Era demasiado tiempo el que habia pasado desde aquel día. Estamos en el presente, en el departamento Vincent. Aquel personaje que era el protagonista de esta historia. Con un suspiro sacó el humo del cigarro que se estaba fumando y sus ojos se mantenían escuchando como las gotas de lluvia comenzaban a pegar contra el vidrio empañado de su recamara. Era el único sonido que estaba en ese entonces. La luz que iluminaba aquella habitación con ambiente lúgubre era solamente cuando se quemaba el tabaco al momento de inhalar el cigarro. Sus ojos lentamente se abrieron mostrando las perlas de color ámbar, presenciando lo que estaba sucediendo afuera. Las luces de los edificios llenos de vida, aun en la lluvia no entendía como seguían teniendo clientes… era una ciudad extraña.

Su mirada se fue al suelo, estaba sentado en la orilla de su cama, en su mano derecha sostenía su cigarro mientras que en la otra tenía una lata de cerveza la cual no tardó en dar el último sorbo y arrojarla a un lado. Odiaba estar solo, pero tampoco tenía las energías de ir por una prostituta, como si se lo permitiera, estar en una relación era ser fiel a ella, claro, lo sabía y tampoco rompía su palabra, nunca, por lo que tenía que esperarla para que hubiera acción en esa noche.

Todas sus memorias venían lentamente a su mente y por ello estiró su mano para encontrar debajo de su cama un revolver. Con lentitud sus dedos movían el tambor del arma, se escuchaba el clic cuando llegaba el punto donde la recamara estaba acomodada en el cañón y sin pensarlo la sostuvo con la siniestra, poniendo el cañón en su sien. “Esta maldita noche es buena para morir” fueron sus palabras y jalo del gatillo. El martillo choco contra lo que tenía en la recamara y Vincent cerró los ojos.

Tan solo fue el clic del arma. Nada salió disparado. Estaba completamente vacía el arma. Inhalo de nuevo su cigarro y dejo el arma a un lado, este día era algo que le provocaba recuerdos estúpidos. Recordar era estúpido, hacer memoria de ese preciso día… como el que estaba sucediendo. Apagó su cigarro en el cenicero, aplastándolo con fuerza junto con las demás coletillas que tenía ahí. Habían sido cuatro años desde aquel entonces. Ella aún no llegaba de donde quiera que estaba, pero eso no quitaba que sus memorias invadieran su cerebro como un tsunami se tratase. Con un suspiro, no se arrepentía de nada, pero tampoco era que su deseo autodestructivo se calmara, no si esa peli rosa estuviera ahí a su lado.

Solo realmente estaba perdido, sin saber que hacer, sin trabajos los cuales lo podrían mantener fuera de sus pensamientos, de la consciencia que a veces lo consume, de todo aquello que consideraba una molestia cuando jalaba el gatillo. Con una calada más dejó la pistola debajo de la cama, ahí, pegada en el soporte. Negó con la cabeza, algún día sucedería, pero no hoy, ni tampoco mañana, esta semana tampoco, la próxima semana… no lo sabría, no planeaba un futuro más lejano, era mucha molestia.

Sus memorias se iban hacia Londres hace cuatro años, el clima estaba como usualmente estaba, de la mierda, jodiendo las actividades de la gente. La estúpida lluvia como molestaba. En aquel día iban a pelear contra otra banda en un terreno baldío, pero por la lluvia muchos no se presentaron y los que fueron observaban el terreno, era peligroso, ¿Acaso le importo a Vincent? no se preocupaba por sus enemigos pero si por sus compañeros y entre los dos líderes decidieron posponerlo para otra ocasión. ¿Ese desgraciado haciendo algo como eso? en el presente era algo inexplicable pero nunca fue así, había una época donde no era tan maldito. Un tiempo en donde por lo menos su corazón portaba algo de amabilidad que no fuera a la mujer que lo capturó.

-¡Hey Vincent!- grito uno de sus compañeros, era un chico de piel oscura y rapado quien sonreía como todo un estúpido. Mantenía su paraguas a lo alto y tenía una chaqueta de un equipo de Rugby de colores azules, un pantalón de mezclilla y su camisa blanca para que se pudiera notar. Ahí estaba el pelirrojo mientras le miraba con ojos que apenas y se podía notar un brillo, uno tenue pero por lo menos era algo para decir que estaba con vida. Los dos se saludaron debajo de un techo de tela que proporcionaba el establecimiento que tenia de espaldas. –Vamos por unas cervezas, ¿quieres venir?-

