Tres… dos… uno…

La acción empieza, las cortinas se abren, se desplazan hacia los laterales para dar paso a aquel escenario completamente vacío, esta es la última llamada para todos aquellos que van a presenciar esta obra de teatro, ¿Que será? ¿Un encuentro? ¿Una plática? ¿Una pelea? Posiblemente algo aburrido dentro de lo que cabe, o de lo que se tenga planeado. Ahora que las cosas están puestas en este panorama, pasando de ser solamente algo aburrido con una luz concentrada, ahora tenía luz ambiental, aquella azul pasando sobre la institución suavemente con el cielo azul, algunas nubes blancas, ¿Escuchan eso? La naturaleza está siendo combinada por lo urbano, algunos vehículos pasando, pero sobre todo las actividades que se estaban ejerciendo en el gimnasio.

El rechinar de las zapatillas deportivas contra un suelo encerado, donde los movimientos se combinaban con respiraciones fuertes, jadeos de cansancio, algún que otro gemido de dolor, quejidos en lo que sería una cacofonía provocada por el ejercicio, por las actividades físicas que se ejecutaban dentro de este lugar sagrado para todos los aficionados de los deportes. Entre ellos está nuestro actor principal, un chico con mal humor quien corría hacia el otro lado de la cancha, moviéndose expertamente, golpeando el suelo con el balón de baloncesto, una y otra vez, usando su cuerpo, su aptitud física para abrirse paso, chocando contra los demás sin tener alguna clase de piedad, con sus ojos en el objetivo. Un salto, un momento de silencio, y después el golpe de la pelota contra el aro, seguido por aquel sonido satisfactorio de la red mientras que la pelota pasaba por este.

Zack es nuestro protagonista, aquel que chocó contra el suelo después de ese salto, intentando recuperar un poco del aire que había salido por aquel golpe, una, dos… y en ese momento un sonido chillón proveniente del silbato del entrenador. Un quejido salió de su garganta, seguido se levantó, respirando profundamente, escuchando como todos estaban aplaudiendo a su alrededor mientras se acercaban al entrenador. Después otro silbato, el grito del equipo en unísono y todos comenzaban a retirarse a las duchas. Zack observó por un momento el aro, sus manos en la cintura, con su mano limpiando el sudor del rostro, había sido un día productivo, con acción, pero pensaba que era mucho mejor estar boxeando en este momento. Dejó salir un suspiro, habían sido días de descanso del gimnasio, utilizarlo para buscar otras cosas que hacer, aprovechar el tiempo antes de que viniera la temporada.

Dejó salir un bufido, negando con la cabeza y caminó hacia las duchas. Unas cuantas felicitaciones en cuanto al esfuerzo que dio, una que otra queja recibida por usar su cuerpo para chocar contra los demás jugadores. No le importaba nada de eso, contestaba de lo que parecía ser una buena manera por su parte a los elogios, y eran disparos sus palabras cuando escuchaba las quejas, solamente provocando a una pelea… si no fuera que había más jugadores y lograban contener al ajeno. Una sonrisa burlona, un baño y un cambio después, se encontraba ya caminando fuera del gimnasio, sus ojos mirando al cielo, lentamente el sol se estaba acercando al horizonte, un día más en donde no pasaba algún evento interesante.

Los días habían sido monótonos, siendo el gimnasio de boxeo lo mejor de aquella rutina. Malhumorado de nuevo, pensando en que faltaban algunos días para regresar a esa actividad. No le era fácil ocultar cómo se sentía, pero tampoco hacía esfuerzo en ocultarlo. Sus dientes rechinaban de vez en cuando, y en ese momento los pasillos de la escuela estaban vacíos, tal vez una que otra alma perdida, haciendo cosas, lo que sea, no importaba o por lo menos no para nuestro chico de cabellos filosos.

Estaba distraído, completamente absorto por el momento, pensando, con su imaginación creando situaciones de pelea después de los ejercicios, un jab, un gancho, movimientos de hombro, de sus pies, de cómo moverse por el ring, la imaginación de un adolescente en el momento… ¿Cuántos tenía? Para esa época unos quince años, si, este es un evento en el cual sucede en el pasado, un pasado que extraña.

