Emme

Como cayendo en un vacío sin fondo, en un enfermizo espiral de mentiras y engaños, de medias verdades. Así se sentía el hombre en ese momento, que solamente quedaba atrapado dentro de un lugar desconocido… espera, ¿En donde estaba? Era un reino el cual no había visitado anteriormente, de alguna manera algo aterrador, por una parte algo que su mente no comprendía por completo, pero al girar la moneda… era una libertad que no había tenido en años, décadas, ¿Siglos? ¿Milenios? Parecía una completa eternidad. No había conseguido tener alguna pesadilla durante todo este tiempo, y aquellas memorias parecían ser sueños difuminados en las tinieblas. ¿Cuándo había muerto? ya llevaba un tiempo lejano, cuyos recuerdos junto con el corazón que tenía quedaron en un pasado que consideraba muerto.

el pasado ya no lo acechaba más, o por lo menos ya no podía temerle como antes. Sus ojos se abrieron lentamente, su espalda estaba rígida mientras que sentía que estaba recargado en el tronco de un árbol, observó a un lado, una pared que anteriormente había sido blanca, ahora adornada con sangre seca y pedazos cayéndose, del otro lado estaba la cancha, un lugar donde ahora visitaba, que tenía varios con los que podía pelear a gusto, pero no se le permitía morir. Respiró profundamente, sacando una cajetilla de cigarros de su bolsillo del pantalón, pegando unas cuantas veces en la parte inferior con la palma antes de sacar uno y ponerlo en sus labios. Una calada, una segunda, posiblemente una tercera antes de aspirar todo ese humo por la nariz.

¿Ahora que? No había mucho que hacer, ni siquiera estaba esa chica para darle algún comando, ¿Era su tiempo libre acaso? Cerró sus ojos por un momento, ya no sentía el cansancio de antes, movió un poco sus hombros, quitando la rigidez que se había juntado, después sus brazos y por último sus manos y dedos, como si fuera un juguete de madera, sus articulaciones tronaban. Sus ojos pasaron hacia el techo de ramas y de hojas que estaba por encima de su cabeza, después hacia el cielo el cual se pintaba de un hermoso color rojizo, lamentablemente no podía verlo ocultarse al horizonte por la niebla que los encerraba.

Se levantó de donde estaba sentado, una que otra palmada contra su ropa para sacar el polvo y un poco de suciedad que se había juntado mientras descansaba. Respiró profundamente, inhaló de nuevo de ese cigarro milagroso, calmaba sus malditos nervios, su maldita cabeza, todo lo que fuera maldito del hombre pelirrojo que, realmente, era todo su ser y alma. Sus pasos comenzaron, su andar lo llevó hacia el interior del edificio, esa maldita escuela que había recorrido sus pasillos una y otra vez en busca de pelea, de sangre… y más peleas, ahora se convertía nada más en paseos los cuales no han tenido más significado ni propósito que pasar el tiempo, conseguir algo de diversión… lo que sea para terminar un maldito día e ir a otro. Era algo rutinario, pero no le molestaba ni en lo más mínimo.

Malditos cigarros.

El atardecer era el tiempo donde las criaturas de la noche hacían preparativos para cazar, ya se había convertido en algo habitual, ocultándose, viendo quien se quedaba atrás para poder atacarlos cuando la luz abandona estas tierras. Que sobreviva el más fuerte habían dicho, o el más inteligente. Sea como sea, el pelirrojo se iba más a la primera opción, demostrando su fuerza antes de que vinieran a quitarle una de sus preciadas vidas… preciadas… ¿Desde cuando nuestro protagonista tiene aquellos pensamientos? Era completamente extraño, de alguna manera no quería descubrir más del pasado que estaba nublado, pero de la otra… llegaba un punto donde ya no le preocupaba para nada.

Una calada más a sui cigarro antes de observar la ventana rota que tenía a un lado, en el filo la sangre seca estaba presente, el polvo que se había juntado, había sido un largo tiempo desde que el edificio había recibido mantenimiento, ¿Acaso estos pensamientos aleatorios importaban? claro que no, solamente estaba perdiendo el tiempo, como era de costumbre, sin acción en ninguno de los frentes lo únco que podía hacer era pensar, pensar más de lo que había hecho antes de que se desatara un gran desastre rosado.

Ante la pérdida de la realidad y al sumergirse en sus pensamientos, con pasos pesados y sonoros llegó a uno de los salones abandonados, sin darse cuenta de que había una persona más ahí tiró el cigarro en el suelo y sacó otro más, un movimiento que había hecho miles de veces de forma en que no tenía que pensarlo, ya su cuerpo estaba acostumbrado a hacerlo de manera automatizada. Sacar cigarro, ponerlo en sus labios, calar profundamente, sacar humo por su nariz, calar de nuevo, repetir el proceso.

