-Ah, mierda, me encontraron.- Fue lo primero que pasó por su cabeza cuando sintió un balazo atravesar su pecho. -Bueno, fue una buena vida.- Se dejó hundir en un estado que no era nuevo, como si estuviese bajo el agua, pero en vez de morir, como debería haber hecho con una herida como esa, una voz femenina le cantó reglas. No le costó demasiado elegir su raza, aunque lo hizo con un poco de escepticismo.

Se le quitó rapidito cuando despertó en el parque donde había estado sentado cuando el gas azul había aparecido. Patas enormes y peludas. Realmente era un león. La primera explicación fue que de alguna manera le habían metido en algún tipo de realidad aumentada. También se le quitó rapidito cuando algo le atacó por la espalda mientras observaba sus enormes patas, esa vez sí que sintió completamente cómo moría.

Despertó en otra parte, otra vez zafado de una muerte segura. ¿Qué era este lugar? Ni idea, pero claramente la muerte no era permanente, y… Se podía aparecer en otros lugares. -Fast travel, me gusta.- Ya no era un león, si no que… Alguna mezcla extraña. Escuchaba todo a su alrededor, mucho más específico que antes, olía cosas que no reconocía. Escuchaba… Sonidos de pelea. Violencia.

Realmente había sido atacado. -Respira tranquilo.- Se recordó, pero algo que había tirado por la ventana hace años se hacía un espacio en su consciencia. ¿Hace cuánto que no se sentía en peligro? Suficiente tiempo que creyó que esa parte de él había muerto para siempre. Pero ahí estaba. Se escuchó gruñir en algo más parecido a un animal que persona, pero decidió atribuirlo al hecho de que era mitad león y tenía una cola y orejas peludas.

-Aquí vamos de nuevo.- Suspiró pesadamente. Junto con sus sentidos nuevos, tenía el instinto de que podía hacer cosas. Cambiar de forma, se transformó en ese león enorme al tiempo que un… ¿Vampiro? Intentaba atacarle por la espalda. -Nunca más.- Era una acción bastante gatillante para Nick, un ataque por la espalda, terminó de sacarle de quicio. Esquivada, mordida y se había deshecho de su oponente. No quería pelear, pero no había una posibilidad en el mundo de que volvieran a tomarle desprevenido.

Quizás una o dos horas de defenderse con violencia, se encontró fuera del colegio. Pensó que quizás encontrar un lugar para esconderse ahí dentro era buena idea, pero todo el resto había pensado lo mismo. Aunque estuviese afuera, no necesitaba un rincón para cuidar su espalda, no cuando escuchaba todo mucho mejor que antes. Se hizo camino sin realmente saber dónde iba, alejándose de focos problemáticos.

A lo lejos, en los juegos de los niños pequeños, alguien que claramente no había entendido el peligro del lugar. Resaltaba como ella sola, una pequeña niña, por lo que creía ver. Recuerdos que había dejado tirados por la ventana junto con esa personalidad asquerosa le pusieron en movimiento instantáneamente hacia ella.

No fue el único que la vio, quizás estaba a cien metros de ella, pero un demonio que no se encontraba a más de diez metros de él había empezado a moverse hacia ella. -Qué elección cansada.- Remarcó con amargura en su cabeza, cruzando hacia la figura sin problemas, le saltó encima, tumbándolo al piso, enterrando sus garras en los hombros desformados. Rugió con todas sus fuerzas, estaba suficientemente cerca de la niña como para que pudiese ver qué sucedía y no tenía ganas de traumatizarla si podía evitarlo. Aunque su rugido podía ser escuchado por probablemente todo el terreno, era sólo un ruido más en la cacofonía de sonidos monstruosos y de pelea. Fue suficiente para desorientar al demonio por completo, por lo menos.

Volvió a su forma intermedia para no perder sus sentidos y lo pateó en el piso con una sonrisa un tanto cruel, dándole la espalda a la niña. “Ve a probar tus poderes nuevos con alguien que no te vaya a reventar en el piso, infeliz. Aquí no hay honor, pero te voy a ofrecer una oportunidad de salir de aquí sin inventarte un agujero nuevo.” Dejó un escupitajo asqueroso en la cara del demonio y volvió a patearlo con las manos en sus bolsillos. “Anda, culero, estoy esperando que te retires y se me acaba la paciencia.” Su tono era absolutamente neutral y calmado, un hecho, como si le estuviera mandando a comprar pan, quizás más terrorífico que si fuera una amenaza explícita.

