Nick se estiró lánguidamente, gruñendo bajito mientras hundía las garras en el pasto. Simplemente no había suficiente sombra en el patio para poder echarse a dormir tranquilo y el calor le sofocaba. ¿Por qué simplemente no tomaba su forma humana? Pues dormir como león simplemente era tanto, tantísimo más cómodo y satisfactorio. Ahora entendía por qué los felinos dormían tanto y no los culpaba en absoluto.

Quizás no era demasiado bueno que se inclinara tanto hacia sus formas de raza, pero tenía claro que no le afectaban como había visto a mucha otra gente. Algunos completamente dominados por ellas una vez las tomaban, como esa chica… Se estremeció de sólo recordarlo, lo poco que quedaba del encuentro en su mente drogada con lo que sólo podían haber sido afrodisíacos. No, él no, estaba bien, sólo más cómodo.

-¿Alguna gana de despedazar a alguien con sus garras o marcar territorio hoy, señor Allen?- Revisó, como lo hacía cada cierto tiempo, sólo para asegurarse. -Nop, sólo un calor asqueroso.- Se levantó del pasto, dándole un cabezazo a uno de sus compañeros, lo suficiente como para avisar que iba a moverse. No era poco habitual, después de todo Nick se aburría bastante, tenía que salir a investigar, o bien encontrar alguien que quisiera matarlo rápidamente cuando le bajaba el hambre.

El único lugar cercano donde sabía que podía encontrar sombra eran los juegos. No iba nada mal, quizás hasta se encontraría con alguien de la familia de Darling. La chica ya se los había descrito bastante bien, creía que podría reconocerlos si los veía, valía la pena echarse ahí un rato, por si acaso. ¿Excusas para justificar estar echado como un vago? Quizás, pero no tenía nada mejor que hacer. Por un momento consideró ir a buscar a la chica de cabellos albinos, pero decidió que quizás podía dejar eso para más tarde, cuando no hiciera tanto calor. -El calor es para dormir.-

Asintió, restregando su cabeza contra una de sus patas antes de hacerse camino hasta los juegos, no estaban tan lejos, y con sus sentidos agudos no corría demasiado peligro, caminaba esquivando todos los seres que escuchaba. No tenía ganas de problemas. En realidad nunca tenía ganas de encontrarse envuelto en problemas, pero parecían seguirle dondequiera que fuera. Resopló mientras caminaba, no había demasiado que hacer al respecto y amargarse la vida por ello no le servía a nadie.

-A- Hablando de problemas.- Había escuchado a suficiente gente llorar como para reconocer los sonidos sin necesidad de concentrarse demasiado en ellos. Venían exactamente del lugar al que él pretendía ir. No podía culpar a nadie, en realidad, por las distintas maneras en que había sido testigo del deterioro de los estados mentales de cada persona.

Él… Había vivido cosas peores, tenía algo que pocos estarían de acuerdo en llamar suerte, pero su pasado le había preparado para sobrellevar algo como la situación en que se encontraban. Esta vez era adulto. Esta vez tenía herramientas. Esta vez podía defenderse. No, el ser desagradable que había estado obligado a crear para sobrevivir su infancia había desaparecido, y esta vez saldría adelante siendo él mismo.

Era por esa misma razón que se sentía… ¿Responsable? Quizás, de brindar ayuda y apoyo a cualquiera que lo quisiera y necesitara. -A poner este título a trabajar.- Era un buen profesional, y aunque no solía andar por la vida en su faceta de psicólogo claramente le había ayudado en los últimos meses. -Hey, tenía el talento desde antes.- Sí, eso también era cierto. Nick se acercó a lo que resultó ser una chica sentada en un columpio. Desde lejos no cuidó el sigilo de sus pasos, no pretendía asustarla, tan sólo comenzó un ronroneo bajito a unos cien metros y se acercó de a poco.

Si de algo servía ser básicamente un gato enorme en ese momento era para calmar al resto, lo había visto muchísimas veces y mentiría al decir que no le agradaba poder brindar ese tipo de ayuda. Paso a paso, se detuvo a una distancia prudente de la chica, pero parecía sólo estar triste, no suficientemente inestable como para abalanzarse encima de un león que no había hecho nada malo. Un ligero destello de aquella chica que le había recibido con una lanza al cuello pasó por su cabeza, pero esta situación le parecía distinta.

-Bah, qué más da.- Se acercó más, casi 80% seguro de que todo estaría bien, y simplemente restregó su cabezota contra la chica, pasando a llevar el columpio y la cadena un poco. Ronroneó un poco más fuerte, esperando calmarla con ello, se sentó cerca y dejó una de sus patas enormes y peludas en su regazo, dándole un par de… ¿Palmaditas, quizás? Para luego propinarle algo como un cabezazo amistoso, todo sin dejar de ronronear.  

