I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
⚝ Reactivación de Cuentas
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⚝ Sistema de Encuentros ⚝ Sistema de Dados⚝ Hoja de Personaje⚝ Misiones⚝ Familiares⚝ Pide al NPC⚝ Puntos y Niveles⚝ Cierre de Temas⚝ Level Up⚝ Calendario⚝ Tienda⚝ Regalo de Puntos
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I Prayed, God Sent me right to Voice Mail || Priv. Nick
Vie Abr 22, 2022 5:25 pm por Gala Florian
Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
Sabías que...¿Si abres temas libres en ciertos lugares quizás los responda un canon?
Sabías que...¿Para cruzar la neblina debes cumplir ciertas condiciones?
Sabías que...¿Cada templo tiene un secreto?
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Primero que nada, gracias a Emme, quién ha transformado el foro en esta maravilla, con una skin preciosa, widgets y perfiles. Además de que la gran mayoría de las tablas que usamos pertenecen a ella. Agradecemos infinitamente su paciencia con nosotros y a sus hermosas creaciones.
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
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Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Sáb Abr 10, 2021 7:44 pm
Aquel paso a la primera pregunta parecía haberle afectado de alguna manera, ¿acaso era tan importante? Lo podía decir sin problemas, pero en el momento, como estaban, en el ambiente que se había formado. No lo podía decir sin estar seguro de que no iba a afectar de gran manera, por lo que en el momento pasaba, si la pregunta venía, entonces no había problema alguno en decirle con una pequeña sonrisa, esperando a alguna clase de respuesta.
Como gasolina al fuego, prendió una molestia en ella, pero no era como antes, no, esta vez parecía que se hacía responsable de sus decisiones, ¿Por qué se disculpaba? Era un vampiro sin arrepentimientos, sin nada que ver en el pasado, que toda decisión que tomaba era absoluta, entonces… ¿Por qué todo eso fallaba con ella? Se disculpaba como si fuera lo más normal, o lo más común, como si viera que pasa pisada que había dado no hiriera algún insecto y si lo hacía pedía perdón por sus acciones. Realmente, no tenía ni pies ni cabeza. Se molestó, más consigo mismo que con ella, y un terrible suspiro pasó por sus labios, odiaba esto, la indecisión, la estupidez.
Una reprimenda de la ajena fue suficiente para que lentamente su cabeza comenzará a recobrar energías que antes estaban esparcidas, que su maquinaria que controlaba su cabeza funcionará de una manera correcta. Eres “**** ** **** ** *** ********”, sin duda alguna, sin arrepentimiento, sin nada que no vieras más que tus propios deseos egoístas. Aunque con ella no pudiera controlar los sentimientos, ya necesitaba claridad en el asunto.
Que cuando pronunciaba aquellas palabras que formaban la respuesta ajena, tenía que regresar a tener ese pensamiento, si, podía dejar que esas sensaciones anduvieran libres, pero no podía demostrar debilidad. El orgullo de ser quien era y no doblegarse ante nadie enterraba en su alma. Después de que esas palabras pasaran, salieran, su mirada la observaba, claramente. Si iba a morderla, sería con fuerza, mostrando su rostro, dedicado a eso, sin importar las consecuencias que vendrían, estaba preparado, siempre estaba preparado.
Era extraño, haciendo conciencia en eso, ¿Acaso huía de sus problemas realmente? Tal vez de una manera inconsciente, claro, siempre tenía dinero para silenciar a las personas que le molestaban, platicaba a veces para llegar a un tipo de acuerdo. Con su madre, le dio la espalda innumerables veces. Escapaba, no le hacía caso, no la callaba ni nada, simplemente la miraba y con calma se tomaba las cosas, como si no fuera afectado por lo que hizo y tampoco buscara una solución. ¿Con sus hermanos? Ningún tipo de comunicación más que la plática casual. ¿Todas esas personas a lo largo del tiempo? Enojos, explosiones de iras, tristeza que se desbordaba. Tenía cosas mejores que hacer que preocuparse por ellos, por sus intereses y por las consecuencias de sus actos, ¿No era así? El camino estaba pavimentado de errores que cometía. Una persona que se enamoraba de él con anterioridad no tenía oportunidad alguna y era desechada en el segundo que Adam perdiera interés. Siempre el culpable de todo ello, quien con dinero pagaba, que con el poder que tenía no era digno de girarse, observar el daño que había causado y hacerse responsable de los desastres. no, claro que no, en lugar de eso tenía abogados que resolvieran esos problemas personales, que destruyen los mensajes, que ignoran amenazas y trabajan contra las demandas que se levantaban.
Actuaba de una manera atrevida, sin pensar en su propio bienestar, si alguien se suicidaba por su culpa, No iba a tomar una acción más allá de hacer nada. Pero ahora, con ella enfrente, ¿Por qué? Era un caso extraño de un cambio inusual. Sus manos estaban manchadas de sangre y engaño, pero no podía hacer lo mismo, lo veía casi imposible. Frustrado se encontraba en su interior, como si ahora creciera una consciencia que no existía. Que estupidez, realmente lo era, si nadie más había podido hacer eso con él, ¿Por qué ella sí? Era una reflexión que tenía que hacer más a fondo. Por el momento, que los sentimientos y su mente trabajen en conjunto para llegar a una respuesta lo más rápido posible, que siguiendo con este camino parecía que todo se iba a ir a la mierda.
Respiró profundamente, por primera vez desde hace unos días, se sintió bien consigo mismo, su mente en claro, esos sentimientos no le molestaban, sabía lo que iba a hacer. Sus ojos se clavaron en los ajenos, escuchando, observando el cuerpo que ella tenía. lentamente, entre más escuchaba, más podía entender la forma de vivir de la ajena, como lentamente el mapa se revelaba ante él.
Vivía con sus padres o tenía un contacto cercano, en las noches la pasaba con alguien por miedo al silencio y a la oscuridad. Así fue el primer encuentro, así fue cuando escuchó aquel llamado de su nombre, lleno de miedo. ¿Qué habría pasado para que se hubiera acostumbrado a esa vida? El amor podía ser una opción válida pero volátil. Era un cliché, pero realmente plausible. Por ello cuando se alejaba de las caricias, de aquellas formas de cariño.
Pensó por un momento en esa respuesta, después pensó en mucho más que eso, y después su mente se abrió como una flor. Como si hubiera una explosión en su mente, se revelaron varias cosas, unía algunos puntos, y otros se quedaban afuera por falta de información, ¿Estaba enamorada de ella? Era una pregunta que navegaba en su cabeza, era temprano para confirmar eso, y aunque lo había dicho, era una clara confusión que el caos de su mente aventó de repente. ¿quería estar con ella? Podía asegurar que si, estaba más que seguro.
Cerró sus ojos ante su pregunta, y con una pequeña sonrisa, aún podía sentir la mano ajena en su mejilla. Las sensaciones de la chica siempre dejan marca en su cuerpo, persistente el tacto era, le encantaba, realmente lo hacía. Era uno de los numerosos factores que atraían al moreno, ya que nadie le provocaba eso, era algo completamente nuevo.
-Veamos entonces- susurró, abriendo sus ojos para verla, aquellos ojos grises posando en los ojos violeta, lentamente se apagaban. Sin pensarlo ni un segundo más agarró las mejillas de la chica y plantó un beso en sus labios, atrevido. Sus mejillas presionaban con suavidad las ajenas, el beso era cariñoso, gentil pero que duraba unos segundos más que el otro. -Usted sirve más que sus palabras, ofrece más de lo que uno puede ver- levantó sus piernas, las cruzó y presionó con suavidad el cuerpo ajeno contra el suyo. Una de sus manos se separó de la mejilla ajena y agarró su mano con la que se hería, entrelazo sus dedos con los ajenos y apretó con un poco de fuerza.
-tiene razón al respecto, me he alejado lo suficiente del concepto de consecuencias como para no saber qué hacer cuando alguien que me importa es afectada por mis acciones- Respiró profundamente antes de seguir, presionando su frente contra la ajena -Las palabras quedan flotando si no hago algo al respecto. No se que acciones tomar, ni tampoco espero que me guie, tengo que encontrar las respuestas a mi manera, pero... - sus palabras, honestas, cayendo de sus labios, presionó sus labios contra los ajenos, dulce beso, suave que duró por lo menos unos pocos segundos.
-... Voy a hacerme responsable de esto- sus labios rozando contra los ajenos, sus susurros tan pequeños que solamente eran dedicados a ellas, sus ojos clavándose en los ajenos. Parecía que estaba a punto de caer inconsciente de nuevo. Cerró sus ojos, no sabía si su respuesta, o sus palabras habían causado algo, pero estaba determinado en eso. no era la clase de persona que mentiría ni que engañara. No, era alguien quien sin lugar a dudas cumplía su palabra, aunque eso suene extraño para una persona como él.
Como gasolina al fuego, prendió una molestia en ella, pero no era como antes, no, esta vez parecía que se hacía responsable de sus decisiones, ¿Por qué se disculpaba? Era un vampiro sin arrepentimientos, sin nada que ver en el pasado, que toda decisión que tomaba era absoluta, entonces… ¿Por qué todo eso fallaba con ella? Se disculpaba como si fuera lo más normal, o lo más común, como si viera que pasa pisada que había dado no hiriera algún insecto y si lo hacía pedía perdón por sus acciones. Realmente, no tenía ni pies ni cabeza. Se molestó, más consigo mismo que con ella, y un terrible suspiro pasó por sus labios, odiaba esto, la indecisión, la estupidez.
Una reprimenda de la ajena fue suficiente para que lentamente su cabeza comenzará a recobrar energías que antes estaban esparcidas, que su maquinaria que controlaba su cabeza funcionará de una manera correcta. Eres “**** ** **** ** *** ********”, sin duda alguna, sin arrepentimiento, sin nada que no vieras más que tus propios deseos egoístas. Aunque con ella no pudiera controlar los sentimientos, ya necesitaba claridad en el asunto.
Que cuando pronunciaba aquellas palabras que formaban la respuesta ajena, tenía que regresar a tener ese pensamiento, si, podía dejar que esas sensaciones anduvieran libres, pero no podía demostrar debilidad. El orgullo de ser quien era y no doblegarse ante nadie enterraba en su alma. Después de que esas palabras pasaran, salieran, su mirada la observaba, claramente. Si iba a morderla, sería con fuerza, mostrando su rostro, dedicado a eso, sin importar las consecuencias que vendrían, estaba preparado, siempre estaba preparado.
Era extraño, haciendo conciencia en eso, ¿Acaso huía de sus problemas realmente? Tal vez de una manera inconsciente, claro, siempre tenía dinero para silenciar a las personas que le molestaban, platicaba a veces para llegar a un tipo de acuerdo. Con su madre, le dio la espalda innumerables veces. Escapaba, no le hacía caso, no la callaba ni nada, simplemente la miraba y con calma se tomaba las cosas, como si no fuera afectado por lo que hizo y tampoco buscara una solución. ¿Con sus hermanos? Ningún tipo de comunicación más que la plática casual. ¿Todas esas personas a lo largo del tiempo? Enojos, explosiones de iras, tristeza que se desbordaba. Tenía cosas mejores que hacer que preocuparse por ellos, por sus intereses y por las consecuencias de sus actos, ¿No era así? El camino estaba pavimentado de errores que cometía. Una persona que se enamoraba de él con anterioridad no tenía oportunidad alguna y era desechada en el segundo que Adam perdiera interés. Siempre el culpable de todo ello, quien con dinero pagaba, que con el poder que tenía no era digno de girarse, observar el daño que había causado y hacerse responsable de los desastres. no, claro que no, en lugar de eso tenía abogados que resolvieran esos problemas personales, que destruyen los mensajes, que ignoran amenazas y trabajan contra las demandas que se levantaban.
Actuaba de una manera atrevida, sin pensar en su propio bienestar, si alguien se suicidaba por su culpa, No iba a tomar una acción más allá de hacer nada. Pero ahora, con ella enfrente, ¿Por qué? Era un caso extraño de un cambio inusual. Sus manos estaban manchadas de sangre y engaño, pero no podía hacer lo mismo, lo veía casi imposible. Frustrado se encontraba en su interior, como si ahora creciera una consciencia que no existía. Que estupidez, realmente lo era, si nadie más había podido hacer eso con él, ¿Por qué ella sí? Era una reflexión que tenía que hacer más a fondo. Por el momento, que los sentimientos y su mente trabajen en conjunto para llegar a una respuesta lo más rápido posible, que siguiendo con este camino parecía que todo se iba a ir a la mierda.