El demonio se levantó como pudo y se alejó rápido. Nick había visto más cojones en niños de doce años. Volvió a escupir en el suelo, de asco ante el ser que había pretendido atacar a alguien que claramente no tenía idea de nada. Suspiró pesadamente, su actitud de mierda chocaba con el instinto de proteger a la niña, sentido común junto con sentido de autoconservación era una mezcla extraña, pero le bastó un par de segundos de cerrar los ojos y respirar para tomar las riendas de su cabeza.

No podía caer directamente de vuelta en malos hábitos, suficiente había tenido ya, y le había costado un buen tiempo llegar a ser sí mismo, no pretendía retroceder en el tiempo. Aunque sentía que estaba de vuelta, esta vez era distinto. No estaba desprotegido, aunque sí en peligro, podía pelear de vuelta de mejor manera, ya no estaba en desventaja, era un campo de juego nivelado. Y él tenía la delantera, este lugar no era nada comparado con las calles de los barrios bajos de Londres. -Todo tranquilo, gobiérnate.- Se ordenó de manera severa, obligando a todos sus pensamientos a alinearse.

El hombre mitad león se giró con una pequeña sonrisa amena y cruzó los ochenta metros restantes en un trote ligero, con las manos en sus bolsillos. No veía a nadie más alrededor por ahora, pero tenía las orejas paradas por cualquier cosa. Mientras más se acercaba, más obvio era que era sólo una pequeña niña. Se le encogió el corazón, estaba sola. -Sola.- No podía ser, y no lo dejaría así, no cuando podía evitarlo.

Sacó una mano de su bolsillo para dar un par de golpecitos en su cabeza, como si así pudiese remover los recuerdos que intentaban figurar en su mente en ese momento. -Hay cosas más importantes.- Se recordó, terminando de cruzar la distancia entre él y la niña de un par de zancadas. Nick se sentó al lado de ella con un pequeño suspiro y cruzó sus piernas. Recordó que tenía una cola y la acercó a la cara de la chica con una sonrisa que dejaba ver pequeños colmillos.

“Hola, darling. ¿Estás perdida?” Preguntó suavecito y con esa misma sonrisa alentadora, no sabía bien cómo acercarse a ella de una manera que no le hiciera recordar a alguna figura parental diciéndole que no hablara con extraños. Esperó que la distracción de su cola fuera suficiente para romper un poco el hielo.

A la pequeña le sucedía algo extraño. ¿Era así cómo se veían al cambiar de forma? No, llevaba un par de horas observando y todo se veía más fluído que la pequeña dentro de la cola blanca que parecía… Parpadeó varias veces. Aunque había descartado la idea de estar en algún tipo de realidad virtual después de sentir dolor que era extremadamente real, tuvo que repasarlo nuevamente al ver a la niña glitchear de esa manera.

Por lo menos su cola había ayudado un poco, una risita suave absolutamente adorable, Nick exhaló con un poco de alivio, estaba un poco preocupado de que tuviese tanto miedo que intentara atacarle o salir corriendo. Sí estaba perdida, notó los pequeños ojos llorosos y luego ya le fue difícil verla entre tanta cola.

-Perdida, no sola.- Eran cosas absolutamente distintas. Nick conocía la segunda, pero no la primera. Había una familia ahí dentro, entonces, que la estaba buscando. “No te preocupes, darling, vamos a encontrar a tu familia. ¿Sí?” Murmuró bajito, inclinándose hacia adelante un poco para acercarse a la pequeña. Sollozos ligeros, sabía lo chocante que podía ser sentirse así de desprotegido de pequeño mejor que nadie.

Extendió una mano hacia la niña, pero dudó un momento al verla vibrar nuevamente, si su mano estaba ahí y volvía a glitchear quizás qué cosa sucedería. Esperó un par de segundos que pasaron demasiado lento hasta que la pequeña volvió a su forma humana. -Ah, mierda.- Desvió la mirada instantáneamente. ¿Por qué había perdido su ropa cuando él no lo había hecho? Extraño, pero ya habría tiempo para preocuparse de eso.

No demoró más de un segundo en quitarse la chaqueta y su camisa. “Hey” Susurró bajito, un ojo cerrado mientras el otro casi ni se abría para extender la camisa hacia la pequeña y la rodeó como pudo. “Tienes suerte, soy un experto en este tipo de cosas.” Arrulló en un tono bajito y amigable. No mentía mucho, estaba absolutamente seguro de su capacidad de cuidarse a él mismo y a la pequeña sin mucho problema. Sólo pretendía asegurarle a la niña con su tono y actitud que todo estaba bien, que encontrarían una solución y que no tenía que tener miedo.