Caminó hasta el escritorio el cual estaba golpeado, astillado y sin importarle en absoluto se sentó ahí, y sus ojos por fin, después de esa introducción observó a la mujer que estaba recargada en la ventana, una calada más, detuvo aquyel humo en sus pulmones antes de expulsarlo como una cascada tranquila en tiempos primaverales.

-Hey- Dijo en una clase de saludo, severo, hasta en un tono molesto, pero realmente esa era la clase de tono neutral que tenía, y su rostro no le ayudaba en absoluto, manteniendo una mirada cansada, sin una sonrisa que pintara aquel lienzo mientras que sus ojos capturaban el color blanco de sus cabellos que se combinaba con el rojizo del atardecer en lo que sería algo sacado por el consumo de LSD -¿Que mierda haces aquí?- preguntó como si fuera lo más normal del mundo, ya era un hombre que no se preocupaba por modales ni por la forma de hablar, era un mundo en donde el infierno había dominado, y él estaba completamente sumergido en aquel lugar, ¿entonces por qué preocuparse?

Emme

Y de pronto la oscuridad dominaba el lugar, y la poca iluminación que había era gracias a la luna y los astros que brillaban en la bóveda celeste, sin tener ya aquella contaminación de la civilización humana. Así como la escasa luz, su cigarro ayudaba a iluminar el lugar, pero era más un punto rojo y tenue en medio de una absoluta oscuridad que absorbía todo a su paso. Un ambiente el cual los cazadores aprovechan, ¿Acaso ella era una de esas? Una sirena que atrae su presa con su cuerpo, con su voz, y que cuando estaban lo suficientemente cerca eran devorados sin piedad alguna. Con una calada más apartó esos pensamientos que le divertían, que con una sonrisa siniestra en su interior los recibía.

Levantó una ceja por las palabras de la chica, una chica viendo el atardecer en este maldito lugar que era más un infierno que otra cosa. No pudo contener un bufido ante eso, expulsando un poco de humo por sus labios y después por la nariz. Que respuesta más poética, que en este momento parecía haber sido una respuesta que le pudo haber dado uno de sus compañeros. Sus ojos se desviaron al salón, pasando por las bancas hasta los muebles los cuales estaban completamente maltratados, las paredes testigos y víctimas de batallas pasadas. Era ya difícil creer que este lugar había sido un santuario para el conocimiento, y que ahora se había convertido en una arena de gladiadores.

Su mirada de nuevo se clavó en ella, como si hubiera sido un imán. Sus orbes se pasearon de pies a cabeza, nada mal, claro que podía atraer a cualquiera vestida de esa manera, de que su cuerpo era claramente una trampa para los hombres como las mujeres que tenían aquellos gustos, con unas curvas pronunciadas, un rostro por el cual muchos pelearían… pero claro, para aquel pelirrojo su mirada estaba puesta no solamente en la belleza de la femenina, sino en búsqueda de algo más… Noto los ojos bicolor y sus cabellos blancos que le hizo crecer en curiosidad ¿Cómo mierda las personas mantenían aquellos colores? Desde rosados a verdes y ahora blancos… Era completamente un misterio, o la escuela había sido una atracción de las personas con las características más extrañas del país, o simplemente había sido bastante coincidencia. Su mente no se fue más allá que ese pensamiento, dejándolo a un lado mientras que la chica hablaba de nuevo.

-Bastante- le dijo, estando de acuerdo ante aquella declaración, dejando salir un suspiro mientras que se acababa su cigarro, expulsaba de nuevo el humo venenoso de la nicotina y lo tiraba al suelo para pisarlo, y así como era rutinario, sacar uno nuevo y fumarlo. Era una clara delicia con la cual se le olvidaba alimentarse, o tan siquiera hacer otra cosa que le daría algún beneficio a su cuerpo, de alguna manera inconsciente aún buscaba la muerte, aunque en este lugar le despojó de tal deseo.

-Sólo caminaba- respondió de manera cortante, teniendo en sus labios su cigarrillo, mirando a un lado antes de que sus ojos fueran atraídos por la ajena, que en solamente una simple acción de caminata pudiera hacer surgir deseos enterrados -como dices, no hay mucho que hacer- y dicho esto se acomodo en el escritorio que por ahora andaba sirviendo como asiento. Sus ojos se dedicaron a observar un poco más, ¿Acaso sus ojos estaban brillando? Cada vez más el misterio de la chica lo atraía, más como una pequeña distracción en esta joven noche, el invertir su tiempo en una pequeña charla.

Dejó salir un suspiro, dejando su cigarro entre sus dedos, que la ceniza cayera al suelo, que lo manchara, que era una manera de decir “yo estuve aquí” -Te ves tranquila en esta maldita noche- comento, más que nada una observación y solamente dejó mostrar una sonrisa pequeña, pensando en las posibilidades de la respuesta de la ajena si hiciera la pregunta “¿Qué andas haciendo en la noche?”, y entre más lo pensaba, más se daba cuenta de la respuesta. Una cazadora. O una loca, cualquiera de los dos entrarían a la gama de respuestas que esperaría ante una situación hipotética, pero posible.