Respiró profundamente, por primera vez desde hace unos días, se sintió bien consigo mismo, su mente en claro, esos sentimientos no le molestaban, sabía lo que iba a hacer. Sus ojos se clavaron en los ajenos, escuchando, observando el cuerpo que ella tenía. lentamente, entre más escuchaba, más podía entender la forma de vivir de la ajena, como lentamente el mapa se revelaba ante él.
Vivía con sus padres o tenía un contacto cercano, en las noches la pasaba con alguien por miedo al silencio y a la oscuridad. Así fue el primer encuentro, así fue cuando escuchó aquel llamado de su nombre, lleno de miedo. ¿Qué habría pasado para que se hubiera acostumbrado a esa vida? El amor podía ser una opción válida pero volátil. Era un cliché, pero realmente plausible. Por ello cuando se alejaba de las caricias, de aquellas formas de cariño.
Pensó por un momento en esa respuesta, después pensó en mucho más que eso, y después su mente se abrió como una flor. Como si hubiera una explosión en su mente, se revelaron varias cosas, unía algunos puntos, y otros se quedaban afuera por falta de información, ¿Estaba enamorada de ella? Era una pregunta que navegaba en su cabeza, era temprano para confirmar eso, y aunque lo había dicho, era una clara confusión que el caos de su mente aventó de repente. ¿quería estar con ella? Podía asegurar que si, estaba más que seguro.
Cerró sus ojos ante su pregunta, y con una pequeña sonrisa, aún podía sentir la mano ajena en su mejilla. Las sensaciones de la chica siempre dejan marca en su cuerpo, persistente el tacto era, le encantaba, realmente lo hacía. Era uno de los numerosos factores que atraían al moreno, ya que nadie le provocaba eso, era algo completamente nuevo.
-Veamos entonces- susurró, abriendo sus ojos para verla, aquellos ojos grises posando en los ojos violeta, lentamente se apagaban. Sin pensarlo ni un segundo más agarró las mejillas de la chica y plantó un beso en sus labios, atrevido. Sus mejillas presionaban con suavidad las ajenas, el beso era cariñoso, gentil pero que duraba unos segundos más que el otro. -Usted sirve más que sus palabras, ofrece más de lo que uno puede ver- levantó sus piernas, las cruzó y presionó con suavidad el cuerpo ajeno contra el suyo. Una de sus manos se separó de la mejilla ajena y agarró su mano con la que se hería, entrelazo sus dedos con los ajenos y apretó con un poco de fuerza.
-tiene razón al respecto, me he alejado lo suficiente del concepto de consecuencias como para no saber qué hacer cuando alguien que me importa es afectada por mis acciones- Respiró profundamente antes de seguir, presionando su frente contra la ajena -Las palabras quedan flotando si no hago algo al respecto. No se que acciones tomar, ni tampoco espero que me guie, tengo que encontrar las respuestas a mi manera, pero... - sus palabras, honestas, cayendo de sus labios, presionó sus labios contra los ajenos, dulce beso, suave que duró por lo menos unos pocos segundos.
-... Voy a hacerme responsable de esto- sus labios rozando contra los ajenos, sus susurros tan pequeños que solamente eran dedicados a ellas, sus ojos clavándose en los ajenos. Parecía que estaba a punto de caer inconsciente de nuevo. Cerró sus ojos, no sabía si su respuesta, o sus palabras habían causado algo, pero estaba determinado en eso. no era la clase de persona que mentiría ni que engañara. No, era alguien quien sin lugar a dudas cumplía su palabra, aunque eso suene extraño para una persona como él.
Adam ValentineAdam Valentine
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Raza : Vampiro
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Fecha de inscripción : 11/03/2021
Localización : En un mundo extraño con reglas extrañas
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Sáb Abr 10, 2021 8:41 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Había hecho esa pregunta, pero en realidad no estaba segura de qué respuesta quería de Adam. Los dos pedazos de su cabeza seguían peleando, nada había cambiado aunque entendía un poco más al vampiro.
No importaba en ese momento, aunque había hundido su dedo en la herida y pinchazos de dolor recorrían su cuerpo en respuesta, sentía las trizaduras en su visión. ¿Qué le pasaría? Estaba demasiado agotada para un ataque de pánico. Quizás caería nuevamente inconsciente, de vuelta en pesadillas confusas.
Volvió de golpe con el beso, tomando aire por la nariz en sorpresa, volvió a sentir sus dedos, pudo ver con claridad. No respondió al principio, había sido demasiado repentino, pero Adam no se separaba. Hitori llevó su mano libre a la nuca del moreno, apoyándola débilmente. Así de fácil era, no se necesitaba demasiado más que eso para reorganizar su cerebro fuera de un arranque de emociones que no podía controlar.
No quiso discutir las palabras acerca de ella, estaba segura de que Adam llegaría a la misma conclusión tarde o temprano. Se dejó acercar nuevamente, apoyando todo el peso de su cabeza contra la frente ajena. Sintió más sangre bajar por su hombro y pecho cuando el vampiro retiró su dedo, entrelazó su mano ensangrentada con la ajena y suspiró pesadamente con el apretón.
Hitori cerró sus ojos, apoyando el peso de su cuerpo contra las piernas que le rodeaban, mientras Adam hablaba. “Claro que tengo razón, como siempre.” Murmuró con una pequeña sonrisa juguetona cuando hizo una pausa. Otro beso que le tomó por sorpresa, tan sólo pudo apretar la mano ajena débilmente mientras se hundía más contra su cuerpo.
Asintió ligeramente y volvió a abrir sus ojos, humedeciendo sus labios completamente secos y partidos por la deshidratación y el maltrato de la noche anterior. No podía seguir ignorando lo que su cuerpo necesitaba o seguiría cayendo inconsciente sin poder evitarlo. “Si me quieres despierta y atenta más tiempo necesito volver al estacionamiento y buscar agua y comida.” Sí, sentía la falta de agua y energía en lo revueltos que estaban sus pensamientos, en lo secos que se sentían sus ojos.
En el estacionamiento había un auto que usaba para guardar todas sus cosas, más que nada eran todos los botiquines de emergencia que había recolectado de los autos, pero también tenía bastante ropa que había acumulado para cuando perdía la suya, además de muchísimos retazos de tela que usaba como vendas, compresas o hilo para cerrar dependiendo de la necesidad. También siempre había comida gracias al huerto, y ahora que estaba lloviendo seguro podía encontrar algunas botellas o recipientes llenos de agua.
Dicho esto bajó las piernas del taburete y se paró sin soltar la mano de Adam, tirándole detrás de ella mientras daba un par de pasos hacia la ventana, sin darse por enterada de que seguía completamente desnuda. “Uh-” Sintió que el mundo daba vueltas y las piernas le temblaban. Quizás había sido demasiado osada de pararse así de rápido. Retrocedió hasta dar con Adam antes de que sus piernas se doblaran bajo su propio peso.
code by EMMENo importaba en ese momento, aunque había hundido su dedo en la herida y pinchazos de dolor recorrían su cuerpo en respuesta, sentía las trizaduras en su visión. ¿Qué le pasaría? Estaba demasiado agotada para un ataque de pánico. Quizás caería nuevamente inconsciente, de vuelta en pesadillas confusas.
Volvió de golpe con el beso, tomando aire por la nariz en sorpresa, volvió a sentir sus dedos, pudo ver con claridad. No respondió al principio, había sido demasiado repentino, pero Adam no se separaba. Hitori llevó su mano libre a la nuca del moreno, apoyándola débilmente. Así de fácil era, no se necesitaba demasiado más que eso para reorganizar su cerebro fuera de un arranque de emociones que no podía controlar.
No quiso discutir las palabras acerca de ella, estaba segura de que Adam llegaría a la misma conclusión tarde o temprano. Se dejó acercar nuevamente, apoyando todo el peso de su cabeza contra la frente ajena. Sintió más sangre bajar por su hombro y pecho cuando el vampiro retiró su dedo, entrelazó su mano ensangrentada con la ajena y suspiró pesadamente con el apretón.
Hitori cerró sus ojos, apoyando el peso de su cuerpo contra las piernas que le rodeaban, mientras Adam hablaba. “Claro que tengo razón, como siempre.” Murmuró con una pequeña sonrisa juguetona cuando hizo una pausa. Otro beso que le tomó por sorpresa, tan sólo pudo apretar la mano ajena débilmente mientras se hundía más contra su cuerpo.
Asintió ligeramente y volvió a abrir sus ojos, humedeciendo sus labios completamente secos y partidos por la deshidratación y el maltrato de la noche anterior. No podía seguir ignorando lo que su cuerpo necesitaba o seguiría cayendo inconsciente sin poder evitarlo. “Si me quieres despierta y atenta más tiempo necesito volver al estacionamiento y buscar agua y comida.” Sí, sentía la falta de agua y energía en lo revueltos que estaban sus pensamientos, en lo secos que se sentían sus ojos.
En el estacionamiento había un auto que usaba para guardar todas sus cosas, más que nada eran todos los botiquines de emergencia que había recolectado de los autos, pero también tenía bastante ropa que había acumulado para cuando perdía la suya, además de muchísimos retazos de tela que usaba como vendas, compresas o hilo para cerrar dependiendo de la necesidad. También siempre había comida gracias al huerto, y ahora que estaba lloviendo seguro podía encontrar algunas botellas o recipientes llenos de agua.
Dicho esto bajó las piernas del taburete y se paró sin soltar la mano de Adam, tirándole detrás de ella mientras daba un par de pasos hacia la ventana, sin darse por enterada de que seguía completamente desnuda. “Uh-” Sintió que el mundo daba vueltas y las piernas le temblaban. Quizás había sido demasiado osada de pararse así de rápido. Retrocedió hasta dar con Adam antes de que sus piernas se doblaran bajo su propio peso.
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Hunger:
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Sáb Abr 10, 2021 11:34 pm
¿Estaba en una zona segura? No lo sabía con exactitud, lo que sabía es que su beso no fue rechazado, en lugar de eso, la ajena lo había aceptado, cada uno de los besos que le había dado, depositado en sus finos y dulces labios. Acariciaba con su pulgar la mano ajena, que con una sonrisa asentía con la cabeza ante sus palabras -Solo una pequeña victoria señorita Hitori- susurró, le encantaba ahora verla así, calmada, pero pensando en cómo es ella… si, debería de estar preparado para cualquier cambio repentino en su actitud.
Sus ojos observaron el cuerpo ajeno, la sangre recorriendo el cuerpo femenino, esas heridas que ya habían dejado de derramar el color rojizo ahora estaban activas. Respiró profundamente, no le gustaba, era para él un disgusto propio al verla completamente llena de heridas, pero no iba a pedir disculpas, en lugar de eso se limitaba a acariciar esas marcas que le había dejado con su mano libre, lento, suave.
-Claro, vamos- dijo, y observó cómo ella se levantaba, y él la acompañaba, sin soltar su mano. En su cabeza pasó el pensamiento de que ella no tenía ropas, por lo que, estando detrás de ella, acercó deprisa la camisa hasta su mano libre y antes de poder decir algo escucho una palabra de la ajena antes de ver cómo se tambaleaba y soltó su mano solamente para cargarla, sin dejarla caer. Con una pequeña sonrisa le dejó un beso en su frente.
-Creo que voy a tener que cargarla de nuevo, no se preocupe, está en buenas manos- le dijo, como si fuera un caballero en armadura resplandeciente. Aún sosteniendo la camisa ajena comenzó a caminar hasta la ventana la cual pasó sin problema alguno, como siempre, con movimientos agraciados, sin dejar que ella se pegará con algo, pero ahora, tomando un camino diferente, recorría por la parte de afuera y sin camisa de nuevo, solamente con pantalón puesto y sus mocasines, ¿Acaso ya sería tradición de que se quedará sin camisa cada vez que se encontrara con ella? No le molestaba en absoluto, era un precio que podía pagar sin problema.
el día estaba tranquilo, nublado, no había peligro de lluvia por el momento, pero no le sorprendería que mañana lloviera de nuevo. Con un pequeño suspiro sonreía, agradecido con la madre naturaleza en el momento, que las nubes siempre serán las mejores amigas para una criatura de la noche que deseara salir de día.