Un paso y después otro más hasta que se detuvo, un quejido salió por sus labios, ¿Ahora que pasaba? Un objeto olvidado en el salón, recordaba que se lo había prestado a un chico de un grado menor que él, era un cómic este objeto, ¿Pero por qué? Recordó un poco, sus memorias formaban este escenario de un típico grupo de personas yendo a molestarlo, el tiempo avanza, Zack se presentó al escenario y después de algunos golpes aquel grupo ya no volvieron a molestar, y en cambio Zack había adquirido a lo que sería más aproximado a un “amigo”.

Como sea, el caso es que ahora estaba en los pasillos, dejando salir un quejido de molestia pura, más por si mismo y olvidarse de aquel mensaje que otra cosa. Sus manos en las bolsas del pantalón, su mochila en su hombro, un poco curvado en su pose, más que nada por andar de nuevo en pensamientos relacionados a su deporte. Fueron unos minutos antes de llegar al salón, abrir la puerta con cierta fuerza y caminar hacia la mesa en donde él había indicado, y comenzó a escombrar para buscar su cómic, claro… todo apuntaba a que fuera un día más, ¿no es así?

Había sido un día como cualquier otro, paseando por el colegio, dedicándole sonrisas a personas que ni siquiera conocía, conversando con los profesores. Melania se caracterizaba por ser una chica alegre, de aquellas que de alguna ridícula manera siempre llevaban una sonrisa en el rostro, de las que parecían no tener problemas en la vida.

Pero Melania era tan amable como invisible, y en realidad no era casi nada feliz. Aunque dedicaba tiempo a cosas que le gustaban y no tenía una mala vida, nunca había dejado de sentirse sola. Había hecho lo posible para darle un buen tiempo a las personas cuando las veía mal, de modo que no se llegasen a sentir como ella.

Y aunque trataba de no darle importancia, aquella sonrisa se desdibujaba cuando estaba sola mirando por las ventanas del salón. Apoyada mirando el cielo y las copas de los árboles, y en otras ocasiones mirando el piso, sintiendo la tentación de saltar aunque sabía con seguridad que desde aquella altura sólo conseguiría fracturarse algo y pasarlo muy mal, además de hacer un horrible llamado de atención que dejaría en evidencia que no todo dentro de su cabeza estaba bien. No necesitaba preocupar a sus padres, tenían suficientes problemas y tampoco les sobraba el dinero para pagar terapia ni nada por el estilo. De amigos no debía preocuparse, pues realmente, no contaba con ninguno.

Después de cumplir con todos sus deberes, rondar un par de veces por el colegio, ir al laboratorio a estudiar un par de cosas por mero gusto, se había instalado en el salón vacío, mirando la ventana una vez más.

La puerta se abrió de golpe, un chico rubio entró al salón e inmediatamente formó una sonrisa, pero él ni siquiera pareció verla. Miró como se metía entre las cosas de uno de sus compañeros pero de alguna forma no quería llamarle la atención.

-¿He...Hey...? -su voz temblaba un poco, alzó la mano a modo de saludo y sabía que su sonrisa no era perfecta en aquel momento.

Le costaba retomar la compostura luego de absorberse en sus pensamientos, no sería fácil volver a la faceta de Melania feliz tan de golpe, pero por lo menos haría el esfuerzo. De todas formas el no parecía ser la clase de chico que le fuese a prestar demasiada atención. Aunque tenía la sensación de haberle visto antes en algún lugar, pero simplemente no lograba dar con ello.

Claro que debería de ser un día cualquiera, pero por azares del futuro, o por el destino mismo, parecía ser que todo apuntaba a todo menos a ser un día normal, como cualquiera. Estudios, ejercicio, descanso, repetir. No era algo que le molestaba, pero si al final de todo estaba cansado… la ironía del pensamiento, teniendo en cuenta que nuestro protagonista se mantenía energético todas las horas que se encontraba despierto, ¿Era una bendición o una maldición? Simplemente era su estilo de vida, nada más, nada menos.

-¿Eh?- una pregunta corta salió con una voz rasposa sus ojos se elevaron para observar a la chica caucásica que había ignorado gracias a estar absorto en sus pensamientos, ¿Quién era ella? Sus orbes se toparon con los ajenos, brillaban de un color castaño al igual que sus cabellos lacios, la luz proveniente de la ventana la bañaba en un hermoso tono medio rojizo, alertando que lentamente el atardecer se asomaba. Una chica linda, no se cabía duda, perfecta actriz que aparecía en este momento, ¿Pero qué rol tomaría? Esa era una buena pregunta que en unos momentos se podría dar a conocer la respuesta.

