I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
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¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
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⚝ Sistema de Encuentros ⚝ Sistema de Dados⚝ Hoja de Personaje⚝ Misiones⚝ Familiares⚝ Pide al NPC⚝ Puntos y Niveles⚝ Cierre de Temas⚝ Level Up⚝ Calendario⚝ Tienda⚝ Regalo de Puntos
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Vie Abr 22, 2022 5:25 pm por Gala Florian
Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
Sabías que...¿Si abres temas libres en ciertos lugares quizás los responda un canon?
Sabías que...¿Para cruzar la neblina debes cumplir ciertas condiciones?
Sabías que...¿Cada templo tiene un secreto?
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Primero que nada, gracias a Emme, quién ha transformado el foro en esta maravilla, con una skin preciosa, widgets y perfiles. Además de que la gran mayoría de las tablas que usamos pertenecen a ella. Agradecemos infinitamente su paciencia con nosotros y a sus hermosas creaciones.
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
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Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
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Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Lun Abr 05, 2021 3:12 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Quería desaparecer, recogerse dentro de su cabeza y no volver a salir nunca, pero simplemente no podía hundirse por completo en la inconsciencia. Aunque le había dicho que no la tocara, Adam la había atajado sin problemas. Por lo menos le dejó en el piso, quizás realmente la iba a dejar en paz. Sólo sentía frío bajo ella, la única razón de por qué sabía que estaba en el suelo.
No podía moverse, no tenía fuerzas, pero de haberlo hecho seguro hubiese intentado otra cachetada, o salir corriendo. Escuchaba que rasgaba algo, y luego tocaba sus brazos y piernas. ¿Es que no la podía dejar en paz? Bajo el agua sintió el beso en su frente y quiso que la tragara la tierra. Hubiese preferido más estar a merced de licántropos hambrientos que un vampiro preocupado.
Sintió que flotaba, quizás por fin podría perderse en la inconsciencia, pero simplemente le había levantado del piso. ¿Por qué no podía simplemente perder el conocimiento y ya? Quería escapar, no sentir más el calor del pecho de Adam contra su piel fría y cubierta de sudor.
Poco a poco se sumergía bajo el agua, creyó escuchar tres palabras que significaban el principio de una historia, pero seguro estaba delirando. Por fin, dejó de sentir, de escuchar, y se ahogó por completo en el mar turbulento de su inconsciencia.
La recibió su pesadilla recurrente. Esta vez estaba en una habitación oscura que le parecía demasiado familiar. Su cabello ya se encontraba medio derretido en esa brea asquerosa, encontró que estaba hecha bolita, de lado, sobre una cama. ¿Bajo las sábanas? Sentía que se ahogaba.
No demoró demasiado en sentir esa mano familiar alrededor de su cuello. Crecía de su cabello, poco a poco más grande con cada lágrima que escurría de su cara. El silencio no era roto por nada, ni siquiera sus propios sollozos, era como si de pronto se hubiese quedado completamente sorda.
Intentó alejar la mano de su cuello, comenzaba a subir para entrar dentro de su boca, pero al estirarla sintió que había alguien más con ella. “He estado pensando... La verdad, Hitori, es que no sirves para mucho más que esto.” Escuchó las palabras dentro de su cabeza, de alguna manera seguía habiendo silencio ensordecedor. Las reconocía, no de una pesadilla, sino de una parte de su vida que era aún peor.
Abrió la boca y gritó, no quería estar ahí, prefería que las sombras la ahogaran. La persona que le acompañaba la tomó de manera bastante brusca y le envolvió en un beso apasionado del que Hitori no pudo escapar. Lo empujó, rasguñó, gritó, pero sus manos estaban atadas, su voz no funcionaba.
De pronto había luz lo suficiente como para ver que frente a ella había un monstruo de sombras con ojos grises. No lo reconoció, no era la persona que había dicho esas palabras. Las sombras ataban sus manos, entraban dentro de su boca y nariz, ya no podía respirar.
“Señorita Hitori... ¿Tu me amas?” No quería estar más ahí, pero no podía escapar. Ambos seres se habían mezclado en uno, a veces escuchaba la voz del que le había roto el corazón, otras la del vampiro. “Eso ya no es suficiente. Me aburre estar contigo, eres demasiado... Amable.” Hitori cerró sus ojos, sentía que el monstruo hundía su mano dentro de su pecho mientras posaba los labios en su sien.
“Me gusta cuidar de una dama como usted.” Un beso cariñoso en su frente mientras los dedos de sombra se cerraban alrededor de su corazón. “Quería verla de nuevo, con el único motivo de conocerla mejor.” Intentó gritar de nuevo, pero el monstruo simplemente llenó su boca de brea, sentía el dolor, la mano apretaba su corazón mientras comenzaba a arrancarlo. “Me importas. Realmente lo haces.” Observó en horror como su corazón salía de su pecho, el monstruo retrocedió, se lo llevó, y la dejó de nuevo tirada en la oscuridad, esta vez completamente sola.
Esta vez no despertó en medio de una parálisis del sueño. Se despertó a sí misma con sus propios chillidos. Claramente había estado llorando por bastante rato antes de comenzar a gritar, los ojos le ardían y sentía su cara empapada. No dejó de hacerlo, todo lo contrario, al notar que estaba oscuro sus gritos sólo empeoraron.
No veía nada, pero sentía que no estaba en el piso. Estaba sobre alguien. Recobró suficiente conciencia como para darse cuenta quién era, la única persona que podía ser. Gritó de desesperación, de miedo, intentando empujar al vampiro, de alejarse, pero estaba demasiado débil. No podía formar palabras, demasiado aterrorizada como para hacer cualquier cosa que no fuese gritar e intentar escapar. No veía nada, pero en la oscuridad las sombras formaban monstruos, sentía la mano en su garganta y casi no podía respirar mientras lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.
code by EMMENo podía moverse, no tenía fuerzas, pero de haberlo hecho seguro hubiese intentado otra cachetada, o salir corriendo. Escuchaba que rasgaba algo, y luego tocaba sus brazos y piernas. ¿Es que no la podía dejar en paz? Bajo el agua sintió el beso en su frente y quiso que la tragara la tierra. Hubiese preferido más estar a merced de licántropos hambrientos que un vampiro preocupado.
Sintió que flotaba, quizás por fin podría perderse en la inconsciencia, pero simplemente le había levantado del piso. ¿Por qué no podía simplemente perder el conocimiento y ya? Quería escapar, no sentir más el calor del pecho de Adam contra su piel fría y cubierta de sudor.
Poco a poco se sumergía bajo el agua, creyó escuchar tres palabras que significaban el principio de una historia, pero seguro estaba delirando. Por fin, dejó de sentir, de escuchar, y se ahogó por completo en el mar turbulento de su inconsciencia.
La recibió su pesadilla recurrente. Esta vez estaba en una habitación oscura que le parecía demasiado familiar. Su cabello ya se encontraba medio derretido en esa brea asquerosa, encontró que estaba hecha bolita, de lado, sobre una cama. ¿Bajo las sábanas? Sentía que se ahogaba.
No demoró demasiado en sentir esa mano familiar alrededor de su cuello. Crecía de su cabello, poco a poco más grande con cada lágrima que escurría de su cara. El silencio no era roto por nada, ni siquiera sus propios sollozos, era como si de pronto se hubiese quedado completamente sorda.
Intentó alejar la mano de su cuello, comenzaba a subir para entrar dentro de su boca, pero al estirarla sintió que había alguien más con ella. “He estado pensando... La verdad, Hitori, es que no sirves para mucho más que esto.” Escuchó las palabras dentro de su cabeza, de alguna manera seguía habiendo silencio ensordecedor. Las reconocía, no de una pesadilla, sino de una parte de su vida que era aún peor.
Abrió la boca y gritó, no quería estar ahí, prefería que las sombras la ahogaran. La persona que le acompañaba la tomó de manera bastante brusca y le envolvió en un beso apasionado del que Hitori no pudo escapar. Lo empujó, rasguñó, gritó, pero sus manos estaban atadas, su voz no funcionaba.
De pronto había luz lo suficiente como para ver que frente a ella había un monstruo de sombras con ojos grises. No lo reconoció, no era la persona que había dicho esas palabras. Las sombras ataban sus manos, entraban dentro de su boca y nariz, ya no podía respirar.
“Señorita Hitori... ¿Tu me amas?” No quería estar más ahí, pero no podía escapar. Ambos seres se habían mezclado en uno, a veces escuchaba la voz del que le había roto el corazón, otras la del vampiro. “Eso ya no es suficiente. Me aburre estar contigo, eres demasiado... Amable.” Hitori cerró sus ojos, sentía que el monstruo hundía su mano dentro de su pecho mientras posaba los labios en su sien.
“Me gusta cuidar de una dama como usted.” Un beso cariñoso en su frente mientras los dedos de sombra se cerraban alrededor de su corazón. “Quería verla de nuevo, con el único motivo de conocerla mejor.” Intentó gritar de nuevo, pero el monstruo simplemente llenó su boca de brea, sentía el dolor, la mano apretaba su corazón mientras comenzaba a arrancarlo. “Me importas. Realmente lo haces.” Observó en horror como su corazón salía de su pecho, el monstruo retrocedió, se lo llevó, y la dejó de nuevo tirada en la oscuridad, esta vez completamente sola.
Esta vez no despertó en medio de una parálisis del sueño. Se despertó a sí misma con sus propios chillidos. Claramente había estado llorando por bastante rato antes de comenzar a gritar, los ojos le ardían y sentía su cara empapada. No dejó de hacerlo, todo lo contrario, al notar que estaba oscuro sus gritos sólo empeoraron.
No veía nada, pero sentía que no estaba en el piso. Estaba sobre alguien. Recobró suficiente conciencia como para darse cuenta quién era, la única persona que podía ser. Gritó de desesperación, de miedo, intentando empujar al vampiro, de alejarse, pero estaba demasiado débil. No podía formar palabras, demasiado aterrorizada como para hacer cualquier cosa que no fuese gritar e intentar escapar. No veía nada, pero en la oscuridad las sombras formaban monstruos, sentía la mano en su garganta y casi no podía respirar mientras lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Lun Abr 05, 2021 11:37 am
La noche lentamente transcurría sin ningún problema, por lo menos hasta el momento. Llegó un punto en donde dejó de sangrar, eso era una buena noticia, el resto de las prendas que tenía en su mano ya estaban casi empapadas de sangre, y presionó suavemente en las heridas ajenas antes de dejarlo a un lado. La abrazaba cariñosamente, ahora con sus dos manos desocupadas la acariciaba, sus brazos, hombros, hasta sus mejillas y cabellos.
Observó la puerta enfrente de él, aquella que se había llenado de sangre y sólo con un movimiento de dedos aquellas sombras absorbieron los líquidos, aunque en la sala de computación había dejado detrás el desastre, en este lugar había encontrado algo importante, y lo menos que podía hacer era demostrar respeto. Su mirada se desvió hacia las cosas que había recogido a un lado, una guitarra improvisada, su confiable bastón y el paraguas.
Al pasar las horas, una pregunta se posó en la mente del vampiro, una que trataba de causar dudas, de encontrar alguna respuesta sólida, solamente fue un ¿Por que? y todo eso era lo que su mente necesitaba para intentar crear una respuesta coherente que no fuera “porque fue interesante” o “por mera curiosidad” No, claro que no, tres días, y en el lapso de esos tres días había tenido dos encuentros, aleatorios, como nunca nadie lo había hecho. Una actitud explosiva, apasionada, que mostraba sus miedos y angustias, que demostraba la debilidad y la fortaleza en tan sólo un abrir y cerrar de ojos. Las respuestas triviales no eran suficiente ya para llenar su cuadrado ser.
Psicópata, sociópata, palabras que le habían dedicado varias personas a lo lado de su vida, algunas incultas que no sabían su significado, ignorantes ante las heridas que podían crear al mencionar eso, y otras más que sabían de ello, su significado, que lo decían con tal seguridad que las demás personas podían creerlo. Negó ligeramente con la cabeza, depositando un beso en su coronilla, él mismo lo sabía, y no le molestaba que los demás lo supieran, ¿Entonces porque no estaba conforme con una respuesta tan vaga? Le causaba disgusto que su propia mente estuviera en su contra, pero cuando lo hacía es porque había algo mucho más allá de lo que podía notar en el momento, de que se tenía que meter en los lares de lo desconocido, sumergirse y encontrar la respuesta que le terminara de satisfacer y estar de acuerdo.
¿Qué es lo que lo empujaba a estar de nuevo en esta posición, con ella entre sus brazos? Dejó salir un suspiro, observando los cabellos ajenos, No se ponía así con sus parejas anteriores, usualmente solamente las abrazaba, o se sentaba a un lado de la cama mientras que sus pensamientos daban vueltas y vueltas, ideando una manera de poder descubrir todo en el momento. Esta era una rara ocasión de hecho. Estar de una manera íntima con alguien más. Un suspiro se resbaló de sus labios, tranquilo, solamente para poder estar enfocado.
Acariciando suavemente la mejilla ajena se dio cuenta de las lágrimas que brotaban de sus ojos, de nuevo una pesadilla. -Hitori- susurró, llamándola, dejando un beso en la frente ajena, con sus dedos limpiaban aquellas lágrimas que ella derramaba y con la otra apegaba el cuerpo ajeno al suyo, temblaba ligeramente. Estas pesadillas, ¿De que se trataban? No podía imaginarse el dolor que debía de pasar cada noche. De nuevo, le limpiaba, más y más conforme brotaban y recorrían la piel ajena.
Pero de ahí, la situación lentamente empeoraba, de ahí escuchaba los sollozos salir de la garganta ajena, y después de eso gritos, de desesperación, de miedo. -señorita Hitori… hey…- susurros gentiles mientras la acariciaba con una mano mientras que con la otra la sostenía, ella estaba débil, lo sentía por los pequeños empujones que recibía.
-Todo está bien- susurraba, y aquellas palabras se perdían en los gritos ajenos. En la oscuridad de la noche, como si fuese una banshee quien la había poseído. Gritos desgarradores que invadía sus orejas. Observó la puerta de nuevo, aún sellada por fuera, sin permitir que alguien de aquellas bestias entrara por el momento y que sus gritos de atención solamente llegaran a oídos sordos, no permitiría que perturbaran esta situación.
Observó a un lado y estiró su mano para agarrar su bastón, la idea pasó por su cabeza, agarrarlo y golpear al suelo, llamarle la atención, pero eso igual venía con un riesgo, uno el cual era bastante alto. Detuvo su mano cuando agarró el pomo, sus dedos pasaron por la boca de la serpiente. ¿Debía de hacerlo? No había otra opción, su brazo se estiró un poco más y lo agarró.
-Hitori- susurró de nuevo su nombre ahora la apegaba a él con sus piernas, y una de sus manos pasó suavemente por las cuerdas de la guitarra improvisada, suave, gentil, dejando salir un suave sonido de las notas, si, esta parecía ser la opción más viable hasta el momento, esperaba llamar la atención de alguna manera, que la oscuridad de la noche era profunda y vasta, que un movimiento en falso y se podía caer en algún tipo de pozo sin salida. Dejó un beso en la frente ajena, uno pequeño antes de comenzar a tocar, una nueva tonada, una suave.
¿Acaso era la mejor idea? No lo sabía, con ella las mejores ideas eran las peores, y las peores eran las normales, y así se turnaban en un juego de dados. Lentamente se estaba acostumbrado a esto, pero necesitaba un poco más de experiencia, por el momento, aquel falso sentido común le indicaba esto. Agarrar la guitarra y entonar una canción. No era lo mejor, no con esta guitarra, pero por lo menos hacía su trabajo como instrumento.
Observó la puerta enfrente de él, aquella que se había llenado de sangre y sólo con un movimiento de dedos aquellas sombras absorbieron los líquidos, aunque en la sala de computación había dejado detrás el desastre, en este lugar había encontrado algo importante, y lo menos que podía hacer era demostrar respeto. Su mirada se desvió hacia las cosas que había recogido a un lado, una guitarra improvisada, su confiable bastón y el paraguas.
Al pasar las horas, una pregunta se posó en la mente del vampiro, una que trataba de causar dudas, de encontrar alguna respuesta sólida, solamente fue un ¿Por que? y todo eso era lo que su mente necesitaba para intentar crear una respuesta coherente que no fuera “porque fue interesante” o “por mera curiosidad” No, claro que no, tres días, y en el lapso de esos tres días había tenido dos encuentros, aleatorios, como nunca nadie lo había hecho. Una actitud explosiva, apasionada, que mostraba sus miedos y angustias, que demostraba la debilidad y la fortaleza en tan sólo un abrir y cerrar de ojos. Las respuestas triviales no eran suficiente ya para llenar su cuadrado ser.
Psicópata, sociópata, palabras que le habían dedicado varias personas a lo lado de su vida, algunas incultas que no sabían su significado, ignorantes ante las heridas que podían crear al mencionar eso, y otras más que sabían de ello, su significado, que lo decían con tal seguridad que las demás personas podían creerlo. Negó ligeramente con la cabeza, depositando un beso en su coronilla, él mismo lo sabía, y no le molestaba que los demás lo supieran, ¿Entonces porque no estaba conforme con una respuesta tan vaga? Le causaba disgusto que su propia mente estuviera en su contra, pero cuando lo hacía es porque había algo mucho más allá de lo que podía notar en el momento, de que se tenía que meter en los lares de lo desconocido, sumergirse y encontrar la respuesta que le terminara de satisfacer y estar de acuerdo.
¿Qué es lo que lo empujaba a estar de nuevo en esta posición, con ella entre sus brazos? Dejó salir un suspiro, observando los cabellos ajenos, No se ponía así con sus parejas anteriores, usualmente solamente las abrazaba, o se sentaba a un lado de la cama mientras que sus pensamientos daban vueltas y vueltas, ideando una manera de poder descubrir todo en el momento. Esta era una rara ocasión de hecho. Estar de una manera íntima con alguien más. Un suspiro se resbaló de sus labios, tranquilo, solamente para poder estar enfocado.
Acariciando suavemente la mejilla ajena se dio cuenta de las lágrimas que brotaban de sus ojos, de nuevo una pesadilla. -Hitori- susurró, llamándola, dejando un beso en la frente ajena, con sus dedos limpiaban aquellas lágrimas que ella derramaba y con la otra apegaba el cuerpo ajeno al suyo, temblaba ligeramente. Estas pesadillas, ¿De que se trataban? No podía imaginarse el dolor que debía de pasar cada noche. De nuevo, le limpiaba, más y más conforme brotaban y recorrían la piel ajena.
Pero de ahí, la situación lentamente empeoraba, de ahí escuchaba los sollozos salir de la garganta ajena, y después de eso gritos, de desesperación, de miedo. -señorita Hitori… hey…- susurros gentiles mientras la acariciaba con una mano mientras que con la otra la sostenía, ella estaba débil, lo sentía por los pequeños empujones que recibía.
-Todo está bien- susurraba, y aquellas palabras se perdían en los gritos ajenos. En la oscuridad de la noche, como si fuese una banshee quien la había poseído. Gritos desgarradores que invadía sus orejas. Observó la puerta de nuevo, aún sellada por fuera, sin permitir que alguien de aquellas bestias entrara por el momento y que sus gritos de atención solamente llegaran a oídos sordos, no permitiría que perturbaran esta situación.
Observó a un lado y estiró su mano para agarrar su bastón, la idea pasó por su cabeza, agarrarlo y golpear al suelo, llamarle la atención, pero eso igual venía con un riesgo, uno el cual era bastante alto. Detuvo su mano cuando agarró el pomo, sus dedos pasaron por la boca de la serpiente. ¿Debía de hacerlo? No había otra opción, su brazo se estiró un poco más y lo agarró.
-Hitori- susurró de nuevo su nombre ahora la apegaba a él con sus piernas, y una de sus manos pasó suavemente por las cuerdas de la guitarra improvisada, suave, gentil, dejando salir un suave sonido de las notas, si, esta parecía ser la opción más viable hasta el momento, esperaba llamar la atención de alguna manera, que la oscuridad de la noche era profunda y vasta, que un movimiento en falso y se podía caer en algún tipo de pozo sin salida. Dejó un beso en la frente ajena, uno pequeño antes de comenzar a tocar, una nueva tonada, una suave.
¿Acaso era la mejor idea? No lo sabía, con ella las mejores ideas eran las peores, y las peores eran las normales, y así se turnaban en un juego de dados. Lentamente se estaba acostumbrado a esto, pero necesitaba un poco más de experiencia, por el momento, aquel falso sentido común le indicaba esto. Agarrar la guitarra y entonar una canción. No era lo mejor, no con esta guitarra, pero por lo menos hacía su trabajo como instrumento.
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Adam ValentineAdam Valentine
Edad : 35
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Rompe Regla I :
Raza : Vampiro
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Localización : En un mundo extraño con reglas extrañas
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Lun Abr 05, 2021 4:58 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
No lograba calmarse, había despertado de su pesadilla pero el monstruo que le arrancaría el corazón seguía ahí. Lo empujó con toda la fuerza que pudo, no lo suficiente para hacer algo, pero si para volver a abrir las heridas en su cuerpo mientras intentaba zafarse.
Sus gritos sólo se interrumpían en sollozos pesados, sintió que una mano cálida la acariciaba y supo que no habría escapatoria. No tenía cómo defenderse ya, al igual que en esa pesadilla, estaba a merced de él en la oscuridad. Sintió que su cuerpo empezaba a temblar, no sabía si estaba despierta o si había vuelto a dormir.
Inconscientemente llevó ambas piernas contra su pecho, haciéndose bolita antes de girar hacia un lado, apoyando su espalda contra Adam. Abrazó sus piernas con fuerza, tan sólo notó que no podía estar durmiendo cuando sintió sangre comenzar a escurrir nuevamente de sus heridas. Hitori escondió su cara entre sus piernas, se sentía cada segundo más desesperada, creyó que perdería el resto de la cabeza precisamente en ese momento.
Y, a pesar de todo eso, parte de ella se sentía aliviada de no estar sola. Maldita su vida, maldita su suerte. Formó puños con ambas manos y los apretó con la fuerza patética que tenía en ese momento. Estaba aterrorizada, sabía que ese vampiro sería su ruina, pero no podía correr. Y un pedazo cada vez más grande de ella simplemente no quería.
Ante esa idea gritó con más fuerza, pero por debajo de sus gritos logró escuchar algo distinto por primera vez desde que había despertado. ¿Una guitarra? Dejó que su grito se ahogara en un sollozo, que sus hombros se sacudieran violentamente, que la música la trajera del borde del abismo.
No había suficiente para pensamientos demasiado coherentes. Siguió llorando, pero los gritos se habían detenido. Se encontraba en un ovillo perfecto, impenetrable, la última defensa contra el vampiro. Temblaba de frío, de miedo, mientras esa mano de angustia apretaba su garganta con fuerza. Todavía escuchaba la pesadilla, todavía sentía restos de dolor en su pecho donde habían arrancado su corazón.
Se maldijo a sí misma nuevamente. Aunque todo eso era cierto, cada segundo entre los brazos de Adam la pesadilla se difuminaba de a poco. ¿Por qué tenía que ser así? Sin importar qué ni quién fuera, sin importar que sería probablemente la persona que por fin la destruiría, no podía evitar sentirse mejor
Hitori sintió cómo su cerebro terminaba de despertar, separándose finalmente de esa pesadilla en los minutos en que la canción rompía el silencio. Todavía temblaba, todavía sollozaba, todavía sentía esa mano de angustia apretar su cuello, pero no escuchaba la pesadilla.
“T-Te dije que no m-me tocaras.” Refunfuñó en un reproche interrumpido por llanto cuando Adam terminó de tocar. La rabia estaba, quedaba, pero su tono era más derrotado que confrontacional. Permaneció atrincherada dentro de sí misma, vibrando por los movimientos involuntarios de su cuerpo.
code by EMMESus gritos sólo se interrumpían en sollozos pesados, sintió que una mano cálida la acariciaba y supo que no habría escapatoria. No tenía cómo defenderse ya, al igual que en esa pesadilla, estaba a merced de él en la oscuridad. Sintió que su cuerpo empezaba a temblar, no sabía si estaba despierta o si había vuelto a dormir.
Inconscientemente llevó ambas piernas contra su pecho, haciéndose bolita antes de girar hacia un lado, apoyando su espalda contra Adam. Abrazó sus piernas con fuerza, tan sólo notó que no podía estar durmiendo cuando sintió sangre comenzar a escurrir nuevamente de sus heridas. Hitori escondió su cara entre sus piernas, se sentía cada segundo más desesperada, creyó que perdería el resto de la cabeza precisamente en ese momento.
Y, a pesar de todo eso, parte de ella se sentía aliviada de no estar sola. Maldita su vida, maldita su suerte. Formó puños con ambas manos y los apretó con la fuerza patética que tenía en ese momento. Estaba aterrorizada, sabía que ese vampiro sería su ruina, pero no podía correr. Y un pedazo cada vez más grande de ella simplemente no quería.
Ante esa idea gritó con más fuerza, pero por debajo de sus gritos logró escuchar algo distinto por primera vez desde que había despertado. ¿Una guitarra? Dejó que su grito se ahogara en un sollozo, que sus hombros se sacudieran violentamente, que la música la trajera del borde del abismo.
No había suficiente para pensamientos demasiado coherentes. Siguió llorando, pero los gritos se habían detenido. Se encontraba en un ovillo perfecto, impenetrable, la última defensa contra el vampiro. Temblaba de frío, de miedo, mientras esa mano de angustia apretaba su garganta con fuerza. Todavía escuchaba la pesadilla, todavía sentía restos de dolor en su pecho donde habían arrancado su corazón.
Se maldijo a sí misma nuevamente. Aunque todo eso era cierto, cada segundo entre los brazos de Adam la pesadilla se difuminaba de a poco. ¿Por qué tenía que ser así? Sin importar qué ni quién fuera, sin importar que sería probablemente la persona que por fin la destruiría, no podía evitar sentirse mejor
Hitori sintió cómo su cerebro terminaba de despertar, separándose finalmente de esa pesadilla en los minutos en que la canción rompía el silencio. Todavía temblaba, todavía sollozaba, todavía sentía esa mano de angustia apretar su cuello, pero no escuchaba la pesadilla.
“T-Te dije que no m-me tocaras.” Refunfuñó en un reproche interrumpido por llanto cuando Adam terminó de tocar. La rabia estaba, quedaba, pero su tono era más derrotado que confrontacional. Permaneció atrincherada dentro de sí misma, vibrando por los movimientos involuntarios de su cuerpo.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Lun Abr 05, 2021 5:49 pm
Las repercusiones fueron más explosivas de lo que había anticipado, claro, si hubiera tenido la oportunidad de algo así. No, en lugar de eso, decidió experimentar en territorios desconocidos, en lares no explorados, en abismos sin luz ni visión. Ahora, estaba con algo que no podía controlar, solamente hacer el esfuerzo de calmar, de poder tan siquiera evitar que haya más repercusiones. Un pequeño suspiro, después apoyó su frente en la coronilla ajena, sintiendo como ella se acomodaba, se movía y le daba la espalda.
Tenía que recobrar la poca confianza que ella había depositado en él. Un error, solamente un error, un tropiezo, algo que hizo sin pensar en las consecuencias de sus actos. Todo eso derribó lo que pensaba que era un cimiento sólido. No, todo lo contrario, estaba construido en arena movediza, era algo casi imposible en este momento.
Sus dedos tocaban las cuerdas con suavidad, presionaba a veces para dejar salir las diferentes notas de aquella canción que había escuchado hace tiempo en la radio. Dejó un pequeño beso en su coronilla, parecía ser un mecanismo de defensa, así como lo había presenciado en la tarde, ahí arriba en el capó del destrozado vehículo. Por lo menos, dejó de gritar, eso era un pequeño avance.
Respiró profundamente, ahora estaba en un camino completamente inestable. Cada paso podía ser el final, ¿acaso no podía solamente obligarla? ¿Dominarla? Que cayera en un hechizo y listo. Negó con suavidad dentro de su fuero interno, no, no deseaba eso, quería a la persona que estaba ahí, escuchando una canción entre sollozos y gritos ahogados, aquella que se rio en una tarde, que hubo un evento agradable. ¿Por qué? De nuevo esa pregunta que exploraba lo que ya sabía, lo desconocido, la naturaleza humana. Por qué… Era un capricho del vampiro, ¿O es que había algo más dentro de él que actuaba fuera de su voluntad?
-Disculpe... Hitori… La noche es fría y… no pude evitarlo…- susurró, ¿Estaba sintiéndose culpable? ¿O era solamente una farsa? Sus palabras se resbalaban de preocupación, tragó un poco de saliva, ya para las últimas notas de la canción antes de que sus dedos acabaran de tocar los acordes y el silencio de nuevo reinara en la sala de música.
-Yo... - se detuvo por un momento, cerrando sus ojos, bloqueando la visión nocturna que tenía en el momento, pensaba un poco, por lo menos unos segundos antes de romper de nuevo el silencio -me disculpo por mi idiotez- dijo finalmente, dejando un pequeño beso, de nuevo, sobre sus cabellos, sus dedos, un poco ansiosos por tocar de nuevo una canción. Ahora encontraba el significado, la música es la mejor manera de demostrar el sentimiento que no se puede expresar en palabras. Respiró profundamente, agarrando la guitarra con una mano mientras que con la otra dejó una suave caricia en su pierna. “¿Qué es lo que estoy haciendo?” Se preguntó sin saber bien cómo apuntar con el dedo el sentimiento que tenía. Era su juguete y debía protegerla, ¿No? no había algo más allá que eso, ¿Cierto? Dudas y más dudas. Tal vez… sólo tal vez...
Sus dedos se prepararon, y entonaron una nueva canción, de nueva manera, rompiendo ese silencio de la sala, dejando que las notas musicales estuvieran por encima de los sollozos ajenos. y con una voz baja comenzó a cantar, a pronunciar esos versos como si fueran suyos. Con su propia voz grave, se la dedicaba tanto a ella como su ser, como aquella velocidad que había tomado gracias a la aleatoriedad de sus pensamientos en su momento.
La idea de preguntarle a alguien quien no ha estado por mucho tiempo sobre estos sentimientos lo llevaba de nostalgia. ¿Acaso ella sabría? no, posiblemente no, como ella no pudo entenderlo en su momento, tal vez esto no sea algo más que un caso aislado, pero tampoco perdía nada. La biblioteca que resguardaba en su mente era inmensa, llena de conocimiento, pero nada de eso le servía en el momento. Ninguna novela, ningún libro científico. Nada. ¿Acaso la conversación de hace tiempo tenía sentido en este momento? Creía poder entender lo que su acompañante quería saber en el momento. “Es algo irracional” dijo dentro de su cabeza, algo inevitable le había dicho… No, no era posible, aquel sentimiento extraño solamente estaba enfocado en su avaricia, no podía desviarse, ¿Cierto?... ¿Cierto...?
Tenía que recobrar la poca confianza que ella había depositado en él. Un error, solamente un error, un tropiezo, algo que hizo sin pensar en las consecuencias de sus actos. Todo eso derribó lo que pensaba que era un cimiento sólido. No, todo lo contrario, estaba construido en arena movediza, era algo casi imposible en este momento.
Sus dedos tocaban las cuerdas con suavidad, presionaba a veces para dejar salir las diferentes notas de aquella canción que había escuchado hace tiempo en la radio. Dejó un pequeño beso en su coronilla, parecía ser un mecanismo de defensa, así como lo había presenciado en la tarde, ahí arriba en el capó del destrozado vehículo. Por lo menos, dejó de gritar, eso era un pequeño avance.
Respiró profundamente, ahora estaba en un camino completamente inestable. Cada paso podía ser el final, ¿acaso no podía solamente obligarla? ¿Dominarla? Que cayera en un hechizo y listo. Negó con suavidad dentro de su fuero interno, no, no deseaba eso, quería a la persona que estaba ahí, escuchando una canción entre sollozos y gritos ahogados, aquella que se rio en una tarde, que hubo un evento agradable. ¿Por qué? De nuevo esa pregunta que exploraba lo que ya sabía, lo desconocido, la naturaleza humana. Por qué… Era un capricho del vampiro, ¿O es que había algo más dentro de él que actuaba fuera de su voluntad?
-Disculpe... Hitori… La noche es fría y… no pude evitarlo…- susurró, ¿Estaba sintiéndose culpable? ¿O era solamente una farsa? Sus palabras se resbalaban de preocupación, tragó un poco de saliva, ya para las últimas notas de la canción antes de que sus dedos acabaran de tocar los acordes y el silencio de nuevo reinara en la sala de música.
-Yo... - se detuvo por un momento, cerrando sus ojos, bloqueando la visión nocturna que tenía en el momento, pensaba un poco, por lo menos unos segundos antes de romper de nuevo el silencio -me disculpo por mi idiotez- dijo finalmente, dejando un pequeño beso, de nuevo, sobre sus cabellos, sus dedos, un poco ansiosos por tocar de nuevo una canción. Ahora encontraba el significado, la música es la mejor manera de demostrar el sentimiento que no se puede expresar en palabras. Respiró profundamente, agarrando la guitarra con una mano mientras que con la otra dejó una suave caricia en su pierna. “¿Qué es lo que estoy haciendo?” Se preguntó sin saber bien cómo apuntar con el dedo el sentimiento que tenía. Era su juguete y debía protegerla, ¿No? no había algo más allá que eso, ¿Cierto? Dudas y más dudas. Tal vez… sólo tal vez...
Sus dedos se prepararon, y entonaron una nueva canción, de nueva manera, rompiendo ese silencio de la sala, dejando que las notas musicales estuvieran por encima de los sollozos ajenos. y con una voz baja comenzó a cantar, a pronunciar esos versos como si fueran suyos. Con su propia voz grave, se la dedicaba tanto a ella como su ser, como aquella velocidad que había tomado gracias a la aleatoriedad de sus pensamientos en su momento.
