I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
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⚝ Sistema de Encuentros ⚝ Sistema de Dados⚝ Hoja de Personaje⚝ Misiones⚝ Familiares⚝ Pide al NPC⚝ Puntos y Niveles⚝ Cierre de Temas⚝ Level Up⚝ Calendario⚝ Tienda⚝ Regalo de Puntos
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Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
Sabías que...¿Si abres temas libres en ciertos lugares quizás los responda un canon?
Sabías que...¿Para cruzar la neblina debes cumplir ciertas condiciones?
Sabías que...¿Cada templo tiene un secreto?
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Primero que nada, gracias a Emme, quién ha transformado el foro en esta maravilla, con una skin preciosa, widgets y perfiles. Además de que la gran mayoría de las tablas que usamos pertenecen a ella. Agradecemos infinitamente su paciencia con nosotros y a sus hermosas creaciones.
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
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I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Lun Mar 15, 2021 10:12 pm
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
Hitori no notó cuando cayó en la inconsciencia. Un momento estaba apoyada contra Adam, tiritando de frío y agotamiento, y luego se encontró en una pesadilla recurrente.
La oscuridad crecía en su interior, aquella que se escondía en su corazón, que se estiraba hasta su cuello y lo apretaba. Esta vez escapaba por su piel como un líquido espeso y pegajoso, crecía desde su pelo y goteaba por todas partes alrededor suyo. “No-” Al abrir su boca para gritar, volvió a entrar en ella.
Mantuvo su boca abierta con manos frías, desencajando su mandíbula poco a poco con una fuerza que ella no tenía. Le tenía del cuello, le levantó contra una pared mientras entraba centímetro por centímetro dentro de ella, congelando todo, ahogándole en negro, enevenenando su sangre. Hitori no podía hacer nada, sentía lo que tenía dentro seguir saliendo de su piel, sus lágrimas estaban hechas de ese mismo alquitrán y caían de sus ojos sólo para cegarle y volver a entrar por su nariz, sus oídos.
“Sólo sirves para esto.” La voz era asquerosa, sonaba como si tuviese la boca llena de ese líquido, pegajosa y retumbaba por todas partes. No había nadie a su alrededor. Hitori llevó sus manos a su boca, intentando arrancarlo de raíz, pero tan sólo agregó más oscuridad que crecía de sus uñas. “Estás sola y nadie puede salvarte.” No podía negar aquello, antes de perder sus ojos, en aquella oscuridad no había nadie.
No podrás salir de aquí. Tus inútiles intentos de volver a la realidad con dolor no sirven. No vas a encontrar a nadie que quiera pasar la noche contigo. Nadie que te rescate. “Eres demasiado...” Ahí estaba. Otra vez aquellas palabras antes de la oscuridad. Antes del silencio. Antes de encontrarse completamente sola en un vacío eterno que no tenía salida.
Estaba lista. Había estado esperando el momento en que finalmente se rendiría ante ese monstruo que llevaba dentro, dejar de pelear y simplemente aceptar que no había nada más en su vida que lo que le aterraba más.
Y luego alguien cruzó las sombras, antes de que la última palabra le sentenciara al olvido. Primero una mano que acarició su cabello, deshaciendo la oscuridad que había crecido de él. Escuchó un gruñido provenir de delante de ella y dentro de su corazón. El alquitrán comenzó a caer al piso a salpicones, inerte. Otra caricia volvió a arremeter contra la oscuridad, poco a poco tenía que retirarse de su cuerpo. Sintió algo posarse en su cabeza. Algo suave y cariñoso. El monstruo había tenido suficiente. Terminó de caer al piso con un un asqueroso sonido.
ღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღღ
Fuera, su cuerpo había comenzado a temblar ante aquella pesadilla, tensandose en distintos lugares, sus manos, sus piernas, su pecho. Hitori murmuró en sueños y negó con la cabeza, tomó aire como para gritar pero lo único que salió fue un poco de aire antes de dejar de respirar por algunos segundos.
Al disiparse la oscuridad en sus sueños, sintió que quizás había despertado. Dejó de temblar de un momento a otro y su respiración se calmó. Pero no se podía mover. ¿Estaba despierta? Sentía peso en su pecho, como si alguien estuviese sentado sobre ella. Sabía que eso no era posible, pero no recordaba por qué.
Había despertado con parálisis del sueño miles de veces, pero nunca podía reconocerlo mientras sucedía. Uno, dos, tres minutos. Quería abrir sus ojos, quería poder respirar pero sentía todo su cuerpo pesado y no respondía. Se había tensado por completo.
Poco a poco recuperó su conciencia, pudo tomar control de su propia respiración. ¿Por qué sentía su cara mojada? Pudo abrir los ojos y se encontró de vuelta en los brazos de Adam. “Adam” Crujió en una voz rota, como si estuviese a punto de llorar. Todavía se sentía débil y cansada, pero la pesadilla le había sacudido por completo al punto en que todo eso había pasado a segundo plano.
¿Por qué había soñado eso otra vez? Normalmente lo hacía cuando estaba sola, aterrorizada. ¿Qué le había hecho sentir así? Su cerebro estaba demasiado desorientado como para obtener respuestas. Lo único que sabía era que él le había rescatado de aquella pesadilla. ¿En realidad se había quedado despierto acariciándole toda la noche? Hitori frunció el ceño en su confusión, hundiéndose más contra el pecho de Adam, volviendo a relajar su cuerpo.
Sólo había un poco de luz, el sol no iluminaba el cielo con más que los rayos del alba y parecía estar nublado. “¿Te quedaste?” Murmuró lánguidamente contra su piel, no se había despertado del todo todavía. Creyó, antes de quedarse dormida, que despertaría sola y no le había importado. No entendía por qué estaba acompañada, pero agradecía haber sido rescatada de esa pesadilla.
code by EMMELa oscuridad crecía en su interior, aquella que se escondía en su corazón, que se estiraba hasta su cuello y lo apretaba. Esta vez escapaba por su piel como un líquido espeso y pegajoso, crecía desde su pelo y goteaba por todas partes alrededor suyo. “No-” Al abrir su boca para gritar, volvió a entrar en ella.
Mantuvo su boca abierta con manos frías, desencajando su mandíbula poco a poco con una fuerza que ella no tenía. Le tenía del cuello, le levantó contra una pared mientras entraba centímetro por centímetro dentro de ella, congelando todo, ahogándole en negro, enevenenando su sangre. Hitori no podía hacer nada, sentía lo que tenía dentro seguir saliendo de su piel, sus lágrimas estaban hechas de ese mismo alquitrán y caían de sus ojos sólo para cegarle y volver a entrar por su nariz, sus oídos.
“Sólo sirves para esto.” La voz era asquerosa, sonaba como si tuviese la boca llena de ese líquido, pegajosa y retumbaba por todas partes. No había nadie a su alrededor. Hitori llevó sus manos a su boca, intentando arrancarlo de raíz, pero tan sólo agregó más oscuridad que crecía de sus uñas. “Estás sola y nadie puede salvarte.” No podía negar aquello, antes de perder sus ojos, en aquella oscuridad no había nadie.
No podrás salir de aquí. Tus inútiles intentos de volver a la realidad con dolor no sirven. No vas a encontrar a nadie que quiera pasar la noche contigo. Nadie que te rescate. “Eres demasiado...” Ahí estaba. Otra vez aquellas palabras antes de la oscuridad. Antes del silencio. Antes de encontrarse completamente sola en un vacío eterno que no tenía salida.
Estaba lista. Había estado esperando el momento en que finalmente se rendiría ante ese monstruo que llevaba dentro, dejar de pelear y simplemente aceptar que no había nada más en su vida que lo que le aterraba más.
Y luego alguien cruzó las sombras, antes de que la última palabra le sentenciara al olvido. Primero una mano que acarició su cabello, deshaciendo la oscuridad que había crecido de él. Escuchó un gruñido provenir de delante de ella y dentro de su corazón. El alquitrán comenzó a caer al piso a salpicones, inerte. Otra caricia volvió a arremeter contra la oscuridad, poco a poco tenía que retirarse de su cuerpo. Sintió algo posarse en su cabeza. Algo suave y cariñoso. El monstruo había tenido suficiente. Terminó de caer al piso con un un asqueroso sonido.
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Fuera, su cuerpo había comenzado a temblar ante aquella pesadilla, tensandose en distintos lugares, sus manos, sus piernas, su pecho. Hitori murmuró en sueños y negó con la cabeza, tomó aire como para gritar pero lo único que salió fue un poco de aire antes de dejar de respirar por algunos segundos.
Al disiparse la oscuridad en sus sueños, sintió que quizás había despertado. Dejó de temblar de un momento a otro y su respiración se calmó. Pero no se podía mover. ¿Estaba despierta? Sentía peso en su pecho, como si alguien estuviese sentado sobre ella. Sabía que eso no era posible, pero no recordaba por qué.
Había despertado con parálisis del sueño miles de veces, pero nunca podía reconocerlo mientras sucedía. Uno, dos, tres minutos. Quería abrir sus ojos, quería poder respirar pero sentía todo su cuerpo pesado y no respondía. Se había tensado por completo.
Poco a poco recuperó su conciencia, pudo tomar control de su propia respiración. ¿Por qué sentía su cara mojada? Pudo abrir los ojos y se encontró de vuelta en los brazos de Adam. “Adam” Crujió en una voz rota, como si estuviese a punto de llorar. Todavía se sentía débil y cansada, pero la pesadilla le había sacudido por completo al punto en que todo eso había pasado a segundo plano.
¿Por qué había soñado eso otra vez? Normalmente lo hacía cuando estaba sola, aterrorizada. ¿Qué le había hecho sentir así? Su cerebro estaba demasiado desorientado como para obtener respuestas. Lo único que sabía era que él le había rescatado de aquella pesadilla. ¿En realidad se había quedado despierto acariciándole toda la noche? Hitori frunció el ceño en su confusión, hundiéndose más contra el pecho de Adam, volviendo a relajar su cuerpo.
Sólo había un poco de luz, el sol no iluminaba el cielo con más que los rayos del alba y parecía estar nublado. “¿Te quedaste?” Murmuró lánguidamente contra su piel, no se había despertado del todo todavía. Creyó, antes de quedarse dormida, que despertaría sola y no le había importado. No entendía por qué estaba acompañada, pero agradecía haber sido rescatada de esa pesadilla.
Hora
Alba
Lugar
Sala de Computación
Clima
Nublado
Hunger:
5.5/6
Alba
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Última edición por Hitori Macleod el Mar Mar 16, 2021 3:43 am, editado 1 vez
Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Lun Mar 15, 2021 11:47 pm
Una noche donde las memorias comenzaban a surgir como si fuera una cascada. Pensando en sus hermanos, en aquellos seres donde algunos tenían la simpatía de platicar con él, donde realmente compartían sus conocimientos, sus preocupaciones. Seres que dormían en una burbuja, tal vez… eso era lo mejor para ellos.
La apegaba más a él, puso sus rodillas apoyadas en el filo del asiento, cubriéndose mucho más, sentía, iba a utilizar su cuerpo como un escudo para ella contra el frío, aquel que no tenía piedad contra los cuerpos desnudos que se encontraban en este salón. Con caricias, con besos la seguía mimando. Sentía como temblaba, como si estuviera teniendo una pesadilla.
Lo recordaba. Estuvo así algún día. “Madre, me da miedo la oscuridad” aquella voz infantil que llamaba a su madre, y ella respondió, tan sabia, tan inteligente… era una pena que aquellos días se habían acabado, y que ella no viera más allá de su burbuja. Era una pena dejar atrás a su maestra solo para adentrarse en lo desconocido. ¿Cuántas veces busco en ella respuestas que ninguno de sus hermanos poseía? ¿Cuántas veces había buscado consejo? Eran numerosas las veces que había hecho eso, casi diario en esas épocas.
-Aquí estoy- susurró, cariñoso, gentil, notando como ella peleaba contra un mal sueño, solo uno que surgía por miedo. Recuerdos, memorias, aquellas piezas que tomaban forma en su cabeza. Respiro profundamente, cada vez apegaba más a ella a su cuerpo, suave, sin perturbarla en lo más mínimo. Aquellas manos temblorosas, las tomaba de vez en cuando, acariciando, pasando su pulgar por el dorso de la mano, era todo lo que podía hacer para ella en ese momento. El Sol estaba a punto de salir, aquel astro que tanto odiaba pero sentía que le iba a dar la calma que ella necesitaba.
¿Hace cuánto tiempo? Aquel silencio le recordaba a la biblioteca que tenía junto con su familia. Deseaba estar de nuevo en una biblioteca, apreciar aquel silencio mientras estaba rodeado de conocimiento, tal vez… tal vez lo visitará, en un futuro cercano. ¿Que libros habría que él no los leyera ya? Tal vez ninguno, pero era realmente reconfortante, releer un libro, pasando las hojas una por una, dejando aquel sonido tan reconocido.
Intentaba escuchar las palabras ajenas de la ajena, solamente para fallar en su tarea. Tal vez después, escuchando un poco más de cerca, cuando por fin descansen en una cama, en un lugar más cómodo de lo que sería una silla en medio de una habitación fría. Ya era casi tiempo, lo podía sentir. Sentía el odio del Sol asomarse por el horizonte.
Sintió el cuerpo calmar, la respiración tranquilizarse, ¿Acaso estaba despierta? Dejó un beso en sus cabellos, tal vez había acabado la pesadilla por fin. Respiro profundamente, aliviado de que Hitori estuviera bien. Con más caricia llenaba a la mujer que tenía en sus brazos.
-Señorita Hitori… buenos días- susurró cerca de ella de manera gentil, cálida, como si fuera de nuevo bienvenida a la realidad con una sonrisa. Sintió aquella tristeza de la voz ajena. Bajo sus piernas, acariciando el delgado cuerpo ajeno, repasando con las yemas de los dedos la espalda de la mujer. Presionando con suavidad.
Esa era la calidez que deseaba, como se apegaba a su cuerpo. Como esos rayos de sol penetraban la ventana de la habitación y comenzaban a iluminar el cuarto, tan sólo ocultos por las nubes en el cielo. A la pregunta ajena, solamente asintió con la cabeza, con una pequeña sonrisa, dejando un beso cariñoso en su coronilla.
-Si me quedé como te había prometido- susurró, caballeroso, tan sólo separandola con lentitud antes de plantar un beso en los labios ajenos -Señorita Hitori, yo siempre cumplo con mi palabra- le aseguraba, acariciando los hombros ajenos, después las mejillas, suaves. Sus ojos se toparon con los ajenos, por fin ella lo vería, no como aquella noche la cual solo con sus manos podía imaginarse lo que estaba haciendo.
Suspiro cerca de ella, juntando su frente con la ajena, sonriendo un poco.
Sólo fue una noche en donde los dos platicaron, seduciendo, jugando y apostando más y más, pero, ahora, después de todo eso, ¿Qué era lo que esperaba? Ya no tenían que jugar ni utilizar máscaras como lo hicieron en el momento, palabras que provocan, movimientos que atraían.
Ahí los dos cuerpos desnudos se posaban arriba de una silla.
La apegaba más a él, puso sus rodillas apoyadas en el filo del asiento, cubriéndose mucho más, sentía, iba a utilizar su cuerpo como un escudo para ella contra el frío, aquel que no tenía piedad contra los cuerpos desnudos que se encontraban en este salón. Con caricias, con besos la seguía mimando. Sentía como temblaba, como si estuviera teniendo una pesadilla.
Lo recordaba. Estuvo así algún día. “Madre, me da miedo la oscuridad” aquella voz infantil que llamaba a su madre, y ella respondió, tan sabia, tan inteligente… era una pena que aquellos días se habían acabado, y que ella no viera más allá de su burbuja. Era una pena dejar atrás a su maestra solo para adentrarse en lo desconocido. ¿Cuántas veces busco en ella respuestas que ninguno de sus hermanos poseía? ¿Cuántas veces había buscado consejo? Eran numerosas las veces que había hecho eso, casi diario en esas épocas.
-Aquí estoy- susurró, cariñoso, gentil, notando como ella peleaba contra un mal sueño, solo uno que surgía por miedo. Recuerdos, memorias, aquellas piezas que tomaban forma en su cabeza. Respiro profundamente, cada vez apegaba más a ella a su cuerpo, suave, sin perturbarla en lo más mínimo. Aquellas manos temblorosas, las tomaba de vez en cuando, acariciando, pasando su pulgar por el dorso de la mano, era todo lo que podía hacer para ella en ese momento. El Sol estaba a punto de salir, aquel astro que tanto odiaba pero sentía que le iba a dar la calma que ella necesitaba.
¿Hace cuánto tiempo? Aquel silencio le recordaba a la biblioteca que tenía junto con su familia. Deseaba estar de nuevo en una biblioteca, apreciar aquel silencio mientras estaba rodeado de conocimiento, tal vez… tal vez lo visitará, en un futuro cercano. ¿Que libros habría que él no los leyera ya? Tal vez ninguno, pero era realmente reconfortante, releer un libro, pasando las hojas una por una, dejando aquel sonido tan reconocido.
Intentaba escuchar las palabras ajenas de la ajena, solamente para fallar en su tarea. Tal vez después, escuchando un poco más de cerca, cuando por fin descansen en una cama, en un lugar más cómodo de lo que sería una silla en medio de una habitación fría. Ya era casi tiempo, lo podía sentir. Sentía el odio del Sol asomarse por el horizonte.
Sintió el cuerpo calmar, la respiración tranquilizarse, ¿Acaso estaba despierta? Dejó un beso en sus cabellos, tal vez había acabado la pesadilla por fin. Respiro profundamente, aliviado de que Hitori estuviera bien. Con más caricia llenaba a la mujer que tenía en sus brazos.
-Señorita Hitori… buenos días- susurró cerca de ella de manera gentil, cálida, como si fuera de nuevo bienvenida a la realidad con una sonrisa. Sintió aquella tristeza de la voz ajena. Bajo sus piernas, acariciando el delgado cuerpo ajeno, repasando con las yemas de los dedos la espalda de la mujer. Presionando con suavidad.
Esa era la calidez que deseaba, como se apegaba a su cuerpo. Como esos rayos de sol penetraban la ventana de la habitación y comenzaban a iluminar el cuarto, tan sólo ocultos por las nubes en el cielo. A la pregunta ajena, solamente asintió con la cabeza, con una pequeña sonrisa, dejando un beso cariñoso en su coronilla.
-Si me quedé como te había prometido- susurró, caballeroso, tan sólo separandola con lentitud antes de plantar un beso en los labios ajenos -Señorita Hitori, yo siempre cumplo con mi palabra- le aseguraba, acariciando los hombros ajenos, después las mejillas, suaves. Sus ojos se toparon con los ajenos, por fin ella lo vería, no como aquella noche la cual solo con sus manos podía imaginarse lo que estaba haciendo.
Suspiro cerca de ella, juntando su frente con la ajena, sonriendo un poco.
Sólo fue una noche en donde los dos platicaron, seduciendo, jugando y apostando más y más, pero, ahora, después de todo eso, ¿Qué era lo que esperaba? Ya no tenían que jugar ni utilizar máscaras como lo hicieron en el momento, palabras que provocan, movimientos que atraían.
Ahí los dos cuerpos desnudos se posaban arriba de una silla.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Mar Mar 16, 2021 1:02 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
Sintió el pecho de Adam subir y bajar en un suspiro. Poco a poco despertó más, recordando dónde estaba. Y con quién. Las caricias se lo recordaban, nadie le había tocado así en… ¿Años? “Buenos ¿Días?” Volvió a crujir, su voz más cerca de lo normal. Sus labios estaban partidos y su cuello dolía un poco.
“Pero no tenías que quedarte” Discutió antes de que Adam la besara. Ante ese contacto, algo dentro de ella gritó por más. Estaba débil, agotada, sabía que su cuerpo necesitaba recuperarse de la pérdida de sangre. Si ayer había estado hambrienta, hoy no iba a poder controlarse por mucho más tiempo.
No había apreciado en la oscuridad el cuerpo del vampiro. Era imposiblemente hermoso, absolutamente irresistible. Con sus manos había explorado absolutamente todo, pero era distinto verlo con sus propios ojos. Cuando se toparon con los ajenos, cayó de una altura imposible. Su mirada pasó de perdida a absolutamente enfocada, como un depredador que ha encontrado su presa.
¿Sería capaz Adam de sobrevivir el hambre infinito que la súcubo necesitaba saciar? Quiso alejarse, no quería perder el control con él aunque su cuerpo amenazaba con no escucharle más. Su piel se erizó bajo esas caricias, estaba ahí, desnuda, era el momento perfecto. Lo sintió venir, tan imposible de detener como un estornudo. Se incorporó de pronto, alejándose del vampiro, tambaleándose hacia atrás sin esconder un poco de pánico en su mirada.
“Adam, yo-” Extendió una mano, como si quisiera alejarle aunque había puesto un poco de distancia entre ambos. “El sol-” Giró la cabeza para revisar el astro, cada vez más despierto. Si comenzaba a alimentarse de él ahí, no estaba segura si él se quemaría vivo o no y de seguro ella no le dejaría irse. Se notaba preocupada, su ceño fruncido.
“Quédate lejos-” No pudo contenerse más, su piel comenzó a desprender nuevamente aquel aroma irresistible. Dio otro par de pasos inestables hacia atrás hasta que topó con una pared. De lejos podía apreciar a Adam por completo, la figura era imposible, completamente injusta en lo guapo que era. Aquello no pintaba para nada bien.
-Me toca.- Escuchó al ser que convivía con ella, sintió como le empujaba del volante, Hitori había sido completamente desplazada del control de su propio cuerpo. Tenía hambre y ya nada iba a detenerla.
Su cuerpo comenzó a cambiar sin pedir permiso. Ahí, manteniéndose parada a duras penas, despidiendo feromonas como nunca antes, tomó su forma de súcubo. Primero sus ojos. Brillaban con fuerza, esta vez completa y totalmente blancos. Luego su cabello que hacía juego con el mismo color e intensidad. Su piel todavía era pálida, pero recibió rubor suficiente como para olvidar que normalmente parecía enferma y frágil. Poco a poco sus flaquísimas piernas, sus caderas, sus nalgas, se llenaron de carne, transformando un cuerpo atractivo en una trampa letal.
De lo bajo de su espalda brotaron dos alas de murciélago que tenían pequeñas garras en las puntas, junto con otro par más pequeño en su cabeza. Las uñas de la sucubo tomaron color negro y crecieron, terminando en puntas peligrosamente filosas. Sobre su piel aparecieron medias rosadas y un corset negro que hacía maravillas para enaltecer sus pechos, que parecían haber crecido un poco.
Sus pies fueron cubiertos en un par de botas negras que elevaron su estatura y le hicieron perder el equilibrio, su cuerpo seguía débil aunque había cambiado de forma. Todavía se notaba un tanto desorientada, completamente agotada, pero el hambre había ganado. “Adam” Llamó como no había llamado antes, como una serpiente llamando a su presa. Sus ojos no se habían separado de los del vampiro desde que los había encontrado, peligrosos y hambrientos.
code by EMME“Pero no tenías que quedarte” Discutió antes de que Adam la besara. Ante ese contacto, algo dentro de ella gritó por más. Estaba débil, agotada, sabía que su cuerpo necesitaba recuperarse de la pérdida de sangre. Si ayer había estado hambrienta, hoy no iba a poder controlarse por mucho más tiempo.
No había apreciado en la oscuridad el cuerpo del vampiro. Era imposiblemente hermoso, absolutamente irresistible. Con sus manos había explorado absolutamente todo, pero era distinto verlo con sus propios ojos. Cuando se toparon con los ajenos, cayó de una altura imposible. Su mirada pasó de perdida a absolutamente enfocada, como un depredador que ha encontrado su presa.
¿Sería capaz Adam de sobrevivir el hambre infinito que la súcubo necesitaba saciar? Quiso alejarse, no quería perder el control con él aunque su cuerpo amenazaba con no escucharle más. Su piel se erizó bajo esas caricias, estaba ahí, desnuda, era el momento perfecto. Lo sintió venir, tan imposible de detener como un estornudo. Se incorporó de pronto, alejándose del vampiro, tambaleándose hacia atrás sin esconder un poco de pánico en su mirada.
“Adam, yo-” Extendió una mano, como si quisiera alejarle aunque había puesto un poco de distancia entre ambos. “El sol-” Giró la cabeza para revisar el astro, cada vez más despierto. Si comenzaba a alimentarse de él ahí, no estaba segura si él se quemaría vivo o no y de seguro ella no le dejaría irse. Se notaba preocupada, su ceño fruncido.
