido.
Pero al mismo tiempo. ¿No había sido él quien quizás había ahuyentado a esas escorias? Quería creer que sí. El dolor que iba a pasar los próximos días, las cicatrices que probablemente quedarían en su cuerpo valían de algo. Había llegado rápido, quizás a tiempo. ¿Qué hubiese sucedido si no hubiese contestado? ¿Si hubiese demorado más? Se estremeció nuevamente de solo pensarlo.
“No tienes que agradecerme pequeña, siempre voy a estar aquí para ti.” Acarició su cabeza con cuidado, intentando borrar esa idea de su mente. “No tienes que pensar en eso, no pasó nada.” Quería creerlo con todas sus fuerzas, pero la mitad de él quería llevarla a un hospital, que la revisaran por completo, que le probaran frente a sus ojos que estaba completamente bien, que no le habían tocado ni un solo pelo.
Las próximas palabras le volvieron a sacar de los pensamientos que le hacían temblar de furia. “No sé, puedo ser bastante odioso.” Bromeó, aguantando una mueca y expresión de dolor cuando Anwen pasó sus manos por su espalda. También ahí, mierda.
La iba a pagar bastante caro, lo sentía más cada segundo que descansaba en el sillón. Al día siguiente estaba seguro que no se podría mover, que algunos de los cortes necesitaban puntos y sería demasiado tarde para tratarlos como debía. No le importaba demasiado, Anwen estaba a salvo y no iba a soltarla ni prestarle atención a nada más hasta que la viera tranquila.
“No pasa nada, son superficiales, se cierran solos.” Le sonrió a la niña, posando una mano en su cabeza de manera afectiva, intentando volver a recostarla. Sentía su estómago retumbar contra él. “Me huele que tienes hambre.” Arropó a la pequeña con la manta, asegurándose que no se iba a caer cuando se incorporara. La abrazó contra su pecho y, en un movimiento que le dolió muchísimo más de lo que había esperado, se levantó lentamente. No demostró nada, tan solo rechinó los dientes mientras se acercaba a la cocina con Anwen todavía abrazada a él.
“¿Un té y...” La luz de la cocina estaba prendida, Connor miró alrededor, su madre había dejado galletas que había hecho esa tarde sobre la mesa. “La especialidad de la casa?” No era demasiado nutritivo, pero no tenía energías para cocinar algo en ese momento. Se rehusó a mostrarle a Anwen cualquier dolor o cansancio, le importaba que ella estuviera bien y nada más. Estiró una mano hacia el hervidor con agua caliente, comenzando a preparar lo que había ofrecido.
Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]Re: You are my Symphony [Priv. Connor - Evento Flashback]
por Anwen Von Ferrec Miér Mar 17, 2021 3:15 am
You are my Symphony
Cinco años atrás.
Estaba confundida de mil maneras, quería comer, se sentía agotada pero no quería despegarse de Connor, sabía que estaba herido, pero realmente no parecía estar mal. Pero eso no importaba, a Anwen le preocupaba, aunque fuese una heridita pequeña, quería que estuviese bien.
Escucharle hablar la devolvió ligeramente a la realidad, sacándola de su cabeza, y Connor estaba en lo correcto, podía ser bastante odioso, no había persona que pudiese negar eso.
-Sí... -se acalló, las palabras "Pero odioso y todo te quiero" quedaron atascadas en su garganta.
Ya no le importaba lo que había pasado en el día, sólo quería estar bien, y ser honesta. El miedo y la incertidumbre de lo que pudo pasar con ella aquella noche sólo hacía que le dieran ganas de ir y hacer cualquier cosa. No arrepentirse luego. Estuvo a dos segundos de morder su hombro, de mañosa nada más, pero recordar que estaba lleno de heridas le hizo detenerse antes de que él siquiera notara que había pasado algo por la cabeza de la chica.
-Limpia tus heridas -le gruñó, quería patalear para bajarse, pero en realidad no quería alejarse de él así que soltó un bufido -. No seas terco, no me hagas bajarme...
Sus últimas palabras terminaron en súplica, Anwen no era estúpida, sentía la mano que tenía en la espalda del chico húmeda. Sabía que no eran superficiales, que lo estaba haciendo por su propio bien, pero ya no podía aguantarlo. Lo peor había pasado, y ahora le tocaba a ella hacerse cargo de las consecuencias de su drama.
Sintió como era arropada y se dejó, pero luego, sólo de pensar lo complicado de la maniobria volvió a gruñir.