La idea de preguntarle a alguien quien no ha estado por mucho tiempo sobre estos sentimientos lo llevaba de nostalgia. ¿Acaso ella sabría? no, posiblemente no, como ella no pudo entenderlo en su momento, tal vez esto no sea algo más que un caso aislado, pero tampoco perdía nada. La biblioteca que resguardaba en su mente era inmensa, llena de conocimiento, pero nada de eso le servía en el momento. Ninguna novela, ningún libro científico. Nada. ¿Acaso la conversación de hace tiempo tenía sentido en este momento? Creía poder entender lo que su acompañante quería saber en el momento. “Es algo irracional” dijo dentro de su cabeza, algo inevitable le había dicho… No, no era posible, aquel sentimiento extraño solamente estaba enfocado en su avaricia, no podía desviarse, ¿Cierto?... ¿Cierto...?
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Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Lun Abr 05, 2021 7:28 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Escuchó las disculpas, pero no sabía si eso empeoraba o mejoraba las cosas. Sonaba preocupado, Hitori no quería eso. No necesitaba que nadie se preocupara por ella, menos Adam que seguro terminaría por arruinar más todo.
“Idiotez es una manera de describirlo.” Volvió a refunfuñar entre sollozos que parecían no tener fin. Habían dos cosas dentro de ella que no se ponían de acuerdo ni lograban vencer a la otra. Quería correr y quedarse. Que la dejara tranquila y no la soltara nunca. No verlo nunca más y que nunca le dejara sola. Estaba aterrorizada, pero no podía evitar sentirse mejor con esas caricias.
La contradicción que Adam había desatado en su cabeza era demasiada, sentía que se iba a partir por la mitad. Soltó sus piernas para llevar una mano a cada sien y apretó con la poca fuerza que tenía mientras seguía sacudiéndose en sollozos.
Completamente paralizada, como su mente no sabía que hacer su cuerpo se rehusaba a responder de cualquier manera más que contraerse en esa coraza de armadillo y seguir llorando y temblando. No había dormido lo suficiente para descansar ni recuperarse, lo que fuera que cubría algunas de sus heridas se sentía mojado con sangre nueva. Aún con el dolor y cansancio, no sería capaz de volver a dormir ahora que su pesadilla recurrente había cambiado.
No había nada dentro de ella en ese momento que pudiese ayudarle a conciliar lo que estaba pasando. Se quedaría ahí, atrapada en una dicotomía que no le permitía pensar en nada más, cada segundo más cerca de sucumbir por completo ante la mano que quería consumirla.
¿Y si era momento de dejar de pelear? ¿Por qué lo hacía con tanta fuerza, de todos modos? No era como si fuese realmente feliz a pesar de todos los esfuerzos que hacía para mantenerse a flote. Dejarse enloquecer por completo era una opción que no se había permitido, quizás más por preocupación de lo que significaría para su familia que por sí misma. Pero en ese mundo ya no podía hacerles daño.
Quizás era mejor así. Dejó escapar un sonido ahogado, la angustia se expandió por su cuerpo, respondiendo ante el afloje de la voluntad de Hitori. Si se dejaba ir por completo, ni Adam ni nadie podría hacerle daño. Si se dejaba ir por completo no importaba que no era capaz de decidir lo que quería hacer.
Y luego la guitarra volvió a romper el silencio de sus sollozos. -¿Ahora qué?- Estaba a segundos de dejarse ahogar en la locura, pero la curiosidad suicida pudo más. Lo aplazó por ahora. No había esperado que Adam acompañara con su voz. Todo desapareció frente a eso, no tuvo que intentar dejarse llevar por la música, era como si el vampiro la hubiese tomado y sumergido de lleno en ella.
Adam y sus intenciones habían sido una incógnita imposible de descifrar, era parte del problema. Mientras la canción avanzaba, mientras Hitori lograba entender un poco más, sintió su cuerpo relajarse. Era perfecta, parecía completamente acertada a la situación. Todo había sido un revoltijo confuso, no había tenido tiempo de reponerse ni ajustarse, todo demasiado rápido y caótico, incluso para alguien como ella.
La pálida chica dejó de temblar y ya no tenía la energía para mantenerse en esa posición tan apretada. Volvió a girar de a poco hasta quedar de espalda, abrazando sus codos sin cuidado por las heridas que tenía. No podía ver su cara, no en esa oscuridad, pero por lo menos ya no era reemplazada por la de esa pesadilla.
Por primera vez Adam sonaba vulnerable, como si no tuviese todo resuelto ya. ¿Era mejor o peor? No cambiaba en absoluto la dicotomía dentro de su cabeza aunque sí hacía algo para calmarle un poco. Hitori posó una mano en el pecho del vampiro. ¿Qué había ahí dentro? No estaba segura, tampoco sabía si quería o podía averiguarlo, pero mientras cantaba sentía que quizás no era todo tan malo.
No quería permitirse pensarlo, era demasiado peligroso, pero… ¿Y si resultaba que él no pretendía repetir aquella pesadilla? Sintió que caía en un pozo profundo nuevamente con la mera idea de dejar que se acercara lo suficiente como para confirmar esa teoría.
Hitori posó su otra mano en su propio pecho, haciendo caso a la canción que había acabado. Intentó calmar sus sollozos, intentó decirle a su mente que hiciera una pausa. Simplemente olvidar todo eso, concentrarse sólo en el momento en que estaban, pero no podía con las incógnitas en su cabeza.
Suspiró pesadamente, sus sollozos eran un poco más tranquilos, por lo menos. “¿Qué quieres de mí, Adam?” Preguntó sin pedirle permiso a su cabeza, las palabras escaparon, acongojadas, pesadas, llenas de todo ese miedo e incertidumbre que amenazaba con partir su cabeza por la mitad.
code by EMME“Idiotez es una manera de describirlo.” Volvió a refunfuñar entre sollozos que parecían no tener fin. Habían dos cosas dentro de ella que no se ponían de acuerdo ni lograban vencer a la otra. Quería correr y quedarse. Que la dejara tranquila y no la soltara nunca. No verlo nunca más y que nunca le dejara sola. Estaba aterrorizada, pero no podía evitar sentirse mejor con esas caricias.
La contradicción que Adam había desatado en su cabeza era demasiada, sentía que se iba a partir por la mitad. Soltó sus piernas para llevar una mano a cada sien y apretó con la poca fuerza que tenía mientras seguía sacudiéndose en sollozos.
Completamente paralizada, como su mente no sabía que hacer su cuerpo se rehusaba a responder de cualquier manera más que contraerse en esa coraza de armadillo y seguir llorando y temblando. No había dormido lo suficiente para descansar ni recuperarse, lo que fuera que cubría algunas de sus heridas se sentía mojado con sangre nueva. Aún con el dolor y cansancio, no sería capaz de volver a dormir ahora que su pesadilla recurrente había cambiado.
No había nada dentro de ella en ese momento que pudiese ayudarle a conciliar lo que estaba pasando. Se quedaría ahí, atrapada en una dicotomía que no le permitía pensar en nada más, cada segundo más cerca de sucumbir por completo ante la mano que quería consumirla.
¿Y si era momento de dejar de pelear? ¿Por qué lo hacía con tanta fuerza, de todos modos? No era como si fuese realmente feliz a pesar de todos los esfuerzos que hacía para mantenerse a flote. Dejarse enloquecer por completo era una opción que no se había permitido, quizás más por preocupación de lo que significaría para su familia que por sí misma. Pero en ese mundo ya no podía hacerles daño.
Quizás era mejor así. Dejó escapar un sonido ahogado, la angustia se expandió por su cuerpo, respondiendo ante el afloje de la voluntad de Hitori. Si se dejaba ir por completo, ni Adam ni nadie podría hacerle daño. Si se dejaba ir por completo no importaba que no era capaz de decidir lo que quería hacer.
Y luego la guitarra volvió a romper el silencio de sus sollozos. -¿Ahora qué?- Estaba a segundos de dejarse ahogar en la locura, pero la curiosidad suicida pudo más. Lo aplazó por ahora. No había esperado que Adam acompañara con su voz. Todo desapareció frente a eso, no tuvo que intentar dejarse llevar por la música, era como si el vampiro la hubiese tomado y sumergido de lleno en ella.
Adam y sus intenciones habían sido una incógnita imposible de descifrar, era parte del problema. Mientras la canción avanzaba, mientras Hitori lograba entender un poco más, sintió su cuerpo relajarse. Era perfecta, parecía completamente acertada a la situación. Todo había sido un revoltijo confuso, no había tenido tiempo de reponerse ni ajustarse, todo demasiado rápido y caótico, incluso para alguien como ella.
La pálida chica dejó de temblar y ya no tenía la energía para mantenerse en esa posición tan apretada. Volvió a girar de a poco hasta quedar de espalda, abrazando sus codos sin cuidado por las heridas que tenía. No podía ver su cara, no en esa oscuridad, pero por lo menos ya no era reemplazada por la de esa pesadilla.
Por primera vez Adam sonaba vulnerable, como si no tuviese todo resuelto ya. ¿Era mejor o peor? No cambiaba en absoluto la dicotomía dentro de su cabeza aunque sí hacía algo para calmarle un poco. Hitori posó una mano en el pecho del vampiro. ¿Qué había ahí dentro? No estaba segura, tampoco sabía si quería o podía averiguarlo, pero mientras cantaba sentía que quizás no era todo tan malo.
No quería permitirse pensarlo, era demasiado peligroso, pero… ¿Y si resultaba que él no pretendía repetir aquella pesadilla? Sintió que caía en un pozo profundo nuevamente con la mera idea de dejar que se acercara lo suficiente como para confirmar esa teoría.
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Suspiró pesadamente, sus sollozos eran un poco más tranquilos, por lo menos. “¿Qué quieres de mí, Adam?” Preguntó sin pedirle permiso a su cabeza, las palabras escaparon, acongojadas, pesadas, llenas de todo ese miedo e incertidumbre que amenazaba con partir su cabeza por la mitad.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Lun Abr 05, 2021 8:14 pm
Sus dedos pasaban gentilmente por las cuerdas de la guitarra, suaves, expertos como si siempre las hubiese tocado, fue gracias a su madre quien le había enseñado, y mucho más adelante perfeccionado en sus prácticas. Sus ojos, cerrados, tan sólo sintiendo las palabras que cantaba con sentimiento, de nuevo, ese sentimiento, pero no era de euforia, era más allá de eso, era algo mucho más profundo, más personal, era una especie de melancolía. Pero no gracias a los numerosos recuerdos, sino era otra cosa, era una sensación que no podía describir en el momento con meras palabras.
Todo parecía ir a un estado neutral. se ahogaba en un mar de notas musicales que él mismo daba. Calma… por lo menos la duda ya no estaba apareciendo más en cada segundo que progresaba con ella. Su voz desaparecía, la música, todo, en ese momento, en un momento, estaba realmente hundido en algún lugar. Se sentía que estaba flotando, que la corriente se lo estaba llevando a una ubicación completamente desconocida. ¿Qué sería lo que iba a descubrir ahora? Tal vez una tierra desconocida en su interior, que faltaba explorar, de sensaciones que no podía explicar.
Sentía el cuerpo ajeno calmarse, como apenas y se movía, que aquella coraza que había levantado lentamente descendía, que su débil toque con su mano fue suficiente para brindarle calma al vampiro. Un nuevo suspiro, si, debía de descubrir que era todo esto, ¿acaso era que la locura se había apoderado de su mente? De un momento a otro, siendo alguien meticuloso estaba ahora sin planes ni palabras para poder responder a la situación, que solamente se dejaba llevar, y las ideas y palabras surgían conforme avanzaba. Tal vez… era un cambio nuevo, un principio, un punto de partida a una nueva forma de pensamiento, algo llevado como uno de sus compañeros en su infancia. Era extraño, claramente, demasiado como para estar conforme con esa situación.
Al final de la canción, apenas alargando aquellas notas, como si no quisiera separarse de algo que nuevamente había descubierto, pero lo tenía que hacer y de nuevo el silencio lentamente comenzó a reinar en el lugar. Sin sollozos esta vez, por lo menos no pronunciados como antes. Sus ojos cerrados, si, dos descubrimientos de diferentes sentimientos que no quería separarse de ellos, que lo había logrado gracias a ella, que había sido un médium por el cual poder alcanzar más allá de los límites de su propia mente. Puertas que no sabía que había abierto ahora lentamente lo hacían.
-Estar contigo... - susurró, sonriendo un poco y presionando su frente contra la cabeza ajena -Es extraño señorita Hitori... creí realmente saber lo que quería de usted…- más y más palabras salían de sus labios, tocando notas aleatoriamente, como si sus pausas en su voz fueran llenadas por el sonido de la guitarra -Ahora, solamente es eso, estar con usted la mayor parte del tiempo posible, no puedo explicar bien los sentimientos que andan surgiendo, ni mis pensamientos que andan caóticamente navegando por mi mente- Un suspiro pequeño salió, estaba entrando en conflicto por un momento, pero no mentía, en sus palabras la honestidad se desbordaba. Las palabras no se estaban formulando lo suficientemente rápido, por primera vez en su vida, no salían como deberían de hacerlo, no con esa fluidez que siempre tenía.
-Es egoísta de mi parte, pido disculpas por eso- susurraba, solamente eran palabras dirigidas para ella y para nadie más. Dejó la guitarra a un lado y acariciaba los hombros ajenos, pasando con sumo cuidado las yemas de los dedos sobre la piel ajena, y después se pasearon a las mejillas en donde solamente dejaba caricias, pequeñas, suaves, gentiles. Abrió su boca de nuevo, pero realmente no tenía nada que decir -Hitori…- Susurró con suavidad, dejando un beso en la frente ajena.
Sus manos pasaron de las mejillas ajenas hacia su espalda, acariciando lentamente, sus pensamientos, su mente intentando hacer sentido a lo que era este surgimiento de síntomas desconocidos de alguna enfermedad emocional. Claro, debió haberlo leído, claro, lo explico. Respiró profundamente de nuevo, relamiendo sus labios con lentitud antes de poder formular su próxima oración -... realmente me importa- esas palabras, ni se molestó en que pasarán en su razonamiento, solamente fueron soltadas, estaba en la cuerda floja. Ya no sabía lo que era sentir en el momento. Los engranajes en su cabeza simplemente se detuvieron por un momento, expectantes a las palabras ajenas, sin saber realmente lo que iba a pasar.
Todo parecía ir a un estado neutral. se ahogaba en un mar de notas musicales que él mismo daba. Calma… por lo menos la duda ya no estaba apareciendo más en cada segundo que progresaba con ella. Su voz desaparecía, la música, todo, en ese momento, en un momento, estaba realmente hundido en algún lugar. Se sentía que estaba flotando, que la corriente se lo estaba llevando a una ubicación completamente desconocida. ¿Qué sería lo que iba a descubrir ahora? Tal vez una tierra desconocida en su interior, que faltaba explorar, de sensaciones que no podía explicar.
Sentía el cuerpo ajeno calmarse, como apenas y se movía, que aquella coraza que había levantado lentamente descendía, que su débil toque con su mano fue suficiente para brindarle calma al vampiro. Un nuevo suspiro, si, debía de descubrir que era todo esto, ¿acaso era que la locura se había apoderado de su mente? De un momento a otro, siendo alguien meticuloso estaba ahora sin planes ni palabras para poder responder a la situación, que solamente se dejaba llevar, y las ideas y palabras surgían conforme avanzaba. Tal vez… era un cambio nuevo, un principio, un punto de partida a una nueva forma de pensamiento, algo llevado como uno de sus compañeros en su infancia. Era extraño, claramente, demasiado como para estar conforme con esa situación.
Al final de la canción, apenas alargando aquellas notas, como si no quisiera separarse de algo que nuevamente había descubierto, pero lo tenía que hacer y de nuevo el silencio lentamente comenzó a reinar en el lugar. Sin sollozos esta vez, por lo menos no pronunciados como antes. Sus ojos cerrados, si, dos descubrimientos de diferentes sentimientos que no quería separarse de ellos, que lo había logrado gracias a ella, que había sido un médium por el cual poder alcanzar más allá de los límites de su propia mente. Puertas que no sabía que había abierto ahora lentamente lo hacían.
-Estar contigo... - susurró, sonriendo un poco y presionando su frente contra la cabeza ajena -Es extraño señorita Hitori... creí realmente saber lo que quería de usted…- más y más palabras salían de sus labios, tocando notas aleatoriamente, como si sus pausas en su voz fueran llenadas por el sonido de la guitarra -Ahora, solamente es eso, estar con usted la mayor parte del tiempo posible, no puedo explicar bien los sentimientos que andan surgiendo, ni mis pensamientos que andan caóticamente navegando por mi mente- Un suspiro pequeño salió, estaba entrando en conflicto por un momento, pero no mentía, en sus palabras la honestidad se desbordaba. Las palabras no se estaban formulando lo suficientemente rápido, por primera vez en su vida, no salían como deberían de hacerlo, no con esa fluidez que siempre tenía.
-Es egoísta de mi parte, pido disculpas por eso- susurraba, solamente eran palabras dirigidas para ella y para nadie más. Dejó la guitarra a un lado y acariciaba los hombros ajenos, pasando con sumo cuidado las yemas de los dedos sobre la piel ajena, y después se pasearon a las mejillas en donde solamente dejaba caricias, pequeñas, suaves, gentiles. Abrió su boca de nuevo, pero realmente no tenía nada que decir -Hitori…- Susurró con suavidad, dejando un beso en la frente ajena.
Sus manos pasaron de las mejillas ajenas hacia su espalda, acariciando lentamente, sus pensamientos, su mente intentando hacer sentido a lo que era este surgimiento de síntomas desconocidos de alguna enfermedad emocional. Claro, debió haberlo leído, claro, lo explico. Respiró profundamente de nuevo, relamiendo sus labios con lentitud antes de poder formular su próxima oración -... realmente me importa- esas palabras, ni se molestó en que pasarán en su razonamiento, solamente fueron soltadas, estaba en la cuerda floja. Ya no sabía lo que era sentir en el momento. Los engranajes en su cabeza simplemente se detuvieron por un momento, expectantes a las palabras ajenas, sin saber realmente lo que iba a pasar.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Mar Abr 06, 2021 1:22 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Ahora que la pregunta había escapado de sus labios, no sabía si podía soportar la respuesta. Quiso cubrir sus oídos, chillar hasta quedarse sorda para salvarse de las palabras que vendrían. ¿Iba a mentirle? ¿Iba a decir palabras que gatillarían un nuevo ataque de pánico? Con su pregunta le había pasado un arma cargada, no sabía con cuantas balas y ahora jugaban a la ruleta rusa.
Ante las primeras palabras, todo el aire se vació de sus pulmones y se quedó completamente helada. -¿Estar conmigo cómo? ¿De qué manera? ¿Así?- Más vueltas, más preguntas, esa respuesta, aunque no era terrible, no significaba más que confusión extra. Sintió presión de su frente sobre su cabeza, pero al parecer Adam no había terminado de hablar. Ahogó más sollozos, cada vez menos violentos mientras poco a poco se calmaba.
Tampoco sabía. Volvió a respirar sólo para soltar un suspiro. En realidad había esperado algo más claro, algo que le ayudara a aclarar la maraña que tenía en su cabeza. En vez, se tambaleaba con palabras confundidas, mucho menos compactas y medidas de lo normal. Fuera de lo común, por lo menos de lo que había visto del vampiro.
Hitori finalmente se dejó hundir contra Adam con otro suspiro. “Ni yo…” Murmuró entre sollozos más pequeños, respondiendo ante la imposibilidad de explicar, enjugando lágrimas con una mano, ahogándose en una pequeña risita que le salió del alma. “Qué par de idiotas.” Otra pequeña risita antes de más sollozos. Por un momento logró notar lo ridícula que era la situación, alivianando el ambiente, sólo por un suspiro.
Lo golpeó débilmente en el pecho ante la disculpa, frunciendo el ceño. No necesitaba más reproche que ese. La pequeña risa había pasado y volvió a sollozar bajo los mimos que ya no sabía interpretar. Quería recogerse y al mismo tiempo abrazarle con fuerza. Hizo un sonido ahogado cuando sintió los labios sobre su frente, la misma sensación. Quería menos y más. Sí y no.
Bang. Adam había disparado y la pistola resultó cargada. La cconfusión desapareció con las próximas palabras, una expresión de completo pánico tiñó su cara. “No-” Gritó, volviendo a cerrarse en un instante, ambas manos volaron a su pecho antes de que sus piernas se apretaran contra ellas, su cabeza escondida nuevamente. Era exactamente lo que había dicho en su pesadilla, esa amalgama de su pasado y el inminente futuro.
Los sollozos volvieron con fuerza, también los temblores. Todo el progreso que había hecho parecía haber desaparecido. Tan sólo había sido mala suerte, palabras exactas que le habían tomado de la garganta y hundido nuevamente en sus pesadillas. “Por favor…” Rogó, apretándose en esa bolita con toda la fuerza que no tenía, los movimientos bruscos terminaban de abrir el resto de sus heridas.
“Por favor...” Tiritaba de miedo entre bocanadas de aire que expulsaba en gemidos y sollozos. Cerraba sus ojos y veía ese monstruo. Los abría y la oscuridad le mostraba lo mismo. El pánico no se escondía de su tono, hundió sus uñas en su pecho en un intento de proteger lo que había ahí dentro aunque se sentía completamente indefensa.
Ya no le hablaba a Adam, había desaparecido, se estaba enfrentando a esa pesadilla y sabía que perdería, estaba completamente sola otra vez. “No me hagas daño.” Susurró, el recuerdo del dolor de su pesadilla pesaba en las palabras.
code by EMMEAnte las primeras palabras, todo el aire se vació de sus pulmones y se quedó completamente helada. -¿Estar conmigo cómo? ¿De qué manera? ¿Así?- Más vueltas, más preguntas, esa respuesta, aunque no era terrible, no significaba más que confusión extra. Sintió presión de su frente sobre su cabeza, pero al parecer Adam no había terminado de hablar. Ahogó más sollozos, cada vez menos violentos mientras poco a poco se calmaba.
Tampoco sabía. Volvió a respirar sólo para soltar un suspiro. En realidad había esperado algo más claro, algo que le ayudara a aclarar la maraña que tenía en su cabeza. En vez, se tambaleaba con palabras confundidas, mucho menos compactas y medidas de lo normal. Fuera de lo común, por lo menos de lo que había visto del vampiro.
Hitori finalmente se dejó hundir contra Adam con otro suspiro. “Ni yo…” Murmuró entre sollozos más pequeños, respondiendo ante la imposibilidad de explicar, enjugando lágrimas con una mano, ahogándose en una pequeña risita que le salió del alma. “Qué par de idiotas.” Otra pequeña risita antes de más sollozos. Por un momento logró notar lo ridícula que era la situación, alivianando el ambiente, sólo por un suspiro.
Lo golpeó débilmente en el pecho ante la disculpa, frunciendo el ceño. No necesitaba más reproche que ese. La pequeña risa había pasado y volvió a sollozar bajo los mimos que ya no sabía interpretar. Quería recogerse y al mismo tiempo abrazarle con fuerza. Hizo un sonido ahogado cuando sintió los labios sobre su frente, la misma sensación. Quería menos y más. Sí y no.
Bang. Adam había disparado y la pistola resultó cargada. La cconfusión desapareció con las próximas palabras, una expresión de completo pánico tiñó su cara. “No-” Gritó, volviendo a cerrarse en un instante, ambas manos volaron a su pecho antes de que sus piernas se apretaran contra ellas, su cabeza escondida nuevamente. Era exactamente lo que había dicho en su pesadilla, esa amalgama de su pasado y el inminente futuro.
Los sollozos volvieron con fuerza, también los temblores. Todo el progreso que había hecho parecía haber desaparecido. Tan sólo había sido mala suerte, palabras exactas que le habían tomado de la garganta y hundido nuevamente en sus pesadillas. “Por favor…” Rogó, apretándose en esa bolita con toda la fuerza que no tenía, los movimientos bruscos terminaban de abrir el resto de sus heridas.
“Por favor...” Tiritaba de miedo entre bocanadas de aire que expulsaba en gemidos y sollozos. Cerraba sus ojos y veía ese monstruo. Los abría y la oscuridad le mostraba lo mismo. El pánico no se escondía de su tono, hundió sus uñas en su pecho en un intento de proteger lo que había ahí dentro aunque se sentía completamente indefensa.
Ya no le hablaba a Adam, había desaparecido, se estaba enfrentando a esa pesadilla y sabía que perdería, estaba completamente sola otra vez. “No me hagas daño.” Susurró, el recuerdo del dolor de su pesadilla pesaba en las palabras.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Mar Abr 06, 2021 12:23 pm
-Es una… manera de describirnos señorita Hitori- susurró al escuchar aquellas palabras ajenas, parecía que por lo menos todo estaba elevándose, haciendo un poco de progreso, pequeños pasos. Solamente necesitaba paciencia. En un buen camino, se rió con ella, tan sólo una pequeña risa y lentamente el ambiente se aligeraba más y más.
Que criatura más impredecible se había encontrado, con tantos secretos, tantos giros y misterios que ni siquiera ha rascado la superficie, como si hubiera un mundo que explorar atrapada en el cuerpo de una bella mujer que tenía en sus brazos. Respiró profundamente, sin ser afectado por el frío de la noche, solamente acariciaba sus cabellos y mejillas, pasaba a sus hombros y a la herida espalda que ella tenía. Un estado herido gracias a su propia mano.
Sentía aquel pequeño golpe, cariñoso, y lentamente ese diminuto evento donde todo parecía estar mejor ahora se establecía en un estado neutral. Los sollozos ajenos era lo que rompían el silencio y solo los mimos que le daba eran aquellos que podía detenerlos, eso y las palabras que le dedicaba a esa pobre alma, ¿Cuánto ha pasado en esa pequeña vida mortal que tenía? Se preguntaba, esos años que ella ha vivido… ¿Qué eventos habían pasado para que quedara fragmentada de esta manera?
Sin poder crear más preguntas en su fuero interno, ya que el grito fue inesperado para él. Observó como ella de nuevo tomaba una posición defensiva, como se alejaba, se escondía en aquella armadura que apenas y pudo derribar. ¿Acaso sus palabras habían afectado de manera negativa? Sollozos, temblores, la reacción del vampiro fue inmediata.
La abrazó con fuerza, con sus dedos acariciando la piel que tocaba, sentía la sangre de las heridas que se estaban reabriendo escurrir, en este punto su mente navegaba en una tormenta, pensando en lo que debería de decir, hacer, cómo actuar, qué acciones tomar, qué planes podían servir en el momento, pero un pequeño barco peleando contra una tormenta aterradora lo único que podía hacer era resistir y que las olas feroces no lo tumbaran al vacío del océano.
Escuchaba las palabras que se camuflan entre la tristeza ajena. ¿Cuál era ese tipo de súplica? En su mente no tenía alguna recolección de hacerle tanto daño, pero no era eso, no, era algo mucho más profundo, unas heridas que él no tenía conocimiento había abierto. Maldita sea la ignorancia. Cerró sus ojos, apegándose más a ella, como si fuera una segunda capa de protección contra aquello que ella podía ver, contra lo que esas palabras iban dirigidas.
-No le haré daño señorita Hitrori- susurró respondiendo a aquellas desesperadas palabras. Mantenía la calma, necesitaba hacerlo, alguien necesitaba hacerlo. Acariciaba sus cabellos, con sus piernas, con sus brazos la abrazaban, ¿Acaso la oscuridad era un enemigo? Si, por supuesto, recordó la reacción ajena cuando mostró su habilidad ante ella. Esto solamente iba de mal en peor. Dejó un pequeño beso en su coronilla.
¿Qué era lo que tenía que hacer? o la mejor pregunta en el momento ¿Por qué hacer tanto esfuerzo por alguien completamente fragmentada? Era simplemente algo irracional, sentía que había encontrado a alguien tan interesante que no solamente podía dejarla ir… pero ya no como un juguete como antes aclamaba en su mente. Malditos sentimientos, malditas emociones, maldita irracionalidad la cual se enfrentaba en ese momento. ¿Acaso sus hermanos? ¿Sus compañeros sintieron lo mismo que él en algún momento? Con una sonrisa sabía que era verdad, por lo menos algunos de ellos. No los culpaba, solamente le disgustaba el hecho de descubrir nuevos sentimientos y emociones dentro de una situación preacaria.
No era el mejor momento para estar discutiendo en su interior -Hitori- susurró con suavidad, dejando otro beso más, acariciando la espalda ajena, sabía que se estaba manchando de la sangre ajena, esa que estaba siendo desperdiciada por el ataque de pánico. No le importaba por el momento, había eventos más urgentes que atender.
-Lo prometo, no le haré daño señorita Hitori, yo...- ¿Qué estaba haciendo? Alguna clara estupidez. Respiró profundamente, no, no podía guiar toda acción ante esos sentimientos que no podía explicar -... sólo deseo lo mejor para usted- Cerró sus ojos con suavidad, apoyando su frente de nuevo en la cabeza ajena, solamente esperando una respuesta. ¿Qué era lo que intentaba hacer? algo que no debía. ¿Por que? ¿Por una mujer que apenas conoció hace tres días? Parecía ser que todo iba demasiado rápido y lento a la vez. No, calma, paciencia… tranquilidad… eran cosas que no podía hacer, no cuando ella se encontraba en esa situación.
Que criatura más impredecible se había encontrado, con tantos secretos, tantos giros y misterios que ni siquiera ha rascado la superficie, como si hubiera un mundo que explorar atrapada en el cuerpo de una bella mujer que tenía en sus brazos. Respiró profundamente, sin ser afectado por el frío de la noche, solamente acariciaba sus cabellos y mejillas, pasaba a sus hombros y a la herida espalda que ella tenía. Un estado herido gracias a su propia mano.
Sentía aquel pequeño golpe, cariñoso, y lentamente ese diminuto evento donde todo parecía estar mejor ahora se establecía en un estado neutral. Los sollozos ajenos era lo que rompían el silencio y solo los mimos que le daba eran aquellos que podía detenerlos, eso y las palabras que le dedicaba a esa pobre alma, ¿Cuánto ha pasado en esa pequeña vida mortal que tenía? Se preguntaba, esos años que ella ha vivido… ¿Qué eventos habían pasado para que quedara fragmentada de esta manera?
Sin poder crear más preguntas en su fuero interno, ya que el grito fue inesperado para él. Observó como ella de nuevo tomaba una posición defensiva, como se alejaba, se escondía en aquella armadura que apenas y pudo derribar. ¿Acaso sus palabras habían afectado de manera negativa? Sollozos, temblores, la reacción del vampiro fue inmediata.
La abrazó con fuerza, con sus dedos acariciando la piel que tocaba, sentía la sangre de las heridas que se estaban reabriendo escurrir, en este punto su mente navegaba en una tormenta, pensando en lo que debería de decir, hacer, cómo actuar, qué acciones tomar, qué planes podían servir en el momento, pero un pequeño barco peleando contra una tormenta aterradora lo único que podía hacer era resistir y que las olas feroces no lo tumbaran al vacío del océano.
Escuchaba las palabras que se camuflan entre la tristeza ajena. ¿Cuál era ese tipo de súplica? En su mente no tenía alguna recolección de hacerle tanto daño, pero no era eso, no, era algo mucho más profundo, unas heridas que él no tenía conocimiento había abierto. Maldita sea la ignorancia. Cerró sus ojos, apegándose más a ella, como si fuera una segunda capa de protección contra aquello que ella podía ver, contra lo que esas palabras iban dirigidas.
-No le haré daño señorita Hitrori- susurró respondiendo a aquellas desesperadas palabras. Mantenía la calma, necesitaba hacerlo, alguien necesitaba hacerlo. Acariciaba sus cabellos, con sus piernas, con sus brazos la abrazaban, ¿Acaso la oscuridad era un enemigo? Si, por supuesto, recordó la reacción ajena cuando mostró su habilidad ante ella. Esto solamente iba de mal en peor. Dejó un pequeño beso en su coronilla.
¿Qué era lo que tenía que hacer? o la mejor pregunta en el momento ¿Por qué hacer tanto esfuerzo por alguien completamente fragmentada? Era simplemente algo irracional, sentía que había encontrado a alguien tan interesante que no solamente podía dejarla ir… pero ya no como un juguete como antes aclamaba en su mente. Malditos sentimientos, malditas emociones, maldita irracionalidad la cual se enfrentaba en ese momento. ¿Acaso sus hermanos? ¿Sus compañeros sintieron lo mismo que él en algún momento? Con una sonrisa sabía que era verdad, por lo menos algunos de ellos. No los culpaba, solamente le disgustaba el hecho de descubrir nuevos sentimientos y emociones dentro de una situación preacaria.
No era el mejor momento para estar discutiendo en su interior -Hitori- susurró con suavidad, dejando otro beso más, acariciando la espalda ajena, sabía que se estaba manchando de la sangre ajena, esa que estaba siendo desperdiciada por el ataque de pánico. No le importaba por el momento, había eventos más urgentes que atender.
-Lo prometo, no le haré daño señorita Hitori, yo...- ¿Qué estaba haciendo? Alguna clara estupidez. Respiró profundamente, no, no podía guiar toda acción ante esos sentimientos que no podía explicar -... sólo deseo lo mejor para usted- Cerró sus ojos con suavidad, apoyando su frente de nuevo en la cabeza ajena, solamente esperando una respuesta. ¿Qué era lo que intentaba hacer? algo que no debía. ¿Por que? ¿Por una mujer que apenas conoció hace tres días? Parecía ser que todo iba demasiado rápido y lento a la vez. No, calma, paciencia… tranquilidad… eran cosas que no podía hacer, no cuando ella se encontraba en esa situación.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Miér Abr 07, 2021 12:55 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Otra vez no habría escapatoria. Desesperada, hundió sus uñas contra la piel de su pecho entre sollozos. El esfuerzo de mantenerse en esa posición apretaba resultaba ser demasiado, estaba demasiado magullada, demasiado agotada después de la pérdida de sangre que no había querido recuperar.
