Jamás vio algo especial en fechas navideñas o al menos en cualquier festividad, solo eran días que pasaba en aislamiento incluso cuando era un crío. Escondido de la presencia de otros, llorando, asustado y temblando en su rincón, esperando a que nadie lo recuerde y no fuera encontrado. Desde el inicio de sus memorias más tempranas, toda su vida ha sido de esa manera, recluido, alejado, llorando o tan solo durmiendo, las fiestas no eran más que solo un día por el cual seguir lamentando un poco más su existencia por otro miserable año. ¿Por qué simplemente no le permitían acabar con todo? Aún cuando intentaba darle fin a su vida, siempre existió alguien que, no lo salvaba, solo arruinaban su muerte. Con el tiempo y los intentos uno mismo deja de esforzarse e intentar, aprende a llevar una existencia miserable o simplemente fingir una vida con distracciones banales que llenarán su mente de basura y que lo ayudarán a distraerlo de pensamiento innecesarios.
Aún cuando la felicidad y el amor afloraba en las calles, cuando por un día al año las personas dejaban sus conflictos por tan solo un momento de alegría, Luciel podía ver todo ello en las calles y solo sentir asco... Revolvía su estómago y lo hacía sentir enfermo. Podía voltear hacia donde sea pero sus ojos no se escaparan de presenciar aquella cursi escena.

Desde hace dos navidades atrás, quizás tres, realmente el tiempo no era importante, Luciel había comenzado a pasar aquella fechas fuera de casa. Lo que antes era recluirse dentro de su cuarto, ahora lo hacía abiertamente en las calles. Caminaba por horas, se detenía en alguna cafetería para tomar algo y luego continuar, una o dos veces subió al tren y viajo lo más lejos que su pasaje y dinero le permitieran, después de todo, ausentarse un par de horas o días, no sería realmente una preocupación para nadie. En fin. Su objetivo era simplemente no hundirse en su propia miseria y depresión, distraerse, quizás divertirse y apreciar los fuegos artificiales en cuanto llegara la hora, más el efecto resultaba ser contrario a todo. Apreciar el ambiente familiar de otras personas solo lo entristecía aún más, incluso lo enfurece ver tanta armonía, quizás solo eran celos, envidia por ver aquello por lo que durante toda su vida había anhelando, pero no podía hacer nada más que apretar los dientes y guardar su veneno ¿Por qué arruinar la alegría de otros? Tampoco era un niño pequeño para hacer berrinches en medio de una calle.

Pero… Eso ya solo era un tiempo pasado, realmente no muy lejano puesto que toda su vida cambió hace poco menos de un año, sin mencionar que hasta la navidad pasada, Luciel se había perdido durante días en una ciudad desconocida, todo por buscar llegar lo más lejos posible y olvidar un momento su pesar.
Jamás disfruto ninguna celebración, mucho menos las navidades, sin embargo ese año estaba más que emocionado por la llegada de tan fria fiesta ¿Por que no? Su vida ya no era la de antes, ya no existía pesar que lo desanimaba más que el malestar de salir cada tarde a trabajar en el infernal frío, pero fuera de eso, realmente no tenía nada de lo cual pudiera quejarse, realmente creía que su vida ya era perfecta tal cual la llevaba y cómo progresaba, en su rostro cada dia habia una sonrisa aunque dentro de la escuela continuará con tan terrible actitud. Todo estaba mejorando, finalmente veía luz en su vida, una razón para continuar en ella… Realmente solo había una, solo una persona que provocó tantos cambios en su vida, que le dio un nuevo sentido a aquello que pensó que estaba completamente perdido.

Quizás… Quizás no era la navidad lo que realmente lo emocionaba, siendo sincero, las fiestas poco le interesaban, continuaban siendo una fecha más para él, algo sin importancia, las viejas ideas aún estaban arraigadas a su mente sin embargo, no por eso dejaría pasar por alto una celebración. Quedaba claro que no era la fecha lo que le importaba, lo que realmente le interesaba era Persephone, solo ella era quien en todo momento estaba reflejado en sus ojos, siempre presente en sus ideas y en aquellos dias especiales Luciel los celebraba tan solo por darle una pequeña alegria a la menor, solo por el deseo de mostrarle que era tener a alguien quien siempre se preocupara por esos detalles; era tonto, más aun cuando comienzas a pensar que Luciel tampoco sabia que eran esas cosas, habia pasado un destino tan cruel como el de la chica, aun asi se esforzaba por entregarle todo eso a Persephone. Adoraba ver sus sonrisas, el brillar de sus ojos, esa actitud tan infantil que de un momento a otro la hacían sentirse avergonzada cuando se percataba ¿Como no amarla? Si, era eso, la amaba, todo su corazón le pertenecía a esa pequeña chica con quien mejoraba y crecía un poco más cada día.

Llevaba varios meses viviendo junto a ella, luego de la emancipación nunca más pudo apartarse de su lado, siempre buscaba acompañarla, consentirla, hacer que olvidara todo esos malos días ¿Y Luciel? Él estaba perfectamente bien con solo verla feliz, era todo lo que necesitaba, después de todo, ese monstruo finalmente encontró a la persona a quien pudiera entregarle todo ese amor que por años fue cruelmente rechazado por el resto del mundo. En ella había encontrado un hogar y algo más que… Bueno, fue bastante difícil de aceptar a primeras.