¿Acaso iba a ser la co-protagonista de este acto? Que en sus ojos solamente era una chica que parecía haber visto en otro lugar, posiblemente por los pasillos de la escuela, o en algún salón, posiblemente la cafetería… realmente no podía apuntar en donde realmente, cabía la mera posibilidad que sea una entre las decenas y decenas de rostros que pasaban día a día por el colegio, aquellos que aparecían de manera efímera, borrada de su memoria al ser algo que no le tomaba importancia. En el presente el enojo que era dirigido hacia sí mismo se desviaba a su voz, parecía molesto, pero no con ella quien apenas podía mostrar una sonrisa nerviosa -Hey- dijo una vez más, recobrando lentamente su compostura. Un suave movimiento con la cabeza, antes de que su atención se fuera a las cosas de su compañero, buscando más y más, como si fuera un pirata tratando de encontrar su tesoro. Un suspiro molesto, una mirada asesina, ¿Era su culpa? Claro que sí, su memoria andaba bloqueada por otras cosas. El sonido de sus dedos pasando por los libros y libretas era uno de los sonidos que llenaban el salón de clases mientras que su respiración se escuchaba pesada, como si fuera la de un toro preparándose para arremeter; más sin embargo, era la forma la cual respiraba para pasar molestias, profundas inhalaciones y lentas exhalaciones, escuchaba la voz de su madre repitiendo múltiples veces en su cabeza, algo que no le agradaba pero al final, habían sido sabias palabras.

¿Acaso iba a iniciar alguna conversación con la ajena? Realmente no tenía ganas de ello, pero aún debería de hacerlo por educación. En su mente se andaba discutiendo qué es lo que debería de hacer mientras que buscaba su comic. Su distracción fue tal que de un momento a otro se cortó su dedo índice con una hoja -Ugh, maldita sea- susurró en un quejido, maldiciendo con sus palabras, dejando salir un fuerte suspiro mientras que chupaba su herida, tratando de detener el sangrado mientras que su otra mano encontraba la textura de la portada de su cómic “por fin” pensó victorioso, con una sonrisa en su rostro que fácilmente podría ser malinterpretada como una siniestra. Sacó y puso el cómic encima de la mesa. Sus ojos observaron el cómic por última vez antes de meterlo a su mochila. Sus ojos miraron a la ajena, dejando salir finalmente un suspiro, y de ahí saliendo los pensamientos que le andaban molestando en un principio.

-¿Qué haces aquí sola?- preguntó, directo como una bala, con una voz un poco rasposa, ya alejada de los efectos que causaba la pubertad a sus cuerdas vocales. Al parecer sin tacto alguno en cuando se dirigía a la desconocida, aún teniendo su dedo en su boca, succionando un poco, tragando la sangre que surgía de la cortada hasta que ya no surgía. Nuestro protagonista y la co-protagonista están ahora en escena para esta sección de la obra teatral. Su pregunta de mera curiosidad, sin nada más que hacer más que una pequeña conversación. Apretó con su pulgar la herida de su dedo, ardiendo un poco al ser cortada hecha por el fino papel de uno de los cuadernos. Lo maldecía en su cabeza, otra molestia más en el día -¿Tienes una tirita? Me corte con una hoja- otra pregunta más mientras que guardaba con una mano el cómic en su mochila y se recargaba en la mesa de su compañero ausente, tratando de ponerse cómodo. Pensaba si era mejor solamente salir y tomar rumbo a su hogar, pero algo le provocaba estar ahí sentado, esperando una respuesta, posiblemente sea la esperanza que ella tuviera, aunque no tenía sus esperanzas en alto.

Claramente el chico ni siquiera había notado que ella se encontraba allÍ, dejando aquello en evidencia cuando se sorprendió ligeramente al escucharla, y tampoco tenía interés en ella, o eso le llevó a pensar su reacción al verla, no era como si importase de todas formas. El hecho de que había seguido hurgando entre las cosas de su compañero le hizo cuestionarse si estaría rogando algo o recuperando algo que le pertenecía. Tal vez simplemente no le importaba la presencia de la castaña mientras tomaba algo que no le pertenecía, de todas formas era sólo una niña y no se veía para nada intimidante a diferencia de su ahora, acompañante.

Su tono de voz demostraba que no estaba de buen humor, incluso su expresión era un tanto amenazante, pero poco le importaba a Melania aquello, la situación de todas formas ya era lo suficientemente incómoda para ella, y aún no lograba sacudir de su cabeza todas las ideas estúpidas que pasaban por ahí. Incluso, le daban ganas de dedicarle unas cuantas sonrisas al verlo así, si tan sólo pudiese recomponerse con más rapidez.

