I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
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¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
⚝ Reactivación de Cuentas
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⚝ Sistema de Encuentros ⚝ Sistema de Dados⚝ Hoja de Personaje⚝ Misiones⚝ Familiares⚝ Pide al NPC⚝ Puntos y Niveles⚝ Cierre de Temas⚝ Level Up⚝ Calendario⚝ Tienda⚝ Regalo de Puntos
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Vie Abr 22, 2022 5:25 pm por Gala Florian
Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
Sabías que...¿Si abres temas libres en ciertos lugares quizás los responda un canon?
Sabías que...¿Para cruzar la neblina debes cumplir ciertas condiciones?
Sabías que...¿Cada templo tiene un secreto?
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Primero que nada, gracias a Emme, quién ha transformado el foro en esta maravilla, con una skin preciosa, widgets y perfiles. Además de que la gran mayoría de las tablas que usamos pertenecen a ella. Agradecemos infinitamente su paciencia con nosotros y a sus hermosas creaciones.
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
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You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Adam Valentine Vie Abr 16, 2021 3:02 am
Un nuevo día, sus ojos ardían, había llorado bastante, sentía una marca bajo sus ojos. Con movimientos lentos acariciaba la espalda ajena. Con cada parpadeo no quería volver a abrir sus ojos, pero observaba lo que se presentaba. Los cabellos ajenos, casi perfectamente peinados, observó a un lado, algunas de sus cosas afuera. Con sus manos recorría hasta el hombro, la herida abierta en donde le había dormido. Había tenido una noche ocupada.
Cerró sus ojos cuando recibió el beso, se sentía cálido, le llenaba de energía aquellas muestras de afecto. Se escuchaba ronca, bastante. Apreciaba el contacto ajeno, dejó que su mejilla se presionara en la palma ajena -Dormí, descanse, no soñé- le indicó, aún con su voz apagada, pero ya sin el dolor con lo que decía, simplemente un pequeño cansancio de estar lidiando con emociones -no tengo necesidad de moverme si no lo requiero, espero que no lo haya molestado- susurró, agradeciendo por los besos que ella daba. Sus manos pasaron por las mejillas ajenas, acariciaban, pasaban por los labios, estaba fría, y esos labios partidos por completo. Si, ella había llorado, esos ojos la acusaban, su voz ronca, el frío del cuerpo ajeno.
La observaba, aún sin luz en sus ojos, separó una mano del cuerpo ajeno, tocando su pecho, cerrando los ojos por un momento, y aquel corazón latió de nuevo, como si fuese un humano normal, tan sólo repetido, más como siguiera un ritmo mecanizado. Su cuerpo volvía a una temperatura normal con el tiempo, y después un poco más alta de lo normal a los pocos segundos. Aún no respiraba, no tenía la necesidad de hacerlo, nunca lo hubo. Abrazó a Hitori para que se apoyara a él, para que se juntase y pudiera sentir el calor de nuevo. La hizo sufrir bastante, esa noche la había dejado sola.
Cerró sus ojos, apoyando su rostro en el hombro de la ajena, dejando que sus labios tocaran la herida que estaba abierta. Abrió su boca y la cubrió, no iba a dejar que se desperdiciara la preciosa sangre ajena, No absorbió, solamente limpiaba la herida, tragaba la sangre que podía recolectar con su lengua. No lo hacía con otra intención más que limpiar la piel ajena.
-Podría haber hecho una fogata- le dijo, una clase de sugerencia que había llegado tarde. Una de sus manos acariciaba el cabello ajeno mientras que la otra pasaba por la espalda ajena, de nuevo, imitando los mimos ajenos, tratando de recuperar sus sentimientos lentamente. Ahora tocaba preocupación, en este momento estaba haciendo lo posible ahora para calmarla, para que descansara, que sus esfuerzos no eran en vano, que hubo un impacto en él, un cambio.
-Veo que metió su mano en mis bolsillos, está bien, se que le asusta la oscuridad, tenía que entretenerse con algo por lo mientras- le dijo de una manera comprensible, por lo menos a lo que se alcanzaba norar puesto a que su voz estaba apagada, robotizada, programada a que respondiera. Por lo menos ahora estaba latiendo su corazón, por lo menos proporcionaba calor.
En su fuero interno acabó de organizar toda la información, claro, era lo único que podía hacer, observaba esa ruptura en la caja, era lento, pero constante, un progreso que no cambiaba, no era rápido ni tampoco lento. Sólo era progreso que no cambiaba el ritmo. Era bueno eso, no tenía que lidiar con varios sentimientos a la vez, estaba esforzándose demasiado -Hizo todo lo posible, tiene que descansar, la luz esta aquí, la puede proteger de todo mal- susurró y oculto su rostro en el cuello ajeno. Pensaba en que podía hacer, no podía ir por granos de café, o tan siquiera un café estando ella entre sus brazos, si se separaba por un momento sentía que todo el esfuerzo se iba a la basura. ¿Las pesadillas podrían ser peores después de esta experiencia? Le preocupaba, un color azul pintaba su voz, uno profundo, fuerte, pensaba en lo que podía para que ella no estuviera de esa manera, pero solamente llegó a una conclusión gracias a sus recuerdos.
-Puedo servirle en lo que desee, si necesita energía no dude en tomarla, estoy aquí para usted, para servirle- le indicó, más como un consejo, una sugerencia que la empujaba a tomarlo. Si, sabía que si ella consumía de él estaría bien, podía cerrar las heridas, alimentarse, durar más tiempo despierta. No sabía si la ajena estaría dispuesta a eso, pero él iba a hacer lo posible para que estuviera bien. Pero ante eso, ¿Cómo podía complacerla? Toda la lujuria, toda la lasciva que tenía se había ido a esa caja. No era algo que podía solamente sacar. El tono de su voz se teñía de preocupación y solamente la acariciaba, no sabía qué más hacer, que más ofrecer por el momento.
Cerró sus ojos cuando recibió el beso, se sentía cálido, le llenaba de energía aquellas muestras de afecto. Se escuchaba ronca, bastante. Apreciaba el contacto ajeno, dejó que su mejilla se presionara en la palma ajena -Dormí, descanse, no soñé- le indicó, aún con su voz apagada, pero ya sin el dolor con lo que decía, simplemente un pequeño cansancio de estar lidiando con emociones -no tengo necesidad de moverme si no lo requiero, espero que no lo haya molestado- susurró, agradeciendo por los besos que ella daba. Sus manos pasaron por las mejillas ajenas, acariciaban, pasaban por los labios, estaba fría, y esos labios partidos por completo. Si, ella había llorado, esos ojos la acusaban, su voz ronca, el frío del cuerpo ajeno.
La observaba, aún sin luz en sus ojos, separó una mano del cuerpo ajeno, tocando su pecho, cerrando los ojos por un momento, y aquel corazón latió de nuevo, como si fuese un humano normal, tan sólo repetido, más como siguiera un ritmo mecanizado. Su cuerpo volvía a una temperatura normal con el tiempo, y después un poco más alta de lo normal a los pocos segundos. Aún no respiraba, no tenía la necesidad de hacerlo, nunca lo hubo. Abrazó a Hitori para que se apoyara a él, para que se juntase y pudiera sentir el calor de nuevo. La hizo sufrir bastante, esa noche la había dejado sola.
Cerró sus ojos, apoyando su rostro en el hombro de la ajena, dejando que sus labios tocaran la herida que estaba abierta. Abrió su boca y la cubrió, no iba a dejar que se desperdiciara la preciosa sangre ajena, No absorbió, solamente limpiaba la herida, tragaba la sangre que podía recolectar con su lengua. No lo hacía con otra intención más que limpiar la piel ajena.
