Lycoris durante toda su vida ha sido una chica alegre y bastante intrépida, no teme en lo absoluto en decir lo que piensa siendo a veces demasiado honesta hasta el punto de casi no tener tacto en sus palabras pero eso no significa que no le importara tus sentimientos pues si ella ha notado, aunque sea un poco, que estas herido, sin duda dará lo mejor de sí para volver a verte sonreír, después de todo no puede soportar ver a otros sufrir pues dentro de su pecho puede sentir como el corazón se le estruja solo con ver una pequeñísima lagrima bajar por la mejilla de algún alumno, amigo o aliado.

Difícilmente lograras hacerla enojar, para ella casi todo es como un juego pues parece nunca haber rebasado la edad mental de un niño de diez años ya que conserva una actitud bastante despreocupada e infantil. Es de aquellas personas que cree que la personalidad de uno no define la madurez que puede tener, pues Lycoris es extremadamente responsable y demasiado atenta por los pequeños detalles, aunque logre mostrar todo lo opuesto. Siente que no gana nada teniendo un rostro serio todo el tiempo y actuando como se supone que un adulto tendría que hacerlo, por eso mismo prefiere ser más animada aun si eso incluye dar brincos por los pasillos. Quizás es más fácil que ella te acabe irritando a ti al decirte las verdades en tu cara y tratándote como a un niño, aunque solo seas un año menor a ella, eso siquiera importa, incluso a sus mayores a regañado como toda una madre lo haría.

Sin embargo, no hay persona en este mundo que sea completamente feliz todo el tiempo pues hasta la propia Lycoris tiene su propia parte deprimente y momentos en los que no logra alzarse con la suficiente rapidez antes de que alguien lo note.
Toda su vida ha sido una mujer demasiado preocupada por otros, muchas veces colocando su propia felicidad por debajo del resto. Ha cometido mil errores como cualquier ser humano, se ha arriesgado demasiado por personas que no lo merecían, hizo cosas que no quería con tal de complacer a otros, adopto actitudes que no le pertenecían solo por intentar ser lo mejor para otras persona e intentar "arreglarlas", pero nada de todo lo que hizo logro verdaderamente ayudar a alguien pues Lycoris nunca entendió que ella no debía encargarse de los problemas ni males ajenos, para eso existían especialistas y personas con la capacidad suficiente para hacer un cambio real, sin embargo ella solo seguía metiendo la pata una y otra vez, encariñándose tan fácilmente y siendo destruida al segundo siguiente.

Desgraciadamente Lycoris es la clase de persona que tampoco sabe distinguir cuando la culpa es de otros y cuando es suya, pues para ella toda la culpa le pertenece sin importar las situaciones, incluso su mera existencia ya es motivo suficiente para hacerla sentir mal, pues cree no tener derecho alguno de estar triste cuando ha sido bendecida con tantas cosas buenas y poder hacer su vida como ella mismo quiso.

Aun así, no te preocupes, Charlotte siempre te sonreirá y te prestará su hombro si necesitas llorar. Puedes quererla y luego solo desecharla, ella continuara tratándote con cariño la próxima vez que te vea pues no se siente más que una muñeca rota con la que todo el mundo puede jugar y destruirla a su antojo. Utilízame como lo desees, puedo convertirme en tu juguete perfecto hasta que te aburras de mí y luego solo pase a manos de otro y volver a repetir el mismo ciclo.