Ahora era cuestión de pensar en qué hacer cuando lleguen a ese lugar, pensando un poco no quería meterla en problemas, era territorio de otro grupo, por lo que era mucho mejor dejarla lo más cerca posible y que tomara las riendas en esto, claro, la iba a esperar, escondido detrás de un árbol o algo por el estilo. Si, era el mejor plan, otros llevaban a abrirse paso con fuerza bruta, o escabullirse, pero tomaban mucho tiempo o provocan que utilizara sus poderes, y eran cosas que deseaba mejor evitar.
Siguió caminando hasta estar en esa ventana que habían cruzado, si, esa sala de computación la cual habían compartido el primer encuentro. Las sombras que estaban sujetando el vestido ajeno hizo que se retiraran haciendo que el vestido cayera en una mesa. Debía de ser cuidadoso, bastante con ella en brazos. -Vamos a tener una pequeña desviación, no puede presentarse desnuda- le susurro, dejando un pequeño beso en la punta de la nariz -Así que, me dí en la tarea de hacer un tipo de regalo- dijo, dando la espalda a la ventana rota por un momento, caminando hacia atrás lentamente mientras que su frente se apegaba a la ajena y sus ojos se clavaban a los ajenos -Espero que le guste- y con esto dicho limpió con sus sombras los pedazos de cristal, sin hacer ruido alguno hasta tenerlo completamente limpio y seguro de poder apoyar su trasero y en un movimiento pasar dentro de la sala.
-No tardaremos- dijo, sentando a Hitori en una mesa -Y ahora, solamente cierra los ojos, te digo cuando los abras, y sino, entonces no se mueva- susurró, dejando un beso en la punta de la nariz y dicho esto agarró el vestido que quedó en la esquina y con cuidado se lo ponía a la ajena. Como si estuviera vistiendo una muñeca de porcelana, con mucho cuidado. El vestido había quedado bastante bien, limpio, arreglado y hasta mejorado al punto en donde no se notaba la improvisación -No es mi mejor trabajo, pero hice lo mejor con lo que tengo- Lo decía en un tono humilde, observando a la ajena con el vestido ya puesto y solamente dió unos pasos atrás -¿Que le parece?-
Sus ojos observaron el cuerpo ajeno, la sangre recorriendo el cuerpo femenino, esas heridas que ya habían dejado de derramar el color rojizo ahora estaban activas. Respiró profundamente, no le gustaba, era para él un disgusto propio al verla completamente llena de heridas, pero no iba a pedir disculpas, en lugar de eso se limitaba a acariciar esas marcas que le había dejado con su mano libre, lento, suave.
-Claro, vamos- dijo, y observó cómo ella se levantaba, y él la acompañaba, sin soltar su mano. En su cabeza pasó el pensamiento de que ella no tenía ropas, por lo que, estando detrás de ella, acercó deprisa la camisa hasta su mano libre y antes de poder decir algo escucho una palabra de la ajena antes de ver cómo se tambaleaba y soltó su mano solamente para cargarla, sin dejarla caer. Con una pequeña sonrisa le dejó un beso en su frente.
-Creo que voy a tener que cargarla de nuevo, no se preocupe, está en buenas manos- le dijo, como si fuera un caballero en armadura resplandeciente. Aún sosteniendo la camisa ajena comenzó a caminar hasta la ventana la cual pasó sin problema alguno, como siempre, con movimientos agraciados, sin dejar que ella se pegará con algo, pero ahora, tomando un camino diferente, recorría por la parte de afuera y sin camisa de nuevo, solamente con pantalón puesto y sus mocasines, ¿Acaso ya sería tradición de que se quedará sin camisa cada vez que se encontrara con ella? No le molestaba en absoluto, era un precio que podía pagar sin problema.
el día estaba tranquilo, nublado, no había peligro de lluvia por el momento, pero no le sorprendería que mañana lloviera de nuevo. Con un pequeño suspiro sonreía, agradecido con la madre naturaleza en el momento, que las nubes siempre serán las mejores amigas para una criatura de la noche que deseara salir de día.
Ahora era cuestión de pensar en qué hacer cuando lleguen a ese lugar, pensando un poco no quería meterla en problemas, era territorio de otro grupo, por lo que era mucho mejor dejarla lo más cerca posible y que tomara las riendas en esto, claro, la iba a esperar, escondido detrás de un árbol o algo por el estilo. Si, era el mejor plan, otros llevaban a abrirse paso con fuerza bruta, o escabullirse, pero tomaban mucho tiempo o provocan que utilizara sus poderes, y eran cosas que deseaba mejor evitar.
Siguió caminando hasta estar en esa ventana que habían cruzado, si, esa sala de computación la cual habían compartido el primer encuentro. Las sombras que estaban sujetando el vestido ajeno hizo que se retiraran haciendo que el vestido cayera en una mesa. Debía de ser cuidadoso, bastante con ella en brazos. -Vamos a tener una pequeña desviación, no puede presentarse desnuda- le susurro, dejando un pequeño beso en la punta de la nariz -Así que, me dí en la tarea de hacer un tipo de regalo- dijo, dando la espalda a la ventana rota por un momento, caminando hacia atrás lentamente mientras que su frente se apegaba a la ajena y sus ojos se clavaban a los ajenos -Espero que le guste- y con esto dicho limpió con sus sombras los pedazos de cristal, sin hacer ruido alguno hasta tenerlo completamente limpio y seguro de poder apoyar su trasero y en un movimiento pasar dentro de la sala.
-No tardaremos- dijo, sentando a Hitori en una mesa -Y ahora, solamente cierra los ojos, te digo cuando los abras, y sino, entonces no se mueva- susurró, dejando un beso en la punta de la nariz y dicho esto agarró el vestido que quedó en la esquina y con cuidado se lo ponía a la ajena. Como si estuviera vistiendo una muñeca de porcelana, con mucho cuidado. El vestido había quedado bastante bien, limpio, arreglado y hasta mejorado al punto en donde no se notaba la improvisación -No es mi mejor trabajo, pero hice lo mejor con lo que tengo- Lo decía en un tono humilde, observando a la ajena con el vestido ya puesto y solamente dió unos pasos atrás -¿Que le parece?-
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Dom Abr 11, 2021 1:30 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Debería haberse esperado que no iba a poder caminar así como así en el estado que estaba. Pero no acostumbraba a cuidarse demasiado, por lo que cosas como aquella le sucedían mucho más de lo normal.
Quizás también debería haberse esperado que Adam no dejaría que cayera al piso así como así. Pero se rehusaba a empezar a contar con él, antes muerta que hacer un espacio, por el más mínimo que fuera, para el vampiro dentro de su vida. Sintió que la alzaba sin problemas nuevamente, como si no pesara nada, que no estaba demasiado lejano a la realidad.
“Eso está por verse.” Refunfuñó ante el comentario de estar en buenas manos. Todavía no estaba segura, nada había cambiado dentro de la dicotomía en su cabeza, pero rodeó el cuello del vampiro con sus brazos de todos modos, apoyando su cabeza contra su hombro.
No tenía más que hacer, su cuerpo estaba tan helado que apenas sentía sus dedos. No había energía ya, había gastado todo en cerrar las heridas que había abierto y no le quedaba sangre de sobra. Cerró sus ojos, demasiado trabajo mantenerlos abiertos cuando en realidad no era necesario.
¿No era peligroso, simplemente entregarse y confiar en que Adam la llevaría donde había pedido y no al taller? Pues sí, pero no tenía razones para creer que haría algo como eso. A ese punto, de cualquier modo, esperaba que cualquier acción de parte del vampiro le ayudara a esclarecer la situación en su cabeza.
Volvió a abrir los ojos cuando Adam habló nuevamente. “Des...” Revisó su cuerpo y confirmó que, efectivamente, había estado desnuda desde el día anterior al tiempo en que besaba su nariz. “Oh...” Musitó, sintiéndose un poco estúpida de no haberse dado cuenta. Así de revueltos estaban sus pensamientos.
“¿Regalo?” Preguntó, sin saber realmente cómo reaccionar. “Yo-” Implicaba que no sólo había esperado verla de nuevo, si no que también que le iba a ir tan bien que de alguna manera regresarían a la sala de computación en un estado en que ella recibiría un regalo con gusto. “Qué osado, señor Valentine.” Susurró cuando los ojos se clavaron en los suyos.
En un suspiro se encontraba sentada en una mesa antes de darse cuenta. Aquello no era bueno, todo comenzaba a ser borroso en la neblina que se posó en su cabeza. “No me gustan las sorpresas.” Murmuró, negándose a cerrar los ojos.
Sus compañeros de universidad habían aprendido a la mala que Hitori no reaccionaba demasiado bien a las sorpresas. Nada arruina una fiesta de cumpleaños sorpresa como la cumpleañera chillando como desgraciada antes de caer al piso en un ataque de pánico frente a todo el mundo. Había sido una semana bastante incómoda en clases después de eso.
Reconoció la tela en las manos de Adam, pero tuvo que parpadear un par de veces para asegurarse de que no era neblina mental lo que veía. Era la tela negra que había usado como vestido, pero se veía distinta, como un vestido de verdad.
No supo qué decir, tan sólo dejó que la vistiera, como una muñeca, con ese cuidado que tanto le confundía. Sintió nuevamente esa sensación estúpida en su estómago, no le quedaba sangre extra para ruborizarse pero seguro lo hubiese hecho. Tan sólo parpadeó varias veces, le había tomado completamente por sorpresa y la neblina mental no ayudaba.
“Yo-” Comenzó, bajando la mirada para observar el vestido. “¿Cómo?” Lo acarició con cuidado, asegurándose que no estaba loca, que en realidad la prenda había cambiado. “¿Por qué? Yo-” Sentía la espalda descubierta, era la misma idea de cómo había llevado el trapo colgando de su cuerpo, pero eso…
“Es… Demasiado.” Murmuró, pasando una mano por el vestido nuevamente. Para transformar lo que había tenido en eso seguro había pasado bastante tiempo trabajando en él. ¿Por qué se había molestado? Entre la neblina de su mente sonaron alarmas. Pánico cruzó su mirada.
“Las- Las reglas, Adam, no puedo.” Tartamudeó, iba a intentar sacárselo, pero no tenía fuerzas, tan sólo tironeó un poco. “Un regalo seguro cuenta- Es hermoso- Me encanta, pero yo-” Mordió su labio inferior, además de romper las reglas algo como eso para ella, en ese momento, era demasiado cercano a algo romántico. “No puedo arriesgarme- Mis- Mis padres, yo-” Tartamudeaba, sus manos tomadas sobre su pecho, estaba aterrorizada de sólo pensar en que ponía a sus padres, sus amigos, en peligro. “¿Entiendes?” No sabía qué hacer, cómo explicar, sentía que iba a hacerle daño al reaccionar de esa manera, pero simplemente no podía hacer otra cosa.
code by EMMEQuizás también debería haberse esperado que Adam no dejaría que cayera al piso así como así. Pero se rehusaba a empezar a contar con él, antes muerta que hacer un espacio, por el más mínimo que fuera, para el vampiro dentro de su vida. Sintió que la alzaba sin problemas nuevamente, como si no pesara nada, que no estaba demasiado lejano a la realidad.
“Eso está por verse.” Refunfuñó ante el comentario de estar en buenas manos. Todavía no estaba segura, nada había cambiado dentro de la dicotomía en su cabeza, pero rodeó el cuello del vampiro con sus brazos de todos modos, apoyando su cabeza contra su hombro.
No tenía más que hacer, su cuerpo estaba tan helado que apenas sentía sus dedos. No había energía ya, había gastado todo en cerrar las heridas que había abierto y no le quedaba sangre de sobra. Cerró sus ojos, demasiado trabajo mantenerlos abiertos cuando en realidad no era necesario.
¿No era peligroso, simplemente entregarse y confiar en que Adam la llevaría donde había pedido y no al taller? Pues sí, pero no tenía razones para creer que haría algo como eso. A ese punto, de cualquier modo, esperaba que cualquier acción de parte del vampiro le ayudara a esclarecer la situación en su cabeza.
Volvió a abrir los ojos cuando Adam habló nuevamente. “Des...” Revisó su cuerpo y confirmó que, efectivamente, había estado desnuda desde el día anterior al tiempo en que besaba su nariz. “Oh...” Musitó, sintiéndose un poco estúpida de no haberse dado cuenta. Así de revueltos estaban sus pensamientos.