Se quedó mirándolo, mientras rebuscaba las cosas, pensando seriamente que debería decirle algo, pero el sonido de su voz quejarse la detuvo nuevamente y siguió mirando unos momentos mientras buscaba y buscaba, por eso no dejaba cosas en el colegio, lamentablemente uno nunca podía fiarse de las personas. Notó que finalmente cantaba victoria mientras sacaba un comic, y luego lo metía en su mochila, lo cual terminó de volver la situación algo extraña.

-Uh… Sólo hago hora -respondío con calma mientras lo miraba. Suspiró antes de responder su otra pregunta -. Sí, sí tengo.

Tomó su bolso uy comenzó a rebuscar en él hasta dar con las tiritas, y luego caminó hacia el chico. Consideraba que las heridas hechas con hojas eran la peores, siempre dolían un montón, eran cortes superficiales, pequeños, pero de alguna forma extremadamente dolorosos. Una vez frente a él, extendió su mano, a modo de pedirle que la pasara el dedo que tenía herido para ponerle el curita.

-¿Por qué tomaste aquello? -preguntó mientras esperaba a que el chico pusiera de su parte para “vendar” aquel dedo.

Claramente no había tenido mucho tacto, pero le sonrió suavemente de todas formas, y en realidad aquella había sido la intención, no ser agresiva pero ir directo al grano, dudaba muchísimo que al rubia le importase su actitud.

Seguía intentando buscar en su memoria de donde le sonaba aquella cara, pero de momento no estaba logrando dar con nada, y realmente había visto a tantas personas que era difícil llegar a una conclusión, día a día extendía sus manos en ayuda, pero probablemente él la recordaría si fuese una persona de las que ayudó, por lo que aquello estaba descartado. Claramente no era uno de sus compañeros de curso, podría tener memoria de pez pero no era estúpida, o al menos quería creer que no.

Realmente no quedaba otra opción, así que levantó la vista, mirándolo fijamente a los ojos mientras ajustaba su bufanda.

-¿Nos conocemos de algún lado?

No podía quitarse la sensación de encima, así que preguntar directamente de seguro le quitaba las dudas. Era un poco vergonzoso, admitir que no recordabas a alguien pero no había mucho más que la castaña pudiese hacer.

Haciendo hora, perdiendo el tiempo, la co protagonista claramente estaba desaprovechando los segundos y minutos en solamente sus pensamientos, ¿estaba bien? Las únicas veces que el chico hacía eso era cuando estaba de viaje, que para todo lo demás siempre había algo que hacer, una actividad, una lectura, mayoritariamente deportes. Dejó salir un pequeño suspiro, no iba a comentar algo fuera de lugar… posiblemente… tal vez…

-Gracias-

Palabras que parecían ser amables, con un toque de irritación, frunciendo el ceño por el ardor que le provocaba aquella herida, eran lo peor de lo peor, peor que una nariz rota, pero no tanto como una dislocación, si, ahí estaba el dolor, ¿Por qué pasaba esto? Parecía ser un castigo de los cielos. Apretó suavemente los dientes, intentando aguantar el dolor que le provocaba. Una mueca de dolor, pequeña pero clara en su rostro, molestia. Observó la mano ajena y estiró su mano con la maldita herida que ardía como los mil infiernos. Un poco de alivio al sentir la tira sobre su herida, y como lo ponía, era… gentil.

-¿Eh?- preguntó por un momento, confundido por lo que se refería con aquello, y no fue hasta unos segundos después de que captó a lo que hablaba -Es mío- le dijo, completamente seguro, honesto, un poco directo, posiblemente cortante en sus palabras, más no dio alguna excusa o algo por el estilo, no sentía que tenía que hacerlo, que debía de hablar para ocultar sus acciones. Tragó un poco de saliva, notando su sonrisa, era bonita, eso no se podía negar, y el rubio solamente desvió la mirada a un lado, tratando de no verla, tratando de no ponerse nervioso ante ella.