Por otra parte, Lycoris al convertirse en una doll claramente carece de todas las emociones posibles. Es un simple objeto con un alma, aun así aunque no logre sentir nada, siendo una doll continua comportándose como si hubiera alguna emoción allí dentro aunque solo sean recuerdos de su parte humana. Suele ser un poco más coqueta y sofisticada, siempre oyéndose una gentil sonrisa luego de cada frase, juguetona, atrevida y un poco más audaz.
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Humana. Voz
Mujer asiática más alta que el promedio de su país llegando a medir 1.75 m. Charlotte posee una piel bastante pálida y suave como una linda muñeca de porcelana, ojos ligeramente rasgados y con largas pestañas negras decorando aquella mirada con iris de color ámbar rojo. Sus labios son un tanto finos pero con un adorable color rojo que luce como si estuvieran pintados, además de aquella nariz igualmente un poco pequeña y respingada que generalmente se pinta sonrosada cuando hace un poco de frio.
Luce una hermosa cabellera castaña que llega hasta la mitad de su espalda, los mechones se van aclarando en las puntas hasta tornarse gris, siempre peinada con una trenza floja que deja varios mechones de cabello un tanto desordenados y le da una apariencia más natural, además de siempre llevar un broche dorado en su cabello que fue el regalo de su madre al cumplir dieciséis años.
Su cuerpo es bastante voluptuoso, busto prominente, cintura pequeña y caderas un tanto anchas. Sus brazos no son demasiado fuerte pero al menos no son delgados dando esa apariencia de que en cualquier momento se fuera a partir. Sus piernas igualmente son bastante gruesas más aun por la parte de los muslos, sin embargo no esperes ver ni un solo centímetro de su piel pues suele vestir con prendas que cubren casi todo su cuerpo.
Un suéter verde de mangas largas y cuello de tortuga, una falda negra con pequeños decorados dorados que llegan a cubrirla casi hasta los tobillos y zapatos negros con pequeños tacos. Como accesorios lleva un corsé negro también decorado con detalles dorados, una especie de cinturón negro colocado por encima del busto y siempre su leal chal blanco que cuelga por sus brazos.

Forma humana:

Doll. Voz
Al convertirse en una doll, toda la apariencia de Charlotte cambia por completo. Aquella piel pálida se torna ligeramente gris, sus ojos ahora decorados con pestañas bordo ridículamente largas, además de que ambos ojos se encuentran completamente pintados de un suave azul, que a la luz del cálido sol se tornan de un calmo celeste. Sus labios se vuelven más gruesos y teñidos de un hermoso rojo carmesí, además de que su larga cabellera castaña ahora es totalmente negra además de corta, apenas logrando tocar el cuello pues las hebras antes lacias ahora son onduladas. El resto de su cuerpo no cambia demasiado, parece tener medidas muy similares a la de su cuerpo humano a excepción del crecimiento de sus uñas casi pareciendo garras, sin embargo las prendas son totalmente diferentes. Un hermoso vestido al estilo victoriano de colores rojo y negro azulado, en su mayoría compuesto por suaves plumas y un extra en donde su pecho se nota descubierto por la zona media. Siempre llevando zapatos de tacón no muy alto y un sombrero exageradamente grande, de plumas negras y una bella flor roja igualmente conformada por plumas.

Forma de raza:

Raza 2:

Lycoris es la segunda hija de la familia Fujikawa, nombrada de esta manera por su amada y difunta madre, quien creyó conveniente mezclar el significado de las glicinas (Fuji) con el significado de las Lycoris Radiata, que, aunque por lo general suele verse como un mal presagio, también tiene su contraparte favorecedora.
Nació en el seno de una familia tradicional, padres que estaban bastante arraigados a las viejas costumbres del país las cuales intentaron inculcar a sus dos pequeñas hijas, sin embargo,  desde el primer momento fue capaz de ver que Lycoris no era igual que el resto de las niñas de Japón; siempre tan alegre, intrépida, curiosa, no existía un momento en que estuviera quieta y más de una vez pudo haberse metido en problemas por aquel comportamiento alborotado y aunque siempre intento ser respetuosa y seguir las reglas morales y sociales de su cultura, más de una vez acabo cometiendo alguna tontearía o hablando de más sobre asunto que no le concernían, lo que la llevo a recibir una supuesta maldición de una gitana durante una alegre quermes realizada en la ciudad; La pequeña Lycoris de aquel momento comenzó a cuestionar y preguntar miles de cosas a aquella mujer quien alardeaba predecir el futuro, solo para que al final la llamara farsante y en respuesta a su insolencia, acabo siendo maldecida con nunca poder encontrar el amor, destinada a toda una vida de fracasos amorosos. La pequeña de aquel entonces claramente no tomo en serio las palabras de esa señora, no creía en los cuentos ni en las supersticiones por lo que solo atino a sacarle la lengua y seguir el paseo junto a su familia.