-Podría haber hecho una fogata- le dijo, una clase de sugerencia que había llegado tarde. Una de sus manos acariciaba el cabello ajeno mientras que la otra pasaba por la espalda ajena, de nuevo, imitando los mimos ajenos, tratando de recuperar sus sentimientos lentamente. Ahora tocaba preocupación, en este momento estaba haciendo lo posible ahora para calmarla, para que descansara, que sus esfuerzos no eran en vano, que hubo un impacto en él, un cambio.
-Veo que metió su mano en mis bolsillos, está bien, se que le asusta la oscuridad, tenía que entretenerse con algo por lo mientras- le dijo de una manera comprensible, por lo menos a lo que se alcanzaba norar puesto a que su voz estaba apagada, robotizada, programada a que respondiera. Por lo menos ahora estaba latiendo su corazón, por lo menos proporcionaba calor.
En su fuero interno acabó de organizar toda la información, claro, era lo único que podía hacer, observaba esa ruptura en la caja, era lento, pero constante, un progreso que no cambiaba, no era rápido ni tampoco lento. Sólo era progreso que no cambiaba el ritmo. Era bueno eso, no tenía que lidiar con varios sentimientos a la vez, estaba esforzándose demasiado -Hizo todo lo posible, tiene que descansar, la luz esta aquí, la puede proteger de todo mal- susurró y oculto su rostro en el cuello ajeno. Pensaba en que podía hacer, no podía ir por granos de café, o tan siquiera un café estando ella entre sus brazos, si se separaba por un momento sentía que todo el esfuerzo se iba a la basura. ¿Las pesadillas podrían ser peores después de esta experiencia? Le preocupaba, un color azul pintaba su voz, uno profundo, fuerte, pensaba en lo que podía para que ella no estuviera de esa manera, pero solamente llegó a una conclusión gracias a sus recuerdos.
-Puedo servirle en lo que desee, si necesita energía no dude en tomarla, estoy aquí para usted, para servirle- le indicó, más como un consejo, una sugerencia que la empujaba a tomarlo. Si, sabía que si ella consumía de él estaría bien, podía cerrar las heridas, alimentarse, durar más tiempo despierta. No sabía si la ajena estaría dispuesta a eso, pero él iba a hacer lo posible para que estuviera bien. Pero ante eso, ¿Cómo podía complacerla? Toda la lujuria, toda la lasciva que tenía se había ido a esa caja. No era algo que podía solamente sacar. El tono de su voz se teñía de preocupación y solamente la acariciaba, no sabía qué más hacer, que más ofrecer por el momento.
Adam ValentineAdam Valentine
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Rompe Regla I :
Raza : Vampiro
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Localización : En un mundo extraño con reglas extrañas
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Hitori Macleod Vie Abr 16, 2021 5:01 am
She Tends to ForgetWho Needs Fixing the Most
No había soñado, eso explicaba que no se hubiese movido. “Qué suerte tienes.” Murmuró con esa misma alentadora que simplemente no podía iluminar sus ojos. Negó con su cabeza. “No me molesta, sólo es un poco extraño- Distinto, no lo tomes a mal, ya me acostumbraré.” Agregó, notando por primera vez que ella casi tampoco se había movido, hace horas que no sentía sus piernas.
Adam ahora acariciaba sus mejillas, Hitori ladeó la cabeza, restregándose contra esa mano instintivamente aunque el movimiento se sentía mucho más vacío que antes. ¿Había perdido para siempre la capacidad de tocar con cariño. Un pequeño pinchazo de dolor de sólo pensar en que con sus propias palabras era la responsable de eso.
Más dolor al ver el vacío en esos ojos, peleó por alejarlo de la fachada de esperanza, no podía rendirse todavía. Tampoco podía volver a llorar, tenía que estar bien, estable, si Adam pretendía aprender a lidiar con sus emociones de ella, tenía que esforzarse más. ¿Qué hacía con su mano? No estaba segura, pero por lo menos agradecía que estuviese despierto, que tenía una nueva distracción.
Se dejó abrazar, apoyando su cabeza contra el hombro de vampiro. Se sentía ¿Cálido? Se hundió contra él, el calor que ofrecía, restregando su nariz gélida contra el cuello moreno. Lo rodeó con sus brazos, egoísta, robando el calor que tanto necesitaba, dejando caricias con sus manos, pasándolas por la nuca ajena, peinando cabellos azabaches. “Gracias…” Susurró contra la piel que hace unos minutos se encontraba tan helada como un cadáver.
Hitori no se recogió de los labios del vampiro, si tenía que alimentarse dejaría que lo hiciera sin chistar, pero parecía no ser necesario. Sintió caricias, quería quebrarse bajo ellas, tantas horas sola, aguantando, quería romperse y llorar en sus brazos. Pero no podía, no se había quedado despierta en vano, no era tiempo todavía.
“No quise soltar o moverte.” Explicó, permitiendo que sus ojos se cerraran más que por un segundo por primera vez en demasiadas horas. Dejó de acariciar, tan sólo apretando con la poca fuerza que tenía por algunos minutos, como si abrazándolo a él fuese capaz de volver a juntar todo lo que estaba roto en ambos.
“Yo… Lo siento, no fue a propósito-” Su voz tembló al tiempo en que la fuerza en sus brazos flaqueó, los movió alrededor del cuello moreno, posando algunos dedos en su cabello con cariño agotado. Le dolía el tono robótico, agujas en su corazón, quería rendirse cada vez, no se había dejado esperanza para ella misma.
Apretó sus párpados con fuerza, peleando por no volver a sollozar. “La curiosidad fue mejor que el miedo, lo siento, no volveré a hacerlo.” Murmuró contra el cuello de Adam, presionando sus labios contra él, más energía, más aliento que le pasaba sin dejar nada para ella misma.
Negó ligeramente la cabeza una vez más, sintiendo que su cuerpo poco a poco subía de temperatura, agradeció el cambio. “No necesito descansar todavía, no te preocupes.” Una de sus manos se arrastró hacia abajo, no lo pensó demasiado, buscaba el calor como un animalito, desabrochó otro botón de la camisa y coló una mano gélida en ella de manera repentina, un movimiento que a cualquier persona huniese hecho recogerse debido al contraste. ¿Qué pretendía con ese pequeño gesto? Jugar, por lo menos por un momento, alivianar el ambiente con un a pequeña llama de esperanza. “Lo que sí tengo es mucho frío.” Murmuró con una pequeñísima sonrisa, acurrucándose contra Adam, su mano helada dejaba suaves caricias sobre la piel desnuda con ternura y cuidado.
“¡No!” Crujió en una exclamación de voz ronca y agotada. “No, no necesito energía, yo-” Mordió su labio inferior y hundió toda su cara en el vampiro. “La próxima vez que tome esa forma voy a perder el control.” Explicó sin abrir sus ojos, acariciando la piel morena bajo la camisa. Otra vez no era lujuria, no había deseo, tan sólo cuidado, pintaba emociones con sus dedos. “Por primera vez en mucho tiempo no quiero… Hacer eso, no contigo así, no quiero hacerte más daño. Tampoco sé si sería capaz de volver a ser humana.” Susurraba palabras honestas, teñidas de un poco de dolor, un poco de miedo. Sabía que podía simplemente dejarse llevar por el lado más dominante de su hibridación, perderse en el hambre y la búsqueda infinita de placer donde las emociones no importaban, no creía ser capaz de negarse a hacerlo si perdía el control en el estado en que estaba.
“Ya habrá tiempo, luego, quizás, no te preocupes por eso ahora.” No quería ni pensarlo, ni imaginarse qué sucedería con el vampiro en ese estado si ella perdía el control, no sería capaz de contenerlo ni ayudarle. Demasiado peligroso. Pero no podía simplemente negar absolutamente toda la ayuda que Adam intentaba dar, era un avance, estaba preocupado, no podía dejar que eso desapareciera sin resultado.