“Quédate lejos-” No pudo contenerse más, su piel comenzó a desprender nuevamente aquel aroma irresistible. Dio otro par de pasos inestables hacia atrás hasta que topó con una pared. De lejos podía apreciar a Adam por completo, la figura era imposible, completamente injusta en lo guapo que era. Aquello no pintaba para nada bien.
-Me toca.- Escuchó al ser que convivía con ella, sintió como le empujaba del volante, Hitori había sido completamente desplazada del control de su propio cuerpo. Tenía hambre y ya nada iba a detenerla.
Su cuerpo comenzó a cambiar sin pedir permiso. Ahí, manteniéndose parada a duras penas, despidiendo feromonas como nunca antes, tomó su forma de súcubo. Primero sus ojos. Brillaban con fuerza, esta vez completa y totalmente blancos. Luego su cabello que hacía juego con el mismo color e intensidad. Su piel todavía era pálida, pero recibió rubor suficiente como para olvidar que normalmente parecía enferma y frágil. Poco a poco sus flaquísimas piernas, sus caderas, sus nalgas, se llenaron de carne, transformando un cuerpo atractivo en una trampa letal.
De lo bajo de su espalda brotaron dos alas de murciélago que tenían pequeñas garras en las puntas, junto con otro par más pequeño en su cabeza. Las uñas de la sucubo tomaron color negro y crecieron, terminando en puntas peligrosamente filosas. Sobre su piel aparecieron medias rosadas y un corset negro que hacía maravillas para enaltecer sus pechos, que parecían haber crecido un poco.
Sus pies fueron cubiertos en un par de botas negras que elevaron su estatura y le hicieron perder el equilibrio, su cuerpo seguía débil aunque había cambiado de forma. Todavía se notaba un tanto desorientada, completamente agotada, pero el hambre había ganado. “Adam” Llamó como no había llamado antes, como una serpiente llamando a su presa. Sus ojos no se habían separado de los del vampiro desde que los había encontrado, peligrosos y hambrientos.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Mar Mar 16, 2021 2:29 am
-Pero deseaba hacerlo señorita Hitori…- susurró cerca de sus labios después del beso, con una pequeña sonrisa, pasando sus manos a las mejillas ajenas, apreciando realmente lo que los ojos ajenos podían contar con el reflejo de la luz del Sol. Realmente eran hermosos, a este vampiro le encantaban demasiado como reflejaban la luz, aquellos ojos que le llamaban.
¿Qué era lo que ella estaba pensando cuando por fin esos orbes azules pudieron apreciar el cuerpo del vampiro? Tal vez la haya sorprendido. Pero la reacción que ella dio fue algo que no esperaba realmente, como ella se alejó de sus brazos, aquellos ojos que pasaron de sorprendida, a ser como los de un cazador a un sentimiento de pánico puro. Se levantó Adam del asiento, levantando su bóxer y su pantalón, apenas abrochando para que se quedara en su lugar mientras caminaba, pero apenas unos pasos había dado hasta que los rayos de sol se interponen.
-Señorita Hitori- Dijo, llamándola, estaba curioso, confundido con los hechos que se mostraban enfrente de él. Respiró profundamente, queriendo estirar su mano pero no podía, el Sol se interponía. ¿Qué era lo que podía hacer en ese momento? Claro, las sombras podían servir, pero era vidrio, ¿tal vez una clase de puente? Pensó en las posibilidades.
Se peinó su cabello hacia atrás, haciendo que sus sombras arrastraran el paraguas que había puesto hacía su mano, tal y como lo haría un mago. Tomó un bocado de aire, pero antes de poder hacer algo observó cómo el cuerpo ajeno se convertía en una belleza… no… esa palabra se quedaba corta con lo que estaba viendo.
Aquel ser, aquella raza que al ver sólo dejó una pequeña sonrisa, oh las memorias. Se relamió los labios, apreciando como todas aquellos atributos que tenía su acompañante resaltan aún más. Más carne, más curva marcada en su figura, aquellas alas de murciélago y esos ojos penetrantes que no dejaba de ver. Ahí estaba, lo que había visto en medio de la noche. La transformación estaba por fin completa, y apreció la vista demoníaca que ella dejaba notar en todo su cuerpo.
Aquella vestimenta diferente a la que tenía, las uñas que esta vez si iban a dejar marca en su piel. Infló un poco el pecho, Adam estaba dispuesto a pasar esa barrera, ¿Por qué? Tal vez sea la curiosidad que tenía. La forma delgada y la debilidad que demostraba cuando la tenía en sus brazos fue completamente reemplazada por un ser con una figura más esbelta, sensual y fuerte.
-Señorita Hitori- respondió al llamado ajeno, observando a un lado, notando el astro que empujaba los rayos de sol tan fuertes, como si estuviera previniendo aquel camino, ¿Para proteger a quien? ¿A Adam? O tal vez… ¿A Hitori? ¿Acaso sabía las intenciones verdaderas? Que va a saber aquella estrella de los asuntos entre ellos dos. Adam estaba determinado a avanzar hacía su entretenimiento, no la iba a dejar escapar y ni su peor enemigo lo iba a detener.
Pasó su mano por su abdomen y después dejó el pulgar dentro del pantalón, mientras que con la otra mano abría su paraguas y con pasos firmes avanzó hacia ella. Claro, el calor le seguía pegando, pero era algo que podía soportar, estaba alimentado completamente, ya no tenía que sacar los colmillos que tanto habían amenazado la vida ajena.
Deseaba poder tapar el sol con un dedo, pero simplemente no podía. No había persianas para ayudarle, estaban totalmente desgarradas. Su camisa negra no serviría de mucho, no cuando pensaba que iba a ser desvestido de nuevo. Por lo menos tenía sus mocasines puestos de color negro, así no recibiría el impacto en sus pies.
“Diez minutos” pensó antes de que se dañara su piel si fuera expuesto al sol, no le gustaba para nada la sensación nefasta que recibía cuando los rayos de Sol pegaban contra su morena piel. Aquellos rayos que le quemaban como si estuviera experimentado las llamas del infierno… constantemente, cada segundo que pasaba. ¿Acaso iba a arriesgarse? Por supuesto. Observando al demonio, llamándolo de esa manera, aquel veneno que en su forma humana emanaba… todo iba a un punto obvio, ¿no? ella tenía que alimentarse de alguna manera y sólo se divirtió con la mera idea de saber como lo hacía.
Se detuvo delante de ella después de dar pasos firmes y rítmicos. Aún con el paraguas tapando los rayos de sol para que no tocaran la parte superior del cuerpo. Recibía aquel veneno, mucho más potente, donde apenas y podía tomar oxígeno antes de acostumbrarse. Aquel deseo era mucho más potente, la lujuria que estaba demostrando tan solo en sus ojos, el calor que procedía de su cuerpo.
Aún así, puso su mano libre a un lado de la cabeza de Hitori, apoyándose en la pared -Señorita Hitori… así es como se alimenta entonces- Dijo, teniendo una buena idea de cómo iba a terminar esto, la pregunta real era si arriesgarse más tiempo cuando cayera su paraguas al suelo. ¿Valía la pena? Para conseguirla, claro, debía de aceptar las dos partes de ella. Una más salvaje que la otra. ¿Cómo se comportaría? ¿Qué podría mostrar?
-Veo que esa es su forma de raza… diferente, pero me encanta de igual manera- Dijo en un susurro, estando cerca de ella. Apenas y podía resistir a no plantarle un beso apasionado, a dejar que su lengua explorara la boca ajena y sus manos dominaran el cuerpo ajeno. Maldecía el afrodisiaco que expulsaba, él ya se iba a entregar, ¿Por que pasar por esta tortura?... Le encantaba.
¿Qué era lo que ella estaba pensando cuando por fin esos orbes azules pudieron apreciar el cuerpo del vampiro? Tal vez la haya sorprendido. Pero la reacción que ella dio fue algo que no esperaba realmente, como ella se alejó de sus brazos, aquellos ojos que pasaron de sorprendida, a ser como los de un cazador a un sentimiento de pánico puro. Se levantó Adam del asiento, levantando su bóxer y su pantalón, apenas abrochando para que se quedara en su lugar mientras caminaba, pero apenas unos pasos había dado hasta que los rayos de sol se interponen.
-Señorita Hitori- Dijo, llamándola, estaba curioso, confundido con los hechos que se mostraban enfrente de él. Respiró profundamente, queriendo estirar su mano pero no podía, el Sol se interponía. ¿Qué era lo que podía hacer en ese momento? Claro, las sombras podían servir, pero era vidrio, ¿tal vez una clase de puente? Pensó en las posibilidades.
Se peinó su cabello hacia atrás, haciendo que sus sombras arrastraran el paraguas que había puesto hacía su mano, tal y como lo haría un mago. Tomó un bocado de aire, pero antes de poder hacer algo observó cómo el cuerpo ajeno se convertía en una belleza… no… esa palabra se quedaba corta con lo que estaba viendo.
Aquel ser, aquella raza que al ver sólo dejó una pequeña sonrisa, oh las memorias. Se relamió los labios, apreciando como todas aquellos atributos que tenía su acompañante resaltan aún más. Más carne, más curva marcada en su figura, aquellas alas de murciélago y esos ojos penetrantes que no dejaba de ver. Ahí estaba, lo que había visto en medio de la noche. La transformación estaba por fin completa, y apreció la vista demoníaca que ella dejaba notar en todo su cuerpo.
Aquella vestimenta diferente a la que tenía, las uñas que esta vez si iban a dejar marca en su piel. Infló un poco el pecho, Adam estaba dispuesto a pasar esa barrera, ¿Por qué? Tal vez sea la curiosidad que tenía. La forma delgada y la debilidad que demostraba cuando la tenía en sus brazos fue completamente reemplazada por un ser con una figura más esbelta, sensual y fuerte.
-Señorita Hitori- respondió al llamado ajeno, observando a un lado, notando el astro que empujaba los rayos de sol tan fuertes, como si estuviera previniendo aquel camino, ¿Para proteger a quien? ¿A Adam? O tal vez… ¿A Hitori? ¿Acaso sabía las intenciones verdaderas? Que va a saber aquella estrella de los asuntos entre ellos dos. Adam estaba determinado a avanzar hacía su entretenimiento, no la iba a dejar escapar y ni su peor enemigo lo iba a detener.
Pasó su mano por su abdomen y después dejó el pulgar dentro del pantalón, mientras que con la otra mano abría su paraguas y con pasos firmes avanzó hacia ella. Claro, el calor le seguía pegando, pero era algo que podía soportar, estaba alimentado completamente, ya no tenía que sacar los colmillos que tanto habían amenazado la vida ajena.
Deseaba poder tapar el sol con un dedo, pero simplemente no podía. No había persianas para ayudarle, estaban totalmente desgarradas. Su camisa negra no serviría de mucho, no cuando pensaba que iba a ser desvestido de nuevo. Por lo menos tenía sus mocasines puestos de color negro, así no recibiría el impacto en sus pies.
“Diez minutos” pensó antes de que se dañara su piel si fuera expuesto al sol, no le gustaba para nada la sensación nefasta que recibía cuando los rayos de Sol pegaban contra su morena piel. Aquellos rayos que le quemaban como si estuviera experimentado las llamas del infierno… constantemente, cada segundo que pasaba. ¿Acaso iba a arriesgarse? Por supuesto. Observando al demonio, llamándolo de esa manera, aquel veneno que en su forma humana emanaba… todo iba a un punto obvio, ¿no? ella tenía que alimentarse de alguna manera y sólo se divirtió con la mera idea de saber como lo hacía.
Se detuvo delante de ella después de dar pasos firmes y rítmicos. Aún con el paraguas tapando los rayos de sol para que no tocaran la parte superior del cuerpo. Recibía aquel veneno, mucho más potente, donde apenas y podía tomar oxígeno antes de acostumbrarse. Aquel deseo era mucho más potente, la lujuria que estaba demostrando tan solo en sus ojos, el calor que procedía de su cuerpo.
Aún así, puso su mano libre a un lado de la cabeza de Hitori, apoyándose en la pared -Señorita Hitori… así es como se alimenta entonces- Dijo, teniendo una buena idea de cómo iba a terminar esto, la pregunta real era si arriesgarse más tiempo cuando cayera su paraguas al suelo. ¿Valía la pena? Para conseguirla, claro, debía de aceptar las dos partes de ella. Una más salvaje que la otra. ¿Cómo se comportaría? ¿Qué podría mostrar?
-Veo que esa es su forma de raza… diferente, pero me encanta de igual manera- Dijo en un susurro, estando cerca de ella. Apenas y podía resistir a no plantarle un beso apasionado, a dejar que su lengua explorara la boca ajena y sus manos dominaran el cuerpo ajeno. Maldecía el afrodisiaco que expulsaba, él ya se iba a entregar, ¿Por que pasar por esta tortura?... Le encantaba.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Mar Mar 16, 2021 3:42 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
De haber estado más consciente de sus alrededores, si en ese momento le hubiese importado algo que no fuese Adam, el movimiento sobrenatural de las sombras hubiesen aterrado a Hitori. Pero la Hitori que le temía a la oscuridad se encontraba muy lejos en ese instante, ni siquiera recordaría ese evento cuando volviera.
Una sonrisa peligrosa iluminó las facciones de la súcubo, sus ojos completamente blancos clavados en los ajenos, profundos y completamente vacíos. Dejó entrever un par de colmillos pequeños mientras Adam se acercaba. ¿El sol? Su última advertencia había sido realmente la última vez que recordaría que el vampiro estaba en peligro bajo esa luz, ya no le importaba.
Apoyó su mano en el hombro de Adam, una caricia que recorrió el brazo extendido mientras la chica relamía sus labios, hundiendo las uñas un poco, lo suficiente para dejar caminos en la piel inmaculada. Sólo podía pensar en chocolate y lo mucho que quería probarlo.
¿Por qué le importaba lo que estaba diciendo? Un pedacito de ella quería saber, escuchar esas palabras. “Señor Valentine, le advertí que no era el único depredador en este salón.” Una sonrisa ladina acompañó su tono de falso reproche. “Que si se quedaba, necesitaría reponerse.” Su otra mano se estiró hacia Adam, jalándole hacia ella del cinturón. “Ahora es mi turno.”
No había terminado de hablar y sus uñas habían rasgado el cinturón a la mitad con precisión, sin pasar a llevar nada más. Una de sus piernas rodeó la cintura ajena, pegándole a su cuerpo, más cerca. Apoyó su otra mano en la nuca del vampiro y le guió hacia sus labios, atrapándole en un beso profundo, hambriento y sin medida.
No necesitaba aire ni descansar. Su lengua exploraba y ultrajaba la boca ajena sin discriminación, quería todo. Mordió labios, tirándolos hacia atrás tan solo para volver a besarle. Mientras más segundos pasaban, más se cargaba el aire con esa mezcla de magia negra hasta que casi no se podía respirar.
Rodeó el cuello de Adam con sus brazos y, con un pequeño salto, rodeó su cintura con la otra pierna, pegándose más, restregando su intimidad ya empapada contra el miembro erecto del vampiro a través de las capas de ropa. Su cuerpo le pedía a gritos que comenzara a alimentarse, ya.
“Muéstrame todo lo que quieres de mi, Adam.” Murmuró en un oído que prontamente mordió, su lengua jugando con el lóbulo antes de besar hacia abajo, succionando parte de su cuello en una acción que dejaría una marca en algunos minutos. “Todo lo que quieres hacerme.” Sus pezones erectos se mostraban detrás de la tela delgada de su ropa, rozando contra el pecho del vampiro.
“Ahora.” No era un reto, no era una súplica sino una orden que no daba cabida para negarse bajo la influencia de su magia. Hablaba el hambre, aquel que no le dejaba pensar, que ponía de lado todas las características complicadas de la dueña de ese cuerpo. No había nada más, tan solo asegurarse de que ese encuentro fuese lo más intenso posible, cargando el aire de veneno hasta que le dolía, influenciando al vampiro a tirar todo su cuidado a la mierda.
code by EMMEUna sonrisa peligrosa iluminó las facciones de la súcubo, sus ojos completamente blancos clavados en los ajenos, profundos y completamente vacíos. Dejó entrever un par de colmillos pequeños mientras Adam se acercaba. ¿El sol? Su última advertencia había sido realmente la última vez que recordaría que el vampiro estaba en peligro bajo esa luz, ya no le importaba.
Apoyó su mano en el hombro de Adam, una caricia que recorrió el brazo extendido mientras la chica relamía sus labios, hundiendo las uñas un poco, lo suficiente para dejar caminos en la piel inmaculada. Sólo podía pensar en chocolate y lo mucho que quería probarlo.
¿Por qué le importaba lo que estaba diciendo? Un pedacito de ella quería saber, escuchar esas palabras. “Señor Valentine, le advertí que no era el único depredador en este salón.” Una sonrisa ladina acompañó su tono de falso reproche. “Que si se quedaba, necesitaría reponerse.” Su otra mano se estiró hacia Adam, jalándole hacia ella del cinturón. “Ahora es mi turno.”
No había terminado de hablar y sus uñas habían rasgado el cinturón a la mitad con precisión, sin pasar a llevar nada más. Una de sus piernas rodeó la cintura ajena, pegándole a su cuerpo, más cerca. Apoyó su otra mano en la nuca del vampiro y le guió hacia sus labios, atrapándole en un beso profundo, hambriento y sin medida.
No necesitaba aire ni descansar. Su lengua exploraba y ultrajaba la boca ajena sin discriminación, quería todo. Mordió labios, tirándolos hacia atrás tan solo para volver a besarle. Mientras más segundos pasaban, más se cargaba el aire con esa mezcla de magia negra hasta que casi no se podía respirar.
Rodeó el cuello de Adam con sus brazos y, con un pequeño salto, rodeó su cintura con la otra pierna, pegándose más, restregando su intimidad ya empapada contra el miembro erecto del vampiro a través de las capas de ropa. Su cuerpo le pedía a gritos que comenzara a alimentarse, ya.
“Muéstrame todo lo que quieres de mi, Adam.” Murmuró en un oído que prontamente mordió, su lengua jugando con el lóbulo antes de besar hacia abajo, succionando parte de su cuello en una acción que dejaría una marca en algunos minutos. “Todo lo que quieres hacerme.” Sus pezones erectos se mostraban detrás de la tela delgada de su ropa, rozando contra el pecho del vampiro.
“Ahora.” No era un reto, no era una súplica sino una orden que no daba cabida para negarse bajo la influencia de su magia. Hablaba el hambre, aquel que no le dejaba pensar, que ponía de lado todas las características complicadas de la dueña de ese cuerpo. No había nada más, tan solo asegurarse de que ese encuentro fuese lo más intenso posible, cargando el aire de veneno hasta que le dolía, influenciando al vampiro a tirar todo su cuidado a la mierda.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Mar Mar 16, 2021 4:51 am
Una actitud totalmente diferente, una mujer dominante, con esas palabras que no eran más un juego, sino de un peligroso ser. ¿Qué le había sucedido a Hitori? Se preguntaba mientras que sus ojos se clavaban en los blancos ajenos, vacíos. Sin iris que ver, sin alma que notar. Como una demonio, como aquellos seres violentos de diferentes maneras y notaba que ella era violenta… sexualmente.
-Si me quede con usted es porque confío en mis habilidades señorita Hitori- Le contestó con una pequeña sonrisa, ya sin hambre, podía a lo que se enfrentaba. ¿Tal vez? Era una cuestión importante, sin saber lo que ella le podía hacer, hundiéndose en una nube de lujuria y afrodisíacos que apenas y podía controlarse, ¿Qué quería lograr hacer la ajena? ¿Qué mostrará su lado salvaje? Eso se vería en cómo se desarrollaban los eventos.
Sin poder decir más, su ropa había sido maltratada, y si no fuera por la droga claramente se habría enojado, pero su mente estaba nublada y apenas y podía pensar en lo que estaba transcurriendo en ese momento. Aún con el paraguas en su mano, sujetando la única barrera que tenía contra el astro. Sus labios conectaban a los ajenos, siguiendo aquella intensidad la cual ella controlaba. Pasó su mano hacia las caderas ajenas, aquellas que estaban más marcadas.
Esta batalla estaba totalmente perdida. No podía hacer nada más que dejar controlarse, que esa lucha, mordidas y besos apasionados, en donde apenas y se podía tomar aire correspondía a cada uno, siguiéndole el paso, dejando que su juega sea dominada por la ajena, que la saliva se comparta mientras que quedaba completamente enterrado en sensaciones placenteras que afectan todo su ser. Sus pezones erectos al igual que su pene.
Ella escalaba su cuerpo, aquellas piernas estaban capturando sus caderas, sentía las ropas delgadas de la ajena totalmente húmedas, aquella intimidad lista para ser tomada. Mordió su labio inferior, lo que hacía ella era provocarlo más y más. Se estremeció ante los besos, ante las caricias, ante ese contacto tan cercano que está experimentando, no era como el anterior, no, este tenía algo más brutal, algo más primitivo. Tenía hambre por el placer sexual. Como debía de actuar una súcubo como las leyendas. Bestias que buscan el placer y absorben la vitalidad por medio del sexo.
La pegó con fuerza contra la pared, presionando su cuerpo con el ajeno -Señorita… Hitori…- Jadeaba, sentía su cuerpo hirviendo, sudor pasando por su cuerpo, por su frente y pecho desnudo, por su abdomen, sentía que estaba hirviendo su sangre. Deseaba darle todo. Deshacerse de sus palabras gentiles, de tirar todo por la ventana para enseñar la forma más primitiva de su ser.
Pero no se iba a rendir. Aunque su mano pasó por las medias rosadas, rasgando lentamente con sus dedos la tela, que con su boca buscaba la ajena para darle un beso intenso, lascivo, que sus lenguas jugasen, que no importara si podía respirar la ajena o no, deseaba todo. Que su mano apenas sujetaba el paraguas, pero a veces temblaba y dejaba los rayos de sol pegar contra su espalda, causándole un ardor intenso. No le importaba.
Aunque su otra mano dejó de rasgar las ropas solamente para mover aquellas ropas que molestaban, rompiendo con fuerza las medias -A… sus ordenes… my lady…- sus palabras no iban a dejar de tener ese tono caballeroso, servicial, gentil como si fuera el viento mismo en un día de primavera. No tardó mucho en que su mano que había maltratado las ropas ajenas fuera hacía el pantalón y el bóxer, y con un solo movimiento los bajara, dejando libre su miembro, mojado aún por la noche anterior, pero listo para seguir con la acción.
La penetró con fuerza, dejando salir un gemido cerca de los labios ajenos, ahí, en el día, ¿Acaso estaban seguros? Por supuesto que no, podría venir alguien a tocar, a entrar sólo para ver toda esa habitación llena de líquidos, de ver los dos cuerpos pegados a un lado y tomando actos sexuales. Le gustaba como sonaba eso, el peligro a ser descubierto.
Sus labios pasaron al cuello ajeno, mordiendo su piel con fuerza, dejando marcas con sus dientes. Sus colmillos estaban ocultos, no deseaba alimentarse más, no, ahora le tocaba a la mujer enfrente de ella. Dió su primera embestida, más fuerte que la noche anterior, y después otra y otra más, pegando el trasero de la mujer contra la pared, moviendo su cuerpo con brutalidad, aquello ya no lo podía controlar, su cuerpo no le obedecía.
-Señorita Hitori…- susurró entre jadeos, apegado a su piel, pasando por su cuello hasta su oreja, notando aquellas alas que salían de su cabeza y sin pensarlo dos veces dejo un beso en una de ellas, lamiendo con lentitud, dejando una pequeña mordida en la delgada piel, ¿Qué reacciones tendría la ajena? Bueno, cual fuera que sea su reacción, claramente la orgía de sonidos era más que suficiente para asustar a los jóvenes… o atraerlos.
-Si me quede con usted es porque confío en mis habilidades señorita Hitori- Le contestó con una pequeña sonrisa, ya sin hambre, podía a lo que se enfrentaba. ¿Tal vez? Era una cuestión importante, sin saber lo que ella le podía hacer, hundiéndose en una nube de lujuria y afrodisíacos que apenas y podía controlarse, ¿Qué quería lograr hacer la ajena? ¿Qué mostrará su lado salvaje? Eso se vería en cómo se desarrollaban los eventos.