Una vez la chica estuvo cubierta, se acercó para rodearla con sus brazos y se sentó de piernas cruzadas, levantándola un poco sin problemas para acunar contra su pecho. “Shh, tranquila, ya no estás sola ¿Sí?” Murmuró, dando palmaditas en la espalda de la pequeña mientras se mecía ligeramente de un lado a otro. “Me llamo Nick, y voy a cuidarte si me dejas. ¿Te parece?” La apretó un poco más contra él, intentando que se sintiera contenida. Su tono era bajito y calmado, cariñoso, todo lo necesatio para tranquilizarla.

No iba a decirle que no llorara, eso no iba a hacerle sentir mejor, sólo podía acompañarla hasta que soltara todo y se calmara un poco. Esperaba que fuese suficiente, una pequeña niña en una situación como esa. -Puta sádica. ¿Qué mierda quieres?- Pensó en su cabeza, dirigiéndose a la voz que al parecer estaba a cargo de todo. Estaba convencido de que era un ser extremadamente poderoso, y al no eximir a niños de ese juego sádico, también era muy peligrosa.

Nick sentía un instinto extraño, como había sido su rugido, como había sabido cambiar de forma. Había algo que podía hacer, una cosa más, quizás, pero no entendía bien todavía. Restregó su cabeza contra la de la pequeña suavemente como lo haría un felino sin poder detenerse, un… -¿Ronroneo?- Sí, efectivamente, desde su pecho y garganta estaba ronroneando ligeramente en un intento de calmar a la pequeña. Soltó una pequeña risita ante eso, menuda situación ridícula a la que se había ido a meter.

Quizás se había acercado demasiado rápido. -Que bruto, eres más listo que esto.- Se perdió las pequeñas señales de que estaba incómoda, demasiado ensimismado en su intento de calmarla. -Respira, así no le sirves a nadie.- Suspiró pesadamente y aflojó el abrazo que tenía sobre la pequeña, con el ronroneo incluido era un sonido bastante gracioso.

Por lo menos no la había espantado demasiado, la escuchó reír, prefería eso al llanto, aunque sabía que ambas cosas eran normales y necesarias. ¿Qué le podía hacer? -Demándenme, odio escuchar a un niño llorar.- En especial en un sitio como ese, se golpeó la frente un par de veces para remover recuerdos que sólo estorbaban. Que ya no servían para nada, había estrujado todo lo útil de ellos. -Oh sí, el pasado puede doler.- Gruñó en su cabeza en la voz del mandril de aquella película, un par de golpecitos más, notando que apuntaba a alguna parte.

Sus orejas se movieron un poco hacia el lugar entrecerró los ojos, no había nadie. ¿Por qué apuntaba hacia allá? “¿Qué hay-” Creyó ver algo, un borrón en la lejanía. Su expresión cambió por completo, sólo por un segundo, algo extremadamente amargo y dolido. Pero sacudió la cabeza con fuerza y ya había desaparecido. No había tenido un segundo para procesar, para volver a ordenar todo donde debía estar, hacía demasiados años que esa faceta de él salía a la luz y junto con ella un chorro de cosas que había dejado olvidadas.

Pero no era el momento ya. Había dejado de ronronear a pesar de sus esfuerzos para estar en ese momento y no otra parte. Volvió a bajar la mirada hacia la chica, que ahora hacía señas… -SEÑAS- Se dio en la frente con el canto de su mano. “Lo siento, no sé lenguaje de señas.” Murmuró con una pequeña sonrisa de disculpas, restregando su nuca. Apuntó a sus labios “¿Puedes escuchar o leer mis labios, por lo menos?” Se preocupó de enunciar un poco mejor, alzando su cabeza hacia el lugar que la chica había apuntado. Había un montoncito de algo, no estaba demasiado lejos.

“Esperame un segundito, darling.” Dejó un último cabeceo contra la pequeña y miró a su alrededor, alerta, ahora que se iba a mover. Todos los ruidos todavía estaban alejados de ellos. De un brinco se incorporó, cuidando de no darle la espalda por completo a la niña, recogió… “¡Ropa!” Exclamó como un imbécil, ahora entendía todo, en menos de cinco segundos ya estaba de vuelta, corriendo de ida y vuelta. Ahora, alejado de la pequeña y con su torso al descubierto dejaba ver las numerosas cicatrices que recorrían su pecho y brazos, haciendo juego con la que recorría su ojos izquierdo. Su espalda no quedaba fuera, en especial aquella en forma de estrella en la parte derecha, un poco más abajo de sus costillas.