Realmente no esperaba volver a tener esa clase de sentimientos, el amor romántico fue algo que dio por perdido luego de la ruptura de su primera novia y con la llegada de Persephone simplemente creyó que no necesitaria nunca más enamorarse de alguien, la tenía a ella, era toda la compañía que quería, era su mejor amiga y confidente, por lo que tener una pareja simplemente fue algo que eliminó de sus planes, sin embargo las cosas acabaron dando un giro inesperado más rápido de lo que hubiera deseado.
Habían pasado por tantas cosas juntos, apoyándose el uno al otro, quizás podría considerarse normal que las cosas acabaran de esa forma para Luciel. Aun así no era fácil aceptar esos nuevos sentimientos que comenzaron a surgir ¿Enamorarse de Persephone? Oh dios, debía estar loco si eso era lo que sucedía, esa chica era su amiga “¡¿Estás bromeando?! ¡La besaste, eso no hacen los amigos!” "Silencio." Si, la había besado más de una vez pero para Luciel eso no era la gran cosa, un beso más o menos realmente no le importaban tanto.
Había hecho todo lo que estaba en sus manos para deshacerse de esos sentimientos, para justificar la razón del por que ocasionalmente solía verla con otros ojos, ya no con los de un amigo, era extraño y cuando sucedía solía exaltarse y huir por unos minutos de la pelirroja. Trato de salir con múltiples personas, hombre o mujer, no le importaba en lo absoluto, solo quería quitarse ese sentimiento ¿Por que? Quien sabe, simplemente se sentía aterrorizado con la idea de volver a enamorarse, sucedió una vez y eso fue suficiente,  acabó por destruirlo, luego llegó Persephone para intentar recomponerlo.
¿Era eso? ¿Miedo? Si, esa era la respuesta. Le atemorizaba la idea de ser una pareja, de tener peleas que los llevara a la ruptura y finalmente los separará para siempre. No quería perderla, pensaba que mantenerse como amigos era una mejor opción para ambos pero conforme el tiempo pasaba, se volvía aún más difícil ignorar todos esos sentimientos que evitaba.

Un pensamiento que no dejaba de dar vueltas por su cabeza durante meses, quitando el sueño por más de una noche mientras trataba de ordenar sus ideas, considerar los miles de escenarios, más de uno siendo terriblemente trágico. Mil y un veces se preguntaba si el sacrificio valía la pena, si confesar sus sentimientos era lo correcto, después de todo, Luciel no tenía ninguna seguridad de que Persephone fuera a aceptarlo ¿Y si la incomodaba? Luego no tendría manera de remediarlo, quizás actuar como algo que nunca sucedió pero sabía que entre ellos un ambiente incómodo podría formarse, nada sería igual si se decidía a abrir la boca. Demasiado tiempo le costó en finalmente aceptar todo eso, atenerse a las consecuencias, idear planes, pensar en las posibilidades, todo en caso de que las cosas fueran a la misma mierda ¿Y si iba bien? No había nada previsto para ese futuro, solo una duda interminable de sí algo, de todo lo que ideó, podría funcionar.

Pronto iba a llegar navidad, apenas a una semana de noche buena y por supuesto, el mayor ya había hecho todos sus planes para pasarlo junto a la pelirroja, ahorrando el suficiente dinero para que no fuera una preocupación ese día, además de incontables prácticas en soledad… Que horror. ¿En verdad se lo iba a decir? Ya se había decidido a hacerlo, no podía dar marcha atrás, le tomó demasiado valor tomar solo una decisión, ahora esperaba que, llegado el momento, no se acobardara y echara a perder tanto empeño.

Saldrían ese mismo 24 de diciembre por la noche, a Luciel le tocaba trabajar por lo que no quedó otra opción más que aguantarse y esperar hasta llegar a casa. A las siete acababa su turno por lo que le daba tiempo más que suficiente para alistarse antes de la salida.
Llego a casa temblando de frío con su nariz enrojecida, saludo como de costumbre a Persephone y pasó a tomar un baño. Se arreglaría lo mejor posible, quería dar una buena impresión, verse bien para ella, después de todo era un día importante.
Varias capas de ropa que tuvo que esconder bajo una polera de lana, allí fuera era terriblemente helado y ni habla de la nieve que comenzaba a caer, los abrigos eran más que necesarios, una bufanda, guantes, lo que fuera con tal de protegerse del frío.
Poco tiempo después estaba completamente alistado, con su pequeña caja de regalo escondida en uno de los bolsillos internos del abrigo, solo le quedaba tomar a su pequeña acompañante y salir a la ciudad.

Tal como fue dicho, el frío era extremo, aun así las calles estaban repletas de personas, casi cada tienda abierta, mientras todo estaba decorado con luces de colores, pequeños adornos que ponían a uno en el ambiente navideño. Luciel estaba encantado, más aún porque podía utilizar la excusa del frío para tomar la mano de la menor mientras caminaban.
“Nunca antes pase navidad con alguien, esta es la primera vez que estoy acompañado… Se siente extraño no estar tomando camino hacia la estación de tren.” comentaba en un tono animado, alegre, mientras el cálido vapor de su boca se desprendía en cada palabra. “... Quizás podría acostumbrarme a esto, no se siente tan mal.” continuó, esta vez con una tonada un poco más melancólica aunque eso no significaba que su humor decaía. “¿Dónde te gustaría ir a comer? Tenemos mucho tiempo antes de medianoche cuando empiecen los fuegos artificiales.”