Sin poder decir más, su ropa había sido maltratada, y si no fuera por la droga claramente se habría enojado, pero su mente estaba nublada y apenas y podía pensar en lo que estaba transcurriendo en ese momento. Aún con el paraguas en su mano, sujetando la única barrera que tenía contra el astro. Sus labios conectaban a los ajenos, siguiendo aquella intensidad la cual ella controlaba. Pasó su mano hacia las caderas ajenas, aquellas que estaban más marcadas.
Esta batalla estaba totalmente perdida. No podía hacer nada más que dejar controlarse, que esa lucha, mordidas y besos apasionados, en donde apenas y se podía tomar aire correspondía a cada uno, siguiéndole el paso, dejando que su juega sea dominada por la ajena, que la saliva se comparta mientras que quedaba completamente enterrado en sensaciones placenteras que afectan todo su ser. Sus pezones erectos al igual que su pene.
Ella escalaba su cuerpo, aquellas piernas estaban capturando sus caderas, sentía las ropas delgadas de la ajena totalmente húmedas, aquella intimidad lista para ser tomada. Mordió su labio inferior, lo que hacía ella era provocarlo más y más. Se estremeció ante los besos, ante las caricias, ante ese contacto tan cercano que está experimentando, no era como el anterior, no, este tenía algo más brutal, algo más primitivo. Tenía hambre por el placer sexual. Como debía de actuar una súcubo como las leyendas. Bestias que buscan el placer y absorben la vitalidad por medio del sexo.
La pegó con fuerza contra la pared, presionando su cuerpo con el ajeno -Señorita… Hitori…- Jadeaba, sentía su cuerpo hirviendo, sudor pasando por su cuerpo, por su frente y pecho desnudo, por su abdomen, sentía que estaba hirviendo su sangre. Deseaba darle todo. Deshacerse de sus palabras gentiles, de tirar todo por la ventana para enseñar la forma más primitiva de su ser.
Pero no se iba a rendir. Aunque su mano pasó por las medias rosadas, rasgando lentamente con sus dedos la tela, que con su boca buscaba la ajena para darle un beso intenso, lascivo, que sus lenguas jugasen, que no importara si podía respirar la ajena o no, deseaba todo. Que su mano apenas sujetaba el paraguas, pero a veces temblaba y dejaba los rayos de sol pegar contra su espalda, causándole un ardor intenso. No le importaba.
Aunque su otra mano dejó de rasgar las ropas solamente para mover aquellas ropas que molestaban, rompiendo con fuerza las medias -A… sus ordenes… my lady…- sus palabras no iban a dejar de tener ese tono caballeroso, servicial, gentil como si fuera el viento mismo en un día de primavera. No tardó mucho en que su mano que había maltratado las ropas ajenas fuera hacía el pantalón y el bóxer, y con un solo movimiento los bajara, dejando libre su miembro, mojado aún por la noche anterior, pero listo para seguir con la acción.
La penetró con fuerza, dejando salir un gemido cerca de los labios ajenos, ahí, en el día, ¿Acaso estaban seguros? Por supuesto que no, podría venir alguien a tocar, a entrar sólo para ver toda esa habitación llena de líquidos, de ver los dos cuerpos pegados a un lado y tomando actos sexuales. Le gustaba como sonaba eso, el peligro a ser descubierto.
Sus labios pasaron al cuello ajeno, mordiendo su piel con fuerza, dejando marcas con sus dientes. Sus colmillos estaban ocultos, no deseaba alimentarse más, no, ahora le tocaba a la mujer enfrente de ella. Dió su primera embestida, más fuerte que la noche anterior, y después otra y otra más, pegando el trasero de la mujer contra la pared, moviendo su cuerpo con brutalidad, aquello ya no lo podía controlar, su cuerpo no le obedecía.
-Señorita Hitori…- susurró entre jadeos, apegado a su piel, pasando por su cuello hasta su oreja, notando aquellas alas que salían de su cabeza y sin pensarlo dos veces dejo un beso en una de ellas, lamiendo con lentitud, dejando una pequeña mordida en la delgada piel, ¿Qué reacciones tendría la ajena? Bueno, cual fuera que sea su reacción, claramente la orgía de sonidos era más que suficiente para asustar a los jóvenes… o atraerlos.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Mar Mar 16, 2021 5:55 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
La sucubo gimió cuando Adam le pegó contra la pared con fuerza. Era exactamente lo que necesitaba. Era hora, podía sentir el cuerpo del vampiro hirviendo entre sus piernas. Ahí, cuando el vampiro comenzó a rasgar sus medias, Hitori comenzó a alimentarse.
No se notaba demasiado, tan sólo en el hecho de que el tinte de su cabello y ojos poco a poco se tornaba más verde de manera casi imperceptible por el momento. Estaba herida, la falta de sangre todavía le afectaba, pero una vez clavó sus colmillos energéticos en Adam era cosa de tiempo antes de recuperarse.
Sus labios buscaron en los ajenos aquel deseo, esa energía vital de la que necesitaba alimentarse, y encontró todo. Mucho más de lo que había esperado. Hitori se estremeció, sintiendo el primer mordisco que tomó con su boca rápidamente ponerse a trabajar para reponer lo que había perdido.
Adam se había deshecho de las capas de ropa que les estorbaban y la mujer ayudó, pasando una uña desde su cuello hasta su estómago sin demasiado cuidado, rasgando el resto de la ropa que le quedaba. Necesitaba más contacto, más deseo. Acompañó el gemido de la primera embestida con uno propio, clavando sus uñas en los hombros ajenos, dejando pequeñas marcas como la que había quedado en su pecho.
Ahora podía ver su cara, sus expresiones, esos ojos grises que no retrocedían un sólo centímetro de los suyos. Era aún mejor. Bendita su suerte de haber encontrado alguien que podía darle la pelea cuando estaba así de hambrienta, que no había retrocedido con miedo, que no había caído en un estupor frente a su veneno.
“Mmm” La piel de su cuello recibió la intensidad de esa mordida, recuperando lo que le había entregado a Adam. La primera embestida había sido deliciosa, sentía el vigor que llevaba detrás, la potencia del deseo que había despertado en el moreno. Era absolutamente delicioso.
Sintió la pared fría contra ella nuevamente, y la diferencia de temperatura entre el vampiro y su espalda. En cualquier otro momento le hubiese preocupado, pero las embestidas de Adam eran demasiado. Él quería tanto, todo, y eso sólo le alimentaba más, más rápido. Quitaba desde el miembro que le penetraba energía vital con cada movimiento.
Apegó su pecho descubierto al ajeno, tomando más desde ahí con sus pechos, con los pezones que rozaban con la piel ajena. Drenaba con todo su cuerpo, con cada milímetro que estaba en contacto con Adam, no podía contenerse. Se sentía más despierta cada segundo, poco a poco sacudiendo el ligero dolor y somnolencia de la falta de sangre.
El susurro en su oreja goteaba de más energía, más deseos y fantasías, interminables. Y luego el hombre de cuerpo que ahora podía admirar con locura se atrevió a tocar una de sus alas. Nadie nunca lo había hecho, no mantenían suficiente cordura como para querer explorar algo nuevo. Era el lugar donde canalizaba toda la energía cuando intentaba curar a alguien y descubrió en ese momento que era extremadamente sensible.
“¡Ah!” No esperó el gemido que escapó de sus labios, apretó sus piernas ahora que se sentía más fuerte, moviendo sus caderas de manera violenta con cada embestida, le quería más adentro. Sus labios estaban listos para volver a probar otro bocado de Adam. Lo tomó de la nuca, hundiendo sus uñas sin cuidado, rasgando piel morena, y pegó sus labios a los ajenos, robando vida que no le pertenecía cada segundo. Nunca había probado algo parecido.
Estaba demasiado ensimismada en alimentarse para recordar cómo hablar, un nombre, ni siquiera había notado el paraguas que cubría a Adam. No importaba.
code by EMMENo se notaba demasiado, tan sólo en el hecho de que el tinte de su cabello y ojos poco a poco se tornaba más verde de manera casi imperceptible por el momento. Estaba herida, la falta de sangre todavía le afectaba, pero una vez clavó sus colmillos energéticos en Adam era cosa de tiempo antes de recuperarse.
Sus labios buscaron en los ajenos aquel deseo, esa energía vital de la que necesitaba alimentarse, y encontró todo. Mucho más de lo que había esperado. Hitori se estremeció, sintiendo el primer mordisco que tomó con su boca rápidamente ponerse a trabajar para reponer lo que había perdido.
Adam se había deshecho de las capas de ropa que les estorbaban y la mujer ayudó, pasando una uña desde su cuello hasta su estómago sin demasiado cuidado, rasgando el resto de la ropa que le quedaba. Necesitaba más contacto, más deseo. Acompañó el gemido de la primera embestida con uno propio, clavando sus uñas en los hombros ajenos, dejando pequeñas marcas como la que había quedado en su pecho.
Ahora podía ver su cara, sus expresiones, esos ojos grises que no retrocedían un sólo centímetro de los suyos. Era aún mejor. Bendita su suerte de haber encontrado alguien que podía darle la pelea cuando estaba así de hambrienta, que no había retrocedido con miedo, que no había caído en un estupor frente a su veneno.
“Mmm” La piel de su cuello recibió la intensidad de esa mordida, recuperando lo que le había entregado a Adam. La primera embestida había sido deliciosa, sentía el vigor que llevaba detrás, la potencia del deseo que había despertado en el moreno. Era absolutamente delicioso.
Sintió la pared fría contra ella nuevamente, y la diferencia de temperatura entre el vampiro y su espalda. En cualquier otro momento le hubiese preocupado, pero las embestidas de Adam eran demasiado. Él quería tanto, todo, y eso sólo le alimentaba más, más rápido. Quitaba desde el miembro que le penetraba energía vital con cada movimiento.
Apegó su pecho descubierto al ajeno, tomando más desde ahí con sus pechos, con los pezones que rozaban con la piel ajena. Drenaba con todo su cuerpo, con cada milímetro que estaba en contacto con Adam, no podía contenerse. Se sentía más despierta cada segundo, poco a poco sacudiendo el ligero dolor y somnolencia de la falta de sangre.
El susurro en su oreja goteaba de más energía, más deseos y fantasías, interminables. Y luego el hombre de cuerpo que ahora podía admirar con locura se atrevió a tocar una de sus alas. Nadie nunca lo había hecho, no mantenían suficiente cordura como para querer explorar algo nuevo. Era el lugar donde canalizaba toda la energía cuando intentaba curar a alguien y descubrió en ese momento que era extremadamente sensible.
“¡Ah!” No esperó el gemido que escapó de sus labios, apretó sus piernas ahora que se sentía más fuerte, moviendo sus caderas de manera violenta con cada embestida, le quería más adentro. Sus labios estaban listos para volver a probar otro bocado de Adam. Lo tomó de la nuca, hundiendo sus uñas sin cuidado, rasgando piel morena, y pegó sus labios a los ajenos, robando vida que no le pertenecía cada segundo. Nunca había probado algo parecido.
Estaba demasiado ensimismada en alimentarse para recordar cómo hablar, un nombre, ni siquiera había notado el paraguas que cubría a Adam. No importaba.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Mar Mar 16, 2021 7:06 am
¿Cuál era esa sensación? Extraña la sensación que su cuerpo emanaba, como si estuvieran jalando algo pero realmente no le molestaba. No era gran cosa realmente. Ni siquiera la pizca de su poder, como si fuera toda una tienda de vinos y solamente tomarán la botella más cercana. Era extraño, pero bienvenidas sean las nuevas experiencias.
Cada embestida, cada beso, cada contacto con ella era más intenso, más fuerte. Ese cuerpo descubierto de la ajena. Tan sensual, mucho más de lo que había sido su forma humana. Todas las palabras se fueron por la ventana. Solamente quedaban las acciones, los toques, las sensaciones. ¿Acaso era la gran influencia del veneno? realmente se sentía bastante bien carnalmente. En cuanto a los sentimientos, solo aquellos que estaban demasiado apegados a la lujuria, nada de cariño, ni amor, no como la noche pasada. Dos facetas presenció de la mujer a la cual le interesaba. ¿Había más? ¿Cuantas mas identidades? con solo ese pensamiento su hambre se extendía a mil por hora.
Aquel gemido, aquella reacción era más de lo que esperaba, como su cuerpo se tensaba, ella subía la intensidad del acto y él solamente la seguía. Sus labios uniéndose a los ajenos, para este punto, ¿Qué era lo que importaba? Podían hacer el ruido que quisieran, jadear y gemir tan fuerte que toda la escuela se enterara. No importaba ya, solamente eran esos dos en una orquesta lasciva.
-Ah… ah…- no podía decir nada entre los jadeos que dejaba salir por el calor que sentía. Su garganta reseca apenas y podía refrescarse con la saliva ajena. Su respiración era más difícil y aún así quería muchísimo más. Penetraba con fuerza, dejaba su mano libre en el pecho ajeno, apretando entre los dedos el pezón erecto, jalandolo, jugando con él de una manera desesperada, quería más, mucho más. quitarse esta urgencia mortífera.
Dejó el paraguas caer por fin y su cuerpo recibió el ataque de su ferviente enemigo. Su espalda fue la que estaba recibiendo el mayor castigo. Entre las heridas de las uñas ajenas, aquellas que habían rasgado la antes saludable tez morena ahora quedaría marcado por ella. un ardor de los mil infiernos pegaba contra su piel, pero le daba caso omiso, o mejor dicho, todo ese dolor se transmitía como placer, maldita sea la droga de nuevo.
La primera oleada de dolor había pasado, parecía haber sido siglos desde la última vez que sintió el sol en su piel. El dolor estaba ahí, constante, las nubes eran las aliadas de este momento de Adam que agradecía con gusto aquel clima. Sus labios besaban a los ajenos, pasaban por un lado, dejaban en el cuello de la mujer mordidas extremadamente fuertes que dejaran hilillos de sangre salir, no, no iba a tomar de ella. Su sed ya fue satisfecha, pero su hambre de conocimiento aún no, y mucho menos el hambre que tenía de sexo.
Sus labios viajaban a los hombros en donde se clavaban sus dientes. Sus manos agarraban las nalgas de la mujer, apretando con sus dedos, rasgando su piel con fuerza. Que las heridas no solamente estuvieran en una sola piel. Que si estuvieran marcados, que sea mutuo el trato.
-Seño...rita… Hitori…-Entre dolor y placer, sin preocuparse más del dolor que causaba aquellos débiles rayos solares. ¿Estaba mal no preocuparse por su salud? Ni que el sol fuera a matarlo al instante, mucho menos con este clima. Era mucho más resiliente que todos aquellos que consideraba camaradas. Podía resistir más tiempo antes de que tuvieran un efecto negativo en su cuerpo, en su ser. Un pequeño baño de sol no haría mal a nadie.
Sus manos ascendieron por las caderas, pasando por la fría pared que alberga esta habitación y agarró las alas ajenas, tan solo acariciándose, dejando que sus uñas pasaran sin mucha fuerza, rozandolas, apretando suavemente. Sus labios ascendieron por el lado del rostro de la mujer, dejando besos y mordidas, llegando a la oreja y mordiendo el pómulo con fuerza, de nuevo llegando a esa ala. Su punto sensible.
Con una sonrisa traviesa dejaba ahora besos, chupetones, unas pequeñas mordidas suaves, no deseaba herirla gravemente, tan solo un jugueteo en aquella parte del cuerpo del sucubo. Iba a conquistar todos los frentes posibles. Iba a hacerla sentir como nadie lo había hecho. Con sus dedos, su boca y su lengua iba a explorar cada parte del cuerpo ajeno, encontrando más debilidades. Dejaba que ella tuviera el control, de todas maneras, ¿Qué es una pelea perdida cuando ganas la guerra?
Cada embestida, cada beso, cada contacto con ella era más intenso, más fuerte. Ese cuerpo descubierto de la ajena. Tan sensual, mucho más de lo que había sido su forma humana. Todas las palabras se fueron por la ventana. Solamente quedaban las acciones, los toques, las sensaciones. ¿Acaso era la gran influencia del veneno? realmente se sentía bastante bien carnalmente. En cuanto a los sentimientos, solo aquellos que estaban demasiado apegados a la lujuria, nada de cariño, ni amor, no como la noche pasada. Dos facetas presenció de la mujer a la cual le interesaba. ¿Había más? ¿Cuantas mas identidades? con solo ese pensamiento su hambre se extendía a mil por hora.
Aquel gemido, aquella reacción era más de lo que esperaba, como su cuerpo se tensaba, ella subía la intensidad del acto y él solamente la seguía. Sus labios uniéndose a los ajenos, para este punto, ¿Qué era lo que importaba? Podían hacer el ruido que quisieran, jadear y gemir tan fuerte que toda la escuela se enterara. No importaba ya, solamente eran esos dos en una orquesta lasciva.
-Ah… ah…- no podía decir nada entre los jadeos que dejaba salir por el calor que sentía. Su garganta reseca apenas y podía refrescarse con la saliva ajena. Su respiración era más difícil y aún así quería muchísimo más. Penetraba con fuerza, dejaba su mano libre en el pecho ajeno, apretando entre los dedos el pezón erecto, jalandolo, jugando con él de una manera desesperada, quería más, mucho más. quitarse esta urgencia mortífera.
Dejó el paraguas caer por fin y su cuerpo recibió el ataque de su ferviente enemigo. Su espalda fue la que estaba recibiendo el mayor castigo. Entre las heridas de las uñas ajenas, aquellas que habían rasgado la antes saludable tez morena ahora quedaría marcado por ella. un ardor de los mil infiernos pegaba contra su piel, pero le daba caso omiso, o mejor dicho, todo ese dolor se transmitía como placer, maldita sea la droga de nuevo.
La primera oleada de dolor había pasado, parecía haber sido siglos desde la última vez que sintió el sol en su piel. El dolor estaba ahí, constante, las nubes eran las aliadas de este momento de Adam que agradecía con gusto aquel clima. Sus labios besaban a los ajenos, pasaban por un lado, dejaban en el cuello de la mujer mordidas extremadamente fuertes que dejaran hilillos de sangre salir, no, no iba a tomar de ella. Su sed ya fue satisfecha, pero su hambre de conocimiento aún no, y mucho menos el hambre que tenía de sexo.
Sus labios viajaban a los hombros en donde se clavaban sus dientes. Sus manos agarraban las nalgas de la mujer, apretando con sus dedos, rasgando su piel con fuerza. Que las heridas no solamente estuvieran en una sola piel. Que si estuvieran marcados, que sea mutuo el trato.
-Seño...rita… Hitori…-Entre dolor y placer, sin preocuparse más del dolor que causaba aquellos débiles rayos solares. ¿Estaba mal no preocuparse por su salud? Ni que el sol fuera a matarlo al instante, mucho menos con este clima. Era mucho más resiliente que todos aquellos que consideraba camaradas. Podía resistir más tiempo antes de que tuvieran un efecto negativo en su cuerpo, en su ser. Un pequeño baño de sol no haría mal a nadie.
Sus manos ascendieron por las caderas, pasando por la fría pared que alberga esta habitación y agarró las alas ajenas, tan solo acariciándose, dejando que sus uñas pasaran sin mucha fuerza, rozandolas, apretando suavemente. Sus labios ascendieron por el lado del rostro de la mujer, dejando besos y mordidas, llegando a la oreja y mordiendo el pómulo con fuerza, de nuevo llegando a esa ala. Su punto sensible.
Con una sonrisa traviesa dejaba ahora besos, chupetones, unas pequeñas mordidas suaves, no deseaba herirla gravemente, tan solo un jugueteo en aquella parte del cuerpo del sucubo. Iba a conquistar todos los frentes posibles. Iba a hacerla sentir como nadie lo había hecho. Con sus dedos, su boca y su lengua iba a explorar cada parte del cuerpo ajeno, encontrando más debilidades. Dejaba que ella tuviera el control, de todas maneras, ¿Qué es una pelea perdida cuando ganas la guerra?
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Mar Mar 16, 2021 7:55 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
¿Cuán profundo podía hundir sus colmillos sin que Adam se sintiera agotado? En realidad no estaba midiendo con cuánta fuerza absorbía su fuerza vital, tan solo tomaba todo lo que el moreno le ofrecía, todo y más. Parecía tener una cantidad interminable de deseo y urgencia, y una reserva de energía que superaba las otras dos cosas.
Hitori nunca había probado algo semejante. ¿Por qué todo se sentía tan interminable mientras más consumía? Cada bocado parecía darle más hambre y saciarle al mismo tiempo, quería más, la sensación de alimentarse de Adam era lo mejor que había probado en ese cuerpo, quizás en toda su vida. Sentía no solo la intensidad de los movimientos, de las estocadas, los besos, los toques y apretones, sino que la infinidad de deseos e ideas que le involucraban que pasaban por la cabeza del vampiro. No sabía exactamente qué eran, pero comía también de esas fantasías.
Sus ojos lentamente habían cambiado a un color verde agua al igual que su pelo. Escuchó algo caer en algún lugar de su mente, pero no le dio importancia. No tuvo tiempo, Adam mordía su cuello con fuerza. Creyó por un momento que necesitaba alimentarse de nuevo, que había tomado demasiado, pero no estaba usando sus colmillos.
Gemidos escaparon de sus labios, tanto por el placer del dolor como de la intensidad de ese gesto que había absorbido con la piel de su cuello. Todo lo que hacía le nutría más y más. Las heridas en el cuello de Hitori poco a poco comenzaron a cerrarse, su cuerpo recuperándose mientras tomaba reservas con lo que quedaba.
La súcubo no había perdido de vista a Adam, sus ojos no habían viajado a ninguna otra parte, por lo que no se dio cuenta, pero la luz del alba se oscureció bastante cuando una nube enorme cubrió el sol casi por completo. Tan sólo sintió contra su piel cómo la temperatura de Adam había subido un poco, lo que solo le hizo responder con movimientos más bruscos, rastrillando sus uñas contra sus hombros sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
“Adam.” Gimió, recordando un nombre cuando tocó sus alas, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba de placer. ¿Quién lo hubiera dicho? Había descubierto algo nuevo acerca de su cuerpo y estaba segura que el vampiro lo usaría en su contra luego.
O de inmediato. “Aye-” Un sonido completamente escocés escapó de sus labios, luego otro y un gemido le siguió rápidamente mientras Adam exploraba esa nueva posibilidad. Ambos pares de alas podían absorber los toques, también había descubierto eso y se había aprovechado de aquello, tomando más de sus labios y su lengua mientras él parecía entretenerse con las reacciones de Hitori.
Sus manos castigaron, sin embargo, bajando por su pecho y sus costillas dejando caminitos de rasguños, tomando las caderas ajenas para estimular las estocadas. Luego las llevó a las nalgas morenas, hundiendo sus uñas, trayéndolo hacia ella con más y más fuerza, saciando su hambre con el suministro aparentemente interminable de energía que jugaba con ella como un juguete nuevo.
code by EMMEHitori nunca había probado algo semejante. ¿Por qué todo se sentía tan interminable mientras más consumía? Cada bocado parecía darle más hambre y saciarle al mismo tiempo, quería más, la sensación de alimentarse de Adam era lo mejor que había probado en ese cuerpo, quizás en toda su vida. Sentía no solo la intensidad de los movimientos, de las estocadas, los besos, los toques y apretones, sino que la infinidad de deseos e ideas que le involucraban que pasaban por la cabeza del vampiro. No sabía exactamente qué eran, pero comía también de esas fantasías.
Sus ojos lentamente habían cambiado a un color verde agua al igual que su pelo. Escuchó algo caer en algún lugar de su mente, pero no le dio importancia. No tuvo tiempo, Adam mordía su cuello con fuerza. Creyó por un momento que necesitaba alimentarse de nuevo, que había tomado demasiado, pero no estaba usando sus colmillos.
Gemidos escaparon de sus labios, tanto por el placer del dolor como de la intensidad de ese gesto que había absorbido con la piel de su cuello. Todo lo que hacía le nutría más y más. Las heridas en el cuello de Hitori poco a poco comenzaron a cerrarse, su cuerpo recuperándose mientras tomaba reservas con lo que quedaba.
La súcubo no había perdido de vista a Adam, sus ojos no habían viajado a ninguna otra parte, por lo que no se dio cuenta, pero la luz del alba se oscureció bastante cuando una nube enorme cubrió el sol casi por completo. Tan sólo sintió contra su piel cómo la temperatura de Adam había subido un poco, lo que solo le hizo responder con movimientos más bruscos, rastrillando sus uñas contra sus hombros sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
“Adam.” Gimió, recordando un nombre cuando tocó sus alas, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba de placer. ¿Quién lo hubiera dicho? Había descubierto algo nuevo acerca de su cuerpo y estaba segura que el vampiro lo usaría en su contra luego.