Seguro la prenda era de ella, un vestido pequeñito. “Bueno, por lo menos no vas a tener que usar mi camisa fea.” Ladeó la cabeza y le sonrió, sentándose a su lado. Sentía un tirón extraño, un tipo de instinto que no entendía todavía. No tenía que ver con su pasado, con los recuerdos que se rehusaban a dejarlo en paz por el momento. ¿Qué era?

Dio vuelta la cabeza para darle un espacio para que se vistiera con su propia ropa. “Lo siento, me demoré un poco en entender qué querías. Soy un poco bruto, tienes que darme en la cabeza a veces, sin miedo.” Soltó otra pequeña risita. Sin darse cuenta había movido su cola frente a él, la tomó entre sus manos con curiosidad. “Prueba, cuando estés lista jala de esto, yo no miro.” Movió la cola hacia donde estaba la chica sin darse vuelta.

Suspiró con un poco de alivio cuando la chica asintió a su pregunta. Por lo menos podía escucharlo, eso era algo, pequeño, pero bastante importante. Además significaba que podía escuchar peligro, peleas, amenazas, etc. No estaba absoluta y completamente desprotegida, menos ahora que él estaba ahí.

Ladeó la cabeza cuando la niña se acercó por sí sola hacia él. En realidad, si alguien no se lo recordaba, olvidaba por completo la historia que su piel contaba como si de un papiro antiguo se tratase. Siguió con la mirada cuando Darling recorrió cada cicatriz, su estado mental en ese momento le obligó a recordar pequeñas escenas de cada una, por segundos, mezclas de sensaciones y emociones que iban y venían sin permiso.

Nick se preocupó de no dejar nada al descubierto, que los recuerdos dolieran por dentro y no por fuera, eso ya nunca más. Le dedicó una sonrisa cálida y acercó su cara hacia los deditos para que tocara esa última que casi le había costado un ojo. Notó la expresión de pena y negó suavemente con la cabeza. “Nah, no te preocupes, fue hace muchísimo tiempo.” Explicó bajito, posando una mano en la cabeza de la niña de manera afectuosa antes de darse vuelta.

Sintió la camisa sobre su hombro y se la puso mientras esperaba junto con la chaquetita amarilla, examinándola por primera vez. Era tela, no parecía nada mágico, sólo tela de chaqueta, sólo tela de pantalones. -¿Cómo cambia, entonces?- Seguro algo extraño les habían hecho, al parecer a toda la gente que se encontraba cerca en algún radio indeterminado. En algún momento tendría que explorar un poco. ¿Había ocurrido en todo el mundo? Dudoso, pero era una pregunta que quería responder a como de lugar.

La pequeña jaló de su cola como había dicho, una sensación extraña, descubrió instantáneamente que era un punto muy sensible. Con cada segundo aprendía algo nuevo, era entretenido, muy entretenido. Se giró y observó a la pequeña con esa misma sonrisa. “Muchísimo mejor con tu propia ropa que con esta camisa enorme ¿No?” Ladeó su cabeza y se incorporó cuando la chica tomó su mano.

Se quedó completamente quieto al notar que una de las peleas parecía acercarse más a ellos. No había bajado la guardia, sus orejas no dejaron de moverse en ningún momento. “Epa, se ven enojados, mejor nos movemos un poco.” Murmuró, sólo un poco de tensión en su tono y nada más se notaba, pero de un momento a otro su cola se erizó y la adrenalina recorría absolutamente todo su cuerpo.

Con una mirada ya había entendido la situación, parecían concentrados el uno en el otro y tenían un poco de tiempo antes de que miraran a su alrededor. -Par de imbéciles.- No hubiesen durado un segundo más vivos si cualquier otra persona decidía atacarlos mientras no prestaban atención. No se dio cuenta y un gruñido bajito se formó en su pecho en reacción a lo que pensaba.

La chica sí se asustó mientras él pensaba, pero Nick no perdió la calma, como era usual en él. “No tengas miedo, Darling, mira, ni siquiera saben que existimos.” Le susurró mientras se inclinaba hacia ella y apretaba su mano ligeramente. Empezó a caminar, alejándose del edificio principal de a poco, a paso ligero. No tenía intenciones de moverse rápido y alertar a alguien. “Si te cansas o quieres que te cargue por cualquier cosa, aprieta mi mano dos veces ¿Te parece?” Preguntó con la misma sonrisa mientras caminaba.  

