En la vida ha proporcionado varios sentimientos, el amor, el odio, la alegría y la tristeza, la esperanza y la desesperación… pero nadie pudo haber previsto la clara explosión que es la ira y la enorme calma que es la paz.

Ha aprendido con el tiempo que los puños pueden pasar cualquier cosa si se enfoca en ello, que resuelven cualquier problema, que la sangre hirviendo de su cuerpo lo obliga a hacer las cosas sin razonamiento alguno, un personaje totalmente violento. Con ojos cansados, que la sangre de aquellos que se pusieron enfrente sean el tinte de sus cabellos, que se demuestre lo cruel que puede ser.

Las cosas que ha visto podrían traumar a un ser sano, pero, para bien o para mal, el no lo es. El aprendizaje ha venido de la calle, de bares, de los lugares de mala muerte en los cuales el más fuerte tiene derecho a beber, el más débil… a estar lamiendo botas. La lógica no se lleva de la mano a este demonio, más bien es la locura que alberga en su interior, esperando a que se enoje, a que enfurezca de tal manera en que ante sus ojos no pueda diferenciar entre aliado y enemigo. Y no detesta esta parte de él. La ha aprendido a aceptar, a que sea un rasgo más de su yo completo.

¿Que más se podría decir de este chico? de una actitud totalmente volátil, que parece ser una dinamita que va a explotar en cualquier segundo, solamente siendo calmado por el olor de alguien en particular… y el acohol, y el tabaco. ¿Limites? claramente no los entiende, preocuparse por cualquier tipo de regla le importa un total colmino. Nada que perder, todo que ganar.

Sin preocuparse por los demás ha sido un lobo solitario todo este tiempo, si alguien se interpone lo saca de su camino, si alguien desea detenerlo se asegura de que no haya una próxima vez… O por lo menos así era, llega un momento donde un ser tiene hasta su propio limitante, pero no impuesto por una sociedad, ni siquiera por la familia que poco le interesa, sino por alguien.

El amor, la pasión y la ira son malas combinaciones.

Con cada suspiro, con cada parpadeo, observa sin juzgar, alejarse de esos seres que considera inferiores, un ser construido para la destrucción mantiene las demás emociones al mínimo. Con la voz apagada, con ojos de cansancio, llega un punto donde el odio lo consume, ¿Y que es lo que más odia? casi todo, la aceptación de uno mismo no es lo mismo que el amor a uno mismo. El odio a su persona, el odio a su alrededor, el odio al mundo de mierda en el que está, en las reglas que supuestamente tiene que seguir, el odio es aquel que alimenta la ira, que sigue cada segundo de su maldita existencia.

¿Amigable? ¿Dulces palabras? ¿Gente inocente? para una mierda es lo que sirven, desprecia a todos los demás, no les dedica una sonrisa, una palabra, ni siquiera la mirada. Su tolerancia es mínima, tan solo siendo esta alcanzada por la compasión que tiene.

¿Problemas? no hay ninguno, y si lo hay es que la sangre aún no ha sido derramada. Brutal, despiadado, totalmente crudo y mórbido pueden ser sus acciones, no solamente es la manera más rapida de acabar un problema, pero la más disfrutable para este ser cuya maldición es la ira y el pecado es nacer en este mundo de ley y orden.

Toma lo que desea, agarra lo que se le antoje, ¿Que tanto va a caer en su propio odio? ¿Llegará a un punto donde se va a destruir por sus propias manos? si su forma de pelear no es autodestructiva entonces quien sabe cual será. La soledad abunda en su ser, lo llena, lo abraza como si fuera un amante, la desesperación, la pérdida que cae en sus hombros…
¿Acaso siempre fue así? no tiene ni la más remota idea, su memoria le falla, los recuerdos son borrosos, su cuerpo tiembla y sus manos cosquillean, sus ojos muestran una falta de conciencia, de su ser, ¿Quien era realmente? Tan solo la bebida llega a calmar esos ataques que se vuelven cada vez más recurrentes.

Tan desconfiable, peligroso, desagradable y aún así se mantiene con una buena postura ante los demás, que solo el enojo y las tuercas salidas sean encontrados en espacios poco habitados en la hermosa oscuridad de la noche.

Sufrimiento...  Dolor…

Hay muchas más cosas, pequeños detalles que pueden llenar a este ser, y; sin embargo, tan solo estaría siendo un rodeo a lo que era y a lo que es… pero tiene en su mente quién es, y es un demonio de la ira.