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No era capaz de ignorar por completo el frio de esa noche, Luciel era alguien bastante sensible a cualquier extremo de temperatura, haciéndole odiar casi cualquier clima. Su nariz al igual que las mejillas se enrojecían por el frio, una pequeña característica que nunca le gusto de sí desde que tiene uso de razón. Le habría encantado permitirle a la pelirroja elegir el lugar de su agrado, sin embargo él ya no podía aguantar mucho más en el exterior, aun que aparentaba bástate bien el no sentir nada; dio un ligero apretón a la mano ajena antes de guarda con cuidado hacia una cafetería, exactamente en donde Luciel trabajaba. — Tomemos algo caliente primero ¿Te parece? Además la cafetería en donde trabajo me dijeron que pasara por allí para un pequeño regalo. — mostro su mejor sonrisa, aquellas dulces y risueñas que solo Persephone conocía, mientras tomaban camino hacia el local apenas a una cuadra de distancia.
No era raro para Luciel esa clase de tratos fuera de la escuela, era un chico realmente agradable y educado, nadie podía quejarse de él porque simplemente no había razón para hacerlo, sin embargo Luciel no tenia idea de que clase de regalo iba a obtener de quien era su jefe, solo esperaba que no fuera ninguna tontearía que pusiera a ambos en una situacion incomoda y arruinara el plan de esa noche ¿Y por que lo haría? Pues bien, en el momento de desesperación, Luciel no tuvo mejor idea que pedirle un consejo a su jefe quien le permitía tener esa confianza por la fácil accesibilidad que mostraba; todas fueron pésimas ideas pero de todas formas le agradecía el apoyo.

Hacia su mejor intento por hacer de aquella noche algo agradable para ambos, especialmente para la pelirroja pero los nervios le estaban comiendo por dentro, no dejaba de pensar en la hora, observar de forma disimulada los relojes de la ciudad y solo impacientarse más para que aquel momento llegase, ya no quería esperar, la ansiedad lo torturaba y temía que pudiera perder el valor que tanto le costo tomar, pero sabia que debía ser paciente, no podía hacerlo tan a secas, quedaría horrible, incomodo, no quería pensar siquiera en la posibilidad de que pudiera ser rechazado. "Luciel, imbécil, ya cálmate de una vez o vas a joderlo todo." se regañaba dentro de su propia mente.
Una vez llegada a la cafetería tuvieron relativa facilidad para tomar un lugar, al menos el local no estaba tan abarrotado como cualquier otro restaurante, mantenía la calidez y la calma de siempre. Luciel claramente fue reconocido allí dentro y saludado con alegría junto con Persephone a quien le cayo algunos halagos "Así que esta es la hermosa jovencita de la que me platicaste. Es aun más encantadora en persona." y solo con eso el peliazul ya quería escapar de ese lugar, arrepintiéndose de poner un pie allí dentro. Suerte tuvo que el frio aun dejaba su cara enrojecida y podía disimular el rubor que iba creciendo.

Una vez en su asiento, Luciel procedió a sacarse unas pocas capas de ropa, apenas el abrigo y la polera que llevaba, dejándolo aun con un par de remeras abajo. — Pide lo que quieras, si no quieres dulces también hay varias opciones saladas. — sin embargo Luciel siempre iba a por lo dulce, en aquella ocasión un pastel de fresa le parecía perfecto acompañado de un café suave. Tal pedido le hizo acuerdo de una pequeña sorpresa que guardaba en sus bolsillos, apenas una pequeña bolsita que no sobrepasaba el tamaño de la palma de su mano. — Oh, casi lo olvido, había comprado esta pulsera, me recordó a ti cuando la vi. — dejo el pequeño paquete en frente de la menor, era apenas una pequeña pulsera plateada de acero quirúrgico mientras él solo se encargaba de atar su propia cabello en una pequeña coleta. En todos esos meses no se había cortado el pelo ni una vez por simple curiosidad de probar un nuevo estilo.

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Claramente no podía evitar reír al ver esa reacción en Persephone ¿Prepararse mentalmente? Hasta ese momento no sabia eso a cerca de ella pero estaba feliz de por fin conocerlo y como siempre resultaba ser tan dulce y adorable como todo lo que ya había descubierto. No podía evitarlo llegado a ese punto, su corazón latía con fuerza cada vez que la miraba fijamente a los ojos y se encontraba con ese brillo tan hermoso que no se cansaba de adorar. Estaba tan embobado de ella, no podía evitar sonreír cada vez que la veía fuera del modo que sea, siempre la encontraba hermosa y hasta ese momento su único desahogo había sido abrazarla bajo la fachada de solo estar cansado cuando en realidad moría por monopolizarla, de ser la única persona a quien le diera toda su atención y esas sonrisas que tanto amaba de apreciar.
Cerro sus ojos por un momento cuando se mejilla fue pellizcada solo volviendo a reír una vez más antes de  dar un bocado a la porción de pastal que había pedido. — Puedo ser paciente, realmente no tengo problemas. — después de todo ese no era el verdadero regalo de Luciel, tan solo era un pequeño presente que le había gustado para la chica, escondiendo una pequeña muestra de su amor en el.

Ahora solo le quedaba hacer tiempo hasta llegar a media noche. Que fácil sonaba pero Luciel aun seguía muriendo por dentro esperando a que llegara la bendita hora en que pudiera sacar todo antes de arrepentirse y echarse hacia atrás.
Trato de comer su pedido en calma, disfrutando cada bocado y la dulzura del café con leche. Era un ambiente tan cálido y agradable que incluso odiaba la idea de tener que regresar afuera. — Creo que no te lo dije, pero te ves realmente hermosa. — comento acompañado de una pequeña sonrisa, sin mirar demasiado a la otra pues sabia que en el momento que cruzara su mirada su rostro se iba a poner tan rojo como las fresas y esperaba evitar eso. — Hoy siento que soy la envidia de cualquier hombre... — hizo una pequeña pausa, debía de detenerse ahí con sus palabras pero aun necesitaba sacar una cosa más  de su pecho. — Aun que bueno... Si solo te conocieran, no habría persona que morirían por tener a su lado a alguien tan dulce como tu, Persephone. — Y ahí fue el momento en que lo jodio... Tuvo que cerrar la boca mucho antes pero el idiota quería seguir hablando y en consecuencia su rostro no pudo evitar tornarse totalmente rojo. Ahora no tenia idea de como esconderse, solo le quedaba mirar hacia el mostrador y esperar a que su cabello cubriera parte de su rostro.

