[Esta no es la primera ni sera la ultima vez en que hice algo estúpido sin pensar... Aun después de "muerto" mis errores seguirán.]

La enfermería era su lugar favorito entre tanta basura que habitaba en un mismo espacio, la escuela, uno de los pocos sitios en donde podía escapar, esconderse y por un instante recuperar la calma, claro que esos momentos de paz no duraban demasiad, en cuanto alguno de los enfermeros se percataba de la presencia de Luciel lo echaban a regaños y patada fuera de la habitación. Esta de mas mencionar que mentía a los mismo profesores para saltarse las clases y hasta quizás dar un paseo por los alrededores de la escuela, al menos hasta que la jornada acabara, mas no siempre funcionaba decir que estaba enfermo, los docentes conocían los engaños de Luciel y sin embargo aun existían unos pocos. los nuevos o suplentes, que aun creían en la "inocencia" de este chico. « Ilusos. »

Aun así no era muy frecuente encontrarse con Luciel en la enfermería, como se había mencionada antes, no siempre sus mentiras funcionaban. Pero, ten cuidado con este joven de azules cabellos, aun que lleve una sonrisa de dulzura e inocencia "pura" tras cualquier buen acto que puedas presenciar, siempre habrá una mala intención detrás. Nunca hacia nada sin obtener al menos un beneficio a cambio.
Tampoco te fíes de su cercanía, menos encontrándose en la enfermería, pues uno de los juegos favoritos de Luciel es ser "el doctor". En cuanto los enfermeros volteaban hacia otro sitio, él mismo se encargaba de seguir los tratamientos, aun que solo buscaba hacer gritar a aquel que acercaba su mano.

Entre bromas y travesuras, era obvio que acabaría en cualquier momento en detención -incluso pasaba más tiempo detenido que en las mismas clases.- y entre esas ocasiones en mas de una vez se topo con la figura de otra chica, Hansen, era todo lo que conocía de ella ademas de su frecuencia en la sala de detención, pues jamas volvieron a cruzar palabras luego del primer intento de Luciel por coquetear con ella y "cruelmente" ser rechazado -Aun que tampoco era algo que le importara de demasiado.-


De regreso a la enfermería, nuevamente su camino se había encontrado con esta joven, no muy agradado por su presencia -Por lo ya mencionado.- aun así busco llevar su mejor sonrisa, la más alegre y calmada. Ninguno de los enfermeros a cargo se encontraba disponible, apenas un par de chicos más y Luciel se encontraban dentro de la habitación, mientras el peliazul solo rondaba por los alrededores, inspeccionando cajones, muebles y charlando con los pacientes, aun que solo hiciera preguntas incomodas y humillantes.
— Hansen... ¿Que necesitas hoy? Pequeña niña, los encargados no están así que hoy me encargare de atenderte, con todo mi amor. —

« Cobrare el pequeño incidente de la ultima vez. »

La verdad era que ella siempre había provocado problemas, todos lo sabían. Había herido a un compañero con una tijera, se iba a los golpes con chicos tres años mayores que ella, la habían pillado con cigarrillos dentro del instituto, escapaba de clases, y era muy agresiva generalmente. Razón por la que no llevaba demasiado bien con sus compañeros.

Pero siempre hay una triste historia detrás de cada chico malo, ¿no? Persephone había sufrido de bullying desde pequeña, sus compañeras se habían ido contra ella, y había decidido juntarse con los chicos, quienes le enseñaron a defenderse. Y cuando cambió de instituto, había llegado demasiado traumatizada de las situaciones por las que haía pasado y ya no sabía ser de otra forma. ¿Qué era normal y qué no? no tenía idea.

Y esa actitud la había llevado varias veces a la sala de detención, aunque intentaba mejorar. Por suerte, chicas de otros cursos si la habían aceptado y entendido, por lo que no estaba sola.