Por lo menos la chica podía entenderle sin problemas. Pequeños milagros, aparentemente, era lo único que podía pedir en un momento como ese. ¿De verdad le estaba tiritando el ojo? No, seguro era su imaginación. Sus orejas no tenían un segundo de descanso, escuchaba todo, sabía lo que sucedía en todas partes, era un poco demasiado, a decir verdad. De un momento a otro todos sus sentidos eran demasiado agudos, y no estaba acostumbrado.

No le quedaba de otra más que aguantarse, volver a su forma humana en ese momento sólo les dejaría como un par de blancos fáciles. El pelo de su cuello y cola estaban completamente erizados en respuesta a la pelea que sucedía detrás de ellos. Sentía muchísima más rabia de lo que debería, también se aguantó esa, no le pertenecía, era de un Nicholas que ya no tenía permiso de seguir existiendo.

Se alejaban de a poco de la pelea que había llegado hacia ellos, pero en realidad escuchaba aquellos ruidos en todas partes. Todos estaban peleando, asustados, desenfrenados, lo tenía clarísimo, lo había visto, y ahora no necesitaba ni verlo para que sus oídos le contaran la historia completa. ¿Dónde ir con una niña pequeña? Tenía que alejarla lo más posible de lo que escuchaba, que ella probablemente no lo hacía, y no quería que lo hiciera, o que viera cualquier cosa que seguro terminaría por darle pesadillas infinitas.

Nick no podía pensar en algo peor para un niño, un mundo donde todas las pesadillas existen. Por lo menos ella también tenía una forma con la que defenderse, o correr, no era sólo una humana. ¿Cierto? Le había visto glitchear de manera extraña, no estaba seguro de si habían problemas o no, pero no era el momento de investigar.

La pequeña indicó a una puerta y luego hizo un gesto, leyó los labios y repitió en voz alta. “Familia. ¿Familia?” Murmuró, mirando la puerta. No le parecía sensato entrar a ninguna parte en ese momento, prefería estar al aire libre, donde no podían emboscarle con facilidad. “¿Sabes si fueron por aquí?” Preguntó, acuclillándose para estar al mismo nivel que ella.

“No me gusta mucho la idea de entrar por el momento, puedo escuchar y protegernos mejor si estamos afuera. Vi un parque lleno de árboles, creo que podemos escondernos ahí hasta que se calmen todos los energúmenos.” Explicó con calma y sinceridad, no tenía sentido esconderle las cosas cuando ella también tenía ojos y sentía el peligro. “Pero si tu familia está ahí dentro, vamos. Tú dime, la puerta” Apuntó, para que la chica pudiese hacerse entender sin problemas “O el parque.” Terminó, apuntando hacia donde había visto el parque mientras deambulaba antes de que la bomba explotara.

Casi había deseado que la pequeña respondiera con un afirmativo, que sabía que su familia estaba ahí dentro. Lamentablemente, al parecer de verdad los había perdido. ¿Cómo iban a encontrarlos ahí dentro? Sería extremadamente complejo, en realidad no le agradaba demasiado la idea de alejarse del último lugar donde la pequeña había estado, por si sus padres volvían, pero bajo las circunstancias, lo único que podía hacer por ella en ese momento era esconderla en un lugar seguro hasta que las cosas se calmaran un poco.

El parque estaba bastante lejos de donde había encontrado a la chica, pero Nick creía que era el lugar más seguro. Probablemente demorarían en encontrar a la familia de la pequeña, y eso no le gustaba demasiado. Se mantuvo lejos de cualquier peligro, era fácil hacerlo cuando escuchaba las peleas y sabía dónde estaban antes de siquiera verlas. Al llegar bajo los árboles, Nick pasó las manos por su cabello largo, intentando ordenarlo un poco junto con sus ideas. Se apoyó contra un tronco y cruzó sus brazos, escaneando los alrededores con sus oídos.

Observó a la pequeña, que parecía estar concentrada en algo. ¿Qué hacía? Ladeó la cabeza, notando que su cabello crecía. Entonces podía transformarse otra vez, eso era bueno. Aunque claramente no lo hacía con la misma facilidad que él, esa era una buena pregunta. ¿Era él el extraño, o ella? ¿Cómo lo hacía el resto? Recordó que había sentido algo extraño, un instinto parecido al que le había hecho rugir, pero no sabía bien qué resultado tendría esta cosa nueva.