“¿Regalo?” Preguntó, sin saber realmente cómo reaccionar. “Yo-” Implicaba que no sólo había esperado verla de nuevo, si no que también que le iba a ir tan bien que de alguna manera regresarían a la sala de computación en un estado en que ella recibiría un regalo con gusto. “Qué osado, señor Valentine.” Susurró cuando los ojos se clavaron en los suyos.
En un suspiro se encontraba sentada en una mesa antes de darse cuenta. Aquello no era bueno, todo comenzaba a ser borroso en la neblina que se posó en su cabeza. “No me gustan las sorpresas.” Murmuró, negándose a cerrar los ojos.
Sus compañeros de universidad habían aprendido a la mala que Hitori no reaccionaba demasiado bien a las sorpresas. Nada arruina una fiesta de cumpleaños sorpresa como la cumpleañera chillando como desgraciada antes de caer al piso en un ataque de pánico frente a todo el mundo. Había sido una semana bastante incómoda en clases después de eso.
Reconoció la tela en las manos de Adam, pero tuvo que parpadear un par de veces para asegurarse de que no era neblina mental lo que veía. Era la tela negra que había usado como vestido, pero se veía distinta, como un vestido de verdad.
No supo qué decir, tan sólo dejó que la vistiera, como una muñeca, con ese cuidado que tanto le confundía. Sintió nuevamente esa sensación estúpida en su estómago, no le quedaba sangre extra para ruborizarse pero seguro lo hubiese hecho. Tan sólo parpadeó varias veces, le había tomado completamente por sorpresa y la neblina mental no ayudaba.
“Yo-” Comenzó, bajando la mirada para observar el vestido. “¿Cómo?” Lo acarició con cuidado, asegurándose que no estaba loca, que en realidad la prenda había cambiado. “¿Por qué? Yo-” Sentía la espalda descubierta, era la misma idea de cómo había llevado el trapo colgando de su cuerpo, pero eso…
“Es… Demasiado.” Murmuró, pasando una mano por el vestido nuevamente. Para transformar lo que había tenido en eso seguro había pasado bastante tiempo trabajando en él. ¿Por qué se había molestado? Entre la neblina de su mente sonaron alarmas. Pánico cruzó su mirada.
“Las- Las reglas, Adam, no puedo.” Tartamudeó, iba a intentar sacárselo, pero no tenía fuerzas, tan sólo tironeó un poco. “Un regalo seguro cuenta- Es hermoso- Me encanta, pero yo-” Mordió su labio inferior, además de romper las reglas algo como eso para ella, en ese momento, era demasiado cercano a algo romántico. “No puedo arriesgarme- Mis- Mis padres, yo-” Tartamudeaba, sus manos tomadas sobre su pecho, estaba aterrorizada de sólo pensar en que ponía a sus padres, sus amigos, en peligro. “¿Entiendes?” No sabía qué hacer, cómo explicar, sentía que iba a hacerle daño al reaccionar de esa manera, pero simplemente no podía hacer otra cosa.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Dom Abr 11, 2021 2:19 am
Si, parecía ser algo osado, pero realmente no pensaba en eso, aunque claro, era diferente las personas que trataba. Siempre era un vestido o algo por el estilo para la segunda o tercera cita, un regalo, como si fuera alguna clase de ritual. Tal vez más por el interés monetario de la compañía que tenía en el momento, pero estaba ya acostumbrado a eso que lo tomaba como rutinario.
Otra pequeña pieza de información, nada de sorpresas entonces, sin saber porque pero, no preguntaría, por lo que solamente sus dedos hicieron magia. Ahora solamente observaba su reacción mientras acomodaba todo en el cuerpo ajeno. Lo había hecho varias veces, para este punto era experto, tanto en vestir en muñecas como con las personas las cuales compartía cama. Era una forma de intimidad que no se veía todos los días, pero él lo tomaba seriamente, podía conocer bastante por la forma en la que se viste. Lo había leído en libros de psicología, y entre todo lo extra que a veces daban, tenían algo de razón, en su caso cuando se vestía era tranquilo y meticuloso y eso se lo mostraba a ella, pero ahora con un toque de cuidado extra y una pizca de cariño.
-¿Demasiado? No creo que lo sea, la verdad quedo bastante bien a pesar de las limitaciones- susurro, como si hablara de una manera experta, poniendo una mano en la barbilla mientras la observaba de pies a cabeza. Un profesional de hecho en la materia, sino, ¿De dónde saca toda la ropa que tiene? No confiaba en nadie más que en sus propias habilidades para hacer las ropas, y ya las tenía grabadas en mente que solamente las sombras proporcionaban los materiales.
la escuchaba, pensando un poco mientras que los intentos ajenos por alejar la prenda eran insignificantes, y asintió con la cabeza, entendía la preocupación que ella tenía, y no solamente eso, el miedo que causaba. Esas reglas que nunca las creyó. Sonrió un poco, cerrando los ojos por un momento mientras que agarraba las manos ajenas y las acariciaba con suavidad, intentando calmarla, sin ella que había mostrado alguna clase de preocupación por las reglas hasta el momento, era algo interesante notar la preocupación genuina.
-No se preocupe por las reglas señorita Hitori- Dijo mientras que entrelazaba lentamente sus dedos con los ajenos, observando las falanges ajenas, en una mano tenía aún manchado de sangre. Pegó con suavidad su frente con la ajena, con una sonrisa le dejo un beso en la punta de la nariz y después en su frente, un beso que usualmente significaba protección. Era extraño pensar en los significados que los besos tenían, dependiendo en qué parte del cuerpo se depositaran. -Le contaré un secreto- susurró, acercando sus labios a la oreja ajena.
Le sonrió, separándose un poco de ella, dejando las manos ajenas para cargarla de nuevo, le dejó un pequeño beso en la frente -entonces, al estacionamiento es nuestra siguiente parada- Mencionó con una sonrisa, como si fuera una persona que anunciaba los viajes del tren en esas épocas antiguas. Respiró profundamente, esperando a que confiara en él. Sin decir una palabra más se dirigió a la ventana y pasó sin problemas con la mujer en brazos.
No sabía cómo iba a reaccionar realmente a sus palabras, pero organizó sus pensamientos de tal manera que no sea complicado y, más que nada, que no sea tan impactante, por lo menos había tomado en cuenta el estado en la que ella estaba, apenas y podía abrir los ojos, Cuando llegará al estacionamiento, ¿Qué debería de hacer? No quería que se quedara dormida de nuevo. No corrió, pero el avance que daba con sus pisadas era más rápido.
Y apenas habían pasado unos minutos antes de llegar a las cercanías del estacionamiento, dejó un beso en la mejilla ajena y otro en sus labios -Hitori, llegamos- susurró mientras que lentamente la dejaba, esperando a que se parará por sí sola. La estaba cuidando, pero no podía avanzar otro paso más sin darle problemas a ella, ¿Se encontraría bien? Estaba preocupado, bastante. Tragó un poco de saliva, retrocedió un poco, lo suficiente para que ella no estuviera en el campo de visión y sin sonido alguno apareció su bastón a un lado de él, traído por sus confiables sombras. Respiró profundamente pensando si era la mejor opción -Tome esto, apóyese en él- Desde la espalda ajena le entregó el bastón que tanto apreciaba -Le ayudará hasta que pueda estar dentro de su territorio, no le quiero dar problemas con los suyos, por lo que voy a estar aquí, esperándola- Susurró, dejando un pequeño beso en su nuca antes de dar dos, tres pasos atrás, con las manos en su espalda, apenas ocultándose en el árbol que tenía a un lado se dedicó a esperar pacientemente, no le importaba las horas que debía de hacerlo, ahí iba a estar.
Otra pequeña pieza de información, nada de sorpresas entonces, sin saber porque pero, no preguntaría, por lo que solamente sus dedos hicieron magia. Ahora solamente observaba su reacción mientras acomodaba todo en el cuerpo ajeno. Lo había hecho varias veces, para este punto era experto, tanto en vestir en muñecas como con las personas las cuales compartía cama. Era una forma de intimidad que no se veía todos los días, pero él lo tomaba seriamente, podía conocer bastante por la forma en la que se viste. Lo había leído en libros de psicología, y entre todo lo extra que a veces daban, tenían algo de razón, en su caso cuando se vestía era tranquilo y meticuloso y eso se lo mostraba a ella, pero ahora con un toque de cuidado extra y una pizca de cariño.
-¿Demasiado? No creo que lo sea, la verdad quedo bastante bien a pesar de las limitaciones- susurro, como si hablara de una manera experta, poniendo una mano en la barbilla mientras la observaba de pies a cabeza. Un profesional de hecho en la materia, sino, ¿De dónde saca toda la ropa que tiene? No confiaba en nadie más que en sus propias habilidades para hacer las ropas, y ya las tenía grabadas en mente que solamente las sombras proporcionaban los materiales.
la escuchaba, pensando un poco mientras que los intentos ajenos por alejar la prenda eran insignificantes, y asintió con la cabeza, entendía la preocupación que ella tenía, y no solamente eso, el miedo que causaba. Esas reglas que nunca las creyó. Sonrió un poco, cerrando los ojos por un momento mientras que agarraba las manos ajenas y las acariciaba con suavidad, intentando calmarla, sin ella que había mostrado alguna clase de preocupación por las reglas hasta el momento, era algo interesante notar la preocupación genuina.
-No se preocupe por las reglas señorita Hitori- Dijo mientras que entrelazaba lentamente sus dedos con los ajenos, observando las falanges ajenas, en una mano tenía aún manchado de sangre. Pegó con suavidad su frente con la ajena, con una sonrisa le dejo un beso en la punta de la nariz y después en su frente, un beso que usualmente significaba protección. Era extraño pensar en los significados que los besos tenían, dependiendo en qué parte del cuerpo se depositaran. -Le contaré un secreto- susurró, acercando sus labios a la oreja ajena.
Le sonrió, separándose un poco de ella, dejando las manos ajenas para cargarla de nuevo, le dejó un pequeño beso en la frente -entonces, al estacionamiento es nuestra siguiente parada- Mencionó con una sonrisa, como si fuera una persona que anunciaba los viajes del tren en esas épocas antiguas. Respiró profundamente, esperando a que confiara en él. Sin decir una palabra más se dirigió a la ventana y pasó sin problemas con la mujer en brazos.
No sabía cómo iba a reaccionar realmente a sus palabras, pero organizó sus pensamientos de tal manera que no sea complicado y, más que nada, que no sea tan impactante, por lo menos había tomado en cuenta el estado en la que ella estaba, apenas y podía abrir los ojos, Cuando llegará al estacionamiento, ¿Qué debería de hacer? No quería que se quedara dormida de nuevo. No corrió, pero el avance que daba con sus pisadas era más rápido.
Y apenas habían pasado unos minutos antes de llegar a las cercanías del estacionamiento, dejó un beso en la mejilla ajena y otro en sus labios -Hitori, llegamos- susurró mientras que lentamente la dejaba, esperando a que se parará por sí sola. La estaba cuidando, pero no podía avanzar otro paso más sin darle problemas a ella, ¿Se encontraría bien? Estaba preocupado, bastante. Tragó un poco de saliva, retrocedió un poco, lo suficiente para que ella no estuviera en el campo de visión y sin sonido alguno apareció su bastón a un lado de él, traído por sus confiables sombras. Respiró profundamente pensando si era la mejor opción -Tome esto, apóyese en él- Desde la espalda ajena le entregó el bastón que tanto apreciaba -Le ayudará hasta que pueda estar dentro de su territorio, no le quiero dar problemas con los suyos, por lo que voy a estar aquí, esperándola- Susurró, dejando un pequeño beso en su nuca antes de dar dos, tres pasos atrás, con las manos en su espalda, apenas ocultándose en el árbol que tenía a un lado se dedicó a esperar pacientemente, no le importaba las horas que debía de hacerlo, ahí iba a estar.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Dom Abr 11, 2021 4:31 am
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
Le extrañaba la naturalidad con que Adam acomodaba el vestido, aunque en realidad no debería haberlo hecho. La mayoría de los hombres frente a ropas femeninas realmente se transformaban en simios, por lo menos en su experiencia. Poleras, sí, quizás, si no tenían botones o amarras. ¡Dios los libre de un sujetador! Como si nunca hubiesen visto uno en todas sus vidas, siempre lo mismo con algunas excepciones.