Y allí estaba, caminando a la enfermería para evitar educación física. Odiaba educación física, y había algún Dios allí que la amaba, y hacía que le diese cualquier cosa a último momento para poder tener el papelito que confirmaba que estaba enferma.
Lamentablemente, cuando llegó a la enfermería, ninguno de los enfermeros estaba, sólo se encontraban otro par de chicos, ocupando las camillas y el ligón de hace algún tiempo atrás. La verdad es que no podía tomárselo en serio, ni siquiera se le había pasado por la cabeza que alguien pudiese prestarle atención, o al menos en el sentido romántico, para su edad, ya debería al menos haber dado su primer beso, y sin embargo seguía allí, sintiéndose horrible y sin oportunidad en el amor, aunque estuviese enamorada del amor.

-Ah, Luciel. No me llames Hansen por favor, creo que todos saben que odio mi apellido - murmuró mientras se acercaba a una silla para tomar asiento -. La verdad es que necesito esperar a la enfermera, no hay nada que puedas hacer por mi.

Su tono era el mismo de siempre, alejado, tosco y rudo. Varias veces se había ganado el apodo de "tsundere", algo que ella prefería no despertar.

-¿Y qué haces por aquí? ¿Escabullendote nuevamente Nefim?

No quería llamar demasiado la atención, y menos despertar a las demás personas que intentaban descansar allí. Por otra parte, su salud también era prioridad, y no quería que aquel chico le diese dolor de cabeza. "Creo que es compañero de aquel imbécil que se va en el bus conmigo. Va, es el último de su curso que me falta agarrarme a golpes" murmuró dentro de su cabeza mientras lo miraba de reojo, sin darle demasiada importancia.

— Niña tosca... — mascullo. — Hansen, es todo lo que conozco de ti.. ademas de ser una pequeña busca pleito... —
Al igual que un infante revolvía y desordenada los cajones de la enfermería en busca de algo que pudiera captar su atención o que por lo menos pudiera utilizar para fastidiar la existencia de su nueva acompañante, aun que, conociendo el testimonios de muchos, la sola presencia de Luciel ya llegaba a ser un fastidio. Lo charlatán, curioso y sarcástico sumaban muchos puntos para irritar a cualquiera que se atreviera a acompañarlo por más de un minuto. Sin nada que pudiera utilizar para sus juegos solo se limito a cerrar los cajones y gabinetes con cierta brusquedad, creando escándalo, lo suficiente como para despertar a las demás personas dentro de la enfermería.
— Es un poco grosero no ver a la persona con quien este hablando... Me lastimas. —
Reía con suavidad, una carcajada que resonaba en el eco de la habitación, llenando cada rincón del lugar y haciendo la piel de cualquiera erizar. Poco a poco sus pasos se acercaban por la espalda de la joven, hasta encontrarse justo detrás de ella, aun así procuro que no hubiera ningún tipo de contacto, tampoco era lo suficientemente idiota para acercarse sin cuidados.

— ¿Por que estas aquí? Me parece curioso lo sola que muchas veces estas.. Es tan lamentable que hasta da risa. —
Para ser palabras tan duras Luciel las pronunciaba con su mayor dulzura y encanto, alejando su figura de la joven Hansen solo por precaución. Tomo una de las banquetas que por ahí se encontraban y la coloco justo frente a la chica, tomando asiendo frente a ella. No dejaba de sonreír, siempre la misma falsa y amable expresión grabada en su rostro, a veces incluso se tornaba molestos para otros y hasta para el mismo Luciel, aun que solo se tratara de un simple juego para este ultimo.
— Desperdicias tanto en tu rudeza, ahuyentaras a todos si continuas respondiendo de la misma manera que a mi. Aun así, creo que a muy pocos les podría importar eso, con un rostro tan encantador pero una personalidad tan horrible... A veces resulta atrayente. —  
Desde ese punto estaba preparado para lo que fuera, una bofetada, un golpe o una patada o cualquier insulto, después de todo no habría sido ni la primera ni ultima vez que debiera afrontar algo así debido a la "larga lengua" que poseía, sin embargo eso no significaba que no pudiera responder con la misma agresión.
La yema de su indice pasaron bajo el cuello, apenas una suave caricia, un roce que lo dirigía hacia el mentón para sostener este junto con el resto de sus dedos. Aquella sombra de amabilidad se desvanecía de la mirada del peliazul, dejando la malicia y perversión que normalmente rondaba por sus pensamientos.
— Pequeña Hansen ¿Por qué ahuyentas a todos?... ¿Acaso les temes? —

Ni siquiera le prestó atención, al menos no a sus acciones. Obviamente, despertó a los demás allí presentes, pero nadie dijo nada. Aunque andar husmeando entre las cosas de la enfermería no era algo que le fuese a salir demasiado bien. Bastaba con que alguien de los presentes hiciera la acusación y ya, pero va, esa no sería Persephone.