Memorias, memorias… un rostro el cual no había notado, no tenía registro alguno en su memoria, pero de alguna manera le parecía familiar, ¿trucos en su mente? ¿Engaños? Su mente estaba de un lado, del otro, buscando entre sus recuerdos. No llegaba a nada, no podía apuntarlo con el dedo, y eso le parecía fastidiar, era expresivo, no se podía negar que sus emociones estaban tan transparentes como el agua misma. Regreso solamente su mirada…

Y observó sus orbes, fijamente…

Aquella pregunta le dejó pensando un momento, ahora con más intensidad. Se acercó al rostro ajeno de repente y con velocidad, sin miedo a invadir su espacio personal, miraba sus mejillas, sus orejas, estaba a unos cuantos centímetros y sus ojos pasaban por cada facción que ella tenía, después cerró sus ojos, alejándose un poco de ella para poder pensar con tranquilidad mientras que su mano se mantenía con la ajena, ¿Ya había acabado de ponerle el curita? No estaba apurado como para retirar su mano de la ajena.

-No podría decir que no- dijo finalmente, calmado, con esa seriedad particular que se carga el adolescente -No se si te conozco de algún lugar, posiblemente por los pasillos en hora de almuerzo, la cafetería... yo que sé- menciono mientras que se esforzaba en recordarla, pero era algo que simplemente no podía en el momento. ¿Algo más allá en el pasado? Era bastante esfuerzo indagar en este momento por su cabeza, por lo que ese esfuerzo iba a hacerlo cuando llegara a casa.

-Me llamo Zack, ¿y tú?- preguntó, sabiendo que primero era su nombre antes de preguntar, claro, después de varios golpes en la cabeza por parte de su madre algo se debió de quedar en su cabeza dura. Abrió sus ojos, ahora sosteniendo la mirada con la ajena, observando sus expresiones, sus cabellos castaños que daba contra la luz del sol durmiente.

Y el silencio por un segundo dominó…

Asintió suavemente con la cabeza luego de que él le había agradecido, realmente no era nada, pero le parecía bonita su buena educación, a pesar de que realmente su voz y expresiones parecían ser en mayoría aterradoras. De alguna manera, poco a poco le molestaba menos, pues no parecía ser realmente alguien malo.

Aún más con todas esas caras que ponía respecto a su dedo herido, le parecía algo adorable de ver, aunque era bastante mínimo. Puso el curita con cuidado, conociendo el dolor de cortarse con papel, sabiendo lo que aliviaba aquel pequeño trozo de tela sobre la herida.

Con la siguiente respuesta le dejó claro a la castaña que no era una pésima persona ni un ladrón, sonaba bastante honesto, simple, y no parecía mentir, y la verdad es que hubiese sido demasiado descarado de otra forma, además siempre podría preguntarle a su compañero si era así, por lo que decidió confiar en él.

-Vaya, lo siento entonces -murmuró mientras ladeaba la cabeza y le dedicaba una tímida y gran sonrisa.

Se había distraído mirándolo un poco, mientras él parecía haber desviado la mirada. No podía dejar de parecerle conocido, su rostro, sus gestos, de seguro estaba loca por pensar aquello, por lo que rápidamente sacudió la cabeza y terminó de poner el curita, algo avergonzada de haberse quedado mirándolo tan fijamente, era demasiado descaro por su parte.

Pronto la mirada del rubio se posó sobre ella, quien le quedó mirando nerviosamente, cuando luego de golpe se acercó de golpe a su rostro, un gritito ahogado salió de sus labios y sus dos manos se juntaron frente a su pecho, intentando aguantar el nerviosismo cuando se dio cuenta de que solamente la estaba observando de una manera.... Muy intensa.

-Uhm... -río suavmente mientras veía como finalmente se alejaba -. ¿No?

Entonces no era solo ella quien pensaba así, pero efectivamente él tampoco tenía idea de dónde le sonaba conocida, por lo que no había demasiado que hacer al respecto. De alguna forma, aquello la hizo sentir bastante más cómoda con la situación, al final, si se conocían de algún lado, los dos se había olvidado el uno del otro, por lo que hacía la situación algo menos terrible para ella.

-Zack... Es un bonito nombre -murmuró, con una sonrisa constante en su rostro -. Me llamo Melania, un gusto.

Poco a poco todos los pensamientos que la habían estado molestando y ahogando aquella tarde desaparecían, sólo siendo capaz de enfocarse en el chico que ahora le acompañaba, como si todo alrededor de ella se hubiese calmado, se sentía flotando en agua de alguna forma, las luces le hacían pensar en los reflejos de las burbujas, casi sentía el sonido de la lluvia fuera aunque bien sabía que no había nada de eso, eran las cosas que le hacían sentir en paz.

Se sentó en la mesa frente a él, mirándolo un poco más, el rubor en sus mejillas bajaba poco a poco mientras lo analizaba.