“No quiero soltarte, pero si quieres, acércame la mochila y el botiquín, así cerramos el resto de los rasguños.” Murmuró con un poco más de energía, intentando alentar al vampiro a que permitiera que más cosas salieran, sentía el cambio en el tono. -Vamos, vas a estar bien, deja que fluyan, no te preocupes, todo va a estar bien.- Todo eso decían sus caricias, sus palabras, lo pintaba con los dedos que se enroscaban el los rulos negros, que recorrían el pecho parcialmente desucbierto robando calor.
“Tengo los ojos cerrados y no los voy a abrir hasta que me digas.” Agregó, indicando que podía usar sus sombras para traer las cosas si tampoco quería moverse. No solía confiar así en nadie, completamente a ciegas, pero en realidad no solía hacer nada de las cosas que estaba haciendo en ese momento. Territorio inexplorado, por lo menos hace demasiados años, empujó el terror de encontrarse en una situación así de íntima.
code by EMMEAdam ahora acariciaba sus mejillas, Hitori ladeó la cabeza, restregándose contra esa mano instintivamente aunque el movimiento se sentía mucho más vacío que antes. ¿Había perdido para siempre la capacidad de tocar con cariño. Un pequeño pinchazo de dolor de sólo pensar en que con sus propias palabras era la responsable de eso.
Más dolor al ver el vacío en esos ojos, peleó por alejarlo de la fachada de esperanza, no podía rendirse todavía. Tampoco podía volver a llorar, tenía que estar bien, estable, si Adam pretendía aprender a lidiar con sus emociones de ella, tenía que esforzarse más. ¿Qué hacía con su mano? No estaba segura, pero por lo menos agradecía que estuviese despierto, que tenía una nueva distracción.
Se dejó abrazar, apoyando su cabeza contra el hombro de vampiro. Se sentía ¿Cálido? Se hundió contra él, el calor que ofrecía, restregando su nariz gélida contra el cuello moreno. Lo rodeó con sus brazos, egoísta, robando el calor que tanto necesitaba, dejando caricias con sus manos, pasándolas por la nuca ajena, peinando cabellos azabaches. “Gracias…” Susurró contra la piel que hace unos minutos se encontraba tan helada como un cadáver.
Hitori no se recogió de los labios del vampiro, si tenía que alimentarse dejaría que lo hiciera sin chistar, pero parecía no ser necesario. Sintió caricias, quería quebrarse bajo ellas, tantas horas sola, aguantando, quería romperse y llorar en sus brazos. Pero no podía, no se había quedado despierta en vano, no era tiempo todavía.
“No quise soltar o moverte.” Explicó, permitiendo que sus ojos se cerraran más que por un segundo por primera vez en demasiadas horas. Dejó de acariciar, tan sólo apretando con la poca fuerza que tenía por algunos minutos, como si abrazándolo a él fuese capaz de volver a juntar todo lo que estaba roto en ambos.
“Yo… Lo siento, no fue a propósito-” Su voz tembló al tiempo en que la fuerza en sus brazos flaqueó, los movió alrededor del cuello moreno, posando algunos dedos en su cabello con cariño agotado. Le dolía el tono robótico, agujas en su corazón, quería rendirse cada vez, no se había dejado esperanza para ella misma.
Apretó sus párpados con fuerza, peleando por no volver a sollozar. “La curiosidad fue mejor que el miedo, lo siento, no volveré a hacerlo.” Murmuró contra el cuello de Adam, presionando sus labios contra él, más energía, más aliento que le pasaba sin dejar nada para ella misma.
Negó ligeramente la cabeza una vez más, sintiendo que su cuerpo poco a poco subía de temperatura, agradeció el cambio. “No necesito descansar todavía, no te preocupes.” Una de sus manos se arrastró hacia abajo, no lo pensó demasiado, buscaba el calor como un animalito, desabrochó otro botón de la camisa y coló una mano gélida en ella de manera repentina, un movimiento que a cualquier persona huniese hecho recogerse debido al contraste. ¿Qué pretendía con ese pequeño gesto? Jugar, por lo menos por un momento, alivianar el ambiente con un a pequeña llama de esperanza. “Lo que sí tengo es mucho frío.” Murmuró con una pequeñísima sonrisa, acurrucándose contra Adam, su mano helada dejaba suaves caricias sobre la piel desnuda con ternura y cuidado.
“¡No!” Crujió en una exclamación de voz ronca y agotada. “No, no necesito energía, yo-” Mordió su labio inferior y hundió toda su cara en el vampiro. “La próxima vez que tome esa forma voy a perder el control.” Explicó sin abrir sus ojos, acariciando la piel morena bajo la camisa. Otra vez no era lujuria, no había deseo, tan sólo cuidado, pintaba emociones con sus dedos. “Por primera vez en mucho tiempo no quiero… Hacer eso, no contigo así, no quiero hacerte más daño. Tampoco sé si sería capaz de volver a ser humana.” Susurraba palabras honestas, teñidas de un poco de dolor, un poco de miedo. Sabía que podía simplemente dejarse llevar por el lado más dominante de su hibridación, perderse en el hambre y la búsqueda infinita de placer donde las emociones no importaban, no creía ser capaz de negarse a hacerlo si perdía el control en el estado en que estaba.
“Ya habrá tiempo, luego, quizás, no te preocupes por eso ahora.” No quería ni pensarlo, ni imaginarse qué sucedería con el vampiro en ese estado si ella perdía el control, no sería capaz de contenerlo ni ayudarle. Demasiado peligroso. Pero no podía simplemente negar absolutamente toda la ayuda que Adam intentaba dar, era un avance, estaba preocupado, no podía dejar que eso desapareciera sin resultado.
“No quiero soltarte, pero si quieres, acércame la mochila y el botiquín, así cerramos el resto de los rasguños.” Murmuró con un poco más de energía, intentando alentar al vampiro a que permitiera que más cosas salieran, sentía el cambio en el tono. -Vamos, vas a estar bien, deja que fluyan, no te preocupes, todo va a estar bien.- Todo eso decían sus caricias, sus palabras, lo pintaba con los dedos que se enroscaban el los rulos negros, que recorrían el pecho parcialmente desucbierto robando calor.
“Tengo los ojos cerrados y no los voy a abrir hasta que me digas.” Agregó, indicando que podía usar sus sombras para traer las cosas si tampoco quería moverse. No solía confiar así en nadie, completamente a ciegas, pero en realidad no solía hacer nada de las cosas que estaba haciendo en ese momento. Territorio inexplorado, por lo menos hace demasiados años, empujó el terror de encontrarse en una situación así de íntima.
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Adam Valentine Vie Abr 16, 2021 1:46 pm
Asintió la cabeza, ese gracias que dio la ajena eran palabras positivas, dejó que se quedará con su calor, que se juntara más con su cuerpo al suyo, que se apropiara de la temperatura que emanaba. Era todo para ella, solamente para ella. Abrazo, caricias, Escuchando su explicación, era... no le parecía lógico, por lo menos no desde un punto de vista racional. Hacer una fogata, mantener el calor en una helada noche y una fría mañana. Era más el estado y pensamiento emocional… aún así, agradeció en su interior, él habría hecho lo mismo por ella, es más, ya lo había hecho dos veces, y no importaba cuantas veces más, siempre estaría ahí para ella, ahuyentar sus pesadillas, los malos pensamientos.
-No importa- negó con la cabeza con esas palabras -necesitaba distraerse, lo puede hacer cuantas veces guste, no tengo nada que ocultar- susurró contra su piel, preocupado, entendiendo el porqué de sus acciones, podría ser en alguna otra ocasión que le pediría permiso para hacer tales cosas, pero ahora, no necesitaba eso, no era necesario tales palabras o tales permisos. Para él en ese estado era mucho mejor que la mente agotada y temerosa de la ajena explorará los interminables bolsillos de su pantalón, que tenía varias cosas con la que entretenerse, hojas blancas en su libreta, varias plumas caras de diferentes marcas, varias colonias que podía oler y otros más objetos misceláneos guardados en la oscuridad oculta en su pantalón.