Apenas un minutos apartando su mirada de la menor y fue el tiempo suficiente para que su salvador llegara. El gerente del loca había llegado a la mesa con dos paquetes medias que contenían variedad de galletas, chocolates, dulces y unas cajitas de chocolatada para acompañar "Feliz navidad para ambos, espero disfruten este pequeño regalo. Luci, puedes venir mañana a buscar más si gustas." comento aquel hombre simplemente revolviendo un poco los cabellos del peliazul antes de marcharse a seguir con el trabajo. Al menos eso le sirvió para distraerse un poco de la vergüenza que se provoco a si mismo por hablar de más. — Adoro todo lo que preparan aquí, seguramente mañana regrese por más ¿Me acompañaras? — volvió a la calma relativamente rápido ahora que pudo distraerse.

El resto es historia, ambos habían disfrutado de su pedido, devorando hasta las pequeñas decoraciones que estos tenían, charlando, riendo, simplemente teniendo el mismo ambiente que mantenían dentro de casa. Cuando finalmente estaban listo para irse, solo se levantaron de sus asientos volviéndose a colocar todos los abrigos y llevando sus pequeños regalos cada uno. Luciel como siempre se ofreció a pagar todo sin permitirle a Persephone que aporte nada; iban a pelear en la cafetería si era necesario solo por ver quien pagaba pero él decidió saltarse esa parte y solo silenciar a la menor con un par de besos repartidos por todo su rostro además de un pequeño susurro "Eres la chica más hermosa." quizás la vergüenza iba a ser de ayuda para que no quisiera siquiera mostrar su rostro y Luciel tuviera toda la libertad de pagar para así salir del local triunfante.
— Quiero llevarte a un lugar... Allí solía ir cada navidad a ver los fuegos artificiales solo. La vista es realmente preciosa. — Comento con un ligero tono de tristeza y nostalgia mientras volvía a tomar la mano de la menos para entrecruzar sus dedos con los de ella. Aun lograba afectarle un poco recordar esos tiempos, todo lo que tuvo que soportar durante tantos años iba a ser un poco difícil de borrar en solo unos meses. — Recuerdo a la perfección como envidiaba a todas esas personas tan felices... Yo quería tener esa felicidad también. — y en aquel momento solo le basto voltear un momento hacia la menor y solo sonreír. — Y finalmente la tengo a mi lado cada día. Realmente soy muy afortunado. —

En aquel momento dejo de sentir todo a su alrededor, su mente se había enfocado completamente en Persephone, siquiera el frío era capaz de afectarlo. Poco le importaba estar en medio de la calle frente a todos los que caminaban por allí, él solo quería apreciarla a ella, quedarse viendo a sus ojos hasta el hartazgo, esa mirada tan dulce en la que finalmente encontró verdadero amor, todo lo que tanto anhelo, todo aquello que durante años lucho conseguir ahora estaba en frente de si, atrapandolo cada vez más sin siquiera darse cuenta del poder que tenía sobre si.
Sentía que podía llorar en ese mismo momento, su corazón daba un vuelco cada vez que la veía, que la escuchaba, en cada momento que compartían se sentía completamente lleno ¿Cómo no iba a amarla hasta enamorarse de ella? Era lo mejor de su vida. Luchaba por contenerse, cada vez se hacía más y más difícil reprimir lo que por meses llevaba oculto. Estaba a punto de mandar al carajo todos sus planes al momento en que igualmente acerco su mano a la mejilla de la menor, sin embargo se vio interrumpido por aquel cálido abrazo de la otra y agradecía de que haya sido de esa manera, sino no habría dios que pudiera arreglar su desastre.

Claramente se aferró a ella, a esa pequeña figura. Quería apretarla contra su cuerpo, no volver a soltarla nunca más, amaba demasiado cada uno de sus abrazos, todos ellos, era tan feliz cada vez que llegaba a la casa y era recibido entre saltos un fuerte apretón que le llenaban el alma de alegría. Le debía tanto a esa chica, sentía que no le alcanzaba la vida para devolverle todo lo había hecho por él.
No tenía idea de cuánto tiempo se mantuvo aferrado a Persephone, no le importaba tampoco, el placer que sentía a su lado simplemente no iba a encontrarlo en nadie más y era un hecho confirmado. Tantas personas con las que salió con tal de olvidarse su pesar y luego los sentimientos por ella, siquiera con su primera novia quien se suponia fue su gran amor sintió todo eso que la pelirroja le provocaba. No sabía que había de especial en ella pero solo no podía dejarla y si le preguntarán, podía decir con seguridad que ella era su otro extremo del hilo.

No le quedó más que separarse, luciendo una enorme sonrisa mientras se aproximaba a dejar un beso en la frente la chica antes de seguir con el camino. — Jamás me cansaré de estos abrazos, me encantaría que durarán más pero aún nos queda camino por delante. — comento con diversión está ya no tomando la mano de la menor, quería tenerla más cerca por lo que no dudo en atraerla a su cuerpo y abrazarla por los hombros mientras un nuevo beso era dejado en la mejilla de ella. Quizás allí debía detenerse al menos por el momento, Luciel no era alguien de mucho control cuando tomaba confianza y como dijo antes, debía ser paciente y reprimir poco unas horas más todo eso que llevaba dentro. Estaba siendo demasiado difícil y eso no lo tenía previsto en sus planes.