El mundo comenzó a dar vueltas nuevamente, cada vez más rápido se perdía en un remolino donde la mano de la pesadilla se hundía en su pecho. No tenía escapatoria ni como defenderse, comenzó a prepararse para el dolor nuevamente, para observar cómo se llevaban su corazón para dejarla tirada en medio de la oscuridad.
Y luego sintió brazos alrededor suyo, piernas que la apegaban contra el pecho del vampiro. Pegó un gritito al sentirse completamente envuelta, un paso más cerca de que la pesadilla acabara con ella. Pero no sintió más que sus propias manos contra su pecho, la angustia que le aferraba por el cuello le dejó respirar un poco. No habían intenciones de hacerle daño en esas caricias, algo corroborado por las palabras que fueron susurradas contra su cabello.
Sintió la presión mental que le generaba el monstruo aminorar, la amenaza disiparse en el aire tan rápido como había aparecido. Tomó una bocanada de aire, suspiró, sollozó pesadamente y luego siguió con su llanto. Todavía sentía angustia, pero su cerebro ya no rellenaba la oscuridad con el monstruo de brea que aquejaba sus sueños. Como si al estar envuelta en el cuerpo ajeno fuese intocable.
Tan sólo lo había conocido hace tres días. No sabía nada de él. ¿Cómo podía ser Adam al mismo tiempo quien podía salvarla y romperla para siempre? ¿El que la enviaba en un ataque como ese y el que, con tan sólo acompañarla, lo hacía desaparecer? Las dos posibilidades todavía eran igual de probables, Hitori todavía no podía decidirse, por lo que el vampiro permanecería siendo ambas.
Sintió un beso en su coronilla y esta vez no fue causa de más angustia. Envuelta se sentía más anclada, aunque se debilitaba por segundo. Ya no fue capaz de seguir apretando los músculos para mantenerse como ovillo, la mayoría de su energía se iba en llanto y temblores, no quedaba para mucho más.
Hitori escuchó las palabras, pero no pudo hacer mucho sentido de ellas. ¿Lo mejor para ella? Nadie en el mundo, ni sus amigos, ni sus padres, ni ella misma, tenía esa respuesta. No tenía cabeza para pensar más allá de eso. Sentía que su cabeza era demasiado ligera y a la vez pesada, la apoyó contra el pecho de Adam mientras su cuerpo seguía temblando.
Segundos, luego minutos, no podía hablar, pero su cuerpo simplemente estaba demasiado agotado como para continuar con ese ataque de pánico, menos ahora que Adam la contenía por completo. Hitori relajó el resto de su cuerpo contra el del vampiro de a poco, los sollozos menos desesperados, el temblor desapareciendo hasta que sólo eran sus manos, completamente gélidas y todavía descansando contra su pecho.
¿Cuánto tiempo pasó? No estaba segura, su cerebro funcionaba demasiado lento, le llamaba de vuelta a la inconsciencia, pero no quería volver ahí dentro. Al aminorar sus sollozos, dejó cada vez más cabida al silencio. Sus oídos comenzaron a pitar en respuesta a ese sonido. “Cuéntame algo.” Murmuró, las palabras no pidieron permiso, demasiado desesperadas de romper ese silencio. Más que cualquier cosa, sonaba completamente agotada, sus palabras se arrastraban.
“Lo que sea.” Hitori se acomodó un poco, apoyando una oreja en el pecho de Adam. Así, por lo menos, el latir de su corazón y su respiración romperían el silencio. No quería dormir, no todavía, por lo que llevó una de sus manos gélidas a su cara en un intento de despertarse un poco.
code by EMMEEl mundo comenzó a dar vueltas nuevamente, cada vez más rápido se perdía en un remolino donde la mano de la pesadilla se hundía en su pecho. No tenía escapatoria ni como defenderse, comenzó a prepararse para el dolor nuevamente, para observar cómo se llevaban su corazón para dejarla tirada en medio de la oscuridad.
Y luego sintió brazos alrededor suyo, piernas que la apegaban contra el pecho del vampiro. Pegó un gritito al sentirse completamente envuelta, un paso más cerca de que la pesadilla acabara con ella. Pero no sintió más que sus propias manos contra su pecho, la angustia que le aferraba por el cuello le dejó respirar un poco. No habían intenciones de hacerle daño en esas caricias, algo corroborado por las palabras que fueron susurradas contra su cabello.
Sintió la presión mental que le generaba el monstruo aminorar, la amenaza disiparse en el aire tan rápido como había aparecido. Tomó una bocanada de aire, suspiró, sollozó pesadamente y luego siguió con su llanto. Todavía sentía angustia, pero su cerebro ya no rellenaba la oscuridad con el monstruo de brea que aquejaba sus sueños. Como si al estar envuelta en el cuerpo ajeno fuese intocable.
Tan sólo lo había conocido hace tres días. No sabía nada de él. ¿Cómo podía ser Adam al mismo tiempo quien podía salvarla y romperla para siempre? ¿El que la enviaba en un ataque como ese y el que, con tan sólo acompañarla, lo hacía desaparecer? Las dos posibilidades todavía eran igual de probables, Hitori todavía no podía decidirse, por lo que el vampiro permanecería siendo ambas.
Sintió un beso en su coronilla y esta vez no fue causa de más angustia. Envuelta se sentía más anclada, aunque se debilitaba por segundo. Ya no fue capaz de seguir apretando los músculos para mantenerse como ovillo, la mayoría de su energía se iba en llanto y temblores, no quedaba para mucho más.
Hitori escuchó las palabras, pero no pudo hacer mucho sentido de ellas. ¿Lo mejor para ella? Nadie en el mundo, ni sus amigos, ni sus padres, ni ella misma, tenía esa respuesta. No tenía cabeza para pensar más allá de eso. Sentía que su cabeza era demasiado ligera y a la vez pesada, la apoyó contra el pecho de Adam mientras su cuerpo seguía temblando.
Segundos, luego minutos, no podía hablar, pero su cuerpo simplemente estaba demasiado agotado como para continuar con ese ataque de pánico, menos ahora que Adam la contenía por completo. Hitori relajó el resto de su cuerpo contra el del vampiro de a poco, los sollozos menos desesperados, el temblor desapareciendo hasta que sólo eran sus manos, completamente gélidas y todavía descansando contra su pecho.
¿Cuánto tiempo pasó? No estaba segura, su cerebro funcionaba demasiado lento, le llamaba de vuelta a la inconsciencia, pero no quería volver ahí dentro. Al aminorar sus sollozos, dejó cada vez más cabida al silencio. Sus oídos comenzaron a pitar en respuesta a ese sonido. “Cuéntame algo.” Murmuró, las palabras no pidieron permiso, demasiado desesperadas de romper ese silencio. Más que cualquier cosa, sonaba completamente agotada, sus palabras se arrastraban.
“Lo que sea.” Hitori se acomodó un poco, apoyando una oreja en el pecho de Adam. Así, por lo menos, el latir de su corazón y su respiración romperían el silencio. No quería dormir, no todavía, por lo que llevó una de sus manos gélidas a su cara en un intento de despertarse un poco.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Miér Abr 07, 2021 3:48 pm
Parecía que, lentamente todo estaba mejorando, o por lo menos eso pensaba. Realmente fue una montaña rusa llena de emociones. Sus caricias rozaban contra la piel ajena, peinaba un poco los cabellos ajenos. Tan sólo un ligero llanto se escuchaba en el ambiente, si no la hubiera conocido juraría que fuera un espíritu lleno de dolor, angustia y tristeza vagando por la sala de música. Respiró profundamente, ya no se hundía en un mar de pensamientos e ideas. Ahora solamente estaba ahí mientras que el ambiente se transformaba en uno ligero.
Tres días, no eran para nada suficientes para conocer a una persona. Habían sido tres días, y este su segundo encuentro. Era algo impresionante, los problemas emocionales se filtraban como si no hubiese un límite, si, podía esperar esto de la sexta, séptima cita, usualmente pasaba eso con las parejas que había tenido, alguna emoción, sentimiento, expresar angustia, preocupación, tal vez molestias, pasar a ser cosas ya más personales, pero ella… no había aquella regla, no aplicaba, solamente la tomaba y la arrojaba hacia una ventana. Expresaba todo lo que tenía que ser expresado, no se molestaba en limitar lo que hacía su cuerpo, que aquello que lo atormentaba lo decía en sus acciones, y que su voz dijera lo que pensaba, que no había límite ante las interacciones, por lo menos, entre ellos dos.
No le disgustó para nada ese hecho, Ella era especial, bastante, impredecible, alocada, caótica para su propio ser, que se infligía daño, mentalmente, físicamente. Que ni siquiera había pasado la primera capa y a la vez estaba en lo profundo de un mar desconocido, que nada hacía sentido, el cielo es la tierra como la tierra es el agua. Que las reglas convencionales no aplicaban. Dejó salir un suspiro, de alguna u otra manera, era emocionante.
Respiraba tranquilamente, que el tiempo pasara, que ella se calmara, no dedicaba una palabra, la voz ajena, los sonidos que ella dejaba salir eran suficientes para romper el silencio de la noche. Dejó un beso en la coronilla ajena, sus manos pasaban, suaves, tiernas por la piel ajena. Estaba completamente herida por su culpa. Sentía un poco de rencor por ello, un disgusto que era dirigido a sus acciones anteriores, pero no arrepentimiento, nunca se iba a arrepentir de lo que hizo. Estaba en todo su poder para detenerse pero no fue así, solamente para complacer los deseos ajenos y los suyos, que fue en un acto egoísta. No podía dejar de preocuparse.
-Lo que sea…- susurró, repitiendo las palabras ajenas, dejando que se acomodará, su corazón latía con suavidad, y su respiración era tranquila. Las manos del moreno acariciaban la mejilla de la mujer y la otra recorría el brazo ajeno, pasando por encima de las vendas improvisadas que le hizo. Y pensó por un momento, ¿Que tenía que contar? Era lo que sea, pero en ese momento no sabía que era lo que podía decirle, por lo que solamente empezó, dejando que sus labios narran una pequeña historia.
-En días lejanos, en tiempos olvidados- como si fuera una anécdota antigua, en sus labios se dibujó una sonrisa antes de continuar -Un niño elfo había nacido, este niño tenía una gran familia, sin padre pero una madre amorosa, sus hermanos jugaban con él, y le enseñaban lo que el mundo tenía que ofrecer para ellos- Decía, tal y como fuera una historia de fantasía.
-Este niño, débil físicamente, siempre se encontraba en la biblioteca junto con su madre, compartían historias, estudiaban juntos, y aunque él no iba a la escuela ella era su maestra. La familia poseía una gran biblioteca llena de conocimiento, de historias de fantasía, de cuentos y leyendas, temas de todo tipo- Cerró sus ojos, mencionaba todo esto con un tono nostálgico, como si fuera una historia combinada con las memorias que tenía.
-Los días eran apacibles para todos, sus hermanos se divertían en el campo, en el bosque, encontraban animales, insectos y demás, pero ese niño creció dentro de la protección de su hogar, a un lado de su madre protectora, pero con ansias de salir junto con sus hermanos, de saber realmente lo que era el mundo exterior- contaba, haciendo pequeñas pausas, dejando solamente algunos besos en los cabellos ajenos, caricias antes de proseguir. Un aire familiar se resbalaba junto con sus palabras, las mejores historias de fantasía siempre eran las que tenían una similitud con la realidad en la que vivían.
-Así que un día, este niño le pidió permiso a su madre, y la madre lo negó, todo lo que necesitaban estaba dentro de aquel hogar, con sus hermanos y con ella. Que no había algo mucho más allá del bosque, más allá de los lares que poseían, pero ese niño no estaba convencido de eso, quería saber mucho más, experimentar lo que era el exterior, saber que podían ser mejores que eso. Que las letras eran una cosa, pero vivirlas era otra- Dejó salir un suspiro, cerrando los ojos y abrazando con suavidad a la ajena. ¿Qué era lo que estaba narrando? Solamente un cuento, una historia, algo que su mente formulaba junto con algunas memorias.
-Ese niño, una noche empacó sus cosas, y con una mochila pesada se escapó, dejando una nota en su cama para su madre y se aventuró a lo que había más allá de todo eso. Lo que había en lo desconocido para él. Fascinante era, también le causaba terror, era alguien débil en cuerpo, pero fuerte en mente. Y con ingenio pudo pasar los diversos obstáculos de la vida. A veces extrañaba su hogar, en las noches donde podía ver claramente las estrellas sabía que su madre había mandado a sus hermanos. Pero estaba bastante lejos como para que supieran donde estaba- Inhaló profundamente, antes de poder avanzar más. Una historia, una leyenda, una pequeña fantasía que se había creado en el momento.
-Los años pasaron... nunca volvió con su madre. Estaba agradecido por todo lo que hizo ella, pero también decepcionado por no dejarle ver lo que había más allá del bosque. Conoció criaturas interesantes, de todo tipo, reyes y príncipes. Ese niño que ahora era adulto se dedicaba a vagar por el mundo, en busca de conocimiento. Recolectaba historias de los reinos que entraba, escapaba de las amenazas que tenían y disfrutaba de las oportunidades que ofrecían. Fue poeta, fue escritor, fue cantante y un cuentacuentos. Los años pasaban enfrente de él, y el día a día nunca le fue aburrido, tenía aventuras para cada día, tenía experiencias de todo tipo, y aún así extrañaba su hogar- Las últimas palabras en una forma melancólica, si… eran recuerdos y fantasías, ¿Pero que era realidad? ¿Y que era ficción? Entreabrió sus ojos para observar, sus manos acariciando los cabellos ajenos, la espalda herida que ella tenía. Se detuvo en sus palabras, si ella deseaba escuchar más, lo iba a decir, pero por el momento se dedicó a hacerle mimos y caricias.
Tres días. No le importaba mezclar sus recuerdos con palabras ficticias, no perdía nada realmente, no le importaba contar historias relacionadas con su vida, no le encontraba importancia, pero no podía evitar dar ese sentimiento en sus palabras, era algo inevitable que no podía controlar. Era de esos sentimientos que no importaba lo que se hiciera, siempre estaban ahí. ¿Acaso era realmente importante? No ocultaba nada realmente, y las preguntas podía responderlas sin mentiras ni falacias.
Tres días, no eran para nada suficientes para conocer a una persona. Habían sido tres días, y este su segundo encuentro. Era algo impresionante, los problemas emocionales se filtraban como si no hubiese un límite, si, podía esperar esto de la sexta, séptima cita, usualmente pasaba eso con las parejas que había tenido, alguna emoción, sentimiento, expresar angustia, preocupación, tal vez molestias, pasar a ser cosas ya más personales, pero ella… no había aquella regla, no aplicaba, solamente la tomaba y la arrojaba hacia una ventana. Expresaba todo lo que tenía que ser expresado, no se molestaba en limitar lo que hacía su cuerpo, que aquello que lo atormentaba lo decía en sus acciones, y que su voz dijera lo que pensaba, que no había límite ante las interacciones, por lo menos, entre ellos dos.
No le disgustó para nada ese hecho, Ella era especial, bastante, impredecible, alocada, caótica para su propio ser, que se infligía daño, mentalmente, físicamente. Que ni siquiera había pasado la primera capa y a la vez estaba en lo profundo de un mar desconocido, que nada hacía sentido, el cielo es la tierra como la tierra es el agua. Que las reglas convencionales no aplicaban. Dejó salir un suspiro, de alguna u otra manera, era emocionante.
Respiraba tranquilamente, que el tiempo pasara, que ella se calmara, no dedicaba una palabra, la voz ajena, los sonidos que ella dejaba salir eran suficientes para romper el silencio de la noche. Dejó un beso en la coronilla ajena, sus manos pasaban, suaves, tiernas por la piel ajena. Estaba completamente herida por su culpa. Sentía un poco de rencor por ello, un disgusto que era dirigido a sus acciones anteriores, pero no arrepentimiento, nunca se iba a arrepentir de lo que hizo. Estaba en todo su poder para detenerse pero no fue así, solamente para complacer los deseos ajenos y los suyos, que fue en un acto egoísta. No podía dejar de preocuparse.
-Lo que sea…- susurró, repitiendo las palabras ajenas, dejando que se acomodará, su corazón latía con suavidad, y su respiración era tranquila. Las manos del moreno acariciaban la mejilla de la mujer y la otra recorría el brazo ajeno, pasando por encima de las vendas improvisadas que le hizo. Y pensó por un momento, ¿Que tenía que contar? Era lo que sea, pero en ese momento no sabía que era lo que podía decirle, por lo que solamente empezó, dejando que sus labios narran una pequeña historia.
-En días lejanos, en tiempos olvidados- como si fuera una anécdota antigua, en sus labios se dibujó una sonrisa antes de continuar -Un niño elfo había nacido, este niño tenía una gran familia, sin padre pero una madre amorosa, sus hermanos jugaban con él, y le enseñaban lo que el mundo tenía que ofrecer para ellos- Decía, tal y como fuera una historia de fantasía.
-Este niño, débil físicamente, siempre se encontraba en la biblioteca junto con su madre, compartían historias, estudiaban juntos, y aunque él no iba a la escuela ella era su maestra. La familia poseía una gran biblioteca llena de conocimiento, de historias de fantasía, de cuentos y leyendas, temas de todo tipo- Cerró sus ojos, mencionaba todo esto con un tono nostálgico, como si fuera una historia combinada con las memorias que tenía.
-Los días eran apacibles para todos, sus hermanos se divertían en el campo, en el bosque, encontraban animales, insectos y demás, pero ese niño creció dentro de la protección de su hogar, a un lado de su madre protectora, pero con ansias de salir junto con sus hermanos, de saber realmente lo que era el mundo exterior- contaba, haciendo pequeñas pausas, dejando solamente algunos besos en los cabellos ajenos, caricias antes de proseguir. Un aire familiar se resbalaba junto con sus palabras, las mejores historias de fantasía siempre eran las que tenían una similitud con la realidad en la que vivían.
-Así que un día, este niño le pidió permiso a su madre, y la madre lo negó, todo lo que necesitaban estaba dentro de aquel hogar, con sus hermanos y con ella. Que no había algo mucho más allá del bosque, más allá de los lares que poseían, pero ese niño no estaba convencido de eso, quería saber mucho más, experimentar lo que era el exterior, saber que podían ser mejores que eso. Que las letras eran una cosa, pero vivirlas era otra- Dejó salir un suspiro, cerrando los ojos y abrazando con suavidad a la ajena. ¿Qué era lo que estaba narrando? Solamente un cuento, una historia, algo que su mente formulaba junto con algunas memorias.
-Ese niño, una noche empacó sus cosas, y con una mochila pesada se escapó, dejando una nota en su cama para su madre y se aventuró a lo que había más allá de todo eso. Lo que había en lo desconocido para él. Fascinante era, también le causaba terror, era alguien débil en cuerpo, pero fuerte en mente. Y con ingenio pudo pasar los diversos obstáculos de la vida. A veces extrañaba su hogar, en las noches donde podía ver claramente las estrellas sabía que su madre había mandado a sus hermanos. Pero estaba bastante lejos como para que supieran donde estaba- Inhaló profundamente, antes de poder avanzar más. Una historia, una leyenda, una pequeña fantasía que se había creado en el momento.
-Los años pasaron... nunca volvió con su madre. Estaba agradecido por todo lo que hizo ella, pero también decepcionado por no dejarle ver lo que había más allá del bosque. Conoció criaturas interesantes, de todo tipo, reyes y príncipes. Ese niño que ahora era adulto se dedicaba a vagar por el mundo, en busca de conocimiento. Recolectaba historias de los reinos que entraba, escapaba de las amenazas que tenían y disfrutaba de las oportunidades que ofrecían. Fue poeta, fue escritor, fue cantante y un cuentacuentos. Los años pasaban enfrente de él, y el día a día nunca le fue aburrido, tenía aventuras para cada día, tenía experiencias de todo tipo, y aún así extrañaba su hogar- Las últimas palabras en una forma melancólica, si… eran recuerdos y fantasías, ¿Pero que era realidad? ¿Y que era ficción? Entreabrió sus ojos para observar, sus manos acariciando los cabellos ajenos, la espalda herida que ella tenía. Se detuvo en sus palabras, si ella deseaba escuchar más, lo iba a decir, pero por el momento se dedicó a hacerle mimos y caricias.
Tres días. No le importaba mezclar sus recuerdos con palabras ficticias, no perdía nada realmente, no le importaba contar historias relacionadas con su vida, no le encontraba importancia, pero no podía evitar dar ese sentimiento en sus palabras, era algo inevitable que no podía controlar. Era de esos sentimientos que no importaba lo que se hiciera, siempre estaban ahí. ¿Acaso era realmente importante? No ocultaba nada realmente, y las preguntas podía responderlas sin mentiras ni falacias.
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por Hitori Macleod Miér Abr 07, 2021 5:43 pm
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Hitori peleaba por mantenerse consciente, pero era difícil cuando su cuerpo le pedía a gritos más descanso, un respiro del dolor, que se dejara de mover y abrir las heridas que tanto costaba volver a cerrar. La terquedad fue más, por lo menos en ese momento.
Era como una niña pequeña, lloriqueando acurrucada contra alguien pidiendo que le contaran historias. Por la borda se había ido su orgullo, no existía en la oscuridad. Era una de las razones de por qué no solía repetir compañeros, no era capaz de volver a mirarlos a la cara después de despertarlos con gritos de sus pesadillas.
Pero en ese mundo las opciones eran limitadas, y cada día su estado mental empeoraba. En el mundo real tenía cosas como su trabajo y familia que lograba distraerla, y cuando eso fallaba existía emborracharse hasta que no sentía nada y cigarros para calmarle. Cuando todo eso fallaba, siempre tenía ansiolíticos o relajantes musculares.
Un repertorio enorme de recursos, desde más sanos a cosas más autodestructivas, para lidiar consigo misma cuando no podía soportar estar dentro de su propio cuerpo. No quedaba nada de ello ahí, lo único a lo que podía recurrir era hacerse daño, dejar que alguien la matara para perder el conocimiento por un rato, cuando no estaba tan mal buscaba cariño con algún híbrido.
Era obvio que Hitori estaba en el peor estado mental de su vida, nada en ese mundo ayudaba, su forma de raza sólo agregaba necesidades a la lista larga de cosas que le traían problemas. Todo eso antes de conocer a Adam, que llegó sólo a revolver una cabeza que ya casi no podía consigo misma.
Por supuesto, Hitori no estaba completamente consciente de todo aquello. Su atención estaba en mantenerse cuerda, en no herir a sus compañeros de raza, no existía mucho más que eso. Nunca había tenido mucha introspección, al punto en que todavía creía que su problema era simplemente que le tenía fobia al silencio y la oscuridad. No se había dado por enterada de que esas fobias parecían desaparecer o disminuir cuando estaba acompañada, que resultaban ser síntomas de su isolofobia.
No, Hitori no daba demasiadas vueltas tratando de solucionar la maraña en su cabeza, no planeaba sus movimientos con días de anticipación para asegurarse de que estuviese bien en todo momento. Era más reactiva, reaccionaba cuando todo ya se había salido de control. El autocuidado en realidad nunca se le había dado demasiado bien, si es que en absoluto.
Entonces no era demasiado extraño que se encontrara en una situación como esa, por más que ella no lo entendiese. Quizás nunca lo haría, se había negado a aprender, quedándose con prácticas que le hacían mal sin nunca llegar a tocar la raíz del asunto, demasiado aterrada como para hacerlo.
La chica simplemente escuchó la historia cuando Adam comenzó a hablar. Aunque su oído estaba pegado directamente en el pecho y las palabras deberían haberse escuchado sin problemas, era como si estuviese bajo el agua. Terca como ella sola, no cerraba los ojos, pellizcaba sus mejillas un poco, todo para mantenerse despierta.
Nunca había entendido el razonamiento de los héroes cuando dejaban una casa con padres que los amaban, solos, para aventurar por el mundo y nunca volver. ¿Qué había afuera que era mejor que estar acompañado? No estaba segura si esa historia respondía la pregunta, tampoco. “Pobrecito.” Susurró, posando una mano en el pecho de Adam, acurrucándose más. “Toda esa vida solo. ¿Nunca encontró a nadie que lo acompañara?” Hablaba lento, como si estuviera entre sueños, sentía compasión por ese niño que había dejado todo para estar solo.
“¿Por qué se fue solo si tenía una familia que lo quería?” Murmuró, palabras dormidas, como las de una niña pequeña que todavía no quería que la historia acabara. “Por supuesto que extrañaba su hogar.” Agregó, como si fuera algo completamente lógico, para ella lo era. Aunque ella se había alejado de Glasgow, no eran más que unas vacaciones cortas, no pretendía no volver a ver a su familia nunca más.
code by EMMEEra como una niña pequeña, lloriqueando acurrucada contra alguien pidiendo que le contaran historias. Por la borda se había ido su orgullo, no existía en la oscuridad. Era una de las razones de por qué no solía repetir compañeros, no era capaz de volver a mirarlos a la cara después de despertarlos con gritos de sus pesadillas.
Pero en ese mundo las opciones eran limitadas, y cada día su estado mental empeoraba. En el mundo real tenía cosas como su trabajo y familia que lograba distraerla, y cuando eso fallaba existía emborracharse hasta que no sentía nada y cigarros para calmarle. Cuando todo eso fallaba, siempre tenía ansiolíticos o relajantes musculares.
Un repertorio enorme de recursos, desde más sanos a cosas más autodestructivas, para lidiar consigo misma cuando no podía soportar estar dentro de su propio cuerpo. No quedaba nada de ello ahí, lo único a lo que podía recurrir era hacerse daño, dejar que alguien la matara para perder el conocimiento por un rato, cuando no estaba tan mal buscaba cariño con algún híbrido.
Era obvio que Hitori estaba en el peor estado mental de su vida, nada en ese mundo ayudaba, su forma de raza sólo agregaba necesidades a la lista larga de cosas que le traían problemas. Todo eso antes de conocer a Adam, que llegó sólo a revolver una cabeza que ya casi no podía consigo misma.
Por supuesto, Hitori no estaba completamente consciente de todo aquello. Su atención estaba en mantenerse cuerda, en no herir a sus compañeros de raza, no existía mucho más que eso. Nunca había tenido mucha introspección, al punto en que todavía creía que su problema era simplemente que le tenía fobia al silencio y la oscuridad. No se había dado por enterada de que esas fobias parecían desaparecer o disminuir cuando estaba acompañada, que resultaban ser síntomas de su isolofobia.
No, Hitori no daba demasiadas vueltas tratando de solucionar la maraña en su cabeza, no planeaba sus movimientos con días de anticipación para asegurarse de que estuviese bien en todo momento. Era más reactiva, reaccionaba cuando todo ya se había salido de control. El autocuidado en realidad nunca se le había dado demasiado bien, si es que en absoluto.
Entonces no era demasiado extraño que se encontrara en una situación como esa, por más que ella no lo entendiese. Quizás nunca lo haría, se había negado a aprender, quedándose con prácticas que le hacían mal sin nunca llegar a tocar la raíz del asunto, demasiado aterrada como para hacerlo.
La chica simplemente escuchó la historia cuando Adam comenzó a hablar. Aunque su oído estaba pegado directamente en el pecho y las palabras deberían haberse escuchado sin problemas, era como si estuviese bajo el agua. Terca como ella sola, no cerraba los ojos, pellizcaba sus mejillas un poco, todo para mantenerse despierta.
Nunca había entendido el razonamiento de los héroes cuando dejaban una casa con padres que los amaban, solos, para aventurar por el mundo y nunca volver. ¿Qué había afuera que era mejor que estar acompañado? No estaba segura si esa historia respondía la pregunta, tampoco. “Pobrecito.” Susurró, posando una mano en el pecho de Adam, acurrucándose más. “Toda esa vida solo. ¿Nunca encontró a nadie que lo acompañara?” Hablaba lento, como si estuviera entre sueños, sentía compasión por ese niño que había dejado todo para estar solo.
“¿Por qué se fue solo si tenía una familia que lo quería?” Murmuró, palabras dormidas, como las de una niña pequeña que todavía no quería que la historia acabara. “Por supuesto que extrañaba su hogar.” Agregó, como si fuera algo completamente lógico, para ella lo era. Aunque ella se había alejado de Glasgow, no eran más que unas vacaciones cortas, no pretendía no volver a ver a su familia nunca más.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Miér Abr 07, 2021 9:06 pm
Asintió con la cabeza al escuchar sus palabras, le agradaba que por lo menos estaría escuchando, su voz no era gastada de manera innecesaria aunque… no le molestaba tampoco si su voz la arrullaba para que fuera a dormir. Había sido una tarde extrema y una noche cansada, tan sólo una montaña rusa llena de emociones e intercambios. Respiró profundamente, acariciando suave la espalda ajena, apegándose más a ella con una pequeña sonrisa marcada en sus labios.
-Si… extrañaba su hogar, su madre, la cena en donde todos sus hermanos se reunían a disfrutar de la compañía de cada uno. Nunca había problemas, no había peleas ni tampoco discusiones, era como vivir en un mundo perfecto, tal vez fue por eso que quiso mucho más… no soportaba la monotonía de su vida, la rutina diaria, buscaba un cambio- susurró, explicando con una pequeña sonrisa, gentil sus palabras que resbalaban por sus labios -Tal vez fue por descubrir que había mucho más allá, arriesgar todo por algo completamente desconocido. Amaba a su familia como su familia a él, pero no podía estar estancado para siempre- Seguía con caricias, con cariños.
-Encontró compañeros y amigos que lo acompañaran en sus diversos viajes en los diferentes reinos, pero al final avanzaba sólo. Al principio fue doloroso decir un adiós, pero conforme pasaba el tiempo, el dejar un viejo amigo y encontrar uno nuevo era parte de su aventura. Todos ellos de diferentes lugares, con diferentes historias que él recolectaba, llegó a ser un bardo, después un aventurero, y después crecía más y más, sus méritos en los diferentes lugares le daban reconocimiento, hasta que llegó a ser un héroe que fue pronunciado por la comunidad- Y ahí, es donde ya había pura fantasía, claro, la historia tenía que acabar en una buena nota, porque su historia personal no había acabado.
-Fue un héroe, y lentamente ganaba la confianza de los reyes, del pueblo. Fue tanto la fama que le fue ofrecido un puesto de noble, pero antes de aceptarlo recordó a su familia, si, los extrañaba y deseaba contarles todo lo que hizo. Rechazó el puesto y recorrió ese camino largo que había tomado. No cargaba cosas materiales, vestía de sus ropas de cuando era solamente un trotamundos. No se había ahogado en una avaricia material, pero si en una avaricia por el conocimiento. Le costó bastante dejar todo eso atrás, pero su corazón parecía latir con más y más fuerza conforme estaba más cerca de llegar a su hogar- contaba, una realidad alterna, tal vez si hubiera tomado otras decisiones… negó suavemente con la cabeza, no importaba, el pasado estaba escrito en piedra y nunca se iba a arrepentir.
-Pero se detuvo igual, en los límites del bosque, en toda su búsqueda no encontró algo que estaba en sus libros… el amor. Estaba pensando, podría contar varias cosas, pero no la aventura sobre el amor, por lo que se dio la media vuelta, no podía aún ver a su familia sin experimentar eso una vez en su vida. Tal vez sería algo completamente trágico como lo había leído, o podía haber acabado en un final feliz, sea lo que fuese, lo quería experimentar, saberlo realmente, sentirlo. Encontrar a alguien, sabía que iba a ser su aventura más difícil hasta ahora, pero tenía que hacerlo, deseaba hacerlo- susurró con una pequeña sonrisa, acariciando sus cabellos con suavidad.
-La historia… Aún no tengo final para ella, ni tampoco un título para este pequeño cuento- susurró, solamente sus palabras se arrastraban por sus labios. Era algo completamente improvisado. Pero bueno, era algo que rompía aquel ensordecedor silencio. Acariciaba los cabellos ajenos con suavidad, ¿acaso eso le faltaba? Negó con la cabeza suavemente, se enamoró de la avaricia y el conocimiento, dos conceptos abstractos que no podía agarrar, poseer, que solamente estaban en su cabeza, en su mente, en su corazón. ¿Entonces por qué? no entendía ni una mierda.
Tragó un poco de saliva, pasando una de sus manos en la mejilla ajena, acariciando con suavidad su piel, estando sólo con ella en este estado. Si, era completamente diferente a como había estado con las demás. ¿Cómo había un tipo de comparación? Simplemente no había, no existía, ninguna persona que había sido su pareja, ni siquiera aquellas personas que lo habían acompañado en una noche tenían esa actitud tan explosiva y variada. Respiró profundamente, aguas nuevas, tierras sin descubrir.
-Hitori- susurro por lo bajo no sabía si estaría dormida o apenas y se estaba sosteniendo en la realidad. Sea como fuese, sus caricias no eran detenidas, tampoco su pequeña sonrisa, su mirada se clavaba en el cuerpo que se refugiaba en el suyo. En ese abrazo que le daba, que cubría con todo su cuerpo, como si hubiera algún enemigo que no conocía, que no detectaba, pero si esto le llegaba la tranquilidad al alma, era lo menos que podía hacer después de jugar con ella, después de mandar esas señales mixtas que le había afectado.
-Si… extrañaba su hogar, su madre, la cena en donde todos sus hermanos se reunían a disfrutar de la compañía de cada uno. Nunca había problemas, no había peleas ni tampoco discusiones, era como vivir en un mundo perfecto, tal vez fue por eso que quiso mucho más… no soportaba la monotonía de su vida, la rutina diaria, buscaba un cambio- susurró, explicando con una pequeña sonrisa, gentil sus palabras que resbalaban por sus labios -Tal vez fue por descubrir que había mucho más allá, arriesgar todo por algo completamente desconocido. Amaba a su familia como su familia a él, pero no podía estar estancado para siempre- Seguía con caricias, con cariños.