Resopló al sentirlo atrás de ella, y solamente sus palabras captaron levemente su atención, "Vaya, y la busca pleitos soy yo, ¿no?" pensó, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, con cierta malicia y bastante gracia.

-Ay Luciel... Dime tú, ¿es peor rechazar o ser rechazado? Diría yo que la segunda, aunque tú de seguro te lo ganas -hizo una pausa mientras miraba como se sentaba frente a ella, para finalmente lanzar una carcajada -. Ay Dios. Te diré por qué siempre estoy sola. Es porque prefiero eso, a estar con gente como tú.

Remarcó la última palabra, y le dio un empujoncito en el pecho con su dedo índice, manteniendo su sonrisa, cínica y tranquila. Había pasado por demasiado como para que aquellas palabras le afectasen, era así de simple, en el mundo demasiados querían dañar, sólo porque sí, aunque muchas veces se trataba de envidia.

-Tú ni siquiera intentas estar solo, simplemente lo estás. ¿Por qué será, Luciel?

Murmuró levemente, respondiendo sus preguntas con más preguntas, dejando que sus manos levantasen el rostro de la chica. No le molestaba el contacto, y tampoco estaba tan sola como decían, simplemente prefería estarlo, la gente era inestable y traicionera, y odiaba involucrarse con aquello. Le bastaba con los problemas familiares y un amor no correspondido, además ahora se relacionaba con aquel chico al que nadie toleraba. Pero para ella no era un problema, había tratado con tantos casos perdidos que ya le daba igual, y sabía manejarlo hasta cierto punto.

-Además dime, ¿qué es esto? ¿Te rompí el corazón? -era raro que Persephone tocase temas que consideraba delicados, pues nunca se metía tan allá, pero quería ponerlo a prueba -. Tan infantil como para tomar una venganza así de infantil... Tus palabras ni me tocan, cariño.

Era maravillosa la manera simple que tenia de llegar a puntos tan sensibles de un ser humano y solo con el uso de palabras, devolviendo cada burla y estúpida insinuación que había hecho Luciel hacia la "pequeña" Hansen. Ciertamente había despertado un poco de su interés, su rostro lo marcaba al crear una mueca extrañamente risueña y alegre, como si en vez de haber recibido palabras "duras" hubieran sido halagos.
Por supuesto que no le permitiría a la pelirroja tener el placer se quedarse con la ultima palabra, por supuesto que no. Por primera vez en mucho tiempo había encontrado algo interesante, alguien que tenia las agallas de enfrentarlo y no vacilar en ni una sola de sus palabras.

Solo fue cuestión de segundos en las que su derecha sostuvo con fuerza la mano que tuvo el atrevimiento y confianza suficiente para acercarse a Luciel. Solo fue un instante en las que presiono con fuerza, al menos la necesaria, para dejar la marca de sus dedos sobre la muñeca de su contrario para solo finalmente soltarla.
— Es... Indiferente para mi. Hay miles de peces en el agua ¿No lo crees? Siempre habrá un iluso o ilusa que caiga en mis mentiras. —
Prosiguió con una amplia sonrisa cínica y maliciosa, después de todo no le importaba el resultado de las cosas, para Luciel todo era un juego que poseía solo un final.

Si tan solo tuviera una pizca de remordimiento, aun que sea algo de culpa por todo lo malo que había hecho, si fuera de ese modo, quizás Luciel podría haber sentido algo al tener todas sus verdades frente a su cara.. sin embargo, solo generaban una pequeña carcajada por parte del peliazul. No existían muchos modos de lastimar a este joven, después de todo había tenido que lidiar con mucho durante gran parte de su vida, un insulto, una humillación o un golpe no serian nada extraño ni fuera de este mundo para él.