-Andaba buscando diversión, algo que hacer en estos malditos días- decía un poco molesto, realmente, los días se habían convertido monótonos, y lo que le detenía de alguna locura violenta como en las primeras semanas habían sido los cigarros y una multitud de palabras y acciones que habían cambiado el rumbo de sus relaciones de una manera que no esperó. -¿Y tú porque andas aquí si es un lugar aburrido?- preguntó, más por la curiosidad que estaba surgiendo, por perder el tiempo en lugar de ser algo que realmente le daba importancia.

Emme

¿Acaso había sido una especie de truco visual? O posiblemente estaba mostrando su apariencia de raza, que notaba marcas recorrer por su fino rostro, una, dos… un tercero que tenía en el cuello, ¿Cuántos más por todo su cuerpo? una pregunta mórbida, perversa como divertida; los colmillos ajenos asomando por sus labios, como si estuviesen sedientos, listos para atacar a cualquier ser que se le cruzara enfrente. Una vampiresa, claro, ¿Por qué no notarlo? Hay pocos cazadores por la noche, y más una chica de tal belleza esperando a la noche. Respiró profundamente, el pelirrojo se quedaba observando a la ajena, asintiendo con la cabeza. Las palabras ajenas estaban rebotando en su mente, con fuerza, este maldito lugar del cual había intentado escapar, un área cerrada, ¿Cuándo será el momento en poder salir? En descubrir que había más allá de la neblina, que había una posibilidad de que se perdiera voluntariamente si alguna vez lo atravesaba.

El tren de pensamiento que tenía se había descarrilado, sintiendo la mano ajena sobre la suya, guiando ese cigarrillo prendido y aún con vida a sus labios -Es el infierno perfecto- comentó con una pequeña sonrisa, un demonio por fin encontrando su lugar en el mundo. Escuchaba con la atención necesaria a la ajena. Llevó el mismo cigarro a sus labios, calando un poco, sacando el humo con fuerza de sus fosas nasales, le gustaba la sensación. Sus ojos fueron guiados de nuevo por el cuerpo ajeno, con una pequeña sonrisa de que parecía ser que iba a ser divertido al final.

No pudo detener a un bufido salir por sus labios por la pregunta de la chica. Una calada más, dejando que llenara sus pulmones por unos segundos -No tengo miedo en que me des una mordida, o dos, o tres…- conforme pronunciaba esas palabras el humo salía de su boca. Claro, no tenía miedo en que fuera mordido y su sangre fuera alimento de alguien más, el dolor que había estado experimentando todo este tiempo por sus peleas y demás lo habían acostumbrado a un trato rudo, violento, agresivo, que heridas ya tan simples que eran las mordidas apenas y le afectan.

-Pero ¿Qué me das a cambio?- preguntó, tal y como sería un negociante, con un tono confiado, con un lenguaje corporal que mostraba tranquilidad, una sonrisa en el rostro, tirando el cigarro ya desgastado a un lado. Sacando otro más de su bolsillo, lo mantuvo entre los dedos por un momento, dos segundos, posiblemente tres antes de hablar -No creas que me dejaré morder sin tener nada a cambio, has de estar loca si pensabas eso- y con esto dicho se dedicó a prender su cigarro, a que ese punto en medio de la oscuridad que consumió el salón fuera asustada por ello, que las estrellas y la luna apenas e iluminaban dentro de los salones, la luz tenue de los rayos lunares, de un color azul místico.

-¿Y bien?- de nuevo esa voz grave surgió, eliminando cualquier rastro de silencio que ornamentaba el salón de clases. El encuentro de un vampiro y un demonio, una clase de combinación bastante peligrosa, hacer tratos con los demonios no era una buena opción, por lo menos así lo dictaba los diferentes mitos y leyendas que rodeaban esa mitología, y ahora, ¿Qué mejor oportunidad de comprobarlo que esta? El hombre se le estaba quedando viendo a la chica, no iba a perderla de vista mientras esperaba expectante a su respuesta.

Emme

¿Qué tanta locura tenía guardada en su mente? Aquel pelirrojo realmente no tenía nada que perder, todo lo que le importaba se había alejado de él. Solamente estaba esperando a la inminente muerte, como lo había hecho antes, como en lo que recordaba en sus memorias aisladas… pero ahora era diferente, lo estaba haciendo de manera consciente, posiblemente lo estaba ocasionando, que un deseo suicida llenaba sus pensamientos, y aquellos cigarros era la única droga que logra calmarlos, y eso porque no había otras más además de la adrenalina dentro de una pelea, el sabor de la sangre en su boca… pensándolo mejor, todo eso era ya mundano, algo que era cotidiano, trivial… Los días después de ese evento se volvieron repetitivos, sin nada más que hacer, sin nada más que experimentar, para este demonio ya se le hacía aburrido estar en este lugar. En su forma de vivir, ya había encontrado por fin la causa de su ira, y había pagado por ello. ¿Ahora que era? Solamente una persona que es llevada por el río del destino, que no llegaba a tomar acciones, sino era más un protagonista reaccionario en una historia dentro de lo que parecía el mismo infierno, ¿Qué castigo era que le depararía? Esa era una pregunta que iba a ser respondida en un futuro.