Una mano en su pecho, un botón desabrochado, parecía ser que la ropa estaba en el camino para que ella tomase el calor que de él emanaba. Desabrochó otros dos botones para que así su mano pasará con libertad, sin límite. Para ella, todo lo que pudiera darle en el momento. No podía negar la preocupación que recorría debajo de su piel, era el sentimiento el cual convive con el dolor y la tristeza en ese momento, pero bastante fuerte como para que esos dos se mantuvieran en un segundo plano, sin realmente afectar su interacción con ella o sus acciones.
Escuchó aquel grito, era lo más óptimo, recuperar energía como ella sabía, o por lo menos de la mejor forma posible, no le importaba la hora, ni tampoco el lugar, no estaban bajo la consideración del vampiro. Seguía escuchando, entendiendo un poco su razonamiento -No me hará daño- susurró, cerrando los ojos, apoyando su rostro contra su cuello, un refugio que había tomado forma en el día anterior. Si, había podía sentirse cómodo para dejar brotar una a una sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos. Estaba débil, no podía negarlo, su cuerpo pesaba más que una gran piedra, sus ojos buscaban cerrarse cada vez que podían, pero le relajaba el hecho de que ella estuviera a un lado de él, abrazándolo, como si fuera la única mortal con la que podía mantener una conexión íntima, y realmente la era, la única. Aún con sus fallas, aún con sus imperfecciones, con sus cualidades, con la forma de ser, con su personalidad y actitud fragmentada, con esa mente y corazón débil, ella era la que había elegido sus sentimientos, la que tenía el poder de repararlo, de cambiarlo, de demostrar que no todo tiene que ser racional.
-Me preocupo- un nuevo susurró, teñido completamente de esa emoción que no podía ocultar. Estaba ahí, oculto en el cuello ajeno, no quería que la otra sufriera de la falta de energía, notaba que tan exhaustivo era cuidarlo, que estaba dando su todo y mucho más con tal y que el moreno no se perdiera por completo. Tenía que hacer algo al respecto. No quería obligar que esa parte demoníaca saliera y tomará el curso de todo esto, por lo menos no como lo dijo ella, tal vez en la noche, para que se pueda distraer de las sombras que amenazaban con afectar su sanidad, aunque las hubiera mantenido a raya, observaba como ella aún había sido afectada, a la próxima quitaría las sombras de su campo de visión, cuando la noche llegue todo lo que ella pudiera ver no habría ninguna sombra que la amenazara.
Asintió con la cabeza, agradeciendo de que sus ojos estuvieran cerrados, y con un movimiento de dedos acercó la mochila y el botiquín hacia un lado de ellos, las sombras eran serviciales, no eran malévolas ni maliciosas, todo lo que les ordenaba lo acataban sin quejarse. Era el señor absoluto. Tan sólo había durado unos segundos, y después, las sombras en silencio se dispersaron hasta no verse más. Acarició suavemente la espalda descubierta de la ajena.
-Ya puede abrir los ojos- susurró cerca de su oído, moviendo ligeramente su cabeza de un lado a otro, de una forma cariñosa como ella lo había hecho. Era una copia casi exacta. Por pasos se aprendía. Observó más allá de ellos, a los seres que amanecían junto con el alba, algunos humanos que les daban la privacidad que necesitaban. Era agradecido con ellos, de no molestarlos, de darles la privacidad que necesitaban.
Cerró sus ojos de nuevo, dejando pequeños besos en su hombro, de nuevo una réplica de lo que ella había hecho, pequeños besos que eran considerados vacíos por el momento, con una pizca de preocupación, ligera, pero ahí estaba, solamente para ella.
-No importa- negó con la cabeza con esas palabras -necesitaba distraerse, lo puede hacer cuantas veces guste, no tengo nada que ocultar- susurró contra su piel, preocupado, entendiendo el porqué de sus acciones, podría ser en alguna otra ocasión que le pediría permiso para hacer tales cosas, pero ahora, no necesitaba eso, no era necesario tales palabras o tales permisos. Para él en ese estado era mucho mejor que la mente agotada y temerosa de la ajena explorará los interminables bolsillos de su pantalón, que tenía varias cosas con la que entretenerse, hojas blancas en su libreta, varias plumas caras de diferentes marcas, varias colonias que podía oler y otros más objetos misceláneos guardados en la oscuridad oculta en su pantalón.
Una mano en su pecho, un botón desabrochado, parecía ser que la ropa estaba en el camino para que ella tomase el calor que de él emanaba. Desabrochó otros dos botones para que así su mano pasará con libertad, sin límite. Para ella, todo lo que pudiera darle en el momento. No podía negar la preocupación que recorría debajo de su piel, era el sentimiento el cual convive con el dolor y la tristeza en ese momento, pero bastante fuerte como para que esos dos se mantuvieran en un segundo plano, sin realmente afectar su interacción con ella o sus acciones.
Escuchó aquel grito, era lo más óptimo, recuperar energía como ella sabía, o por lo menos de la mejor forma posible, no le importaba la hora, ni tampoco el lugar, no estaban bajo la consideración del vampiro. Seguía escuchando, entendiendo un poco su razonamiento -No me hará daño- susurró, cerrando los ojos, apoyando su rostro contra su cuello, un refugio que había tomado forma en el día anterior. Si, había podía sentirse cómodo para dejar brotar una a una sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos. Estaba débil, no podía negarlo, su cuerpo pesaba más que una gran piedra, sus ojos buscaban cerrarse cada vez que podían, pero le relajaba el hecho de que ella estuviera a un lado de él, abrazándolo, como si fuera la única mortal con la que podía mantener una conexión íntima, y realmente la era, la única. Aún con sus fallas, aún con sus imperfecciones, con sus cualidades, con la forma de ser, con su personalidad y actitud fragmentada, con esa mente y corazón débil, ella era la que había elegido sus sentimientos, la que tenía el poder de repararlo, de cambiarlo, de demostrar que no todo tiene que ser racional.
-Me preocupo- un nuevo susurró, teñido completamente de esa emoción que no podía ocultar. Estaba ahí, oculto en el cuello ajeno, no quería que la otra sufriera de la falta de energía, notaba que tan exhaustivo era cuidarlo, que estaba dando su todo y mucho más con tal y que el moreno no se perdiera por completo. Tenía que hacer algo al respecto. No quería obligar que esa parte demoníaca saliera y tomará el curso de todo esto, por lo menos no como lo dijo ella, tal vez en la noche, para que se pueda distraer de las sombras que amenazaban con afectar su sanidad, aunque las hubiera mantenido a raya, observaba como ella aún había sido afectada, a la próxima quitaría las sombras de su campo de visión, cuando la noche llegue todo lo que ella pudiera ver no habría ninguna sombra que la amenazara.
Asintió con la cabeza, agradeciendo de que sus ojos estuvieran cerrados, y con un movimiento de dedos acercó la mochila y el botiquín hacia un lado de ellos, las sombras eran serviciales, no eran malévolas ni maliciosas, todo lo que les ordenaba lo acataban sin quejarse. Era el señor absoluto. Tan sólo había durado unos segundos, y después, las sombras en silencio se dispersaron hasta no verse más. Acarició suavemente la espalda descubierta de la ajena.
-Ya puede abrir los ojos- susurró cerca de su oído, moviendo ligeramente su cabeza de un lado a otro, de una forma cariñosa como ella lo había hecho. Era una copia casi exacta. Por pasos se aprendía. Observó más allá de ellos, a los seres que amanecían junto con el alba, algunos humanos que les daban la privacidad que necesitaban. Era agradecido con ellos, de no molestarlos, de darles la privacidad que necesitaban.