— ¿Crees que tu tienes algún efecto en mi? Vamos, se que tienes algo mejor guardado en ti, se que hay algo peor para decirme y con suerte.. logres tocar alguna fibra sensible. —
Era un maldito cínico masoquista, pero no había como culparlo ya que por él mismo buscaba de alguna manera sentir algún tipo de sentimiento fuerte, aun que lograra hacerlo llorar.
— No puedes romper algo que no existe, mucho menor importarle a alguien... —
Había dejado escapar un suspiro, bastante pesado a decir verdad, mientras una de sus manos pasaba por sus propios cabello y los peinaba hacia atrás.
— Estar solo es mi propia decisión, no necesito mierdas de las cuales fingir cariño y preocupación. —

— Pero.. Es suficiente de mi, es casi como si te importara saber sobre mi. — Fastidio. — ¿Por que no me dices algo de ti? Quizás algo de tu existencia pueda hacerme reír. —

La verdad es que a duras penas escuchaba lo que el chico decía, le interesaba tan poco que no podía mantener su atención completamente en él, ni siquiera cuando se trataba de una pelea, y honestamente, le gustaban las peleas, era algo inevitable. No hizo nada cuando apretó su mano, no le interesó, el gesto era mínimo. Vaya, si sólo hacía eso claramente no conseguiría nada. Además, el dolor de cabeza hacía que la situación fuese cada vez más desesperante.

-Va, esa no seré yo Luciel, y si llegase a caer, lo haría sabiendo que estoy cayendo. Pero tendría que existir una razón realmente importante para mi.

No vaciló al hablar, de perdía nada, y aunque le contase toda su vida al chico, y el esparciese rumores o algo por allí, tampoco le interesaría. Había pasado por rumores falsos demasiadas veces como para que ya le importase, sólo le aburría y trataba solucionarlo lo antes posible, incluso con gente que no conocía.

-No, no tengo por qué tener efecto en ti ni me interesa -resopló, intentando cortar la conversación de una buena vez, pues no tenía intenciones de seguir con esa estupidez -. Busca problemas con alguien más niño, por lo menos hoy no estoy de humor como para esto. Prefiero hacer la clase de educación física, ¿sabes?

Miró por la ventana, intentando ver si lograba ver alguno de sus compañeros pasar corriendo, especialmente a Noah, aunque intentaba olvidarle, le era bastante difícil dejar aquel amor de lado. A veces lamentaba ser tan apegada, pero no podía evitarlo, aquello de estar pensando en uno y otro y otro siempre, no iba con ella, sin embargo parecía ser que así eran las generaciones de ahora. Había tenido que madurar luego, pues no alcanzó a vivir ningún tipo de niñez. Entre maltratos familiares y escolares, además de tomarla por mentirosa sólo por no tener la actitud de niña indefensa. ¿Qué querían? ¿Que se quedase quieta mientras le tiraban piedras? ¿Si se defendía ya no era una víctima? Eso no era justo.

-Claro que no las necesitas, y sin embargo, estás aquí, criticándome a mi por preferir estar sola, y tú, arruinas eso. En serio, decídete -pensó por un momento. Algo de ella que le pudiese contar a ese insensible... No había forma -. Que te puedo contar, ¿quieres hacer rumores, o sólo vienes a joder? Aunque... Quizá si podría contarte algo bueno, de todos modos, no me preocupa lo que puedas hacer con la información.

Sonrió brevemente, para ver su expresión y luego cambiarla a lo opuesto, seria, y sin interés.

-Nunca Nefim, nunca te contaré nada, y para que sepas, no tengo precio, así que deja de joderme las bolas.

En ese punto, los otros alumnos ya pretendían estar dormidos y no meterse en el lío, ambos estudiantes eran conocidos por ser problemáticos, y nadie tenía intenciones de meterse con ellos. O casi nadie, a Persephone le tocaba lidiar a diario con gente como el imbécil peliazul.