Una mirada seria y cansada, sus cabellos carmesíes como la sangre seca, sus ojos de color ámbar los cuales en algún tiempo estuvieron brillantes, ahora no hay reflejo alguno que valga la pena. Sus cabellos los mantiene cortos y picudos, como nunca los peina pues estos se acomodan a su manera. Mantiene ojeras debajo de los ojos por el constante cansancio que demuestra.

De un metro ochenta y cinco, pesa unos 80 kilos todo convertido en músculo, con varias cicatrices que atraviesan a lo largo de su cuerpo producto de peleas y enfrentamientos. Sus manos ásperas y llenas de cayos, producto de sus entrenamientos matutinos y, extrañamente, a pesar de que fuma y bebe demasiado sus dientes han estado en un buen estado. Caucásico se ve que tanto ha tenido que soportar.

Mantiene varias vestimentas en su repertorio, desde una chaqueta de color negro con pelaje en la parte del cuello, playeras blancas un poco ajustadas, pantalones de vaquero como también mantiene un traje de color oscuro para su trabajo como guardia de seguridad. Con zapatos de color negro y zapatillas deportivas combinando con su demás ropa.
De parte de su cuerpo, además de portar cicatrices en su espalda media hasta los hombros mantiene tatuajes de dos alas abiertas, en su brazo derecha tiene la forma de un lobo al igual que en su pectoral derecho. En sus ropas tiene piezas de joyería, principalmente la oro que se demuestra en su anillo de la mano derecha y en su collar como también en su arete en la parte superior de su oreja derecha.

En su físico de raza no cambia demasiado, sin alas a comparación de los demás. Las cicatrices se abren y sangra y su par de cuernos rotos, aún con algunas grietas marcadas. Su piel es cubierta por oscuridad y sus ojos se inyectan de sangre, las uñas crecen hasta convertirse en garras completamente filosas. Sus dientes se hacen filosos y la cola sale de su espalda baja, una delgada y en la punta de esta se divide en tres.

Teniendo en cuenta el físico real y el físico de raza, deben describir AMBOS.

“La ira te hace olvidar, la ira no necesita nada más… que la sangre derramada…”

Lentamente sus ojos se abrieron, todo borroso en un principio, su cabeza dando vueltas y un charco de sangre alrededor suyo. Su cabeza le dolía como el infierno mismo, sus ojos no se podían enfocar, todo estaba oscuro. Parpadeaba varias  veces,, y conforme lo hacía su visión se aclaraba… era de noche, unas hermosa estrellada noche.

Con un fuerte suspiro simplemente se quedaba ahí, sentía su cuerpo pesado, hecho trizas, sus músculos le dolían cuando comenzaba a moverlos, y apenas podía mover los labios. Su respiración le quemaba los pulmones, en su boca saboreaba ese sabor peculiar de la sangre, como si fuera el sabor de carbón, trataba de tragar pero le ardía la garganta. Sus dedos se movían tan solo para tocar el color carmesí oscuro, aún líquido, aún caliente. No se dio cuenta de la estación del año en la que estaba hasta que los copos de nieve comenzaron a bajar del cielo.

Después de unas horas pudo levantarse, lentamente, el dolor aún no se iba de su cuerpo, su cabeza se sentía más ligera y su espalda. Se quedo sentado, viendo a su alrededor. Un pequeño parque en medio de una ciudad desierta. Se acomodo un poco los cabellos, sus ropas estaban desgarradas.

Se puso de pie, tambaleante, aún sangrando de su cabeza como de su espalda, aquellas cortadas en la piel que ardían como los mil demonios. Sus dedos estaban marcados de heridas, sus brazos, su pecho... Era todo un infierno, todo una maldita tortura, no importa que tan lento se moviera, el dolor estaba presente en su más pura forma.

Su vista se enfoco en una figura la cual andaba fumando acercándose, a un paso lento. Una chaqueta con el cuello levantado, sus ojos… cansados, parecía ser que era otro día más en su pésima vida. Unos pantalones de mezclilla, unos guantes… cabellos totalmente rojos, como si estuvieran manchados de sangre… y en su mano una maldita pistola. El ser que estaba de pie lentamente retrocedía, pero en vano.

Sus ojos se fueron al suelo, no podía moverme mucho, vio el hueso del tobillo salirse de su pie, y aunque el dolor era intenso tenia que moverse, arrastraba su pie, se forzaba más de lo que debía. Esos ojos solamente avistaron al sujeto. Su boca se abrió, -E... es... espe...- tratando de decir algo pero al final una bala se encontraba perforando su cabeza.