O de inmediato. “Aye-” Un sonido completamente escocés escapó de sus labios, luego otro y un gemido le siguió rápidamente mientras Adam exploraba esa nueva posibilidad. Ambos pares de alas podían absorber los toques, también había descubierto eso y se había aprovechado de aquello, tomando más de sus labios y su lengua mientras él parecía entretenerse con las reacciones de Hitori.
Sus manos castigaron, sin embargo, bajando por su pecho y sus costillas dejando caminitos de rasguños, tomando las caderas ajenas para estimular las estocadas. Luego las llevó a las nalgas morenas, hundiendo sus uñas, trayéndolo hacia ella con más y más fuerza, saciando su hambre con el suministro aparentemente interminable de energía que jugaba con ella como un juguete nuevo.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Miér Mar 17, 2021 3:44 am
No había luz en aquel abismo intenso de oscuridad, de placer y de lascivia. De sensaciones. No pensaba lo suficientemente racional. ¿Qué era lo que realmente estaba haciendo? Disfrutando del cuerpo ajeno, probandolo, saboreándolo. Gemía, jadeaba, el placer le quemaba todo su cuerpo. Más, más… más pensaba, aquellos fugaces como si fueran las estrellas recorriendo el cosmos. No iba a soltarla, no iba a separarse, no hasta que estuviera completamente satisfecho.
“Paciencia” Susurró en su cabeza, en aquella oscuridad. Nuevos sonidos que salían de la boca ajena, ¡Que maravilloso descubrimiento! Ese sonido que los labios ajenos soltaban. Su cuerpo está siendo marcado, no podrá recuperarse hasta que tome sangre. Un día de mantener las marcas como evidencia de una noche intensa.
Su ser expandiéndose, siendo absorbido por el cuerpo ajeno, por el cuerpo de la súcubo. Pero no se sentía cansado ni herido. Era algo más que ella estaba tomando sin piedad, como si era esa hambre incontrolable de una bestia que no ha sido alimentada por un tiempo extenso. La deseaba más, ¿Qué tanto iba a ella tomar de él? Se preguntaba con una sonrisa, con gemidos, con sus ojos cerrados, saboreando la esencia ajena.
Era una conexión más profunda. No solamente se pasaba en la forma física, en la forma carnal, sino más allá, en donde sus energías se combinaban y bailaban tan ferozmente. Deseaba morderla, sus colmillos se asomaban por la boca, cerca del contacto de esas alas que ella tenía. Sentía como aquellas uñas estaban tan filosas como una navaja. Clavadas en su forma, en su trasero. ¿Qué era esta escena de sadomasoquismo? Parecía ser que ya no habían límites, ni siquiera dignidad. Tan sólo un deseo incontrolable de apodarse del cuerpo ajeno.
-Hitori- Susurró, apenas siendo ahogado con los jadeos que dejaba salir, por esos gemidos que se escapaban tan indiscretamente de su garganta. Sus dientes rozando la piel de la ala ajena, vampirescas en apariencia. ¿Qué tanto podía hacer con sus colmillos? La piel no era tan gruesa como para penetrarla de manera usual, y en este momento no tenía la perseverancia para enterrar sus dientes. Tal vez sea a la otra donde no esté afectado por la droga ajena.
Una embestida más, dando con más fuerza contra el cuerpo ajeno, apegándose por completo contra la pared ajena antes de detenerse por un momento. ¿Acaso era un descanso? Era más bien la calma antes de la tormenta. Sin perder un segundo más se separó de la pared testigo de sus actos impuros. Sus pies avanzando hacia atrás, sus manos en las piernas ajenas, en los muslos que una vez fueron delgados ahora gozaban de volumen.
¿Qué era lo que estaba haciendo? Claramente una locura ya que en medio de la habitación se dejó caer hacía atrás. Pero nunca llegó a tocar el suelo. Las sombras se formaban y se enrollaban como vainas, creando así una especie de asiento inclinado. Era extraño, ya que en esa pared en donde apenas los rayos solares pasaban por esa densa nube se podía notar que en efecto, había una que creaba una sombra. ¿Acaso sus poderes eran más que solamente entretenimiento? Claro que sí, proporcionaban más diversión. Ahora ella estaba dominando este encuentro, deseaba verla moverse encima de él, de sentir como caía su peso sobre él.
-Hitori... - gemía el nombre ajeno, acercando sus manos en las nalgas ajenas, ¿Y si el sol salía de manera inesperada? Bueno, eso se vería, pero no podía evitar querer cambiar de posición, comerla en una gula interminable de lujuria, en la avaricia que tenía contra la piel ajena. Sus labios buscando el cuello ajeno, dejando que sus colmillos se clavaron. Dominado ya por el afrodisiaco.
Sus dientes bajaban el cuerpo ajeno, lo exploraban de tal manera como un explorador intrépido en tierras desconocidas. Lamiendo, chupando, mordiendo, dejando marcas cada vez más grandes cuando se dio cuenta de que aquellas heridas se cerraban lentamente. No. Quería marcarla, decir que solamente él tenía permiso de hacer tales cosas.
De que por fin encontró una mujer que lo entretenía más de una noche.
“Paciencia” Susurró en su cabeza, en aquella oscuridad. Nuevos sonidos que salían de la boca ajena, ¡Que maravilloso descubrimiento! Ese sonido que los labios ajenos soltaban. Su cuerpo está siendo marcado, no podrá recuperarse hasta que tome sangre. Un día de mantener las marcas como evidencia de una noche intensa.
Su ser expandiéndose, siendo absorbido por el cuerpo ajeno, por el cuerpo de la súcubo. Pero no se sentía cansado ni herido. Era algo más que ella estaba tomando sin piedad, como si era esa hambre incontrolable de una bestia que no ha sido alimentada por un tiempo extenso. La deseaba más, ¿Qué tanto iba a ella tomar de él? Se preguntaba con una sonrisa, con gemidos, con sus ojos cerrados, saboreando la esencia ajena.
Era una conexión más profunda. No solamente se pasaba en la forma física, en la forma carnal, sino más allá, en donde sus energías se combinaban y bailaban tan ferozmente. Deseaba morderla, sus colmillos se asomaban por la boca, cerca del contacto de esas alas que ella tenía. Sentía como aquellas uñas estaban tan filosas como una navaja. Clavadas en su forma, en su trasero. ¿Qué era esta escena de sadomasoquismo? Parecía ser que ya no habían límites, ni siquiera dignidad. Tan sólo un deseo incontrolable de apodarse del cuerpo ajeno.
-Hitori- Susurró, apenas siendo ahogado con los jadeos que dejaba salir, por esos gemidos que se escapaban tan indiscretamente de su garganta. Sus dientes rozando la piel de la ala ajena, vampirescas en apariencia. ¿Qué tanto podía hacer con sus colmillos? La piel no era tan gruesa como para penetrarla de manera usual, y en este momento no tenía la perseverancia para enterrar sus dientes. Tal vez sea a la otra donde no esté afectado por la droga ajena.
Una embestida más, dando con más fuerza contra el cuerpo ajeno, apegándose por completo contra la pared ajena antes de detenerse por un momento. ¿Acaso era un descanso? Era más bien la calma antes de la tormenta. Sin perder un segundo más se separó de la pared testigo de sus actos impuros. Sus pies avanzando hacia atrás, sus manos en las piernas ajenas, en los muslos que una vez fueron delgados ahora gozaban de volumen.
¿Qué era lo que estaba haciendo? Claramente una locura ya que en medio de la habitación se dejó caer hacía atrás. Pero nunca llegó a tocar el suelo. Las sombras se formaban y se enrollaban como vainas, creando así una especie de asiento inclinado. Era extraño, ya que en esa pared en donde apenas los rayos solares pasaban por esa densa nube se podía notar que en efecto, había una que creaba una sombra. ¿Acaso sus poderes eran más que solamente entretenimiento? Claro que sí, proporcionaban más diversión. Ahora ella estaba dominando este encuentro, deseaba verla moverse encima de él, de sentir como caía su peso sobre él.
-Hitori... - gemía el nombre ajeno, acercando sus manos en las nalgas ajenas, ¿Y si el sol salía de manera inesperada? Bueno, eso se vería, pero no podía evitar querer cambiar de posición, comerla en una gula interminable de lujuria, en la avaricia que tenía contra la piel ajena. Sus labios buscando el cuello ajeno, dejando que sus colmillos se clavaron. Dominado ya por el afrodisiaco.
Sus dientes bajaban el cuerpo ajeno, lo exploraban de tal manera como un explorador intrépido en tierras desconocidas. Lamiendo, chupando, mordiendo, dejando marcas cada vez más grandes cuando se dio cuenta de que aquellas heridas se cerraban lentamente. No. Quería marcarla, decir que solamente él tenía permiso de hacer tales cosas.
De que por fin encontró una mujer que lo entretenía más de una noche.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Miér Mar 17, 2021 5:02 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
¿Cómo explicar la diferencia en lo que estaba sintiendo cada vez que volvía a probarlo? En ese estado, completamente bajo el control de su afrodisíaco, todos los hombres de los que se había alimentado perdían la cabeza. Se convertían en muñecos inútiles. Podía alimentarse, sí, pero era como si nadie fuese capaz de darle la pelea. La intensidad de sus encuentros no era la misma.
Creía haber estado satisfecha en algún momento, por lo menos un par de veces desde que había entendido cómo funcionaba su cuerpo nuevo. Esa sensación palidecía, era ridícula al lado de lo que estaba sucediendo en ese momento. En su interior se dio cuenta de que había estado muerta de hambre hasta que había probado a Adam.
Aunque el vampiro claramente estaba bajo su influencia, mantenía la cabeza. Lo sentía en las fantasías que se agregaban en cada bocado, quería más, cada segundo deseaba más de ella. Y la sucubo, a su vez, tomaba más de lo que le ofrecían. ¿Cómo iba a acabar aquello? Parecía ser un ciclo interminable, Adam no había perdido una pizca de energía aunque ella no se había contenido en absoluto.
Llamó su nombre sin honoríficos, ya nada importaba, no habían fachadas que mantener. Le sintió cerca de sus alas, otra fantasía se agregó al repertorio interminable que ya teñía sus ojos de un celeste más intenso. “Adam...” Gimió en respuesta ante los dientes que rozaban sus alas. ¿Quería morder? No le importaba.
La intensidad de la última embestida le tomó por sorpresa, sintió una cantidad enorme de energía que absorbió con su cuerpo sin dudarlo un segundo. “Ah-” Jadeó, recuperando el aliento en aquella pausa que no entendía. ¿Estaba cansado? ¿Había tomado demasiado? No le había notado decaído en absoluto.
Hitori ladeó la cabeza ligeramente, observando a Adam con curiosidad, una pregunta expresada en sus facciones. Soltó las nalgas ajenas, desenterrando sus uñas sólo para abrazar el cuello del vampiro cuando comenzó a moverse. ¿Se había vuelto completamente loco bajo la influencia de la toxina que la súcubo no había dejado de exudar de su cuerpo?
No le importó demasiado, aprovechó que los labios de Adam volvían a estar cerca de los suyos y le envolvió nuevamente en un beso mortal, hambriento. No se detendría hasta estar satisfecha o hasta que él cayera rendido. Quizás lo segundo era más probable.
“¡Oh!” Sintió que caía, ese pequeño vértigo que revoloteaba en su estómago. Esperó el impacto, el rebote contra el piso, finalmente había tomado todo lo que le mantenía despierto, pero el golpe nunca llegó. De alguna manera algo les había recibido. No estaba en un estado que permitiera cuestionar lo que había ocurrido.
Simplemente volvió a presionar sus labios contra los ajenos, irrumpiendo en la boca ajena con su lengua después de un gemido. Ahora ella llevaba el ritmo, sus caderas se movieron lento en primera instancia mientras le ahogaba en un beso, dejando que se hundiera en lo más profundo de ella. Tomó la cabeza del moreno con ambas manos para acercarle a sus labios, dejándole sin escapatoria. No podía respirar hasta que ella lo permitiera, le ahogaría en gemidos y feromonas mientras tomaba todo lo que le daba la gana.
Le pertenecía, ahí, bajo ella, reclamaría ese cuerpo y esa esencia como suya. No tenía otra opción, había encontrado la presa perfecta y no había vuelta atrás. Más deseo, Adam quería más todavía. Hitori le permitió escapar de ese beso cuando hizo el intento, separándose un poco, soltando su cabeza sin hundir sus uñas. Cuando buscó su cuello, lo presionó contra sus dientes, quería sentir ese dolor, sentirse suya. No cerró aquella herida.
Dejó que Adam siguiera en su exploración eterna, moviéndose cada vez más rápido. No iba a dejar que la intensidad desapareciera, todavía quería más. De cada toque, mordida y chupón tomaba más, usando de esa misma energía para cerrar cada herida. Más se esforzaba el hombre por marcarle, y eso sólo le entregaba más escencia, más de él.
Sus uñas dejaban caminitos rojos en la piel ajena, creando telarañas que marcaban al vampiro. Con sus piernas se elevaba y dejaba caer con fuerza contra el miembro que le penetraba cada vez más, empapando los muslos ajenos. Movía su cadera de forma violenta, acompañando el otro movimiento mientras apretaba sus músculos internos para crear una sensación que, en su experiencia, hacía que un hombre perdiera la cabeza.
code by EMMECreía haber estado satisfecha en algún momento, por lo menos un par de veces desde que había entendido cómo funcionaba su cuerpo nuevo. Esa sensación palidecía, era ridícula al lado de lo que estaba sucediendo en ese momento. En su interior se dio cuenta de que había estado muerta de hambre hasta que había probado a Adam.
Aunque el vampiro claramente estaba bajo su influencia, mantenía la cabeza. Lo sentía en las fantasías que se agregaban en cada bocado, quería más, cada segundo deseaba más de ella. Y la sucubo, a su vez, tomaba más de lo que le ofrecían. ¿Cómo iba a acabar aquello? Parecía ser un ciclo interminable, Adam no había perdido una pizca de energía aunque ella no se había contenido en absoluto.
Llamó su nombre sin honoríficos, ya nada importaba, no habían fachadas que mantener. Le sintió cerca de sus alas, otra fantasía se agregó al repertorio interminable que ya teñía sus ojos de un celeste más intenso. “Adam...” Gimió en respuesta ante los dientes que rozaban sus alas. ¿Quería morder? No le importaba.
La intensidad de la última embestida le tomó por sorpresa, sintió una cantidad enorme de energía que absorbió con su cuerpo sin dudarlo un segundo. “Ah-” Jadeó, recuperando el aliento en aquella pausa que no entendía. ¿Estaba cansado? ¿Había tomado demasiado? No le había notado decaído en absoluto.
Hitori ladeó la cabeza ligeramente, observando a Adam con curiosidad, una pregunta expresada en sus facciones. Soltó las nalgas ajenas, desenterrando sus uñas sólo para abrazar el cuello del vampiro cuando comenzó a moverse. ¿Se había vuelto completamente loco bajo la influencia de la toxina que la súcubo no había dejado de exudar de su cuerpo?
No le importó demasiado, aprovechó que los labios de Adam volvían a estar cerca de los suyos y le envolvió nuevamente en un beso mortal, hambriento. No se detendría hasta estar satisfecha o hasta que él cayera rendido. Quizás lo segundo era más probable.
“¡Oh!” Sintió que caía, ese pequeño vértigo que revoloteaba en su estómago. Esperó el impacto, el rebote contra el piso, finalmente había tomado todo lo que le mantenía despierto, pero el golpe nunca llegó. De alguna manera algo les había recibido. No estaba en un estado que permitiera cuestionar lo que había ocurrido.
Simplemente volvió a presionar sus labios contra los ajenos, irrumpiendo en la boca ajena con su lengua después de un gemido. Ahora ella llevaba el ritmo, sus caderas se movieron lento en primera instancia mientras le ahogaba en un beso, dejando que se hundiera en lo más profundo de ella. Tomó la cabeza del moreno con ambas manos para acercarle a sus labios, dejándole sin escapatoria. No podía respirar hasta que ella lo permitiera, le ahogaría en gemidos y feromonas mientras tomaba todo lo que le daba la gana.
Le pertenecía, ahí, bajo ella, reclamaría ese cuerpo y esa esencia como suya. No tenía otra opción, había encontrado la presa perfecta y no había vuelta atrás. Más deseo, Adam quería más todavía. Hitori le permitió escapar de ese beso cuando hizo el intento, separándose un poco, soltando su cabeza sin hundir sus uñas. Cuando buscó su cuello, lo presionó contra sus dientes, quería sentir ese dolor, sentirse suya. No cerró aquella herida.
Dejó que Adam siguiera en su exploración eterna, moviéndose cada vez más rápido. No iba a dejar que la intensidad desapareciera, todavía quería más. De cada toque, mordida y chupón tomaba más, usando de esa misma energía para cerrar cada herida. Más se esforzaba el hombre por marcarle, y eso sólo le entregaba más escencia, más de él.
Sus uñas dejaban caminitos rojos en la piel ajena, creando telarañas que marcaban al vampiro. Con sus piernas se elevaba y dejaba caer con fuerza contra el miembro que le penetraba cada vez más, empapando los muslos ajenos. Movía su cadera de forma violenta, acompañando el otro movimiento mientras apretaba sus músculos internos para crear una sensación que, en su experiencia, hacía que un hombre perdiera la cabeza.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Miér Mar 17, 2021 6:06 am
Con una sonrisa disfruto claramente ver la expresión ajena al momento de la caída aparentemente inminente. Se relamió los labios. Tenía muchos trucos bajo la manga como ella los tenía bajo aquel cuerpo tan exquisito.
Sus labios sin separarse del ajeno, su fuerza siendo drenada cada segundo que pasaba. ¿Esto era realmente su hambre? Era una sensación nueva claro esta, pero realmente ni había rascado la superficie. ¿Qué era? Si esto siguiera llegaría un punto donde posiblemente pueda rasgar todo lo que contenía, pero le era improbable. Con una sonrisa arrogante que estaba siendo representada en su sombra demostraba cosas que en la oscuridad se ocultaban.
Si fuera un ser vivo, claramente pediría un respiro entre los besos, pero para este ser era totalmente lo contrario. Degustaba el sabor ajeno, apreciaba como música clásica aquellos gemidos que su boca soltaba, su cuerpo recibía de buena manera la droga que seguía emitiendo. Su boca, su lengua, sus labios que estaban irritados, un poco hinchados por el continuo contacto con los ajenos. Eso no era nada, absolutamente nada.
Su cuerpo lentamente se convirtió en un lienzo de carne y la ajena dibujaba lo que deseaba con sus uñas, la sangre era la pintura que surgía de aquellas heridas hechas por el pincel. ¿Qué obras de arte tendría en su cuerpo después de esto? Una la cual apreciaría por un tiempo antes de hacerla desaparecer para tener de nuevo su perfecta piel.
Gemía con más fuerza, más sensaciones de una profesional en el arte del sexo, en las posiciones, el control de su cuerpo era algo digno de admirar. Su miembro, sintiendo que cada vez que entraba profundo era recibido por una presión extraña y deseable. Se estremecía. Sus dientes en los pechos ajenos, sus manos en los muslos de la mujer en donde rasgaba lo que quedaba de las medias, en donde con sus uñas rasguñaba intensamente la piel ajena.
Se perdía en lo más profundo, como si fuera el noveno círculo del infierno. gimió mientras que sus caderas acompañaban los movimientos ajenos, agarrando el ritmo violento, agresivo, brutal que tenía. Sus dientes, clavándose en los pechos ajenos, sus colmillos, tomando de la sangre que se le ofrecía sólo para cicatrizar las marcas, no quería manchar su ropa de sangre cuando todo esto terminara, pero iba a dejarlas notables, si, era reciproco esto. Si ella iba a dejarse marcar, él también lo haría.
Con un movimiento agraciado con su mano formó unas pinzas pequeñas, mostrándole a su compañera con una sonrisa traviesa -Espero… que sea… de su agrado… -Susurros que eran interrumpidos entre jadeos y aquella sinfonía de sexoque se escuchaba por toda la habitación. Le dedicó una sonrisa, poniendo dos en los pezones erectos de la mujer, dos más en las alas que salían de su omóplatos y las últimas dos en las alas que salían por la cabeza.
Entre más zonas erógenas tenía ella mucho mejor, había más maneras para jugar. unió sus labios a los ajenos de nuevo, devorando, peleando por el poder, dejando que su lengua empujara a la otra, presionara, explorara la boca ajena. Sus manos traviesos apretaban aún más las pinzas, a veces las jalaba, deseaba más, mucho más. La degeneración de las fantasías era de la misma intensidad que esa droga que afectaba su cuerpo.
¿Hasta dónde llegaría con sus juegos? No podía saberlo. Lo que sí sabía era las oleadas de energía que pasaban por todo su cuerpo. Deseaba más, y quería terminar dentro de ella para poder seguir con esto. La droga lo dictaba y aunque no fuera alguien quien ingiriera narcóticos, podría decir que esta era la única que aceptaba sin problema alguno.
¿Cuanto más antes de soltarlo todo? Pronto, pero ahora si, bien alimentado, podía darle mucho más a la mujer que con tantas ansías absorbía su poder, su vitalidad. Que tal avaricia apenas y se comparaba cuando él estaba en una edad mucho más joven… demasiado tiempo atrás. Lo aceptaba, no como los demás que le dieron la espalda. Él no era así.
Sus labios sin separarse del ajeno, su fuerza siendo drenada cada segundo que pasaba. ¿Esto era realmente su hambre? Era una sensación nueva claro esta, pero realmente ni había rascado la superficie. ¿Qué era? Si esto siguiera llegaría un punto donde posiblemente pueda rasgar todo lo que contenía, pero le era improbable. Con una sonrisa arrogante que estaba siendo representada en su sombra demostraba cosas que en la oscuridad se ocultaban.
Si fuera un ser vivo, claramente pediría un respiro entre los besos, pero para este ser era totalmente lo contrario. Degustaba el sabor ajeno, apreciaba como música clásica aquellos gemidos que su boca soltaba, su cuerpo recibía de buena manera la droga que seguía emitiendo. Su boca, su lengua, sus labios que estaban irritados, un poco hinchados por el continuo contacto con los ajenos. Eso no era nada, absolutamente nada.
Su cuerpo lentamente se convirtió en un lienzo de carne y la ajena dibujaba lo que deseaba con sus uñas, la sangre era la pintura que surgía de aquellas heridas hechas por el pincel. ¿Qué obras de arte tendría en su cuerpo después de esto? Una la cual apreciaría por un tiempo antes de hacerla desaparecer para tener de nuevo su perfecta piel.
Gemía con más fuerza, más sensaciones de una profesional en el arte del sexo, en las posiciones, el control de su cuerpo era algo digno de admirar. Su miembro, sintiendo que cada vez que entraba profundo era recibido por una presión extraña y deseable. Se estremecía. Sus dientes en los pechos ajenos, sus manos en los muslos de la mujer en donde rasgaba lo que quedaba de las medias, en donde con sus uñas rasguñaba intensamente la piel ajena.
Se perdía en lo más profundo, como si fuera el noveno círculo del infierno. gimió mientras que sus caderas acompañaban los movimientos ajenos, agarrando el ritmo violento, agresivo, brutal que tenía. Sus dientes, clavándose en los pechos ajenos, sus colmillos, tomando de la sangre que se le ofrecía sólo para cicatrizar las marcas, no quería manchar su ropa de sangre cuando todo esto terminara, pero iba a dejarlas notables, si, era reciproco esto. Si ella iba a dejarse marcar, él también lo haría.
Con un movimiento agraciado con su mano formó unas pinzas pequeñas, mostrándole a su compañera con una sonrisa traviesa -Espero… que sea… de su agrado… -Susurros que eran interrumpidos entre jadeos y aquella sinfonía de sexoque se escuchaba por toda la habitación. Le dedicó una sonrisa, poniendo dos en los pezones erectos de la mujer, dos más en las alas que salían de su omóplatos y las últimas dos en las alas que salían por la cabeza.
Entre más zonas erógenas tenía ella mucho mejor, había más maneras para jugar. unió sus labios a los ajenos de nuevo, devorando, peleando por el poder, dejando que su lengua empujara a la otra, presionara, explorara la boca ajena. Sus manos traviesos apretaban aún más las pinzas, a veces las jalaba, deseaba más, mucho más. La degeneración de las fantasías era de la misma intensidad que esa droga que afectaba su cuerpo.