Lentamente la emoción comenzaba a apagarse, ya no encontraba aquella adrenalina en su pequeña plática, ya no había interés, nuevamente regresaba a lo monótono, escuchando las mismas palabras que algunas vez alguien más las pronunció. Y el desinterés claramente se veía reflejado en la expresión del chico, ya no había una sonrisa, solo una mueca de fastidio y enojo.

Rápidamente la atención del joven se desviaba hacia lo que fuera a su alrededor, las luces, las ventanas, incluso cruzar miradas con alguno de los demás chicos que rápidamente volvían a cerrar sus ojos. Ya no tenía razón por qué estar allí, ya había saltado la clase que quiso y permanecer sentado frente a la pelirroja ya era una perdida de tiempo, no necesitaba las palabras de desprecio y humillación de alguien, para eso se tenía a él mismo para hacerlo.

— Si, que interesante. Mira niña, me interesa poco difundir algo sobre ti, de todas formas se opacaria al poco tiempo con alguna de mis estupideces semanales. —  

Ya no había sarcasmo, mucho menos diversión en su voz, solo un tono neutral y hasta quizás algo molesto. Se alzó de su asiento abandonando la enfermería más a los pocos minutos regreso teniendo entre sus manos un par de dulces y demás comida basura.

Estaba claro que no regresaría a su clase no al menos hasta que alguna autoridad lo echada de allí, mientras tanto solo  quedaba soportarse el uno a otro o simplemente mantenerse en silencio..
Claro que lo segundo jamás sucedería, mucho menos tratándose de Luciel.

— Y tú ¿Por qué te saltas las clases de educación física? No es la primera vez por lo que veo. —

Se mantuvo en silencio después de decir todo lo que quiso, y con los resultados, notó que era efectivo para bajarle los humos al busca problemas del colegio, así que se sintió satisfecha y volvió a posar la mirada en la ventana del lugar, esperando ver a algún adulto responsable que viniese a darle un maldito medicamento para el dolor de cabeza, si no era mucho pedir, claro.

Ignoró su comentario, con que se quedara él en silencio ya le quedaba claro que no tenía intenciones de seguir con el tema. Esperaba que se diese media vuelta y se largase, y ojalá hubiese aprendido que ella no era una presa a la que perseguir. Lamentablemente, volvió a escuchar su voz cerca de ella.

Se pensó un poco la respuesta, pero no había nada que ocultar, así que le siguió el rollo.

-Me da alergia el sol, además, de verdad tengo dolor de cabeza, no lo digo sólo para que te largues -hizo una pausa, pero prefirió aclarar algo inmediatamente -. Y antes de que preguntes, si, mis padres no me llevan al médico, y si la enfermera no los llama no vendrán por mi.

Era la verdad, excluyendo el hecho de que odiaba correr las vueltas, pero realmente con el sol, le costaba respirar y estornudaba a cada momento, se decaía demasiado, y la profesora no se lo dejaba pasar a menos que fuese a enfermería. Probablemente esa era la profesora que más odiaba Persephone, al encontraba demasiado desagradable.

Ya después de aquella hora se venía el almuerzo. No había traído nada, y tampoco tenía dinero. Lo mejor sería quedarse haciendo hora en el parque, detrás de las salas, al menos así tendría tranquilidad para su dolor de cabeza y no se sentiría humillada por el hecho de que la viesen sin comida. Que podía decir, sus padres no eran precisamente muy afectuosos o preocupados.

Comenzaba a pensar que las enfermeras no llegarían nunca.

-Va Luciel, ¿te vas a quedar todo el día aquí? Sería tu día de suerte, pues no veo a las enfermeras llegar.

Persephone no podía salir hasta que el timbre tocase para el almuerzo, de otro modo, la profesora la reprendería demasiado.

— No lo iba a preguntar de todas formas, no me interesa. —
Tampoco necesitaba interrogarla para descubrirlo, podía deducirlo por si mismo tan solo conociendo y asumiendo ciertos aspectos de la joven, después de todo, Luciel conocía mejor que nadie que era la desatención y desinterés de un adulto desde su mas tierna infancia. Aun que fuera solo un momento volteo hacia la pelirroja, aun que sea una mirada de reojo, le intrigaba un poco, quizás por que creía que ambos podían llegar a ser iguales, sufriendo de la misma suerte que les había entregado la vida, aun que no comprendía por que no tenían las mismas personalidades... Solo se estaba dejando llevar de nuevo por sus pensamientos.