-Andaaaaaaaa.- En algún lugar de su cabeza estaba seguro de que no aparecería otra habilidad así como así de la nada. Sabía que seguir intentando hipnotizar a la gente para que le hicieran cariño era inútil. No le detenía en absoluto. -Acarica al gatitooooooooo.- Se reacomodó un poco, restregando su cabeza otra vez contra la chica, sentándose un poco mejor. -Todo es mejooooooor cuando acaricias al gatiiiiitoooooooo.-

En ese mundo no quedaban espejos. Nick nunca había visto un león en vivo y en directo, pero en su cabeza ese animal era tierno y adorable, como un gato gigante. Por esa razón creía que cuando se acercaba a alguien en esa forma y ronroneaba, era algo simpático. No tenía la más mínima idea de lo intimidante y peligroso que podía verse un león, menos con el tamaño que tenía.

Era aún más terrorífico cuando se tomaba en cuenta el hecho de que las cicatrices del chico no desaparecían sin importar la forma que tomase. Cortes y quemaduras de distintos tamaños, además de aquella cicatriz fea y profunda en forma de estrella que se encontraba en su espalda junto con la que tenía en su ojo izquierdo, decoraban absolutamente todo su pelaje. La chica se quedó completamente inmóvil por un momento y Nick frunció el ceño, un tanto confundido.

No duró demasiado y la chica ya estaba riéndo. Estaban lo suficientemente cerca como para reconocer que era una elfa. Recogió otro olor, uno distinto y que reconocía sin problemas. -Extraño.- No importaba, la chica parecía mejor, y había sucumbido a la inevitabilidad de acariciar al gatito. Quizás no iba a desarrollar una habilidad nueva, pero si gritaba en su mente lo suficiente parecía ser que eventualmente lograba lo que quería de todas formas. De cualquier manera nadie nunca sabría que el león enorme e intimidante que ronroneaba sólo estaba gritando ACARICIA AL GATITOOOO en su cabeza.

Ante la mención de ser un gato amable, Nick mostró algo como una sonrisa gatuna, entrecerrando los ojos mientras ronroneaba. ¿Mentir? Aquello no tenía sentido, era bastante imposible que un león de verdad hubiese quedado encerrado en ese demiplano, más considerando que Grendelshire era una isla. De cualquier manera aquella no era su intención, por lo que simplemente le guiñó el ojo a la chica, algo que un animal normal no haría, dejando claro que era un humano transformado.

Parecía que a la chica no le importaba demasiado de cualquier modo, se había ensimismado en acariciar al peluche gigante. Ya parecía mejor, eso era bueno. Acomodó su cabeza sobre el regazo de la elfa, echándose sobre el suelo y bostezando de manera perezosa sin dejar de ronronear. Era extraño, las caricias se sentían bastante bien, como si de verdad fuese un león y no un humano en una situación bastante extraña.

-Pequeño zorro.- Así que eso era lo que estaba haciendo. Tendría que preguntarle a Leo acerca de ello la próxima vez que lo viera, le pareció bastante extraño, pero el olor era inconfundible. La chica se presentó, y Nick alzó la cabeza y asintió un par de veces antes de presionar su nariz helada contra la cara de la elfa en un gesto cariñoso. Hecho aquello, se levantó por un momento para arrastrar su pata por el piso para formar cuatro letras antes de volver a echarse sin interrumpir el ronroneo.

“Nick.”

El enorme león volvió a bostezar lánguidamente y se estiró de manera perezosa una vez más, enterrando sus garras en el piso. Una vez cerrado el hocico, no notó que la punta de su lengua había quedado atrapada fuera de su boca. Quizás debería haberse sentido un poco idiota, pero a decir verdad hace varios meses que Nick se había entregado por completo a la idea de que ahora era mitad león, y no le daba ni vergüenza ni pena dejarse guiar por los instintos que tenía en esa forma.

Claramente no había pensado bien en su plan de acción. Como le había sucedido con otra chica que había encontrado deshecha en lágrimas, su forma de león ayudaba a calmar, pero cuando se trataba de comunicarse quedaba corto. Claro, aquello se solucionaba un poco con aquella extraña habilidad, pero no podía andar por la vida adoptando gente de esa manera. -Mal ahí, Nick. Quizás una libretita…- Consideró, pero no estaba seguro de poder escribir nada en ninguna parte con esas patas o hocico enormes.

Negó con la cabeza ante la pregunta de si era de Fallgate. Ni se había percatado de que el lugar era un colegio cuando deambuló hacia Grendelshire. Pecando de imbécil, creyó que el evento era algo más como una comic con que una feria, su decepción fue bastante más terrible de lo normal cuando había quedado encerrado ahí dentro por un error tan estúpido. No se complicaba demasiado, sólo se encogió de hombros con una sonrisa gatuna, asintiendo cuando la chica nombró a los invitados ajenos a la escuela.  