-¿De que curso eres?

"Por favor no te vayas" chilló una voz dentro de Melania, lo que hizo que su sonrisa desapareciera fugazmente mientras miraba al piso, intentando entender de dónde salió aquel pensamiento. Las burbujas explotaron y las luces se apagaron, el agua nuevamente comenzó a hundirla.

Odiaba cuando pasaba eso, cuando su mente corría por si sola. No lo entendía, no lo soportaba, pero sabía que tenía que arreglarse rápidamente. ¿Por qué? Se había calmado tan rápido y así mismo se había devuelto.

¿Por qué se disculpaba? El rubio no tenía manera de decirlo, no le gustaba para nada que se disculparan, por lo que dedico solamente una mirada de molestia, solamente por un momento antes de dejar a un lado esa idea, un pequeño suspiro que salió entre sus labios. Ya no importaba eso, no por el momento, y si lo decía de nuevo ya iba a abrir su gran boca para expresar la molestia que sentía.

Una risa, suave, pequeña, femenina provocó que sus ojos se desviaron un poco hacia un lado, ¿Incomodidad? no, claro que no, era otra cosa, un sentimiento del cual no estaba acostumbrado, por lo que mejor lo dejaba ir en el momento con un suspiro. Por lo menos el ambiente era un poco más ligero, podía relajarse, y alguna molestia que andaba jalando se estaba disipando.

¿Acaso sus mejillas estaban ardiendo? Con una de sus manos comenzó a rascarse la cabeza -creo- susurró, y después un gruñido surgió de su garganta para poder recobrar la postura, que en ese momento lo estaba perdiendo con diferentes sensaciones -Un gusto-

Respiración profunda, control, ¿Para que se estaba preparando? ¿Para combatir? Parecía ser, pero no contra algo físico, sino era más abstracto, más interno. Pero le había funcionado, se había logrado calmar y la calidez de sus mejillas ahí estaban, aún la sensación. Por fin pudo observar el rostro de la chica, una tierna sonrisa pintada, ¿falsa? no lo parecía, ¿sincera? Nah no le importaba… mucho, posiblemente. No importaba.

-Onceavo grado- contestó a su pregunta mientras se sentaba en el escritorio de su amigo y puso uno de sus pies encima del escritorio para estar más cómodo, abrazándolo con un brazo para que se quede en posición. -Tu eres un grado menor que yo, ¿no?- dijo mientras que sus ojos se paseaban alrededor, aún sin quitarse de la mente la imagen de su acompañante sonriendo, ¿Qué estaba pasando? no sabía y lo estaba desesperando. Otro gruñido más dirigido para sí mismo.

Pero así mismo, cuando por fin sus ojos regresaron al rostro ajeno, notó que aquella expresión se había esfumado. Levantó una ceja, sin saber bien lo que le estaba pasando, y eso por lo menos desvió el enojo que se estaba acumulando por las emociones desconocidas que estaba experimentando.

-Hey Melania, ¿Todo bien?-

Una pregunta que parecía una llamada de atención y una pregunta de… ¿preocupación? Claro, pero de una manera que se podía considerar un poco hostil, pero era a su manera, como si fuera un ingrediente que era característico de él.

Bajó su pierna, inclinándose un poco hacia adelante, pensando un poco ¿Estaría enferma? No parecía, ¿Entonces? Era extraño cómo se preocupaba este chico de una manera la cual parecía ser espontáneo, pero no podía quitarse de encima la sensación de haberla conocido antes, de que la había visto en algún lugar pero no podía, no tenía la cabeza para andar excavando entre sus memorias hasta dar con el blanco.

Algo lo empujaba a comportarse de esa manera.

No le gustaba, pero tampoco era que podía ignorarlo, al final aquel sentimiento siempre estaba en lo correcto.

Era un año menor que él, claro, ¿Sino porque estaría en este salón? Respiró profundamente, no le gustaba para nada aquellos que no alzaban la mirada para platicar, era… ¿Como decía su madre? Una falta de respeto que, de manera hipócrita, a veces lo hacía, ¿Era algo que le preocupaba? Por supuesto que no, era una actitud en donde sentía que era la excepción a la regla, o por lo menos lo pensaba de manera inconsciente.

Dejó salir un suspiro al momento de que escuchó sus palabras, como le fue un poco difícil poder hablar. Aquel chico gruño por lo bajo, no le gustaba para nada, sentía una mala espina. Esa manera de girarse, de cómo lo miraba, ¿Acaso era intimidante? Esa es una pregunta que se respondía por sí sola, ¿Había algo más? Esa era la cuestión en ese momento. Se cruzó los brazos.