Ahora en el presente, él estaba con sus ojos clavados en el cuerpo ajeno, en el sonido de sus pasos, como se acercaba hacia él peligrosamente, “dos cazadores se habían encontrado”, que poético era eso, que los dos buscaban a su manera aquel líquido de la vida. Era diferente la razón por la cual lo hacían. Un intercambio era lo mejor, la forma más tranquila de hacer esto, como si fuera algo que se había previsto pero que realmente fue espontáneo, en el momento. ¿Qué estaba buscando el hombre? Un momento de tranquilidad, en donde su mente tenía que dejar de torturarlo, en donde el conflicto de su consciencia con las acciones de un yo del pasado que no reconocía dejarán de pelear. Era una salida. Una efímera. Una que no se encontraba más allá que cerca de él, frente a su ser. Una figura femenina que era más peligrosa de lo que se notaba. Antes sentaba, ahora cerca de su rostro, el aroma que ella desprendía era… extraño, peligroso, excitante. Que su forma de hablar, las palabras y lo que implicaba alcanzaban al matón, lo afectaron, le provocó una pequeña sonrisa en su rostro.

-Eso espero- susurró como ella lo hacía, con un tono de picardía, travieso. Relamió sus labios, aun con el sabor de cigarro en la boca, uno que combinaba la nicotina con algo parecido a la menta. Su sabor favorito. Su manera de sonreír le aprecia familiar y extraña al mismo tiempo, hablaban como si ya se conocieran y; sin embargo, era el primer encuentro que los dos tenían. Un demonio y una vampiresa, era un encuentro extraño e interesante. ¿Acaso iba a confiar en ella? Realmente no tenía mucho más que hacer, si algo le pasara se aseguraría de llevarla consigo a la muerte, pero… ¿Acaso eso no era algo trivial? De nuevo, sus esperanzas de poder reposar eternamente se habían detenido por este juego retorcido que desafiaba las mismas leyes de la naturaleza -O tendré que tomar cartas en el asunto- dijo en una clase de amenaza, advertencia… ¿Promesa? Su tono de voz dejaba abierta la interpretación de sus palabras, ni siquiera él mismo podía poner su dedo en la forma la cual pronunció esas palabras, pero lo que tenía asegurado era que iba a tomar acción si esto no iba como lo esperaba, ¡Que esperaba realmente? Esa era la gran pregunta que, para este hombre, se iba de las manos, se volvía un concepto abstracto, en algo que posiblemente era nulo ahora.

La observó a los ojos una vez más, tratando de buscar las intenciones verdaderas de la ajena, más por curiosidad que por necesidad, de todas maneras, en el infierno no había manera de elegir con quien te encontrabas. Se sentó en el escritorio que estaba en su espalda, esperando a que la ajena actuara, sus manos a los lados, apoyándose en la orilla del mueble, esperando a lo que el destino le tenía preparado, a lo que el futuro incierto podría mostrarle. Tranquilo, su corazón latía normalmente, su respiración era la usual, sus ojos deseaban que desear, ojeras se asomaban por debajo de sus orbes. Depositar o no confianza ya no era algo que le pudiera importar. De todas maneras iba a ser un encuentro con una mujer desconocida…

La noche reinaba en este lugar, una hermosa noche. Y en el manto de oscuridad que los envolvían, ahora era solamente la ceguera del pelirrojo en seguir las palabras de una persona desconocida, en alguna otra instancia en el pasado lejano hubiera atacado sin razón alguna, que no hubiera confiado en sus palabras ni en su forma de andar, ni en su mirada ni en la seducción que ella ofrecía… pero era un pasado el cual no se podía regresar y solamente quedaba en una nublada, confundida y caótica memoria del demonio presente.
En una noche cómo está, el deseo profundo de desaparecer dentro de un río de placer era mucho más fuerte que otras noches más. En una noche cómo está…

Deseaba terminar con todo de una vez y por todas…

Sonríe complacida por la voluntad del pelirrojo. Aun cuando esa amenaza le generó una enorme curiosidad, se dedicó a solo ponerse frente al contrario mirándolo a través de sus pestañas. Sin mucho problema se sube a la mesa con ambas rodillas a los costados del demonio; por la posición de este en el borde de la mesa, quedó íntimamente pegada a él, su abdomen y pelvis contra el suyo y quedando solo levemente elevada, aún sin sentarse sobre él. Pasa sus manos por sobre los hombros varoniles, entrelazando con suavidad sus dedos al alocado cabello rojizo, mientras observaba con altura al contrario -Espero no defraudar~ - comenta sensual, jalando con algo de fuerza el cabello ajeno hacia atrás para tener una vista clara de su cuello.