Tuvieron que caminar bastante, deteniéndose ocasionalmente por alguna tienda cuando algún dulce o comida llamaba la atención de alguno de los dos. Brochetas, dulces, bebidas, seguro acabarían con un terrible dolor de estómago más tarde pero que importaba, esa noche era para disfrutar. Sin embargo, habian pasado varios minutos desde aquel abrazo pero aún así su pecho no dejaba de golpear agresivamente caga vez que lo recordaba, todos esos sentimientos que afloraban y luchaban ferozmente por escapar. — Es realmente helado aquí afuera y aún nos queda por festejar año nuevo... — quizás otro tema le ayudaría mucho más a distraerse de nuevo. — ¿Que tal si lo hacemos en casa? O salir un poco más tarde para no estar tantas horas afuera... Cada año olvido lo frío que son estas fechas. — siempre riendo está vez sacando de la pequeña caja de regalo una galleta que patio a la mitad para comerse uno y llevar a la boca la otra mitad a la chica. Ya se estaba poniendo nervioso nuevamente, pues era tan estúpido que no pudo evitar pensar en ese futuro de un par de días ¿Cómo sería si en año nuevo eran una pareja? Se sentía en las nubes con ese cursi pensamiento en su cabeza.

Cada vez se acercaba mas rápido la hora, no había modo de detener el paso del tiempo ni mucho menos adelantarlo para que una vez por todas llegara la media noche. Luciel poco a poco se estaba acobardando, el miedo comenzaba a hacerlo temblar, el frio ya ni lo podía sentir, quería que se hiciera la hora para poder soltarlo todo de una vez antes de que su temor le hiciera echarse para atrás pero aun con el poco valor que le quedaba continuaba luchando por convencerse de que ese día era a todo o nada, en algún momento debía confesárselo, no podía guardar eso para siempre y peor aun seria si alguien más lograra ganarle y atrapar el corazón de Persephone, si algo así pudiera suceder, Luciel no tendría idea de como podría reacción, solo esperaba que no fuera de mala manera, aun que cociéndose a si mismo, no tardaría mucho en que los celos explotasen.
Ya poco faltaba para llegar a su destino y menos de una hora para que los fuegos artificiales hicieran su espectáculo. Se podía ver como toda la gente se reunía tratando de conseguir un buen lugar para apreciar el momento que llegara la navidad, Sin embargo a Luciel jamás le gustaron las multitudes por lo que tenia su propio espacio que fue donde llevo consigo a Persephone. Arriba de la colina un pequeña banca estaba abandonada, dejando ver las luces del centro y abajo de ellos a todas las personas acumuladas esperando el momento. — Aquí es. Siempre venia a este lugar tanto en navidad como año nuevo. — Soltó un largo suspiro mientras que con sus dedos delineaba la madera vieja del asiento. — El viento frio de cada año me hacia sentir realmente mal, ver a todos festejando. Ahora que estas conmigo todo se siente diferente, ya no hay cabida para ese dolor que sentía antes... —

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Ahora solo quedaba esperar ¿Cuánto tiempo? Realmente en ese momento no le importo sacar su teléfono para asegurarse de la hora que era, todavía faltando varios minutos hasta que la media noche llegara, sin embargo Luciel ya estaba bastante inquieto y desesperado. Sentía que no podía aguantar más, todas las emociones se le venían encima, revolviendo su cabeza y estomago. No iba a ser para nada raro si en ese momento se desmayaba de repente. Los nervios lo estaban matando por dentro, su estomago y garganta estaban hechos nudo, le costaba respirar y hacia lo mejor posible por mantenerse bajo control aun cuanto todo su cuerpo temblaba por la ansiedad. No iba a negar que quería correr, escapar de ese lugar y refugiarse donde fuera, esa sensación de miedo y nervios no le estaba gustando en lo absoluto y no sabia con exactitud por cuanto iba a ser capaz de soportarlo hasta que lo venciera y se hiciera para atrás o en su defecto, soltara todo de una vez por todas.
Todo lo que había planeado rápidamente se iba al carajo, su mente no estaba hecha para situaciones de estrés ya que esta comenzaba a olvidar todo con relativa facilidad y no recuperarse nunca más.

Trato de disimular lo mejor que podía, tomando asiento a un lado de la pelirroja, tratando de charlar un poco, hacer algunas bromas, comer alguna que otra galleta del regalo, cualquier cosa que lograra distraerlo un poco, solo eso necesitaba, un momento de calma para su mente para poder pensar todo de manera correcta. Quizás no pudo tener tiempo para pensar pero si que logro distraerse por tercera vez en esa noche mas no por el tiempo suficiente pues cuando volvió en sí, recordó todo lo que debía hacer y al fijarse la hora aun faltaban diez minutos para media noche. Era demasiado, no iba a soportar un minuto más, estaba cansado, harto, debía actuar más rápido que el miedo o iba a perder todo y no lograr nada.