-Encontró compañeros y amigos que lo acompañaran en sus diversos viajes en los diferentes reinos, pero al final avanzaba sólo. Al principio fue doloroso decir un adiós, pero conforme pasaba el tiempo, el dejar un viejo amigo y encontrar uno nuevo era parte de su aventura. Todos ellos de diferentes lugares, con diferentes historias que él recolectaba, llegó a ser un bardo, después un aventurero, y después crecía más y más, sus méritos en los diferentes lugares le daban reconocimiento, hasta que llegó a ser un héroe que fue pronunciado por la comunidad- Y ahí, es donde ya había pura fantasía, claro, la historia tenía que acabar en una buena nota, porque su historia personal no había acabado.
-Fue un héroe, y lentamente ganaba la confianza de los reyes, del pueblo. Fue tanto la fama que le fue ofrecido un puesto de noble, pero antes de aceptarlo recordó a su familia, si, los extrañaba y deseaba contarles todo lo que hizo. Rechazó el puesto y recorrió ese camino largo que había tomado. No cargaba cosas materiales, vestía de sus ropas de cuando era solamente un trotamundos. No se había ahogado en una avaricia material, pero si en una avaricia por el conocimiento. Le costó bastante dejar todo eso atrás, pero su corazón parecía latir con más y más fuerza conforme estaba más cerca de llegar a su hogar- contaba, una realidad alterna, tal vez si hubiera tomado otras decisiones… negó suavemente con la cabeza, no importaba, el pasado estaba escrito en piedra y nunca se iba a arrepentir.
-Pero se detuvo igual, en los límites del bosque, en toda su búsqueda no encontró algo que estaba en sus libros… el amor. Estaba pensando, podría contar varias cosas, pero no la aventura sobre el amor, por lo que se dio la media vuelta, no podía aún ver a su familia sin experimentar eso una vez en su vida. Tal vez sería algo completamente trágico como lo había leído, o podía haber acabado en un final feliz, sea lo que fuese, lo quería experimentar, saberlo realmente, sentirlo. Encontrar a alguien, sabía que iba a ser su aventura más difícil hasta ahora, pero tenía que hacerlo, deseaba hacerlo- susurró con una pequeña sonrisa, acariciando sus cabellos con suavidad.
-La historia… Aún no tengo final para ella, ni tampoco un título para este pequeño cuento- susurró, solamente sus palabras se arrastraban por sus labios. Era algo completamente improvisado. Pero bueno, era algo que rompía aquel ensordecedor silencio. Acariciaba los cabellos ajenos con suavidad, ¿acaso eso le faltaba? Negó con la cabeza suavemente, se enamoró de la avaricia y el conocimiento, dos conceptos abstractos que no podía agarrar, poseer, que solamente estaban en su cabeza, en su mente, en su corazón. ¿Entonces por qué? no entendía ni una mierda.
Tragó un poco de saliva, pasando una de sus manos en la mejilla ajena, acariciando con suavidad su piel, estando sólo con ella en este estado. Si, era completamente diferente a como había estado con las demás. ¿Cómo había un tipo de comparación? Simplemente no había, no existía, ninguna persona que había sido su pareja, ni siquiera aquellas personas que lo habían acompañado en una noche tenían esa actitud tan explosiva y variada. Respiró profundamente, aguas nuevas, tierras sin descubrir.
-Hitori- susurro por lo bajo no sabía si estaría dormida o apenas y se estaba sosteniendo en la realidad. Sea como fuese, sus caricias no eran detenidas, tampoco su pequeña sonrisa, su mirada se clavaba en el cuerpo que se refugiaba en el suyo. En ese abrazo que le daba, que cubría con todo su cuerpo, como si hubiera algún enemigo que no conocía, que no detectaba, pero si esto le llegaba la tranquilidad al alma, era lo menos que podía hacer después de jugar con ella, después de mandar esas señales mixtas que le había afectado.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Miér Abr 07, 2021 11:00 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Quizás era porque su cerebro estaba funcionando muchísimo más lento de lo normal, pero la historia no le hacía ningún sentido. Si todo estaba bien, si todo era perfecto ¿Por qué querría irse? Hitori hubiese dado todo lo que tenía por tener una vida normal y monótona.
Hasta de niña había sido asustadiza y ansiosa, en realidad nunca había logrado resonar con ese tipo de historias, le confundían y las motivaciones de los personajes nunca encajaban. Todo estaba bien ¿Por qué arruinarlo? Más después, cuando casi volvió a su hogar donde seguro lo esperaban con ansias. ¿Para qué? ¿Para encontrar el amor?
La pálida enfermera frunció el ceño débilmente mientras escuchaba las palabras de Adam, su respiración cada vez más lenta y profunda, poco a poco hundiéndose en el mundo de los sueños en contra de su voluntad.
“Qué idiota.” Murmuró en una aseveración absoluta. No quedaba más que decir, el protagonista de esa historia tan sólo era un idiota que no había aprovechado lo que tenía. Y luego se había alejado de ello nuevamente sólo para perseguir algo que no existía, que le haría daño. -Amor, pff.- Fue lo último que pasó por su cabeza antes de que su cuerpo terminara de relajarse por completo contra el vampiro.
Sus sueños fueron tan confusos como lo había sido la última hora en que había flotado entre estar despierta y la inconsciencia. Su cerebro intentaba por cualquier modo conciliar las dos cosas que Adam parecía ser, repasando los mismos sueños una y otra vez obsesivamente.
La misma pesadilla recurrente, por supuesto, infaltable. Adam se turnaba siendo parte del monstruo de brea y quien lo alejaba. A veces no era un monstruo, simplemente él, quien arrancaba su corazón y la dejaba sola. En otro la tomaba en brazos y simplemente se la llevaba, dejando el corazón tirado. La rescataba, salvaba su corazón, sólo para aventarla por un abismo interminable. La misma historia, millones de iteraciones distintas de cómo se podía hacer sufrir a Hitori.
Aunque en la mayoría resultaba damnificada, en algunos la historia era distinta. Adam aparecía para arrancar algo, hundía su mano en su pecho, pero en vez de su corazón sacaba una bola de brea oscura y asquerosa en forma de mano. Esa cosa que le aferraba del cuello.
El vampiro la tomaba en brazos y luego, nada. No le hacía daño, no aprovechaba de aventarla por una ventana ni de reventar su corazón con una mano. ¿Dónde la llevaba? No estaba claro, el sueño cambiaba antes de obtener la respuesta.
Claramente, la cantidad de estrés emocional de esa tarde y noche en conjunto con todas las heridas que había recibido terminaron por ser demasiado. El cuerpo de Hitori colgó un cartel de “En Reconstrucción” y no dio permiso para molestar.
Aunque sus pesadillas fueron horrorosas, algunas quizás peores que la que le había despertado, la chica no movió un músculo. No había permiso de volver a abrir esas heridas. Ningún grito, ninguna lágrima, a poco no respiraba de lo mucho que su cuerpo estaba intentando recuperarse y mantener energías. Seguro no ayudaba que su lado híbrido estaba igual de agotado y bajo en energía.
Hitori solía despertar al mismo tiempo que el sol, incluso antes, al menor indicio del alba. No esta vez, ni se inmutó. La lluvia había parado en la noche, pero apenas el sol intentó asomarse había comenzado nuevamente. La chica no se dio por enterada, durmió como si de una princesa se tratase, muerta para el resto y sin ninguna preocupación en el mundo.
Quizás fue hambre o sed, quizás su cuerpo decidió que ya había robado suficiente tiempo al día, quizás sus heridas estaban lo suficientemente cerradas. Sea cual fuere la razón, Hitori despertó como pocas veces. Bien. Sin gritos ni llantos, sin parálisis del sueño, no había pánico. En un momento estaba durmiendo, y luego, como una persona normal, estaba despierta.
Abrió sus ojos al mismo tiempo que tomaba control de su respiración, un tanto desorientada. “¿Mmm?” Parpadeó varias veces para enfocar sus ojos, alzando la cabeza un poco. Adam seguía ahí, por alguna razón que todavía no lograba entender. Tocó el cuello moreno con su nariz y la restregó contra él, acariciando el pecho con una de sus manos.
¿Qué hacía? Normalmente en las mañanas se alejaba lo más rápido posible de sus acompañantes. Todavía no despertaba por completo, quizás era eso. Suspiró, presionando sus labios contra el cuello ajeno antes de volver a bajar su cabeza, apoyándola contra el pecho del vampiro, cerró sus ojos de nuevo.
“Sigues aquí.” Murmuró con una sonrisa que no pudo entender del todo. “¿No tienes un ataúd donde esconderte?” Susurró con un tinte burlón, pegando su oreja contra el pecho de Adam. ¿Cuál de todos sus sueños era el correcto? ¿Amigo o enemigo? Todavía no estaba segura, pero algo le decía que no lograría zafarse de él hasta tener una respuesta.
code by EMMEHasta de niña había sido asustadiza y ansiosa, en realidad nunca había logrado resonar con ese tipo de historias, le confundían y las motivaciones de los personajes nunca encajaban. Todo estaba bien ¿Por qué arruinarlo? Más después, cuando casi volvió a su hogar donde seguro lo esperaban con ansias. ¿Para qué? ¿Para encontrar el amor?
La pálida enfermera frunció el ceño débilmente mientras escuchaba las palabras de Adam, su respiración cada vez más lenta y profunda, poco a poco hundiéndose en el mundo de los sueños en contra de su voluntad.
“Qué idiota.” Murmuró en una aseveración absoluta. No quedaba más que decir, el protagonista de esa historia tan sólo era un idiota que no había aprovechado lo que tenía. Y luego se había alejado de ello nuevamente sólo para perseguir algo que no existía, que le haría daño. -Amor, pff.- Fue lo último que pasó por su cabeza antes de que su cuerpo terminara de relajarse por completo contra el vampiro.
Sus sueños fueron tan confusos como lo había sido la última hora en que había flotado entre estar despierta y la inconsciencia. Su cerebro intentaba por cualquier modo conciliar las dos cosas que Adam parecía ser, repasando los mismos sueños una y otra vez obsesivamente.
La misma pesadilla recurrente, por supuesto, infaltable. Adam se turnaba siendo parte del monstruo de brea y quien lo alejaba. A veces no era un monstruo, simplemente él, quien arrancaba su corazón y la dejaba sola. En otro la tomaba en brazos y simplemente se la llevaba, dejando el corazón tirado. La rescataba, salvaba su corazón, sólo para aventarla por un abismo interminable. La misma historia, millones de iteraciones distintas de cómo se podía hacer sufrir a Hitori.
Aunque en la mayoría resultaba damnificada, en algunos la historia era distinta. Adam aparecía para arrancar algo, hundía su mano en su pecho, pero en vez de su corazón sacaba una bola de brea oscura y asquerosa en forma de mano. Esa cosa que le aferraba del cuello.
El vampiro la tomaba en brazos y luego, nada. No le hacía daño, no aprovechaba de aventarla por una ventana ni de reventar su corazón con una mano. ¿Dónde la llevaba? No estaba claro, el sueño cambiaba antes de obtener la respuesta.
Claramente, la cantidad de estrés emocional de esa tarde y noche en conjunto con todas las heridas que había recibido terminaron por ser demasiado. El cuerpo de Hitori colgó un cartel de “En Reconstrucción” y no dio permiso para molestar.
Aunque sus pesadillas fueron horrorosas, algunas quizás peores que la que le había despertado, la chica no movió un músculo. No había permiso de volver a abrir esas heridas. Ningún grito, ninguna lágrima, a poco no respiraba de lo mucho que su cuerpo estaba intentando recuperarse y mantener energías. Seguro no ayudaba que su lado híbrido estaba igual de agotado y bajo en energía.
Hitori solía despertar al mismo tiempo que el sol, incluso antes, al menor indicio del alba. No esta vez, ni se inmutó. La lluvia había parado en la noche, pero apenas el sol intentó asomarse había comenzado nuevamente. La chica no se dio por enterada, durmió como si de una princesa se tratase, muerta para el resto y sin ninguna preocupación en el mundo.
Quizás fue hambre o sed, quizás su cuerpo decidió que ya había robado suficiente tiempo al día, quizás sus heridas estaban lo suficientemente cerradas. Sea cual fuere la razón, Hitori despertó como pocas veces. Bien. Sin gritos ni llantos, sin parálisis del sueño, no había pánico. En un momento estaba durmiendo, y luego, como una persona normal, estaba despierta.
Abrió sus ojos al mismo tiempo que tomaba control de su respiración, un tanto desorientada. “¿Mmm?” Parpadeó varias veces para enfocar sus ojos, alzando la cabeza un poco. Adam seguía ahí, por alguna razón que todavía no lograba entender. Tocó el cuello moreno con su nariz y la restregó contra él, acariciando el pecho con una de sus manos.
¿Qué hacía? Normalmente en las mañanas se alejaba lo más rápido posible de sus acompañantes. Todavía no despertaba por completo, quizás era eso. Suspiró, presionando sus labios contra el cuello ajeno antes de volver a bajar su cabeza, apoyándola contra el pecho del vampiro, cerró sus ojos de nuevo.
“Sigues aquí.” Murmuró con una sonrisa que no pudo entender del todo. “¿No tienes un ataúd donde esconderte?” Susurró con un tinte burlón, pegando su oreja contra el pecho de Adam. ¿Cuál de todos sus sueños era el correcto? ¿Amigo o enemigo? Todavía no estaba segura, pero algo le decía que no lograría zafarse de él hasta tener una respuesta.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Jue Abr 08, 2021 12:09 am
Que idiota… si, podía ser, el protagonista de una historia de fantasía siempre eran idiotas, y mucho más si fuera una historia de romance, la irracionalidad pasaba a ser lo primero que el protagonista hacía, sin algún motivo más que por ese sentimiento tan volátil, extraño y caótico. Respiró profundamente, ella ya estaba dormida, y lo mejor de todo, sin ningún ruido, ni llanto, ni sollozos. Si, la noche comenzaba a avanzar a su paso, la lluvia reposaba conforme las horas pasaban, el ambiente se convertía en solamente uno frío. Por fin, la paz había dominado a la naturaleza, no estaba llorando.
Sus dedos pasaban por los cabellos ajenos, pensando en esa historia que le había contado, ¿Estaba bien hacer eso? Si, claro que si, como había pensado, no le importaba dar información personal, cualquier pregunta iba a ser respondida de manera honesta, claro, ¿Quién podía creerle? Usualmente era tachado de loco. Respiró profundamente, con un alivio que recorría debajo de su piel, ahora solamente era protegerla del frío.
El cuerpo parecía estar en un sentido de reposo profundo, no parecía ser afectada con nada, no se movía, y concentrándose podía escuchar cómo su corazón latía con lentitud. Del otro lado de la puerta de la sala de música estaba silenciado, tal vez porque las sombras estaban ahí afuera y bloqueaban cualquier ruido que provenía del exterior. Con una pequeña sonrisa, estaba realmente enfocado sólo en ella, y por fin, después de mucho tiempo, pudo estar con sus pensamientos.
Ahora buscaba una respuesta sólida ante las incógnitas que habían aparecido dentro de su mente, las que molestaban, las que flotaban y las puso en la línea de espera mientras intentaba calmar una esfera de emociones y sentimientos completamente desastrosos llamada Hitori. Un suave, inaudible suspiro se espacó de su boca, relamió sus labios y peinó sus cabellos que lentamente pasaban de ser lacios a rizos, en un movimiento con su mano hacia atrás, en un intento de calmarlos y volverlos a la forma que le acomodaba más.
Cerró sus ojos y se quedo inmóvil, completamente, solamente su respiración y su corazón se movían, pero nada más lo hacía. Estaba aún despierto, pero hundido en pensamientos, en ideas, en que su mente por fin podía encender la maquinaria. Deshacer aquellos pensamientos irracionales, dejar de estar en lo desconocido para emerger y ver sus descubrimientos y descubrir las conclusiones que necesitaba. Estaba buscando algún tipo de resultado, esta experiencia no parecía ser suficiente para dictar evidencia congruente. No, en lugar de eso, aparecían muchas más incógnitas. ¿Por qué la cuidaba de esa manera cuando nunca antes lo había hecho? No lo sabía con exactitud en ese momento, ¿Cuánto tiempo iba a necesitar para resolver los misteriosos sentimientos que estaba experimentando? Un tiempo el cual iba a ser invertido en la chica entre sus brazos, ¿Pasajero o perpetuo? Era… extraño, no tenía respuesta exacta, pero sabía que no quería que fuera algo pasajero. ¿Por qué ella? Había decenas de personas allá afuera, y miles de millones más en el mundo normal, así que… ¿Por que ella entre tantos humanos? Había compartido su tiempo con varias personas de diferentes orígenes. Ninguna como ella, era como si hubiera encontrado una aguja en un pajar. En el momento inesperado de un encuentro inesperado. ¿Una coincidencia? ¿Destino? No le gustaba ninguna de las dos palabras, en absoluto. Le encantaba el control, no le gustaba que sus acciones fueran atadas por conceptos abstractas. Claro, la avaricia era abstracto, pero era por cuenta propia que lo seguía, al igual que el conocimiento.
Abrió sus ojos, para verla, tan calmada estaba, como si el mundo exterior no le afectará. Detrás de él, lentamente el sol mostraba los primeros rayos de sol. La ventana por lo menos estaba un poco alejada para que no fuera afectada por ello. Pero ella aún no se despertaba. El cuerpo necesita tiempo para recuperarse y al parecer el daño que le causó fue suficiente como para que estuviera en un hechizo como si fuera la bella durmiente. Pero no la iba a despertar con un beso, por lo menos no en esta mañana, esperaría todo el tiempo que ella necesitara. El tiempo no le importaba mucho, tenía bastante entre sus manos, y mucho más en este mundo.
Le gustaba estar en control de las cosas, pero con ella… no podía disgustarse lo suficiente como para negar completamente la posibilidad de ser controlado por emociones y sentimientos que no controlaba. De nuevo, un profundo respiro, recolectando sus pensamientos. Cerró de nuevo sus ojos, de nuevo en su foro interno. Discutía bastante, pero no llegaba a las conclusiones que necesitaba en el momento. Después de unas horas se rindió, por lo menos en el momento, necesitaba recolectar más experiencias antes de saltar a un resultado que le resultara comprensible.
De pronto, sintió una caricia en su cuello y en su pecho, y solamente sonreía ante ese contacto. Era bien recibido los labios en su piel, y abrió sus ojos por fin, por la luz que pasaba por la ventana, era ya la tarde. Su mirada bajó hasta el cuerpo ajeno que se estaba apoyando en el suyo. Con una pequeña sonrisa acarició sus cabellos.
-Buenas tardes- le susurró, y sólo negó con la cabeza -Si tuviera un ataúd, no hubiera podido dormir en él de todos modos, porque estaría cuidando de usted Hitori- dijo con suaves palabras, pasando sus manos sobre la piel ajena, por su espalda y sus cabellos, después una de estas se posó en la mejilla de la chica y con sus dedos acariciaba gentilmente la piel de la chica, parecía que por fin había despertado de su letargo.
-Durmió bastante, pero parece ser que está mucho mejor, ¿Aún duelen las heridas?- Preguntó un poco preocupado, dejando un beso en la coronilla ajena, apenas acariciando con la otra mano aquellas marcas que él había dejado -Pido… disculpas por mi brusca actitud y... - dejo salir un suspiro, sentía que iba a ganar una bofetada o algo así por seguir hablando -No importa- Y con esto dicho le dio un abrazo, no fuerte, solamente la rodeaba con sus brazos y piernas.
-Disculpe si no pude ofrecerle desayuno… o almuerzo, el chef no estaba disponible- le dijo, ahora en un tono juguetón, dejando un pequeño beso en su coronilla -Pero espero que podamos encontrar algo para usted, debe de tener hambre o sed, ¿No? Tal vez la próxima esté más preparado y tenga los alimentos listos- En un futuro, sentía que esta no iba a ser la última vez que se iban a encontrar, ¿Una tercera cita? quizás.
Cerró sus ojos, estando con ella se sentía tranquilo, y lo mejor del caso, aliviado por el estado ajeno, ¿Acaso aquellos que morían dentro de aquí revivían después de unos minutos? Claro, pero había algo en eso que no le gustaba para nada.
Sus dedos pasaban por los cabellos ajenos, pensando en esa historia que le había contado, ¿Estaba bien hacer eso? Si, claro que si, como había pensado, no le importaba dar información personal, cualquier pregunta iba a ser respondida de manera honesta, claro, ¿Quién podía creerle? Usualmente era tachado de loco. Respiró profundamente, con un alivio que recorría debajo de su piel, ahora solamente era protegerla del frío.
El cuerpo parecía estar en un sentido de reposo profundo, no parecía ser afectada con nada, no se movía, y concentrándose podía escuchar cómo su corazón latía con lentitud. Del otro lado de la puerta de la sala de música estaba silenciado, tal vez porque las sombras estaban ahí afuera y bloqueaban cualquier ruido que provenía del exterior. Con una pequeña sonrisa, estaba realmente enfocado sólo en ella, y por fin, después de mucho tiempo, pudo estar con sus pensamientos.
Ahora buscaba una respuesta sólida ante las incógnitas que habían aparecido dentro de su mente, las que molestaban, las que flotaban y las puso en la línea de espera mientras intentaba calmar una esfera de emociones y sentimientos completamente desastrosos llamada Hitori. Un suave, inaudible suspiro se espacó de su boca, relamió sus labios y peinó sus cabellos que lentamente pasaban de ser lacios a rizos, en un movimiento con su mano hacia atrás, en un intento de calmarlos y volverlos a la forma que le acomodaba más.
Cerró sus ojos y se quedo inmóvil, completamente, solamente su respiración y su corazón se movían, pero nada más lo hacía. Estaba aún despierto, pero hundido en pensamientos, en ideas, en que su mente por fin podía encender la maquinaria. Deshacer aquellos pensamientos irracionales, dejar de estar en lo desconocido para emerger y ver sus descubrimientos y descubrir las conclusiones que necesitaba. Estaba buscando algún tipo de resultado, esta experiencia no parecía ser suficiente para dictar evidencia congruente. No, en lugar de eso, aparecían muchas más incógnitas. ¿Por qué la cuidaba de esa manera cuando nunca antes lo había hecho? No lo sabía con exactitud en ese momento, ¿Cuánto tiempo iba a necesitar para resolver los misteriosos sentimientos que estaba experimentando? Un tiempo el cual iba a ser invertido en la chica entre sus brazos, ¿Pasajero o perpetuo? Era… extraño, no tenía respuesta exacta, pero sabía que no quería que fuera algo pasajero. ¿Por qué ella? Había decenas de personas allá afuera, y miles de millones más en el mundo normal, así que… ¿Por que ella entre tantos humanos? Había compartido su tiempo con varias personas de diferentes orígenes. Ninguna como ella, era como si hubiera encontrado una aguja en un pajar. En el momento inesperado de un encuentro inesperado. ¿Una coincidencia? ¿Destino? No le gustaba ninguna de las dos palabras, en absoluto. Le encantaba el control, no le gustaba que sus acciones fueran atadas por conceptos abstractas. Claro, la avaricia era abstracto, pero era por cuenta propia que lo seguía, al igual que el conocimiento.
Abrió sus ojos, para verla, tan calmada estaba, como si el mundo exterior no le afectará. Detrás de él, lentamente el sol mostraba los primeros rayos de sol. La ventana por lo menos estaba un poco alejada para que no fuera afectada por ello. Pero ella aún no se despertaba. El cuerpo necesita tiempo para recuperarse y al parecer el daño que le causó fue suficiente como para que estuviera en un hechizo como si fuera la bella durmiente. Pero no la iba a despertar con un beso, por lo menos no en esta mañana, esperaría todo el tiempo que ella necesitara. El tiempo no le importaba mucho, tenía bastante entre sus manos, y mucho más en este mundo.
Le gustaba estar en control de las cosas, pero con ella… no podía disgustarse lo suficiente como para negar completamente la posibilidad de ser controlado por emociones y sentimientos que no controlaba. De nuevo, un profundo respiro, recolectando sus pensamientos. Cerró de nuevo sus ojos, de nuevo en su foro interno. Discutía bastante, pero no llegaba a las conclusiones que necesitaba en el momento. Después de unas horas se rindió, por lo menos en el momento, necesitaba recolectar más experiencias antes de saltar a un resultado que le resultara comprensible.
De pronto, sintió una caricia en su cuello y en su pecho, y solamente sonreía ante ese contacto. Era bien recibido los labios en su piel, y abrió sus ojos por fin, por la luz que pasaba por la ventana, era ya la tarde. Su mirada bajó hasta el cuerpo ajeno que se estaba apoyando en el suyo. Con una pequeña sonrisa acarició sus cabellos.
-Buenas tardes- le susurró, y sólo negó con la cabeza -Si tuviera un ataúd, no hubiera podido dormir en él de todos modos, porque estaría cuidando de usted Hitori- dijo con suaves palabras, pasando sus manos sobre la piel ajena, por su espalda y sus cabellos, después una de estas se posó en la mejilla de la chica y con sus dedos acariciaba gentilmente la piel de la chica, parecía que por fin había despertado de su letargo.
-Durmió bastante, pero parece ser que está mucho mejor, ¿Aún duelen las heridas?- Preguntó un poco preocupado, dejando un beso en la coronilla ajena, apenas acariciando con la otra mano aquellas marcas que él había dejado -Pido… disculpas por mi brusca actitud y... - dejo salir un suspiro, sentía que iba a ganar una bofetada o algo así por seguir hablando -No importa- Y con esto dicho le dio un abrazo, no fuerte, solamente la rodeaba con sus brazos y piernas.
-Disculpe si no pude ofrecerle desayuno… o almuerzo, el chef no estaba disponible- le dijo, ahora en un tono juguetón, dejando un pequeño beso en su coronilla -Pero espero que podamos encontrar algo para usted, debe de tener hambre o sed, ¿No? Tal vez la próxima esté más preparado y tenga los alimentos listos- En un futuro, sentía que esta no iba a ser la última vez que se iban a encontrar, ¿Una tercera cita? quizás.
Cerró sus ojos, estando con ella se sentía tranquilo, y lo mejor del caso, aliviado por el estado ajeno, ¿Acaso aquellos que morían dentro de aquí revivían después de unos minutos? Claro, pero había algo en eso que no le gustaba para nada.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Jue Abr 08, 2021 3:01 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Sintió caricias en su cabello. ¿Miedo? No, no todavía, no hasta que su cerebro decidiera qué era lo que estaba sucediendo entre ella y el vampiro. Algo había sucedido mientras dormía, por lo menos por ahora, aunque ambas posibilidades todavía eran igual de probables, a diferencia de la noche anterior, eso no le producía la misma cantidad de pánico y angustia.
Tenía tiempo, por lo menos un poco, para averiguarlo antes de sucumbir ante sus emociones otra vez. Estaba estable, lo más cercano a eso, por lo menos. Hitori no lo sabía, por supuesto, tan sólo se sentía mejor por alguna razón, pero sabía que no duraría demasiado, que un paso en falso mandaría todo de vuelta a la mierda.
Pero por ahora, lo único que podía hacer era el esfuerzo de descifrar al hombre que la tenía entre sus brazos. Sin escapar, sin trucos ni trampas, tan solo intentar ser honesta, por el bien de ambos. Claramente ella no tenía demasiado buena influencia en él, a juzgar por lo que había sucedido la noche anterior.
Hitori suspiró pesadamente. Menuda tarea tenía por delante. Ser honesta se le hacía extremadamente fácil cuando estaba en medio de la oscuridad y aterrorizada, no tenía otra opción. Pero a la luz del día y estable aquello era otra cosa. Bajar las defensas a propósito era distinto. ¿Era necesario? No por completo, por supuesto, pero lo suficiente como para que ambos fueran capaces de encontrar algún tipo de respuesta.
“¿Tardes?” Murmuró, un poco más despierta después del par de vueltas que se había dado en su cabeza. La giró un poco, lo suficiente como para notar que la luz a su alrededor efectivamente no era de mañana.
Sintió que, imposiblemente, le subía el color a las mejillas con las siguientes palabras. -¿De verdad? ¿Así drenada de sangre y todo? Das pena, Macleod.- Se regañó, intentando pasar el rubor desapercibido hundiendo su cara contra el pecho de Adam. Olvidó que estaba desnuda y que su cuello y hombros reaccionaban de la misma manera.
“No tienes que cuidarme. No pedí ni espero que lo hagas.” Refunfuñó, su frente contra piel morena. “Además. ¿No se supone que duermes de noche?” Preguntó en otro murmullo que se llenó de curiosidad mientras hablaba. No había caído en cuenta hasta ese momento, pero Adam al parecer tampoco había dormido después de su primer encuentro. ¿Es que no necesitaba hacerlo?
Suspiró ante la pregunta acerca de sus heridas, empujando un recuerdo de la noche anterior con fuerza fuera de su cabeza. “No pasa nada, no duele, en serio.” No mentía, tenía una tolerancia al dolor bastante descomunal, quizás algo en sus genes escoceses, no estaba segura, pero había sido así desde pequeña. La razón detrás del tamaño de las cicatrices en sus muslos era aquella, simplemente le costaba más de lo normal sentir dolor importante.
Despegó su cabeza de la piel ajena, ceño fruncido y palabras enojadas listas para pelear contra la disculpa, pero Hitori posó sus ojos en la cara de Adam por primera vez en el día. Cuando había causado esas heridas no le había importado en absoluto, y en la noche no había podido verlos. La rabia se desinfló, pero su mirada se mantuvo amenazante.
“No te disculpes. A mí me gustó, y creo que a ti también, así que no tiene sentido pretender lo contrario.” Razonó, posando una mano gentilmente en los rasguños en la mejilla de Adam. A Hitori no le apenaba en absoluto admitirlo, su estilo de vida en realidad no dejaba espacio para el pudor o actuar de manera mojigata.
Siguiendo su propio consejo, no se disculpó por los rasguños que ella había causado. Tan sólo se estiró un poco, lo suficiente como para dejar un beso gentil en la mejilla antes de dejarse abrazar de esa manera tan… Envuelta. Rodeó el torso de Adam con sus brazos con cuidado y volvió a apoyarse contra él, acariciando la espalda con las yemas de sus dedos.
“Pues vamos a tener que despedir a ese chef. No puedo creer que no haya anticipado una situación como esta. ¿Para qué le pagamos?” Siguió el juego, reemplazando su acento escocés con su mejor acento inglés pomposo junto con un cambio de voz que le hacía sonar más como una vieja rica y aburrida que diría cosas como esa. Hitori soltó una pequeña risita, despegándose un poco del vampiro.
“¿La próxima?” Preguntó, su expresión juguetona, una sonrisa en sus labios. “Señor Valentine, qué osado, todavía no me he recuperado de nuestra segunda cita y usted aquí planeando la tercera.” Posó una mano sobre su propio pecho y giró la cabeza, fingiendo estar ofendida.
Frunció el ceño ante eso volviendo a mirar a Adam y ladeando su cabeza. “¿O cuarta?” No estaba segura, sus pretendientes nunca pasaban de la primera así que la manera de contarlas en realidad escapaba de sus conocimientos. “¿Esto cuenta como qué? No suelo quedarme para averiguarlo.” Explicó, encogiéndose de hombros como si aquello fuese algo inevitable. Era extremadamente torpe cuando se trataba de relaciones amorosas, la evitaba y huía de ellas sin excepción, pero claramente se había encontrado con alguien que no le dejaría hacer eso.
Bien, no tenía cómo evitarlo, pero no pretendía jugar el jueguito que todas sus amigas adoraban. No era adolescente para andar con rodeos. Por lo menos, no en ese momento, de día, donde se encontraba extrañamente tranquila. Esa faceta, por lo menos, no tenía ganas de cursilerías.
“Como sea, a no ser que hayas descubierto algo mientras yo dormía, estamos en la misma situación ¿No?” Frunció el ceño, posando sus ojos violeta en los ajenos, rebuscando ahí dentro como si fuese a encontrar la respuesta. “Tú ya no sabes ni donde estás parado, y yo-” -Honestidad, Macleod.- Sacudió la cabeza. “Yo todavía no decido si quiero correr y no volver a verte nunca más, o-” Mordió su labio interior, desviando la mirada, clavándola en el piso, maldiciéndose por ruborizarse justo en ese momento. -Mierda, va a ser mucho más difícil de lo que pensé.- Hitori suspiró, ya exasperada, clavando sus ojos nuevamente en los ajenos. “O, lo contrario.” Terminó, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.
“Y seguro no me vas a dejar tranquila hasta que o tú o yo sepamos. ¿Me equivoco?” Alzó la cabeza un poco en un gesto acusatorio, pero no esperó la respuesta. “Yo tampoco me voy a quedar tranquila, así que estamos hasta la mierda.” Aseveró, sacudiendo su cabeza. ¿Cómo tenía la situación tan clara de un momento a otro? Quizás los sueños y pesadillas le habían ayudado más de lo que creyó.
“Desde ahora hasta que...” Giró su cabeza, observando la luz, no sabía qué hora era. “Hasta… ¿Mañana?” No sabía qué tiempo era apropiado para algo como eso. Seguro no sería tan complicado que UNO de los dos llegara a alguna conclusión. ¿Cierto? Volvió a girar la cabeza, sus ojos denotando una intensidad enorme. “No más trampas. No más mentiras. No más estupideces sobrenaturales. Tú haces una pregunta, yo respondo, y luego es mi turno.”
Sonaba simple, algo que sólo podría ocurrírsele de día, cuando estaba así de estable, o de noche, cuando estaba extremadamente ebria. -Esconde una.- Escuchó un susurro en su mente. Levantó tres dedos de su mano. “Tres "paso" a tres preguntas, respondemos todo el resto.” Agregó, agradeciendo que su madre, donde quiera que estuviese, le había salvado de una situación compleja antes de tiempo.
Puso su mano en medio del estrecho espacio entre ella y Adam, ofreciéndola para que la sacudiera, el ceño fruncido en una expresión seria, intensa. Ambos tenían un problema, a sus ojos (Por lo menos en ese momento) y era la mejor manera de solucionarlo. Aunque sus facciones recién habían vuelto a la normalidad después del rubor, Hitori de alguna manera había decidido tratar aquello más como una reunión de negocios que cualquier otra cosa. Eso, como todo el resto de las ideas y emociones fugaces de la enfermera, también pasaría bastante rápido.