Cerró sus ojos de nuevo, dejando pequeños besos en su hombro, de nuevo una réplica de lo que ella había hecho, pequeños besos que eran considerados vacíos por el momento, con una pizca de preocupación, ligera, pero ahí estaba, solamente para ella.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Hitori Macleod Vie Abr 16, 2021 5:17 pm
She Tends to ForgetWho Needs Fixing the Most
Un poco de alivio recorrió su cuerpo cuando Adam le aseguró que no había problema con lo que había hecho. Su madre le había enseñado mejor que rebuscar en los bolsillos ajenos, pero esa distracción probablemente había hecho la diferencia entre sobrevivir la noche o no hacerlo.
En ese momento el vampiro sonaba más preocupado que cualquier otra cosa, le dolía un poco que fuese por ella, se estaba esforzando tanto en esconder lo afectada que estaba, pero aún así robaba la atención que debería haber estado puesta en él mismo. Quizás no era tan malo. La preocupación era una emoción ¿No? No estaba segura, pero por lo menos era mejor que nada.
Simplemente aceptó el calor que él ofrecía, colando el resto de su brazo por la camisa, rodeándole para acariciar la espalda bajo la tela. Piel contra piel, donde antes afrodisíacos habían emanado de sus poros ahora sólo era cariño y cuidado, calidez aunque se encontraba completamente congelada.
Su otra mano acarició el cabello oscuro cuando Adam apoyó su cabeza nuevamente contra su cuello. “Quizás no, pero quiero cuidarte. Me alimento del… Deseo, de otros. No quiero exigirte eso en este momento. No te va a hacer bien y a mí tampoco.” Murmuraba, sus labios rozando contra la nuca ajena antes de besarla con cariño. Su tono tranquilo, cuidadoso, dejaba la opción de revisitar el tema más adelante, no negaba con fuerza nada de lo que el vampiro decía o sugería, demasiado aterrada de hacerle daño o deshacer el progreso.
“Supongo que no está mal que te preocupes.” Susurró, abrazando nuevamente con sus brazos, apoyando su frente contra el hombro ajeno. Esperó la instrucción de abrir sus ojos, intentando con todas sus fuerzas no imaginarse lo que estaba sucediendo, empujando fuera de su cabeza el recuerdo de las sombras moviéndose por voluntad propia. Esperó dos, tres, cuatro segundos por si acaso, y luego se permitió abrir ojos agotados. Los restregó con la mano que no se escondía entre tela y piel, quitando cristales de sal de sus párpados y pestañas. “Pero mi madre siempre decía que era mejor o-cuparse que pre-ocuparse.” Murmuró con una sonrisa un poco más animada, su tono juguetón pero práctico, separándose ligeramente del vampiro para acercar el botiquín. “Quizás si me ayudas con esto te sientas un poco mejor.” Sugirió, intentaba de a poco alentar a que las emociones salieran, animando con sus caricias, con sus palabras, como una niña intentando que un animalito espantado se le acercase. Estiraba una mano al corazón de Adam con una sonrisa, prometiendo mimos, que estaba a salvo.
“No tienes que hacerlo si no quieres.” Agregó, no quería presionar. Mordió su labio inferior, acariciando la nuca del vampiro, agradeciendo un poco que sus ojos estuviesen escondidos, le dolía el vacío en ellos. “Solo… Haz lo que te nazca, creo.” Tropezó sobre sus propias palabras en un tono nervioso, presionando las yemas de sus dedos en la piel ajena.
No tenía demasiado en su arsenal de cómo lidiar con sentimientos, todo era territorio desconocido, rastrillaba en su cabeza, buscando opciones, soluciones que nunca había podido usar para ella misma. Sólo había desesperación por dentro, por fuera una pequeña sonrisa, esperanza, aliento en su expresión. Por todo el tiempo que fuese capaz, se obligaría a estar bien sólo para recordarle a Adam cómo se veía eso antes de inevitablemente caerse a pedazos. Lo único que podía hacer era aplazarlo lo más posible.
code by EMMEEn ese momento el vampiro sonaba más preocupado que cualquier otra cosa, le dolía un poco que fuese por ella, se estaba esforzando tanto en esconder lo afectada que estaba, pero aún así robaba la atención que debería haber estado puesta en él mismo. Quizás no era tan malo. La preocupación era una emoción ¿No? No estaba segura, pero por lo menos era mejor que nada.
Simplemente aceptó el calor que él ofrecía, colando el resto de su brazo por la camisa, rodeándole para acariciar la espalda bajo la tela. Piel contra piel, donde antes afrodisíacos habían emanado de sus poros ahora sólo era cariño y cuidado, calidez aunque se encontraba completamente congelada.
Su otra mano acarició el cabello oscuro cuando Adam apoyó su cabeza nuevamente contra su cuello. “Quizás no, pero quiero cuidarte. Me alimento del… Deseo, de otros. No quiero exigirte eso en este momento. No te va a hacer bien y a mí tampoco.” Murmuraba, sus labios rozando contra la nuca ajena antes de besarla con cariño. Su tono tranquilo, cuidadoso, dejaba la opción de revisitar el tema más adelante, no negaba con fuerza nada de lo que el vampiro decía o sugería, demasiado aterrada de hacerle daño o deshacer el progreso.
“Supongo que no está mal que te preocupes.” Susurró, abrazando nuevamente con sus brazos, apoyando su frente contra el hombro ajeno. Esperó la instrucción de abrir sus ojos, intentando con todas sus fuerzas no imaginarse lo que estaba sucediendo, empujando fuera de su cabeza el recuerdo de las sombras moviéndose por voluntad propia. Esperó dos, tres, cuatro segundos por si acaso, y luego se permitió abrir ojos agotados. Los restregó con la mano que no se escondía entre tela y piel, quitando cristales de sal de sus párpados y pestañas. “Pero mi madre siempre decía que era mejor o-cuparse que pre-ocuparse.” Murmuró con una sonrisa un poco más animada, su tono juguetón pero práctico, separándose ligeramente del vampiro para acercar el botiquín. “Quizás si me ayudas con esto te sientas un poco mejor.” Sugirió, intentaba de a poco alentar a que las emociones salieran, animando con sus caricias, con sus palabras, como una niña intentando que un animalito espantado se le acercase. Estiraba una mano al corazón de Adam con una sonrisa, prometiendo mimos, que estaba a salvo.
“No tienes que hacerlo si no quieres.” Agregó, no quería presionar. Mordió su labio inferior, acariciando la nuca del vampiro, agradeciendo un poco que sus ojos estuviesen escondidos, le dolía el vacío en ellos. “Solo… Haz lo que te nazca, creo.” Tropezó sobre sus propias palabras en un tono nervioso, presionando las yemas de sus dedos en la piel ajena.
No tenía demasiado en su arsenal de cómo lidiar con sentimientos, todo era territorio desconocido, rastrillaba en su cabeza, buscando opciones, soluciones que nunca había podido usar para ella misma. Sólo había desesperación por dentro, por fuera una pequeña sonrisa, esperanza, aliento en su expresión. Por todo el tiempo que fuese capaz, se obligaría a estar bien sólo para recordarle a Adam cómo se veía eso antes de inevitablemente caerse a pedazos. Lo único que podía hacer era aplazarlo lo más posible.
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Adam Valentine Sáb Abr 17, 2021 12:21 am
Su explicación era bastante comprensible, su raza era una súcubo, era predecible que se alimentara de algo por el estilo. ¿Pero qué deseo tenía él en ese momento? Todo eso estaba encerrado, pensaba un poco, tenía que dejar salir su deseo en orden de alimentarla, pero eso sería en la noche, si, debía de ayudarla en todo lo que pueda, no había pero alguno que lo detuviera. ¿Ella lo aceptaría? Tal vez una parte si.
Parecía un momento el cual era cardíaco, utilizas sus sombras de una manera en la cual ella no se diera cuenta, que ni siquiera entrara en su rango de visión por si abría sus ojos. Tan precavido era con ella, por supuesto, no quería darle más carga a su mente de la que ya tenía.