Cuando la transformación estuvo completa, Nick le sonrió de vuelta a la pequeña, dejándose enroscar por la cola. Era bastante tierna, a decir verdad, soltó una pequeña risita cuando usó su cola para hacerse más alta. “Te ves muy fuerte. ¿Te gusta esa forma?” Preguntó con curiosidad, ladeando su cabeza para observarla de manera más detenida, posando una de sus manos en la cola que se había enroscado y la acarició con cuidado. “Supongo que te gustan las serpientes ¿Cierto?” Agregó, intentando que sus preguntas fueran fáciles de responder con un sí o no.

Al pensar en eso, sintió otra vez un tirón, un instinto extraño, algo más podía hacer en esa forma nueva. “Darling, creo que voy a quedarme contigo hasta que encuentres a tu familia. ¿Te parece eso?” No sabía bien por qué preguntaba eso, era parte de la inercia, casi no podía contenerla, en realidad, un ligero ronroneo empezó a brotar de su pecho. Aquello le tomó completamente por sorpresa. “Creo que hay algo que puedo hacer, como el rugido que escuchaste, pero no sé qué es.” Explicó cuando el ronroneo se hizo un poco más fuerte, sin poder evitar una risita ligera. “Supongo que lo descubriremos pronto.” Agregó con una sonrisa que mostraba sus pequeños colmillos sin dejar de ronronear.

La pequeña se veía bastante feliz en esa forma, eso le trajo un poco de tranquilidad, con ella seguro podía defenderse mejor que una niña de ¿Ocho? ¿Diez años? Si le gustaba esa forma era más probable que no tuviese miedo de tomarla. Reaccionó de manera un tanto extraña cuando Nick acarició la cola, por lo que se detuvo por el momento hasta saber qué era lo que sentía. Había descubierto que la suya era bastante sensible al punto en que el contacto dolía a veces, quizás era lo mismo para la pequeña y no quería hacerle daño.

Ronroneaba bajito, notó que la chica asentía ante la pregunta acerca de la serpiente. Tan sólo pretendía tranquilizarla un poco, distraerla de lo que sucedía alrededor, quizás conocerla y presentarse un poco mejor. “A mi siempre me han gustado mucho los leones.” Respondió, apuntando a su bicep izquierdo, en ese momento estaba cubierto por su camisa, pero como la pequeña había recorrido todas sus cicatrices seguro había visto el tatuaje de león rugiendo que llevaba. “Lo tengo en mi cuerpo humano, también, supongo que las marcas en mi piel se pasaron a esta forma.” Pensaba un poco en voz alta, se encogió de hombros, no tenía cómo averiguar más cosas en ese momento.

El ronroneo se hizo un poco más bajo cuando la pequeña negó con la cabeza ante la pregunta que había hecho sin realmente entender por qué. Ese pequeño impulso que sentía estaba… Obstruido, de alguna manera, aunque no entendía ni podía explicar qué era, eso era lo único que sabía. Ladeó la cabeza, intentando comprender la sensación, pero el sonido de la niña le desconcentró completamente.

No era sorda, por lo que lo más probable era que hubiese un problema con sus cuerdas vocales, había asumido aquello y corroborado cuando no la escuchó hacer ni un solo sonido en todo ese tiempo. Pero ahora… Nick alzó las cejas, completamente asombrado al escuchar un ruidito proveniente del escondite. -¿Puede ser?- No veía un problema en esa lógica, desde que había despertado, ya no necesitaba las gafas que había usado toda su vida. Sus sentidos se habían agudizado, y sus ojos habían mejorado.

Esperó un par de segundos, y luego escuchó una voz adorable llamar SU NOMBRE. No pudo evitar una carcajada enorme de alegría por la niña, mostrando sus colmillos, y la abrazó de vuelta con fuerza. Se dejó caer hacia atrás con ella en brazos para sentarse en el piso, donde sería un poco más fácil esconderse. La pequeña estaba tan feliz, mimaba a Nick y él respondió con un ronroneo más fuerte que no controlaba en absoluto. No quiso interrumpir las risas, las escuchaba con una sonrisa y una ola de calidez que sentía en su interior, que empujaba los recuerdos, pensamientos y creencias de una vida pasada con la que estaba en conflicto en ese momento.

Nick sólo abrazó a la pequeña, su ronroneo era tan fuerte que ya no se ahogaba en las risitas, y restregaba su cabeza contra ella como lo haría un felino, otra vez un instinto extraño que le impulsaba a actuar de una manera que no entendía. “¡Puedes hablar, Darling!” Exclamó, su voz mezclada con el ronroneo, como para confirmar lo que la niña había hecho, y acarició la cabeza de cabellos blancos con cariño.