¿Hasta dónde llegaría con sus juegos? No podía saberlo. Lo que sí sabía era las oleadas de energía que pasaban por todo su cuerpo. Deseaba más, y quería terminar dentro de ella para poder seguir con esto. La droga lo dictaba y aunque no fuera alguien quien ingiriera narcóticos, podría decir que esta era la única que aceptaba sin problema alguno.
¿Cuanto más antes de soltarlo todo? Pronto, pero ahora si, bien alimentado, podía darle mucho más a la mujer que con tantas ansías absorbía su poder, su vitalidad. Que tal avaricia apenas y se comparaba cuando él estaba en una edad mucho más joven… demasiado tiempo atrás. Lo aceptaba, no como los demás que le dieron la espalda. Él no era así.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Miér Mar 17, 2021 8:28 pm
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
No había perdido el toque, eso estaba claro. Su vida como súcubo le ayudaba mucho, demasiado cuando se trataba de extraer satisfacción de un hombre. Esta era la primera vez en que le había puesto empeño, quería ver dónde estaba el límite de lo que podía tomar de Adam y eso sólo se vería cuando estuviese ciego de placer.
Poco a poco le llevaba a eso con movimientos expertos, sin misericordia ni descanso. Sentía uñas destruir el resto de su ropa y hundirse en sus muslos, los colmillos de Adam se clavaban en sus pechos y ella no cerraba esas heridas. Al fin y al cabo, el vampiro parecía ser una batería interminable, si quería más después de eso tendría de donde sacar energía para reparar el daño que había causado en su piel.
Hitori todavía no quitaba su vista de los ojos de Adam, ya no parecían vacíos, tan solo empapados de lujuria. Seguía observándole como si de un depredador se tratase, no notaba nada a su alrededor, sólo lo que su piel recibía. El movimiento de las sombras no existió para ella hasta que las vio moverse frente a ella, formando algo en las manos de Adam.
La mera idea de alguien capaz de controlar uno de sus peores miedos de esa manera debería haberle hecho gritar. Correr hasta que no había un mañana. Hitori debería haber recordado aquella pesadilla, puesto a Adam ahí controlando lo que salía de ella. Debería haber temblado de miedo ante lo que ese hombre podía hacerle sentir si Hitori lograba su cometido y le hacía tirar la fachada de caballero a un lado.
En vez, una sonrisa juguetona tiñó toda su cara. Lo único que veía era un juguete que consideraba extinto en ese mundo. Su eterno repertorio había quedado olvidado en una maleta, el resto en su departamento en Glasgow. En ese mundo, hasta ese entonces, había tenido que vérselas por sí misma. No era tan divertido.
Pinzas, amarras, vibradores de todo tipo, arneses, disfraces, látigos, grilletes, cadenas, no le hacía asco a absolutamente nada. Poco a poco había acumulado y experimentado todo, nunca había sido una persona con hábitos de hacer las cosas a medias, no era como le habían criado. En el mundo anterior, Hitori podía convertirse en absolutamente cualquier cosa que su pareja deseara, por lo menos por una noche. Aquella posibilidad volvió a aparecer, ahí, frente a sus ojos, y no escondió de su mirada la ilusión que le hacía volver a tener todo aquello.
“Mmmh” Su cabello ya casi celeste se desparramó sobre su hombro y cara después de un tiritón de placer al sentir las pinzas en su cuerpo, pero aún así no le dio descanso. Sus caderas no detuvieron ese movimiento tan específico, tomaba más y más del hombre en su interior que correspondía con movimientos igual de bruscos. Había encontrado zonas sensibles que ni ella conocía y era absolutamente obvio al escuchar cómo habían cambiado sus gemidos y jadeos.
La tenía ahí, sobre él, era completamente suya por el momento, pero Hitori todavía sentía más fantasías emanar de la esencia que devoraba sin piedad. ¿Qué más era lo que quería de ella? Una curiosidad morbosa se apoderó de su cuerpo, se había llenado de ellas sin saber lo que eran y ahora exigía las respuestas.
“Adam” Un gemido antes de dejarse caer con toda su fuerza sobre el miembro ajeno en una última estocada. Había absorbido lo suficiente como para recobrar un poco de su cordura y la curiosidad en ese momento le ganaba al hambre por primera vez desde que había despertado.
Sus ojos se enfocaron en el vampiro, su mirada de depredador se había apaciguado un poco y dejaba entrever travesura y curiosidad genuina. “Tu turno.” No le importaba nada, quería saber más, abrazó al vampiro del pecho y giró hacia un lado. Pretendía dejarse caer de esa silla y quedar de espalda, bajo Adam. ¿Podría atraparla con sus sombras antes de darse duro contra el piso? No estaba segura, eran tan sólo detalles.
code by EMMEPoco a poco le llevaba a eso con movimientos expertos, sin misericordia ni descanso. Sentía uñas destruir el resto de su ropa y hundirse en sus muslos, los colmillos de Adam se clavaban en sus pechos y ella no cerraba esas heridas. Al fin y al cabo, el vampiro parecía ser una batería interminable, si quería más después de eso tendría de donde sacar energía para reparar el daño que había causado en su piel.
Hitori todavía no quitaba su vista de los ojos de Adam, ya no parecían vacíos, tan solo empapados de lujuria. Seguía observándole como si de un depredador se tratase, no notaba nada a su alrededor, sólo lo que su piel recibía. El movimiento de las sombras no existió para ella hasta que las vio moverse frente a ella, formando algo en las manos de Adam.
La mera idea de alguien capaz de controlar uno de sus peores miedos de esa manera debería haberle hecho gritar. Correr hasta que no había un mañana. Hitori debería haber recordado aquella pesadilla, puesto a Adam ahí controlando lo que salía de ella. Debería haber temblado de miedo ante lo que ese hombre podía hacerle sentir si Hitori lograba su cometido y le hacía tirar la fachada de caballero a un lado.
En vez, una sonrisa juguetona tiñó toda su cara. Lo único que veía era un juguete que consideraba extinto en ese mundo. Su eterno repertorio había quedado olvidado en una maleta, el resto en su departamento en Glasgow. En ese mundo, hasta ese entonces, había tenido que vérselas por sí misma. No era tan divertido.
Pinzas, amarras, vibradores de todo tipo, arneses, disfraces, látigos, grilletes, cadenas, no le hacía asco a absolutamente nada. Poco a poco había acumulado y experimentado todo, nunca había sido una persona con hábitos de hacer las cosas a medias, no era como le habían criado. En el mundo anterior, Hitori podía convertirse en absolutamente cualquier cosa que su pareja deseara, por lo menos por una noche. Aquella posibilidad volvió a aparecer, ahí, frente a sus ojos, y no escondió de su mirada la ilusión que le hacía volver a tener todo aquello.
“Mmmh” Su cabello ya casi celeste se desparramó sobre su hombro y cara después de un tiritón de placer al sentir las pinzas en su cuerpo, pero aún así no le dio descanso. Sus caderas no detuvieron ese movimiento tan específico, tomaba más y más del hombre en su interior que correspondía con movimientos igual de bruscos. Había encontrado zonas sensibles que ni ella conocía y era absolutamente obvio al escuchar cómo habían cambiado sus gemidos y jadeos.
La tenía ahí, sobre él, era completamente suya por el momento, pero Hitori todavía sentía más fantasías emanar de la esencia que devoraba sin piedad. ¿Qué más era lo que quería de ella? Una curiosidad morbosa se apoderó de su cuerpo, se había llenado de ellas sin saber lo que eran y ahora exigía las respuestas.
“Adam” Un gemido antes de dejarse caer con toda su fuerza sobre el miembro ajeno en una última estocada. Había absorbido lo suficiente como para recobrar un poco de su cordura y la curiosidad en ese momento le ganaba al hambre por primera vez desde que había despertado.
Sus ojos se enfocaron en el vampiro, su mirada de depredador se había apaciguado un poco y dejaba entrever travesura y curiosidad genuina. “Tu turno.” No le importaba nada, quería saber más, abrazó al vampiro del pecho y giró hacia un lado. Pretendía dejarse caer de esa silla y quedar de espalda, bajo Adam. ¿Podría atraparla con sus sombras antes de darse duro contra el piso? No estaba segura, eran tan sólo detalles.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Jue Mar 18, 2021 1:21 am
Eso… eso era lo que deseaba. Que sus dientes se marcaran en la piel ajena, que la sangre sea derramada y que recorriera el cuerpo ajeno como ríos pequeños. Ese… que el dolor se convirtiera en placer, que se mostrará aquellas heridas con orgullo, que ella ya estuviera en las garras de un ser. En las garras del vampiro avaricioso.
Despojarse de todo pensamiento racional y que solamente estuviera el deseo y el placer. De la lascivia que con sus ojos grisáceos observaban el cuerpo ajeno. Que aquel esfuerzo que hacía para ella se demostrará con el sudor que pintaba su frente y que las gotas salinas recorrieron su espalda, su pecho, su frente. Que de sus heridas surgiera el agudo ardor que era reemplazado por un placer intenso. Que surgía, navegaba por todo su cuerpo, se regresaba. Como si fuera una bestia dentro de él, incontrolable. ¿Cuánta cantidad de afrodisíaco había consumido? Tal vez lo suficiente como para no pensar de manera cuerda.
Tan deliciosa era la locura con la lujuria como acompañante. Que tan agraciada estaba el cuerpo ajeno para arriesgar su propia sanidad en un espiral de sexo. Que aquellos placeres terrenales lo sujetaban como tentáculos saliendo del cuerpo ajeno, incorpóreos, etéreos. Su mente aprisionada en una neblina constante, rosada.
Conforme el tiempo pasaba, las cosas dejaron de importarle tanto como antes. Conforme los segundos y los minutos del reloj pasaban se perdía en un laberinto sin aparente salida. Cada fantasía que estaba oscura en el interior de su ser surgía. ¿Hace cuanto tiempo que no hacía algo por el estilo? Recuerdos que en este momento eran bloqueados por el sonido de los gemidos ajenos.
Sintió su cuerpo moverse, girar junto a la ajena en un descenso inminente. La emoción que sentía en su cuerpo era demasiada. Con una mano en el trasero ajeno, la otra movió rápidamente sus dedos, formando una especie de colchón en donde aterrizaron con suavidad, pero ahora estaba dominante encima de ella.
Con una sonrisa ansiosa agarró el muslo ajeno y lo apoyó en su hombro. Deseaba entrar más en ella, apoyándose en sus rodillas la embistió con fuerza. Con su brazo rodeando la pierna, dejándolo más apegado a él, que no se moviera. Que nada de ella pudiera moverse.. Ese pensamiento viajó demasiado rápido por su mente. Por sus ideas. Una sonrisa maliciosa se pintó en su rostro que en sus labios no podía pronunciar ni una palabra sin ser interrumpido por los gemidos y jadeos que dejaba salir, que resbalaban como miel de abeja.
Pero su pene no pensó en lo mismo, y sin poder resistir más liberó la primera carga del día dentro de ella. Con un jadeo, un gemido, respiró profundamente. Con una fuerte estocada, apegado lo más que podía sus caderas a ella. Dejando que su miembro penetrara en lo más profundo. Se relajó por un momento, pero fue solamente uno o dos segundos antes de dar sus ataques de nuevo. Penetrando, dejando que sus fluidos se combinarán con los ajenos.
De nuevo se esforzaba, tomaba la acción entre sus manos, manipulaba las sombras para que apretaran esas partes del cuerpo ajeno, cada vez con más fuerza. Lo manejaba como todo un maestro, como un director de orquesta el cual dirigía con una mano. Relamió sus labios suavemente, y en un movimiento con su dedo las sombras se transformaron, se extendían en numerosos tentáculos los cuales agarraban las muñecas ajenas y el cuello de la mujer. No la iba a dejar moverse, no, deseaba más, mucho más.
¿Acaso era todo esto el deseo contenido del vampiro? Qué ya habían pasado meses sin acción alguna. ¿Acaso eran los deseos que contenía en su interior? Las mujeres que había pasado no eran salvajes como la que estaba en sus manos, por lo menos no de años recientes, décadas recientes. Todas deseando dinero, todas solamente con el deseo de tocar la riqueza ajena como su cuerpo perfecto que poseía. No había ninguna que estuviera interesada en él, o en lo que se imaginaba, o en lo que deseaba, y estaba bien.
Ellas eran utilizadas y él también. Un intercambio recíproco, Daba y recibía. Sin sentimientos, solamente en busca del placer del conocimiento y ellas un placer monetario. Pero la que estaba en sus brazos era diferente, ¿Droga? No, eso no era. Ese afrodisiaco solamente expandía lo que ya sentía en el momento. De regresar a esos experimentos arriba de la cama, de saber que cosas podría sacar de su imaginación. Era algo que se había estado restringiendo, manteniendo la etiqueta que siempre mostraba… ahora… En este lugar poco importaba.
Tal vez la que estaba enfrente de él era la única en presenciar a Adam de una manera pura. Con esos ojos cazadores, con aquellas manos que rasgaban las ya dañadas medias, que tenía control sobre varias cosas. Posesión. Pero solamente a ella le demostraría porque era empujado.
Le encantaba.
Despojarse de todo pensamiento racional y que solamente estuviera el deseo y el placer. De la lascivia que con sus ojos grisáceos observaban el cuerpo ajeno. Que aquel esfuerzo que hacía para ella se demostrará con el sudor que pintaba su frente y que las gotas salinas recorrieron su espalda, su pecho, su frente. Que de sus heridas surgiera el agudo ardor que era reemplazado por un placer intenso. Que surgía, navegaba por todo su cuerpo, se regresaba. Como si fuera una bestia dentro de él, incontrolable. ¿Cuánta cantidad de afrodisíaco había consumido? Tal vez lo suficiente como para no pensar de manera cuerda.
Tan deliciosa era la locura con la lujuria como acompañante. Que tan agraciada estaba el cuerpo ajeno para arriesgar su propia sanidad en un espiral de sexo. Que aquellos placeres terrenales lo sujetaban como tentáculos saliendo del cuerpo ajeno, incorpóreos, etéreos. Su mente aprisionada en una neblina constante, rosada.
Conforme el tiempo pasaba, las cosas dejaron de importarle tanto como antes. Conforme los segundos y los minutos del reloj pasaban se perdía en un laberinto sin aparente salida. Cada fantasía que estaba oscura en el interior de su ser surgía. ¿Hace cuanto tiempo que no hacía algo por el estilo? Recuerdos que en este momento eran bloqueados por el sonido de los gemidos ajenos.
Sintió su cuerpo moverse, girar junto a la ajena en un descenso inminente. La emoción que sentía en su cuerpo era demasiada. Con una mano en el trasero ajeno, la otra movió rápidamente sus dedos, formando una especie de colchón en donde aterrizaron con suavidad, pero ahora estaba dominante encima de ella.
Con una sonrisa ansiosa agarró el muslo ajeno y lo apoyó en su hombro. Deseaba entrar más en ella, apoyándose en sus rodillas la embistió con fuerza. Con su brazo rodeando la pierna, dejándolo más apegado a él, que no se moviera. Que nada de ella pudiera moverse.. Ese pensamiento viajó demasiado rápido por su mente. Por sus ideas. Una sonrisa maliciosa se pintó en su rostro que en sus labios no podía pronunciar ni una palabra sin ser interrumpido por los gemidos y jadeos que dejaba salir, que resbalaban como miel de abeja.
Pero su pene no pensó en lo mismo, y sin poder resistir más liberó la primera carga del día dentro de ella. Con un jadeo, un gemido, respiró profundamente. Con una fuerte estocada, apegado lo más que podía sus caderas a ella. Dejando que su miembro penetrara en lo más profundo. Se relajó por un momento, pero fue solamente uno o dos segundos antes de dar sus ataques de nuevo. Penetrando, dejando que sus fluidos se combinarán con los ajenos.
De nuevo se esforzaba, tomaba la acción entre sus manos, manipulaba las sombras para que apretaran esas partes del cuerpo ajeno, cada vez con más fuerza. Lo manejaba como todo un maestro, como un director de orquesta el cual dirigía con una mano. Relamió sus labios suavemente, y en un movimiento con su dedo las sombras se transformaron, se extendían en numerosos tentáculos los cuales agarraban las muñecas ajenas y el cuello de la mujer. No la iba a dejar moverse, no, deseaba más, mucho más.
¿Acaso era todo esto el deseo contenido del vampiro? Qué ya habían pasado meses sin acción alguna. ¿Acaso eran los deseos que contenía en su interior? Las mujeres que había pasado no eran salvajes como la que estaba en sus manos, por lo menos no de años recientes, décadas recientes. Todas deseando dinero, todas solamente con el deseo de tocar la riqueza ajena como su cuerpo perfecto que poseía. No había ninguna que estuviera interesada en él, o en lo que se imaginaba, o en lo que deseaba, y estaba bien.
Ellas eran utilizadas y él también. Un intercambio recíproco, Daba y recibía. Sin sentimientos, solamente en busca del placer del conocimiento y ellas un placer monetario. Pero la que estaba en sus brazos era diferente, ¿Droga? No, eso no era. Ese afrodisiaco solamente expandía lo que ya sentía en el momento. De regresar a esos experimentos arriba de la cama, de saber que cosas podría sacar de su imaginación. Era algo que se había estado restringiendo, manteniendo la etiqueta que siempre mostraba… ahora… En este lugar poco importaba.
Tal vez la que estaba enfrente de él era la única en presenciar a Adam de una manera pura. Con esos ojos cazadores, con aquellas manos que rasgaban las ya dañadas medias, que tenía control sobre varias cosas. Posesión. Pero solamente a ella le demostraría porque era empujado.
Le encantaba.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Jue Mar 18, 2021 3:29 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
Se había dejado caer como una maniática, no le importó si algo le recibía o no, pero una sonrisa lasciva cruzó por sus labios cuando sintió algo como un colchón bajo ella. ¿Hace cuantos meses estaban ahí? En todo ese tiempo había tenido sexo en el piso, contra paredes, en el pasto, dentro de un auto, pero ¿Una cama? Ese lugar que en el mundo antiguo aburría era una comodidad que simplemente no existía en ese infierno.
El vampiro estaba lleno de sorpresas, poco a poco entendía por qué sus fantasías parecían ser interminables. Era como si las limitaciones de ese mundo no le hubiesen afectado en absoluto. Hitori sintió la nueva ola de deseo que había desatado al dejar a Adam encima de ella.
Se dejó mover, entregó su pierna primero, recibiendo las nuevas embestidas del moreno con una sonrisa deseosa. ¿Qué más quería? Tomó de él la energía con que la penetraba, clavando sus colmillos más y más profundo en la esencia del hombre al que pertenecía en ese momento. No le soltaría, su veneno todavía cargaba el aire. Se sentía cerca, extremadamente cerca, y él también.
“Adam...” Advirtió, hundiendo sus uñas en el cuerpo ajeno, retorciéndose en el placer del primer orgasmo. Y luego sintió la descarga de energía vital dentro de ella, tan intensa y profunda que sus ojos brillaron por un momento. El vampiro se detuvo, relajándose sobre ella. “Oh, cariño” Comenzó a ronronear entre jadeos, extendiendo una mano para posarla sobre la mejilla de Adam, pero no había terminado todavía. Un gemido escapó de sus labios cuando comenzó nuevamente, sintiendo ligeras contracciones dentro de ella mientras recibía las embestidas.
El placer era demasiado, sus alas se tensaban entre embestidas, obligándole a gemir bajo esas pinzas. ¿Se estaban apretando por sí solas? Su cerebro no se encontraba en un estado competente, tan solo procesaba estímulos, por lo que no entendía realmente qué era lo que Adam estaba haciendo. Algo se movía, y luego le tomaba de las manos y el cuello.
¿Eso era lo que deseaba? Hitori mordió su labio inferior, encontrando en los ojos ajenos finalmente el destape que había estado buscando. Poco importaban sus preferencias personales, había visto lo que Adam deseaba, eso que la noche anterior había escondido, la necesidad de control completo. Su mirada depredadora había vuelto, una nueva manera de provocar y producir placer en el vampiro abrían demasiadas opciones ahora que sus colmillos habían encontrado la fuente de las fantasías.
¿Había aún más? ¿Cuanto podía empujarle? Ese era el momento para averiguar, ahí, cuando él tenía todo el control pero continuaba completamente bajo la influencia de su afrodisíaco. ¿Podía seguir tentando su suerte? No había otra opción. Tenía hambre y quería más, tomaría todo lo que encontraba de Adam y para eso tenía que explorar más.
Adoraba la sensación de estar completamente a merced de él, y por la energía que estaba recibiendo estaba segura que eso era realmente lo que más quería su compañero. Gimió de placer ante estar amarrada, algo que no sucedía hace demasiado tiempo. Normalmente, ante aquello simplemente tomaría el papel de sumisa, lo que Adam quería, pero ¿Qué haría si peleaba un poco?
Hitori dejó entrever una sonrisa demasiado peligrosa, quería romper todo lo que el vampiro había intentado armar, no le importaban las repercusiones. Entre gemidos, intentó mover sus brazos en un esfuerzo inútil, pasando su pierna libre a la cadera de Adam, trayéndole más cerca. Por las dudas, movió las alas de su espalda en algo que parecía ser un esfuerzo de soltarse, por si su intención no había quedado clara. ¿Qué haría ahora?
code by EMMEEl vampiro estaba lleno de sorpresas, poco a poco entendía por qué sus fantasías parecían ser interminables. Era como si las limitaciones de ese mundo no le hubiesen afectado en absoluto. Hitori sintió la nueva ola de deseo que había desatado al dejar a Adam encima de ella.
Se dejó mover, entregó su pierna primero, recibiendo las nuevas embestidas del moreno con una sonrisa deseosa. ¿Qué más quería? Tomó de él la energía con que la penetraba, clavando sus colmillos más y más profundo en la esencia del hombre al que pertenecía en ese momento. No le soltaría, su veneno todavía cargaba el aire. Se sentía cerca, extremadamente cerca, y él también.
“Adam...” Advirtió, hundiendo sus uñas en el cuerpo ajeno, retorciéndose en el placer del primer orgasmo. Y luego sintió la descarga de energía vital dentro de ella, tan intensa y profunda que sus ojos brillaron por un momento. El vampiro se detuvo, relajándose sobre ella. “Oh, cariño” Comenzó a ronronear entre jadeos, extendiendo una mano para posarla sobre la mejilla de Adam, pero no había terminado todavía. Un gemido escapó de sus labios cuando comenzó nuevamente, sintiendo ligeras contracciones dentro de ella mientras recibía las embestidas.
El placer era demasiado, sus alas se tensaban entre embestidas, obligándole a gemir bajo esas pinzas. ¿Se estaban apretando por sí solas? Su cerebro no se encontraba en un estado competente, tan solo procesaba estímulos, por lo que no entendía realmente qué era lo que Adam estaba haciendo. Algo se movía, y luego le tomaba de las manos y el cuello.
¿Eso era lo que deseaba? Hitori mordió su labio inferior, encontrando en los ojos ajenos finalmente el destape que había estado buscando. Poco importaban sus preferencias personales, había visto lo que Adam deseaba, eso que la noche anterior había escondido, la necesidad de control completo. Su mirada depredadora había vuelto, una nueva manera de provocar y producir placer en el vampiro abrían demasiadas opciones ahora que sus colmillos habían encontrado la fuente de las fantasías.
¿Había aún más? ¿Cuanto podía empujarle? Ese era el momento para averiguar, ahí, cuando él tenía todo el control pero continuaba completamente bajo la influencia de su afrodisíaco. ¿Podía seguir tentando su suerte? No había otra opción. Tenía hambre y quería más, tomaría todo lo que encontraba de Adam y para eso tenía que explorar más.
Adoraba la sensación de estar completamente a merced de él, y por la energía que estaba recibiendo estaba segura que eso era realmente lo que más quería su compañero. Gimió de placer ante estar amarrada, algo que no sucedía hace demasiado tiempo. Normalmente, ante aquello simplemente tomaría el papel de sumisa, lo que Adam quería, pero ¿Qué haría si peleaba un poco?
Hitori dejó entrever una sonrisa demasiado peligrosa, quería romper todo lo que el vampiro había intentado armar, no le importaban las repercusiones. Entre gemidos, intentó mover sus brazos en un esfuerzo inútil, pasando su pierna libre a la cadera de Adam, trayéndole más cerca. Por las dudas, movió las alas de su espalda en algo que parecía ser un esfuerzo de soltarse, por si su intención no había quedado clara. ¿Qué haría ahora?