Le hubiese gustado explicar un poco más, quizás preguntar de vuelta si ella había sido un estudiante o algo así, pero se contentó con apuntarle con una pata y ladear la cabeza, intentando denotar una pregunta y esperando que ella entendiera. Su gesto se perdió cuando la chica desenfocó los ojos, claramente perdida en algún pensamiento.

Resopló en algo como una risa boba cuando Elaine mencionó que alguien podía asesinarle, y luego volvió a asentir con la cabeza. Aquello le tenía sin cuidado, claramente, o estaba acostumbrado o demasiado loco como para que aquello le detuviera o asustara. -Pero tú estabas llorando. Prefiero morir antes de ignorar a alguien que necesita ayuda sólo por miedo a que alguien me apuñale.- Pensó, decidiendo que quizás metía menos las patas cuando no podía hablar.

La última pregunta le había tomado un poco por sorpresa. La vulnerabilidad era algo peligroso de demostrar en ese mundo. No para él, por supuesto, que lo único que podía hacer con esa información era intentar ayudar, pero para alguien más que podría aprovecharse de alguien volando bajo.

¿Extrañar su casa? En realidad Nick no lo había considerado hasta ese momento. No servía de nada llorar por el pasado cuando no parecía existir una manera de volver a él. Tan sólo había aceptado ese nuevo demiplano como un hogar temporal, haciendo lo posible para convertir una situación horrorosa en algo aguantable, como siempre. Sabía lo difícil que podía ser para el resto, y había usado bastante de su tiempo pensando en aquello, y cómo los otros habían sido afectados sin dar vuelta aquello para un poco de introspección.

Y es que en realidad a Nick no le iba ni venía demasiado estar ahí o no. Era interesante, quizás un poco cansado. A veces pensaba en sus pacientes y deseaba que todos estuviesen bien sin él, tenía un par que de verdad le necesitaban. Pero luego recordaba que había gente ahí dentro que había aprendido a depender de él, dentro o fuera de ese semiplano Nick se encontraba en la misma situación. Lo único que le molestaba era que alguien estaba jugando con ellos, y aquella falta de respeto le ofendía un poco.

-¿Tener ojos?- Asumió que la chica era ciega, y eso le extrañó un poco. Las cicatrices esparcidas por su cuerpo se mantenían como un recordatorio de su pasado sin importar qué forma tomara. ¿Era distinto para ella? ¿Sus ojos servían en aquella forma de raza? -Interesante.- Dejó que la chica se desparramara sobre él por algunos minutos, y luego decidió que quizás ella ya necesitaba la compañía intelectual de un humano y no la física de un animal, después de todo, había dejado de llorar.

Nick se incorporó despacio, no tenía ganas de volver a su forma intermedia e incomodar a la chica, por lo que se levantó hasta estar sentado contra ella. Con un bostezo gatuno tomó aquel cuerpo intermedio, todavía con rasgos de león, manteniendo todas sus cicatrices y aquellos ojos verdes y brillantes. “Perdón, no soy muy silencioso y ya no podía no hablarte.” Explicó con una sonrisa que mostraba un pequeño colmillo, apoyándose hacia atrás con ambas manos cubiertas en guantes negros.

Su voz era grave, como cualquiera se imaginaría la voz de un león si pudiese hablar. La cicatriz en su cara era bastante más notoria sin todo el pelaje cubriéndola, y mantenía aquel olor a pasto y plantas. “No había pensado en si extraño mi otra vida o no hasta que me lo preguntaste.” Admitió, encogiéndose de hombros. “Pero supongo que no me molestaría volver.” En ambos lugares había gente que le necesitaba, y gente que lo quería muerto.

“Supongo que la única diferencia es que aquí puedo regalarle a la gente un poco de paz cuando tomo mi forma de raza. Está comprobado que acariciar un animal baja la presión sanguínea, y hace bien emocionalmente.” Mencionó, todavía con aquella sonrisa felina. “Además, todo el mundo quiere acariciar un león muy en el fondo, aunque no quieran admitirlo.” Soltó una risa liviana y miró a la chica con algo de preocupación.

“Sé que a mí me da igual morir o no… Pero tú estás sola al descubierto.” Estaba segurísimo de que morir sería malo, psicológicamente hablando, morir demasiadas veces. A él claramente le valía madre, era hasta más conveniente, pero eso era algo distinto. “¿No te preocupa una emboscada o algo así?” Mencionó, sin necesidad de mirar alrededor. Sus orejas denotaban que estaba alerta, que escuchaba todos los movimientos y pasos a la redonda, era extremadamente difícil que alguien lo tomara por sorpresa.