“Esto es genialísimo, no puedo creerlo.” Seguro para ella era un pequeño milagro, parecía más feliz de ese hecho que de poder transformarse en una serpiente, y no la culpaba en absoluto. De un momento a otro las posibilidades de encontrar a su familia habían aumentado muchísimo, todo se había hecho más fácil, por lo menos un poco, ahora que había una posibilidad de comunicarse con facilidad. -Comunicarse con facilidad.-

Ese pensamiento le generó bastante ruido, sintió otra vez ese impulso. Parpadeó varias veces y tomó una de las manos de la pequeña entre las suyas. Quizás a la pequeña le incomodaba el hecho de que Nick la cuidara. Después de todo, habían caminado todo el trayecto y ella en ningún momento le había pedido que la cargara aunque había ofrecido hacerlo.

“Darling, no quiero estar solo.” Admitió con completa honestidad, haber escuchado esa risa, sentido que esa personalidad sobreviviente que había vuelto a él retrocedía con la calidez que le generaba la pequeña… Él la estaría protegiendo casi exactamente lo mismo que ella a Nick, si era honesto consigo mismo. No dejó de ronronear en ningún momento, pero sus ojos parecieron brillar un poco más verdes de lo normal.

“¿Te parece si, en vez de que yo solo quedarme contigo, tu también te quedas conmigo, juntos? Por lo menos hasta que encontremos a tu familia.” Corrigió lo que había dicho en un comienzo, no era solo él quien tenía que decidir aquello, en especial en ese mundo tan peligroso. Su ronroneo era aún más fuerte, sentía que la respuesta a esa pregunta era extremadamente importante, como si fuera el primer paso antes de poder hacer lo que sentía con ese impulso.

La pequeña repitió su nombre otra vez, un poco mejor y más claro, y el chico león estaba absolutamente jodido. Aunque desde que la había visto decidió protegerla, ahora entendía que mientras estuviera a su cargo moriría una y mil veces si fuese necesario, era demasiado adorable, demasiado inocente para haber caído en un lugar como ese. Mientras estuviera con Nick, haría absolutamente todo lo que estaba en su poder para cuidar esa niñez tan preciada, aquella que se le había negado a él.  -Te jodiste, Nicholas.- Se dijo a sí mismo de manera burlona.

¡Podía hablar! Por la reacción de la pequeña, entendía que era probablemente la primera vez, o la primera vez en mucho tiempo, que lo había hecho. -Y FUE TU NOMBRE ¿Entiendes lo jodido que estás?- Sí lo hacía, hasta con un poco de gusto de haber sido él quien la había encontrado y no alguien con intenciones desagradables. Él entendía más o menos lo que la pequeña necesitaría y estaba dispuesto a dar todo para que lo tuviera.

Recibía las caricias con ese ronroneo bastante profundo, sonaba más fuerte que antes, de manera casi imposible, como si estuviese siendo amplificado. Sólo cabeceaba a la pequeña de manera afectiva en respuesta a los mimos. Era extraño, Nick no era una persona demasiado cariñosa, no le iba ni le venía el contacto físico, quizás porque no lo había recibido hasta después de su mayoría de edad. Pero en ese momento actuaba como si aquello fuese normal, le salía del alma como algo instintivo. La pequeña estaba feliz, y se sentía por lo menos algo segura, eso era lo que importaba, y el león lo estaba logrando con cuidado.

Soltó una pequeña risita cuando la pequeña lo abrazó en respuesta a su admisión de no querer estar solo. La rodeó con sus brazos cuando ella le abrazó del cuello, restregando su cabeza contra la ajena mientras su ronroneo continuaba. El Nick que había necesitado para sobrevivir, que había despertado del estado de hibernación, retrocedía más cada segundo, no le necesitaba ya, esa etapa estaba detrás de él.

Sentía ese impulso ahora que la pequeña le abrazaba de esa manera, como si algo intangible se estuviese formando, que quedó suspendido en el aire con la pregunta que había hecho. Ante la respuesta, sintió como si estuviese bajando rápido en una montaña rusa. Casi, con esa palabra, casi pasaba algo, pero no todavía, aunque su ronroneo se hizo más intenso aún, aunque parecía imposible, sus ojos verdes brillaban como si algo se hubiese encendido ahí dentro.

