Rachel es por lo general callada, da una impresión bastante intimidante y desagradable normalmente. No tiene pelos en la lengua para denigrar a los demás, es insensible y extremadamente desconsiderada.

Acostumbrada a vivir entre halagos, rara vez ha escuchado malas palabras sobre ella en su cara, obviamente con su actitud prepotente es bastante odiada por la mayoría de la gente, pero claramente no le importa.

Es inteligente, demasiado, sus discusiones las gana sólo en base a análisis y usando las palabras adecuadas, terminando en que siempre sabe que responder o en los peores casos, como manipular la situación a su favor. No dice demasiadas groserías, de hecho es bastante refinada para hablar. Prefiere ignorar a entablar conversaciones que no considera importantes o que como mínimo llamen su atención. En resumen, no es una buena persona.

Además de eso, nada le parece suficiente, es autoexigente e igual y peor con los demás. Pero obviamente hay cosas que no se ven, como en cada persona.

Rachel es el estado puro de la rebeldía, llevar la contraria porque puede, y eso lo desarrolla más que nada con sus padres, a los cuales no les tiene demasiado cariño, y ni siquiera estaban cerca de ser malos padres.

Sólo un par de personas se han ganado su confianza, y en ese caso, prefiere sentarse en un sillón a ver películas y comer comida chatarra a hacer algo refinado como la gente esperaría de ella. Prefiere el hogar a las salidas. Es bastante llorona, por casi cualquier razón que se escape de su control. Por lo mismo siempre prefiere estar al tope.

La verdad es que necesita atención pero no lo dice por falta de valor, u orgullo, depende de cómo lo veas.

Nunca ha dejado que alguien la detenga, le diga que hacer o cosas por el estilo. Está acostumbrada a doblar a los demás a su merced, o hacer que se pierdan en el camino. Y nunca le ha importado.

⚝

En su forma humana es una chica de cabellos largos de color negro, una mirada en extremo fría, de un color caramelo, piel pálida como si nunca hubiese estado bajo el sol y una sonrisa petulante casi siempre sobre su suave rostro. De no estar sonriendo, está completamente seria.

Usa ropas extravagantes a consideración de los demás. Vestidos ajustados, largos, botas con plataformas, guantes que lleguen mas allá de los codos. Y a veces ropa más normal, casi siempre de colores oscuros. Los botines o botas de estilo gótico siempre han sido sus favoritos, sobre todo aquellos con plataformas ridículamente grande. Mochilas de cuero con alitas de murciélago, collares apretados al cuello, medias de todo tipo, escotes, especialmente en la espalda.

Y en su forma de raza depende bastante. Sus colores cambian según la cantidad de poder acumulado y a veces por emociones fuertes, además de que su cuerpo cambia al de una niña cuando comienza a quedarse sin poder.

Su forma normal tiene el cabello largo, blanco con tonalidades rosa, sus ojos de un gélido celeste. Aparecen marcas en distintas partes de su cuerpo, la que más destaca se encuentra en su espalda. Las alas le nacen en la parte baja de la espalda, de color celeste inicialmente pueden variar a un rojo. Tiene unos largos cuernos brillantes a los lados de su cabeza, lo que parecen guantes es la magia negra bailando en sus dedos.

Tiende a llevar el cabello suelto o amarrado en distintos tipos de coletas, pero siempre desde la parte de atrás, tiene unas trenzas que siguen a lo largo de su cabello. Si se sale de control, todos sus colores varían a negros y azules oscuros, se ve envuelta casi por la magia que la corrompe.

La pequeña había tenido la suerte de nacer en una buena familia, hija única, padres amorosos que la consentían demasiado, lo cual probablemente la llevó a lo que es. Desde pequeña fue tratada como una muñequita, hasta que creció y eso le empezó a agotar.

En el colegio le iba bien, destacaba bastante, ya fuese físicamente o por inteligencia, pero era una chica desgraciada. Tenía una tendencia a causar problemas, y relacionarse poco con los demás, pues todos le parecían idiotas.

Sus padres eventualmente dejaron de darle tanta atención con el nacimiento de su hermano menor, y fue ahí cuando Rachel comenzó a arder por dentro. Empezó a hacer problemas, pero no dio resultado, comenzó a fumar a sus trece años, a beber, sin embargo más que un par de retos sus padres no hicieron mucho. Le exigían buenas notas, así que las bajó para que le diesen atención, y a pesar de que repitió un curso, lo que hicieron no fue demasiado.

En esos tiempos, de alguna manera terminó haciendo una gran y curiosa amistad con un grupo de chicas, Amira, Katie y Ally. Lamentable para el resto del colegio, pues Rachel era la pieza que faltaba para que el grupo fuese perfectamente sacado de una película con chicas populares y desagradables, al menos en su mayoría. Aunque muchas veces se mantenía por detrás, era la primera en salir cuando había alguien que se atrevía a devolverles la palabra.

Nunca, jamás aguantó ni un poco a Noah cuando comenzó a salir con Amira, y no podía creer que la chica no le prestase un mínimo de atención a Chrono, que claramente babeaba por ella. Cuántas miradas le había dado, pero era completamente ingenua, a un nivel que Rachel comenzaba a decir que pecaba de idiota. No se atrevió en el momento a decir comentarios ofensivos sobre Noah, pues la rubia parecida demasiado metida en el hoyo que era esa relación.