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Jue Mar 18, 2021 5:54 am
Más… más fuerza...
más… más poder...
más… más tacto...
¿Qué se puede esperar de un vampiro deteniendo sus deseos sexuales por bastante tiempo? Tanto como para hacer todo esto a la súcubo, y deseaba hacer más. Mucho más. Mordió su labio inferior con fuerza, sacando sangre, dejando que hilillos de ese líquido pasaba por su barbilla y su cuello. Le encantaba. Placer y dolor, ¿Qué diferencia había? solamente la situación en la que se presentaba. ¿Qué barrera? Era totalmente borrosa al igual que los límites.
Temblaba de placer, jadeos, gemidos. De nuevo, una orgía de sonidos en esa situación. Sus ojos pasando por los pechos ajenos que se movían con cada embestida, aquellos labios que tanto deseaba besarlos. ¿Acaso era ella suya? No… aún no… simplemente era el comienzo de esta unión. Solamente una noche y una mañana con ella, con un solo descanso que fue cuando ella cayó en la inconsciencia.
¿Ella deseaba pelear? ¿Resistirse? Negó con suavidad la cabeza, no la iba a dejar moverse. Con un movimiento con los dedos jaló aquellas muñecas hacía el suelo y ese cuello apretó con un poco más aquel tentáculo del cuello. Con suavidad, sin intención de dañar. Sonrisa lasciva en sus labios. Se acercó a ella, dejando que aquella pierna alzada pasará a ser sujetada por su brazo. Con el movimiento de su dedo índice otro tentáculo surgió del suelo para amarrarla del tobillo. Que su pierna se abriera más, que sus caderas empujaron el pene dentro de ella. Que el movimiento de sus caderas fueran erráticas, con fuerza, sin ritmo alguno. Cómo caos dominando su cuerpo.
Sus labios se pegaron a los labios ajenos, mordiendo su labio inferior cada vez que podía. No la iba a dejar respirar, no, no le importaba. Apretaba con más fuerza con sus pinzas que después dejaron de tener aquella forma para formar manos con cinco dedos, y estos presionaban con fuerza, que jalaban, que acariciaban con gentileza. Que las yemas de aquellas manos tenebrosas la trataba bastante bien mientras que sus tentáculos la maltrataban. Un contraste bastante intrigante.
Quería más, mucho más. Su lengua contra la suya, la sangre que pasaba de las heridas de sus labios que pasaban a los ajenos, más y más. Deseaba llenar con otra descarga. Estaba totalmente ocupado con todo lo que estaba haciendo. ¿Tocaban la puerta? Eso solamente lo excitaba mucho más, pero no iba a dejar que los interrumpiera alguien desconocido.
Las sombras no lo iban a permitir. No, ninguna interrupción. Solamente eran ellos experimentando, explorando, ver cuanto llegaban en este acto prolongado de sexo puro, de manera primitiva. Sudor pasaba por su cuerpo, caía a la ajena, goteaba por su nariz, por su mano la cual pasaba por su pierna, por su cadera, presionando más. No estaba cansado.
No…
Lo contrario…
maldita sea las feromonas, maldita sea ese apego que ella tenía con él. Maldita sea con los pezones erectos de ella que estaban pegando en su pecho. Que sus cuerpos forman una unión que solamente los demonios apoyaban. Que aquellos seres del inframundo podrían apreciar y aceptar en el círculo de la lujuria. Que el propio pecado estuviera celoso por sus acciones. No, aún faltaba más. Si ella iba a ser su juguete, las noches nunca iban a ser aburridas.
-Hitori…- susurró con una pequeña sonrisa, sus ojos clavando contra la ajena, sus labios apegándose con fuerza. Carnosas. Preciosas. Dulces… Si, ese susurro, esas palabras que salían de su boca era acompañado por un gemido, y después otro más. No podía hablar bien para este punto. apenas y podía hablar de una manera gentil, pero… ¿Cuanto más? Ese era la pregunta.
más… más poder...
más… más tacto...
¿Qué se puede esperar de un vampiro deteniendo sus deseos sexuales por bastante tiempo? Tanto como para hacer todo esto a la súcubo, y deseaba hacer más. Mucho más. Mordió su labio inferior con fuerza, sacando sangre, dejando que hilillos de ese líquido pasaba por su barbilla y su cuello. Le encantaba. Placer y dolor, ¿Qué diferencia había? solamente la situación en la que se presentaba. ¿Qué barrera? Era totalmente borrosa al igual que los límites.
Temblaba de placer, jadeos, gemidos. De nuevo, una orgía de sonidos en esa situación. Sus ojos pasando por los pechos ajenos que se movían con cada embestida, aquellos labios que tanto deseaba besarlos. ¿Acaso era ella suya? No… aún no… simplemente era el comienzo de esta unión. Solamente una noche y una mañana con ella, con un solo descanso que fue cuando ella cayó en la inconsciencia.
¿Ella deseaba pelear? ¿Resistirse? Negó con suavidad la cabeza, no la iba a dejar moverse. Con un movimiento con los dedos jaló aquellas muñecas hacía el suelo y ese cuello apretó con un poco más aquel tentáculo del cuello. Con suavidad, sin intención de dañar. Sonrisa lasciva en sus labios. Se acercó a ella, dejando que aquella pierna alzada pasará a ser sujetada por su brazo. Con el movimiento de su dedo índice otro tentáculo surgió del suelo para amarrarla del tobillo. Que su pierna se abriera más, que sus caderas empujaron el pene dentro de ella. Que el movimiento de sus caderas fueran erráticas, con fuerza, sin ritmo alguno. Cómo caos dominando su cuerpo.
Sus labios se pegaron a los labios ajenos, mordiendo su labio inferior cada vez que podía. No la iba a dejar respirar, no, no le importaba. Apretaba con más fuerza con sus pinzas que después dejaron de tener aquella forma para formar manos con cinco dedos, y estos presionaban con fuerza, que jalaban, que acariciaban con gentileza. Que las yemas de aquellas manos tenebrosas la trataba bastante bien mientras que sus tentáculos la maltrataban. Un contraste bastante intrigante.
Quería más, mucho más. Su lengua contra la suya, la sangre que pasaba de las heridas de sus labios que pasaban a los ajenos, más y más. Deseaba llenar con otra descarga. Estaba totalmente ocupado con todo lo que estaba haciendo. ¿Tocaban la puerta? Eso solamente lo excitaba mucho más, pero no iba a dejar que los interrumpiera alguien desconocido.
Las sombras no lo iban a permitir. No, ninguna interrupción. Solamente eran ellos experimentando, explorando, ver cuanto llegaban en este acto prolongado de sexo puro, de manera primitiva. Sudor pasaba por su cuerpo, caía a la ajena, goteaba por su nariz, por su mano la cual pasaba por su pierna, por su cadera, presionando más. No estaba cansado.
No…
Lo contrario…
maldita sea las feromonas, maldita sea ese apego que ella tenía con él. Maldita sea con los pezones erectos de ella que estaban pegando en su pecho. Que sus cuerpos forman una unión que solamente los demonios apoyaban. Que aquellos seres del inframundo podrían apreciar y aceptar en el círculo de la lujuria. Que el propio pecado estuviera celoso por sus acciones. No, aún faltaba más. Si ella iba a ser su juguete, las noches nunca iban a ser aburridas.
-Hitori…- susurró con una pequeña sonrisa, sus ojos clavando contra la ajena, sus labios apegándose con fuerza. Carnosas. Preciosas. Dulces… Si, ese susurro, esas palabras que salían de su boca era acompañado por un gemido, y después otro más. No podía hablar bien para este punto. apenas y podía hablar de una manera gentil, pero… ¿Cuanto más? Ese era la pregunta.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Jue Mar 18, 2021 7:43 pm
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
Cada segundo que pasaba, Adam parecía querer más. ¿Era de ahí que sacaba esa energía interminable? Hitori no había dejado por un segundo de tomar pedazos cada vez más grandes, nutriéndose de una manera que no había conocido. Luego de eso, no sería capaz de sentirse saciada nunca más, de eso estaba segura.
Había caído de la manera más profunda, no tenía escapatoria ahora que sabía lo que era sentirse saciada de verdad. El hambre tan sólo sería peor, más interminable que antes. ¿Qué sería de ella? La respuesta se escapaba de sus manos con cada estocada, con cada gemido, cada estremecimiento de placer.
No era solo el hambre que le mantendría presa, si no ese hombre que reclamaba su cuerpo, que la exploraba sin miedo y con una seguridad que le volvía loca. No se intimidaba con su osadía, con su naturaleza depredadora, parecía no importarle que se estaba alimentando de él. Hitori no podía haber encontrado algo mejor de haber estado buscando.
Recibió los ojos de Adam en su cuerpo con una sonrisa, mordiendo su labio inferior para acallar un gemido. Después de intentar moverse, un temblor de placer recorrió su cuerpo al sentir las amarras apretarse, todavía gentiles. Dejó que tomara su pierna, que amarrara su tobillo, recibiendo el placer que le generaba aquello a Adam por los poros de su piel.
Hitori devolvió el beso hambriento, lo único que tenía permitido hacer, entregando su labio inferior cada vez que el moreno quería morderlo, ahogando sus gemidos dentro de la boca ajena. Sus labios volvían a tomar energía vital del vampiro, era tan intensa que sentía hormigueos en su piel donde consumía más y más.
Algo sucedió con las pinzas, la súcubo no fue capaz de entender qué, pero de pronto se sintió completamente despojada de sus sentidos. Todos sus puntos sensibles estaban siendo estimulados al mismo tiempo, era simplemente demasiado. Había olvidado por completo dónde estaban, un gemido que retumbó en las paredes acompañó un tiritón violento, marcando un orgasmo que ni siquiera pudo advertir. Hitori peleó contra las amarras en un forcejeo involuntario mientras se retorcía, sus ojos formando lágrimas de placer mientras su intimidad empapaba más aún el miembro que no le daba tregua.
Volvió en sí lo suficiente como para escuchar su nombre, abrió sus ojos para encontrar los de Adam clavados en los suyos. ¿Cuánto más podía tomar? No había dejado de hacerlo, veía mechones de su pelo de un celeste casi fosforescente, no computó en su cabeza que eso significaba que estaba completamente repuesta, el hambre todavía le dominaba incluso más que el vampiro.
Hitori mordió el labio ajeno con fuerza, hundía su lengua en la boca del vampiro ¿Era sangre lo que sentía? No habían suficientes neuronas como para notar algo como eso. Apretaba su interior para recibir mejor todo de Adam, estimulando cada estocada, lo poco que podía hacer al estar completamente inmovilizada.
¿Palabras? Se habían caído todas de su cabeza, sólo existían gemidos, el estímulo de las manos que amenazaban con volverle loca, y ese cuerpo moreno que reclamaba el suyo. No había dejado de pelear contra las amarras, esta vez no en una travesura que buscaba molestar al contrario, sino más bien en movimientos involuntarios que denotaban que pronto volvería a gritar de placer.
code by EMMEHabía caído de la manera más profunda, no tenía escapatoria ahora que sabía lo que era sentirse saciada de verdad. El hambre tan sólo sería peor, más interminable que antes. ¿Qué sería de ella? La respuesta se escapaba de sus manos con cada estocada, con cada gemido, cada estremecimiento de placer.
No era solo el hambre que le mantendría presa, si no ese hombre que reclamaba su cuerpo, que la exploraba sin miedo y con una seguridad que le volvía loca. No se intimidaba con su osadía, con su naturaleza depredadora, parecía no importarle que se estaba alimentando de él. Hitori no podía haber encontrado algo mejor de haber estado buscando.
Recibió los ojos de Adam en su cuerpo con una sonrisa, mordiendo su labio inferior para acallar un gemido. Después de intentar moverse, un temblor de placer recorrió su cuerpo al sentir las amarras apretarse, todavía gentiles. Dejó que tomara su pierna, que amarrara su tobillo, recibiendo el placer que le generaba aquello a Adam por los poros de su piel.
Hitori devolvió el beso hambriento, lo único que tenía permitido hacer, entregando su labio inferior cada vez que el moreno quería morderlo, ahogando sus gemidos dentro de la boca ajena. Sus labios volvían a tomar energía vital del vampiro, era tan intensa que sentía hormigueos en su piel donde consumía más y más.
Algo sucedió con las pinzas, la súcubo no fue capaz de entender qué, pero de pronto se sintió completamente despojada de sus sentidos. Todos sus puntos sensibles estaban siendo estimulados al mismo tiempo, era simplemente demasiado. Había olvidado por completo dónde estaban, un gemido que retumbó en las paredes acompañó un tiritón violento, marcando un orgasmo que ni siquiera pudo advertir. Hitori peleó contra las amarras en un forcejeo involuntario mientras se retorcía, sus ojos formando lágrimas de placer mientras su intimidad empapaba más aún el miembro que no le daba tregua.
Volvió en sí lo suficiente como para escuchar su nombre, abrió sus ojos para encontrar los de Adam clavados en los suyos. ¿Cuánto más podía tomar? No había dejado de hacerlo, veía mechones de su pelo de un celeste casi fosforescente, no computó en su cabeza que eso significaba que estaba completamente repuesta, el hambre todavía le dominaba incluso más que el vampiro.
Hitori mordió el labio ajeno con fuerza, hundía su lengua en la boca del vampiro ¿Era sangre lo que sentía? No habían suficientes neuronas como para notar algo como eso. Apretaba su interior para recibir mejor todo de Adam, estimulando cada estocada, lo poco que podía hacer al estar completamente inmovilizada.
¿Palabras? Se habían caído todas de su cabeza, sólo existían gemidos, el estímulo de las manos que amenazaban con volverle loca, y ese cuerpo moreno que reclamaba el suyo. No había dejado de pelear contra las amarras, esta vez no en una travesura que buscaba molestar al contrario, sino más bien en movimientos involuntarios que denotaban que pronto volvería a gritar de placer.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Vie Mar 19, 2021 4:00 am
¿Cuánto tiempo había pasado? no lo podía sentir, no lo podía pensar. Enfrente de él sentía su esencia, su energía, su ser querer ser tomado por la ajena, ¿Cuanto más? No lo sabía, parecía un hambre infinita, como si la gula y la lujuria se hubieran juntado y crearán al demonio enfrente del. Es una hermosa creación cómo terrible. Peligrosa para cualquier mortal que se le topara. Quería pensar que era el primero en satisfacer aquella ansiosa hambre. ¿Famélica estaba? Eso o matar a la presa que tiene entre sus garras.
Era extraño que alguien como Adam perdiera toda actitud, toda etiqueta, tan sólo llegando al núcleo de todo. De donde surgía todo lo que se mostraba enfrente de ella. Tan sólo retenía sus deseos más oscuros, más enterrados en el alejado rincón de sus sentimientos. No iba a permitirle ver toda la malicia que tenía. ¿Malicia? ¿O era exploración? Era extraño, explicar que era malicia podría ser algo completamente corto. No. Él no tenía malicia dentro de su ser. Simplemente así era, en sus ojos sus acciones no tenían el objetivo de herir o sufrir, no… era algo mucho más retorcido que eso, que ni siquiera las convicciones morales preestablecidas podían discernir lo que realmente era.
Perdido en un infierno de emociones, quemándose en su interior por las sensaciones de su cuerpo. Ahogarse en acciones extremas las cuales parecían escalar más y más, que no solamente su cuerpo no podía controlarse, sino su cabeza, sus manos, sus poderes, todo aquello que era el vampiro era ascendido más allá de cualquier cosa terrenal.
Tal vez haya llegado en su punto, de nuevo sintiendo como las oleadas de energía viajaban por su ser. Ligero. Todo su cuerpo tensando cada vez que esas sensaciones viajaban debajo de su piel. Ya iba a ser tiempo de detener la caída. ya lo había permitido lo suficiente. Tal vez en otra ocasión llegaría al fondo para disfrutar de los deseos terrenales junto al lado de la mujer que aceptó con los brazos abiertos solamente los pocos deseos que había demostrado.
¿Qué tan profundo era su pozo de los deseos? Inimaginable, impensable. Llegaba más allá de los límites humanos. Él ha visto lo que eran los horrores desconocidos. No podía esperar a probarlos con su nueva y energética compañera.
Otra embestida, una más… y una última, más fuerte que las anteriores, apegado demasiado su piel a la ajena, aquel toque hirviendo del ajeno. Con fuerza dejó salir una descarga dentro de ella. Con fuerza, sintiendo el semen hirviendo pasar por su miembro y ser expulsado dentro de ella. Dejó de moverse, ya, debía de parar en este momento, arriesgaba a más tiempo abajo del sol, ¿Cuanto más hasta que esa nube desaparezca?
Gimió fuerte cerca de los labios ajenos y dejó varios besos en su mejilla y en su cuello. Descansaba arriba de ella, pasando sus manos por el cuerpo ajeno. Sus sombras se desvanecen lentamente, liberando el cuerpo ajeno de la prisión provisional que había hecho. Las sombras regresaron a su estado normal a excepción de la cama en donde reposaban. Cómoda, que no se manchaba del sudor ni de los líquidos expulsados.
-Señorita… Hitori…- susurró entre jadeos, intentando recuperar la respiración. Su cabeza un poco mareada por el uso prolongado de la droga que ella soltó. Una de sus manos se posó en la mejilla ajena, acariciándola mientras que le mostraba una pequeña sonrisa. La besó, en su frente, en sus párpados, en aquellos cabellos que parecían estar cambiando de color cada momento.
Por fin se había calmado, no había más acción hasta el momento. Respiró profundamente, otro beso más al cuello, uno más cerca de la oreja, ahora los mimos llegaban a dar al cuerpo ajeno. ¿La puerta? Aún sellada con sus sombras, no. Era tiempo de ellos dos, aquellos seres que tanto deseaban la carne. Que pareja más autodestructiva sadomasoquista.
Era extraño que alguien como Adam perdiera toda actitud, toda etiqueta, tan sólo llegando al núcleo de todo. De donde surgía todo lo que se mostraba enfrente de ella. Tan sólo retenía sus deseos más oscuros, más enterrados en el alejado rincón de sus sentimientos. No iba a permitirle ver toda la malicia que tenía. ¿Malicia? ¿O era exploración? Era extraño, explicar que era malicia podría ser algo completamente corto. No. Él no tenía malicia dentro de su ser. Simplemente así era, en sus ojos sus acciones no tenían el objetivo de herir o sufrir, no… era algo mucho más retorcido que eso, que ni siquiera las convicciones morales preestablecidas podían discernir lo que realmente era.
Perdido en un infierno de emociones, quemándose en su interior por las sensaciones de su cuerpo. Ahogarse en acciones extremas las cuales parecían escalar más y más, que no solamente su cuerpo no podía controlarse, sino su cabeza, sus manos, sus poderes, todo aquello que era el vampiro era ascendido más allá de cualquier cosa terrenal.
Tal vez haya llegado en su punto, de nuevo sintiendo como las oleadas de energía viajaban por su ser. Ligero. Todo su cuerpo tensando cada vez que esas sensaciones viajaban debajo de su piel. Ya iba a ser tiempo de detener la caída. ya lo había permitido lo suficiente. Tal vez en otra ocasión llegaría al fondo para disfrutar de los deseos terrenales junto al lado de la mujer que aceptó con los brazos abiertos solamente los pocos deseos que había demostrado.
¿Qué tan profundo era su pozo de los deseos? Inimaginable, impensable. Llegaba más allá de los límites humanos. Él ha visto lo que eran los horrores desconocidos. No podía esperar a probarlos con su nueva y energética compañera.
Otra embestida, una más… y una última, más fuerte que las anteriores, apegado demasiado su piel a la ajena, aquel toque hirviendo del ajeno. Con fuerza dejó salir una descarga dentro de ella. Con fuerza, sintiendo el semen hirviendo pasar por su miembro y ser expulsado dentro de ella. Dejó de moverse, ya, debía de parar en este momento, arriesgaba a más tiempo abajo del sol, ¿Cuanto más hasta que esa nube desaparezca?
Gimió fuerte cerca de los labios ajenos y dejó varios besos en su mejilla y en su cuello. Descansaba arriba de ella, pasando sus manos por el cuerpo ajeno. Sus sombras se desvanecen lentamente, liberando el cuerpo ajeno de la prisión provisional que había hecho. Las sombras regresaron a su estado normal a excepción de la cama en donde reposaban. Cómoda, que no se manchaba del sudor ni de los líquidos expulsados.
-Señorita… Hitori…- susurró entre jadeos, intentando recuperar la respiración. Su cabeza un poco mareada por el uso prolongado de la droga que ella soltó. Una de sus manos se posó en la mejilla ajena, acariciándola mientras que le mostraba una pequeña sonrisa. La besó, en su frente, en sus párpados, en aquellos cabellos que parecían estar cambiando de color cada momento.
Por fin se había calmado, no había más acción hasta el momento. Respiró profundamente, otro beso más al cuello, uno más cerca de la oreja, ahora los mimos llegaban a dar al cuerpo ajeno. ¿La puerta? Aún sellada con sus sombras, no. Era tiempo de ellos dos, aquellos seres que tanto deseaban la carne. Que pareja más autodestructiva sadomasoquista.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Vie Mar 19, 2021 4:52 am
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No estaba segura cuanto más podía aguantar. El placer era demasiado. La energía que tomaba había sido demasiada, se había excedido y Adam parecía ni siquiera haberlo notado mientras cualquier otra persona hubiese caído en un estupor agotado hace muchísimo tiempo. ¿Dónde se había ido a meter?
Ya no pensaba, tan sólo recibía como buena sumisa, no estaba en ella decidir cuándo acabaría todo, aunque sentía cada segundo que estaba más cerca de perder la cabeza en aquel desenfreno. Hitori sintió las últimas embestidas del vampiro, su piel parecía hervir al igual que la descarga dentro de ella. Jadeó, su cuerpo aliviado de poder descansar.
Poco a poco sus feromonas se disiparon mientras sus neuronas lograban volver a tomarse de las manos y comenzar a funcionar como debían. Primero volvió a poder usar sus ojos como era debido, tenía su visión periférica de vuelta, podía sentir la cama bajo ella. Adam descansaba sobre ella, parecía haberse recuperado lo suficiente como para volver a armar su fachada caballerosa. Sintió que lo que le había mantenido amarrada soltaba sus manos y su cuello.
¿Qué había sido eso? El recuerdo era borroso, en realidad seguía sin entender demasiado, algo dentro de ella hizo desaparecer la imagen de las sombras moviéndose en un intento de proteger su estado mental. La llamaba otra vez con aquel honorífico. Hitori no sabía bien cómo recibir esas caricias, se sentía un poco fuera de lugar.
Había escuchado en algún momento que aquellos mimos después del sexo eran importantes, que hacían bien, que era una gran parte de lo que se debía hacer, en especial luego de cosas como BDSM. ¿Contención emocional? De haber sido capaz de encontrar algo como eso en alguna parte, Hitori no existiría como la persona que era. Ella era capaz de hacerlo, cuidar al resto, sus pacientes, tomarles de la mano y decirles que todo estaría bien, pero en realidad no solía recibirlo de vuelta. No sabía cómo.
“Y-Yo...” Murmuró, recibiendo un beso cariñoso en su oreja. Ahí, otra vez, un sonrojo que no entendía. Todavía no recuperaba la cabeza del todo, no sabía qué decir, era simplemente una tarea demasiado complicada en ese momento. ¿Qué podía hacer? Se quedó quieta y en silencio, recuperando el aire que le había faltado, sintiendo su cuerpo enfriarse, por varios minutos. Pequeños recuerdos de lo que había hecho volvían poco a poco, su parte humana comenzaba a revisar lo que la súcubo había hecho.
De un momento a otro sus ojos se enfocaron por completo, su expresión horrorizada. “¡Dios, tu espalda!” -¡Sus nalgas!- Exclamó en ese mismo horror, notando las profundas marcas que había dejado con sus uñas. Las observó, ensangrentadas, y sacudió su cabeza, intentando incorporarse, apoyando una mano a cada lado, tratando de levantarse o acercarse a la espalda de Adam. Aunque había perdido el control en su forma de raza antes, normalmente no solía hacer tanto daño.
Quería volver a su cuerpo humano, había tenido suficiente de la súcubo desenfrenada por un día, por lo menos ese día. Pero Hitori no era sólo un demonio. “Déjame ver.” Su tono había cambiado, era más maternal y duro, normalmente lo reservaba para pacientes revoltosos.