Acaricio la fina piel con la yema de sus dedos, sus ojos brillando expectantes, su garganta sedienta y seca, deseosa del líquido carmesí. Baja el rostro hasta estar entre el cuello y el hombro ajeno, depositando un beso sobre la piel y sin más, mordió al demonio. No fue cuidadosa con su mordida, penetró la piel con fuerza y apretó su agarre en el cabello ajeno en el momento en que sintió la sangre recorrer su garganta, dejando salir un jadeo gustosa. Cómo lo había imaginado, su sangre era caliente, fuerte como el tequila que quemaba al bajar pero era un calor adictivo. Lamia la herida esperando a que el flujo fuese más potente y mientras tomaba sin desperdiciar una sola gota, terminó sentada en el regazo del pelirrojo esperando que este disfrutará de la pequeña sorpresa que le tenía.

Todos reaccionaban distinto al darse cuenta que su saliva era tan peculiar. Era gracioso cuando llegaban a enojarse al darse cuenta de su excitación, también había quienes hacían sonidos que la llenaban de escalofríos y cosquilleos, sumisos y por supuesto los que intentaban aprovechar la situación y probar su suerte con ella, todo sumamente divertido para Melione quien amaba causar reacciones en las personas (independientemente del género de la persona en cuestión).

Fue algo a lo que estaba acostumbrado, tener una mujer en sus rodillas. Sus manos en sus caderas, sus ojos mirando a sus ojos, a su cuello, sentía el cuerpo ajeno presionando suavemente contra él, pero aún no se sentaba por completo, ¿que esperaba? Su mirada observaba a una criatura depredadora que iba caer con fuerza contra él. Los dedos ajenos recorriendo sus hombros y su cabellera, aún en alerta, ¿Alerta? Era solamente un instinto que pronto descartó. Él ya estaba en sus garras, solamente era entregarse, y lo hacía con una pequeña sonrisa en su rostro, una desafiante. Ante sus palabras solo pudo relamer sus labios antes de ser jalado, controlado por ella, mostrando su cuello, su manzana del edén. Un gruñido se escuchó proveniente de su garganta. Sus manos se pasearon hasta los muslos ajenos, sintiendo la calma antes de la tormenta.

Una mordida feroz, sus dedos se enterraron en los muslos de la chica, apretó sus dientes con fuerza, un momento, un segundo, dos segundos, tres segundos antes de comenzar a relajarse. Sentía como ella comenzaba a tomar la sangre de su cuerpo, sentía como escurría, como salía de él, ¿Estaba loco? ¿Dejar que fuera un alimento? Él mismo lo había pedido, pero tenía que agarrar su parte en este intercambio. Sus manos se pasearon por las piernas de la chica, después atrevidamente pasaron por su trasero hasta su espalda, recorriendo su cintura, sus costados, sus dedos por encima de sus prendas, rascando suavemente con sus uñas. Mordió su labio inferior, sintiéndose relajado al principio, y conforme pasaban los segundos, sentía como recorría por su cuerpo una calidez familiar. Un suave suspiro, un pequeño escalofrío por su espalda, ¿Que era este efecto? Era algo que le empujaba, cada vez con más fuerza.

-Nunca dijiste que tu saliva tiene algún efecto…- susurró, un jadeo salió al finalizar las palabras, estaba excitado, tragó con suavidad. Su mente se sentía ligera, relamió sus labios de nuevo, tenía sed… mucha sed. Agarró las nalgas de la mujer que tenía encima y la jaló contra él. Cerró sus ojos con fuerza, aún con el dolor de la mordida, de sus colmillos penetrando contra su piel -… maldita sea… será más rápido de lo que pensé- susurró, sonriendo maliciosamente, que sus palabras estaban siendo bañadas con una calentura sin igual, que se encontraba excitado y parecía no poder detenerse, no mientras que ella le mordía, que su saliva se encontraba sobre su piel. Mordió con fuerza su labio inferior, hiriendo su piel, abriendo una pequeña línea de donde salió el color carmesí. Una de sus manos pasó debajo de su blusa por su espalda, rascando suavemente su piel mientras que la otra pasaba por su falda, lento, como si fuera una serpiente recorriendo el camino de tez caucásica, pasando por su falda, solamente deteniéndose cuando las yemas de sus dedos se toparon con los bordes de la ropa interior ajena.

-Odio no tener mi ritmo- susurro cerca de ella, la molestia se podía sentir en su tono. Jadeo, jadeo, varios otros saliendo de una manera sigilosa. Movió su cabeza con suavidad, tratando de calmar su mente que se nublaba a causa de una lujuria que no fue provocada, y poco era bienvenida. Le molestaba, pero lo disfrutaba de igual manera, era una relación amor-odio, ser controlado por otras personas, y peor aún, por alguna habilidad que su cuerpo reaccionaba. Dejó salir un poco de aire de su boca, inhalo lento, profundamente, intentando que su libido no controlara por el momento el encuentro, si iba a tomar parte de su trato iba a ser bajo sus condiciones, no las de ella.