Y conoció a un chico. Mientras estaba en una plaza, fumando esperando a que pasase la hora para causar preocupación, él se le acercó. La pequeña era bastante desarrollada para su edad, quizá podría pasar por una niña de quince, pero no más que eso.

Sólo bastó una conversación, tomaron el tren a Londres y se metieron en un lugar de mala muerte. A los dueños no les importó las edades de los chicos mientras pagasen.

Bebieron, bastante, Rachel se emborrachó rápidamente pues no tenía resistencia al alcohol.

No recuerda como llegó a casa, recuerda que al día siguiente no fue a clases, la mirada de sus padres de desaprobación y por otra parte de gran preocupación, pero ya no le importaba. Salió apenas tuvo la oportunidad y llegó a la plaza. Y allí estaba él de nuevo. Comenzaron a salir varias veces, un año después cuando cumplió quince logró conseguir trabajo como mesera en el bar Starrybush. Y seguía saliendo con él, a beber, haciendo "arte callejero", alguna que otra vez robando aunque no lo necesitaban. No sabía sus razones y no importaban, así disfrutó varios años de su vida, dejando de lado la búsqueda de atención por parte de sus padres.

Curiosamente, aquella relación no pasó nunca ha ser nada oficial, es más, eran buenos amigos, pero nunca pasó nada entre ellos más que un par de juegos.

Nuevamente, yendo a aquel lugar de mala muerte a beber, emborrachándose y hablando idioteces, comenzó a reír cuando vio a un chico echando algo en el trago de alguien más. Lo apuntó, y el dueño lo retó por ello, no pasaron diez segundos y vieron como al chico le daba un ataque cardíaco, cuando el dueño comenzó a llamar a la policía, Zephan dejó el dinero y tomó del brazo a la chica, que con suerte podía caminar para salir de allí.

Finalmente, cuando cumplió 18 se fue a vivir con él, quien había optado por arrendar un lugar tres años atrás y era algo que ya habían acordado antes. Rachel sólo tenía que terminar ese año y sería libre.

Debido a sus malos hábitos, estaba más que obligada a participar en el evento del colegio ayudando para compensar su comportamiento. Le rogó a Zephan que fuese, y cuando le había tocado un descanso y había logrado alejarlo del lugar vio como el humo se dispersaba por el lugar, junto con los gritos. Ya pensaba en el reto que le iba a llegar por algo que, esa vez, no había hecho.

Y sin embargo eso nunca pasó.

Sintió punzadas, mucho dolor, y cayó inconsciente mientras su cuerpo intentaba aferrarse al chico.

Las reglas, las razas, no entendía nada... Pero lo dejó pasar.

Despertó, en un cuerpo mas de niña que él que le correspondía, y completamente sola. Fue difícil procesar todo, pero le agradó la idea. Aunque, prefería el pequeño espacio que compartía afuera con Zephan a tener que sobrevivir, aunque la preocupación fue obvia cuando notó que no estaba allí con ella. Pero eso sólo significaba que tendría que buscarlo, tenía que estar allí, ¿no?

Se ajustó rápidamente, cuando ya se había formado una especie de grupo de demonios, decidió tomarlo a la fuerza, pues el respeto era algo que no iba a funcionar allí. Recordaba eso.

Flotaba en el centro, cuando habían logrado llamar la atención, intentó hacer un discurso al inicio, obviamente no faltó el que abrió la boca en burlas. Ella sólo sonrió, no tardó ni dos segundos en invocar una de sus lanzas para rebanarle el cuello.

"Ninguno de ustedes confía en nadie aquí, y si bien prefieren sobrevivir o matarse entre ustedes, que aquí se queden los que tienen sentido común, la moral me da igual"

Y al inicio fue difícil. Ambos echaron a varios de allí, no les importaba, la ley del más fuerte hizo que tuviese seguidores. Al final, Rachel sólo era más fuerte porque tras bastidores había conseguido varios aliados a cambio de... Pequeños favores.

No tenía problema en quitarle la vida a aquellos que se metían en su terreno, ni a aquellos que le faltaban el respeto.

Y realmente, ya no le importaba demasiado lo que pasara.

• Le gusta la comida chatarra, no le interesan las dietas ni nada de eso.
•A veces pretendía actuar como niña pequeña para poder hacer berrinches, y normalmente le daban resultado.
•Odiaba entablar conversaciones con gente en la calle, con suerte si les daba la dirección que necesitaban, así que le es más fácil no romper ninguna regla, aunque tampoco le interesa.
•Odia que la pasen a llevar, y en este mundo, no tiene problema en destripar a quien lo haga.
•Fuma y bebe desde que tiene cerca de trece años. Nunca se cuidó y tampoco le importó.
•Para obtener lo que quiere, puede fingir cualquier cosa.
•Siempre lleva dulces consigo, algo que sabe que va a extrañar pronto.
•Le gusta leer, la da tranquilidad.
•Odia que la interrumpan, cuando lo hacen sólo da una oportunidad más de seguir la conversación antes de dar media vuelta y dejarte hablando solo.