Era una faceta completamente nueva, el miedo había desaparecido, la lujuria también, lo único que quedaba en el caleidoscopio en ese momento era determinación para curar a alguien que sólo venía con años de enfermería. Su expresión denotaba que no había discusión al respecto, aunque no logró esconder la preocupación de su cara, en especial porque las alas de su espalda se habían recogido casi por completo en un gesto que demostraba sus nervios y el rubor sólo se había profundizado más.
Quizás no era capaz de reaccionar de buena manera al ser cuidada, no podía controlarse a veces, buscaba compañía con cualquiera y no podía apagar una vela sin querer gritar. Hitori era muchas cosas, pero nunca pasaría por alto el cuidado de alguien más. Por algo también había elegido tener cualidades de Ninfa, y era de día que aquel lado de ella despertaba por completo.
code by EMMEYa no pensaba, tan sólo recibía como buena sumisa, no estaba en ella decidir cuándo acabaría todo, aunque sentía cada segundo que estaba más cerca de perder la cabeza en aquel desenfreno. Hitori sintió las últimas embestidas del vampiro, su piel parecía hervir al igual que la descarga dentro de ella. Jadeó, su cuerpo aliviado de poder descansar.
Poco a poco sus feromonas se disiparon mientras sus neuronas lograban volver a tomarse de las manos y comenzar a funcionar como debían. Primero volvió a poder usar sus ojos como era debido, tenía su visión periférica de vuelta, podía sentir la cama bajo ella. Adam descansaba sobre ella, parecía haberse recuperado lo suficiente como para volver a armar su fachada caballerosa. Sintió que lo que le había mantenido amarrada soltaba sus manos y su cuello.
¿Qué había sido eso? El recuerdo era borroso, en realidad seguía sin entender demasiado, algo dentro de ella hizo desaparecer la imagen de las sombras moviéndose en un intento de proteger su estado mental. La llamaba otra vez con aquel honorífico. Hitori no sabía bien cómo recibir esas caricias, se sentía un poco fuera de lugar.
Había escuchado en algún momento que aquellos mimos después del sexo eran importantes, que hacían bien, que era una gran parte de lo que se debía hacer, en especial luego de cosas como BDSM. ¿Contención emocional? De haber sido capaz de encontrar algo como eso en alguna parte, Hitori no existiría como la persona que era. Ella era capaz de hacerlo, cuidar al resto, sus pacientes, tomarles de la mano y decirles que todo estaría bien, pero en realidad no solía recibirlo de vuelta. No sabía cómo.
“Y-Yo...” Murmuró, recibiendo un beso cariñoso en su oreja. Ahí, otra vez, un sonrojo que no entendía. Todavía no recuperaba la cabeza del todo, no sabía qué decir, era simplemente una tarea demasiado complicada en ese momento. ¿Qué podía hacer? Se quedó quieta y en silencio, recuperando el aire que le había faltado, sintiendo su cuerpo enfriarse, por varios minutos. Pequeños recuerdos de lo que había hecho volvían poco a poco, su parte humana comenzaba a revisar lo que la súcubo había hecho.
De un momento a otro sus ojos se enfocaron por completo, su expresión horrorizada. “¡Dios, tu espalda!” -¡Sus nalgas!- Exclamó en ese mismo horror, notando las profundas marcas que había dejado con sus uñas. Las observó, ensangrentadas, y sacudió su cabeza, intentando incorporarse, apoyando una mano a cada lado, tratando de levantarse o acercarse a la espalda de Adam. Aunque había perdido el control en su forma de raza antes, normalmente no solía hacer tanto daño.
Quería volver a su cuerpo humano, había tenido suficiente de la súcubo desenfrenada por un día, por lo menos ese día. Pero Hitori no era sólo un demonio. “Déjame ver.” Su tono había cambiado, era más maternal y duro, normalmente lo reservaba para pacientes revoltosos.
Era una faceta completamente nueva, el miedo había desaparecido, la lujuria también, lo único que quedaba en el caleidoscopio en ese momento era determinación para curar a alguien que sólo venía con años de enfermería. Su expresión denotaba que no había discusión al respecto, aunque no logró esconder la preocupación de su cara, en especial porque las alas de su espalda se habían recogido casi por completo en un gesto que demostraba sus nervios y el rubor sólo se había profundizado más.
Quizás no era capaz de reaccionar de buena manera al ser cuidada, no podía controlarse a veces, buscaba compañía con cualquiera y no podía apagar una vela sin querer gritar. Hitori era muchas cosas, pero nunca pasaría por alto el cuidado de alguien más. Por algo también había elegido tener cualidades de Ninfa, y era de día que aquel lado de ella despertaba por completo.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Vie Mar 19, 2021 6:03 am
Por fin, la tormenta de pecado se había ido, y ahora la calma parecía de nuevo estar en control de la situación. Con una pequeña sonrisa, recibía de nuevo al mundo del razonamiento a la ajena. Con cariños y besos pequeños y gentiles. Se estaba recuperando, y conforme eso pasaba en su espalda sintió al principio un ligero ardor que después se convirtió en molestia.
¿Acaso era otra faceta de Hitori? Como si fuera un licántropo, había ido desde una mujer humana seductora en una noche, y al principio de día su apariencia y su actitud cambió radicalmente, así como el acto sexual que ellos dos mantuvieron hasta que al final enfrente de él estaba una mujer que desconocía. Mismo rostro, mismo cuerpo, diferente personalidad. ¿Tres facetas? O tal vez dos, y aquella parte demoníaca y loca que ella tenía la había estado guardando en la noche anterior. Sea como sea, la curiosidad crecía dentro de él.
-Todo está bien señorita Hitori- le susurro cerca de la oreja ajena, agarrando con una de las manos femeninas y entrelazo sus dedos con los ajenos. Un beso en la frente, otra en la sien. Respiro profundamente. Los minutos pasaban, y ella no estaba reaccionando demasiado a excepción de las dulces mejillas rosadas que ella tenía, ¿estaba sonrojada? No creía que sus mimos fueran diferentes, por lo menos no después de tener un acto de tal rudeza. Con un suave suspiro que pasó por sus labios dejó un beso en su mejilla y se quedó descansando un poco de tiempo antes de escuchar el grito que ella pegó. Con sus ojos que lentamente se abrían dejó ver una pequeña sonrisa en su rostro, aún con los dedos entrelazados con los ajenos.
Era adorable, demasiado adorable cuando escuchó sus murmullos. Una mujer diferente, agradable, le encantaba mucho más, aún más a comparación de la noche anterior. Si, sería de él, sin importar que pasara se quedaría con ella, con esas personalidades, con todos los actos sexuales o no que vayan a pasar. Lo deseaba para él y solamente para él.
Dejó la mano ajena para que ella se pudiera levantar, pero él no lo hizo, quería descansar un poco. Asintió suavemente con la cabeza. -No fue nada señorita Hitori, todo está bien- Dijo con una voz tranquila y gentil, poniendo su mano encima de la ajena, acariciando con las yemas de sus dedos los dedos ajenos, pasando por ellos, por su piel, sintiendo los detalles que ella tenía en las falanges. Suaves y delgados.
Su tono de voz, como si fuera maternal, le hizo recordar de nuevo recuerdos que eran mejor estar almacenados sin abrirlos. “Madre, Es una herida en la práctica, no fue nada” aquella voz de nuevo infantil, de un Adam de tiempos de antaño. Su madre, preocupada por ello. No solamente fue una práctica como cualquier otra, sino que había sido más viciosa, ¿Por culpa de Adam? Tal vez, podría ser que la avaricia que posee la haya tenido desde el inicio de su vida.
Observó otra vez a Hitori, una mujer de muchos talentos y muchos más secretos de lo que se imaginaba. ¿Con que iba a curar esas heridas? Un poco de sangre de ella y quedaría completo, de nuevo con su piel prístina, limpia, sin ninguna marca, pero era algo en el cual tenía dudas, deseaba mantenerlas por lo menos unos días antes de hacerlas desaparecer, además, ella es una demonio, ¿no? ¿Qué es lo que iba a hacer? Le causó cierto interés.
-Adelante señorita Hitori, aunque no creo que sea grave como piensa- dijo, pasando sus dedos ahora en el antebrazo ajeno. Su otra mano solamente servía de apoyo para su barbilla, la noche y la mañana habían sido excelentes, y aunque le quedaba energía sabía que el Sol era un ser peligroso y desalmado, que lo hizo enojar de tal manera que ahora era una criatura rechazada por él y no es bienvenido en las horas del día.
¿Acaso era otra faceta de Hitori? Como si fuera un licántropo, había ido desde una mujer humana seductora en una noche, y al principio de día su apariencia y su actitud cambió radicalmente, así como el acto sexual que ellos dos mantuvieron hasta que al final enfrente de él estaba una mujer que desconocía. Mismo rostro, mismo cuerpo, diferente personalidad. ¿Tres facetas? O tal vez dos, y aquella parte demoníaca y loca que ella tenía la había estado guardando en la noche anterior. Sea como sea, la curiosidad crecía dentro de él.
-Todo está bien señorita Hitori- le susurro cerca de la oreja ajena, agarrando con una de las manos femeninas y entrelazo sus dedos con los ajenos. Un beso en la frente, otra en la sien. Respiro profundamente. Los minutos pasaban, y ella no estaba reaccionando demasiado a excepción de las dulces mejillas rosadas que ella tenía, ¿estaba sonrojada? No creía que sus mimos fueran diferentes, por lo menos no después de tener un acto de tal rudeza. Con un suave suspiro que pasó por sus labios dejó un beso en su mejilla y se quedó descansando un poco de tiempo antes de escuchar el grito que ella pegó. Con sus ojos que lentamente se abrían dejó ver una pequeña sonrisa en su rostro, aún con los dedos entrelazados con los ajenos.
Era adorable, demasiado adorable cuando escuchó sus murmullos. Una mujer diferente, agradable, le encantaba mucho más, aún más a comparación de la noche anterior. Si, sería de él, sin importar que pasara se quedaría con ella, con esas personalidades, con todos los actos sexuales o no que vayan a pasar. Lo deseaba para él y solamente para él.
Dejó la mano ajena para que ella se pudiera levantar, pero él no lo hizo, quería descansar un poco. Asintió suavemente con la cabeza. -No fue nada señorita Hitori, todo está bien- Dijo con una voz tranquila y gentil, poniendo su mano encima de la ajena, acariciando con las yemas de sus dedos los dedos ajenos, pasando por ellos, por su piel, sintiendo los detalles que ella tenía en las falanges. Suaves y delgados.
Su tono de voz, como si fuera maternal, le hizo recordar de nuevo recuerdos que eran mejor estar almacenados sin abrirlos. “Madre, Es una herida en la práctica, no fue nada” aquella voz de nuevo infantil, de un Adam de tiempos de antaño. Su madre, preocupada por ello. No solamente fue una práctica como cualquier otra, sino que había sido más viciosa, ¿Por culpa de Adam? Tal vez, podría ser que la avaricia que posee la haya tenido desde el inicio de su vida.
Observó otra vez a Hitori, una mujer de muchos talentos y muchos más secretos de lo que se imaginaba. ¿Con que iba a curar esas heridas? Un poco de sangre de ella y quedaría completo, de nuevo con su piel prístina, limpia, sin ninguna marca, pero era algo en el cual tenía dudas, deseaba mantenerlas por lo menos unos días antes de hacerlas desaparecer, además, ella es una demonio, ¿no? ¿Qué es lo que iba a hacer? Le causó cierto interés.
-Adelante señorita Hitori, aunque no creo que sea grave como piensa- dijo, pasando sus dedos ahora en el antebrazo ajeno. Su otra mano solamente servía de apoyo para su barbilla, la noche y la mañana habían sido excelentes, y aunque le quedaba energía sabía que el Sol era un ser peligroso y desalmado, que lo hizo enojar de tal manera que ahora era una criatura rechazada por él y no es bienvenido en las horas del día.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Vie Mar 19, 2021 8:52 pm
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
Sentía cada caricia, su piel seguía bastante sensible, en especial frente a toques cuidadosos que no comprendía por completo. Se incorporó, desenredándose de Adam con la destreza de una chica acostumbrada a escapar de debajo de hombres sin despertarles. Apoyada en sus manos y rodillas, se acercó a la espalda del vampiro.
“Bah, yo decido si son graves o no.” Respondió, frunciendo el ceño. Suspiró, en realidad había hecho un numerito bastante feo en la hermosa piel de Adam. ¿Es que era un animal? Ahora que había vuelto en sí, que poco a poco repasaba lo sucedido, negaba con la cabeza y mordía su labio inferior.
Se había metido hasta el cuello en una situación que se le fue de las manos instantáneamente. Quizás era más seguro para ambos si se retiraba. La sola idea le generaba angustia, no quería volver a estar sola, pero a su suerte era de día y se sentía lo suficientemente bien como para pasar una noche en el estacionamiento. No tenía demasiadas ganas de mantenerse en ese cuerpo, pero era la única manera de ayudar a Adam.
“Och, qué bestia.” Se quejó, apretando entre sus dedos uno de los rasguños por cada lado. Aún era temprano como para preocuparse por una infección, pero se veían más profundos de lo que le acomodaba.
Suspiró, cerrando sus ojos para concentrarse. Sintió la energía que había robado y poco a poco concentró un poco en las alas de su cabeza, sus labios comenzaron a hormiguear. Era lo más justo, él se había excedido la noche anterior y luego se había quedado para ayudarle, Hitori tan sólo estaba devolviendo el favor. ¿No?
La híbrida posó sus labios sobre uno de los rasguños, dejando que ese hormigueo se hundiera en la piel ajena. Ahora que estaba haciendo algo acerca de las heridas, se permitió pasar más recuerdos por su cabeza. “Lo siento.” Murmuró contra el hombro ajeno, posando sus labios en otro corte. El primero se cerraba poco a poco como habían hecho sus propias heridas.
“A veces...” ¿Cómo explicarlo? Seguro Adam lo había visto en sus ojos, sentido en la espesura de su veneno. Le costaba hasta recordar exactamente lo que había sucedido entre la neblina del hambre. “Perdona.” Terminó, sin realmente saber qué decir, pasando al resto de las heridas. Sabía que había hundido sus uñas perversamente en las nalgas morenas, pero sintió un nuevo sonrojo pintar toda su cara.
-¿Qué te pasa, Macleod?- Se sentó sobre sus piernas, llevando sus manos a su cara y negando con la cabeza, desparramando su cabello sobre sus hombros, cubriendo sus pechos desnudos. ¿Por qué no podía actuar normal? Por lo menos lo que se acercaba a normal cuando se trataba de ella. Resopló, exasperada.
Quería sanar el resto de las heridas, pero aunque habían profanado ese salón con sus acciones, ahora que tenía control sobre su cerebro la idea de acercar sus labios a las nalgas de Adam no le parecía una muy buena idea. ¿Tenía trece años de nuevo? Ni siquiera sus años de enfermería le ayudaron en ese momento. De pronto recordó que estaba desnuda, algo que no ayudó a su nerviosismo.
code by EMME“Bah, yo decido si son graves o no.” Respondió, frunciendo el ceño. Suspiró, en realidad había hecho un numerito bastante feo en la hermosa piel de Adam. ¿Es que era un animal? Ahora que había vuelto en sí, que poco a poco repasaba lo sucedido, negaba con la cabeza y mordía su labio inferior.
Se había metido hasta el cuello en una situación que se le fue de las manos instantáneamente. Quizás era más seguro para ambos si se retiraba. La sola idea le generaba angustia, no quería volver a estar sola, pero a su suerte era de día y se sentía lo suficientemente bien como para pasar una noche en el estacionamiento. No tenía demasiadas ganas de mantenerse en ese cuerpo, pero era la única manera de ayudar a Adam.
“Och, qué bestia.” Se quejó, apretando entre sus dedos uno de los rasguños por cada lado. Aún era temprano como para preocuparse por una infección, pero se veían más profundos de lo que le acomodaba.
Suspiró, cerrando sus ojos para concentrarse. Sintió la energía que había robado y poco a poco concentró un poco en las alas de su cabeza, sus labios comenzaron a hormiguear. Era lo más justo, él se había excedido la noche anterior y luego se había quedado para ayudarle, Hitori tan sólo estaba devolviendo el favor. ¿No?
La híbrida posó sus labios sobre uno de los rasguños, dejando que ese hormigueo se hundiera en la piel ajena. Ahora que estaba haciendo algo acerca de las heridas, se permitió pasar más recuerdos por su cabeza. “Lo siento.” Murmuró contra el hombro ajeno, posando sus labios en otro corte. El primero se cerraba poco a poco como habían hecho sus propias heridas.
“A veces...” ¿Cómo explicarlo? Seguro Adam lo había visto en sus ojos, sentido en la espesura de su veneno. Le costaba hasta recordar exactamente lo que había sucedido entre la neblina del hambre. “Perdona.” Terminó, sin realmente saber qué decir, pasando al resto de las heridas. Sabía que había hundido sus uñas perversamente en las nalgas morenas, pero sintió un nuevo sonrojo pintar toda su cara.
-¿Qué te pasa, Macleod?- Se sentó sobre sus piernas, llevando sus manos a su cara y negando con la cabeza, desparramando su cabello sobre sus hombros, cubriendo sus pechos desnudos. ¿Por qué no podía actuar normal? Por lo menos lo que se acercaba a normal cuando se trataba de ella. Resopló, exasperada.
Quería sanar el resto de las heridas, pero aunque habían profanado ese salón con sus acciones, ahora que tenía control sobre su cerebro la idea de acercar sus labios a las nalgas de Adam no le parecía una muy buena idea. ¿Tenía trece años de nuevo? Ni siquiera sus años de enfermería le ayudaron en ese momento. De pronto recordó que estaba desnuda, algo que no ayudó a su nerviosismo.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Vie Mar 19, 2021 9:50 pm
Con un suspiro derrotado, le dedicaba una pequeña sonrisa a la ajena -Está bien, esta es su área de especialidad señorita Hitori, veintiséis años, enfermera… y con sabor que me vuelve loco- dijo con una pequeña sonrisa, de un tono pícaro, recordando las palabras ajenas de la noche anterior. Respiró profundamente, sintiendo como sus pulmones se llenaban de oxígeno, de cómo las heridas en su espalda se expandían un poco, un pequeño ardor que no le hizo caso. Sangre en su espalda, cálida que surgía de aquellas cortadas. Realmente no le daba mucha importancia algo así.
-Ouch- se quejó cuando su herida fue apretada, sonriendo, ¿Acaso exageraba? Un poco, pero esta era la calma después de la tormenta, y realmente le encantaba ver la actitud ajena. Sus ojos, observando lo que ella estaba haciendo, curioso, ¿Qué podría hacer ella? Si era un demonio, la utilización de magia blanca estaba fuera de los límites al igual que él.
¿Acaso las heridas estaban siendo tratadas? Una híbrida… una… híbrida. Por fin, a la incógnita que le devoraba, por fin podía tener una respuesta. Ya no había quien lo pudiera detener. Su sonrisa se expandió como si fuera el gato de Cheshire, aquella expresión que solamente se mostraba en su sombra por lo menos un segundo. Estaba decidido, ella iba a ser suya, de una manera u otra, no importaba lo que hiciese, su juguete perfecto.
-No te preocupes señorita Hitori- dijo mientras sentía cómo era tratado, como las marcas que había dejado la ajena se estaban cerrando, de su espalda alta hasta la baja. Un cosquilleo ligero, pequeño era lo que sentía en las heridas que se estaban cerrando, y de pronto no pudo sentir los hermosos labios ajenos en su cuerpo y observó de nuevo a la mujer.
Se levantó, poniéndose de rodillas enfrente de ella, aquel rostro que se ocultaba detrás de las manos. aquellos cabellos largos que servían para ocultar el cuerpo ajeno. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Vergüenza? Se preguntaba mientras pasaba sus manos por los hombros ajenos, paseando con sus dedos la piel ajena, dejando suaves caricias detrás. Recorría sus antebrazos, lento, sintiendo sus cabellos. Eran suaves.
Por fin podía apreciar la ajena, sin influencia de alguna droga y mucho menos en aquella faceta seductora que ella se había puesto. No. Era mucho más diferente que todo eso. Era como una chica débil, cuyas cosas que estaban escritas en piedra para ella al parecer eran desconocidas. Parecía alguien quien no sabía cómo actuar ante todo esto.
Si… lo había visto. Sabía lo que sentía. Había estado en una situación similar junto con sus hermanos, no poder procesar lo que era el trato diferente a lo que ya se estaba acostumbrado. Respiro profundamente, dejando salir lentamente el aire que tenía, en silencio. Sus manos se posaban sobre las ajenas, y con gentileza abría un poco aquellas manos, una apertura para poder ver el rostro ajeno, su estado, como aquellas mejillas estaban totalmente sonrojadas. Le encantaba demasiado, todas y cada una de las facetas ajenas… si… dominarla…
Sus labios se juntaron con los de Hitori en un cariñoso beso, gentil, uno pequeño que apenas duró un momento y seguido otro más, un poco más largo, tal vez uno o dos segundos antes de separarse de nuevo. Una sonrisa pintada en sus labios, sus dedos acariciando las manos ajenas con cariño. Junto su frente con la ajena.
-Señorita Hitori, es hermosa, y considerada… no tiene porque tratar mis heridas, esta bien- Susurros resbalando de sus labios como si fuera una serpiente que atraía a su presa. Pegó ligeramente su nariz con la ajena, chocando suavemente, esto era llamado… ¿Un beso polar? Creo que ese era el término correcto de aquella acción.
Se separó un poco, aún sujetando las manos ajenas mientras que observaba los ojos ajenos, estaba calmado, se mostraba de esa manera, pero por dentro era el deseo, el control, el poder, el conocimiento que se juntaban y formaban aquella avaricia por la que todos lo conocían. Si. Tal vez iba a ser capaz de hacerlo. El interés que tenía por la chica se había convertido ahora en una obsesión.
-Ouch- se quejó cuando su herida fue apretada, sonriendo, ¿Acaso exageraba? Un poco, pero esta era la calma después de la tormenta, y realmente le encantaba ver la actitud ajena. Sus ojos, observando lo que ella estaba haciendo, curioso, ¿Qué podría hacer ella? Si era un demonio, la utilización de magia blanca estaba fuera de los límites al igual que él.
¿Acaso las heridas estaban siendo tratadas? Una híbrida… una… híbrida. Por fin, a la incógnita que le devoraba, por fin podía tener una respuesta. Ya no había quien lo pudiera detener. Su sonrisa se expandió como si fuera el gato de Cheshire, aquella expresión que solamente se mostraba en su sombra por lo menos un segundo. Estaba decidido, ella iba a ser suya, de una manera u otra, no importaba lo que hiciese, su juguete perfecto.
-No te preocupes señorita Hitori- dijo mientras sentía cómo era tratado, como las marcas que había dejado la ajena se estaban cerrando, de su espalda alta hasta la baja. Un cosquilleo ligero, pequeño era lo que sentía en las heridas que se estaban cerrando, y de pronto no pudo sentir los hermosos labios ajenos en su cuerpo y observó de nuevo a la mujer.
Se levantó, poniéndose de rodillas enfrente de ella, aquel rostro que se ocultaba detrás de las manos. aquellos cabellos largos que servían para ocultar el cuerpo ajeno. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Vergüenza? Se preguntaba mientras pasaba sus manos por los hombros ajenos, paseando con sus dedos la piel ajena, dejando suaves caricias detrás. Recorría sus antebrazos, lento, sintiendo sus cabellos. Eran suaves.
Por fin podía apreciar la ajena, sin influencia de alguna droga y mucho menos en aquella faceta seductora que ella se había puesto. No. Era mucho más diferente que todo eso. Era como una chica débil, cuyas cosas que estaban escritas en piedra para ella al parecer eran desconocidas. Parecía alguien quien no sabía cómo actuar ante todo esto.
Si… lo había visto. Sabía lo que sentía. Había estado en una situación similar junto con sus hermanos, no poder procesar lo que era el trato diferente a lo que ya se estaba acostumbrado. Respiro profundamente, dejando salir lentamente el aire que tenía, en silencio. Sus manos se posaban sobre las ajenas, y con gentileza abría un poco aquellas manos, una apertura para poder ver el rostro ajeno, su estado, como aquellas mejillas estaban totalmente sonrojadas. Le encantaba demasiado, todas y cada una de las facetas ajenas… si… dominarla…
Sus labios se juntaron con los de Hitori en un cariñoso beso, gentil, uno pequeño que apenas duró un momento y seguido otro más, un poco más largo, tal vez uno o dos segundos antes de separarse de nuevo. Una sonrisa pintada en sus labios, sus dedos acariciando las manos ajenas con cariño. Junto su frente con la ajena.