Ladeó su cabeza con suavidad, entrecerró sus ojos con lentitud.

-Mmmmmmmmmmmm-

Esa mirada de nuevo, apretó sus dientes con fuerza, dejando que la molestia que se le reunía fuera disparada por un suspiro, ¿Que era esto? ¿Una clase de juegos? No podía conectar los cables, pero poco le importaba al chico quien primero golpea y después hace preguntas, y esta situación no sería algo diferente, si siempre le ha servido, ¿Entonces porque cambiarlo?

Agarró la mano de la chica con una de sus manos lo más… ¿Delicado? Por lo menos en lo que él consideraba así, con la otra agarró su mochila poniéndola en su hombro y comenzó a avanzar por el salón hasta salir del pasillo, miró de los dos lados para que no hubiera moros en la costa y comenzó a andar, sabía que si alguien lo veía jalando a una chica los rumores se harían peores, y más en preocuparse de su reputación se preocupó un poco por ella.

-Vamos a la enfermería, te duele la cabeza, ¿No? habrá alguna pastilla o algo por el estilo-

Dijo sin mucho tacto, realmente era una cabeza hueca cuando se trataba de comportarse con alguien, y ahora que tenía este pensamiento ahora se casó y no había nada que lo fuera a cambiar de idea.

-No debes de pegarte a la ventana cuando el sol está así- Le aconsejó, pensando en que esa fuera la razón, pero en su interior sabía que era algo mucho más que ello, como si fuera su sexto sentido hablándole pero, ¿Que podía preguntar? No sabía que formular para que saliera de su boca, ni tampoco cómo tratar esas cosas, no era una persona que no abrazaba a las personas cuando lloraban, o quien daba consejos de vida como otros más, él hacía todo a su manera.

Posiblemente está empeorando la situación, pero por lo menos está haciendo algo.

-Y no tienes que sonreír cuando no quieras hacerlo, se ve mal-

Como si fuera un regaño, no le gustaba tampoco las máscaras, y por bastante tiempo se había encontrado en medio de peleas por ello, tan sólo decir lo que se le viniera en la cabeza y escupirlo sin ningún escrúpulo como si fuera una clase de veneno. Claramente un tipo sin tacto alguno.

¿Acaso estaba haciendo lo correcto? Dentro de su cabeza claro que sí, que en su mente solamente estaba en una dirección, y solamente eran unas cuantas ocasiones las cuales podía fijarse en otra cosa que no fuera su manera de ayudar.

Esta era una de esas ocasiones.

Que cuando sintió el agarre en sus prendas se detuvo.

-Hey…- no pudo decir nada, más que escuchar cómo se disculpaba una y otra vez la chica en su espalda quien lloraba, que aquella voz se resquebrajaba como el hielo que cubría el río. Se rascó suavemente su mejilla, esto no estaba para nada bien, no quería obligarla a avanzar, y sentía que temblaba, como si tuviera miedo, ¿O habría algo más profundo? Zack no tenía la cabeza para pensar en algo más allá que no estuviera enfrente suyo.

Se giró sobre sus tobillos y la abrazó con un brazo, ¿Abrazar? Posiblemente era mejor describir la escena como una persona jalando a otra con poca delicadeza, pero era simplemente que no podía controlar bien la fuerza que tenía, y que en su mente era lo más delicado que podía actuar en el momento.

-Uh- se quedó por un momento, ahí, un poco incómodo, pero tampoco iba a dejar a la chica sola. Un pequeño gruñido salió de sus labios para que después, de una manera vergonzosa posara su otra mano en la coronilla de la chica, dando ligeras palmadas, ¿Ahora qué hacer? Estaba entre la espada y la pared, pensando en su próxima acción.

-Suelta todo, es malo que te lo guardes- dijo, mirando a un lado, un poco sonrojado por aquella escena que parecía más de una película romántica de adolescentes, pero, ¿Acaso así no era la escuela? Un lugar de estudios y diferentes relaciones. Posiblemente sea fantasioso, pero al fin y en cuentas era algo que se daba. El chico ahí estaba, parado en el marco de la puerta, pensando en las palabras que su madre le había dicho de pequeño, nada guardado en el corazón, que es malo para la mente y la salud.