Claramente el vampiro era una excepción, lo dejaba claro en sus movimientos. Hitori estaba acostumbrada a ser desvestida, no al revés, por lo que en realidad no sabía cómo reaccionar. Quizás por eso ese momento se sentía más íntimo, muchísimo más que los encuentros sexuales que habían tenido. Más de esa sensación apestosa en su estómago, como si estuviese bajando en una montaña rusa.
Hablaba como si fuese costurero y no inversionista. ¿De dónde sacaba semejante infinidad de talentos tan perfeccionados? De no ser por el cuerpo que veía frente a ella, hubiese creído que era muchísimo más viejo de lo que aparentaba. Quizás solamente era un genio que aprendía todo instantáneamente, conocía casos.
Se calmó un poco cuando Adam tomó sus manos, un pequeño cable a tierra que evitó que su preocupación girase fuera de control. Suspiró pesadamente. Por lo menos no se había enojado con ella. ¿Por qué mierda le importaba si Adam se enojaba o dejaba de hacerlo? Todavía no sabía.
¿No preocuparse por las reglas? Sabía que mucha gente no creía en ellas, o simplemente no tenían nadie afuera por quien temer. Por muy destructiva y suicida que fuera con su propia vida, Hitori nunca pondría al resto en riesgo. Aunque le parecía descabellado que alguien tuviese el poder de acabar con alguien en cualquier parte del mundo como si de la biblia se tratase, simplemente se negaba a apostar con la vida del resto.
Apretó las manos ajenas ligeramente, la neblina mental se había revuelto con el miedo, y ahora Adam se acercaba nuevamente después de haberla vestido. Demasiadas sensaciones encontradas en un cerebro que no podía más, simplemente recibió los besos que pretendían calmarla y volvió a suspirar. ¿Un secreto?
Escuchó las palabras en su oído, sintiendo escalofríos brotar bajo el aliento de Adam. En lo poco que le quedaba de conexiones neuronales, recordó haber escuchado de un objeto que tenía ese poder, pero no mucho más que eso. Con todo el esfuerzo del mundo hizo una nota mental de preguntar acerca de su edad y esa inmunidad cuando estuviese mejor.
Su preocupación no había tenido los resultados deseados. Vestido, anillo de compromiso, no estaban demasiado lejos en su cabeza, sentía que la prenda tenía un peso sentimental, que usarlo decía cosas que ella no soportaba siquiera pensar. Pero Adam no había tomado un no como respuesta y no era capaz de sacárselo.
Sintió que la levantaba nuevamente. Notó que entraba y salía por ventanas sin dificultad alguna. “Evitas usar puertas sólo para recordarme de mi salida patética ¿Cierto?” Murmuró en un reproche juguetón, apoyando su cabeza contra el hombro de Adam. Peleó por mantener sus ojos abiertos, no podía alertar al resto, tenía que recuperarse, por lo menos lo suficiente como para entrar, recoger algunas cosas y salir sin que nadie notara lo mal que estaba.
Estaba ocupada intentando disipar la neblina en su cabeza, intentando respirar profundo para oxigenar su cuerpo, supliendo la falta de sangre todo lo que podía. El beso en sus labios le ayudó bastante, abrió sus ojos de golpe. Sentía que las murallas que había creado para alejarse del cariño estaban bajo asedio, pero no daría un sólo centímetro. Se sorprendería absolutamente todas las veces en que recibía un beso cariñoso, no iba a permitir que su mente se acostumbrara a ellos.
Un poco más despierta, logró sostenerse con sus propias piernas con sólo un poco de dificultad. Se concentró en respirar profundo, ignorando el mareo. Adam le alcanzaba algo. ¿Un bastón? Creyó que había quedado olvidado en la sala de música, pero quizás era la neblina mental. Frotó sus manos, una contra la otra intentando deshacerse de la sangre que le quedaba antes de recibir el bastón. “Gracias, creo.” Murmuró, demasiado concentrada en estar bien como para decir mucho más.
Antes de adentrarse en el territorio de sus compañeros, hizo un intento de esconder sus heridas lo más posible. Pasó dedos temblorosos por su cabello, desenredándolo lo suficiente como para que se extendiera por completo. Dejó la mitad sobre su hombro, escondiendo la mordida que había ahí y en su cuello. El resto se desparramó por su espalda, intentando esconder los rasguños, a su suerte su cabello era abundante y bastante largo.
No podía hacer nada acerca de las heridas en sus brazos, pero esas por lo menos podían pasar como algo más normal. Hitori escondía todo con naturalidad y sin problemas, como alguien que estaba absolutamente acostumbrada a hacerlo, porque lo era. Su cuerpo se marcaba con facilidad y heridas y cosas por el estilo tardaban semanas en recuperarse debido a su mala alimentación. A veces tenía malas rachas y recibía varias marcas en distintos días, cosas que tenía que esconder en el trabajo, era parte de su rutina diaria.
Un beso en nuca y una promesa de que la esperaría afuera. Claro estaba, no podía entrar al estacionamiento con un vampiro y dejar que se paseara como si fuera su propia casa. Si la veían con él podría meterse en problemas. Mejor que se quedara afuera, ya se las arreglaría sola por un rato.
code by EMMEClaramente el vampiro era una excepción, lo dejaba claro en sus movimientos. Hitori estaba acostumbrada a ser desvestida, no al revés, por lo que en realidad no sabía cómo reaccionar. Quizás por eso ese momento se sentía más íntimo, muchísimo más que los encuentros sexuales que habían tenido. Más de esa sensación apestosa en su estómago, como si estuviese bajando en una montaña rusa.
Hablaba como si fuese costurero y no inversionista. ¿De dónde sacaba semejante infinidad de talentos tan perfeccionados? De no ser por el cuerpo que veía frente a ella, hubiese creído que era muchísimo más viejo de lo que aparentaba. Quizás solamente era un genio que aprendía todo instantáneamente, conocía casos.
Se calmó un poco cuando Adam tomó sus manos, un pequeño cable a tierra que evitó que su preocupación girase fuera de control. Suspiró pesadamente. Por lo menos no se había enojado con ella. ¿Por qué mierda le importaba si Adam se enojaba o dejaba de hacerlo? Todavía no sabía.
¿No preocuparse por las reglas? Sabía que mucha gente no creía en ellas, o simplemente no tenían nadie afuera por quien temer. Por muy destructiva y suicida que fuera con su propia vida, Hitori nunca pondría al resto en riesgo. Aunque le parecía descabellado que alguien tuviese el poder de acabar con alguien en cualquier parte del mundo como si de la biblia se tratase, simplemente se negaba a apostar con la vida del resto.
Apretó las manos ajenas ligeramente, la neblina mental se había revuelto con el miedo, y ahora Adam se acercaba nuevamente después de haberla vestido. Demasiadas sensaciones encontradas en un cerebro que no podía más, simplemente recibió los besos que pretendían calmarla y volvió a suspirar. ¿Un secreto?
Escuchó las palabras en su oído, sintiendo escalofríos brotar bajo el aliento de Adam. En lo poco que le quedaba de conexiones neuronales, recordó haber escuchado de un objeto que tenía ese poder, pero no mucho más que eso. Con todo el esfuerzo del mundo hizo una nota mental de preguntar acerca de su edad y esa inmunidad cuando estuviese mejor.
Su preocupación no había tenido los resultados deseados. Vestido, anillo de compromiso, no estaban demasiado lejos en su cabeza, sentía que la prenda tenía un peso sentimental, que usarlo decía cosas que ella no soportaba siquiera pensar. Pero Adam no había tomado un no como respuesta y no era capaz de sacárselo.
Sintió que la levantaba nuevamente. Notó que entraba y salía por ventanas sin dificultad alguna. “Evitas usar puertas sólo para recordarme de mi salida patética ¿Cierto?” Murmuró en un reproche juguetón, apoyando su cabeza contra el hombro de Adam. Peleó por mantener sus ojos abiertos, no podía alertar al resto, tenía que recuperarse, por lo menos lo suficiente como para entrar, recoger algunas cosas y salir sin que nadie notara lo mal que estaba.
Estaba ocupada intentando disipar la neblina en su cabeza, intentando respirar profundo para oxigenar su cuerpo, supliendo la falta de sangre todo lo que podía. El beso en sus labios le ayudó bastante, abrió sus ojos de golpe. Sentía que las murallas que había creado para alejarse del cariño estaban bajo asedio, pero no daría un sólo centímetro. Se sorprendería absolutamente todas las veces en que recibía un beso cariñoso, no iba a permitir que su mente se acostumbrara a ellos.
Un poco más despierta, logró sostenerse con sus propias piernas con sólo un poco de dificultad. Se concentró en respirar profundo, ignorando el mareo. Adam le alcanzaba algo. ¿Un bastón? Creyó que había quedado olvidado en la sala de música, pero quizás era la neblina mental. Frotó sus manos, una contra la otra intentando deshacerse de la sangre que le quedaba antes de recibir el bastón. “Gracias, creo.” Murmuró, demasiado concentrada en estar bien como para decir mucho más.
Antes de adentrarse en el territorio de sus compañeros, hizo un intento de esconder sus heridas lo más posible. Pasó dedos temblorosos por su cabello, desenredándolo lo suficiente como para que se extendiera por completo. Dejó la mitad sobre su hombro, escondiendo la mordida que había ahí y en su cuello. El resto se desparramó por su espalda, intentando esconder los rasguños, a su suerte su cabello era abundante y bastante largo.
No podía hacer nada acerca de las heridas en sus brazos, pero esas por lo menos podían pasar como algo más normal. Hitori escondía todo con naturalidad y sin problemas, como alguien que estaba absolutamente acostumbrada a hacerlo, porque lo era. Su cuerpo se marcaba con facilidad y heridas y cosas por el estilo tardaban semanas en recuperarse debido a su mala alimentación. A veces tenía malas rachas y recibía varias marcas en distintos días, cosas que tenía que esconder en el trabajo, era parte de su rutina diaria.
Un beso en nuca y una promesa de que la esperaría afuera. Claro estaba, no podía entrar al estacionamiento con un vampiro y dejar que se paseara como si fuera su propia casa. Si la veían con él podría meterse en problemas. Mejor que se quedara afuera, ya se las arreglaría sola por un rato.
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Lloviendo
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4/6
Tarde
Lugar
Sala de Música
Clima
Lloviendo
Hunger:
4/6
- Aventuras de Hitori en el Estacionamiento:
- Comenzó a caminar, lento, concentrada en mantener una respiración que le permitiera oxigenar. No necesitó del bastón, pero lo tenía a mano por si acaso. Apenas estuvo en el campo de vista de los chicos que estaban de guardia, apuró el paso a algo más normal. Los saludó con una sonrisa, aunque pocos sabían por qué pasaba noches fuera, la mayoría entendía que no debían preguntar.
Al pisar el estacionamiento, se quedó completamente helada. Si Kaz la veía seguro no la dejaría volver a alejarse, estaba casi segura que había visto las mordidas en su cuello hace un par de días. “Kaz está buscando otra vez ¿Cierto?” Preguntó con naturalidad y una sonrisa, todo el tinte agotado había desaparecido. Escondió su alivio al escuchar que no se encontraba ahí dentro.
Hitori no había salido del estacionamiento en varios días, así que había aprovechado de darle un descanso a la gente que estaba de turno cuidando el huerto y había ayudado bastante a mantenerlo. Seguro si desaparecía uno o dos días nadie se iba a molestar, en especial si la veían un poco ahora.
No se escabulló, pasando por su camino normal hasta el auto donde estaban todas sus cosas. Saludaba al resto con una sonrisa, su tono tranquilo y alegre como el que tomaba de día. Lo único que la delataba era el sudor frío y la palidez de su cara, pero nadie pareció notarlo.
Aprovechó de recoger un par de frutas y un pedazo de algo que parecía conejo asado del lugar donde guardaban la comida, aparte de dos recipientes de madera ahuecada que funcionaban como botellas de agua. Nadie la miró demasiado raro, no había demasiada gente y Hitori solía comer sola.
Se dejó caer dentro del auto que guardaba sus cosas con un suspiro pesado, la caminata y actuar como si estuviera bien la habían drenado por completo. Tomó agua, muchísima, como si viniese del desierto más seco. Estaba completamente deshidratada, claramente, tenía que solucionar eso primero.