Los minutos pasaban y no hubo mayor charla entre ambos, mas que un par de palabras de por medio que luego solo quedaba en la nada, quizás un insulto, una simple respuesta de "Si" y "No", nada demasiado extravagante. Lo único que llegaba a llamar un poco su atención era la ausencia de los enfermeros, era algo completamente anormal, sin embargo pacifico para Luciel, mas no creía que fuera del mismo modo para Hansen quien aun no recibía ningún tipo de tratamiento para su condición.
— Hey... —
Trato de llamar su atención, solo para acto seguido lanzar hacia esta un sándwich. Para su mala suerte, este había golpeado el rostro de la mayor. Realmente esa no era su intención ¿Pero quien le creería?, esperaba que pudiera caer sobre las piernas de la chica, pero había hecho un mal calculo con su fuerza y acabo en su rostro para luego caer en el lugar debido. Al menos este se encontraba sellado por lo que no hubo mayores accidentes.

No pudo contener su risa, ciertamente le pareció algo cómico, sin embargo no se burlaba exactamente de ella, solo de la mala suerte que Luciel y Persephone a veces podían llegar a tener. ¿Una disculpa? Realmente no lo sentía y no era propio de él las disculpas.
— Ya que los enfermeros no vienen, me toca a mi. Seguramente no has comido nada en un par de horas, toma eso mientras busco los analgésicos. Luego no quiero saber que has vomitado solo por no comer nada antes de tomar pastillas. —
Como antes se había dicho, Luciel pasaba gran parte de su tiempo en la enfermería, incluso se sabia de memoria donde estaba cada cosa de allí, encontrar un par de pastillas para dolores no iba a ser algo complicado y no lo fue. Al poco rato ya tenia una en sus manos que luego extendió hacia la pelirroja junto a una botella de agua.
— Esto va a servir, al menos hasta que los idiotas se dignen a venir. —

Realmente a veces podía ser un chico muy extraño y bipolar...

-Menos mal no te interesa -le respondió con una sonrisa -. Eso si que sería preocupante, probablemente pensaría que tienes algo malo en mente.

Se río un poco, pero se detuvo a la fuerza pues le dio una punzada en la cabeza. Soltó un gruñido, odiaba enfermarse. Miró por la ventana, vio a los hombres de su generación -para la clase de educación física juntaban todos los cursos de la misma generación y separaban a chicos y chicas- jugando lo que probablemente era baloncesto. Vio a Noah, pero no sintió nada. Pasaba, que lograba dejar de lado ese amor y luego se sentía muy libre, sólo esperaba que aquella vez fuese para siempre.

-¿Hmn? ¿Qué pasa? -apenas volteaba a mirar a Luciel, y le llegó algo en la cara. Por lo menos no le causó dolor, fue algo así como un almohadazo -. ¡Luciel te juro que...!

Sin embargo se quedó callada cuando vio el sandwich en sus piernas, su pequeño ataque de ira se detuvo al ver ese gesto, y el hecho de que probablemente solo tenía una pésima puntería. Sin embargo el pensamiento de que el chico podía ser gentil se disipó rápidamente para volver a enojarse, y luego escuchar que realmente era lo que estaba pensando pero con palabras mucho más distantes.

Apretó los labios y bajó la mirada, se le subió un poco el color a las mejilas, primero que nada porque era extremadamente fácil hacer sonrojar a Persephone, realmente cualquiera podía hacerlo, y segundo porque la gente no era muy considerada con ella. O al menos no dentro del instituto.

Abrió el sandwich, en silencio y comenzó a comer. Sintió como su estómago se lo agradecía, y Luciel tenía razón, no había comido durante horas, así que le estaba salvando la vida. Sólo levantó la cabeza para recibir las pastillas y la botella, dejando el pan en sus piernas momentaneámente. Fingió estar demasiado concentrada bebiendo el agua como parar mirar a Luciel a los ojos.

-Gracias...