-Es… Bueno liberarte- dijo, mordiendo un poco su labio inferior, dejando de darle esas continuas y suaves palmadas a la cabeza de la chica y sólo se rascó con suavidad su nuca, rascando el cuero cabelludo, pensando.

Finalmente un pequeño suspiro salió de sus labios.

-Y no tienes que pedir perdón, solamente muestra cómo te sientes… digo, puedo darte una mano con eso- ¿Ofreciendo su ayuda? Claro que estas palabras serán analizadas después y van a ser un método de tortura para que el chico muera de vergüenza. Por el momento, lo decía sin pensar mucho en la situación, y tan sólo miró la ventana antes de verla a ella. Pequeña, frágil, sentía que algo se rompió y que por primera vez no fueron a causa de sus puños, sino de sus palabras.

¿Por cuánto tiempo? El tiempo que ella necesitara en desahogar todo aquello que le agobiaba, y ahí el chico estuvo con ella, en un abrazo, o por lo menos en algo bastante similar en ello, y de todas las cosas que el chico podía haberse imaginado hacer después de su entrenamiento, nunca se le había pasado por la cabeza abrazar a una chica que llora por… ¿Por qué llora? Esa duda entró tan rápido como se fue de su cabeza, no le importaba realmente, cualquier persona lidia con sus problemas de una manera u otra, y él solamente ofrecía una mano para que fuera más sencillo superar sus problemas. Lo que importaba más era el presente, y cómo lidiar con ello.

Y con unas solas palabras…

El protagonista rubio de esta historia hizo llorar a la co-protagonista de cabellos castaños. Aquellos sollozos que se escuchaban por el pasillo, por el salón de clases, aquellos que estaban llenos de emoción. Que no le era incómodo, por lo menos no ahora que ella estaba liberando todo lo que tenía guardado.

Así era mejor, para él, ese rostro que desbordaba tristeza, que dejaba fluir entre lágrimas y mocos era mucho mejor que aquella farsa, una sonrisa, una mirada triste, eso era lo que veía, tan sólo una mentira que ella creaba para los demás. Si así era como se sentía, entonces debía de expresarlo.

Su mano acarició sus cabellos castaños, lento, pero nada suave, estaba intentando lo mejor que podía, pero como siempre, era un bruto en las cosas delicadas, ni siquiera podía dar un abrazo bien, y ahora peinar cabellos y dar la protección que ella necesitaba para lidiar con todo… lo que ella tenía que lidiar claro está.

Los minutos pasaron hasta que finalmente aquel ritmo que había tomado la tristeza ajena se había calmado, y enfrente de él estaba ella, una chica que había perdido su voz, sus fuerzas, y tan sólo pronunciaba unas palabras.

El chico dejó salir un suspiro y agarró sus hombros para poder separarla un poco -No tienes que agradecer- dijo y presionó suavemente su frente con su dedo índice -Ni tampoco mantener falsas apariencias, así te ves mejor- y con eso dicho sacó su pañuelo de su bolsillo y comenzó a limpiar sus lágrimas y un poco del líquido que había brotado de su nariz.

-No tienes porque hablarlo ahora, cuando estés lista te escucharé- tiró el pañuelo al bote de basura, una perfecta lanzada. Respiró profundamente, dejando salir un pequeño suspiro antes de mirar el pasillo y después a ella. Su rostro, su expresión neutral era una de un maldito, de quien podría dañarte solamente para sacar una libra.

Pero actuaba completamente diferente.

Como si desbordara bondad y lo hacía a su manera, no con sonrisas indeseadas ni palabras de blancas mentiras. Sólo con duras palabras y fuertes golpes. Así era él y no le importaba que era lo que pensaran de él.

-Ven, vamos por un helado- dijo finalmente, después de un minuto, dos en donde se formaba un silencio incómodo, decidió romperlo con una propuesta. El helado siempre era una manera de calmar emociones, su maestro le ha enseñado bien, o por lo menos eso era una de sus enseñanzas, ¿Era lo mejor? No lo sabía, posiblemente sí, posiblemente no, y si fuera por su pensamiento y no por las enseñanzas… no podía pensar en otra cosa, por lo menos no ahora.

-Yo invito- las últimas palabras pronunciadas antes de caminar hacía el pasillo y esperarla, ¿Era él? ¿o el atardecer se estaba haciendo más largo? ¿O él tiempo era lento? No importaba realmente, que el tiempo fuera como se le diera la gana, si quiera avanzar adelante, sino que tomará un descanso en el camino.