¿Por donde empezar? Se quedo un par de segundos en silencio solo apreciando la vista frente de si, buscaba la calma para no comenzar a hablar con una voz temblorosa. — Ya queda muy poco para media noche... Apenas diez minutos, quizás un poco menos. — Bien, estaba yendo bien, debía ir con calma y no asustarla aun que él era el más aterrado de ambos. — Persephone ¿Ves la pequeña pulsera que te di? Tiene una pequeña fresa, es mi fruta favorita por una razón. — soltó un pesado suspiro, sentía que el corazón en cualquier momento se le iba a salir por la boca, pero debía estar en calma y continuar. — Nunca le dije esto a nadie, es bastante penoso a decir verdad... Para mi, el amor tiene sabor a fresas, la primera mordida siempre comienza siendo un sabor dulce, encantador, delicioso, hasta que comienza a soltar ese sabor acido que esconde... — pauso para tomar aire. — Sin embargo, no deja de ser delicioso, adictivo y sigues comiendo a pesar de que vuelves a encontrarte con esa acides. En una pareja siempre habrán altos y bajos pero si en verdad se aman no permitirán que ese amor se apegue y siempre estarán juntos sin importar los problemas que hayan, porque lo amas, eres adicto a esa persona sin importar lo malo que tenga. — ¿Qué estaba diciendo? ¿Siquiera tenia algún sentido todo eso? Esperaba que fuera de ese modo y que fuera capaz de darse a entender pero los nervios aun le estaban jugando en contra y no estaba seguro si hablaba con coherencia.

Que difícil era todo eso, le estaba costando horrores llegar al punto, solo daba vueltas, evitaba el tema hasta que se tuvo que forzar a si mismo a hablar. "Aah... Lo que trato de decir es..." se mordió el labio, apretó los puños, se estaba muriendo del miedo y la vergüenza. — No sé cuantas veces he pensando lo feliz que me haces y cuanto te amo. Te has convertido en mi única luz y sé que si te pierdo... Entonces yo... Yo estaría a la deriva de nuevo, no quiero volver a eso, no quiero volver al Luciel de antes. — "¡Por dios ya suéltalo!" — Me ha costado mucho tiempo, todos estos meses estuve pensando demasiado en el tema, creí que era algo estúpido, lo reprimí miles de veces, trate de salir con muchas personas con tal de olvidar todo porque... Estoy aterrado, realmente estoy muy aterrado de perderte, de hacerte sentir incomoda, de dañarme a mi mismo... Mi primera relación fue un asco, estaba asustado de que pudiera a volver a suceder. — ¿Por cuanto más iba a estar así? Ya era insoportable, sentía que lo iba a gritar en cualquier momento si no se calmaba. — Persephone. — finalmente volteo hacia ella, tratando de verla a los ojos sin aterrarse en el proceso. — Estoy enamorado de ti, me gustas, te amo, no..no sé como decirlo, estoy demasiado aterrado ahora mismo pero no puedo guardarlo por más tiempo. Es demasiado para mi verte cada día y sentirme derrotado solo con verte a los ojos, en verdad te amo y te amo como jamás ame a nadie en esta vida. — Al fin, lo había dicho, soltó todo ¿Ahora que? ¿Esperar? Oh dios eso iba a ser una tortura peor, siquiera pudo mantenerse viéndola a los ojos, apenas segundos después de que termino acabo por esconderse entre su rodillas, cubriendo su rostro con ambas manos. Lo dijo todo, no había nada más y aun que todavía sentía miedo, al mismo tiempo sintió que se libro de un gran peso.

No mucho después de que acabara de hablar los fuegos artificiales comenzaron y Luciel solo intento levantar ligeramente la cabeza para apreciar unos segundos de ellos pero no lograba concentrarse en eso, no había forma.

"Perdón..." que horrible primera palabra para escuchar luego de todo lo que había confesado; en ese momento pudo sentir como su corazón se detuvo abruptamente por un segundo, como sus ojos rápidamente se llenaban de lagrimas y solo en un instante su mente se lleno de arrepentimientos y temores los cuales ya había previsto per no creyó que fueran tan terribles. Sin embargo de un segundo a otro todo cambio, Persephone continuo con sus palabras y le trajo nueva calma a Luciel, pero aun así no iba a ser tan sencillo quitarle el miedo que aun llevaba encima además de la confusión. "¿Todo este tiempo?" sus ojos se abrieron como platos, completamente incrédulo de las palabras de la chica ¿Por que nunca antes se lo dijo? Bueno, no podía juzgarla, Luciel se encontró en las mismas condiciones y sintió el temor de perderla si se atrevía a abrir aun que fuera un poco su boca.
Estaba tan feliz como asustado, no quería verla a los ojos, sabia que ese iba a ser el punto de quiebre para él, temía enfrentarla  a ella y todos los sentimientos que conllevaba. Todo era tan nuevo y aun que no era a primera vez que se enamoraba, si que era la primera vez en que amaba tanto a una persona hasta el punto de sentirse inútil si no la tenia a su lado.

Trago en seco la saliva que llevaba acumulando en su boca, le costaba hasta respirar, sentía un nudo en su garganta al momento en que su cabeza fue manipulada para verla a los ojos. Nuevamente aquellos ojos lleno de lagrimas, nunca antes se sintió tan atemorizado por ella y lo que fuera a decir, tantos nervios que incluso le provocaban nauseas y que su presión bajara pero no debía rendirse, al menos no en ese momento, estaba tan cerca de llegar a su deseo más profundo que si se llegaba a desmayar no se iba a perdonar a sí mismo nunca en la vida. Él no podía sonreír, habían demasiadas emociones en su interior peleando entre si para que siquiera una de ellas pudiera tomar el control. Quería morir en ese momento, que la tierra lo tragara, estaba tan feliz pero había sufrido de tanto estrés para llegar a ese momento que parecía haberse alterado mucho más que la chica aun que en el exterior no demostraba nada más que sorpresa y preocupación.