-Claro, es un buen consejo- susurró ante sus palabras, le hacía sentir bien escucharla con energía, aunque fuera por un momento. La información aún se juntaba dentro de su cabeza, aquella frase era bastante buena, tal vez lo tendría en cuenta en un futuro. Dejó ese papel en donde estaba marcado en una escritura parecida al latino a un lado de su caja. ¿Cuánto tiempo? Era una pregunta constante que llegaba cada hora, pero realmente no podía saber, ni siquiera predecir, el caos de los sentimientos era imposible de planear, de hacer una proyección.
Asintió con la cabeza cuando escuchó sus palabras, iba a ayudarla, pero no demostraba algo más allá que la preocupación que no se presentaba en su rostro, sino en sus manos, en sus palabras. Con sus dos orbes grises posó en los ajenos, en esa sonrisa, detectaba ánimos. Se notaba realmente el apoyo que ella le daba. Agarró el botiquín de las manos ajenas, era bastante fácil hacer estas clase de cosas, en el pasado había sido un médico, una profesión la cual necesitaba ser perfecto en el manejo de sus manos, en la precisión de hacer tales procedimientos. De tener una vida entre las manos, este momento no parecía ser el mismo peligro que esas situaciones pasadas, pero aún así, lo iba a ser con sumo cuidado y profesionalismo.
Con una gasa limpia limpió la herida del hombro, lento, apenas rozando para que quitara la sangre extra. Tan sólo unos toques antes de, con un solo movimiento puso el hilo en la aguja semicircular que era ofrecida en el contenido. Estaba preparado para cerrar la mordida que estaba marcada, y hasta más abierta gracias al toque ajeno. Cerró sus ojos, solamente teniendo una clara imagen de las acciones que tenía que tomar. Listo para eso asintió con la cabeza y se acercó a la herida.
Punto por punto, pasaba la aguja con rapidez, con una técnica impecable, siendo cuidadoso en que a la que ahora era su paciente no sintiera dolor. Como si hubiera nacido para eso, pasaba la aguja por la piel, y el movimiento de sus dedos junto con su muñeca eran suficientes, jalaba cuando era necesitado. Estaba concentrado, con los ojos sin vida, sus movimientos como si fueran una máquina tejiendo, de manera concisa. ¿A cuántos pacientes había atendido en esa época? Bastantes, demasiados, tenía la cuenta dentro de su cabeza, y el nombre de cada uno de los que había atendido. Pero ella era la que destacaba entre las demás. Aunque fuera una sutura menor, lo hacía como si fuera una cirugía de algo riesgo. No sudaba, no respiraba, con un silencio que demostraba la experiencia y con sus manos acostumbradas a este tipo de toques delicados y precisos fueron suficientes para que, en unos minutos acabara de cerrar por completo la herida. Estaba perfecta, no había ninguna apertura, y con la gasa limpiaba la sangre que sobresalía de las puntadas.
-Listo- Dijo, observando la aguja, el hilo que restaba. Con una mano pasó por la piel ajena, ahí en la espalda descubierta la cual bajaba más y más, no como si fuera un cariño, sino más como si fuera un doctor buscando heridas que sus ojos no podían notar. Bajó más hasta pasar con sus dedos sobre el trasero ajeno, sintiendo como la tela estaba pegada ahí, en esas heridas abiertas. No movió sus dedos, ni su palma, ni su brazo, iba a ser un poco doloroso despegar eso de ella. Sus ojos pasaron por encima del hombro ajeno, mirando alrededor.
-Sus demás heridas necesitan ser tratadas pero aquí no es lugar- le susurró, ocultando su rostro en el cuello ajeno, de nuevo, ese refugio que era la piel clara era suficiente para él. Separó su mano del trasero ajeno, posando en la espalda ajena de nuevo. Cerró el botiquín junto con las herramientas que había utilizado. -Vamos a la sala de computación- le sugirió, sabiendo que ese lugar era privado y nadie más los iba a molestar ni iban a tener la mirada sospechosa. sus ojos apuntaban a los individuos curiosos, esos ojos grises que amenazaba a muerte a los ajenos. Estaba preocupado, y junto con esa preocupación lentamente surgían los celos, no deseaba que nadie más la viera de esta manera, era para sus ojos solamente. Presionó su cuerpo contra ella, dejando pequeños besos en su piel, de nuevo, no eran completamente suyos, solamente una copia como ella lo hacía con él.
Se separó un poco de ella, arrastrándose por la tierra sin importar que sus ropas se ensucien. Lo suficiente para pararse, ofreciendo la mano para que ella se pudiera parar, cambiar de lugar… ¿Por qué había salido esa emoción realmente? Era sumamente nueva, no había pensado con esa emoción con anterioridad, era testigo de los demás, optar por una actitud defensiva, pero era algo exagerado, como si nadie más estuviera permitido tocar al ser que protegían, que solamente ellos tenían el derecho, también había visto la ira que conllevaba ese sentimiento. Era peligroso, tal vez el segundo más peligroso y caótico. Esperaba lidiar con eso más temprano que tarde.
Parecía un momento el cual era cardíaco, utilizas sus sombras de una manera en la cual ella no se diera cuenta, que ni siquiera entrara en su rango de visión por si abría sus ojos. Tan precavido era con ella, por supuesto, no quería darle más carga a su mente de la que ya tenía.
-Claro, es un buen consejo- susurró ante sus palabras, le hacía sentir bien escucharla con energía, aunque fuera por un momento. La información aún se juntaba dentro de su cabeza, aquella frase era bastante buena, tal vez lo tendría en cuenta en un futuro. Dejó ese papel en donde estaba marcado en una escritura parecida al latino a un lado de su caja. ¿Cuánto tiempo? Era una pregunta constante que llegaba cada hora, pero realmente no podía saber, ni siquiera predecir, el caos de los sentimientos era imposible de planear, de hacer una proyección.
Asintió con la cabeza cuando escuchó sus palabras, iba a ayudarla, pero no demostraba algo más allá que la preocupación que no se presentaba en su rostro, sino en sus manos, en sus palabras. Con sus dos orbes grises posó en los ajenos, en esa sonrisa, detectaba ánimos. Se notaba realmente el apoyo que ella le daba. Agarró el botiquín de las manos ajenas, era bastante fácil hacer estas clase de cosas, en el pasado había sido un médico, una profesión la cual necesitaba ser perfecto en el manejo de sus manos, en la precisión de hacer tales procedimientos. De tener una vida entre las manos, este momento no parecía ser el mismo peligro que esas situaciones pasadas, pero aún así, lo iba a ser con sumo cuidado y profesionalismo.
Con una gasa limpia limpió la herida del hombro, lento, apenas rozando para que quitara la sangre extra. Tan sólo unos toques antes de, con un solo movimiento puso el hilo en la aguja semicircular que era ofrecida en el contenido. Estaba preparado para cerrar la mordida que estaba marcada, y hasta más abierta gracias al toque ajeno. Cerró sus ojos, solamente teniendo una clara imagen de las acciones que tenía que tomar. Listo para eso asintió con la cabeza y se acercó a la herida.
Punto por punto, pasaba la aguja con rapidez, con una técnica impecable, siendo cuidadoso en que a la que ahora era su paciente no sintiera dolor. Como si hubiera nacido para eso, pasaba la aguja por la piel, y el movimiento de sus dedos junto con su muñeca eran suficientes, jalaba cuando era necesitado. Estaba concentrado, con los ojos sin vida, sus movimientos como si fueran una máquina tejiendo, de manera concisa. ¿A cuántos pacientes había atendido en esa época? Bastantes, demasiados, tenía la cuenta dentro de su cabeza, y el nombre de cada uno de los que había atendido. Pero ella era la que destacaba entre las demás. Aunque fuera una sutura menor, lo hacía como si fuera una cirugía de algo riesgo. No sudaba, no respiraba, con un silencio que demostraba la experiencia y con sus manos acostumbradas a este tipo de toques delicados y precisos fueron suficientes para que, en unos minutos acabara de cerrar por completo la herida. Estaba perfecta, no había ninguna apertura, y con la gasa limpiaba la sangre que sobresalía de las puntadas.