Sacó su mano de la espalda ajena, dejando detrás un camino de suaves rasguños, aquella mano aventurera ahora se adentraba a la lacia cabellera de la chica, recorriendo esta con sus dedos hasta encontrar la base, en donde agarró un puñado, firme el agarre la jalo sin ningún cuidado para que separe aquellos colmillos mortales de su piel -¿Qué más… trucos tienes bajo… la manga?- dijo en una respiración entrecortada, intentaba acomodar sus palabras, parpadeo en varias ocasiones, mordiendo su labio inferior para mantenerse controlado, que su otra mano posando en el trasero ajeno estaba cada vez más ansioso, sus dedos presionaban la piel ajena, la agarraba con fuerza, la jalaba contra él más y más hasta que ella sintiera los efectos que tuvo su maldita saliva en su cuerpo. Estaba ardiendo, y con una pequeña sonrisa esperaba la respuesta ajena, controlando la sangre que surgía, juntándose en una esfera que lentamente crecía, a la espera de ser devorada.

Moonstress Codes

Sentía como lentamente su vida estaba siendo arrebatada por ella, como entre más tomaba de su sangre era mucho más intenso la emoción que se formaba y se extendía. “Maldito veneno” que en su mente estaba, movía su cabeza intentando concentrarse, intentando resistirse, ¿Acaso iba a terminar seco? sería una manera de morir, una buena manera de perecer a la oscuridad.

Su mirada se posó en sus colmillos, en los labios ajenos, en el olor de la sangre que surgía de su herida, de la boca ajena, claro, vampiros, ¿Que es lo que se podría hacer con ellos? dejó un quejido salir al verla de esa manera, al escucharla, sonriendo de una forma burlona, no podía negarlo, por lo tanto que odiara esos trucos baratos, pelear por el dominio era algo que realmente le encantaba, ya sea en las peleas como en otros asuntos que se necesitaban atender en puertas cerradas.

Otras palabras más, ella lo estaba disfrutando, soltó el agarre que tenía de sus cabellos y correspondió al beso, primero con los ojos entreabiertos, observando por un momento a la ajena, saboreando no solamente el sabor metálico que tenía en su sangre, sino por lo dulce que estaba su saliva, estaba… provocaba… apenas y podía pensar bien, que estaba siendo nublado por peligrosos sentimientos, por un pecado lleno de veneno, pero fuertemente placentero.

Se hundía lentamente en un torbellino.

¿Podría salir de ese lugar? Era algo que no tenía respuesta en el momento, ella tenía el control en el momento, pero ya se había alimentado, ¿cierto? Ahora era el turno del pelirrojo quien presionó sus labios contra los ajenos aún más, dejando una pequeña mordida en su labio inferior antes de separarse unos cuantos centímetros.

-Ahora me toca- susurró, presionando con sus dedos la piel pálida de la ajena, jalándola, haciendo que el cuerpo femenino esté presionado contra el suyo. Se levantó de su asiento, cargando a la vampiresa entre sus manos, era mucho más ligera de lo que había esperado, esto iba a ser más fácil. Sentía el veneno correr entre sus venas, y ya era demasiado tarde como para andar sacando aquella sustancia de su sistema, solamente le quedaba aceptarla.

Un gruñido por lo bajo.

Se giró sobre sus talones, apoyando el cuerpo ajeno encima del escritorio, ahora las posiciones se habían cambiado, y con eso un nuevo beso le proporcionó, dejando que su lengua fuera la intrusa en lo que sería un apasionado acto. Se quitó su chaqueta, dejándola caer a un lado. Con sus dedos ansiosos desabrochaba la blusa ajena.

Carne.

Apenas podía respirar, entre más la besaba más era la contaminación en su mente, en sus sentidos, ¿Acaso era débil en mente? lo era, y más en el estado que se estaba encontrando durante las últimas semanas. Deseaba olvidar todo de nuevo, que la ignorancia fuera la que lo dominara y pudiera vivir tranquilo nuevamente… un deseo fútil.

En lugar de eso le tocaba vivir hasta morir, hasta que por fin encontrara un descanso eterno. Por el momento, lo más cercano que tenía para desviar la mente de aquellos pensamientos destructivos e ideas corrosivas era las drogas que los pecados ofrecían, ¿Lujuria? con los brazos abiertos la recibía.

Sólo era un momento de tranquilidad.

Moonstress Codes

 
 

Sus ojos no podían dar con claridad la silueta ajena, ¿Que estaba observando realmente? sus labios pintados por su sangre, su piel blanca, sus palabras en ese momento fueron órdenes, que con una sonrisa por parte del hombre la dejó para que hiciera su magia. Estaba excitado, eso nadie podía negarlo, mucho menos la gran evidencia que estaba atrapado en su pantalón. Parecía llamarle, esos ojos que se quedaban posando en los suyos, ¿Por que no rompía contacto visual?