“¿Trato?”
code by EMMETenía tiempo, por lo menos un poco, para averiguarlo antes de sucumbir ante sus emociones otra vez. Estaba estable, lo más cercano a eso, por lo menos. Hitori no lo sabía, por supuesto, tan sólo se sentía mejor por alguna razón, pero sabía que no duraría demasiado, que un paso en falso mandaría todo de vuelta a la mierda.
Pero por ahora, lo único que podía hacer era el esfuerzo de descifrar al hombre que la tenía entre sus brazos. Sin escapar, sin trucos ni trampas, tan solo intentar ser honesta, por el bien de ambos. Claramente ella no tenía demasiado buena influencia en él, a juzgar por lo que había sucedido la noche anterior.
Hitori suspiró pesadamente. Menuda tarea tenía por delante. Ser honesta se le hacía extremadamente fácil cuando estaba en medio de la oscuridad y aterrorizada, no tenía otra opción. Pero a la luz del día y estable aquello era otra cosa. Bajar las defensas a propósito era distinto. ¿Era necesario? No por completo, por supuesto, pero lo suficiente como para que ambos fueran capaces de encontrar algún tipo de respuesta.
“¿Tardes?” Murmuró, un poco más despierta después del par de vueltas que se había dado en su cabeza. La giró un poco, lo suficiente como para notar que la luz a su alrededor efectivamente no era de mañana.
Sintió que, imposiblemente, le subía el color a las mejillas con las siguientes palabras. -¿De verdad? ¿Así drenada de sangre y todo? Das pena, Macleod.- Se regañó, intentando pasar el rubor desapercibido hundiendo su cara contra el pecho de Adam. Olvidó que estaba desnuda y que su cuello y hombros reaccionaban de la misma manera.
“No tienes que cuidarme. No pedí ni espero que lo hagas.” Refunfuñó, su frente contra piel morena. “Además. ¿No se supone que duermes de noche?” Preguntó en otro murmullo que se llenó de curiosidad mientras hablaba. No había caído en cuenta hasta ese momento, pero Adam al parecer tampoco había dormido después de su primer encuentro. ¿Es que no necesitaba hacerlo?
Suspiró ante la pregunta acerca de sus heridas, empujando un recuerdo de la noche anterior con fuerza fuera de su cabeza. “No pasa nada, no duele, en serio.” No mentía, tenía una tolerancia al dolor bastante descomunal, quizás algo en sus genes escoceses, no estaba segura, pero había sido así desde pequeña. La razón detrás del tamaño de las cicatrices en sus muslos era aquella, simplemente le costaba más de lo normal sentir dolor importante.
Despegó su cabeza de la piel ajena, ceño fruncido y palabras enojadas listas para pelear contra la disculpa, pero Hitori posó sus ojos en la cara de Adam por primera vez en el día. Cuando había causado esas heridas no le había importado en absoluto, y en la noche no había podido verlos. La rabia se desinfló, pero su mirada se mantuvo amenazante.
“No te disculpes. A mí me gustó, y creo que a ti también, así que no tiene sentido pretender lo contrario.” Razonó, posando una mano gentilmente en los rasguños en la mejilla de Adam. A Hitori no le apenaba en absoluto admitirlo, su estilo de vida en realidad no dejaba espacio para el pudor o actuar de manera mojigata.
Siguiendo su propio consejo, no se disculpó por los rasguños que ella había causado. Tan sólo se estiró un poco, lo suficiente como para dejar un beso gentil en la mejilla antes de dejarse abrazar de esa manera tan… Envuelta. Rodeó el torso de Adam con sus brazos con cuidado y volvió a apoyarse contra él, acariciando la espalda con las yemas de sus dedos.
“Pues vamos a tener que despedir a ese chef. No puedo creer que no haya anticipado una situación como esta. ¿Para qué le pagamos?” Siguió el juego, reemplazando su acento escocés con su mejor acento inglés pomposo junto con un cambio de voz que le hacía sonar más como una vieja rica y aburrida que diría cosas como esa. Hitori soltó una pequeña risita, despegándose un poco del vampiro.
“¿La próxima?” Preguntó, su expresión juguetona, una sonrisa en sus labios. “Señor Valentine, qué osado, todavía no me he recuperado de nuestra segunda cita y usted aquí planeando la tercera.” Posó una mano sobre su propio pecho y giró la cabeza, fingiendo estar ofendida.
Frunció el ceño ante eso volviendo a mirar a Adam y ladeando su cabeza. “¿O cuarta?” No estaba segura, sus pretendientes nunca pasaban de la primera así que la manera de contarlas en realidad escapaba de sus conocimientos. “¿Esto cuenta como qué? No suelo quedarme para averiguarlo.” Explicó, encogiéndose de hombros como si aquello fuese algo inevitable. Era extremadamente torpe cuando se trataba de relaciones amorosas, la evitaba y huía de ellas sin excepción, pero claramente se había encontrado con alguien que no le dejaría hacer eso.
Bien, no tenía cómo evitarlo, pero no pretendía jugar el jueguito que todas sus amigas adoraban. No era adolescente para andar con rodeos. Por lo menos, no en ese momento, de día, donde se encontraba extrañamente tranquila. Esa faceta, por lo menos, no tenía ganas de cursilerías.
“Como sea, a no ser que hayas descubierto algo mientras yo dormía, estamos en la misma situación ¿No?” Frunció el ceño, posando sus ojos violeta en los ajenos, rebuscando ahí dentro como si fuese a encontrar la respuesta. “Tú ya no sabes ni donde estás parado, y yo-” -Honestidad, Macleod.- Sacudió la cabeza. “Yo todavía no decido si quiero correr y no volver a verte nunca más, o-” Mordió su labio interior, desviando la mirada, clavándola en el piso, maldiciéndose por ruborizarse justo en ese momento. -Mierda, va a ser mucho más difícil de lo que pensé.- Hitori suspiró, ya exasperada, clavando sus ojos nuevamente en los ajenos. “O, lo contrario.” Terminó, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.
“Y seguro no me vas a dejar tranquila hasta que o tú o yo sepamos. ¿Me equivoco?” Alzó la cabeza un poco en un gesto acusatorio, pero no esperó la respuesta. “Yo tampoco me voy a quedar tranquila, así que estamos hasta la mierda.” Aseveró, sacudiendo su cabeza. ¿Cómo tenía la situación tan clara de un momento a otro? Quizás los sueños y pesadillas le habían ayudado más de lo que creyó.
“Desde ahora hasta que...” Giró su cabeza, observando la luz, no sabía qué hora era. “Hasta… ¿Mañana?” No sabía qué tiempo era apropiado para algo como eso. Seguro no sería tan complicado que UNO de los dos llegara a alguna conclusión. ¿Cierto? Volvió a girar la cabeza, sus ojos denotando una intensidad enorme. “No más trampas. No más mentiras. No más estupideces sobrenaturales. Tú haces una pregunta, yo respondo, y luego es mi turno.”
Sonaba simple, algo que sólo podría ocurrírsele de día, cuando estaba así de estable, o de noche, cuando estaba extremadamente ebria. -Esconde una.- Escuchó un susurro en su mente. Levantó tres dedos de su mano. “Tres "paso" a tres preguntas, respondemos todo el resto.” Agregó, agradeciendo que su madre, donde quiera que estuviese, le había salvado de una situación compleja antes de tiempo.
Puso su mano en medio del estrecho espacio entre ella y Adam, ofreciéndola para que la sacudiera, el ceño fruncido en una expresión seria, intensa. Ambos tenían un problema, a sus ojos (Por lo menos en ese momento) y era la mejor manera de solucionarlo. Aunque sus facciones recién habían vuelto a la normalidad después del rubor, Hitori de alguna manera había decidido tratar aquello más como una reunión de negocios que cualquier otra cosa. Eso, como todo el resto de las ideas y emociones fugaces de la enfermera, también pasaría bastante rápido.
“¿Trato?”
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Jue Abr 08, 2021 9:39 am
-Bueno señorita Hitori, es mi deseo cuidarla- susurraba con una sonrisa,aquel vampiro ya aliviado de que la ajena recupera por lo menos energías suficientes para expresarse de esa manera -Duermo de día realmente, aunque a veces sufro de casos de insomnio- Contestó de manera honesta, no era fan del día, de la luz del sol, aquel astro que lo trata de matar siempre cuando puede, por lo que se ocultaba de él. Un ataúd… es algo que los demás habían inventado, un mito pero el cual le resultaba coherente, los vampiros son no muertos, y un ataúd no deja pasar los rayos solares, ¿Pero para que entonces? si el lugar en donde residían los vampiros nunca llegaba esa luz tan odiosa.
Levantó la ceja sorprendido por sus palabras, estaba un poco sorprendido por ello. Las heridas que le hizo no eran simples rasguños o mordidas pequeñas que marcaban la piel, no, habían sido peor que eso y ella parecía que solamente fueran cosas triviales. No sabía si sentirse aliviado o preocupado al respecto, pero poco importaba, la expresión ajena de enojo había detenido ese tren de pensamiento. Si, lo sabía, le había dado en el clavo, y con las palabras que la ajena pronunciaba asintió con la cabeza, cerrando los ojos cuando la mano ajena se posó en su mejilla. Respiró profundamente, le gustaba el toque ajeno, y mucho más cuando ese toque era proporcionado por los labios de la mujer que mantenía entre sus brazos.
No pudo contener una sonrisa ante ese juego que había comenzado, y ella siguiendo el hilo sin preocupaciones y es más, hasta actuado -Bueno, entonces tendremos que cambiar de chef, esperemos que podamos elegir uno antes del próximo encuentro- susurró, con un acento de inglés antiguo y extravagante, refunfuñando por un segundo ante esa idea antes de dejar que una sonrisa se marcara en sus labios.
Entreabrió sus ojos, observando esa expresión en su rostro, esa bella sonrisa, y asintió con la cabeza a su pregunta, la dejó vagando un poco, palabras y cuestiones salían de ella -Podía contar como la segunda, aunque parecía ser que nos hemos saltado algunos pasos señorita Hitori, muchos dirán que los encuentros sexuales suelen ser después de la tercera cita o cuarta, pero nosotros… bueno, borramos aquella línea- por lo menos una respuesta, una clara después de varias más cuyas conclusiones seguían perdidas.
Ahora, de regreso a las cuestiones, no podía decir que había llegado a una resolución en esas horas, es más, solamente las preguntas se volvieron complejas. Sus ojos se posaron en los ajenos, lo mismo que ella, intentando encontrar una respuesta, pero a todo esto solamente le dedicó una sonrisa y un pequeño suspiro, las palabras parecían tener un efecto en él, pero aquel rubor deshizo toda duda, y dejó un beso en la frente ajena, parecía que ella estaba contra la espada y la pared.
No, no estaba en lo equivocado, una sonrisa ladina ahora y asintió de nuevo con la cabeza, la dejaba hablar, expresarse, le gustaba verla de esa manera tan activa, y hasta eso, más segura de sí misma. Como si las facetas de ella rotaran dependiendo del día, de su estado de ánimo, y de que que si las estrellas y planetas se alineaban. ¿Cómo aburrirse ante eso? Podía estar de acuerdo de que sería algo abrumador para la mayoría de las personas, una mujer que cambiaba de facetas como el día cambia de noche era algo que no se esperaban, y si pasaban más allá del primer encuentro les esperaba caos en un puente cuyos cimientos podían ser arena, cemento o el océano mismo en un mundo donde no había ni pies ni cabeza, ni principio ni fin.
Las reglas de aquel juego eran simples, y no negó ninguna, solamente una pequeña sonrisa en su rostro, y estrechó la mano ajena cuando la ofreció -Bueno, parece que tenemos un trato- susurró, depositando un beso en la punta de la nariz ajena antes de cerrar sus ojos y pensar cuál iba a ser su primera bala. Por el momento le sobraban dudas, pero no iba a comenzar con una pregunta seria, o por lo menos profunda. Inhaló profundamente mientras que sus manos acariciaban la espalda ajena.
-Vamos con una simple, sí vamos a estar aquí preguntando y respondiendo, vamos a tomar nuestro tiempo entonces -Susurró y acarició sus cabellos de manera tierna -¿Cuál es su bebida favorita? No importa si es alcohólica o no- Bueno, con esto se inicia aquel juego que ella había comenzado, ¿Qué cosas podía descubrir de ella? O más bien, ¿Ella que podía descubrir de él? Está claramente iba a ser una tarde interesante, al igual que los anteriores encuentros que se había encontrado con ella. Nada de aburrimiento, nada de expectativas, nada de planes por el momento, solamente la honestidad del vampiro y esperaba que ella igual fuera así, respetando las reglas que había impuesto. Tres preguntas que podrían pasar, ¿Cuáles podrían ser? No iba a ocultarle nada, o más bien, por lo menos una o dos preguntas máximo, más por cuidar de la sanidad ajena que otra cosa.
Levantó la ceja sorprendido por sus palabras, estaba un poco sorprendido por ello. Las heridas que le hizo no eran simples rasguños o mordidas pequeñas que marcaban la piel, no, habían sido peor que eso y ella parecía que solamente fueran cosas triviales. No sabía si sentirse aliviado o preocupado al respecto, pero poco importaba, la expresión ajena de enojo había detenido ese tren de pensamiento. Si, lo sabía, le había dado en el clavo, y con las palabras que la ajena pronunciaba asintió con la cabeza, cerrando los ojos cuando la mano ajena se posó en su mejilla. Respiró profundamente, le gustaba el toque ajeno, y mucho más cuando ese toque era proporcionado por los labios de la mujer que mantenía entre sus brazos.
No pudo contener una sonrisa ante ese juego que había comenzado, y ella siguiendo el hilo sin preocupaciones y es más, hasta actuado -Bueno, entonces tendremos que cambiar de chef, esperemos que podamos elegir uno antes del próximo encuentro- susurró, con un acento de inglés antiguo y extravagante, refunfuñando por un segundo ante esa idea antes de dejar que una sonrisa se marcara en sus labios.
Entreabrió sus ojos, observando esa expresión en su rostro, esa bella sonrisa, y asintió con la cabeza a su pregunta, la dejó vagando un poco, palabras y cuestiones salían de ella -Podía contar como la segunda, aunque parecía ser que nos hemos saltado algunos pasos señorita Hitori, muchos dirán que los encuentros sexuales suelen ser después de la tercera cita o cuarta, pero nosotros… bueno, borramos aquella línea- por lo menos una respuesta, una clara después de varias más cuyas conclusiones seguían perdidas.
Ahora, de regreso a las cuestiones, no podía decir que había llegado a una resolución en esas horas, es más, solamente las preguntas se volvieron complejas. Sus ojos se posaron en los ajenos, lo mismo que ella, intentando encontrar una respuesta, pero a todo esto solamente le dedicó una sonrisa y un pequeño suspiro, las palabras parecían tener un efecto en él, pero aquel rubor deshizo toda duda, y dejó un beso en la frente ajena, parecía que ella estaba contra la espada y la pared.
No, no estaba en lo equivocado, una sonrisa ladina ahora y asintió de nuevo con la cabeza, la dejaba hablar, expresarse, le gustaba verla de esa manera tan activa, y hasta eso, más segura de sí misma. Como si las facetas de ella rotaran dependiendo del día, de su estado de ánimo, y de que que si las estrellas y planetas se alineaban. ¿Cómo aburrirse ante eso? Podía estar de acuerdo de que sería algo abrumador para la mayoría de las personas, una mujer que cambiaba de facetas como el día cambia de noche era algo que no se esperaban, y si pasaban más allá del primer encuentro les esperaba caos en un puente cuyos cimientos podían ser arena, cemento o el océano mismo en un mundo donde no había ni pies ni cabeza, ni principio ni fin.
Las reglas de aquel juego eran simples, y no negó ninguna, solamente una pequeña sonrisa en su rostro, y estrechó la mano ajena cuando la ofreció -Bueno, parece que tenemos un trato- susurró, depositando un beso en la punta de la nariz ajena antes de cerrar sus ojos y pensar cuál iba a ser su primera bala. Por el momento le sobraban dudas, pero no iba a comenzar con una pregunta seria, o por lo menos profunda. Inhaló profundamente mientras que sus manos acariciaban la espalda ajena.
-Vamos con una simple, sí vamos a estar aquí preguntando y respondiendo, vamos a tomar nuestro tiempo entonces -Susurró y acarició sus cabellos de manera tierna -¿Cuál es su bebida favorita? No importa si es alcohólica o no- Bueno, con esto se inicia aquel juego que ella había comenzado, ¿Qué cosas podía descubrir de ella? O más bien, ¿Ella que podía descubrir de él? Está claramente iba a ser una tarde interesante, al igual que los anteriores encuentros que se había encontrado con ella. Nada de aburrimiento, nada de expectativas, nada de planes por el momento, solamente la honestidad del vampiro y esperaba que ella igual fuera así, respetando las reglas que había impuesto. Tres preguntas que podrían pasar, ¿Cuáles podrían ser? No iba a ocultarle nada, o más bien, por lo menos una o dos preguntas máximo, más por cuidar de la sanidad ajena que otra cosa.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Jue Abr 08, 2021 6:15 pm
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Adam, por supuesto, tenía una respuesta ante su reproche de no necesitar que la cuidaran, como todo un caballero insoportable. “Pues entonces déjame advertirte que cuidarme es trabajo de tiempo completo, y no paga demasiado bien.” Bromeó con una sonrisa sólo para fruncir el ceño ante las próximas palabras, un tanto preocupada. “Tú duermes de día y yo de noche...” Presionó sus labios en una línea tensa. “No sé cómo pretendes cuidarme cuando vas a estar durmiendo mientras yo me meto en problemas.” Murmuró, una expresión juguetona e inocente mientras enroscaba su propio cabello alrededor de un dedo.
Supuso que Adam sí sabría la manera correcta de contar citas, y no se había equivocado. “Segunda...” Murmuró, ahora un poco más confundida. ¿Y si no se volvían a separar? ¿Contaba como una segunda cita perpetua? Se encogió de hombros ante el hecho de que alguna gente consideraba correcto esperar a algún número aleatorio para comenzar los encuentros sexuales.
“Seguro es la misma gente que le tiene miedo a su propio cuerpo y ni saben qué es lo que les gusta.” Refunfuñó, recordando la cantidad de veces que le habían juzgado. Hitori consideraba andar por la vida esperando enamorarse muchísimo más peligroso para la salud que tener sexo casual. “No sé tú, pero yo nunca he tenido esa línea. Lo siento, te traje al lado oscuro.” Murmuró con una sonrisa. Quizás esa era, en parte, la explicación detrás del comportamiento tan apestosamente cuidadoso.
Adam le dejó hablar, claramente, ella no había dado cabida para que le interrumpiera, tan sólo le sonreía, parecía hasta entretenido. Mientras estuviese escuchando no le molestaba. Cuando terminó de hablar, el vampiro simplemente sonrió y estrechó su mano.
El contraste entre el tono práctico y la actitud de negocios que había tomado y el susurro y mimos del vampiro sí le tomó un poco por sorpresa, recordándole un poco que la situación no era tan simple y clara. “Uh-” Desvió la mirada nuevamente, agradeciendo que Adam había cerrado los ojos. Agachó la cabeza para esconder el rubor en sus mejillas con su cabello. -Patético. ¿Qué me pasa?-
Decidió ocupar su cabeza con algo más antes de volcarse nuevamente en un diálogo interno que sabía no tenía respuesta por ahora. Posó sus ojos en la venda improvisada de su brazo y decidió lidiar con aquello. No pretendía tomar su forma de raza, sabía que perdería el control y había tenido suficiente de burradas sobrenaturales de todos modos. Ni siquiera puso sobre la mesa la opción de morir, como había dicho, nada sobrenatural hasta la mañana.
Ante la pregunta acerca de la bebida favorita, respondió automáticamente y sin titubear. “DoubleWood 12 años.” Cualquier persona que se considerase un conocedor de whiskey escocés lo reconocería, un clásico favorito de muchísimos entusiastas del licor. “No hay mezcla más cercana a la perfección. Pops solía esconder una botella detrás de la barra sólo para consentirme.” Murmuró con una pequeña sonrisa, sin realmente darse cuenta de que quizás también había revelado que su padre era dueño de un bar.
Notó después de haberlo dicho, que con sólo esa respuesta rápida había dejado en claro su vasto conocimiento cuando se trataba de por lo menos ese tipo de bebida alcohólica. -Ups. Entre eso, el bar y el café con whisky seguro me tilda de borracha.- Soltó una pequeña risita. No estaría equivocado, por supuesto.
Comenzó a deshacer las vendas con cuidado, sus manos tomando una actitud mecánica que sólo viene con años de práctica. Primero la de un brazo, luego la del otro, revisando cada rasguño. Después de varios segundos de silencio, recordó que era su turno. -Mierda.- No tenía idea qué preguntarle.
¿Cómo podía ser tan bruta? Había propuesto un día entero de preguntas y respuestas y ni siquiera había caído en cuenta de que eso significaba que ella tenía que participar. Tenía que ganar un poco de tiempo, no fuera a ser que Adam se diera cuenta que Hitori no sabía qué hacer.
Notó que un par de los rasguños necesitaban puntos si pretendía que se sanaran por sí solos, de sólo moverse un poco volverían a abrirse. Resopló, removiendo su flequillo. Lo primero que había hecho cuando los híbridos se tomaron el estacionamiento era entrar a cada auto y recolectar botiquines de emergencia. Tenía un repertorio bastante grande, considerando que normalmente podía curar al resto sin necesidad de ellos, pero estaba lejos de ella en ese momento.
No había caso, tendría que tratar las heridas más tarde. Se contentó con limpiarlas cuidadosamente con la venda improvisada mientras pensaba. “Mencionaste que sabes varios idiomas porque era importante para tu trabajo. ¿Qué hacías?” Preguntó, levantando su mirada de sus heridas por un momento para encontrar los ojos de Adam. Hitori había revelado bastante de sí misma en su primer encuentro, por lo que podía comenzar simplemente por aplanar la cancha.
code by EMMESupuso que Adam sí sabría la manera correcta de contar citas, y no se había equivocado. “Segunda...” Murmuró, ahora un poco más confundida. ¿Y si no se volvían a separar? ¿Contaba como una segunda cita perpetua? Se encogió de hombros ante el hecho de que alguna gente consideraba correcto esperar a algún número aleatorio para comenzar los encuentros sexuales.
“Seguro es la misma gente que le tiene miedo a su propio cuerpo y ni saben qué es lo que les gusta.” Refunfuñó, recordando la cantidad de veces que le habían juzgado. Hitori consideraba andar por la vida esperando enamorarse muchísimo más peligroso para la salud que tener sexo casual. “No sé tú, pero yo nunca he tenido esa línea. Lo siento, te traje al lado oscuro.” Murmuró con una sonrisa. Quizás esa era, en parte, la explicación detrás del comportamiento tan apestosamente cuidadoso.
Adam le dejó hablar, claramente, ella no había dado cabida para que le interrumpiera, tan sólo le sonreía, parecía hasta entretenido. Mientras estuviese escuchando no le molestaba. Cuando terminó de hablar, el vampiro simplemente sonrió y estrechó su mano.
El contraste entre el tono práctico y la actitud de negocios que había tomado y el susurro y mimos del vampiro sí le tomó un poco por sorpresa, recordándole un poco que la situación no era tan simple y clara. “Uh-” Desvió la mirada nuevamente, agradeciendo que Adam había cerrado los ojos. Agachó la cabeza para esconder el rubor en sus mejillas con su cabello. -Patético. ¿Qué me pasa?-
Decidió ocupar su cabeza con algo más antes de volcarse nuevamente en un diálogo interno que sabía no tenía respuesta por ahora. Posó sus ojos en la venda improvisada de su brazo y decidió lidiar con aquello. No pretendía tomar su forma de raza, sabía que perdería el control y había tenido suficiente de burradas sobrenaturales de todos modos. Ni siquiera puso sobre la mesa la opción de morir, como había dicho, nada sobrenatural hasta la mañana.
Ante la pregunta acerca de la bebida favorita, respondió automáticamente y sin titubear. “DoubleWood 12 años.” Cualquier persona que se considerase un conocedor de whiskey escocés lo reconocería, un clásico favorito de muchísimos entusiastas del licor. “No hay mezcla más cercana a la perfección. Pops solía esconder una botella detrás de la barra sólo para consentirme.” Murmuró con una pequeña sonrisa, sin realmente darse cuenta de que quizás también había revelado que su padre era dueño de un bar.
Notó después de haberlo dicho, que con sólo esa respuesta rápida había dejado en claro su vasto conocimiento cuando se trataba de por lo menos ese tipo de bebida alcohólica. -Ups. Entre eso, el bar y el café con whisky seguro me tilda de borracha.- Soltó una pequeña risita. No estaría equivocado, por supuesto.
Comenzó a deshacer las vendas con cuidado, sus manos tomando una actitud mecánica que sólo viene con años de práctica. Primero la de un brazo, luego la del otro, revisando cada rasguño. Después de varios segundos de silencio, recordó que era su turno. -Mierda.- No tenía idea qué preguntarle.
¿Cómo podía ser tan bruta? Había propuesto un día entero de preguntas y respuestas y ni siquiera había caído en cuenta de que eso significaba que ella tenía que participar. Tenía que ganar un poco de tiempo, no fuera a ser que Adam se diera cuenta que Hitori no sabía qué hacer.
Notó que un par de los rasguños necesitaban puntos si pretendía que se sanaran por sí solos, de sólo moverse un poco volverían a abrirse. Resopló, removiendo su flequillo. Lo primero que había hecho cuando los híbridos se tomaron el estacionamiento era entrar a cada auto y recolectar botiquines de emergencia. Tenía un repertorio bastante grande, considerando que normalmente podía curar al resto sin necesidad de ellos, pero estaba lejos de ella en ese momento.
No había caso, tendría que tratar las heridas más tarde. Se contentó con limpiarlas cuidadosamente con la venda improvisada mientras pensaba. “Mencionaste que sabes varios idiomas porque era importante para tu trabajo. ¿Qué hacías?” Preguntó, levantando su mirada de sus heridas por un momento para encontrar los ojos de Adam. Hitori había revelado bastante de sí misma en su primer encuentro, por lo que podía comenzar simplemente por aplanar la cancha.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Vie Abr 09, 2021 12:06 am
Un trabajo de tiempo completo, se lo creía bastante, para él no tenía ningún tipo de problema con estar todo el día y noche despierto, después de todo era un no muerto, ¿Qué problemas había? Solamente el sueño era la mejor manera para pasar el tiempo y no arriesgarse a que la estrella lo toque. Respiró profundamente, era una pila interminable de energía.
No pudo dejar de sonreír ante todo este tiempo, no podía evitarlo con la mujer que tenía en sus brazos. Si estaba en el lado oscuro en cuanto a citas se trataba gracias a ella entonces, ¿Por qué no disfrutarlo? era lo menos que podía hacer. Las reglas las cuales el vampiro se había adaptado a aquellas cenas elegantes y bares costosos ahora se redujeron a encuentros casuales en partes de una escuela destruida, sin comida o bebida de por medio, solamente el intercambio de palabras, de preguntas, respuestas, mimos, cariños, caricias al igual que las experiencias que los dos compartían y las interacciones sexuales. No le molestaba en absoluto.
Ante la respuesta ajena, asintió con la cabeza -buena marca señorita Hitori, escocesa, ¿Por qué no me sorprende?- susurró y posó sus labios en la coronilla ajena, preparándose para la pregunta que ella iba a disparar, pero en lugar de eso hubo más información de lo esperado, por lo que respiró profundamente con una sonrisa -consentirte, ¿eh? ya veo… no suena nada mal eso, realmente tu… “pops” sabe de su mercancía- si, eran detalles que iba recolectando en su librería mental, en una sección la cual tenía un letrero que decía “Hitori Macleod”, apenas y había medio libro y los demás estantes tenían decenas y decenas de papeles.
Sus ojos pasaron a las acciones ajenas, como se quitaba las vendas que había hecho de su camisa, y esas heridas que le había hecho. Sus manos pasaron por la espalda ajena, pasando con las yemas de los dedos desde la espalda alta hasta la baja y regresando, aún a la espera de la pregunta, esperaba pacientemente, no quería presionarla.
-Inversionista, estudié en la universidad de Moscú. Viajó por varios lugares de Europa, a Asia y a América, por lo que tengo conocimiento en suficientes idiomas- dijo con una sonrisa, si ella iba a dar un poco de información, entonces era válido que él también tomará ese curso de acciones. Sus ojos grisáceos enfocados en los ajenos, con una pequeña sonrisa, su respuesta había sido rápida, como si fuera un experto ante esa pregunta que varias damas y caballeros le habían hecho todo el tiempo que atendía a fiestas de gala.
Dejó un beso en la punta de su nariz y después le mordió con suavidad, de manera juguetona -Ahora parece ser que es mi turno- susurró y la observaba mientras pensaba, acariciando ahora los brazos, sin atreverse a tocar las heridas graves que ella tenía. Dejó salir un pequeño suspiro y después depositó un beso en la frente ajena, era una forma entretenida de pasar el tiempo mientras que en su cabeza formaba las preguntas adecuadas.
-¿Cuál es su película favorita? ¿Y por qué? Cuentan como dos preguntas, así que tiene derecho de hacer dos preguntas en su próximo turno señorita Hitori, es lo justo, ¿no?- susurró, pasando una de sus manos a la mejilla ajena y con sus dedos acomodó los cabellos ajenos detrás de su oreja, era preciosa, esos ojos violeta lo atraían de tal manera que no era descriptible en las palabras de los mortales.
Ahora era él quien se preparaba para las preguntas, pero por mientras lo hacía extendió su mano hacia un lado, agarrando de nuevo la guitarra que le había ayudado a calmarla la noche anterior y tan sólo pasaba sus dedos por las cuerdas, sin saber muy bien lo que quería hacer con el instrumento. Ahora, aunque era improvisado, le tenía un poco más de aprecio, no le agradeció, por lo menos no salieron palabras de su boca, pero lo demostraba con el movimiento de los dedos.
Tal vez, sólo tal vez en un futuro cercano entonará otra melodía, pero por el momento no encontraba el motivo para hacerlo, por lo que sus dedos solamente acariciaban los acordes con una pequeña sonrisa, de todos los discos que tenía en su memoria, por ahora no había alguno que pudiera dedicarle, la situación era calmada, y solamente era como lo hacía con su madre a veces, ese juego de preguntas y respuestas, pero a contrario de esta situación, esos días solamente eran de preguntas sobre libros, como si de un alumno y una profesora se tratase.
No pudo dejar de sonreír ante todo este tiempo, no podía evitarlo con la mujer que tenía en sus brazos. Si estaba en el lado oscuro en cuanto a citas se trataba gracias a ella entonces, ¿Por qué no disfrutarlo? era lo menos que podía hacer. Las reglas las cuales el vampiro se había adaptado a aquellas cenas elegantes y bares costosos ahora se redujeron a encuentros casuales en partes de una escuela destruida, sin comida o bebida de por medio, solamente el intercambio de palabras, de preguntas, respuestas, mimos, cariños, caricias al igual que las experiencias que los dos compartían y las interacciones sexuales. No le molestaba en absoluto.
Ante la respuesta ajena, asintió con la cabeza -buena marca señorita Hitori, escocesa, ¿Por qué no me sorprende?- susurró y posó sus labios en la coronilla ajena, preparándose para la pregunta que ella iba a disparar, pero en lugar de eso hubo más información de lo esperado, por lo que respiró profundamente con una sonrisa -consentirte, ¿eh? ya veo… no suena nada mal eso, realmente tu… “pops” sabe de su mercancía- si, eran detalles que iba recolectando en su librería mental, en una sección la cual tenía un letrero que decía “Hitori Macleod”, apenas y había medio libro y los demás estantes tenían decenas y decenas de papeles.
Sus ojos pasaron a las acciones ajenas, como se quitaba las vendas que había hecho de su camisa, y esas heridas que le había hecho. Sus manos pasaron por la espalda ajena, pasando con las yemas de los dedos desde la espalda alta hasta la baja y regresando, aún a la espera de la pregunta, esperaba pacientemente, no quería presionarla.
-Inversionista, estudié en la universidad de Moscú. Viajó por varios lugares de Europa, a Asia y a América, por lo que tengo conocimiento en suficientes idiomas- dijo con una sonrisa, si ella iba a dar un poco de información, entonces era válido que él también tomará ese curso de acciones. Sus ojos grisáceos enfocados en los ajenos, con una pequeña sonrisa, su respuesta había sido rápida, como si fuera un experto ante esa pregunta que varias damas y caballeros le habían hecho todo el tiempo que atendía a fiestas de gala.
Dejó un beso en la punta de su nariz y después le mordió con suavidad, de manera juguetona -Ahora parece ser que es mi turno- susurró y la observaba mientras pensaba, acariciando ahora los brazos, sin atreverse a tocar las heridas graves que ella tenía. Dejó salir un pequeño suspiro y después depositó un beso en la frente ajena, era una forma entretenida de pasar el tiempo mientras que en su cabeza formaba las preguntas adecuadas.
-¿Cuál es su película favorita? ¿Y por qué? Cuentan como dos preguntas, así que tiene derecho de hacer dos preguntas en su próximo turno señorita Hitori, es lo justo, ¿no?- susurró, pasando una de sus manos a la mejilla ajena y con sus dedos acomodó los cabellos ajenos detrás de su oreja, era preciosa, esos ojos violeta lo atraían de tal manera que no era descriptible en las palabras de los mortales.
Ahora era él quien se preparaba para las preguntas, pero por mientras lo hacía extendió su mano hacia un lado, agarrando de nuevo la guitarra que le había ayudado a calmarla la noche anterior y tan sólo pasaba sus dedos por las cuerdas, sin saber muy bien lo que quería hacer con el instrumento. Ahora, aunque era improvisado, le tenía un poco más de aprecio, no le agradeció, por lo menos no salieron palabras de su boca, pero lo demostraba con el movimiento de los dedos.