-Señorita Hitori, es hermosa, y considerada… no tiene porque tratar mis heridas, esta bien- Susurros resbalando de sus labios como si fuera una serpiente que atraía a su presa. Pegó ligeramente su nariz con la ajena, chocando suavemente, esto era llamado… ¿Un beso polar? Creo que ese era el término correcto de aquella acción.
Se separó un poco, aún sujetando las manos ajenas mientras que observaba los ojos ajenos, estaba calmado, se mostraba de esa manera, pero por dentro era el deseo, el control, el poder, el conocimiento que se juntaban y formaban aquella avaricia por la que todos lo conocían. Si. Tal vez iba a ser capaz de hacerlo. El interés que tenía por la chica se había convertido ahora en una obsesión.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Vie Mar 19, 2021 11:24 pm
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
No recordaba sentirse así, en absoluto. Había tenido gente a su alrededor que la cuidaba, sus padres, los clientes regulares del bar que habían pasado a ser familia adoptiva, el par de amigos que se había hecho en la universidad. Pero Hitori había puesto extremo cuidado en poner un muro enorme, una foso lleno de cocodrilos y tiburones con alambre eléctrico entre esas relaciones y su vida sexual. No decía amorosa pues porque eso simplemente no existía.
Hitori sintió a Adam moverse, acercarse un poco más. -¿Qué me pasa?- Su estómago revoloteaba, de pronto recordó lo extremadamente guapo que era, justo en el momento en que tocó sus hombros. Pegó un saltito, por alguna razón quería escapar. -¿Por qué?- Su cuerpo se tensó por completo, listo para darse la vuelta y correr hasta perderse en la neblina.
Algo dentro de ella estaba aterrorizado. No quería dejarse pensar en por qué, era demasiado, pero la verdad estaba clara. En su corazón sabía que no era capaz de dejarse ser vulnerable nuevamente, no sobreviviría otra ocurrencia como la que le había traumatizado de adolescente.
Adam claramente despertaba en ella esa actitud, fuera de lo que había sucedido esa mañana, si se empeñaba en seguir tratando a Hitori de esa manera, si seguía acompañándola, no habría escapatoria. La chica quedaría a merced de alguien más, algo que no había permitido hace años.
“Yo...” Ensayó otra vez, dejando que Adam descubriera su cara. Ella no sabía todo aquello, tan solo sentía sensaciones que había olvidado junto con el deseo cada vez más grande de retirarse de aquella situación. El beso del moreno le quitó cualquier otra palabra que había logrado encontrar dentro de su cabeza.
Había entregado sus manos, pero ahora sentía sudor formándose en ellas, las quería de vuelta pero no lograba animarse a reclamarlas. Frente a su actitud de adolescente, el demonio en su interior resopló antes de largarse a descansar, estaba saciado por ahora.
Volvió a su forma humana no por voluntad propia, su otra mitad simplemente se había rendido y no quería lidiar con el desmadre que estaba sucediendo ahí en su cabeza. “Heridas...” Murmuró, pero había perdido la forma que le permitiría hacer algo al respecto a no ser que volviera al estacionamiento y buscase el botiquín provisorio que había armado.
En su forma normal, más pálida, se notaba más el rubor, coloreando un poco sus hombros. Hizo un pequeño ruidito de nervios al sentir la nariz ajena contra la suya, no era capaz de moverse pero sus ojos no se topaban con los ajenos. En vez escapaban hacia el lado, ignorando la desnudez de ambos cuerpos.
Cuando Adam se alejó, Hitori pareció despertar un poco más, un poco más lejos de la influencia irresistible que no le dejaba pensar demasiado. “Tengo que...” Encontró con sus ojos un pedazo de ropa, una camisa, una salida. “Ir a-”
Con un saltito se levantó y cruzó la distancia, cubriéndose con la prenda, saltándose botones mientras paso a paso se acercaba a la ventana sin darle la espalda al moreno. La mitad de su pelo quedó dentro de la camisa, el resto fuera, varios mechones enredados en los botones. Le quedaba bastante grande, parecía como si estuviese usando un vestido corto y sus manos desaparecían en las mangas, como una niña pequeña.
No cruzó miradas con él, estaba demasiado espantada, pero sabía que si lo hacía perdería todo el ímpetu de su retirada. Su expresión había vuelto a ser una de miedo, esta vez mezclada con nerviosismo aunque el rubor no había desaparecido. “¿Afuera?” Era difícil encontrar palabras entre las alarmas que sonaban en su cabeza, mezcladas con la certeza de que ante cualquier oposición no sería capaz de insistir. Ahora que recobraba la cabeza un poco, que estaba en su cuerpo humano, recordó de pronto que no había comido ni bebido agua hace bastante tiempo.
“¡Agua!” Exclamó, una mejor excusa antes de llegar a la ventana, a punto de saltar al otro lado y ser libre de las emociones y sensaciones que le asustaban.
code by EMMEHitori sintió a Adam moverse, acercarse un poco más. -¿Qué me pasa?- Su estómago revoloteaba, de pronto recordó lo extremadamente guapo que era, justo en el momento en que tocó sus hombros. Pegó un saltito, por alguna razón quería escapar. -¿Por qué?- Su cuerpo se tensó por completo, listo para darse la vuelta y correr hasta perderse en la neblina.
Algo dentro de ella estaba aterrorizado. No quería dejarse pensar en por qué, era demasiado, pero la verdad estaba clara. En su corazón sabía que no era capaz de dejarse ser vulnerable nuevamente, no sobreviviría otra ocurrencia como la que le había traumatizado de adolescente.
Adam claramente despertaba en ella esa actitud, fuera de lo que había sucedido esa mañana, si se empeñaba en seguir tratando a Hitori de esa manera, si seguía acompañándola, no habría escapatoria. La chica quedaría a merced de alguien más, algo que no había permitido hace años.
“Yo...” Ensayó otra vez, dejando que Adam descubriera su cara. Ella no sabía todo aquello, tan solo sentía sensaciones que había olvidado junto con el deseo cada vez más grande de retirarse de aquella situación. El beso del moreno le quitó cualquier otra palabra que había logrado encontrar dentro de su cabeza.
Había entregado sus manos, pero ahora sentía sudor formándose en ellas, las quería de vuelta pero no lograba animarse a reclamarlas. Frente a su actitud de adolescente, el demonio en su interior resopló antes de largarse a descansar, estaba saciado por ahora.
Volvió a su forma humana no por voluntad propia, su otra mitad simplemente se había rendido y no quería lidiar con el desmadre que estaba sucediendo ahí en su cabeza. “Heridas...” Murmuró, pero había perdido la forma que le permitiría hacer algo al respecto a no ser que volviera al estacionamiento y buscase el botiquín provisorio que había armado.
En su forma normal, más pálida, se notaba más el rubor, coloreando un poco sus hombros. Hizo un pequeño ruidito de nervios al sentir la nariz ajena contra la suya, no era capaz de moverse pero sus ojos no se topaban con los ajenos. En vez escapaban hacia el lado, ignorando la desnudez de ambos cuerpos.
Cuando Adam se alejó, Hitori pareció despertar un poco más, un poco más lejos de la influencia irresistible que no le dejaba pensar demasiado. “Tengo que...” Encontró con sus ojos un pedazo de ropa, una camisa, una salida. “Ir a-”
Con un saltito se levantó y cruzó la distancia, cubriéndose con la prenda, saltándose botones mientras paso a paso se acercaba a la ventana sin darle la espalda al moreno. La mitad de su pelo quedó dentro de la camisa, el resto fuera, varios mechones enredados en los botones. Le quedaba bastante grande, parecía como si estuviese usando un vestido corto y sus manos desaparecían en las mangas, como una niña pequeña.
No cruzó miradas con él, estaba demasiado espantada, pero sabía que si lo hacía perdería todo el ímpetu de su retirada. Su expresión había vuelto a ser una de miedo, esta vez mezclada con nerviosismo aunque el rubor no había desaparecido. “¿Afuera?” Era difícil encontrar palabras entre las alarmas que sonaban en su cabeza, mezcladas con la certeza de que ante cualquier oposición no sería capaz de insistir. Ahora que recobraba la cabeza un poco, que estaba en su cuerpo humano, recordó de pronto que no había comido ni bebido agua hace bastante tiempo.
“¡Agua!” Exclamó, una mejor excusa antes de llegar a la ventana, a punto de saltar al otro lado y ser libre de las emociones y sensaciones que le asustaban.
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Adam Valentine Sáb Mar 20, 2021 2:14 am
De nuevo, ahí estaba ella, esa mirada, esos labios, esas mejillas. Sentía en sus dedos que acariciaban las palmas de las manos un ligero sudor, ¿Por qué? Una reacción de nerviosismo no cabe duda… pero, ¿Por qué? ¿A que era lo que ella no quería? Sus ojos observaban como su estado, su cuerpo, su físico regresaba a ser humana.
-¿Heridas?- Preguntó Adam, pensativo, y tan sólo una sonrisa común en su rostro se mostró -No se preocupe señorita Hitori- Ella no lo estaba observando, aquellos ojos eran escurridizos. Tenía una que otra idea de lo que estaba pasando, pero realmente quería una confirmación. Trataba de entrar al rango de visión, de que le viera a sus ojos, que los orbes azules de los ajenos se enfocarán en él y sólo en él. Tal vez pedía demasiado siendo la primera vez que se conocían. Iba a necesitar más tiempo, eso era lo que estaba pensando mientras escuchaba las palabras nerviosas de la mujer.
“Paciencia” Pensó, que Roma no se construyó un solo día, lo sabía, pero a veces la avaricia empujaba, le obligaba a ser obstinado. No era la manera, los humanos son una especie extraña e impredecible, lo había aprendido en varios años de vida. Sus ojos la observan como se levantó de la cama, y con un movimiento agraciado hizo desaparecer la cama de la escena, y aquellas sombras se formaban con las normales, nada había sucedido, como si aquellos inmuebles que habían sentido solamente fueron ilusiones de la mente.
-Señorita Hitori- Le habló de nuevo, observando cómo se cubría con su camisa, una sonrisa se mostró en su rostro -Creo que esa camisa ya le pertenece- dijo, respirando profundamente, poniéndose su ropa interior y sus pantalones, notando que su cinturón estaba roto, cosa que realmente no le importo y se deshizo de él. Con el pecho expuesto, no era algo normal en este sitio, pero realmente no le molestaba en absoluto.
Sus pasos le acercaban a la ajena, parecía un animal queriendo escapar -Señorita Hitori, no tenga miedo- dijo con gentileza, intentando dar pasos lentos y discretos hacia ella -No muerdo… bueno, no fuerte como ya sabe- con una pequeña sonrisa burlona, intentando que el ambiente no sea pesado. Observó cómo ella llegó a la ventana, a punto de hacer algo. Y Adam se abalanzó hacia ella.
-Señorita Hitori- Dijo mientras ponía sus manos en los hombros ajenos -Espere- Su boca expulsaba palabras de preocupación, y tan sólo pasó suavemente por sus hombros para acomodar los cabellos ajenos, sacando aquellos que habían quedado atrapados dentro de la tela. -Entiendo la necesidad de beber agua, pero creo que es un poco… excesivo saltar de la ventana my lady- de nuevo, la forma de hablar de un caballero. Tan sólo plantando un beso en la nuca ajena, uno pequeño, gentil.
Dejó salir un suspiro, sabiendo que ella no desearía estar con él por más tiempo, aquella era la actitud de la chica en este momento y sentía que si presionaba ahora mismo, sería algo negativo para la relación que deseaba entablar con ella -Espero que nos volvamos a ver señorita Hitori, disculpe si mi presencia le haya espantado… realmente esperaba que se quedara más tiempo…- Con un ligero suspiro, solamente negó la cabeza antes de seguir hablando -si en algún momento dice mi nombre, le aseguró que estaré ahí para usted, lo prometo- Y con eso dio un paso hacia atrás, y otro más. Dejando que una pequeña sombra estuviera en su camisa negra, apenas y notable. Con una sonrisa gentil se mostraba hacia ella, las manos ahora en los bolsillos, solamente sería verla partir.
Se enteraría de varias cosas, y realmente estaría ahí para esa hermosa mujer. Sus ojos grises se posaban en la figura ajena, observaban por una última vez, la noche siguiente iba a buscarla, día tras día sin importar que ella le evitase. Con una sonrisa, se despedía, con una mirada de esperanza en verla de nuevo, esperanza que disfrazaba todo su plan, todas sus intenciones.
Relamió sus labios, tratando de saborear lo que quedaba de la mujer, de aquellos hermosos y finos labios. Y solamente esperaba. Con la paciencia del mundo, de todo el tiempo. Claro. Era tiempo el cual no era importante para él, de todas maneras, en un abrir y cerrar de ojos todo esto habría sido un recuerdo más, pero uno bastante bueno.
-¿Heridas?- Preguntó Adam, pensativo, y tan sólo una sonrisa común en su rostro se mostró -No se preocupe señorita Hitori- Ella no lo estaba observando, aquellos ojos eran escurridizos. Tenía una que otra idea de lo que estaba pasando, pero realmente quería una confirmación. Trataba de entrar al rango de visión, de que le viera a sus ojos, que los orbes azules de los ajenos se enfocarán en él y sólo en él. Tal vez pedía demasiado siendo la primera vez que se conocían. Iba a necesitar más tiempo, eso era lo que estaba pensando mientras escuchaba las palabras nerviosas de la mujer.
“Paciencia” Pensó, que Roma no se construyó un solo día, lo sabía, pero a veces la avaricia empujaba, le obligaba a ser obstinado. No era la manera, los humanos son una especie extraña e impredecible, lo había aprendido en varios años de vida. Sus ojos la observan como se levantó de la cama, y con un movimiento agraciado hizo desaparecer la cama de la escena, y aquellas sombras se formaban con las normales, nada había sucedido, como si aquellos inmuebles que habían sentido solamente fueron ilusiones de la mente.
-Señorita Hitori- Le habló de nuevo, observando cómo se cubría con su camisa, una sonrisa se mostró en su rostro -Creo que esa camisa ya le pertenece- dijo, respirando profundamente, poniéndose su ropa interior y sus pantalones, notando que su cinturón estaba roto, cosa que realmente no le importo y se deshizo de él. Con el pecho expuesto, no era algo normal en este sitio, pero realmente no le molestaba en absoluto.
Sus pasos le acercaban a la ajena, parecía un animal queriendo escapar -Señorita Hitori, no tenga miedo- dijo con gentileza, intentando dar pasos lentos y discretos hacia ella -No muerdo… bueno, no fuerte como ya sabe- con una pequeña sonrisa burlona, intentando que el ambiente no sea pesado. Observó cómo ella llegó a la ventana, a punto de hacer algo. Y Adam se abalanzó hacia ella.
-Señorita Hitori- Dijo mientras ponía sus manos en los hombros ajenos -Espere- Su boca expulsaba palabras de preocupación, y tan sólo pasó suavemente por sus hombros para acomodar los cabellos ajenos, sacando aquellos que habían quedado atrapados dentro de la tela. -Entiendo la necesidad de beber agua, pero creo que es un poco… excesivo saltar de la ventana my lady- de nuevo, la forma de hablar de un caballero. Tan sólo plantando un beso en la nuca ajena, uno pequeño, gentil.
Dejó salir un suspiro, sabiendo que ella no desearía estar con él por más tiempo, aquella era la actitud de la chica en este momento y sentía que si presionaba ahora mismo, sería algo negativo para la relación que deseaba entablar con ella -Espero que nos volvamos a ver señorita Hitori, disculpe si mi presencia le haya espantado… realmente esperaba que se quedara más tiempo…- Con un ligero suspiro, solamente negó la cabeza antes de seguir hablando -si en algún momento dice mi nombre, le aseguró que estaré ahí para usted, lo prometo- Y con eso dio un paso hacia atrás, y otro más. Dejando que una pequeña sombra estuviera en su camisa negra, apenas y notable. Con una sonrisa gentil se mostraba hacia ella, las manos ahora en los bolsillos, solamente sería verla partir.
Se enteraría de varias cosas, y realmente estaría ahí para esa hermosa mujer. Sus ojos grises se posaban en la figura ajena, observaban por una última vez, la noche siguiente iba a buscarla, día tras día sin importar que ella le evitase. Con una sonrisa, se despedía, con una mirada de esperanza en verla de nuevo, esperanza que disfrazaba todo su plan, todas sus intenciones.
Relamió sus labios, tratando de saborear lo que quedaba de la mujer, de aquellos hermosos y finos labios. Y solamente esperaba. Con la paciencia del mundo, de todo el tiempo. Claro. Era tiempo el cual no era importante para él, de todas maneras, en un abrir y cerrar de ojos todo esto habría sido un recuerdo más, pero uno bastante bueno.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]Re: I Didn't Know That I Was Starving Till I Tasted You (Priv. Adam) [+18]
por Hitori Macleod Sáb Mar 20, 2021 3:58 am
I Didn't Know That I Was StarvingTill I Tasted You
-Por favor, tan sólo déjame ir- Rogó en su cabeza, sus ojos estaban pegados al piso, no podía arriesgarse a cruzarlos con los grises. ¿Por qué tenía miedo? No entendía bien, le pasaban demasiadas cosas, su corazón latía rápido y todavía sentía mariposas revolotear en su estómago. Necesitaba tiempo, alejarse para repasar lo que había sucedido.
No ayudó cuando, con sus ojos pegados en la cama, fue testigo consciente por primera vez de la manipulación de las sombras. “Sombras...” Murmuró, su voz completamente vacía. Leves recuerdos de la pesadilla se entrometieron en su cabeza, pero los empujó con fuerza, ahí, de día, tenía suficiente estabilidad mental para hacer eso. Definitivamente se sintió palidecer, de pronto sus manos se sentían extremadamente frías.
Podía gritar luego, no frente a Adam. ¿Cómo se le había pasado eso? El hambre le había cegado completamente de algo que en cualquier otro momento le hubiese causado un ataque de pánico con bombos y platillos. ¿Alguien que podía controlar la cosa que le daba más miedo? ¿Qué estaba pensando?
Las palabras que goteaban miel la sacudieron un poco, en especial cuando Adam cerró la distancia y la tomó por los hombros. Hitori cerró los ojos y se sintió temblar. “Espere.” Ahí estaba, derretida bajo las manos morenas, deteniéndose a la orden del vampiro. ¿Excesivo saltar por la ventana? Sentía que cada segundo que se quedaba perdía un poco más de la cordura que le quedaba.
¿Quería quedarse? ¿Irse? ¿Le atraía Adam? ¿Tenía miedo de él? -Sí. No. No lo sé.- Dejó escapar un ruidito de sorpresa bajo el beso en su nuca. Sus piernas no respondieron por un momento, y ya no sabía ni dónde estaba parada ni dónde quería ir ni estar.
“Yo...” Comenzó de nuevo como un disco rayado, rebuscando en su cabeza. No quería que Adam creyera que le había espantado. Quizás. Comenzó a estirarse hacia arriba y abajo levantando sus pies, poniéndose de puntitas como si pronto fuese a volar. “Necesito pensar, estoy confundida.” -¿Qué haces, Hitori? No necesitas ser honesta, tan solo corre.- Se regañó, su lado más destructivo no quería dejar una mala impresión en el vampiro que casi le había matado.
Escuchó a Adam retroceder, ya no sentía sus manos sobre sus hombros y pudo respirar un poco mejor. Todavía no lograba hacer que sus piernas la sacaran de ahí, todavía tenía miedo de irse. De no volver a encontrarlo nunca más. ¿De veras quería arriesgarse a eso? Negó con la cabeza y se encogió de hombros.
Le había prometido aparecer como por arte de magia, pero no lo creía demasiado probable. ¿Y si lo hacía a mediodía en medio de un día soleado? No, aquello era simplemente una promesa vacía, igual de mentirosa que ese honorífico de señorita que insistía en seguir usando.
Esa idea por lo menos la puso en movimiento, apoyó la palma de su mano sobre el marco de la ventana rota, asegurándose de no enterrarse ningún vidrio. Con un suspiro pesado, apoyó todo su peso en esa mano e intentó saltar por encima del pedazo de pared.
Todo iba bien hasta que su pie se atrapó detrás de ella mientras el resto de su cuerpo iba directamente al pasto en el otro lado, de cabeza. Se precipitó contra el suelo sin poder poner sus pies bajo ella a tiempo, aterrizando de bruces contra el suelo.
A su suerte no era una mujer demasiado pesada y solía caer bastante, por lo que no se había hecho daño. Tan sólo en su orgullo. “Que salida más estilosa.” Murmuró contra el piso. No pudo evitar romper en carcajadas ante lo ridícula de su situación, rodando hasta estar de lado mientras abrazaba su estómago sin dejar de reír por un segundo, dando golpecitos en el suelo.
code by EMMENo ayudó cuando, con sus ojos pegados en la cama, fue testigo consciente por primera vez de la manipulación de las sombras. “Sombras...” Murmuró, su voz completamente vacía. Leves recuerdos de la pesadilla se entrometieron en su cabeza, pero los empujó con fuerza, ahí, de día, tenía suficiente estabilidad mental para hacer eso. Definitivamente se sintió palidecer, de pronto sus manos se sentían extremadamente frías.
Podía gritar luego, no frente a Adam. ¿Cómo se le había pasado eso? El hambre le había cegado completamente de algo que en cualquier otro momento le hubiese causado un ataque de pánico con bombos y platillos. ¿Alguien que podía controlar la cosa que le daba más miedo? ¿Qué estaba pensando?
Las palabras que goteaban miel la sacudieron un poco, en especial cuando Adam cerró la distancia y la tomó por los hombros. Hitori cerró los ojos y se sintió temblar. “Espere.” Ahí estaba, derretida bajo las manos morenas, deteniéndose a la orden del vampiro. ¿Excesivo saltar por la ventana? Sentía que cada segundo que se quedaba perdía un poco más de la cordura que le quedaba.
¿Quería quedarse? ¿Irse? ¿Le atraía Adam? ¿Tenía miedo de él? -Sí. No. No lo sé.- Dejó escapar un ruidito de sorpresa bajo el beso en su nuca. Sus piernas no respondieron por un momento, y ya no sabía ni dónde estaba parada ni dónde quería ir ni estar.
“Yo...” Comenzó de nuevo como un disco rayado, rebuscando en su cabeza. No quería que Adam creyera que le había espantado. Quizás. Comenzó a estirarse hacia arriba y abajo levantando sus pies, poniéndose de puntitas como si pronto fuese a volar. “Necesito pensar, estoy confundida.” -¿Qué haces, Hitori? No necesitas ser honesta, tan solo corre.- Se regañó, su lado más destructivo no quería dejar una mala impresión en el vampiro que casi le había matado.
Escuchó a Adam retroceder, ya no sentía sus manos sobre sus hombros y pudo respirar un poco mejor. Todavía no lograba hacer que sus piernas la sacaran de ahí, todavía tenía miedo de irse. De no volver a encontrarlo nunca más. ¿De veras quería arriesgarse a eso? Negó con la cabeza y se encogió de hombros.
Le había prometido aparecer como por arte de magia, pero no lo creía demasiado probable. ¿Y si lo hacía a mediodía en medio de un día soleado? No, aquello era simplemente una promesa vacía, igual de mentirosa que ese honorífico de señorita que insistía en seguir usando.
Esa idea por lo menos la puso en movimiento, apoyó la palma de su mano sobre el marco de la ventana rota, asegurándose de no enterrarse ningún vidrio. Con un suspiro pesado, apoyó todo su peso en esa mano e intentó saltar por encima del pedazo de pared.
Todo iba bien hasta que su pie se atrapó detrás de ella mientras el resto de su cuerpo iba directamente al pasto en el otro lado, de cabeza. Se precipitó contra el suelo sin poder poner sus pies bajo ella a tiempo, aterrizando de bruces contra el suelo.
A su suerte no era una mujer demasiado pesada y solía caer bastante, por lo que no se había hecho daño. Tan sólo en su orgullo. “Que salida más estilosa.” Murmuró contra el piso. No pudo evitar romper en carcajadas ante lo ridícula de su situación, rodando hasta estar de lado mientras abrazaba su estómago sin dejar de reír por un segundo, dando golpecitos en el suelo.
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