Nuevamente trato de tragar la saliva, su garganta ardía como nunca, temía que cuando abriera la boca llegara a balbucear incoherencias por lo que antes de siquiera pensar en responderle a la pelirroja tenia que calmarse un poco, tratar de gobernar sus sentimientos. — Es... Es en serio... Estoy enamorado de ti, Persephone, no hay nadie más en mi corazón. — palabras que por tanto tiempo silencio nuevamente salían a relucir. Pudo sentirse tranquilo, sonreír un poco mientras cerraba sus ojos tratando de responder a todas las dudas de la chica y de paso a sus propias dudas. — ¿Acaso no lo viste tu también? Sin ti estaría perdido. El día de tu cumpleaños sentí que todo mi mundo se venia abajo porque tu eres mi mundo... Estaba tan aterrado, nunca tuve tanto miedo en toda mi vida, no podía alejarme de ti, no quería hacerlo, estaba tan a la defensiva con otras persona luego de eso porque no quería que nadie más dañara a mi preciado tesoro. — trato de reír un poco pero no fueron más que unos segundos antes de volver a esa pequeña seriedad. — Desde el momento en que nos mudamos juntos pensé al instante que yo no necesitaría jamás de una pareja, nunca, ya te tenia a ti, no importaba si eras solo mi amiga, eras todo lo que necesitaba y quería, no podía pedir nada más. Jamás se me ocurrió involucrarme con otra persona románticamente porque no seria capaz de apartarme de tu lado. — lentamente volvió acercarse a la menor, esta vez para comenzar a llenar aquel rostro de besos; frente, mejilla, parpados, nariz, todo mientras de su chaqueta sacaba la pequeña cajita con ambos anillos. — Había comprado esto para tu cumpleaños tambien... Pero aun estaba demasiado confundido, me apenaba la idea de hacerte de mi propiedad y yo convertirme en la tuya, creí que era incorrecto ya que solo éramos amigos. — saco uno de los anillos de la cajita, aquel anillo dorado que en su interior tenia grabado "Luciel" y que pronto coloco en el dedo anular de la chica con sumo cuidado y delicadeza, disfrutando cada momento en el que perfectamente encajaba con ella. — Este es mi verdadero regalo de navidad... He esperado meses para dártelo. — luego procedió él mismo a colocarse su propio anillo el cual llevaba grado "Persephone" en el interior del mismo.

Los fuegos artificiales había terminado para ese momento, sin embargo a ninguno de los dos realmente le importaba todo eso, estaban tan concentrado el uno con el otro que todo el resto del mundo había desaparecido. Luciel en aquel momento solo tomo con sus dedos el mentón del pelirroja alzando ligeramente el rostro para poder finalmente unir sus labios en un suave beso; no sabia que tan lejos podía llegar, se sentía tan tímido al respecto a pesar de que no era el primero había dado pero ese era diferente, incomparable a aquellos que alguna vez otorgo a otras personas, esta vez lo deseaba, no solo su cuerpo, su corazón se derretía por probar los labios de la joven y tanto más pero debía contenerse, ir al ritmo ajeno y no hacer una atrocidad. Por el momento realmente estaba satisfecho con solo un simple toque, un pequeño roce cariñoso, tan cargado de amor como nunca antes lo había hecho. — Te amo. — solo eso, no necesitaba decir más, sus ojos ya decían lo suficiente, su voz, sus acciones, no necesitaba las palabras para expresar ese sentimiento tan intenso que le hacia enloquecer.

Se mantuvo por unos largos segundo observando la cajita donde venia su obsequio, de alguna manera le hacia recordar demasiado a la Persephone del pasado, vestida completamente de negro, sin dejar un solo lugar sin cubrir mientras que aquel cabello de rojo intenso le daban algo de color a esa "intimidante" apariencia suya. De repente vino a su mente las memorias de ese primer día donde todo sucedió, aquel tonto festival que acabo de formas muy extrañas, uniendo a dos idiotas de una manera que nunca antes pudo vérselo venir ni en mil vidas. Sonrió, tantas memorias tan preciadas para él le traían un gran sentimiento de nostalgia y felicidad.
Finalmente abrió la cajita, sacando primeramente el collar que igualmente se detuvo para detallar cada pequeño detalle; no era de su estilo utilizar esa clase de accesorios, de hecho no utilizaba ni uno solo pero aquel simple collar con un corazón le parecía el objeto más hermoso y preciado que pudo obtener. No tardo nada en colocárselo, orgulloso de llevarlo puesto pues ahora estaba seguro de que jamás se lo quitaría. Siguió con el siguiente regalo, dos boletos para un pequeño viaje para ambos. Estaba seguro de haber acabado alguna que otra vez allí en una de sus tantas escapadas de casa, sin embargo jamás le presto atención a nada, solo miraba el suelo mientras caminaba hasta lograr perderse en algún lugar. — Es un lugar cálido, me encantan los lugares cálidos. — soltó una risa y luego prosiguió a dejar un beso en la mejilla de la chica. — Ya quiero que llegue la fecha, me encantara ir contigo, serán nuestras primeras vacaciones juntos. — Guardo todo nuevamente dentro de la cajita a excepción del collar, no quería perder nada de eso. Solo pudo lanzarse a abrazar nuevamente a la pelirroja, apretarla contra su pecho, embriagarse con su aroma por un momento. Tantos nervios y estrés nuevamente habían logrado agotar a Luciel mental o como físicamente, el sueño comenzaba a atacarlo aun que todavía no quería dormir por nada del mundo. — Gracias... Realmente gracias por todo... amo todo esto, es la mejor navidad que pude tener alguna vez en mi vida. —