Tal vez, sólo tal vez en un futuro cercano entonará otra melodía, pero por el momento no encontraba el motivo para hacerlo, por lo que sus dedos solamente acariciaban los acordes con una pequeña sonrisa, de todos los discos que tenía en su memoria, por ahora no había alguno que pudiera dedicarle, la situación era calmada, y solamente era como lo hacía con su madre a veces, ese juego de preguntas y respuestas, pero a contrario de esta situación, esos días solamente eran de preguntas sobre libros, como si de un alumno y una profesora se tratase.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Vie Abr 09, 2021 3:43 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Hitori se encogió de hombros frente a la reacción de Adam, no era una respuesta demasiado extravagante. Sólo cuando el vampiro mencionó a su padre la chica cayó en cuenta de que había revelado bastante más información de la necesaria. Frunció el ceño y presionó sus labios en una línea. “Pues, vas a tener que usar una pregunta si quieres saber más de él.” Su tono era un tanto ofendido, más con ella misma por ser pésima para jugar ese juego que otra cosa.
Recibía las caricias mientras trabajaba, su piel rompía en pequeños ríos de escalofríos bajo los dedos del vampiro. La respuesta a su pregunta no le impresionó demasiado. ¿Inversionista? En realidad Hitori nunca había resonado demasiado con la búsqueda de dinero.
Sus padres no lo habían hecho, creció en un hogar de clase media alta, ambos trabajaban bastante y nunca les había faltado nada, pero tampoco les sobraba demasiado. Le habían inculcado más la idea de hacer lo que le gustara, y ya con eso el dinero llegaría nuevo. En los círculos y lugares que se movía tampoco se relacionaba demasiado con ese tipo de persona, la clase alta no frecuentaba bares de mala muerte a levantar chicas casi sin preguntar sus nombres. Su estilo de vida tampoco necesitaba de demasiado, casi ni comía, no tenía auto ni mascota. En lo que más gastaba, por lejos, eran cigarros y alcohol.
Quizás lo más interesante era la cantidad de viaje involucrado, conocer distintos lugares, hablar muchos idiomas. Ella había viajado a Japón varias veces a visitar a su familia, por supuesto, pero fuera de eso no se alejaba mucho de Glasgow.
Soltó una risita cuando Adam mordió su nariz, pasando una mano por el cabello azabache que parecía ser más rizado de lo que Hitori recordaba. “Es lo justo.” Acordó, asintiendo con la cabeza ante las preguntas. Nada difícil, por lo menos por ahora, no le costaba ser honesta con cosas pequeñas.
Lo que sí le costaba era elegir cosas como esa, una sola película de las miles. Mordió su labio inferior y frunció el ceño. Había terminado de limpiar las heridas de sus brazos, en realidad no tenía demasiadas ganas de retorcerse para revisar las que se encontraban en hombros, cuellos o espalda, menos las de sus nalgas, por lo que decidió en vez pasar a la mejilla de Adam.
“Película preferida...” Musitó, posando su mano izquierda en la barbilla del vampiro, guiándole para que girara la cabeza con cuidado. “Chicago.” Decidió basarse en cuál podía ver repetidas veces sin cansarse nunca.
“Dime si duele. No te hagas el valiente.” Su tono cambió a uno completamente distinto sin darse cuenta, el que usaba con sus pacientes. Dulce, cariñoso, pero detrás había una orden que nadie querría desafiar, una voluntad de hierro. Lo había perfeccionado con práctica, era perfecto para cualquier tipo de persona, desde alguien que no quiere cooperar a alguien que estaba completamente aterrado. Dicho eso y con cuidado, dio toquecitos alrededor de los rasguños más profundos, los de la mejilla izquierda.
“Me fascinan las canciones y los personajes. No es una historia estúpida de amor o aventura que sabes cómo va a terminar. Desde el principio hasta el final te toma por sorpresa. No hay protagonista idiota ni romance innecesario, es sólo música, buenísima, por cierto, y no pretende ser más que eso. No hay moraleja, no hay razones, están locas y ya, no hay por qué darse vueltas.” Volvió a su entonación normal, más relajada aunque intensa debido al tema, mucho menos cuidadosa, aunque por lo menos por ese momento quedaba un poco del cariño. ¿Efecto secundario de estar tratándolo, o algo distinto? No estaba claro.
Habló mientras trabajaba, tocando partes importantes de los músculos de la cara ajena, asegurándose de que no había pasado a llevar nada importante, deteniéndose en seco ante cualquier señal de dolor o incomodidad. Por poco no le había pasado a llevar un ojo, pero todo parecía intacto.
Comenzó a limpiarlas con la venda con cuidado. Si no hacían nada para solucionar esas heridas, seguro quedarían un par de cicatrices, idea que no le gustaba en absoluto. El moreno era extremadamente apuesto, tanto que le parecía injusto la mayoría del tiempo. Era tan fácil perderse mirándolo, como una polilla a la llama. Sin notarlo sus manos se habían dejado de mover, estaba… -Perdida, mirándolo, como una estúpida.-
Parpadeó varias veces y sacudió su cabeza, seguro habían sido por lo menos cinco segundos. “Mi turno.” Balbuceó, retrocediendo un poco, separándose de Adam lo suficiente como para tener espacio para deshacer los vendajes de sus piernas. Se puso a trabajar rápidamente, agachando su cabeza, clavando sus ojos en las heridas nuevas, dándoles el mismo tratamiento con bastante menos cuidado con el que había usado con Adam.
“¿Por qué inversionista?” Preguntó con curiosidad, esa vez no le había costado pensar en una. No le hacía sentido, era algo intangible, no se imaginaba a sí misma haciendo algo como eso. Seguro se ganaba muchísimo más de lo que ella vería en toda su vida, pero simplemente no le llamaba la atención en absoluto.
¿Qué tipo de persona decidía hacer algo como eso? Quería averiguarlo. “¿Nunca quisiste hacer algo distinto, más...” Frunció el ceño, en realidad no sabía cómo explicarlo, era más su ignorancia acerca del tema y propias ideas preconcebidas que le confundían.
Levantó la cabeza hacia el vampiro nuevamente, sus ojos entrecerrados en una expresión concentrada, su cabello había vuelto a salirse de control y se desparramaba por su cara. Abrió y cerró las manos un par de veces, como si estuviese intentando tomar algo que no estaba ahí. “¿Tangible?” Le interesaban muchísimo esas respuestas, dejó lo que estaba haciendo y clavó los ojos en los grises, extendiendo una mano para acariciar el cuerpo ajeno. La pasó suavemente por los rulos rebeldes, el cuello, hombro, bajó por un brazo y terminó por entrelazar sus dedos con los morenos sin realmente darse cuenta.
code by EMMERecibía las caricias mientras trabajaba, su piel rompía en pequeños ríos de escalofríos bajo los dedos del vampiro. La respuesta a su pregunta no le impresionó demasiado. ¿Inversionista? En realidad Hitori nunca había resonado demasiado con la búsqueda de dinero.
Sus padres no lo habían hecho, creció en un hogar de clase media alta, ambos trabajaban bastante y nunca les había faltado nada, pero tampoco les sobraba demasiado. Le habían inculcado más la idea de hacer lo que le gustara, y ya con eso el dinero llegaría nuevo. En los círculos y lugares que se movía tampoco se relacionaba demasiado con ese tipo de persona, la clase alta no frecuentaba bares de mala muerte a levantar chicas casi sin preguntar sus nombres. Su estilo de vida tampoco necesitaba de demasiado, casi ni comía, no tenía auto ni mascota. En lo que más gastaba, por lejos, eran cigarros y alcohol.
Quizás lo más interesante era la cantidad de viaje involucrado, conocer distintos lugares, hablar muchos idiomas. Ella había viajado a Japón varias veces a visitar a su familia, por supuesto, pero fuera de eso no se alejaba mucho de Glasgow.
Soltó una risita cuando Adam mordió su nariz, pasando una mano por el cabello azabache que parecía ser más rizado de lo que Hitori recordaba. “Es lo justo.” Acordó, asintiendo con la cabeza ante las preguntas. Nada difícil, por lo menos por ahora, no le costaba ser honesta con cosas pequeñas.
Lo que sí le costaba era elegir cosas como esa, una sola película de las miles. Mordió su labio inferior y frunció el ceño. Había terminado de limpiar las heridas de sus brazos, en realidad no tenía demasiadas ganas de retorcerse para revisar las que se encontraban en hombros, cuellos o espalda, menos las de sus nalgas, por lo que decidió en vez pasar a la mejilla de Adam.
“Película preferida...” Musitó, posando su mano izquierda en la barbilla del vampiro, guiándole para que girara la cabeza con cuidado. “Chicago.” Decidió basarse en cuál podía ver repetidas veces sin cansarse nunca.
“Dime si duele. No te hagas el valiente.” Su tono cambió a uno completamente distinto sin darse cuenta, el que usaba con sus pacientes. Dulce, cariñoso, pero detrás había una orden que nadie querría desafiar, una voluntad de hierro. Lo había perfeccionado con práctica, era perfecto para cualquier tipo de persona, desde alguien que no quiere cooperar a alguien que estaba completamente aterrado. Dicho eso y con cuidado, dio toquecitos alrededor de los rasguños más profundos, los de la mejilla izquierda.
“Me fascinan las canciones y los personajes. No es una historia estúpida de amor o aventura que sabes cómo va a terminar. Desde el principio hasta el final te toma por sorpresa. No hay protagonista idiota ni romance innecesario, es sólo música, buenísima, por cierto, y no pretende ser más que eso. No hay moraleja, no hay razones, están locas y ya, no hay por qué darse vueltas.” Volvió a su entonación normal, más relajada aunque intensa debido al tema, mucho menos cuidadosa, aunque por lo menos por ese momento quedaba un poco del cariño. ¿Efecto secundario de estar tratándolo, o algo distinto? No estaba claro.
Habló mientras trabajaba, tocando partes importantes de los músculos de la cara ajena, asegurándose de que no había pasado a llevar nada importante, deteniéndose en seco ante cualquier señal de dolor o incomodidad. Por poco no le había pasado a llevar un ojo, pero todo parecía intacto.
Comenzó a limpiarlas con la venda con cuidado. Si no hacían nada para solucionar esas heridas, seguro quedarían un par de cicatrices, idea que no le gustaba en absoluto. El moreno era extremadamente apuesto, tanto que le parecía injusto la mayoría del tiempo. Era tan fácil perderse mirándolo, como una polilla a la llama. Sin notarlo sus manos se habían dejado de mover, estaba… -Perdida, mirándolo, como una estúpida.-
Parpadeó varias veces y sacudió su cabeza, seguro habían sido por lo menos cinco segundos. “Mi turno.” Balbuceó, retrocediendo un poco, separándose de Adam lo suficiente como para tener espacio para deshacer los vendajes de sus piernas. Se puso a trabajar rápidamente, agachando su cabeza, clavando sus ojos en las heridas nuevas, dándoles el mismo tratamiento con bastante menos cuidado con el que había usado con Adam.
“¿Por qué inversionista?” Preguntó con curiosidad, esa vez no le había costado pensar en una. No le hacía sentido, era algo intangible, no se imaginaba a sí misma haciendo algo como eso. Seguro se ganaba muchísimo más de lo que ella vería en toda su vida, pero simplemente no le llamaba la atención en absoluto.
¿Qué tipo de persona decidía hacer algo como eso? Quería averiguarlo. “¿Nunca quisiste hacer algo distinto, más...” Frunció el ceño, en realidad no sabía cómo explicarlo, era más su ignorancia acerca del tema y propias ideas preconcebidas que le confundían.
Levantó la cabeza hacia el vampiro nuevamente, sus ojos entrecerrados en una expresión concentrada, su cabello había vuelto a salirse de control y se desparramaba por su cara. Abrió y cerró las manos un par de veces, como si estuviese intentando tomar algo que no estaba ahí. “¿Tangible?” Le interesaban muchísimo esas respuestas, dejó lo que estaba haciendo y clavó los ojos en los grises, extendiendo una mano para acariciar el cuerpo ajeno. La pasó suavemente por los rulos rebeldes, el cuello, hombro, bajó por un brazo y terminó por entrelazar sus dedos con los morenos sin realmente darse cuenta.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Vie Abr 09, 2021 1:29 pm
Parecía estar molesta por la mención de su padre, ¿Acaso porque el vampiro logró poner atención a sus palabras? ¿O era algo más personal? Bueno, no parecía tener una respuesta clara por el momento, por lo que solamente sonrió y dejó un beso en su frente con cariño.
Sus ojos clavados en ella, en cómo le atendía su mejilla herida -Chicago, interesante elección- Dijo y asintió ligeramente con la cabeza a sus palabras, sintiendo como pasaba ahora a ser toda una profesional en atender heridas. La faceta de enfermera estaba ahí, la apreciaba bastante, ese cuidado que tenía con él no sentía que era algún tipo de favoritismo, sino lo contrario, como si fuera algo rutinario. No le molestaba. Los toques ajenos eran gentiles, no le ardía en lo absoluto, a veces se le olvidaba esa herida que fácilmente podía regenerar pero, ¿Qué caso tenía eso? Le parecía más entretenido tener las marcas de un encuentro apasionado en su piel por días antes de que se cansara y decidiera desaparecerlas.
-Si, apoyo en eso, no aburre para nada a la audiencia- dijo, sin tener mucha opinión ante la película además de ser buena y saber bien cuales eran los méritos que se había llevado. Su opinión no estaba despegada de la opinión popular. Sus manos dejaron a un lado la guitarra, no iba a ser necesaria por lo menos en las próximas horas, o eso era lo que pensaba, más bien se dedicó a acariciar la espalda ajena, agradeciendo por esa respuesta intensa y extensa que había dado la chica, esa intensidad que mostraba. Lo apreciaba.
No mostraba señales de incomodidad, solamente era una sensación extraña cuando pasaba a limpiar, como si fuera un relieve que no debería de estar ahí, de esos momentos donde toca una revisión de cuerpo y te encuentras con granos o cicatrices las cuales no te habías dado cuenta antes. Dejó salir un pequeño suspiro mientras mostraba una sonrisa, le gustaba, bastante el toque ajeno, no importaba cuantas veces lo sentía, cada uno era diferente.
De un momento a otro, ella se detuvo y sus ojos se cruzaron, el moreno se hundía cada vez más al mar violeta que esos ojos mostraban. Eran hermosos, ¿Cuántas veces ha visto ese color de ojos en su vida? tal vez una… o dos, la cuenta no pasaba de una mano, y más que nada, que sean naturales, ya que personas con lentes de contacto conocía bastante. Respiraba tranquilamente, solamente dejando que el tiempo se detuviera por un momento, si ella no tomaba la iniciativa pronto él iba a depositar un beso en sus labios, pero al final, después de un tiempo eterno se separó y trabajo en sus piernas.
La primera pregunta fue disparada, y sus manos pasaron por la espalda ajena, mientras lo pensaba se preparaba para la segunda, sus ojos de nuevo se toparon con los ajenos hasta que terminó con la segunda pregunta, ahora era su turno de responder a eso.
-Por ambición señorita Hitori, no era por la fama, o fortuna, sino… ¿Cómo era esta expresión? estar junto a las estrellas, ver de qué estaban hechas realmente, y se me dio bastante bien el estudio de mercado, era la manera más sencilla de hacer un espacio en la alta sociedad- esa era la respuesta a la primera pregunta, sintiendo como la mano ajena recorría su cuerpo y terminaban con sus manos, y con gusto entrelazo sus dedos con los de ella.
-Y a la segunda pregunta… Me interesó la música, la poesía, la literatura… hasta ser científico, pero parecía ser que me apegue de más al estilo de vida que tenía, a las compañías que ofrecía y a las reglas de la alta sociedad. Tal vez dentro de unos años lo hubiera considerado y hecho una carrera, de todas maneras, el tiempo es algo que no me preocupa, siempre hay tiempo para todo- lo contestó con honestidad, pasar tiempo con aquellas personas por esos 12 años que había vivido parecía ser suficientes, o por lo menos tres años más antes de buscar nuevas metas. Estar estancado no era algo que disfrutaba, pero 12 años tampoco era mucho tiempo.
Acariciaba los dedos ajenos con los suyos, y se acercaba peligrosamente a los labios ajenos, lento mientras que pronunciaba su respuesta, y cuando acabó estaba tan sólo a unos centímetros de los labios ajenos -Ahora es mi turno- susurró antes de depositarle un pequeño beso, tierno, gentil, juguetón antes de pegar su frente a la ajena y cerrar los ojos por un momento mientras pensaba.
-¿Cómo se conocieron tus padres?- y ahora, lentamente iba a un territorio un poco más personal, las limitantes se desplazaban lentamente, por ahora, era eso, solamente empujar poco a poco. Con una pequeña sonrisa mantuvo sus ojos cerrados, dispuesto a disparar una segunda pregunta.
-¿Y cómo terminaste en este lugar? Digo, no se ve que seas una profesora, y enfermera… presiento que era más en un hospital particular que en un edificio institucional, ¿Me equivoco?- disparó, había jalado el gatillo sin problema alguno, con tan sólo unos segundos de diferencia, sus dedos aún acariciando las falanges femeninas, su frente apoyada contra ella, y solamente sus oídos a la espera de su respuesta mientras que sus ojos se clavaban ahora en los ajenos, expectante de una respuesta.
Sus ojos clavados en ella, en cómo le atendía su mejilla herida -Chicago, interesante elección- Dijo y asintió ligeramente con la cabeza a sus palabras, sintiendo como pasaba ahora a ser toda una profesional en atender heridas. La faceta de enfermera estaba ahí, la apreciaba bastante, ese cuidado que tenía con él no sentía que era algún tipo de favoritismo, sino lo contrario, como si fuera algo rutinario. No le molestaba. Los toques ajenos eran gentiles, no le ardía en lo absoluto, a veces se le olvidaba esa herida que fácilmente podía regenerar pero, ¿Qué caso tenía eso? Le parecía más entretenido tener las marcas de un encuentro apasionado en su piel por días antes de que se cansara y decidiera desaparecerlas.
-Si, apoyo en eso, no aburre para nada a la audiencia- dijo, sin tener mucha opinión ante la película además de ser buena y saber bien cuales eran los méritos que se había llevado. Su opinión no estaba despegada de la opinión popular. Sus manos dejaron a un lado la guitarra, no iba a ser necesaria por lo menos en las próximas horas, o eso era lo que pensaba, más bien se dedicó a acariciar la espalda ajena, agradeciendo por esa respuesta intensa y extensa que había dado la chica, esa intensidad que mostraba. Lo apreciaba.
No mostraba señales de incomodidad, solamente era una sensación extraña cuando pasaba a limpiar, como si fuera un relieve que no debería de estar ahí, de esos momentos donde toca una revisión de cuerpo y te encuentras con granos o cicatrices las cuales no te habías dado cuenta antes. Dejó salir un pequeño suspiro mientras mostraba una sonrisa, le gustaba, bastante el toque ajeno, no importaba cuantas veces lo sentía, cada uno era diferente.
De un momento a otro, ella se detuvo y sus ojos se cruzaron, el moreno se hundía cada vez más al mar violeta que esos ojos mostraban. Eran hermosos, ¿Cuántas veces ha visto ese color de ojos en su vida? tal vez una… o dos, la cuenta no pasaba de una mano, y más que nada, que sean naturales, ya que personas con lentes de contacto conocía bastante. Respiraba tranquilamente, solamente dejando que el tiempo se detuviera por un momento, si ella no tomaba la iniciativa pronto él iba a depositar un beso en sus labios, pero al final, después de un tiempo eterno se separó y trabajo en sus piernas.
La primera pregunta fue disparada, y sus manos pasaron por la espalda ajena, mientras lo pensaba se preparaba para la segunda, sus ojos de nuevo se toparon con los ajenos hasta que terminó con la segunda pregunta, ahora era su turno de responder a eso.
-Por ambición señorita Hitori, no era por la fama, o fortuna, sino… ¿Cómo era esta expresión? estar junto a las estrellas, ver de qué estaban hechas realmente, y se me dio bastante bien el estudio de mercado, era la manera más sencilla de hacer un espacio en la alta sociedad- esa era la respuesta a la primera pregunta, sintiendo como la mano ajena recorría su cuerpo y terminaban con sus manos, y con gusto entrelazo sus dedos con los de ella.
-Y a la segunda pregunta… Me interesó la música, la poesía, la literatura… hasta ser científico, pero parecía ser que me apegue de más al estilo de vida que tenía, a las compañías que ofrecía y a las reglas de la alta sociedad. Tal vez dentro de unos años lo hubiera considerado y hecho una carrera, de todas maneras, el tiempo es algo que no me preocupa, siempre hay tiempo para todo- lo contestó con honestidad, pasar tiempo con aquellas personas por esos 12 años que había vivido parecía ser suficientes, o por lo menos tres años más antes de buscar nuevas metas. Estar estancado no era algo que disfrutaba, pero 12 años tampoco era mucho tiempo.
Acariciaba los dedos ajenos con los suyos, y se acercaba peligrosamente a los labios ajenos, lento mientras que pronunciaba su respuesta, y cuando acabó estaba tan sólo a unos centímetros de los labios ajenos -Ahora es mi turno- susurró antes de depositarle un pequeño beso, tierno, gentil, juguetón antes de pegar su frente a la ajena y cerrar los ojos por un momento mientras pensaba.
-¿Cómo se conocieron tus padres?- y ahora, lentamente iba a un territorio un poco más personal, las limitantes se desplazaban lentamente, por ahora, era eso, solamente empujar poco a poco. Con una pequeña sonrisa mantuvo sus ojos cerrados, dispuesto a disparar una segunda pregunta.
-¿Y cómo terminaste en este lugar? Digo, no se ve que seas una profesora, y enfermera… presiento que era más en un hospital particular que en un edificio institucional, ¿Me equivoco?- disparó, había jalado el gatillo sin problema alguno, con tan sólo unos segundos de diferencia, sus dedos aún acariciando las falanges femeninas, su frente apoyada contra ella, y solamente sus oídos a la espera de su respuesta mientras que sus ojos se clavaban ahora en los ajenos, expectante de una respuesta.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Vie Abr 09, 2021 9:06 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Recibió la respuesta asintiendo ligeramente con la cabeza. ¿Ambición? Tenía sentido, por supuesto, Hitori simplemente no había conocido demasiada gente así. ¿Había encontrado, por fin, una falla en el carácter ajeno? Hizo una mueca curiosa ante la mención de las reglas de la alta sociedad. -Qué fastidio.- Estaba segura de que nunca encajaría o podría soportar algo como eso.
Se consideraba una chica simple, iba al grano cada vez que podía, y casi nunca podía evitar maldecir como marinero. Claro, había aprendido a ser educada de su madre, pero educación y conocer con qué tenedor comer ensalada eran cosas completamente distintas. Seguro Hitori voltearía infinitas cabezas con su comportamiento en un contexto como ese.
-Señor Valentine, qué espécimen más curioso ha traído esta vez. Oh, sí, la encontré en un bar de mala muerte en Glasgow. ¿No es perfectamente encantadora?- Soltó una pequeña risita de solo imaginarlo. Su mente la llevó a otra parte de la respuesta, el tipo de compañía que podía ofrecer la alta sociedad.
Claramente no le había ido mal, seguro era alguien conocido, por como hablaba, un nombre importante cuando se trataba de grandes cantidades de dinero, el mundo de los ricos siempre terminaba siendo pequeño. En el mundo real, seguro la gente no le dejaba tranquilo intentando sacarle algo de plata, se imaginaba que le llovían mujeres con signos de dólar en sus ojos.
¿Cómo se diferenciaba un amigo de alguien interesado en un ambiente como ese? Hitori había tenido la suerte de no tener demasiado, tampoco tenía mucho que ofrecer, por lo que sabía que sus amigos eran de corazón. En ese contexto, la vida de Adam sonaba… Solitaria.
Antes de darse cuenta el vampiro estaba cerca, demasiado cerca. Sintió algo moverse en su estómago que no tenía nada que ver con hambre, color subirle a las mejillas como una adolescente idiota. Quiso retroceder, esconderse, pero era demasiado tarde y solo pudo apretar la mano del vampiro cuando se acercó a besarla. Reaccionando como si aquello no hubiese sucedido decenas de veces ya, el contexto era completamente distinto, quedó completamente confundida, sus ojos abiertos como platos.
La última vez que se había sentido así… Que había estado en un ambiente así de íntimo, tan sólo conversando con mimos cariñosos… Cerró los ojos con fuerza, recuerdos que quería olvidar recorrieron su cabeza, se quedó completamente helada por un momento. -Peligro.- Tenía que retroceder varios pasos, no podía bajar por ese camino nuevamente.
“U-Uh...” Tartamudeó cuando Adam cerró los ojos, intentando recuperarse antes de que las preguntas comenzaran. Su mano libre voló para rodear su estómago y se recogió un poco del vampiro inconscientemente en un intento de alejarse de esa situación que de pronto se le hacía demasiado familiar.
Escuchó las palabras como caídas del cielo, aprovechando de descarrilar el tren de ligero pánico al que se había subido de un momento a otro. -Concéntrate en otra cosa.- “Hm...” El sonido escapó por su nariz y Hitori frunció el ceño, soltando la mano de Adam y separándose de la frente ajena para extender tres dedos frente a ella mientras abría los ojos. “Fueron tres preguntas, señor Valentine.” Murmuró con seriedad, terminando con una sonrisa ladina, un poco más recompuesta aunque se mantuvo a una distancia prudente.
“No es una historia demasiado interesante.” La enfermera se encogió de hombros, cruzando ambas manos sobre su estómago, desviando la mirada al piso. “Chica japonesa decide estudiar leyes en Escocia, se fue a vivir ahí cuando tenía dieciséis junto con sus padres y no quiso volver a Japón. Tenía diecinueve. No era demasiado feliz, el escocés dueño de un bar que heredó de su padre tampoco. Se encontraron en su soledad, tuvieron una noche intensa. Un par de semanas después ella volvió al bar con… Noticias.” Volvió a encogerse de hombros con una pequeña sonrisa.
“Nací nueve meses después, Pops no iba a dejarnos solas. Ambos eran bastante miserables, en realidad se encontraron en la desesperación de encontar algo que les diera una razón para seguir peleando contra días que parecían no mejorar.” ¿Por qué estaba revelando tanto? Concentrarse en una historia que no fuera la ajena le alejaba de recuerdos que querían invadirle. Hablaba en murmullos un poco acongojados al imaginarse a sus padres en tal estado de desesperación. “Supongo que les dí eso, la soledad fue lo que los unió, de ahí mi nombre.”
Abrió la boca para seguir, pero decidió que eso había sido suficiente, si Adam quería saber más tendría que preguntar. Soltó su estómago y volvió su atención a sus piernas, buscando distracciones en cualquier parte.
“Fue solo mala suerte. Estaba de vacaciones, no conocía la tierra de los Brits y necesitaba un descanso de Glasgow. Supuse que el festival sería… Divertido… Nadie sabe donde estoy.” Sintió un pequeño pinchazo en su corazón, su voz tensándose hacia el final, recordó por un momento dónde estaba, que su familia no sabía que había asistido al evento. Seguro estaban desesperados. Seguro pensaban que por fin un asesino en serie la había pescado, como temían.
No notó que había hundido un dedo en uno de los cortes en su pierna hasta que sintió un poco de dolor junto con la calidez de sangre nueva brotando bajo su dedo. Parpadeó varias veces, sentía peso y presión en su pecho. Si Adam se había acercado, Hitori se había recogido aún más hacia atrás.
Aclaró su garganta, extrayendo el dedo ensangrentado de la herida, concentrándose nuevamente en seguir limpiando. “Soy- Era” Corrigió con otro pinchazo, sin levantar su cabeza de lo que estaba haciendo. “Enfermera en South Glasgow University Hospital.” Era por lejos el hospital más grande de Glasgow, solía ver a decenas de pacientes en un día. Le gustaba así, se mantenía ocupada de principio a fin, tomaba todos los turnos extra que le permitían al punto en que casi no podía mantenerse en pie.
“Mi turno.” Murmuró, tronando sus nudillos antes de volver a vendar su pierna con fuerza, intentando detener el hilillo de sangre que había generado con su dedo.
“Me imagino que entre viajes y gente interesada, tu vida era bastante solitaria ¿No? ¿No tienes familia?” Dos preguntas rápidas, las había estado guardando. Hitori encontró un tema que le generaba muchísima curiosidad y explicaba bastante del comportamiento ajeno, no le molestaba quedarse ahí mientras Adam no pasara.
“¿Encontraste lo que estabas buscando en la cima del mundo?” Solo al terminar sus preguntas se atrevió a alzar la vista, ojos curiosos, absorta en escuchar la respuesta. Volvió a abrazar su estómago, como si de esa manera pudiera protegerse de las sensaciones peligrosas que le producía el vampiro.
code by EMMESe consideraba una chica simple, iba al grano cada vez que podía, y casi nunca podía evitar maldecir como marinero. Claro, había aprendido a ser educada de su madre, pero educación y conocer con qué tenedor comer ensalada eran cosas completamente distintas. Seguro Hitori voltearía infinitas cabezas con su comportamiento en un contexto como ese.
-Señor Valentine, qué espécimen más curioso ha traído esta vez. Oh, sí, la encontré en un bar de mala muerte en Glasgow. ¿No es perfectamente encantadora?- Soltó una pequeña risita de solo imaginarlo. Su mente la llevó a otra parte de la respuesta, el tipo de compañía que podía ofrecer la alta sociedad.
Claramente no le había ido mal, seguro era alguien conocido, por como hablaba, un nombre importante cuando se trataba de grandes cantidades de dinero, el mundo de los ricos siempre terminaba siendo pequeño. En el mundo real, seguro la gente no le dejaba tranquilo intentando sacarle algo de plata, se imaginaba que le llovían mujeres con signos de dólar en sus ojos.
¿Cómo se diferenciaba un amigo de alguien interesado en un ambiente como ese? Hitori había tenido la suerte de no tener demasiado, tampoco tenía mucho que ofrecer, por lo que sabía que sus amigos eran de corazón. En ese contexto, la vida de Adam sonaba… Solitaria.
Antes de darse cuenta el vampiro estaba cerca, demasiado cerca. Sintió algo moverse en su estómago que no tenía nada que ver con hambre, color subirle a las mejillas como una adolescente idiota. Quiso retroceder, esconderse, pero era demasiado tarde y solo pudo apretar la mano del vampiro cuando se acercó a besarla. Reaccionando como si aquello no hubiese sucedido decenas de veces ya, el contexto era completamente distinto, quedó completamente confundida, sus ojos abiertos como platos.
La última vez que se había sentido así… Que había estado en un ambiente así de íntimo, tan sólo conversando con mimos cariñosos… Cerró los ojos con fuerza, recuerdos que quería olvidar recorrieron su cabeza, se quedó completamente helada por un momento. -Peligro.- Tenía que retroceder varios pasos, no podía bajar por ese camino nuevamente.
“U-Uh...” Tartamudeó cuando Adam cerró los ojos, intentando recuperarse antes de que las preguntas comenzaran. Su mano libre voló para rodear su estómago y se recogió un poco del vampiro inconscientemente en un intento de alejarse de esa situación que de pronto se le hacía demasiado familiar.
Escuchó las palabras como caídas del cielo, aprovechando de descarrilar el tren de ligero pánico al que se había subido de un momento a otro. -Concéntrate en otra cosa.- “Hm...” El sonido escapó por su nariz y Hitori frunció el ceño, soltando la mano de Adam y separándose de la frente ajena para extender tres dedos frente a ella mientras abría los ojos. “Fueron tres preguntas, señor Valentine.” Murmuró con seriedad, terminando con una sonrisa ladina, un poco más recompuesta aunque se mantuvo a una distancia prudente.
“No es una historia demasiado interesante.” La enfermera se encogió de hombros, cruzando ambas manos sobre su estómago, desviando la mirada al piso. “Chica japonesa decide estudiar leyes en Escocia, se fue a vivir ahí cuando tenía dieciséis junto con sus padres y no quiso volver a Japón. Tenía diecinueve. No era demasiado feliz, el escocés dueño de un bar que heredó de su padre tampoco. Se encontraron en su soledad, tuvieron una noche intensa. Un par de semanas después ella volvió al bar con… Noticias.” Volvió a encogerse de hombros con una pequeña sonrisa.
“Nací nueve meses después, Pops no iba a dejarnos solas. Ambos eran bastante miserables, en realidad se encontraron en la desesperación de encontar algo que les diera una razón para seguir peleando contra días que parecían no mejorar.” ¿Por qué estaba revelando tanto? Concentrarse en una historia que no fuera la ajena le alejaba de recuerdos que querían invadirle. Hablaba en murmullos un poco acongojados al imaginarse a sus padres en tal estado de desesperación. “Supongo que les dí eso, la soledad fue lo que los unió, de ahí mi nombre.”
Abrió la boca para seguir, pero decidió que eso había sido suficiente, si Adam quería saber más tendría que preguntar. Soltó su estómago y volvió su atención a sus piernas, buscando distracciones en cualquier parte.
“Fue solo mala suerte. Estaba de vacaciones, no conocía la tierra de los Brits y necesitaba un descanso de Glasgow. Supuse que el festival sería… Divertido… Nadie sabe donde estoy.” Sintió un pequeño pinchazo en su corazón, su voz tensándose hacia el final, recordó por un momento dónde estaba, que su familia no sabía que había asistido al evento. Seguro estaban desesperados. Seguro pensaban que por fin un asesino en serie la había pescado, como temían.
No notó que había hundido un dedo en uno de los cortes en su pierna hasta que sintió un poco de dolor junto con la calidez de sangre nueva brotando bajo su dedo. Parpadeó varias veces, sentía peso y presión en su pecho. Si Adam se había acercado, Hitori se había recogido aún más hacia atrás.