Los años pasaron y Lycoris dejo a un lado todos esos "extraños" comportamientos o al menos lo intentaba, pues la adolescencia llego más pronto de lo esperado y el deseo de encajar la llevo a cambiar varias actitudes, aunque ninguna fuera realmente ella, sin mencionar que los chicos comenzaron a ser de su interés por lo que hacía lo posible para verse atractiva e interesante sin parecer un bicho raro.
Quizás suerte o desgracia, pero logro tener algunas parejas, aunque estas no duraban demasiado tiempo y casi en su mayoría eran por puro interés físico. Por un momento se le vino a la mente tal "maldición" que recibió de pequeña pero aún se justificaba que solo no estaba teniendo suerte y aun le quedaba mucho tiempo para encontrar a su amor verdadero o eso creía.

Al cumplir los 18 se le fue avisada que sus padres la habían comprometido con el hijo de una familia amiga, esta unión se supone que traería varios beneficios para ambos por lo que negarse no era una opción. A los pocos meses ya estaba casada, aunque seguía estudiando y la relación con su ya esposo no era la mejor; ninguno de los dos estaba realmente interesado en el otro por lo que luego de tres años y varios intentos por hacer que las cosas funcionaran, simplemente se divorciaron en buenos términos y como buenos amigos.

Un año después del divorcio y algunos desamores más, se recibió de la universidad como geóloga y desde entonces Lycoris simplemente se marchó de Japón. Pretendía conocer el mundo o al menos tanto como le fuera posible, viajo por varios años, conoció diversos países y paisajes, se encontró con miles de escenarios y diferentes personas, aprendió mucho de otras culturas y un poco de sus idiomas. Nunca cargaba con dinero suficiente y algunas veces le toco quedarse en algunos lugares por unos cuantos meses a trabajar antes de continuar su viaje. Evitaba los hoteles y muchísimos otros lujos con tal de hacer su travesía lo más duradera posible, le tocaba dormir en una carpa, madrugar y continuar caminando o ser acarreada por personas amables que le ofrecían un pequeño aventón. Sin duda era un viaje agotador pero el conocimiento que adquiría era una recompensa que no tenía precio.

Luego de dos años y medio de viaje y ya con 25 años, Lycoris tomo su primer barco de Francia a Inglaterra ¿Cómo lo pago? Pues no lo hizo, de alguna manera tuvo la suerte suficiente de toparse con personas amables que le permitieron subir sin problema alguno; ella siempre fue una mujer alegre y ocurrente, por lo que podía considerar que era fácil agradarles a las personas con bastante rapidez.
Llegada a Inglaterra comenzó a recorrer la pequeña isla con bastante emoción hasta toparse con un pequeño pueblo alejado de la ciudad, Grendelshire. No había mucho que descubrir en aquel lugar, pero sus residente y paisajes eran de lo más encantadores por lo cual no dudo ni un momento cuando pensó en poder vivir allí.

Grendelshire había sido un nuevo comienzo en su vida, le tomo un tiempo lograr instalarse y tener su propio hogar, desde allí logro conseguir trabajo en Fallgate como profesora de geografía. Siempre le habían agradado los niños y tal empleo parecía ser perfecto para ella. Allí conoció a sus actuales amigos y colegas, se ganó el amor de varios de sus alumnos pues siempre intento hacer sus clases lo más emocionantes y divertidas como le fueran posible, aunque eso significara salir un poquito del protocolo.

Fue feliz por bastante tiempo si le quitabas los miles de desamores que tuvo en tan solo un año y medio. Relaciones horribles que terminaban en rupturas a los pocos meses o semanas, siendo utilizada para dar celos o para olvidar a ex's, Lycoris realmente podía llegar a ser bastante ingenua cuando se trataba del amor, demasiado entregada a personas que no lo merecía, a final de cuenta solo ella acaba siendo lastimada y pisoteada por otros, aunque siempre intento demostrar todo lo contrario. Para ese punto realmente comenzó a tomarse en serio la maldición de aquella gitana y no darse cuenta que solo era ella y su terrible elección en hombre. Así luego de su última relación simplemente dejo de buscar el amor, completamente convencida de que no estaba destinada a conseguirlo y si alguien se atrevía a confesarle sus sentimientos ella solo respondería que era imposible que la amaran, tan carismática y sonriente.

Todo parecía estar bien, que en su futuro habría paz y tranquilidad, aunque sin nada de amor, sin embargo, cuatro meses antes de la explosión y entre chequeos médicos descubrió que tenía deficiencia hepática debido a la mala alimentación durante sus años de viajera. Suerte tuvo de ser detectado a tiempo para comenzar con la medicación adecuada, de otra forma habría sido fatal hasta convertirse en una enfermedad terminal. Así comenzó su vida con una variedad de medicamentos para compensar todo lo que la enfermedad le quitaba, era agotador y molesto la mayor parte del tiempo, pero era mejor que dejarse morir lentamente.