Fue apenas un susurro, pero no lo repetiría ni aunque fuese broma. Y esperaba que con aquello le fuese más que suficiente a Luciel. Dejó el agua a un lado y siguió comiendo. ¿Te imaginas el matón de tu colegio te regala su almuerzo? La verdad es que le pareció bastante cómico, y ahora sentía unas incómodas ganas de correr muy lejos de allí. Y probablemente lo haría, si no fuese porque necesitaba el papel que entregaban los médicos.

— Es asombroso, nunca había visto un tomate humano. —
Burlo a la menor con una pequeña carcajada macabra mientras solo su indice picaba suavemente la mejilla de la otra. Fue solo un momento en lo que su fastidio duro solo para luego alejarse de la pelirroja con una sonrisa suave y satisfecha, una mueca jamas vista por algún otro estudiante, siquiera por la misma Persephone pues se aseguro de solo hacerlo cuando esta se encontraba distraída.
— No hay de que... —
Respondió igualmente con un susurro mientras volvía a su lugar junto a la ventana. Luciel realmente no necesitaba comer en la escuela, algún dulce o caramelo le era suficiente para sobrevivir hasta llegar a casa, después de todo le resultaba un tanto desagradable la comida de la cafetería y por nada del mundo la tocaría.

El silencio nuevamente había regresado a la enfermería, incluso los propios jóvenes que se encontraban en las camillas procuraban no hacer ruidos, pues luego de presenciar aquel acto del peliazul muchos quedaron boquiabiertos, mas Luciel cambiaba esas expresiones de sorpresa por miedo al verlos con enfado y un rostro que dejaba un claro mensaje; "Di algo y te mueres.". No podía permitirse que su mala imagen cambiara a la de "un chico bueno" no lo volvería a permitir.

No mucho tiempo después, al terminar la hora del almuerzo unos pazos comenzaron a escucharse en los pasillos, claramente que se dirigían hacia la enfermería y para Luciel eso solo significaba peligro. No necesitaba volver a oír los mismo regaños, por lo cual con una sonrisa amplia y estúpida abrió una de las ventanas de la enfermería para así salir por ella, mas antes de escapar regreso a ver a su compañera.
— Por cierto, Perse... No se permite comer en la enfermería, mas vale te atragantes con ello antes de que llegue. —  
Advirtió con diversión mas en su expresión no se veía maldad alguna, aun que desde un principio sabia lo que estaba haciendo al entregar su comida. Una estúpida razón oculta tras su amabilidad.
— Hahaha te veré luego niña. —
Regalo una ultima sonrisa, mas esta era mas calma y hasta podrías llamarla "dulce". Así simplemente salto por la ventana y corrió por los techos hasta desaparecer.

Soltó un gruñido ante su frase de tomate humano. Bien tenía razón, pues zanahorias si que habían, tomates no tanto. Dejó que picase su mejilla con su dedo, dejándose llevar por el movimiento, al fin y al cabo, tenía que mantener controladas las reacciones cuando alguien se acercaba a ella. A veces tendía a reaccionar como si la fuesen a golpear, intentaba evitarlo.

Miró unos momentos más al chico, prestándole más atención  que la primera vez que se lo había topado en detención. Si bien, lo había notado anteriormente, ahora notaba ciertos rasgos que antes no. Sólo físicos, seguía siendo un matón y… Sacudió bruscamente la cabeza, desordenando su cabello, para luego arreglarlo rápidamente. Miró como se asomaba a la ventana, ya se había dado cuenta, venían los enfermeros. Realmente habían tardado siglos en llegar.

-¿Qué? -no habló muy alto, más bien porque estaba decaída -. No… Maldito Luciel.

De todos modos dudó sobre aquellas palabras, era la enfermería, ¿cómo no se iba a poder comer allí? Y si alguien se estaba desmayando por inanición, ¿qué? No tenía sentido. Y mientras aquello rondaba por su cabeza, vio los últimos pasos de aquel desgraciado y escuchó la puerta abrirse.

-Supongo que sí.

Respondió demasiado tarde como para que escuchase, pero le daba igual. Vio a los enfermeros, aún con la comida en mano, esperando palabras por su parte antes de decir nada.