-Voy dentro de unos minutos, guárdame un asiento- fue lo que dijo Vincent con una pequeña sonrisa, ¿Acaso estaba sonriendo? esto era otro mundo, este no es el protagonista que todos odiamos. En sus labios sostenía su cigarro el cual aspiro un poco y lo dejo salir por la nariz –déjame disfrutar de la lluvia, que, aunque nos arruino la maldita, es siempre es relajante-

-Como quieras, estaremos por lo menos unas horas ahí, no tardes- y diciendo esto de nuevo chocaron manos y hombros y con un gesto con las manos se despidieron. Los orbes ámbar del hombre estaban puestos en el cielo, nublado, ¿Cuántos años tenía? 24 años en ese entonces, aún estaba en la universidad, por ahora todo estaba bien, las calificaciones se mantenían altas pero su actitud era pésima como siempre. No le interesaba esas cosas, tan solo salir con un diploma era lo mejor, por lo menos para conseguir un trabajo legal.

Sostuvo su cigarro entre el dedo índice y pulgar de la mano izquierda, se acomodó su chaqueta y sacó el humo de su boca, lento y dejando que se deformara por las gotas de lluvia, era agradable el golpeteo de estas contra el pavimento y los paraguas, relajante, el frio que causaba no era nada malo. Era de noche y los faroles estaban prendidos iluminando la calle, tan solo el bar estaba a unas calles de ahí, no estaba tan alejado como tampoco tenía nada mejor que hacer, echarse unas cervezas era lo mejor para disfrutar la velada. ¿No había hoy partido de Rugby? si fuera así entonces lo celebrarían en grande, siempre el ambiente se pone todo loco cuando eran días de juego, pero eso no evitaba que fuera disfrutable y creara buenos recuerdos que después eran objeto de burla.

Dejo caer su cigarro y lo apago con un pisotón solo para sacar su cajetilla de su bolsillo y agitarlo unas dos veces para sacar uno, lo jalo con sus labios y con la otra mano lo prendía con un encendedor, solo necesitaba estar unos segundos con la flama ahí para que se pudiera disfrutar con creces el sabor del tabaco en su boca y garganta. Aspiro y con lentitud lo saco de su nariz, como si estuviera creando una cascada. Le gustaba jugar con el humo y hasta hacer trucos con este. Antes de poder tan siquiera girarse y dirigirse al bar sus ojos notaron a una pequeña parada enfrente de él. Sus ojos curiosos la captaron e inhalo un poco, dejando que el humo bajara por su garganta y llenara sus pulmones antes de sacarlo.

¿Uniforme de deportes? era toda una chiquilla, ¿Acaso estaba loca? estar vestida así debajo de esta lluvia que conforme pasaba el tiempo se estaba haciendo más fuerte no era de alguien que estaba en sus cinco sentidos… no era como si le importara a Vincent, cada quien hace lo que quiere con su vida. Lo que le llamo la atención fue aquellos cabellos rosas que se mostraba en su rostro y cuello, mojados al igual que toda su ropa y su rostro, apenas y podía diferenciar que debajo de esos ojos purpura mantenía vestigios de lágrimas. Solo dejo un suspiro y se metió la mano derecha en un bolsillo.

-¿Qué quieres pequeña?- fue lo primero que le pregunto puesto a que ella le observaba, era incómodo y le molestaba. Sujeto con su mano izquierda el cigarro y solo la observaba desde su altura, como si ella no importara. Escuchaba su respiración en medio de la lluvia, como estaba cansado, ¿Acaso salió a correr a estas horas? claramente estaba mal de la cabeza. –Lárgate de aquí, no es hora de que salgas a jugar- le dijo burlándose de ella y aspiro de nuevo, sacando el humo hacia arriba, solo esperaba respuesta y si no la tendría pronto se iría a beber con sus amigos. Eso era más importante que otra cosa… pero no tenía en cuenta que el destino tenía otros planes.

Enfrente de él se encontraba una de las mujeres más extrañas con las que se ha topado en su vida, no entendía cómo podía sonreír ante toda esta lluvia que caía como si el mundo se fuera a terminar y por las palabras frías y desalmadas que le habia dedicado, tan solo dejo salir un suspiro antes de fumar un poco más de su cigarro y soltarlo hacia un lado, sus ojos aún se mantenían en la niña, no iba a hacer nada, ni ayudarla o tan siquiera preguntar algunas cosas, simplemente era alguien extraña para él, y aún más cuando escucho la carcajada que soltó, provocando que frunciera el ceño. ¿Era esto una prueba para su paciencia? primero que nada su pelea fue cancelada, y ahora una chica que no tenía ni la más mínima puta idea de quien era se presentaba frente a él en la noche. Aspiro un poco más y sostuvo el humo por un tiempo en sus pulmones, notando que se habia incorporado y hasta levanto una ceja por las palabras de la chica, notando como se iba hacia el parque que no estaba lejos, tan solo era caminando un minuto a dirección contraria de donde estaba el bar en el cual se encontraría con sus amigos y bebería unos cuantos tarros… claro, ese era el plan originalmente. Se quedó expectante observando cómo se retiraba, soltando el humo por la nariz como si fuera un toro. ¿La seguiría? era una opción, tan solo dijo que quería un cigarro, a él nada le importaba lo que quería.