Aclaró su garganta, extrayendo el dedo ensangrentado de la herida, concentrándose nuevamente en seguir limpiando. “Soy- Era” Corrigió con otro pinchazo, sin levantar su cabeza de lo que estaba haciendo. “Enfermera en South Glasgow University Hospital.” Era por lejos el hospital más grande de Glasgow, solía ver a decenas de pacientes en un día. Le gustaba así, se mantenía ocupada de principio a fin, tomaba todos los turnos extra que le permitían al punto en que casi no podía mantenerse en pie.
“Mi turno.” Murmuró, tronando sus nudillos antes de volver a vendar su pierna con fuerza, intentando detener el hilillo de sangre que había generado con su dedo.
“Me imagino que entre viajes y gente interesada, tu vida era bastante solitaria ¿No? ¿No tienes familia?” Dos preguntas rápidas, las había estado guardando. Hitori encontró un tema que le generaba muchísima curiosidad y explicaba bastante del comportamiento ajeno, no le molestaba quedarse ahí mientras Adam no pasara.
“¿Encontraste lo que estabas buscando en la cima del mundo?” Solo al terminar sus preguntas se atrevió a alzar la vista, ojos curiosos, absorta en escuchar la respuesta. Volvió a abrazar su estómago, como si de esa manera pudiera protegerse de las sensaciones peligrosas que le producía el vampiro.
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Lloviendo
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4/6
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Vie Abr 09, 2021 10:45 pm
Un beso para provocar pánico y reacciones extrañas en la ajena, ¿Estaba avergonzada? Esa imagen antes de cerrar sus ojos, esas mejillas rojizas, esos ojos completamente abiertos, ¿Que era lo que provocaba eso? Decenas de besos ya se habían dado para este punto, ¿Acaso eran las condiciones en las que estaban? Era interesante eso. Con sus piernas parecía no permitirle alejarse más, más que nada no era tan ancho el taburete.
-Tres preguntas entonces le toca señorita Hitori- dijo cuando observó los dedos, si, parecía ser que se le había escapado una pregunta que era más retórica que otra cosa, pero era un juego, y el propósito de estos eran proporcionar diversión. Ella ganaba por esta ocasión, por lo que mientras escuchaba a la ajena se estaba preparando para la lluvia de preguntas.
Acarició la espalda ajena con una mano, la otra se dedicaba a mover sus manos, como si algo ahora faltaba, deseaba agarrar la mano ajena, pero, ¿Era pertinente hacer eso? Tal vez lo haría en un futuro cercano si no es que ella lo hacía primero. Se concentró en las palabras ajenas, parecía una historia de varias coincidencias, las historias de los humanos siempre ha sido así, construida de coincidencias y consecuencias. De la causa y efecto, como una noche en el bar podía cambiar toda una vida. Cerró los ojos por un momento, para pensar en sus palabras.
En un sentido, ella había sido lo contrario a él, ella unió a dos personas en una situación desesperada, en una crisis complicada, en una soledad que no mejoraba mientras que el moreno provocó soledad e ira a aquella persona que le ofreció el amor y cariño maternal. Era un contraste bastante grande, una mujer que posiblemente bebía, que tenía varias parejas nocturnas, y cuyas próximas palabras significaban el hecho de que no aviso ante su viaje. Claro, y aún así no podía evitar que esa voz mostraba remordimiento. La culpa de no avisar. ¿Acaso podía sentir lo mismo? Buscó en su interior, pero solamente no, no sintió remordimiento, ni culpa, ni alguna especie de negación cuando se fue de su hogar. Solamente decepción, indiferencia, de ahí hasta el final no se había comunicado con ella, ni alzado el teléfono, como si no existiera, como en una historia, el futuro el cual él construía no había cabida alguna para ella más allá que la introducción y unas cuantas apariciones.
Parecía… ser algo extraño, tal vez debía de llamarla, hablar con ella, claro, se iba a llevar el regaño de toda una vida… No, simplemente no era posible, nada de arrepentimiento o girar al pasado. Había elegido este camino en su vida, por su propia ambición, por su propia mano, por su ignorancia. Si, no le pediría perdón ni nada por el estilo, solamente una plática como la gente civilizada que eran. Pensaba más y más en su familia sin notarlo hasta este momento, ¿Por qué sucedió esto? La influencia ajena parecía ser peligrosa, pensaba en cosas que no se habían cruzado en su cabeza desde hace tiempo, pero por eso mismo… tal vez ella le mostraría un nuevo camino a seguir, nuevas experiencias, nuevas decisiones que desafiaron su propia mentalidad. ¿Por qué no? Había pasado demasiado tiempo en busca del conocimiento y la avaricia en diferentes ramas de un árbol, que lo más lógico sería pasar a otro y ver que frutos resultan, en uno tenía manzanas, ¿ahora serían naranjas? ¿O peras? ¿O tal vez mandarinas?
La idea cruzó en su mente -Oh, suena a un buen hospital- dijo mientras que con su mirada observaba como ella estaba sangrando y se había alejado más de él, primero sus preguntas, después le tocaba a él. Se alejó un poco del rostro ajeno, ahora apoyando una mano en el filo del taburete mientras que la otra agarró con suavidad aquel dedo que tenía un poco de sangre, dejando que primero se vendara. Con sus dedos limpiaba el residuo de la sangre, frotaba entre sus dedos antes de sonreír por un momento y limpiar sus dedos en los pantalones negros que tenía. No deseaba probarla, no hasta que este juego que tenían se acabara.
-Está en lo correcto, es solitaria, compañías en las noches, atendiendo fiestas, viajando en jets privados, conociendo celebridades, empresarios, diferentes círculos. Ningún descendiente o pareja que pasará más allá del año, y familia…- se quedó en silencio por unos segundos, mirando los ojos de la ajena, posando su mano libre en la mejilla, acariciando y disfrutando la calidez de su piel -No he visto a mis hermanos ni mi madre durante décadas, no tengo padre- respondió sin titubear, su voz neutral, no expresaba felicidad, ni alegría, ni tristeza, solamente una indiferencia, tal vez un toque de melancolía, escondido en el tono de su voz, si, ahí estaba, los efectos de dejarse llevar. Dejó salir un suspiro, bajando un poco la mirada y después, en un parpadeo, mirando al techo, pensando en lo que realmente estaba diciendo.
-Si dice que escale el Everest, fue algo impresionante- Dijo en un tono juguetón, esa era realmente la cima del mundo -Ver las nubes pasar debajo suyo mientras que todo el horizonte está debajo de sus pies, El sol en el amanecer tocando apenas sus mejillas mientras que todo su cuerpo está cubierto por capas de tela gruesa. Pero le digo, es algo que necesita ver una vez en su vida- Respondió, bajando su mirada hacia la ajena antes de poner la mano en su boca, ocultando una pequeña risa que se escapaba de sus labios.
-Si eso no era lo que refería entonces… Si, lo encontré, experimente lo que es ser poderoso, lo que es llevar una vida de lujos, lo que es cenar en un restaurante caro, estar entre diversos famosos. Posar para portadas de revistas de negocios. Entrevistas, estar con un grupo de viejos tradicionales y estar en un grupo de jóvenes ambiciosos e ignorantes. Encontré todas esas experiencias y tengo el dinero suficiente para retirarme, pero... solamente es una pizca de lo que en verdad es mi ambición. Aún faltan varias experiencias que debo de tener, los tiempos cambian, la tecnología, las personas… Todo, y adaptarse da tiempo… Como le dije, tres años más y tachaba ese estilo de vida como monótona y buscaría nuevas formas de aprovechar el tiempo- Dijo, observándola, con toda la honestidad del mundo, no tenía intenciones de mentirle ni mucho menos. Sólo la pura verdad.
Agarró los hombros ajenos con suavidad y la acariciaba, sus dedos recorrían los brazos hasta llegar a las manos que cubrían ese estómago, tan sólo pasando las yemas de sus dedos en sus falanges -Es mi turno- susurró con una pequeña sonrisa, ya sabía que preguntar.
-¿Por qué se alejó de mí cuando después de darle ese beso?- una pregunta tan rápida como el disparo de una pistola -¿A que le tiene miedo realmente?- otra pregunta más y solamente observó a un lado, observando el bastón, la guitarra y el paraguas que estaban recargados en el taburete, Le faltaba una pregunta más, y abrió su boca para disparar otra bala de mayor calibre, pero se detuvo, observó su rostro y solamente dejó su mano a un lado.
-¿Qué es lo que piensa de mí?- Otra pregunta, las tres personales, y sabía con exactitud qué había tres pasos en todo este juego. Tenían mucho tiempo, y sus ojos mostraban seriedad, su rostro igual, realmente deseaba saberlo, no solamente su curiosidad, era porque le importaba, ¿Por que? No tenía ni idea, pero esperaba con toda la paciencia del mundo para que ella respondiera.
-Tres preguntas entonces le toca señorita Hitori- dijo cuando observó los dedos, si, parecía ser que se le había escapado una pregunta que era más retórica que otra cosa, pero era un juego, y el propósito de estos eran proporcionar diversión. Ella ganaba por esta ocasión, por lo que mientras escuchaba a la ajena se estaba preparando para la lluvia de preguntas.
Acarició la espalda ajena con una mano, la otra se dedicaba a mover sus manos, como si algo ahora faltaba, deseaba agarrar la mano ajena, pero, ¿Era pertinente hacer eso? Tal vez lo haría en un futuro cercano si no es que ella lo hacía primero. Se concentró en las palabras ajenas, parecía una historia de varias coincidencias, las historias de los humanos siempre ha sido así, construida de coincidencias y consecuencias. De la causa y efecto, como una noche en el bar podía cambiar toda una vida. Cerró los ojos por un momento, para pensar en sus palabras.
En un sentido, ella había sido lo contrario a él, ella unió a dos personas en una situación desesperada, en una crisis complicada, en una soledad que no mejoraba mientras que el moreno provocó soledad e ira a aquella persona que le ofreció el amor y cariño maternal. Era un contraste bastante grande, una mujer que posiblemente bebía, que tenía varias parejas nocturnas, y cuyas próximas palabras significaban el hecho de que no aviso ante su viaje. Claro, y aún así no podía evitar que esa voz mostraba remordimiento. La culpa de no avisar. ¿Acaso podía sentir lo mismo? Buscó en su interior, pero solamente no, no sintió remordimiento, ni culpa, ni alguna especie de negación cuando se fue de su hogar. Solamente decepción, indiferencia, de ahí hasta el final no se había comunicado con ella, ni alzado el teléfono, como si no existiera, como en una historia, el futuro el cual él construía no había cabida alguna para ella más allá que la introducción y unas cuantas apariciones.
Parecía… ser algo extraño, tal vez debía de llamarla, hablar con ella, claro, se iba a llevar el regaño de toda una vida… No, simplemente no era posible, nada de arrepentimiento o girar al pasado. Había elegido este camino en su vida, por su propia ambición, por su propia mano, por su ignorancia. Si, no le pediría perdón ni nada por el estilo, solamente una plática como la gente civilizada que eran. Pensaba más y más en su familia sin notarlo hasta este momento, ¿Por qué sucedió esto? La influencia ajena parecía ser peligrosa, pensaba en cosas que no se habían cruzado en su cabeza desde hace tiempo, pero por eso mismo… tal vez ella le mostraría un nuevo camino a seguir, nuevas experiencias, nuevas decisiones que desafiaron su propia mentalidad. ¿Por qué no? Había pasado demasiado tiempo en busca del conocimiento y la avaricia en diferentes ramas de un árbol, que lo más lógico sería pasar a otro y ver que frutos resultan, en uno tenía manzanas, ¿ahora serían naranjas? ¿O peras? ¿O tal vez mandarinas?
La idea cruzó en su mente -Oh, suena a un buen hospital- dijo mientras que con su mirada observaba como ella estaba sangrando y se había alejado más de él, primero sus preguntas, después le tocaba a él. Se alejó un poco del rostro ajeno, ahora apoyando una mano en el filo del taburete mientras que la otra agarró con suavidad aquel dedo que tenía un poco de sangre, dejando que primero se vendara. Con sus dedos limpiaba el residuo de la sangre, frotaba entre sus dedos antes de sonreír por un momento y limpiar sus dedos en los pantalones negros que tenía. No deseaba probarla, no hasta que este juego que tenían se acabara.
-Está en lo correcto, es solitaria, compañías en las noches, atendiendo fiestas, viajando en jets privados, conociendo celebridades, empresarios, diferentes círculos. Ningún descendiente o pareja que pasará más allá del año, y familia…- se quedó en silencio por unos segundos, mirando los ojos de la ajena, posando su mano libre en la mejilla, acariciando y disfrutando la calidez de su piel -No he visto a mis hermanos ni mi madre durante décadas, no tengo padre- respondió sin titubear, su voz neutral, no expresaba felicidad, ni alegría, ni tristeza, solamente una indiferencia, tal vez un toque de melancolía, escondido en el tono de su voz, si, ahí estaba, los efectos de dejarse llevar. Dejó salir un suspiro, bajando un poco la mirada y después, en un parpadeo, mirando al techo, pensando en lo que realmente estaba diciendo.
-Si dice que escale el Everest, fue algo impresionante- Dijo en un tono juguetón, esa era realmente la cima del mundo -Ver las nubes pasar debajo suyo mientras que todo el horizonte está debajo de sus pies, El sol en el amanecer tocando apenas sus mejillas mientras que todo su cuerpo está cubierto por capas de tela gruesa. Pero le digo, es algo que necesita ver una vez en su vida- Respondió, bajando su mirada hacia la ajena antes de poner la mano en su boca, ocultando una pequeña risa que se escapaba de sus labios.
-Si eso no era lo que refería entonces… Si, lo encontré, experimente lo que es ser poderoso, lo que es llevar una vida de lujos, lo que es cenar en un restaurante caro, estar entre diversos famosos. Posar para portadas de revistas de negocios. Entrevistas, estar con un grupo de viejos tradicionales y estar en un grupo de jóvenes ambiciosos e ignorantes. Encontré todas esas experiencias y tengo el dinero suficiente para retirarme, pero... solamente es una pizca de lo que en verdad es mi ambición. Aún faltan varias experiencias que debo de tener, los tiempos cambian, la tecnología, las personas… Todo, y adaptarse da tiempo… Como le dije, tres años más y tachaba ese estilo de vida como monótona y buscaría nuevas formas de aprovechar el tiempo- Dijo, observándola, con toda la honestidad del mundo, no tenía intenciones de mentirle ni mucho menos. Sólo la pura verdad.
Agarró los hombros ajenos con suavidad y la acariciaba, sus dedos recorrían los brazos hasta llegar a las manos que cubrían ese estómago, tan sólo pasando las yemas de sus dedos en sus falanges -Es mi turno- susurró con una pequeña sonrisa, ya sabía que preguntar.
-¿Por qué se alejó de mí cuando después de darle ese beso?- una pregunta tan rápida como el disparo de una pistola -¿A que le tiene miedo realmente?- otra pregunta más y solamente observó a un lado, observando el bastón, la guitarra y el paraguas que estaban recargados en el taburete, Le faltaba una pregunta más, y abrió su boca para disparar otra bala de mayor calibre, pero se detuvo, observó su rostro y solamente dejó su mano a un lado.
-¿Qué es lo que piensa de mí?- Otra pregunta, las tres personales, y sabía con exactitud qué había tres pasos en todo este juego. Tenían mucho tiempo, y sus ojos mostraban seriedad, su rostro igual, realmente deseaba saberlo, no solamente su curiosidad, era porque le importaba, ¿Por que? No tenía ni idea, pero esperaba con toda la paciencia del mundo para que ella respondiera.
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Localización : En un mundo extraño con reglas extrañas
Hoja de Personaje
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Sáb Abr 10, 2021 5:43 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Dejó que Adam robara su dedo, creyendo que lo llevaría a su boca, pero simplemente lo limpió. ¿Qué hacía? Ladeó la cabeza, completamente confundida, sus cejas fruncidas.
Escuchó la respuesta del vampiro, extrañada, algo se sentía raro. Lo había notado un poco, pero hasta ese momento no había sido capaz de discernir qué era. Hablaba como si tuviese muchísimos más años de los que parecía. No había posibilidad de que tuviera siquiera cuarenta años. ¿Décadas? Hablaba de años como si fuesen insignificantes, como su abuela lo hacía, pero ella tenía ochenta.
Otra cosa que le llamó la atención es que no había estado equivocada. No se imaginaba la soledad de una vida como esa, pero a Adam no parecía molestarle. Sintió la mano sobre su mejilla y esa vez no se recogió, posó su propia mano sobre ella y la apretó ligeramente. Quizás era una manera de reconocer esa soledad, un pequeño apretón de apoyo de alguien que sabía cómo se sentía estar así de solo.
Si estaba confundida antes, ahora sí que no sabía qué pensar. ¿Le estaba tomando el pelo? Sabía que escalar el Everest no era cualquier cosa, requería años de preparación, muchísimo trabajo, todo para igual correr el riesgo de morir.
Entrecerró los ojos, no sabía si hablaba en serio o no. Resopló ante la risa, tomando eso como una admisión de estar jugando. “Muy gracioso, yo por mi parte pisé la luna, también deberías probarlo una vez en tu vida.” Refunfuñó, volviendo a abrazar su estómago mientras Adam terminaba de responder.
Sonaba como una vida completa de mentira, algo que Hitori sólo veía en películas, demasiado extraño como para realmente poder imaginarse un tipo de vida así. Tan sólo pensaba una y otra vez en lo solitario que sonaba.
¿Más ambición que esa? ¿Qué podía querer un hombre que parecía tener todo? Algo dentro de Hitori se apretó y recordó de pronto ese deseo interminable que había sentido cuando se había alimentado de él. Sabía la respuesta, ahora lo podía ver, Adam en realidad deseaba absolutamente todo.
Pánico. Antes sólo se lo había imaginado, al vampiro robando parte por parte de ella, pero ahora tenía la certeza de que terminaría por desear eso, también. -Esconde algo, Hitori.- Se recordó, sin poder esconder el terror en su cara cuando Adam volvió a acariciarla con cuidado.
Hizo un sonido de sorpresa, ahogado en la angustia que le aferró del cuello repentinamente ante la primera pregunta. Pero no había terminado. Recibió las otras dos preguntas completamente petrificada. Antes de que pudiera darse cuenta había hundido un dedo en una de las heridas de sus nalgas, pero ni eso le rescató de poder respirar tranquila.
“...” Completa y totalmente paralizada. ¿Qué podía esconder? Tenía que decidirlo ahora, algo que hiciera imposible entenderla por completo. ¿Sus fobias? Eran demasiado obvias. Frente a sus ojos, Adam se transformó nuevamente en ese monstruo de brea.
Hundió el dedo con más fuerza, lo único que podía mover, hasta que sangre brotó de la herida, primero un hilillo. Su expresión era de pánico completo, pero sus ojos se habían vaciado de toda emoción cuando el espectro había aparecido frente a ella. ¿Esconder sus pesadillas? No eran algo clave para entenderla, sólo algo que le aquejaba todos los días, como sus fobias.
“Eres demasiado… Amable.” Escuchó el susurro en su cabeza y cerró los ojos con fuerza, enterrando su dedo hasta que sintió el calor de bastante sangre chorrear por su piel. No podía perder la cabeza y descompensarse, no en ese momento, revelaría demasiado.
La invadió la soledad del silencio y la oscuridad, hecha bolita sobre su cama en ese recuerdo que plagaba sus pesadillas. -Esa noche.- Lo había encontrado. Esa noche había cambiado su vida, descarrilado un tren que podría haber terminado en un final feliz que Hitori nunca conocería. Esa noche y las repercusiones, su terror a que volviera a suceder.
Logró respirar otra vez, quizás un minuto después de haberse paralizado, veía pequeñas grietas alrededor de su campo de vista otra vez. Revolvió su dedo dentro de la herida. “Paso la primera.” Susurró, casi inaudible bajo la presión que sentía en su cuello. Tuvo que llevar su mano libre a su cuello, apretó con fuerza para intentar liberarse de la segunda mano que le hacía imposible respirar.
Sacudió la cabeza con fuerza, generando más dolor en su carne antes de abrir ojos vidriosos. “Siempre he sido asustadiza-” Su tono había vuelto a cambiar completamente, crujía en susurros como si realmente alguien le estuviese ahorcando aunque la mano en su cuello había caído sobre su regazo en un puño que ahora enterraba contra uno de sus muslos. “Seguro te diste cuenta.” Una risita ahogada acompañó el crujido, dejó que más sangre brotara de su herida.
“Le tengo fobia a la oscuridad.” ¿Hace cuánto no lo decía en voz alta? Sonaba como una niña de diez años, lo sabía, pero era una mujer adulta que no soportaba cuando se ponía el sol. -Patética.- Tenía los ojos clavados en sus piernas, su brazo temblaba ligeramente mientras peleaba por que las palabras pasaran por su garganta. “Y al silencio. No lo soporto. Ataques de pánico y angustia, pesadillas, disocio, el paquete completo. Haz visto un poco.” Detrás de la angustia y la dificultad de hablar, del hecho que le estaba costando no disociar, se escuchaba el odio y resentimiento que se tenía a sí misma.
Suspiró pesadamente, había demorado varios minutos en poder responder sólo con esas frases cortas, había abierto un par de rasguños más en sus nalgas y un pequeño charco de sangre nueva comenzaba a formarse bajo ella. ¿Qué pensaba de él? Tembló ligeramente, su otra mano se cerraba contra su muslo con tanta fuerza que sus nudillos se habían tornado blancos. Respiraba con dificultad, intentando empujar el ataque de algo que amenazaba con envolverla.
“Yo...” Volvió a crujir, sentía la cabeza demasiado liviana. “No sé.” Suspiró nuevamente con la misma dificultad. Tenía que ser honesta, por el bien de ambos, en ese estado le costaría un poco menos, su mente estaba muchísimo más revuelta que hace diez minutos. Un cambio igual de drástico que otras veces. Veía las grietas resquebrajarse más por su visión, aunque parecía que su cuerpo estaba un poco más lejos de ella. “La mitad de mí quiere correr por mi vida y no verte nunca más, aterrorizada. Siento que vas a terminar de destruir lo poco de cordura que me queda.”
Restregó sus ojos con ambas manos, la derecha estaba completamente ensangrentada y terminó por esparcirla por todo el lado derecho de su cara sin darse cuenta. “Lo siento, cuando me pongo así mi mundo se agrieta un poco.” Explicó sin saber por qué, dibujando las grietas que veía en el aire con un dedo. “Como si estuvieran separándome de mi cuerpo.” Adam no había preguntado, estaba revelando información a cambio de nada, pero sus palabras salían cada vez más arrastradas mientras se obligaba a recordar las pesadillas y la noche anterior. Temblaba con un poco más de fuerza, no supo cuando Adam había vuelto a ser él y no el monstruo de sombras, pero ahí estaba cuando levantó la cabeza un poco.
“La otra...” Se encogió de hombros, no pudo mirarle a la cara, quería acercarse más y a la vez no. Terminó por hundir el mismo dedo ensangrentado en la herida que tenía en el hombro y cerrar los ojos, lo que fuera para centrarse y no girar fuera de control en ese momento. “Quiere quedarse aquí respondiendo preguntas. Contigo. No sé qué quiere, en realidad.” La parte estúpida que se sonrojaba bajo los mimos. ¿Qué pretendía? No tenía idea. El dolor profundo en su hombro ayudó bastante, las grietas retrocedieron y sintió que volvía a su cuerpo un poco.
Esperó que eso fuera suficiente, en realidad no era capaz de responder mejor, ella todavía no tenía nada demasiado claro. Al haber terminado, se sintió más ligera, pudo permitirse dejar de pensar en cosas que le atormentaban. El dolor había ayudado, pero ahora su cuerpo estaba extremadamente disgustado de que hubiese empeorado sus heridas de esa manera.
Sudor frío brotó de su frente, escalofríos comenzaron a recorrer su cuerpo junto con un pequeño temblor de frío. Hitori apegó sus piernas a su pecho, más que nada porque de pronto se sentía bastante mareada. “Hablas de tu vida como Obaa-san. ¿Cuántos años tienes?” Preguntó con su frente apoyada en sus rodillas, su voz un poco menos ahorcada pero exhausta. No tenía la energía para corregir su japonés en ese momento. “¿Por qué te importa qué pienso de tí o por qué me alejo?”
Hablaba lento y despacio, tragando saliva con dificultad mientras su cuerpo lentamente se cubría de sudor frío y palidecía más. Había dormido lo suficiente como para recuperarse un poco, pero aún no había comido ni bebido nada, y todavía le faltaba un montón de sangre. Si terminaba en un ataque de pánico nuevamente, seguro volvería a irse a negro.
“Me gusta cuidar de una dama como usted.” Enterró su dedo con fuerza en la mordida de su hombro, medio, luego un centímetro completo, hasta que logró sentir dolor. No se le ocurría otra cosa, intentó respirar pero sólo logró un sollozo aunque no tenía energías para largarse a llorar.
“Qué...” Apretó su puño izquierdo con fuerza, sentía la sangre escurrir por su espalda, le ayudó un poco a quedarse dentro de su cuerpo cuando sintió que comenzaba a disociar otra vez intentando pensar en alguna pregunta. “¿Qué quieres de mí?” Preguntó nuevamente, incapaz de concentrarse en otra cosa ahora que la pesadilla susurraba en sus oídos.
Cuando había propuesto el juego en realidad no se le había ocurrido que Adam largaría preguntas como esa tan rápido. A ese paso no llegaría ni a la noche cuerda, menos a la mañana. Cada segundo tirarse de cabeza a la chancha le parecía como una mejor idea. ¿Por qué simplemente no se alejaba? Quizás porque seguro no podría caminar demasiado, pero su parte más orgullosa no quería ser la que perdiera el juego, no por segunda vez consecutiva.
code by EMMEEscuchó la respuesta del vampiro, extrañada, algo se sentía raro. Lo había notado un poco, pero hasta ese momento no había sido capaz de discernir qué era. Hablaba como si tuviese muchísimos más años de los que parecía. No había posibilidad de que tuviera siquiera cuarenta años. ¿Décadas? Hablaba de años como si fuesen insignificantes, como su abuela lo hacía, pero ella tenía ochenta.
Otra cosa que le llamó la atención es que no había estado equivocada. No se imaginaba la soledad de una vida como esa, pero a Adam no parecía molestarle. Sintió la mano sobre su mejilla y esa vez no se recogió, posó su propia mano sobre ella y la apretó ligeramente. Quizás era una manera de reconocer esa soledad, un pequeño apretón de apoyo de alguien que sabía cómo se sentía estar así de solo.
Si estaba confundida antes, ahora sí que no sabía qué pensar. ¿Le estaba tomando el pelo? Sabía que escalar el Everest no era cualquier cosa, requería años de preparación, muchísimo trabajo, todo para igual correr el riesgo de morir.
Entrecerró los ojos, no sabía si hablaba en serio o no. Resopló ante la risa, tomando eso como una admisión de estar jugando. “Muy gracioso, yo por mi parte pisé la luna, también deberías probarlo una vez en tu vida.” Refunfuñó, volviendo a abrazar su estómago mientras Adam terminaba de responder.
Sonaba como una vida completa de mentira, algo que Hitori sólo veía en películas, demasiado extraño como para realmente poder imaginarse un tipo de vida así. Tan sólo pensaba una y otra vez en lo solitario que sonaba.
¿Más ambición que esa? ¿Qué podía querer un hombre que parecía tener todo? Algo dentro de Hitori se apretó y recordó de pronto ese deseo interminable que había sentido cuando se había alimentado de él. Sabía la respuesta, ahora lo podía ver, Adam en realidad deseaba absolutamente todo.
Pánico. Antes sólo se lo había imaginado, al vampiro robando parte por parte de ella, pero ahora tenía la certeza de que terminaría por desear eso, también. -Esconde algo, Hitori.- Se recordó, sin poder esconder el terror en su cara cuando Adam volvió a acariciarla con cuidado.
Hizo un sonido de sorpresa, ahogado en la angustia que le aferró del cuello repentinamente ante la primera pregunta. Pero no había terminado. Recibió las otras dos preguntas completamente petrificada. Antes de que pudiera darse cuenta había hundido un dedo en una de las heridas de sus nalgas, pero ni eso le rescató de poder respirar tranquila.
“...” Completa y totalmente paralizada. ¿Qué podía esconder? Tenía que decidirlo ahora, algo que hiciera imposible entenderla por completo. ¿Sus fobias? Eran demasiado obvias. Frente a sus ojos, Adam se transformó nuevamente en ese monstruo de brea.
Hundió el dedo con más fuerza, lo único que podía mover, hasta que sangre brotó de la herida, primero un hilillo. Su expresión era de pánico completo, pero sus ojos se habían vaciado de toda emoción cuando el espectro había aparecido frente a ella. ¿Esconder sus pesadillas? No eran algo clave para entenderla, sólo algo que le aquejaba todos los días, como sus fobias.
“Eres demasiado… Amable.” Escuchó el susurro en su cabeza y cerró los ojos con fuerza, enterrando su dedo hasta que sintió el calor de bastante sangre chorrear por su piel. No podía perder la cabeza y descompensarse, no en ese momento, revelaría demasiado.
La invadió la soledad del silencio y la oscuridad, hecha bolita sobre su cama en ese recuerdo que plagaba sus pesadillas. -Esa noche.- Lo había encontrado. Esa noche había cambiado su vida, descarrilado un tren que podría haber terminado en un final feliz que Hitori nunca conocería. Esa noche y las repercusiones, su terror a que volviera a suceder.
Logró respirar otra vez, quizás un minuto después de haberse paralizado, veía pequeñas grietas alrededor de su campo de vista otra vez. Revolvió su dedo dentro de la herida. “Paso la primera.” Susurró, casi inaudible bajo la presión que sentía en su cuello. Tuvo que llevar su mano libre a su cuello, apretó con fuerza para intentar liberarse de la segunda mano que le hacía imposible respirar.
Sacudió la cabeza con fuerza, generando más dolor en su carne antes de abrir ojos vidriosos. “Siempre he sido asustadiza-” Su tono había vuelto a cambiar completamente, crujía en susurros como si realmente alguien le estuviese ahorcando aunque la mano en su cuello había caído sobre su regazo en un puño que ahora enterraba contra uno de sus muslos. “Seguro te diste cuenta.” Una risita ahogada acompañó el crujido, dejó que más sangre brotara de su herida.
“Le tengo fobia a la oscuridad.” ¿Hace cuánto no lo decía en voz alta? Sonaba como una niña de diez años, lo sabía, pero era una mujer adulta que no soportaba cuando se ponía el sol. -Patética.- Tenía los ojos clavados en sus piernas, su brazo temblaba ligeramente mientras peleaba por que las palabras pasaran por su garganta. “Y al silencio. No lo soporto. Ataques de pánico y angustia, pesadillas, disocio, el paquete completo. Haz visto un poco.” Detrás de la angustia y la dificultad de hablar, del hecho que le estaba costando no disociar, se escuchaba el odio y resentimiento que se tenía a sí misma.
Suspiró pesadamente, había demorado varios minutos en poder responder sólo con esas frases cortas, había abierto un par de rasguños más en sus nalgas y un pequeño charco de sangre nueva comenzaba a formarse bajo ella. ¿Qué pensaba de él? Tembló ligeramente, su otra mano se cerraba contra su muslo con tanta fuerza que sus nudillos se habían tornado blancos. Respiraba con dificultad, intentando empujar el ataque de algo que amenazaba con envolverla.
“Yo...” Volvió a crujir, sentía la cabeza demasiado liviana. “No sé.” Suspiró nuevamente con la misma dificultad. Tenía que ser honesta, por el bien de ambos, en ese estado le costaría un poco menos, su mente estaba muchísimo más revuelta que hace diez minutos. Un cambio igual de drástico que otras veces. Veía las grietas resquebrajarse más por su visión, aunque parecía que su cuerpo estaba un poco más lejos de ella. “La mitad de mí quiere correr por mi vida y no verte nunca más, aterrorizada. Siento que vas a terminar de destruir lo poco de cordura que me queda.”
Restregó sus ojos con ambas manos, la derecha estaba completamente ensangrentada y terminó por esparcirla por todo el lado derecho de su cara sin darse cuenta. “Lo siento, cuando me pongo así mi mundo se agrieta un poco.” Explicó sin saber por qué, dibujando las grietas que veía en el aire con un dedo. “Como si estuvieran separándome de mi cuerpo.” Adam no había preguntado, estaba revelando información a cambio de nada, pero sus palabras salían cada vez más arrastradas mientras se obligaba a recordar las pesadillas y la noche anterior. Temblaba con un poco más de fuerza, no supo cuando Adam había vuelto a ser él y no el monstruo de sombras, pero ahí estaba cuando levantó la cabeza un poco.
“La otra...” Se encogió de hombros, no pudo mirarle a la cara, quería acercarse más y a la vez no. Terminó por hundir el mismo dedo ensangrentado en la herida que tenía en el hombro y cerrar los ojos, lo que fuera para centrarse y no girar fuera de control en ese momento. “Quiere quedarse aquí respondiendo preguntas. Contigo. No sé qué quiere, en realidad.” La parte estúpida que se sonrojaba bajo los mimos. ¿Qué pretendía? No tenía idea. El dolor profundo en su hombro ayudó bastante, las grietas retrocedieron y sintió que volvía a su cuerpo un poco.
Esperó que eso fuera suficiente, en realidad no era capaz de responder mejor, ella todavía no tenía nada demasiado claro. Al haber terminado, se sintió más ligera, pudo permitirse dejar de pensar en cosas que le atormentaban. El dolor había ayudado, pero ahora su cuerpo estaba extremadamente disgustado de que hubiese empeorado sus heridas de esa manera.
Sudor frío brotó de su frente, escalofríos comenzaron a recorrer su cuerpo junto con un pequeño temblor de frío. Hitori apegó sus piernas a su pecho, más que nada porque de pronto se sentía bastante mareada. “Hablas de tu vida como Obaa-san. ¿Cuántos años tienes?” Preguntó con su frente apoyada en sus rodillas, su voz un poco menos ahorcada pero exhausta. No tenía la energía para corregir su japonés en ese momento. “¿Por qué te importa qué pienso de tí o por qué me alejo?”