-¿Si? Ya está listo- el flash de una cámara iluminó el rostro de ese ser asustado, muerto, inerte en el frío suelo -Ya vi la transferencia, claro… el cuerpo… si…¿en el río que está cerca? claro- un celular siendo bloqueado y después el cuerpo siendo cargado por ese sujeto. En su rostro no se encontraba ninguna culpa de lo que hizo.

-Muy bien, otro más en la lista- se dijo a sí mismo, prendiendo un cigarro después de ponerlo en la cajuela de su auto. Sus ojos se encontraron por un momento con los ajenos -Maldito bastardo- comentó y la oscuridad reinó de nuevo, era plástico lo que se podía sentir dentro de ese lugar, y la sangre no manchaba el interior del coche. El motor estaba encendido y las llantas se movían. -Juliette...  demonios, la maldita cita- se dijo a sí mismo, unas teclas de un teléfono fueron presionadas -¿Juliette?... tuve que hacer otras malditas horas extras… si… mi maldito jefe dijo que si no lo hacía me despedía… Con un demonio, en veinte minutos estaré ahí, ¿Está bien? deja de quejarte… No es mi puta culpa… uuugh ¡PUTA MADRE!... demonios mujer, tuviste que colgar- una discusión, fuerte, otra calada al cigarro y después el sonido de como si estuviera presionando contra el cenicero.

Unos cuantos giros, izquierda, derecha… el carro cada vez iba a más velocidad, como forzaba el motor hasta que se detuvo. La cajuela se abrió y el rostro del sujeto estaba completamente molesto, susurraba varias palabras hasta que finalmente sacó al ser de la cajuela. Una navaja mariposa, una cortada en el cuello y en sus venas, la sangre salía con más velocidad y en eso lo dejo caer al agua, el río se lo llevó y la sangre lentamente se combinaba con ella hasta no dejar rastro alguno, y lo que se quedó como rastro fue limpiado por cloro y agua y con un trapo el cual también tiró al río; y el plástico que protegía la cajuela de su coche lo comenzó a doblar, teniendo cuidado de que no derramara sangre y lo guardó en una bolsa de basura y la cerró con fuerza, ya después se desharía de ella.

El cuerpo se hundía, y junto con él la colilla del cigarro. Lentamente los pulmones se llenaban de agua, todo su cuerpo se encontraba un poco hinchado por ello, y solo la ligera capa de escarcha que se formaba en su cuerpo era lo único que lo protegía. Sin rumbo, hasta el fondo del mar hasta que de nuevo ascendió… y nadie sabe a dónde fue a parar, por lo menos no en unos días.

-Un cuerpo más- Dijo aquel hombre mientras que seguía en su camino, viendo en su teléfono una foto de él con una chica, y lo que parecía ser una sonrisa pequeña en sus labios. Dejo salir un suspiro, apoyó sus brazos en el volante, cerró sus ojos por un momento. -Mierda, de nuevo la cague- susurro antes de incorporarse y quitar el freno; se quedó un momento observando el camino que tenía por delante, pisó el acelerador hasta el fondo, dirigiéndose a un restaurante donde iba a ser su cita.

Este hombre que va manejando y tomando una media botella de whisky es Vincent Schawrz, un contratista como se hace llamar, y usualmente sus contratos es de “eliminar” la peste de los demás, uno muy bien pagado que mantiene sus adicciones al día y su auto en buenas condiciones, pero con el dinero no se puede arreglar una relación complicada.
Semanas después llegó a una escuela por medio de un contrato, aunque era algo inoportuno que la chica con la que salía en la foto también estaba ahí, y justo cuando era el momento de actuar… bueno, saben lo que pasó, una explosión, otro nuevo lugar, sin poder comunicarse con el exterior.

Su pasado no existe, no está, no le importa, nuestro protagonista vive en el presente y solamente le interesa lo que tiene ahora y lo que tendrá en un futuro cercano. ¿Quien le rompió los cuernos? ¿Porque tantas heridas en su cuerpo? Bueno, la vida casi nunca le ha tratado bien, como también cuando llegó a ese maldito lugar místico y obtuvo sus poderes... Todo se fue a la mierda.

Peleas tras peleas, heridas tras heridas que dejaron marca en su cuerpo, sus cuernos destrozados por qué tan continuo era los enfrentamientos, pero sin importarle nada más, llega a un punto donde al final se regenera la mayor parte de sus heridas. Un maldito demonio, no había otra raza mucha más apropiada para él. Al final del día, el mismo se retiró, siendo ahora un solitario que anda caminando sin rumbo fijo.

Digamos… que es un exiliado, un rechazado, un maldito loco.