No estaba seguro de cuanto tiempo se mantuvo aferrado a la menor, poco le importaba, de todas formas era cálido para ambos así que creyó que no había ningún inconveniente al respecto, pero claro, en algún punto debía soltarla, era demasiado tarde y tendrían que regresar a casa. No le importaba si le gritaba o golpeaba, en la bajada de la colina solo la alzo en sus brazos hasta que estuvieran en suelo más plano para que siguiera caminando con más tranquilidad. Nuevamente los nervios. Sus sentimientos eran correspondidos ¿Qué más necesitaba? No estaba seguro pero su corazón no dejaba de golpear con fuerza, aun sentía como su rostro estaba tintado de carmesí, no podía tranquilizarse por más que intentara distraerse con alguna charla, solo no podía concentrarse en nada más que en la imagen de Persephone. Su mente daba vueltas, quería sonreír tanto pero se negaba a mostrar esa mueca, sentía que se vería extraño, como un maniático o algo similar pero simplemente no lograba contener la felicidad. Estaba tan inmerso en sus pensamientos, quería reír, llorar, gritar, parecía no tener la capacidad necesaria para contener todo lo que llevaba dentro, era demasiado grande para un corazón que llevaba demasiado tiempo vacío y sin uso. Finalmente no pudo aguantarlo más, a mitad de camino tuvo que detenerse un momento y colocarse en cuclillas mientras se cubría el rostro con ambas manos, sin embargo el rubor se le subía hasta las orejas ¿Qué le estaba pasando? Se sentía tan estúpido, embobado, era una amor demasiado grande que no pudo lograr que saliera una pequeña risa de sus labios, tan tonto. — L..Lo siento... Dame un momento, po..por favor... — Su voz temblaba pero lograba denotarse ese tono de felicidad en ella. No fue mucho, menos de un minuto en el que se forzó a mejorar para seguir el camino a casa.

Finalmente estaban en el departamento, sintiéndose tan cálido adentro que incluso provocaba cierto calor. No tardo en deshacerse de gran parte de sus abrigos quedando apenas con dos remaras no muy gruesas, se sentía más relajado, sin tanta ropa encima podía respirar con mayor paz y lograr enfriar un poco su cuerpo, quizás de ese modo podría deshacerse por completo del rubor, menos intenso, que aun no lo abandonaba. — Estoy tan agotado pero realmente no quiero dormir aun... Mi cabeza da vueltas pero de alguna manera es divertido y se siente bien... — Ya solo estaba diciendo incoherencias, pensamientos que debían quedarse guardados en su mente o al menos expresarse con palabras un poco más normales.

Quería quitar la sonrisa de su rostro, se estaba sintiendo demasiado tonto sin dejar en ningún segundo esa mueca, sin embargo en cuanto intentaba poner un rostro serio solo comenzaba a reír al segundo siguiente. Se estaba avergonzando a si mismo y solo quería acabar con ese día para poder tener un poco de tranquilidad en su mente pero nada de eso seria posible al menos no por el momento. Seguía teniendo un poco de energía a pesar de lo agotado que lo dejo el estrés de esas horas, tanta adrenalina corriendo por su cuerpo que cuando finalmente dejo de  fluir solo lo dejo completamente desganado, casi a punto de caer en cualquier momento al suelo.
Dejo las botas en la entrada junto con las chaquetas y todo abrigo que se había quitado, ya mañana tendría tiempo para arreglar todo eso, por el momento su mente no podía dejar de pensar en Persephone y recordar continuamente todo lo que sucedieron en esos minutos en los que se confesaron.

Soltó un gran y fuerte suspiro antes de tomar asiento en el sofá junto con la pelirroja, anteriormente había agarrado una manta solo por si acaso, después de todo no quería levantarse del sofá una vez que juntara cabeza con la chica. Quito su brazo del agarre de la menor, solo para envolverla y tenerla acurrucada en su pecho mientras él usaba la cabeza para apoyar su mejilla. ¿Qué película iban a ver? No importaba, Luciel acabaría durmiéndose a la mitad en cuando su mente estuviera lo suficientemente distraída para dejarse ganar por el cansancio y así fue. Apenas paso poco más de media hora de la película, Luciel comenzó a cabecear y antes de caer rendido se encargo de cubrir a ambos con la manta y solo dejarse llevar por el sueño hasta caer profundamente dormido. No se levantaría de ahí hasta la mañana siguiente, en cuanto caía en un sueño profundo no había modo de despertarlo.

Había sido un día muy largo, semana, mes,  una larga espera llena de dudas y temores que finalmente se disiparon por completo. Luciel podía descansar en paz, ya no tenia necesidad de sobre pensar las cosas y aun así fue demasiado estúpido que lo haya hecho durante todo ese tiempo, pero un hombre lleno de temor simplemente es complicado que dé el primer paso para  afrontar todos los riesgos. Ahora que en su mente había calma podía ver con claridad como ese sentimiento romántico se había estado desarrollando desde mucho antes de que fuera consiente de ello ¿Quizás amor a primera vista? Era un posibilidad pero nunca en la vida iba a admitir algo como eso frente a Persephone, verse tan cursi lo hacia enfermarse y tenerse asco pero era mejor que comenzara a acostumbrarse a ese nuevo estado de si mismo, puesto que se veía venir las miles de tontearías que haría. Ahora solo le quedaba acostumbrarse a una etapa nueva de su vida, solo un año y todo su mundo dio un giro de 360 grados, solo esperaba no joderlo pues desconocía completamente sus propias actitudes en una relación sana.