-Listo- Dijo, observando la aguja, el hilo que restaba. Con una mano pasó por la piel ajena, ahí en la espalda descubierta la cual bajaba más y más, no como si fuera un cariño, sino más como si fuera un doctor buscando heridas que sus ojos no podían notar. Bajó más hasta pasar con sus dedos sobre el trasero ajeno, sintiendo como la tela estaba pegada ahí, en esas heridas abiertas. No movió sus dedos, ni su palma, ni su brazo, iba a ser un poco doloroso despegar eso de ella. Sus ojos pasaron por encima del hombro ajeno, mirando alrededor.
-Sus demás heridas necesitan ser tratadas pero aquí no es lugar- le susurró, ocultando su rostro en el cuello ajeno, de nuevo, ese refugio que era la piel clara era suficiente para él. Separó su mano del trasero ajeno, posando en la espalda ajena de nuevo. Cerró el botiquín junto con las herramientas que había utilizado. -Vamos a la sala de computación- le sugirió, sabiendo que ese lugar era privado y nadie más los iba a molestar ni iban a tener la mirada sospechosa. sus ojos apuntaban a los individuos curiosos, esos ojos grises que amenazaba a muerte a los ajenos. Estaba preocupado, y junto con esa preocupación lentamente surgían los celos, no deseaba que nadie más la viera de esta manera, era para sus ojos solamente. Presionó su cuerpo contra ella, dejando pequeños besos en su piel, de nuevo, no eran completamente suyos, solamente una copia como ella lo hacía con él.
Se separó un poco de ella, arrastrándose por la tierra sin importar que sus ropas se ensucien. Lo suficiente para pararse, ofreciendo la mano para que ella se pudiera parar, cambiar de lugar… ¿Por qué había salido esa emoción realmente? Era sumamente nueva, no había pensado con esa emoción con anterioridad, era testigo de los demás, optar por una actitud defensiva, pero era algo exagerado, como si nadie más estuviera permitido tocar al ser que protegían, que solamente ellos tenían el derecho, también había visto la ira que conllevaba ese sentimiento. Era peligroso, tal vez el segundo más peligroso y caótico. Esperaba lidiar con eso más temprano que tarde.
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Re: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. AdamRe: You’re in My Veins and I Cannot Get You Out |Priv. Adam
por Hitori Macleod Sáb Abr 17, 2021 3:58 am
She Tends to ForgetWho Needs Fixing the Most
No estaba demasiado segura de si Adam decidiría coser su piel o no, todo era impredecible, confuso, sentía que pisaba hielo absolutamente fino. ¿Estaba a una palabra de que todo volviera a irse a la mierda? Eso creía, tan inestable, tan frágil, cada palabra era medida, cada movimiento preciso, estaba tan concentrada en no arruinar todo que no tenía tiempo para mucho más.
Alivio al notar que el vampiro tomaba el botiquín, pequeños avances, pequeñas victorias era todo lo que tenía, no podía pedir más que eso. Pero esos ojos vacíos, no podía mirarlos por mucho tiempo, se le apretaba demasiado el corazón. Mordió su labio inferior nuevamente, apartando su cabello de la herida, sacudiendo el dolor de su corazón.
No había estado equivocada, Adam sabía exactamente lo que estaba haciendo. ¿Qué era lo que le hacía sonreír ligeramente? Una pizca de orgullo, quizás, de haber podido predecir algo acerca del vampiro. Hitori no entendía la sensación en absoluto, no había estado emparejada el suficiente tiempo como para sentir esa felicidad al predecir algo de su compañero. La emoción pasó por sus ojos como una estrella fugaz, iluminando a través del cansancio y el dolor por un segundo antes de desaparecer.
Hitori no tenía miedo ni le preocupaba demasiado que fuese Adam quien cerraba la herida. Estaba acostumbrada a ser el conejillo de indias de sus compañeros, de ella misma. ¿Podía clasificarse a la chica de masoquista? Quizás, su tolerancia al dolor era enorme, lo usaba como una herramienta más en su pelea eterna contra las emociones que no podía controlar. Dependía del contexto, claramente, tan sólo potenciaba el placer en encuentros sexuales.
Quizás era más el hecho de que no apreciaba su vida lo suficiente como para reaccionar de la manera correcta al dolor. “Ouch, eso duele, tengo que alejarme, no me hace bien.” No era algo que pasaba por su cabeza cuando algo dolía. En vez empujaba más, viendo hasta dónde podía llegar, usándolo como algo útil y no una señal de que algo estaba mal.
En ese momento sirvió para anclarle a la realidad, cerró sus ojos y ladeó su cabeza, apartándola del hombro donde Adam trabajaba como un profesional. No quiso observarlo, esos ojos vacíos sobre ella dolían más de lo que cualquier herida podría generar. Se concentró en las puntadas, en el ligero tironeo del hilo que cerraba la herida, siguió cada punto sin necesidad de mirarlo, ningún indicio de malestar salió de su cuerpo.
Abrió los ojos cuando sintió la gasa cuidadosa sobre las puntadas, observándolas con curiosidad profesional. Tal como imaginaba, absolutamente perfectas, como si lo hubiese hecho miles de millones de veces. “¿Fuiste Doctor Valentine en algún momento, entonces?” Murmuró con una ceja arqueada, iba a aventurarse a un ligero jugueteo, pero una mano pasaba por su espalda y bajaba.
¿Qué estaba haciendo? El toque era frío, mecánico, nada parecido a la última vez que su mano había estado en esa parte de su cuerpo. Sus palabras se atoraron en su garganta, demasiado descolocada como para saber cómo reaccionar. Dolía, esa mano sobre su nalga, no tenía nada que ver con las heridas que se encontraban ahí.
Hitori cerró sus ojos con fuerza, empujando ese dolor fuera, no importaba, podía sentirse culpable en otro momento. Cobijó al vampiro de vuelta en su cuello, acariciando su nuca con ese mismo cuidado que no flaqueaba por fuera aunque poco a poco se acababa lo que tenía dentro de ella. “¿No es el lugar?” Murmuró, completamente confundida.
Se separó un poco de Adam, lo suficiente como para observar su cara, rebuscando para entender qué sucedía. “No me moles-” Los ojos grises no estaban vacíos. Por primera vez desde la noche anterior, había algo en ellos. Hitori exhaló despacio, sintiendo un torrente de adrenalina dispararse por sus venas, sus ojos clavados en la emoción que había encontrado. Hundió las yemas de sus dedos en la nuca ajena sin esconder la emoción, esperanza real por primera vez en demasiado tiempo.
¿Estaba enojado? No, no era eso. Cuando la emoción desapareció, Hitori giró la cabeza para revisar quién era que había recibido esa mirada asesina. Eran tan sólo un par de personas curiosas. Volvió a girar su cabeza cuando Adam presionó su cuerpo contra ella. Ese movimiento sí que lo reconocía. Una sonrisa genuina iluminó sus ojos, la chica rodeó el cuello del vampiro con sus brazos en un abrazo emocionado por un segundo, besando su mejilla con fuerza.
“Vamos donde quieras.” Su tono había perdido el cansancio, por lo menos por un momento, su expresión era más animada, su sonrisa real mientras estiraba una mano para tomar la de Adam. No se podía tener celos si no te importaba nada. Obvió por el momento las implicancias de que el vampiro fuese celoso, lo mucho que aquello chocaba con su rutina de cambiar amantes como mudas de ropa.
Era un avance, otro más, se preocupaba, tenía la iniciativa de cuidarla, le importaba algo lo suficiente como para tener celos. Poco a poco ganaba terreno de vuelta, había visto emoción en esos ojos grises que nuevamente se encontraban vacíos. Pudo mirarlos ahora que sentía que podía reparar lo que había hecho.