El día del evento Charlotte era una de los tantos profesores quienes ayudaban a decorar y organizar todo el lugar, yendo de puesto en puesto ofrecía su mano por si pudiera existir algún inconveniente, sin pensar ni por un segundo que algo de todo eso podría llegar a salir mal. La alegría del momento nublaba por completo sus problemas, no había nada que pudiera perturbarla sin embargo en cuanto quiso dirigirse a la sala de arte para tomar algunos materiales para ayudar en la decoración de un puesto, fue ese momento en donde escucho una explosión que logro ensordecerla. Tan rápido como pudo corrió por los pasillos para estar con sus alumnos, pero antes de lograr llegar a ellos una espesa neblina azul la envolvió hasta atraparla, quitándole el aire, ahogándola hasta dejarla inconsciente en el suelo.

En el medio de la inconciencia una voz ajena a la suya había comenzado a resonar en su mente, extrañas razas y un par de reglas que fueron grabadas en su memoria. Nada de todo eso le hacia algún sentido, creía que solo era un sueño sin embargo parecía que no iba a lograr avanzar si no elegía una de las razas nombradas. Le tomo un momento ver entre todas ellas y finalmente elegir ser una muñeca, una simple y hermosa doll. Sentía que debía elegir aquello que más la caracterizara, algo que le permitiera verse al espejo y aun así seguir viéndose reflejada, una muñeca era perfecto y mejor aún al no tener ningún sentimiento, al menos le permitiría olvidar un poco todo aquello que por mucho tiempo la rompió por dentro.

Con una raza elegida finalmente había logrado despertar, sin embargo, todo lo que encontró en la escuela solo fueron ruinas; vidrios rotos, escombros, todo convertido en simple basura. Era aterrador, por supuesto que sí pero no podía dejarse atemorizar por todo ello, necesitaba encontrar al resto de los que habían caído ahí si es que existían más personas adentro. En su camino trato de encontrar al resto de dolls, después de todo se suponía que no debería de colaborar con otras razas por lo cual trato de mantenerse con ellos en el salón de arte para estar más segura en ese lugar. Igualmente, entre tanto caos y confusión se tomó un segundo para escabullirse en sala de profesores y tomar alguna de sus pertenencias que guardaba por allí en caso de emergencias, como un pequeño frasco de su medicamento con un poco más de veinte pastillas, por aquellos días que olvida traerlo en su bolso, y un pequeño kit de costura con cuatro carreteles de hilo, tres agujas y una pequeña tijera de metal.

Aun si se suponía que no debía cooperar con otras razas, Charlotte de todas formas hizo caso omiso de la primera regla pues jamás podría dejar atrás a alguien que pudiera necesitar de su ayuda.  

- Es buena cociendo, llegando a poder crear vestidos simples y algunos muñecos.

- Un año después de estar en Grendelshire se cambio el nombre a Charlotte Wayne ya que le resultaba un poco molesto oír a otro pronunciar mal su verdadero nombre.

- Esta completamente convencida que nadie puede enamorarse de ella.

- No es demasiado sentimental a menos que se traten de cosas del amor.

- Alguna vez considero coquetear con Bialy pero su personalidad tan seria le resultaba un poco intimidante hasta que lo conoció mejor pero para ese entonces ya había abandonado toda idea de hacerlo.

- Ver a Astrid siendo tan bajita y a veces enojona le provocaba abrazarla con fuerza y algunas veces si que lo hizo.

- Sabe hablar tres idiomas, japonés, ingles y español.

- Mas que la tecnología adora leer pero no es una mujer de mucha literatura como novelas y similares, pues le interesa más el mundo y descubrir ideas de otros autores sobre el mundo físico y lo que los rodea.

- Hubo una o dos veces en que la carga de las cosas lograron sobrepasarla estando dentro de la escuela y no le quedo más que apoyarse en Bialy o Astrid hasta calmarse.

- Adora ser profesora de geografía y enseñar de formas mas entretenidas como con juego o estimulantes con dulces y recompensas.