-Connor basta -habló suavemente, y a las malas se puso a patalear para bajar al piso, sintió angustia recorrer su cuerpo pero lo mantuvo bajo control. Recogió rápidamente la manta que había botado y se enrolló en ella nuevamente, para luego abrazarlo desde la espalda mientras hacía lo que tuviese que hacer, sus pies de puntitas -. Sólo me quedaré así, y revisemos esas heridas.
No podría estar tranquila si no revisaba esas heridas, de ninguna manera, tenían que limpiarlas, cambiarle la ropa a Connor, entre varias cosas más, como mínimo. O podría ser fatal. Ahora que lo pensaba, ¿Cómo carajos de las había hecho? ¿Había peleado con los ladrones? Sacudió la cabeza con brusquedad, aterrada por el pensamiento y dejándolo ir rápidamente al pensar que estaba allí a su lado.
-Té y galletitas sería perfecto.
Hablaba con suavidad. Miró donde se encontraba el botiquín, respiró profundamente y corrió como si un monstruo la persiguiera por toda la casa hasta el botiquín y volvió igual de rápido, aunque era un distancia diminuta, para Anwen fue eterna. La única razón por la que no empezaba a limpiar sus heridas inmediatamente fue porque no quería arriesgarse a que se quemara con agua caliente o algo. Pero apenas estuvo listo, jaló su polera en señal de querer volver al sofá y encaramarse arriba de él. ¿Cómo era posible que tan sólo estar tocando el piso le estuviera generando tal terror?
Escucharle hablar la devolvió ligeramente a la realidad, sacándola de su cabeza, y Connor estaba en lo correcto, podía ser bastante odioso, no había persona que pudiese negar eso.
-Sí... -se acalló, las palabras "Pero odioso y todo te quiero" quedaron atascadas en su garganta.
Ya no le importaba lo que había pasado en el día, sólo quería estar bien, y ser honesta. El miedo y la incertidumbre de lo que pudo pasar con ella aquella noche sólo hacía que le dieran ganas de ir y hacer cualquier cosa. No arrepentirse luego. Estuvo a dos segundos de morder su hombro, de mañosa nada más, pero recordar que estaba lleno de heridas le hizo detenerse antes de que él siquiera notara que había pasado algo por la cabeza de la chica.
-Limpia tus heridas -le gruñó, quería patalear para bajarse, pero en realidad no quería alejarse de él así que soltó un bufido -. No seas terco, no me hagas bajarme...
Sus últimas palabras terminaron en súplica, Anwen no era estúpida, sentía la mano que tenía en la espalda del chico húmeda. Sabía que no eran superficiales, que lo estaba haciendo por su propio bien, pero ya no podía aguantarlo. Lo peor había pasado, y ahora le tocaba a ella hacerse cargo de las consecuencias de su drama.
Sintió como era arropada y se dejó, pero luego, sólo de pensar lo complicado de la maniobria volvió a gruñir.
-Connor basta -habló suavemente, y a las malas se puso a patalear para bajar al piso, sintió angustia recorrer su cuerpo pero lo mantuvo bajo control. Recogió rápidamente la manta que había botado y se enrolló en ella nuevamente, para luego abrazarlo desde la espalda mientras hacía lo que tuviese que hacer, sus pies de puntitas -. Sólo me quedaré así, y revisemos esas heridas.
No podría estar tranquila si no revisaba esas heridas, de ninguna manera, tenían que limpiarlas, cambiarle la ropa a Connor, entre varias cosas más, como mínimo. O podría ser fatal. Ahora que lo pensaba, ¿Cómo carajos de las había hecho? ¿Había peleado con los ladrones? Sacudió la cabeza con brusquedad, aterrada por el pensamiento y dejándolo ir rápidamente al pensar que estaba allí a su lado.
-Té y galletitas sería perfecto.
Hablaba con suavidad. Miró donde se encontraba el botiquín, respiró profundamente y corrió como si un monstruo la persiguiera por toda la casa hasta el botiquín y volvió igual de rápido, aunque era un distancia diminuta, para Anwen fue eterna. La única razón por la que no empezaba a limpiar sus heridas inmediatamente fue porque no quería arriesgarse a que se quemara con agua caliente o algo. Pero apenas estuvo listo, jaló su polera en señal de querer volver al sofá y encaramarse arriba de él. ¿Cómo era posible que tan sólo estar tocando el piso le estuviera generando tal terror?
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