La pequeña se separó un poco y lo miró a los ojos, repitiendo la palabra, accediendo a lo que Nick había ofrecido. Asintió con la cabeza suavemente “Juntos.” Repitió al tiempo en que la pequeña restregaba su cabeza contra él. En un suspiro se encontró en su forma de león completo, siguiendo ese instinto que ahora se hacía demasiado fuerte, que se apoderaba de él ahora que sentía aquella cosa intangible solidificarse en algo real, una luz celeste cálida que nacía de su pecho y se estiraba hacia la pequeña.

Restregó su cabeza contra ella, ronroneando tan fuerte que las hojas a su alrededor vibraban, la tomó con sus patas delanteras y se tumbó de lado, acunándola contra su pecho que retumbaba con el ronroneo profundo. El hilillo de magia se estiraba hacia el pecho de la pequeña mientras Nick restregaba su cabeza contra ella, propinando algunos lengüetazos en su cara entremedio mientras la estrechaba con sus enormes patas peludas. Era bastante ridículo, considerando quién era él, pero el chico lo sentía completamente natural, correcto y hasta cómodo.

El hilo terminó de estirarse hasta la pequeña y el león sintió un último impulso, como si todo hubiese concluido. -“... ¿Hola?”- Envió ese pensamiento como si tuviese la capacidad de ponerlo en la cabeza de la niña. Eso era lo que sentía, mientras el ronroneo de a poco bajaba de volumen, clavó sus ojos en los rojizos, ladeando la cabeza en forma de pregunta. -No, seguro soy un idiota.-

Quizás se dejaba llevar demasiado, en realidad ese cuerpo era nuevo y no tenía idea de lo áspera que era su lengua, o lo gruesas que eran sus patas. Era extraño, sabía que él era un humano, por lo menos todavía tenía aquellas partes, que abrazar a una pequeña de manera tan cariñosa sin conocerla quizás era un poco raro.

Pero también se sentía como un león, o un gato gigante, y los mimos de la pequeña le hacían ronronear más fuerte, y ella estaba contenta, reía a carcajadas. Ya no sabía que era, una mezcla rara, pero fuera lo que fuese, estaba bien. Se sentía a gusto, poco tiempo se había demorado en aceptar esta situación nueva, este cuerpo y poderes nuevos, y esta nueva niña que casi inmediatamente se había convertido en lo más importante que tenía ahí dentro.

Había enviado ese pensamiento sin realmente saber por qué, aunque ambos habían visto el hilo, no sabía lo que significaba, todo era instinto. Abrió los ojos como platos cuando pudo escuchar a Darling de vuelta. -“¡Hola!”- Exclamó, sin realmente saber qué más decir, ajustando los hechos en su cabeza, entendiendo de a poco lo que sucedía. Mientras él estaba en eso de manera ordenada, quizás por experiencia, madurez, o simple templanza emocional, la pequeña intentaba hacer exactamente lo mismo, y recibió un revoltijo de ideas y pensamientos que iban por el mismo hilo que los suyos, pero eran una completa maraña.

Eran más como pensamientos intrusivos que palabras enviadas, pero no le costó separar los suyos de los ajenos, y se cuidó de no introducir nada en la cabeza de la pequeña, sentía que tenía control completo de aquello. -“Tranquila, Darling, todo a su tiempo, ya podremos investigar.”- Aseguró al sentir las dudas que galopaban, sin querer tomar su forma humana o intermedia por miedo a romper esa conexión. Quería poder escucharla, por lo menos hasta que supiera que estaba bien, no le molestaba quedarse en aquella forma más tiempo.

Cuando la pequeña volvió a abrazarle, Nick apoyó su cabezota ligeramente sobre ella, dejando a la chica bajo su barbilla, como si la estuviese abrazando sólo con su cuello y cabeza. No dejó de ronronear, pretendía ayudarla a calmarse como pudiese. Con la misma intención dejó de enviarle palabras, para dejar que ordenase su cabeza sola. Dejó unos cuantos minutos en los que volvió a volcar su atención a los alrededores, asegurándose de que estaban a salvo, mientras Darling se calmaba.

-“Sí que podemos.”- Respondió, respondiendo el cabezazo ligeramente Un pensamiento bastante importante pasó por su cabeza, algo que se le había olvidado, o quizás no lo había hecho porque iba a ser difícil recibir una respuesta. -“Darling, no te he preguntado… ¿Cómo te llamas?”- Preguntó con curiosidad, entre el peligro, la necesidad de protegerla, y pelear contra el culero que tenía guardado dentro, se le había pasado ese ENORME detalle. -“Perdona, debería haberlo hecho antes.”- Se disculpó, restregando su cabeza contra la pequeña de manera afectiva, ronroneando un poco menos fuerte.