Sus manos se posaron en las piernas ajenas, levantando lentamente la falta de ella. Sus labios estaban cerca de los ajenos, sus ojos nada más se cerraron al escuchar sus palabras, sintiendo como era jalado, atraído hacía ella. Se dejaba, no había algún “pero” mencionado, para este punto todo su cuerpo se encontraba caliente, cada vez que tenía la oportunidad de respirar parecía estar en una fogata, que su miembro anda erecto completamente, y sus testículos lo andan torturando con cosquilleos. Todo su cuerpo deseaba solamente una cosa

Era un hechizo.

Era una droga.

Era su manera de evitar vivir.

No iba a retroceder, no por voluntad propia para este punto. Sentía como ella se apegaba más a su cuerpo. Estaba atrapado en un espiral de pasión del cual no quería salir pronto. Era la droga que más le faltaba en estas semanas, por algo fumaba, tomaba y era violento… pensar no servía nada más que hundirse en sufrimiento.

Una de sus manos agarraba el trasero ajeno, apretándole con fuerza, dejando que sus dedos se hundieron en su piel y la marcaba con sus uñas, él también estaba necesitado, todo demandaba a un acto sexual, no había ya pizca de consciencia la cual lo detenía para cometer tales actos.

Su otra mano jaló un lado de aquel vestido, descubriendo uno de sus pechos, y sin ser cuidadoso apretó el seno con su mano, lo masajeaba, dejaba que sus dedos se aventuraran y presionaran el pezón ajeno. Quería escucharla, quería sentirla más de lo que ya lo estaban haciendo. Una mordida en el labio inferior, otra más en el labio superior, ya para este punto la propia urgencia estaba provocando que fuera un poco torpe, que no podía esperar más.

-Ah…- jadeó con suavidad cuando separó sus labios de los ajenos, dejó el cuerpo ajeno por un momento antes de quitarse su camisa blanca, o por lo menos lo era en algún punto de su existencia, ahora era más una camisa con manchas rojizas en lo que sería parte de un museo contemporáneo, el título de la obra se llama “Leben auf Weib” que posiblemente signifique “vida en blanco”... era eso, posiblemente… el conocimiento alemán el hombre era limitado de todas maneras, así que, ¿Para qué extenderlo más allá de sus capacidades?

Su cuerpo está marcado, no solamente por los músculos sino por las cicatrices de una vida pasada. Eran recuerdos fragmentados de diferentes peleas, pero, ¿A quién le importa eso ahora? Sus manos se fueron en las caderas ajenas, sus labios contra el cuello de la chica, dejando besos, una mordida en su suave piel, después otra más.

Las manos recorriendo el cuerpo ajeno hasta su espalda, con su cuerpo empujaba el otro, y su cabeza bajaba más hasta su pecho descubierto, hasta su seno con el que estaba jugando y con sus labios le dejaba besos, con su lengua jugaba con su pezón, con sus dientes la mordía y comenzaba a jalarlo sin mucho cuidado, ¿Acaso era un animal? Para este punto…

no podía negarlo.

Moonstress Codes

 
 

En una noche como estas…

fuera de cualquier pensamiento, de cualquier control…

El pelirrojo se hundía en una fuerte corriente de deseo. Donde sus manos pasaban por el cuerpo femenino, la tocaban, ¿Que estaba haciendo? olvidando y recordando, tomando una actitud que en un pasado lejano tenía. Solamente quería pensar en las maravillas de una noche con compañía y nada más, ¿la mañana siguiente? ¿Las siguientes horas? ¿Los siguientes minutos? Esos eran problemas del Vincent del futuro, ahora, en este momento, estaba ocupado con cosas más importantes.

Sus labios presionaban contra su piel, como animal acorralado, uno hambriento, violento, dejando mordida tras mordida, escuchando el primer gemido que se liberó de los labios ajenos. Era música para sus oídos. Con ojos cerrados, con sus dedos presionando contra la espalda ajena, sentía los dedos ajenos pasar por sus cabellos. Solamente maldecía la oscuridad y su falta de visión, que ya en este punto era una silueta enfrente de él, la cual respiraba agitadamente como lo hacía este hombre, ¿Acaso uno se puede morir a causa de la falta de aire por la pasión de la escena? Si pudiera pasar algo así, ya lo habría hecho.

Sus dientes, por última vez, atrapó el botón rosado de la ajena, lo jaló como una pequeña bestia y lo soltó unos segundos después. Un jadeo salió por sus labios, después otro más. Silencio por un segundo, dos… tres… Los segundos se hicieron cada vez más largos en su mente hasta que agarró una de las muñecas de la chica y la dirigió a su pantalón.

-Tu turno- susurró, después de respirar profundamente, acercando su pecho, su cuerpo contra ella, su respiración pegando contra la piel de la chica, su rostro ahora posicionándose cerca de sus labios, podía oler el aliento a hierro de la ajena, era algo sumamente mórbido y al mismo tiempo excitante. Quería más… deseaba más.