Agradeció la mano que le había ofrecido, Hitori no había movido sus piernas en absoluto en demasiadas horas. Se impulsó hacia arriba lo suficiente como para rodear a Adam con sus brazos antes de sentir el hormigueo que significaba que la sangre volvía a circular por sus piernas. Temblaron como tallarines, pero abrazó al vampiro con fuerza y una pequeña risita. “Claramente yo sí tengo necesidad de moverme.” Murmuró, su cara presionada contra el pecho moreno.
Había pasado tanto tiempo pegada a él que por un momento olvidó lo imposiblemente alto que era, su cabeza apenas llegaba a poder apoyarse contra el pectoral de Adam mientras lo abrazaba con fuerza. Movió sus piernas como pudo, intentando despertarlas sin muy buenos resultados. Se había levantado demasiado rápido, osada frente a la adrenalina que sintió con la emoción de ver algún tipo de sentimiento en Adam.
Pero su cuerpo no se había recuperado, no había descansado, apenas y había comido y la sangre que perdió no se recuperaba en un solo día. La cabeza le dio vueltas, llevó sus brazos hacia arriba y rodeó el cuello del vampiro. “Uh, por mucho que me duela el orgullo…” Murmuró, su voz demostrando el repentino mareo aunque intentaba bromear. “Creo que vas a tener que cargarme otra vez.” Una pequeña sonrisa quedaba todavía, el resto se había drenado de su cuerpo, aunque sintió en su interior que la fachada de esperanza se estabilizaba un poco.
code by EMMEAlivio al notar que el vampiro tomaba el botiquín, pequeños avances, pequeñas victorias era todo lo que tenía, no podía pedir más que eso. Pero esos ojos vacíos, no podía mirarlos por mucho tiempo, se le apretaba demasiado el corazón. Mordió su labio inferior nuevamente, apartando su cabello de la herida, sacudiendo el dolor de su corazón.
No había estado equivocada, Adam sabía exactamente lo que estaba haciendo. ¿Qué era lo que le hacía sonreír ligeramente? Una pizca de orgullo, quizás, de haber podido predecir algo acerca del vampiro. Hitori no entendía la sensación en absoluto, no había estado emparejada el suficiente tiempo como para sentir esa felicidad al predecir algo de su compañero. La emoción pasó por sus ojos como una estrella fugaz, iluminando a través del cansancio y el dolor por un segundo antes de desaparecer.
Hitori no tenía miedo ni le preocupaba demasiado que fuese Adam quien cerraba la herida. Estaba acostumbrada a ser el conejillo de indias de sus compañeros, de ella misma. ¿Podía clasificarse a la chica de masoquista? Quizás, su tolerancia al dolor era enorme, lo usaba como una herramienta más en su pelea eterna contra las emociones que no podía controlar. Dependía del contexto, claramente, tan sólo potenciaba el placer en encuentros sexuales.
Quizás era más el hecho de que no apreciaba su vida lo suficiente como para reaccionar de la manera correcta al dolor. “Ouch, eso duele, tengo que alejarme, no me hace bien.” No era algo que pasaba por su cabeza cuando algo dolía. En vez empujaba más, viendo hasta dónde podía llegar, usándolo como algo útil y no una señal de que algo estaba mal.
En ese momento sirvió para anclarle a la realidad, cerró sus ojos y ladeó su cabeza, apartándola del hombro donde Adam trabajaba como un profesional. No quiso observarlo, esos ojos vacíos sobre ella dolían más de lo que cualquier herida podría generar. Se concentró en las puntadas, en el ligero tironeo del hilo que cerraba la herida, siguió cada punto sin necesidad de mirarlo, ningún indicio de malestar salió de su cuerpo.
Abrió los ojos cuando sintió la gasa cuidadosa sobre las puntadas, observándolas con curiosidad profesional. Tal como imaginaba, absolutamente perfectas, como si lo hubiese hecho miles de millones de veces. “¿Fuiste Doctor Valentine en algún momento, entonces?” Murmuró con una ceja arqueada, iba a aventurarse a un ligero jugueteo, pero una mano pasaba por su espalda y bajaba.
¿Qué estaba haciendo? El toque era frío, mecánico, nada parecido a la última vez que su mano había estado en esa parte de su cuerpo. Sus palabras se atoraron en su garganta, demasiado descolocada como para saber cómo reaccionar. Dolía, esa mano sobre su nalga, no tenía nada que ver con las heridas que se encontraban ahí.
Hitori cerró sus ojos con fuerza, empujando ese dolor fuera, no importaba, podía sentirse culpable en otro momento. Cobijó al vampiro de vuelta en su cuello, acariciando su nuca con ese mismo cuidado que no flaqueaba por fuera aunque poco a poco se acababa lo que tenía dentro de ella. “¿No es el lugar?” Murmuró, completamente confundida.
Se separó un poco de Adam, lo suficiente como para observar su cara, rebuscando para entender qué sucedía. “No me moles-” Los ojos grises no estaban vacíos. Por primera vez desde la noche anterior, había algo en ellos. Hitori exhaló despacio, sintiendo un torrente de adrenalina dispararse por sus venas, sus ojos clavados en la emoción que había encontrado. Hundió las yemas de sus dedos en la nuca ajena sin esconder la emoción, esperanza real por primera vez en demasiado tiempo.
¿Estaba enojado? No, no era eso. Cuando la emoción desapareció, Hitori giró la cabeza para revisar quién era que había recibido esa mirada asesina. Eran tan sólo un par de personas curiosas. Volvió a girar su cabeza cuando Adam presionó su cuerpo contra ella. Ese movimiento sí que lo reconocía. Una sonrisa genuina iluminó sus ojos, la chica rodeó el cuello del vampiro con sus brazos en un abrazo emocionado por un segundo, besando su mejilla con fuerza.
“Vamos donde quieras.” Su tono había perdido el cansancio, por lo menos por un momento, su expresión era más animada, su sonrisa real mientras estiraba una mano para tomar la de Adam. No se podía tener celos si no te importaba nada. Obvió por el momento las implicancias de que el vampiro fuese celoso, lo mucho que aquello chocaba con su rutina de cambiar amantes como mudas de ropa.
Era un avance, otro más, se preocupaba, tenía la iniciativa de cuidarla, le importaba algo lo suficiente como para tener celos. Poco a poco ganaba terreno de vuelta, había visto emoción en esos ojos grises que nuevamente se encontraban vacíos. Pudo mirarlos ahora que sentía que podía reparar lo que había hecho.
Agradeció la mano que le había ofrecido, Hitori no había movido sus piernas en absoluto en demasiadas horas. Se impulsó hacia arriba lo suficiente como para rodear a Adam con sus brazos antes de sentir el hormigueo que significaba que la sangre volvía a circular por sus piernas. Temblaron como tallarines, pero abrazó al vampiro con fuerza y una pequeña risita. “Claramente yo sí tengo necesidad de moverme.” Murmuró, su cara presionada contra el pecho moreno.
Había pasado tanto tiempo pegada a él que por un momento olvidó lo imposiblemente alto que era, su cabeza apenas llegaba a poder apoyarse contra el pectoral de Adam mientras lo abrazaba con fuerza. Movió sus piernas como pudo, intentando despertarlas sin muy buenos resultados. Se había levantado demasiado rápido, osada frente a la adrenalina que sintió con la emoción de ver algún tipo de sentimiento en Adam.
Pero su cuerpo no se había recuperado, no había descansado, apenas y había comido y la sangre que perdió no se recuperaba en un solo día. La cabeza le dio vueltas, llevó sus brazos hacia arriba y rodeó el cuello del vampiro. “Uh, por mucho que me duela el orgullo…” Murmuró, su voz demostrando el repentino mareo aunque intentaba bromear. “Creo que vas a tener que cargarme otra vez.” Una pequeña sonrisa quedaba todavía, el resto se había drenado de su cuerpo, aunque sintió en su interior que la fachada de esperanza se estabilizaba un poco.
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