Dejo salir un suspiro y dejo caer lo que quedaba de su cigarro, aplastándolo con la punta de su bota y dejando que el agua limpiara los restos, estaba bastante cómodo en el lugar donde estaba parado, el techo parecía resistir a la creciente tormenta, ¿Entonces porque sus pies seguían a la chica? no existía una razón por ello, o simplemente era por la curiosidad que la pelirosa detonó en él, cual fuera la causa ahora estaba detrás de ella mientras que su chaqueta le protegía de la lluvia, por lo menos lo que era del cuerpo que sus cabellos como su rostro terminaron parcialmente mojados y tuvo que sacudirse su cabello con las dos manos para quitar el exceso de agua como también limpiarse con un pañuelo que guardaba en el bolsillo interior de su chaqueta. Notó como busco protección en uno de los toboganes que estaban puestos para que los niños se divirtieran, y él solamente se puso a un lado en donde estaba un árbol que ofrecía un poco de protección por sus ramas como las hojas que surgían de estas, en ocasiones algunos niños escalaban y sentían la emoción que les causaba al subirse algo más alto de su perspectiva usual.

-Unos cincuenta centavos- le dijo aun mirándola, notando como se metía aún más en aquel juego y comenzaba a temblar, era algo penoso de ver, una niña totalmente mojada y temblorosa pidiendo un cigarro a un completo extraño, hasta era algo de que reírse. Con un pequeño suspiro se recargó en el tronco del árbol y sacó su cajetilla de cigarros, agitándolo para que sobresaliera uno y ese fue el que agarró con los labios, sacándolo completamente y guardando su cajetilla para que no se mojara, el maldito clima no iba a mejorar pronto. Con su otra mano sacó el encendedor y tuvo que intentar unas cuantas veces antes de que por fin prendiera y pudiese fumar tranquilo su cigarro, una buena calada era lo que necesitaba. Sus ojos se centraban en ella y simplemente camino hasta la entrada del tobogán, teniendo que agacharse un poco para poder verla, sacando el humo por un lado antes de agarrar entre sus dedos de la mano izquierda el cigarro prendido.

-La primera va por mi cuenta- fue lo que dijo, acercándose a ella y le puso la colilla de cigarro en los labios de la chica, en su rostro no mostraba alguna señal de amabilidad, pero era mediante sus acciones que su corazón expresaba, ese el cual aún no se cerraba por completo. –Aspira lento y que no se te caiga, al principio será algo fuerte- esas fueron sus palabras como si le estuviera guiando, eso fue lo que le dijo su compañero con quien empezó a fumar hace unos 10 años más o menos. Tuvo que respirar profundamente y se sentó en la orilla del tobogán en donde lentamente se empapaba, y aun así no le molestaba en absoluto, era el ruido de las gotas chocando el que lo sensibilizara.

-¿Y bien? ¿Por qué estás tan loca como para correr por la calle en busca de cigarros?- preguntó solo por curiosidad que por otra cosa, sin mirar hacia atrás en donde estaba escondida la chica, sus codos se apoyaban en las rodillas, tan pronto que se empapara completamente se iba a retirar a su casa que no estaba lejos, solamente unas tres cuadras del parque en donde estaban los dos. No se atrevió a sacar otro cigarro más porque no iba a durar demasiado, ni siquiera sería capaz de prenderlo. Estaba haciendo frio y cada vez que exhalaba una nube de vapor surgía, le encanta este tipo de climas, tan melancólico pero a la vez agradable, algo sumamente amable como nostálgico. Con esto dicho solo sacó de su bolsillo de su pantalón una navaja mariposa que le habían regalado hace unos meses y comenzó a jugar con esta, girándola y mostrándola en fracciones de segundos, era alguien habilidoso pero no le gustaba las armas, por lo menos utilizarlas, le gustaba resolver las cosas con sus puños que son mucho más confiable que otras armas.