Mordió con fuerza su labio inferior, abriendo su herida un poco más, como si fuera una carnada para la presa que era la mujer, ¿O acaso él era la presa para ella? Que entre cazadores sexuales, era un juego de tira y suelta. Acercó sus labios a los ajenos y presionó sus labios contra los ajenos en un beso desesperado.

Más…

Más…

Que la oscuridad consumiera cualquier pecado que fuera proclamado esta noche. Con su otra mano pasaba por su espalda y lajaba más el vestido hacía abajo, este acto con ropas completas… con ese efecto de la saliva ajena… el calor era insoportable, que sentía un cosquilleo en sus testículos, que su miembro estaba bien marcado en el pantalón y que tortuosamente tenía un cinturón puesto.
¿Cuánto más debía beber de ella?

Será una noche larga...

Moonstress Codes

 
 

Un beso conectado.

El sabor a hierro presente en sus labios, que tragaba con gusto, que compartía con la mujer que estaba entre sus brazos. Que el deseo de su fin por fin fuera cumplido, y qué más podría pedir que con el cuerpo de una mujer como la que tenía enfrente de él.

Su caricia, excitante.

Un suave jadeo contra los labios ajenos.

Ella sabía cómo tratar su miembro, como acariciarlo, como provocar que deseara más y más de su carne. En medio del beso venía el tacto, que sus manos posaban en el trasero ajeno, que se estremecía por cada roce, de cómo lo trataba, de la presión, como los labios ajenos comenzaban a crear un camino seductor por su piel.

Estiró su cuello, pensando en que recibiría una mordida.

Pero en lugar de eso, un beso en su pecho, como si fuera marcado, como si ese órgano vital en su cuerpo fuera arrancado de su pecho. Por una mujer como la que tenía en sus brazos, no se podría quejar de un final como ese.

¿Por qué pensamientos suicidas?

Solamente se cansó de pelear por su vida.

Pero parecía que no había llegado ese momento, en lugar de eso observó cómo ella se arrodillaba, y era despojado de su cinturón, y que cada segundo que pasaba mientras ella bajaba su bragueta, era tortuoso, bastante, su miembro comenzaba a doler dentro de aquella presión.

-Estaría mejor si estuviera en tu boca- dijo, jadeando con suavidad, posando una de sus manos en los cabellos ajenos mientras que con la otra se recargaba en la mesa. Respiró profundamente, esa risa que ella dejaba salir, quería dominar la situación, ¿Pero porque quitarle la diversión? se estaba entreteniendo, con la llegada de la luz de la hermosa luna, y con ello se sintió liberado, ahora siendo tocado por la calidez de las manos ajenas.

Jadeó suavemente en el momento donde sintió su pene en la boca femenina, ¿Qué era ella? Parecía toda una profesional, sentía como su nivel de placer se disparaba por los cielos, y no pudo evitar mover sus caderas con suavidad, sus ojos, observando aquellos pezones que ella tenía al descubierto, y en un pensamiento degenerado tuvo miedo y excitación a la vez sentir aquellos colmillos perforar su carne, su piel, que de un momento a otro todo ese dolor fuera convertido en una ola de éxtasis puro.

Sus caderas comenzaron a moverse, agarraba con fuerza sus cabellos mientras que apretaba más y más el borde de la mesa, y sus ojos fijos en el rostro de excitación de la chica. Se mordió su labio inferior, dejando otro jadeo… y uno más, se escapaban de sus labios con gusto.

Entre más lo hacía, más quería penetrarla, dominarla, agarrar su cuello y apretarlo con fuerza, morder todo su cuerpo y recibir el mismo trato en lo que sería un juego de sadomasoquismo extremo. Pero así estaba, su mente deseando ir a los extremos, de todas maneras, morir era algo que deseaba más que el sexo o la violencia, y combinar los tres le parecía un coctel con el mejor sabor posible.

-Carajo-

En un susurró soltó esa palabra, lleno de lujuria, y tan sólo agarró los cabellos ajenos con las dos manos ahora, con fuerza, mientras movía sus caderas, de nuevo unos cuantos jadeos más -mierda…- susurró, su saliva tenía un efecto potente en su cuerpo, su miembro más caliente y duro que nunca, palpitaba con fuerza, sus testículos produciendo ese cosquilleo que el placer provocaba. Jadeos, más jadeos salían disparados de sus labios.

-Tu… ah… maldita… vampira- dijo entre jadeos, después un gemido y otro más, anunciando que estaba a punto de eyacular dentro de su boca, pero al final dejó los cabellos ajenos, dándole un poco de control a la chica antes de que por fin acabo en ella, sus ojos cerrados, su cuerpo completamente hirviendo, su boca jadeante.

La noche aún era joven, y parecía tener más energía puesto a que su miembro aún estaba duro después de la primera descarga.