Cerró la puerta y apoyó su frente contra el vidrio, uno de los pocos autos que todavía tenía todas sus ventanas. Dejó que sus ojos se cerraran, sintiendo casi instantáneamente como el agua le hacía sentir mejor. Recordó que estaba sola, ahora que se había alejado de Adam su cabeza quería dialogar un poco. Dejó el bastón en el asiento del pasajero.
“Puedes quedarte aquí.” Se murmuró a sí misma, obligada a romper el silencio. “Nadie te obliga a volver a salir. ¿Sabes? ¿Por qué lo harías?” Había pasado quizás media hora desde que había dejado a Adam. ¿Cuánto tiempo esperaría? Seguro no se movería hasta que ella volviera. “Hombre de su palabra y toda esa tontería.” Refunfuñó, sorbiendo agua ahora de a poco, no quería terminar por vomitar todo. “Qué piedra en mi zapato.” Se quejó, desahogándose ahora que podía y nadie la escuchaba.
“Si me hubiese dejado en paz nada sería tan complicado, una noche y ya, como siempre. Pero noooo” Dejó que su cabeza cayera contra el volante pesadamente. “Tenía que encontrarme al- Puto- Inversionista costurero imposiblemente guapo insistente que sabe todos los idiomas que toca piano y guitarra y me vuelve absolutamente loca.” Escupió en un solo aliento, terminando en un suspiro pesado. Volvió a mirar el vestido que tenía puesto, incrédula. “¡Mira esta mierda! ¿Qué es esto? ¿Qué hago yo con esto?” Exclamó, indignada de tenerlo puesto, de sentir que decía demasiadas cosas que ella no pretendía hacer.
La neblina se disipaba de a poco, quizás era por estar tirando sus pensamientos al aire, pero probablemente tenía que ver con que ya no deliraba de sed. “Sal. De. Ahí. Antes. De. Que. Salgas. Lastimada.” Cada palabra iba acompañada de un golpe de su cabeza contra el manubrio del auto.
“Estúpida. Autodestructiva. Mejor. Tírate. Contra. Los. Demonios. O. Sal. A. Pasear. En. Luna. Llena. En. Vez. De. Jugar. Con. Fuego.” Habla la única voz de la razón que tenía, pero sabía que era en vano. Aunque lo hiciera, aunque lograse zafarse de Adam, que parecía una imposibilidad, las pesadillas le perseguirían hasta que se decidiera qué era lo que sucedía entre ellos de una buena vez.
“Puta vida.” Maldijo, levantando la cabeza. “Puta vida, me cago en todo lo que es santo y bueno.” Pateó el piso con fuerza. “¡Auch!” Volvió a patear de rabia, se había dado en el meñique. La situación era ridícula, Adam se comportaba como un niño pequeño a veces y como un viejo decrépito otras. No tenía ni pies ni cabeza, y ella seguro no tenía cabeza para algo como eso.
Presionó sus dedos contra sus ojos y los restregó con fuerza y otro suspiro. “Voy a hacerme responsable de esto.” Imitó en una voz baja y un acento ruso exagerado que no le hacía nada de justicia a Adam. “Puto estúpido, dobber, jessy, scrote tube walloper bampot.” Siguió en una catarata de insultos que pasaban de inglés a escocés, saltaban a japonés y luego simplemente se descarrilaban en gruñidos e insultos en idiomas salpicados.
Maldijo un poco menos de diez minutos ininterrumpidos sin repetirse, acompañada de golpes al volante y patadas al piso. Insultó absolutamente todo, desde su cara hasta sus ancestros, maldijo el día y la hora en que lo había conocido y todo lo que había pasado hasta que había llegado al auto. Dejó toda su frustración salir, no tenía cabeza ni ganas de lidiar con todo el resto de las emociones en ese momento, quería un berrinche, y eso es lo que armó hasta que se cansó.
Suspiró pesadamente, ya no le quedaba ningún insulto que no hubiese dicho, no supo qué más podía destrozar con palabras, había aprovechado de mandarse a sí misma a la mierda también, de pasada. “Pero con eso y todo, vas a salir de este auto ¿No?” Asintió con su cabeza, otro golpe. Tenía que hacerlo. “Es tu funeral.” Se advirtió. “Esto termina de una sola manera, y no se ve muy bien para ti.”
Lo sabía, pero aún así no podía hacer nada más. Aprovechó que la rabia y frustración aireadas se habían deshecho de su angustia por un momento y comió una de las frutas muchísimo más rápido de lo que acostumbraba. No sabía qué era, todo lo que venía de afuera era completamente alienígena, pero no se quejaba.
El azúcar en la fruta terminó de recomponerla, por lo menos por un rato. Si iba a salir de ahí, tenía que ser ahora. Se giró en el asiento y extrajo la mochila que había llevado al evento. Echó en ella el buzo de deporte y la polera manga corta que usaba para dormir, un par de calcetines, el botiquín principal que sabía tenía todo lo que iba a necesitar, y varios retazos de tela.
Mientras rebuscaba encontró un par de su ropa interior, cuando moría y revivía se ocupaba de guardar la ropa que volvía a aparecer, y aprovechó de ponersela sin realmente saber por qué. Envolvió la otra fruta y el animal cocinado en otro retazo de ropa y también lo echó ahí dentro, y los botines negros que había llevado al evento también, por si acaso. ¿Qué pretendía? No sabía, estar lista para cualquier cosa, quizás.
Apoyó la mochila en su regazo y volvió a suspirar. “Última advertencia, Macleod.” Se anunció a sí misma. “Ya pasamos el punto de no retorno.” Se recordó, simplemente no había otra opción, sus miedos no la dejarían tranquila y Adam tampoco. Se echó la mochila al hombro, el bastón en una mano y los recipientes de agua en otra.
Realmente se sentía un poco mejor, la neblina había desaparecido por completo y sentía que la temperatura en su cuerpo subía. Qué diferencia hacía cuidar de su propio cuerpo a veces. Con eso en mente echó tres frutas más en su mochila, otro pedazo de carne cuando nadie estaba mirando, y rellenó los dos contenedores de agua.
Quizás era prudente pasar por lo menos esa noche lejos de la penumbra, por lo que colgó el bastón de su mochila y tomó una de las antorchas que usaban para iluminar los alrededores, encendiendola con el fuego que siempre tenían en medio del estacionamiento.
(Fuera del estacionamiento)
-¿Crees que vas a acampar o algo?- Seguro se veía ridícula, todavía no oscurecía y acarreaba una antorcha, pero salió del estacionamiento sin voltear demasiadas cabezas. Realmente había decidido volver a salir, quizás había pasado una hora y media desde que se había alejado de Adam.
Nadie la veía ya, se había alejado lo suficiente y soltó un suspiro pesado. No podía preocupar a nadie, por lo que dejó que su expresión se relajara en una de agotamiento. No llegó al grupo de árboles donde Adam se había escondido, se acuclilló en el piso, dejando las botellas de madera con cuidado para apoyar una mano en el pasto mientras la otra sostenía la anotrcha.
Cerró sus ojos y se concentró en su respiración, intentando calmar el miedo que quería recordarle de sus pesadillas. Realmente había salido, se había dejado a merced del hombre que tenía el poder de destruirla, caminando directamente a la boca del lobo. Ya no había vuelta atrás, tan solo se quedó agachada en el piso, hundiendo sus dedos en el pasto, esperando a que su probable verdugo apareciera de entre los árboles a tratarle como una princesa.
Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Dom Abr 11, 2021 1:39 pm
-Es mucho más fácil no llamar la atención de esta manera- Le susurró con una pequeña sonrisa, la calma llegó a él por esas palabras, por lo menos tenía energía de poder jugar con palabras y tonos. Ante el viaje, parecía ser tranquilo, ninguna palabra, solamente observaba de reojo como la mujer intentaba quedarse despierta. Respiró profundamente, las energías faltaban.
Observó entre las líneas de los árboles, después de soltarla y darle el bastón como se acercaba a su territorio, pero antes de eso, sonreía por como se arreglaba, si, las heridas aún estaban visibles, tal vez se hubiese limitado un poco, pero no importaba ya, lo hecho hecho está. Dejó salir un suspiro, asegurándose de que ella entrara sin dificultades a su territorio. Había puesto una sombra en el bastón, ahí, oculta por el material que estaba hecho, imperceptible. Y con esto dicho se recargó en uno de los árboles, estando ya seguro que ella no podía verlo dejó que las sombras se arrastraran por su propio pecho, que ascendieran y, como si fuera arte de magia formarán una camisa grisácea clara, en estos tres días, ya cuatro había cambiado más camisas en corto tiempo que en toda su duración dentro de este lugar. Se le hacía gracioso ese hecho.
Cerró sus ojos, concentrándose, escuchando la voz ajena junto con otros ruidos a lo lejos, voces ya no desconocidas, ¿Por qué? Por aquella sombra que le había implantado la primera vez que se conocieron. No era extraño, podía reconocer las voces con las que hablaba, quienes le devuelven el saludo. Ese nombre rebotó en su cabeza “Kaz” Tenía que pensar por un momento, sabía que lo había escuchado en esos días, pero no tenía mucha importancia por ahora.
Por lo menos en esos tres días que había estado escuchando no había peligro alguno que él consideraba, no, en lugar de eso parecía ser un ambiente seguro, claro, ambiente solamente para los de la raza. No había peleas, ni tampoco insultos, ni reclamos, por lo menos de lo que llegaba a escuchar. No había la necesidad de meter sombras y mantener todo controlado, no era la forma en la cual trabajaba, él los dejaba hacer sus cosas si lo dejaban tranquilo. Así había funcionado anteriormente, tanto en el mundo de los negocios como en el mundo social.
Como si fuera un maestro de orquesta mandó a sus sombras a recoger todo lo que había dejado en la sala de música, y que dejaran limpio el lugar., ya era considerado para él un lugar especial con varios recuerdos, tanto buenos como malos. Un lugar donde podía divertirse seguramente, y cuando estas terminaran por fin iba a liberar las puertas del lugar, como si nada hubiera pasado. Con una pequeña sonrisa escuchaba las palabras ajenas, su rostro se tornó serio por unos momentos antes de sonreír.
Los conflictos que le había causado a la ajena parecía ser más de los debidos, y no pudo ocultar una risa que salía de sus labios, baja cuando lo mencionó, era ridículo cómo era etiquetado, y todo le daba un toque cómico cuando todo eso era hablado con su acento escosés, no sabía qué era lo que tenía aquel acento, pero todo era mejor por lo exagerado y rudo que era.
-No voy a lastimarla- palabras salieron de su boca, mirando sus manos, su objetivo ahora era cuidarla, mantenerla a salvo, ¿Iba a cometer errores? Si, claro que sí. Errores que podrían herirla como lo hizo en el pasado, aquellas palabras que soltaron de su boca por la falta de conocimiento en el tema de los sentimientos y emociones. Era extraño, bastante, y con ella era todo un caos que se desataba en su mente. Agora que estaba lejos, podía pensar mucho mejor, podía sentir cómo todo se aclaraba, pero las respuestas aún estaban ocultas.
Agarró el paraguas, está siendo entregada por las sombras tan gentiles y serviciales, lo dejo a un lado. La guitarra lo recibió con un especial tratamiento, pasando sus dedos por las cuerdas, si se lo podía quedar, en el taller podía hacerle varios ajustes… ¿Qué demonios estaba pensando? Más regalos, más sorpresas, para él no era problema, trabajaba rápido, podía… negó con la cabeza, eso era hacer trampa, pero si se lo decía, podía tener libertad, por lo menos para las cosas dedicadas solamente a la compañía femenina. No le importaba los secretos, más bien, no los ocultaba, pero tampoco era necesario tirar bombas de información de un lado a otro, para él era mejor que le pregunten, pero claro, a nadie se le ocurriría preguntas tan despegadas a la realidad.
Dejó salir un suspiro, observando el árbol que estaba enfrente suyo, escuchando ahora todos los insultos que ella daba, todos los entendía a la perfección y le sorprendía realmente la variedad de palabras altisonantes y maldiciones que una bella mujer podía soltar si se le daba el tiempo, y mucho más cuando al principio le fue dedicado a su persona y después a todo lo que había pasado, a sus antepasados, y todas las demás cosas que captaba. Claro, se estaba tomando su delicioso tiempo. No le importó realmente, tenía todo el tiempo del mundo, y mucho más.