Hablaba lento y despacio, tragando saliva con dificultad mientras su cuerpo lentamente se cubría de sudor frío y palidecía más. Había dormido lo suficiente como para recuperarse un poco, pero aún no había comido ni bebido nada, y todavía le faltaba un montón de sangre. Si terminaba en un ataque de pánico nuevamente, seguro volvería a irse a negro.
“Me gusta cuidar de una dama como usted.” Enterró su dedo con fuerza en la mordida de su hombro, medio, luego un centímetro completo, hasta que logró sentir dolor. No se le ocurría otra cosa, intentó respirar pero sólo logró un sollozo aunque no tenía energías para largarse a llorar.
“Qué...” Apretó su puño izquierdo con fuerza, sentía la sangre escurrir por su espalda, le ayudó un poco a quedarse dentro de su cuerpo cuando sintió que comenzaba a disociar otra vez intentando pensar en alguna pregunta. “¿Qué quieres de mí?” Preguntó nuevamente, incapaz de concentrarse en otra cosa ahora que la pesadilla susurraba en sus oídos.
Cuando había propuesto el juego en realidad no se le había ocurrido que Adam largaría preguntas como esa tan rápido. A ese paso no llegaría ni a la noche cuerda, menos a la mañana. Cada segundo tirarse de cabeza a la chancha le parecía como una mejor idea. ¿Por qué simplemente no se alejaba? Quizás porque seguro no podría caminar demasiado, pero su parte más orgullosa no quería ser la que perdiera el juego, no por segunda vez consecutiva.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Sáb Abr 10, 2021 12:51 pm
-Podría ser, la Luna suena a un hermoso lugar- dijo con una sonrisa, pero tampoco lo había dicho en mentira o en broma. Realmente había cumplido con ese objetivo. No era una tarea fácil, por lo menos no para los demás. había logrado algo que no mucha gente puede decir. Esos fueron días interesantes, entretenidos, llenos de emoción y dificultades para sus acompañantes. Fueron años de preparación el cual atendía a cada una de las citas sin falta ni retraso. Pero a este ambiente ligero y cariñoso notaba ahora… se convertía en algo más oscuro.
El ambiente se tornó pesado de nuevo, y más tarde que temprano Adam se dio cuenta de lo que había preguntado con sus preguntas. Ella con el dedo ahí, provocándose dolor, ¿acaso era una forma de mantenerse cuerda? Lo había pensado por un momento, aquellos sollozos, la falta de respiración, el pánico en sus acciones.
Quería detenerla, pero… no lo hizo. Tal vez no era lo mejor. La observaba sin poderla ayudar en el momento, el tiempo pasaba, deseaba que pasara más rápido, por lo que sus manos solamente se fueron en las piernas ajenas, con cuidado, como si estuviera tocando una muñeca de porcelana. Claro, lo tuvo que empeorar con preguntas de ese calibre. Fue demasiado rápido, como si hubiera soltado una bomba en un lugar donde apenas y se utilizaban espadas y escudos.
Cerró sus ojos, solamente acariciando con suavidad, delicadeza la piel ajena, no le gustaba para nada que la ajena se hiriera, ya no era porque la consideraba como un juguete, no, en lugar de eso… era una preocupación más real que se notaba en su mirada, en su rostro. El moreno asintió con la cabeza, si, pasar la primera pregunta era predecible, era la cual pesaba entre todas. Después, la segunda, para su sorpresa había sido contestada, fobia a la oscuridad y al silencio. Iba a ser complicado entonces, su poder se basaba en eso… si, como había dicho, el contraste estaba ahí. Él amaba la oscuridad, era su hogar, aquella que había compartido la mayor parte de su vida.
Abrió sus ojos solamente para ver como la posición ajena había cambiado por completo, lentamente su cuerpo optaba por cerrarse. Las manos apenas y lograban mantener la conciencia femenina en esta realidad. Esa voz que salía con gran dificultad de su garganta. Una fibra sensible había atacado, no una, sino tres veces. Se mordió el labio inferior, pensando ahora qué preguntas podría hacer. Nada fuerte, solamente… desviar la conversación a otra parte.
Los minutos pasaban, frases cortas, si, el tiempo era una de las varias evidencias que lo dejaba en claro. ¿Lo había arruinado? Posiblemente, aquel que no está acostumbrado a estos ambientes termina por arruinar la ocasión. Era tan íntimo, personal que le era hasta eso desconocido. Los libros, las novelas, las diferentes series y películas eran simplemente exageraciones de la realidad en la que viven. No eran guías ni nada por el estilo, sino una forma de romantizar los momentos íntimos. Si, él no era alguien quien podía decir con seguridad cuáles eran minas. Respiró profundamente, pensando en que si realmente fue buena idea aceptar este juego que en un principio. Tal vez, al final no era una buena idea, el objetivo era conocerse mejor, pero, ¿A qué costo? Observó sus manos y después a la ajena, notó el charco de sangre que se estaba formando, pero el solamente quedaba en silencio, sin interrumpirla, sin decir nada más que observar. Las palabras no se terminaban de formular. Escuchaba la respuesta de la tercera pregunta.
Si, era una respuesta justa, ¿No le había provocado lo suficiente? Se daba cuenta que su sola presencia era un peligro para ella. Que su poder terminaría esto tarde o temprano, y entonces ni se diga en su forma de raza, aquella que no podía ser descrita más allá de ser una pesadilla viviente, eso que no se sabía de dónde había surgido, pero que realmente se deseaba no haber existido. Se sentía relacionado con los libros de Lovecraft, le iba a provocar un miedo descomunal que seguramente la llevaría a la locura extrema.
Dejó salir un suspiro, rendirse era una opción en el momento, pero quería saber como terminaría esto también. Tragó saliva, apenas y sonriendo ante las últimas palabras de la ajena. Donde hay oscuridad hay luz, y donde hay desesperación hay esperanza. Apenas y creía eso, si no fuera por el ambiente en donde estaba se había reído por lo absurdo que era eso. Solamente conceptos de los mortales pensando en que las cosas podían ser mejor si se esforzaban. De que ante una crisis siempre había una solución. Pero… podrían tener un poco de razón. la única falla de eso es que usualmente él era la oscuridad y las tinieblas, entonces, ¿Quién era ella? ¿La luz que rompería todo eso? Negó suavemente con su cabeza, dejar de fantasías y romanticismo, una sola humana no puede lograr eso.
Pero lo que sí pudo lograr fue causarle dudas. Una de sus manos se posó en la mejilla ajena, limpiando la sangre que ella tenía ahí -Disculpe- solamente susurró cuando ella terminó de dar sus respuestas, pasando con su pulgar, tratando de que quedara lo más limpio posible y su otra mano se posó sobre aquella mano que se hundía en la herida del hombro. Respiró pesadamente y sólo escuchó las preguntas venir, si, era hora de responder todas, cada una de ellas.
-Tengo... - se detuvo por un momento, tal vez, en la situación en la que se encontraban, no era la mejor idea -Paso a esa pregunta por el momento- dijo, reemplazando rápidamente la primera palabra que había resbalado de sus labios -Tendrá que preguntar cuando… estemos en mejor condiciones- dijo con una pequeña sonrisa en un tierno susurró. Por el momento, eso debía de estar bien, tendrá que decirle si quisiera seguir con ella, pero no en el momento.
-Y me importa porque... - Se quedó pensando por un momento, alejando la mano de la mejilla ajena y tocando ahora en la otra mano, aquella con los nudillos blancos, con suavidad, apenas y dejando que sus dedos dieran pequeñas caricias en el dorso de su mano -... Extraño que no encuentre palabras para eso, ¿Por interés? No puedo explicarlo realmente, siendo honestos, las parejas que me he encontrado estaban conmigo por interés, por curiosidad, por el simple hecho de saber quien era el hombre moreno y ruso que se encontraba en las fiestas de gala al lado de celebridades y famosos. Nadie como usted realmente, que pelea por saber si se tiene que alejar de mí, o quedarse- Dejó salir un suspiro pesado, observando a un lado por un momento -Tal vez sea el hecho de saber… ¿como lo dijo? “saber dónde estoy parado” podría ser alguna pista, tal vez guiarme a una respuesta clara para los sentimientos que no puedo describir, asegurarme que es eso lo que realmente estoy sintiendo y no ser otra cosa que haya estado en fuego cruzado- Apretó con suavidad la mano con la cual la ajena se hería, la sujetaba para que no hundiera aquel dedo ni jugará con la herida.
-Había sido una mala idea, disculpe por hacerle tales preguntas Hitori, le he causado más daño de lo necesario- sus palabras, aunque honestas, igual que ella estaba confundido por varios factores. En todos sus años, no se había sentido así, y si lo hubiera hecho el tiempo habría borrado esas sensaciones hasta que, en este momento, se sintieran como la primera vez. Con un tono serio y un rostro que demostraba eso decidió hablar.
-A su tercera pregunta, cuando me encontré con usted por primera vez quería saber que se ocultaba tras esa faceta seductora, después el interés llegó junto con la curiosidad, y no tardo nada de tiempo la ambición, conocerla por completo, la forma impredecible que es usted me atraía más y más hasta que el pensamiento de poseerla llegó a mi mente pero…- se detuvo por un momento, la honestidad no faltaba en sus palabras, y aún así sus ojos se enfocaron en ella, por un momento mostró una sonrisa en su rostro -... Con este segundo encuentro, ya no se que quiero de usted. Por una parte desea estar a su lado, no sé de qué manera aunque, la respuesta pueda estar enfrente mío y decir que de una manera romántica… suena hasta absurdo eso cuando lo digo en voz alta, y la otra es seguir conociéndola, ver de qué se trata todo esto. Ya no con los objetivos egoístas de hace tres días, crueles si lo piensa, sino… Algo totalmente diferente a mi forma de pensar- negó con la cabeza, cerrando sus ojos y dejó salir un suspiro. Sus piernas las soltó y las bajó del taburete, dejó de hacerle caricias.
-Sí… este juego parece haberse ido un poco lejos, y fue de nuevo por mi culpa- con esto dicho agarró el bastón, confiable, que nunca lo iba a traicionar, observó la cabeza de serpiente que tenía enmarcada. Si, así era él, una serpiente, alguien quien envenena con palabras, se aprovecha de los demás, con engaños llenos de verdades. Que con sus palabras atraía a sus presas y las devoraba, no en el sentido literal de la palabra, sino algo más abstracto, devorar todo lo que esas personas eran hasta que estaba satisfecho, ya no les encontraría utilidad y se deshiciera como si fueran juguetes que cumplieron su función y tenían que ser descartados.
Pensando un poco en ello, no iba a dejar que ese destino fuera para la mujer que tenía ahí, enfrente de él. ¿Cuál era la mejor opción? ¿Retroceder? ¿Alejarse? ¿O estar con ella? Y cuando llegue ese momento, ¿Qué pasará después? ante esa pregunta mordió su labio inferior, por primera vez en toda su vida no quería llegar a esa respuesta, pero su mente maquinaba detrás de aquello sentimientos, dando diferentes conclusiones, algunas yendo a lo cruel considerado por los humanos, otras más parecían ser sacadas de una fantasía, solamente había una que descarta la idea de que ese momento no pasará, pero al fin y al cabo, era inevitable, sin importar los años que pasarán.
Apretó con fuerza el bastón y la observó, sin encontrar respuesta a su conflicto interno -¿Desea seguir con este juego?- preguntó, apenas sus palabras escaparon, sin saber realmente si era buena idea, en sus ojos buscando la respuesta en la ajena. Dejó el bastón reposar a un lado, preparado para irse si así es lo que deseaba la ajena. Había estado en una capa de hielo delgado, pisó mal, se hundió por completo. Ante sus ojos, la ajena apenas y podía ya responder, y aunque hiciera más preguntas era difícil cambiar el ambiente de nuevo, cada vez la dificultad aumentaba hasta que llegaba a un punto en donde parecía imposible encontrar la respuesta.
El ambiente se tornó pesado de nuevo, y más tarde que temprano Adam se dio cuenta de lo que había preguntado con sus preguntas. Ella con el dedo ahí, provocándose dolor, ¿acaso era una forma de mantenerse cuerda? Lo había pensado por un momento, aquellos sollozos, la falta de respiración, el pánico en sus acciones.
Quería detenerla, pero… no lo hizo. Tal vez no era lo mejor. La observaba sin poderla ayudar en el momento, el tiempo pasaba, deseaba que pasara más rápido, por lo que sus manos solamente se fueron en las piernas ajenas, con cuidado, como si estuviera tocando una muñeca de porcelana. Claro, lo tuvo que empeorar con preguntas de ese calibre. Fue demasiado rápido, como si hubiera soltado una bomba en un lugar donde apenas y se utilizaban espadas y escudos.
Cerró sus ojos, solamente acariciando con suavidad, delicadeza la piel ajena, no le gustaba para nada que la ajena se hiriera, ya no era porque la consideraba como un juguete, no, en lugar de eso… era una preocupación más real que se notaba en su mirada, en su rostro. El moreno asintió con la cabeza, si, pasar la primera pregunta era predecible, era la cual pesaba entre todas. Después, la segunda, para su sorpresa había sido contestada, fobia a la oscuridad y al silencio. Iba a ser complicado entonces, su poder se basaba en eso… si, como había dicho, el contraste estaba ahí. Él amaba la oscuridad, era su hogar, aquella que había compartido la mayor parte de su vida.
Abrió sus ojos solamente para ver como la posición ajena había cambiado por completo, lentamente su cuerpo optaba por cerrarse. Las manos apenas y lograban mantener la conciencia femenina en esta realidad. Esa voz que salía con gran dificultad de su garganta. Una fibra sensible había atacado, no una, sino tres veces. Se mordió el labio inferior, pensando ahora qué preguntas podría hacer. Nada fuerte, solamente… desviar la conversación a otra parte.
Los minutos pasaban, frases cortas, si, el tiempo era una de las varias evidencias que lo dejaba en claro. ¿Lo había arruinado? Posiblemente, aquel que no está acostumbrado a estos ambientes termina por arruinar la ocasión. Era tan íntimo, personal que le era hasta eso desconocido. Los libros, las novelas, las diferentes series y películas eran simplemente exageraciones de la realidad en la que viven. No eran guías ni nada por el estilo, sino una forma de romantizar los momentos íntimos. Si, él no era alguien quien podía decir con seguridad cuáles eran minas. Respiró profundamente, pensando en que si realmente fue buena idea aceptar este juego que en un principio. Tal vez, al final no era una buena idea, el objetivo era conocerse mejor, pero, ¿A qué costo? Observó sus manos y después a la ajena, notó el charco de sangre que se estaba formando, pero el solamente quedaba en silencio, sin interrumpirla, sin decir nada más que observar. Las palabras no se terminaban de formular. Escuchaba la respuesta de la tercera pregunta.
Si, era una respuesta justa, ¿No le había provocado lo suficiente? Se daba cuenta que su sola presencia era un peligro para ella. Que su poder terminaría esto tarde o temprano, y entonces ni se diga en su forma de raza, aquella que no podía ser descrita más allá de ser una pesadilla viviente, eso que no se sabía de dónde había surgido, pero que realmente se deseaba no haber existido. Se sentía relacionado con los libros de Lovecraft, le iba a provocar un miedo descomunal que seguramente la llevaría a la locura extrema.
Dejó salir un suspiro, rendirse era una opción en el momento, pero quería saber como terminaría esto también. Tragó saliva, apenas y sonriendo ante las últimas palabras de la ajena. Donde hay oscuridad hay luz, y donde hay desesperación hay esperanza. Apenas y creía eso, si no fuera por el ambiente en donde estaba se había reído por lo absurdo que era eso. Solamente conceptos de los mortales pensando en que las cosas podían ser mejor si se esforzaban. De que ante una crisis siempre había una solución. Pero… podrían tener un poco de razón. la única falla de eso es que usualmente él era la oscuridad y las tinieblas, entonces, ¿Quién era ella? ¿La luz que rompería todo eso? Negó suavemente con su cabeza, dejar de fantasías y romanticismo, una sola humana no puede lograr eso.
Pero lo que sí pudo lograr fue causarle dudas. Una de sus manos se posó en la mejilla ajena, limpiando la sangre que ella tenía ahí -Disculpe- solamente susurró cuando ella terminó de dar sus respuestas, pasando con su pulgar, tratando de que quedara lo más limpio posible y su otra mano se posó sobre aquella mano que se hundía en la herida del hombro. Respiró pesadamente y sólo escuchó las preguntas venir, si, era hora de responder todas, cada una de ellas.
-Tengo... - se detuvo por un momento, tal vez, en la situación en la que se encontraban, no era la mejor idea -Paso a esa pregunta por el momento- dijo, reemplazando rápidamente la primera palabra que había resbalado de sus labios -Tendrá que preguntar cuando… estemos en mejor condiciones- dijo con una pequeña sonrisa en un tierno susurró. Por el momento, eso debía de estar bien, tendrá que decirle si quisiera seguir con ella, pero no en el momento.
-Y me importa porque... - Se quedó pensando por un momento, alejando la mano de la mejilla ajena y tocando ahora en la otra mano, aquella con los nudillos blancos, con suavidad, apenas y dejando que sus dedos dieran pequeñas caricias en el dorso de su mano -... Extraño que no encuentre palabras para eso, ¿Por interés? No puedo explicarlo realmente, siendo honestos, las parejas que me he encontrado estaban conmigo por interés, por curiosidad, por el simple hecho de saber quien era el hombre moreno y ruso que se encontraba en las fiestas de gala al lado de celebridades y famosos. Nadie como usted realmente, que pelea por saber si se tiene que alejar de mí, o quedarse- Dejó salir un suspiro pesado, observando a un lado por un momento -Tal vez sea el hecho de saber… ¿como lo dijo? “saber dónde estoy parado” podría ser alguna pista, tal vez guiarme a una respuesta clara para los sentimientos que no puedo describir, asegurarme que es eso lo que realmente estoy sintiendo y no ser otra cosa que haya estado en fuego cruzado- Apretó con suavidad la mano con la cual la ajena se hería, la sujetaba para que no hundiera aquel dedo ni jugará con la herida.
-Había sido una mala idea, disculpe por hacerle tales preguntas Hitori, le he causado más daño de lo necesario- sus palabras, aunque honestas, igual que ella estaba confundido por varios factores. En todos sus años, no se había sentido así, y si lo hubiera hecho el tiempo habría borrado esas sensaciones hasta que, en este momento, se sintieran como la primera vez. Con un tono serio y un rostro que demostraba eso decidió hablar.
-A su tercera pregunta, cuando me encontré con usted por primera vez quería saber que se ocultaba tras esa faceta seductora, después el interés llegó junto con la curiosidad, y no tardo nada de tiempo la ambición, conocerla por completo, la forma impredecible que es usted me atraía más y más hasta que el pensamiento de poseerla llegó a mi mente pero…- se detuvo por un momento, la honestidad no faltaba en sus palabras, y aún así sus ojos se enfocaron en ella, por un momento mostró una sonrisa en su rostro -... Con este segundo encuentro, ya no se que quiero de usted. Por una parte desea estar a su lado, no sé de qué manera aunque, la respuesta pueda estar enfrente mío y decir que de una manera romántica… suena hasta absurdo eso cuando lo digo en voz alta, y la otra es seguir conociéndola, ver de qué se trata todo esto. Ya no con los objetivos egoístas de hace tres días, crueles si lo piensa, sino… Algo totalmente diferente a mi forma de pensar- negó con la cabeza, cerrando sus ojos y dejó salir un suspiro. Sus piernas las soltó y las bajó del taburete, dejó de hacerle caricias.
-Sí… este juego parece haberse ido un poco lejos, y fue de nuevo por mi culpa- con esto dicho agarró el bastón, confiable, que nunca lo iba a traicionar, observó la cabeza de serpiente que tenía enmarcada. Si, así era él, una serpiente, alguien quien envenena con palabras, se aprovecha de los demás, con engaños llenos de verdades. Que con sus palabras atraía a sus presas y las devoraba, no en el sentido literal de la palabra, sino algo más abstracto, devorar todo lo que esas personas eran hasta que estaba satisfecho, ya no les encontraría utilidad y se deshiciera como si fueran juguetes que cumplieron su función y tenían que ser descartados.
Pensando un poco en ello, no iba a dejar que ese destino fuera para la mujer que tenía ahí, enfrente de él. ¿Cuál era la mejor opción? ¿Retroceder? ¿Alejarse? ¿O estar con ella? Y cuando llegue ese momento, ¿Qué pasará después? ante esa pregunta mordió su labio inferior, por primera vez en toda su vida no quería llegar a esa respuesta, pero su mente maquinaba detrás de aquello sentimientos, dando diferentes conclusiones, algunas yendo a lo cruel considerado por los humanos, otras más parecían ser sacadas de una fantasía, solamente había una que descarta la idea de que ese momento no pasará, pero al fin y al cabo, era inevitable, sin importar los años que pasarán.
Apretó con fuerza el bastón y la observó, sin encontrar respuesta a su conflicto interno -¿Desea seguir con este juego?- preguntó, apenas sus palabras escaparon, sin saber realmente si era buena idea, en sus ojos buscando la respuesta en la ajena. Dejó el bastón reposar a un lado, preparado para irse si así es lo que deseaba la ajena. Había estado en una capa de hielo delgado, pisó mal, se hundió por completo. Ante sus ojos, la ajena apenas y podía ya responder, y aunque hiciera más preguntas era difícil cambiar el ambiente de nuevo, cada vez la dificultad aumentaba hasta que llegaba a un punto en donde parecía imposible encontrar la respuesta.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Sáb Abr 10, 2021 6:41 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Su decisión de no alimentarse de Adam había sido estúpida, ahora se maldecía por haberlo hecho. En realidad no había tenido otra opción, no había sido una decisión consciente, pero eso no quitaba que las repercusiones le estaban haciendo extremadamente difícil mantenerse consciente y dentro de su cuerpo en ese momento.
Sin quererlo, ladeó la cabeza contra la mano que Adam posó en su mejilla, se sentía hirviendo en contraste con su propia piel. La otra se posaba en la mano que escarbaba su herida buscando más razones para mantenerse consciente. Se detuvo, el calor era suficiente por ahora, pero su dedo se mantuvo ahí dentro.
Definitivamente no se había esperado que pasara la primera pregunta. ¿Por qué? Levantó su cabeza un poco detrás de sus piernas, perpleja. ¿Se le había pasado algo? No había estado buscando cicatrices. ¿Es que era muchísimo más viejo de lo que ella se había imaginado? En realidad no le hubiese importado, de ser así.
No, no podía ser. Por más dinero que tuviese, hay marcas de vejez en el cuerpo que simplemente no se pueden borrar ni con la mejor cirugía. Su piel era tensa y absolutamente perfecta, no colgaba en ninguna parte. Estaba segura de que, a todo dar, quizás cuarenta y cinco si se había conservado extremadamente bien.
¿Por qué pasar una pregunta como esa? No entendía. ¿Mejores condiciones? Quizás Adam tenía miedo a cómo podía reaccionar frente al hecho de que quizás tenía un poco menos del doble de su edad. Pero no se había preocupado de su reacción con las preguntas que había hecho, que eran mil veces peor.
¿Iba a pecar de cauteloso, ahora que la había sacudido con preguntas descuidadas? ¿Iba a pasar todo y terminar ese juego? No, respondía la siguiente. Hitori no bajó la mirada, cada vez más confundida hasta que sus cejas casi se tocaban en medio de su frente.
Entendía un poco, la película que Hitori se había armado en su cabeza de lo que podría haber sido la vida de Adam claramente no estaba demasiado alejada de la realidad. Con la distracción de aquella respuesta dejó de temblar, el puño que se hundía en su pierna perdió un poco de fuerzas. Si él nunca había estado con alguien que no quisiera algo de él, tenía sentido que no supiera cómo reaccionar frente a ella, una bola de caos con patas que no era capaz de reconocer ni siquiera qué quería ella misma, menos lo que quería del resto.
Sintió el apretón en su mano, el vampiro estaba previniendo que se hiciera más daño. ¿Se sentía culpable? Cedió por el momento, logró concentrarse en las palabras que salían de sus labios al punto en que logró volver a mirarle a la cara. “Lo siento, pero creo que no vas a encontrar respuestas que vengan de mi.” Murmuró, apoyando su mentón sobre sus rodillas.
“Necesito que dejes de disculparte.” Debajo de la angustia y el cansancio, sonaba molesta. “O haces las preguntas, o no. O me muerdes con fuerza o no lo haces. No puedes tirar piedras y luego esconder la mano.” Extremadamente molesta, pero no como antes, era algo más profundo, más amargado.
Odiaba las cosas deshonestas como esa, que la gente anduviera por la vida haciendo lo que quería y luego, cuando veían consecuencias, se retractaran con una disculpa que no valía nada y hacía que la acción perdiera fuerza. “O me dejas en paz, o te quedas y acatas las consecuencias de lo que me hagas, pero no me vale absolutamente nada que te disculpes luego.” No había fuego en su mirada, tan sólo agotamiento. No le gustaba ese bailecito.
No le sorprendió la primera parte de la respuesta de Adam ante su tercera pregunta. Lo había sentido de alguna manera, era lo que más le había preocupado, la sensación de que quería robarle todo tan sólo para tenerlo. Aunque el tono y la sonrisa del vampiro eran algo que no terminaba de entender todavía.
“De manera romántica.” Escuchó el resto de las palabras, que estaba confundido, fuera de lo que estaba acostumbrado, que aparentemente producía en él algo distinto a esa avaricia despiadada que ahora comenzaba a conocer. Pero la naturaleza de Hitori no le iba a permitir dejar que esas palabras pasaran sin repercusiones. Quizás él no sabía, no lo había conocido, pero el camino del romance no era desconocido para ella.
Adam bajó sus piernas y tomó su bastón en ademán de que se preparaba para alejarse, pero Hitori extrajo su dedo de la herida en su hombro y posó una mano gélida sobre la mejilla ajena. “Cariño, mírame.” Murmuró, un tono un tanto maternal y triste, apuntando a su cuerpo con su mano libre.
“No soy la chica de la que la gente se enamora.” Negó con la cabeza con una pequeña sonrisa que no denotaba felicidad. “Soy a la que llamas cuando quieres pasarlo bien y no pensar en nada, y cuando te aburres no dudas en dejarme a un lado.” Mientras no hubieran sentimientos de por medio, era exactamente lo que ella quería, lo que le acomodaba más. Compañía sin peligro de terminar como en su pesadilla.
“Soy con quien te desquitas después de que la chica de la que sí te enamoras termina por romperte el corazón.” Continuó, no había amargura en su tono o mirada, tan sólo honestidad, era una realidad que había aceptado con gusto. “Pero no sirvo para más que eso, no tengo más que ofrecer.” Sin darse cuenta había repetido palabras que escuchó en ese cuarto oscuro. Por supuesto, Hitori había internalizado esas palabras, vivido en base a ellas sin conciencia de que lo estaba haciendo.
Recuperó su mano ensangrentada, ahora que las respuestas se habían acabado las grietas volvieron a su visión. Sonrió ante la pregunta, completamente agotada mientras un dedo volvía a posarse en la herida de su hombro. “No sé, tú dime. ¿Vas a seguir disculpándote, o vas a empezar a acatar que cuando tus acciones tienen consecuencias no puedes simplemente deshacerlo?”
Esa molestia había vuelto, sus ojos clavados en los ajenos aunque un poco desenfocados. La sangre se había drenado completamente de su cara, su flequillo y partes de su cabello se encontraban empapados en el sudor frío que le cubría por completo. Ojeras oscuras decoraban su tez completamente pálida. Sin la protección del abrazo de Adam, las grietas resquebrajaban más rápido, el dedo volvió a hundirse mientras ligeros temblores volvían a sacudirla.
El cambio se notaba en sus ojos, como si poco a poco la chispa desapareciera, dejando sólo un violeta vacío mientras Hitori se alejaba de su propio cuerpo.
code by EMMESin quererlo, ladeó la cabeza contra la mano que Adam posó en su mejilla, se sentía hirviendo en contraste con su propia piel. La otra se posaba en la mano que escarbaba su herida buscando más razones para mantenerse consciente. Se detuvo, el calor era suficiente por ahora, pero su dedo se mantuvo ahí dentro.
Definitivamente no se había esperado que pasara la primera pregunta. ¿Por qué? Levantó su cabeza un poco detrás de sus piernas, perpleja. ¿Se le había pasado algo? No había estado buscando cicatrices. ¿Es que era muchísimo más viejo de lo que ella se había imaginado? En realidad no le hubiese importado, de ser así.
No, no podía ser. Por más dinero que tuviese, hay marcas de vejez en el cuerpo que simplemente no se pueden borrar ni con la mejor cirugía. Su piel era tensa y absolutamente perfecta, no colgaba en ninguna parte. Estaba segura de que, a todo dar, quizás cuarenta y cinco si se había conservado extremadamente bien.
¿Por qué pasar una pregunta como esa? No entendía. ¿Mejores condiciones? Quizás Adam tenía miedo a cómo podía reaccionar frente al hecho de que quizás tenía un poco menos del doble de su edad. Pero no se había preocupado de su reacción con las preguntas que había hecho, que eran mil veces peor.
¿Iba a pecar de cauteloso, ahora que la había sacudido con preguntas descuidadas? ¿Iba a pasar todo y terminar ese juego? No, respondía la siguiente. Hitori no bajó la mirada, cada vez más confundida hasta que sus cejas casi se tocaban en medio de su frente.
Entendía un poco, la película que Hitori se había armado en su cabeza de lo que podría haber sido la vida de Adam claramente no estaba demasiado alejada de la realidad. Con la distracción de aquella respuesta dejó de temblar, el puño que se hundía en su pierna perdió un poco de fuerzas. Si él nunca había estado con alguien que no quisiera algo de él, tenía sentido que no supiera cómo reaccionar frente a ella, una bola de caos con patas que no era capaz de reconocer ni siquiera qué quería ella misma, menos lo que quería del resto.
Sintió el apretón en su mano, el vampiro estaba previniendo que se hiciera más daño. ¿Se sentía culpable? Cedió por el momento, logró concentrarse en las palabras que salían de sus labios al punto en que logró volver a mirarle a la cara. “Lo siento, pero creo que no vas a encontrar respuestas que vengan de mi.” Murmuró, apoyando su mentón sobre sus rodillas.
“Necesito que dejes de disculparte.” Debajo de la angustia y el cansancio, sonaba molesta. “O haces las preguntas, o no. O me muerdes con fuerza o no lo haces. No puedes tirar piedras y luego esconder la mano.” Extremadamente molesta, pero no como antes, era algo más profundo, más amargado.
Odiaba las cosas deshonestas como esa, que la gente anduviera por la vida haciendo lo que quería y luego, cuando veían consecuencias, se retractaran con una disculpa que no valía nada y hacía que la acción perdiera fuerza. “O me dejas en paz, o te quedas y acatas las consecuencias de lo que me hagas, pero no me vale absolutamente nada que te disculpes luego.” No había fuego en su mirada, tan sólo agotamiento. No le gustaba ese bailecito.
No le sorprendió la primera parte de la respuesta de Adam ante su tercera pregunta. Lo había sentido de alguna manera, era lo que más le había preocupado, la sensación de que quería robarle todo tan sólo para tenerlo. Aunque el tono y la sonrisa del vampiro eran algo que no terminaba de entender todavía.
“De manera romántica.” Escuchó el resto de las palabras, que estaba confundido, fuera de lo que estaba acostumbrado, que aparentemente producía en él algo distinto a esa avaricia despiadada que ahora comenzaba a conocer. Pero la naturaleza de Hitori no le iba a permitir dejar que esas palabras pasaran sin repercusiones. Quizás él no sabía, no lo había conocido, pero el camino del romance no era desconocido para ella.
Adam bajó sus piernas y tomó su bastón en ademán de que se preparaba para alejarse, pero Hitori extrajo su dedo de la herida en su hombro y posó una mano gélida sobre la mejilla ajena. “Cariño, mírame.” Murmuró, un tono un tanto maternal y triste, apuntando a su cuerpo con su mano libre.
“No soy la chica de la que la gente se enamora.” Negó con la cabeza con una pequeña sonrisa que no denotaba felicidad. “Soy a la que llamas cuando quieres pasarlo bien y no pensar en nada, y cuando te aburres no dudas en dejarme a un lado.” Mientras no hubieran sentimientos de por medio, era exactamente lo que ella quería, lo que le acomodaba más. Compañía sin peligro de terminar como en su pesadilla.
“Soy con quien te desquitas después de que la chica de la que sí te enamoras termina por romperte el corazón.” Continuó, no había amargura en su tono o mirada, tan sólo honestidad, era una realidad que había aceptado con gusto. “Pero no sirvo para más que eso, no tengo más que ofrecer.” Sin darse cuenta había repetido palabras que escuchó en ese cuarto oscuro. Por supuesto, Hitori había internalizado esas palabras, vivido en base a ellas sin conciencia de que lo estaba haciendo.
Recuperó su mano ensangrentada, ahora que las respuestas se habían acabado las grietas volvieron a su visión. Sonrió ante la pregunta, completamente agotada mientras un dedo volvía a posarse en la herida de su hombro. “No sé, tú dime. ¿Vas a seguir disculpándote, o vas a empezar a acatar que cuando tus acciones tienen consecuencias no puedes simplemente deshacerlo?”
Esa molestia había vuelto, sus ojos clavados en los ajenos aunque un poco desenfocados. La sangre se había drenado completamente de su cara, su flequillo y partes de su cabello se encontraban empapados en el sudor frío que le cubría por completo. Ojeras oscuras decoraban su tez completamente pálida. Sin la protección del abrazo de Adam, las grietas resquebrajaban más rápido, el dedo volvió a hundirse mientras ligeros temblores volvían a sacudirla.
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