Observó de nuevo la guitarra, pasando sus dedos por los acordes con suavidad, de nuevo, los recuerdos. Su mirada pasó por lo largo, era algo bueno que la madera no comenzará a pudrirse por la lluvia, la había puesto a salvo. Pensaba en cambiar ese destino que ella tanto veía, se aferraba con tanta fuerza, ¿Por que no ser optimista? no le gustaba demasiado la idea, no era alguien quien pensaba en optimismo o en pesimismo, solamente que notaba la verdad y decía lo que su pensamiento racional indicaba, pero, con todo lo que ha pasado, con lo que ha surgido y los territorios inexplorados que ha alcanzado gracias a ella, ¿Por qué no darle una oportunidad a esos pensamientos? Respiró profundamente, acariciando de nuevo la guitarra antes de dejarla a un lado.
Por medio de la sombra, ahora sentía como ella se acercaba. Sus ojos pasaban ahora en la figura que se acercaba a las líneas de los árboles, no podía detener una sonrisa que se formaba cuando notó la antorcha que ella tenía en su mano, parecía ser que las fobias eran peores de lo que pensaba. ¿Cuánto tiempo había pasado? No, ese pensamiento en el momento era irrelevante.
Con el primer botón desabrochado de su camisa, agarró el paraguas con una mano y con la otra la guitarra y se mostró desde la línea de los árboles, saliendo tranquilamente, dejando que sus pasos guiarán a este vampiro cerca de ella. Con una actitud tranquila, sus ojos se posaban ahora en cómo se veía la ajena, el contraste del hermoso vestido que tenía con las cosas que cargaban era algo irónico. Como si fuera una mujer en una fiesta de gala que había enloquecido o ya no podía soportar y, en un esfuerzo de dejar todo atrás agarraba varias cosas, puestas en una mochila vieja para irse de aquel lugar de gente hipócrita.
-Bueno, parece ser que es más de lo esperado- dijo, dejando ligeros golpes con la punta de su paraguas como si de un bastón se tratase y simplemente se puso de cuclillas enfrente de ella -¿Vamos a acampar en algún lado?- preguntó antes de acercarse a ella y dejarle un pequeño beso en la frente, tierno, cariñoso. Dejó el paraguas a un lado, solamente para que su mano pudiera posarse en la mejilla ajena y acariciarla con suavidad, por lo menos ya no estaba pálida como antes, no, ya el color había regresado a su cuerpo.
-Me tomé la libertad de recoger algunas cosas, como ponerme una nueva camisa, ya que la anterior estaba destrozada- remarcó esas palabras, con una sonrisa burlona. Dejó un nuevo beso en la punta de la nariz de la ajena y después en la mejilla -¿Esto se considera como continuación a la segunda cita? ¿O ya es el empiezo de una tercera?- preguntó, siendo sus ojos puestos en los ajenos, tan cerca, sus palabras eran susurros, solamente para sus oídos y para nadie más.
Observó entre las líneas de los árboles, después de soltarla y darle el bastón como se acercaba a su territorio, pero antes de eso, sonreía por como se arreglaba, si, las heridas aún estaban visibles, tal vez se hubiese limitado un poco, pero no importaba ya, lo hecho hecho está. Dejó salir un suspiro, asegurándose de que ella entrara sin dificultades a su territorio. Había puesto una sombra en el bastón, ahí, oculta por el material que estaba hecho, imperceptible. Y con esto dicho se recargó en uno de los árboles, estando ya seguro que ella no podía verlo dejó que las sombras se arrastraran por su propio pecho, que ascendieran y, como si fuera arte de magia formarán una camisa grisácea clara, en estos tres días, ya cuatro había cambiado más camisas en corto tiempo que en toda su duración dentro de este lugar. Se le hacía gracioso ese hecho.
Cerró sus ojos, concentrándose, escuchando la voz ajena junto con otros ruidos a lo lejos, voces ya no desconocidas, ¿Por qué? Por aquella sombra que le había implantado la primera vez que se conocieron. No era extraño, podía reconocer las voces con las que hablaba, quienes le devuelven el saludo. Ese nombre rebotó en su cabeza “Kaz” Tenía que pensar por un momento, sabía que lo había escuchado en esos días, pero no tenía mucha importancia por ahora.
Por lo menos en esos tres días que había estado escuchando no había peligro alguno que él consideraba, no, en lugar de eso parecía ser un ambiente seguro, claro, ambiente solamente para los de la raza. No había peleas, ni tampoco insultos, ni reclamos, por lo menos de lo que llegaba a escuchar. No había la necesidad de meter sombras y mantener todo controlado, no era la forma en la cual trabajaba, él los dejaba hacer sus cosas si lo dejaban tranquilo. Así había funcionado anteriormente, tanto en el mundo de los negocios como en el mundo social.
Como si fuera un maestro de orquesta mandó a sus sombras a recoger todo lo que había dejado en la sala de música, y que dejaran limpio el lugar., ya era considerado para él un lugar especial con varios recuerdos, tanto buenos como malos. Un lugar donde podía divertirse seguramente, y cuando estas terminaran por fin iba a liberar las puertas del lugar, como si nada hubiera pasado. Con una pequeña sonrisa escuchaba las palabras ajenas, su rostro se tornó serio por unos momentos antes de sonreír.
Los conflictos que le había causado a la ajena parecía ser más de los debidos, y no pudo ocultar una risa que salía de sus labios, baja cuando lo mencionó, era ridículo cómo era etiquetado, y todo le daba un toque cómico cuando todo eso era hablado con su acento escosés, no sabía qué era lo que tenía aquel acento, pero todo era mejor por lo exagerado y rudo que era.
-No voy a lastimarla- palabras salieron de su boca, mirando sus manos, su objetivo ahora era cuidarla, mantenerla a salvo, ¿Iba a cometer errores? Si, claro que sí. Errores que podrían herirla como lo hizo en el pasado, aquellas palabras que soltaron de su boca por la falta de conocimiento en el tema de los sentimientos y emociones. Era extraño, bastante, y con ella era todo un caos que se desataba en su mente. Agora que estaba lejos, podía pensar mucho mejor, podía sentir cómo todo se aclaraba, pero las respuestas aún estaban ocultas.
Agarró el paraguas, está siendo entregada por las sombras tan gentiles y serviciales, lo dejo a un lado. La guitarra lo recibió con un especial tratamiento, pasando sus dedos por las cuerdas, si se lo podía quedar, en el taller podía hacerle varios ajustes… ¿Qué demonios estaba pensando? Más regalos, más sorpresas, para él no era problema, trabajaba rápido, podía… negó con la cabeza, eso era hacer trampa, pero si se lo decía, podía tener libertad, por lo menos para las cosas dedicadas solamente a la compañía femenina. No le importaba los secretos, más bien, no los ocultaba, pero tampoco era necesario tirar bombas de información de un lado a otro, para él era mejor que le pregunten, pero claro, a nadie se le ocurriría preguntas tan despegadas a la realidad.
Dejó salir un suspiro, observando el árbol que estaba enfrente suyo, escuchando ahora todos los insultos que ella daba, todos los entendía a la perfección y le sorprendía realmente la variedad de palabras altisonantes y maldiciones que una bella mujer podía soltar si se le daba el tiempo, y mucho más cuando al principio le fue dedicado a su persona y después a todo lo que había pasado, a sus antepasados, y todas las demás cosas que captaba. Claro, se estaba tomando su delicioso tiempo. No le importó realmente, tenía todo el tiempo del mundo, y mucho más.
Observó de nuevo la guitarra, pasando sus dedos por los acordes con suavidad, de nuevo, los recuerdos. Su mirada pasó por lo largo, era algo bueno que la madera no comenzará a pudrirse por la lluvia, la había puesto a salvo. Pensaba en cambiar ese destino que ella tanto veía, se aferraba con tanta fuerza, ¿Por que no ser optimista? no le gustaba demasiado la idea, no era alguien quien pensaba en optimismo o en pesimismo, solamente que notaba la verdad y decía lo que su pensamiento racional indicaba, pero, con todo lo que ha pasado, con lo que ha surgido y los territorios inexplorados que ha alcanzado gracias a ella, ¿Por qué no darle una oportunidad a esos pensamientos? Respiró profundamente, acariciando de nuevo la guitarra antes de dejarla a un lado.
Por medio de la sombra, ahora sentía como ella se acercaba. Sus ojos pasaban ahora en la figura que se acercaba a las líneas de los árboles, no podía detener una sonrisa que se formaba cuando notó la antorcha que ella tenía en su mano, parecía ser que las fobias eran peores de lo que pensaba. ¿Cuánto tiempo había pasado? No, ese pensamiento en el momento era irrelevante.
Con el primer botón desabrochado de su camisa, agarró el paraguas con una mano y con la otra la guitarra y se mostró desde la línea de los árboles, saliendo tranquilamente, dejando que sus pasos guiarán a este vampiro cerca de ella. Con una actitud tranquila, sus ojos se posaban ahora en cómo se veía la ajena, el contraste del hermoso vestido que tenía con las cosas que cargaban era algo irónico. Como si fuera una mujer en una fiesta de gala que había enloquecido o ya no podía soportar y, en un esfuerzo de dejar todo atrás agarraba varias cosas, puestas en una mochila vieja para irse de aquel lugar de gente hipócrita.
-Bueno, parece ser que es más de lo esperado- dijo, dejando ligeros golpes con la punta de su paraguas como si de un bastón se tratase y simplemente se puso de cuclillas enfrente de ella -¿Vamos a acampar en algún lado?- preguntó antes de acercarse a ella y dejarle un pequeño beso en la frente, tierno, cariñoso. Dejó el paraguas a un lado, solamente para que su mano pudiera posarse en la mejilla ajena y acariciarla con suavidad, por lo menos ya no estaba pálida como antes, no, ya el color había regresado a su cuerpo.
-Me tomé la libertad de recoger algunas cosas, como ponerme una nueva camisa, ya que la anterior estaba destrozada- remarcó esas palabras, con una sonrisa burlona. Dejó un nuevo beso en la punta de la nariz de la ajena y después en la mejilla -¿Esto se considera como continuación a la segunda cita? ¿O ya es el empiezo de una tercera?- preguntó, siendo sus ojos puestos en los ajenos, tan cerca, sus palabras eran susurros, solamente para sus oídos y para nadie más.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Hitori Macleod Dom Abr 11, 2021 5:30 pm
Now My Hands are Tied in the ShadowsThanks For The Anxiety
No tuvo que esperar demasiado antes de que los mocasines de Adam entraran en su campo de vista. Hizo una mueca orgullosa aunque estaba avergonzada. No necesitaba que nadie le remarcara lo ridícula que se veía, pero decidió echarle la culpa al vestido, desentonaría en absolutamente todas partes en ese mundo.
“No sé qué planeas, pero esta vez la noche no me va a tomar desprevenida.” Murmuró, apoyando más peso en su mano. Quedarse dormida en medio de la oscuridad sólo resultaba en pesadillas peores, solía evitarlo a toda costa, pero no había logrado mantener un fuego andando ninguna de sus noches con Adam.
¿Había traído demasiadas cosas? Quizás, pero no tenía idea en qué resultaría el resto de la tarde y noche que se venía. El vampiro había dicho que quería pasar todo el tiempo que pudiera con ella, no sabía qué implicaba eso. No tenía demasiadas ganas de pasar más hambre y sed, no ayudaban a su estado mental y necesitaba toda la ayuda que podía recibir para mantenerse bien cerca de él.
Sólo levantó la cabeza cuando sintió la mano de Adam en su mejilla, el cabello que había soltado ahora se desparramaba por sus hombros y cara. Notó la camisa nueva sólo cuando lo recalcó. Se veía inmaculada, algo difícil de encontrar en ese mundo a ese punto, absolutamente toda la ropa que ella había logrado recolectar estaba, por lo menos, manchada. Hitori frunció el ceño al mirarla. Sabía de algunas personas que tenían la habilidad de hacer tipos de tela, pero ¿Un vampiro? Quizás preguntaría acerca de ello luego.
“Supongo que es un pequeño precio a pagar ¿No crees?” Respondió con una sonrisa ladina. Había hecho lo que quería con ella, se había alimentado y la había dejado completamente marcada. Una camisa sin botones no le daba nada de pena.
Tuvo un impulso de darle en la cabeza con la antorcha que tuvo que suprimir cuando besó su nariz y mejilla. -¿No se va a aburrir?- Mimos que no eran lujuriosos, que nada tenían que ver con deseo o sexo, no sabía cómo responder, en especial porque ella no había dado ninguno, no en ese contexto. (Mentira, sí lo había hecho, inconscientemente, no se había dado ni cuenta.)
Y no planeaba hacerlo. Antes muerta que caer en ese juego amoroso, no quería, por nada del mundo, absolutamente ninguna posibilidad. No. Nein. Niet. Arienai. Chan eil. Era para otro tipo de personas, para esa gente que es protagonista en las películas románticas, no para la rompehogares o chica de rebote. Ella era el clavo que sacaba el otro clavo, no la que hacía mimos melosos.
¿Por qué susurraba tanto? Quiso darle en la cabeza nuevamente, cualquier cosa para romper el ambiente íntimo que Adam creaba con esos susurros hechos de miel. El vampiro buscó su mirada nuevamente, ahora que estaba un poco mejor podía darse cuenta de la intensidad que no había estado ahí antes. Deseó que Adam llegase a una respuesta rápido para poder respirar tranquila, no podía hacerlo lo suficientemente rápido.
Estaba tan, tan cerca. Claramente él ya no creía en el espacio personal, había reclamado el derecho a susurrar en sus labios, a robar besos sin permiso. No creía que había vuelta atrás de eso. ¿Quizás dándole en la cabeza con la antorcha? Se contuvo una vez más. -Mierda, Macleod, ni un minuto duraste.- Se regañó a sí misma al sentir rubor, la sensación molesta en su estómago. -Absolutamente patética.-
“Le preguntas a la persona equivocada, cariño. Creo que ninguna de mis experiencias pueden contar como una cita, seguro no he pasado de la primera. El experto pareces ser tú.” Respondió, burlona. Su “cariño” no era amable, más condescendiente que otra cosa. Claramente su actitud cuando se trataba de citas o cosas románticas dejaba bastante que desear en comparación a las otras facetas que había demostrado.
Tuvo suficiente vampiro en su cara y se incorporó por sí sola, recogiendo las botellas de madera. “¿Dónde vamos?” Cambió el tema bruscamente, sacudiendo su cabeza un poco. Una fruta había ayudado, pero no había solucionado su mareo por completo, el mundo dio vueltas por un momento antes de que su terquedad estabilizara su cuerpo.
code by EMME“No sé qué planeas, pero esta vez la noche no me va a tomar desprevenida.” Murmuró, apoyando más peso en su mano. Quedarse dormida en medio de la oscuridad sólo resultaba en pesadillas peores, solía evitarlo a toda costa, pero no había logrado mantener un fuego andando ninguna de sus noches con Adam.
¿Había traído demasiadas cosas? Quizás, pero no tenía idea en qué resultaría el resto de la tarde y noche que se venía. El vampiro había dicho que quería pasar todo el tiempo que pudiera con ella, no sabía qué implicaba eso. No tenía demasiadas ganas de pasar más hambre y sed, no ayudaban a su estado mental y necesitaba toda la ayuda que podía recibir para mantenerse bien cerca de él.
Sólo levantó la cabeza cuando sintió la mano de Adam en su mejilla, el cabello que había soltado ahora se desparramaba por sus hombros y cara. Notó la camisa nueva sólo cuando lo recalcó. Se veía inmaculada, algo difícil de encontrar en ese mundo a ese punto, absolutamente toda la ropa que ella había logrado recolectar estaba, por lo menos, manchada. Hitori frunció el ceño al mirarla. Sabía de algunas personas que tenían la habilidad de hacer tipos de tela, pero ¿Un vampiro? Quizás preguntaría acerca de ello luego.
“Supongo que es un pequeño precio a pagar ¿No crees?” Respondió con una sonrisa ladina. Había hecho lo que quería con ella, se había alimentado y la había dejado completamente marcada. Una camisa sin botones no le daba nada de pena.
Tuvo un impulso de darle en la cabeza con la antorcha que tuvo que suprimir cuando besó su nariz y mejilla. -¿No se va a aburrir?- Mimos que no eran lujuriosos, que nada tenían que ver con deseo o sexo, no sabía cómo responder, en especial porque ella no había dado ninguno, no en ese contexto. (Mentira, sí lo había hecho, inconscientemente, no se había dado ni cuenta.)
Y no planeaba hacerlo. Antes muerta que caer en ese juego amoroso, no quería, por nada del mundo, absolutamente ninguna posibilidad. No. Nein. Niet. Arienai. Chan eil. Era para otro tipo de personas, para esa gente que es protagonista en las películas románticas, no para la rompehogares o chica de rebote. Ella era el clavo que sacaba el otro clavo, no la que hacía mimos melosos.
¿Por qué susurraba tanto? Quiso darle en la cabeza nuevamente, cualquier cosa para romper el ambiente íntimo que Adam creaba con esos susurros hechos de miel. El vampiro buscó su mirada nuevamente, ahora que estaba un poco mejor podía darse cuenta de la intensidad que no había estado ahí antes. Deseó que Adam llegase a una respuesta rápido para poder respirar tranquila, no podía hacerlo lo suficientemente rápido.
Estaba tan, tan cerca. Claramente él ya no creía en el espacio personal, había reclamado el derecho a susurrar en sus labios, a robar besos sin permiso. No creía que había vuelta atrás de eso. ¿Quizás dándole en la cabeza con la antorcha? Se contuvo una vez más. -Mierda, Macleod, ni un minuto duraste.- Se regañó a sí misma al sentir rubor, la sensación molesta en su estómago. -Absolutamente patética.-
“Le preguntas a la persona equivocada, cariño. Creo que ninguna de mis experiencias pueden contar como una cita, seguro no he pasado de la primera. El experto pareces ser tú.” Respondió, burlona. Su “cariño” no era amable, más condescendiente que otra cosa. Claramente su actitud cuando se trataba de citas o cosas románticas dejaba bastante que desear en comparación a las otras facetas que había demostrado.
Tuvo suficiente vampiro en su cara y se incorporó por sí sola, recogiendo las botellas de madera. “¿Dónde vamos?” Cambió el tema bruscamente, sacudiendo su cabeza un poco. Una fruta había ayudado, pero no había solucionado su mareo por completo, el mundo dio vueltas por un momento antes de que su terquedad estabilizara su cuerpo.
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Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]Re: Thanks For the Anxiety [Priv. Adam]
por Adam Valentine Dom Abr 11, 2021 7:03 pm
Aquellas mejillas sonrojadas, si, por lo menos ya la notaba con más energía, con esa luz en sus ojos. Sí, por ahora no se aburría de sus expresiones, sus reacciones, le encantaban. Le hacía sentir una sensación que no había experimentado, una placentera que llenaba de buenas vibras, de una energía que no había tenido desde hace tiempo. Respiró profundamente antes de escuchar sus palabras.
-Entonces digamos que es el comienzo de la tercera- le respondió con una pequeña sonrisa en su rostro, esa que demostraba con sinceridad lo cómodo que se encontraba con ella. Podía perderse por horas ahí junto con ella y no aburrirse, ni siquiera sentía el tiempo pasar, simplemente sucedía y ya, ahí, en tercer plano, o en cuarto, o el plano más lejano para él en su mente.
Se levantó junto a ella, escuchando sus palabras mientras que con su mano agarraba el paraguas. Observó al cielo, buscando alguna respuesta, pero con toda sinceridad, no sabía que podía responderle. Respiró profundamente, un lugar en donde sea completamente neutral, era algo un poco difícil, considerando que la mayoría de los sitios estaban conquistados por diferentes razas, y no quería poner en peligro a su compañía.
-El parque suena a una buena opción- le dijo finalmente, poniendo a la altura de su pecho el brazo doblado, siendo soporte tanto para el paraguas como ofreciéndolo a la ajena, tal y como un caballero que estaba invitando a una dama a una fiesta de gala -Déjeme ayudar con algunas de sus cosas- le dijo, agarrando las botellas de madera que tenía sosteniendo, con gentileza se las quitó de su mano, ahora él tenía las manos llenas, igual que ella. También, a todo este ofrecimiento cargó con la mochila que ella tenía, poniéndoselo en el hombro, todo menos la antorcha.
-Vamos, que la tarde ya está en declive- dijo, observando al cielo por última vez. Respiró profundamente, con una mano en la guitarra, con la otra sosteniendo las botellas, en su hombro la mochila y en su antebrazo colgando su paraguas, si, era más incómodo de lo que pensaba, era mucho mejor, mucho más fácil dejar que las sombras hicieran su trabajo, pero no lo iba a dejar, no en este momento, no con el conocimiento de la fobia ajena.
Comenzó a avanzar, ahora era él quien parecía ser un lamebotas mientras cargaba con las cosas de la dama quien parecía dominarlo, con todo y bastón y antorcha. Sí, una vista un poco degradante, pero estaba completamente erguido, con pecho afuera, mostrando aquel porte aunque cargue tales objetos, un contraste que no se veía mucho, como si el orgullo era mucho más alto de lo que debería.
Y así, el futuro era completamente desconocido para esta pareja, una mujer quien no sabe qué hacer con el amor, el romance y los temas relacionados a este, y un vampiro el cual no entendía todos esos sentimientos, sin saber realmente en cómo canalizarlos, explicarlos, mostrarlos.Dejó salir un pequeño suspiro, si, ese era el pensamiento, era una pareja inusual, completamente inusual que se conocieron por circunstancias inusuales y han pasado por eventos inusuales. El destino ha dado varias sorpresas, varios giros inesperados, ahora que están en un punto de tranquilidad, ¿Qué será lo que depararía el futuro? ¿Qué planes tendrán?
-Entonces digamos que es el comienzo de la tercera- le respondió con una pequeña sonrisa en su rostro, esa que demostraba con sinceridad lo cómodo que se encontraba con ella. Podía perderse por horas ahí junto con ella y no aburrirse, ni siquiera sentía el tiempo pasar, simplemente sucedía y ya, ahí, en tercer plano, o en cuarto, o el plano más lejano para él en su mente.
Se levantó junto a ella, escuchando sus palabras mientras que con su mano agarraba el paraguas. Observó al cielo, buscando alguna respuesta, pero con toda sinceridad, no sabía que podía responderle. Respiró profundamente, un lugar en donde sea completamente neutral, era algo un poco difícil, considerando que la mayoría de los sitios estaban conquistados por diferentes razas, y no quería poner en peligro a su compañía.
-El parque suena a una buena opción- le dijo finalmente, poniendo a la altura de su pecho el brazo doblado, siendo soporte tanto para el paraguas como ofreciéndolo a la ajena, tal y como un caballero que estaba invitando a una dama a una fiesta de gala -Déjeme ayudar con algunas de sus cosas- le dijo, agarrando las botellas de madera que tenía sosteniendo, con gentileza se las quitó de su mano, ahora él tenía las manos llenas, igual que ella. También, a todo este ofrecimiento cargó con la mochila que ella tenía, poniéndoselo en el hombro, todo menos la antorcha.
-Vamos, que la tarde ya está en declive- dijo, observando al cielo por última vez. Respiró profundamente, con una mano en la guitarra, con la otra sosteniendo las botellas, en su hombro la mochila y en su antebrazo colgando su paraguas, si, era más incómodo de lo que pensaba, era mucho mejor, mucho más fácil dejar que las sombras hicieran su trabajo, pero no lo iba a dejar, no en este momento, no con el conocimiento de la fobia ajena.
Comenzó a avanzar, ahora era él quien parecía ser un lamebotas mientras cargaba con las cosas de la dama quien parecía dominarlo, con todo y bastón y antorcha. Sí, una vista un poco degradante, pero estaba completamente erguido, con pecho afuera, mostrando aquel porte aunque cargue tales objetos, un contraste que no se veía mucho, como si el orgullo era mucho más alto de lo que debería.
Y así, el futuro era completamente desconocido para esta pareja, una mujer quien no sabe qué hacer con el amor, el romance y los temas relacionados a este, y un vampiro el cual no entendía todos esos sentimientos, sin saber realmente en cómo canalizarlos, explicarlos, mostrarlos.Dejó salir un pequeño suspiro, si, ese era el pensamiento, era una pareja inusual, completamente inusual que se conocieron por circunstancias inusuales y han pasado por eventos inusuales. El destino ha dado varias sorpresas, varios giros inesperados, ahora que están en un punto de tranquilidad, ¿Qué será lo que depararía el futuro? ¿Qué planes tendrán?
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