Maisie es una persona competitiva. Viene de una familia bien acomodada y sus padres son muy cariñosos, mas desde pequeña que siempre ha querido estar a la altura. Es por esto que se esfuerza por complacerlos siempre que puede: saca buenas notas en el colegio, es buena en los deportes, educada y cariñosa. Sabe como comportarse y suele ser bastante tierna con ellos, pero en el fondo, es una chica reprimida a la cual la presión se la ha carcomido. Fue por esto que desde que cumplió 13 que se ha visto envuelta en situaciones poco... decorosas. Comenzó a beber a los 13 y a fumar a los 14. Se conoce todos los bares de Londres de memoria y sus amistades daban mucho que desear. O al menos eso era antes de que terminaran en este retorcido juego.

Cuando se siente libre, Maisie es una bruta. Dice malas palabras y no se comporta, pero es más bien su forma de liberarse de la presión con la que vive día a día. Es una persona rencorosa, aunque no lo aparente y extremadamente cínica. Es la clase de persona que te apuñalaría por la espalda sin pensarlo dos veces si lo considera necesario y de quien menos te lo esperas. En el fondo, es una chica solitaria. Desde que se mudaron a Grendelshire perdió todo lo que alguna vez quería, sus arranques de rebeldía se han vuelto más frecuentes e incluso se ha vuelto más huraña. Cada día le cuesta más jugar el papel de "niña perfecta".

Más en el fondo aún, ambos papeles que juega, el de la hija perfecta y el de la hija rebelde son tan solo malas formas de expresarse. Es una chica en plena adolescencia, con todo lo que eso conlleva: cambios de actitud, mal temperamento, poca paciencia, cambios de ánimo, etc, y no sabe como sobrellevarlo. El problema, es que desde que tiene poderes ha llevado su rebeldía a límites un poco más extremos, influenciada también por la doctrina que sigue y por el hecho de sentirse poderosa e importante. Intenta respetar la biblia de LaVey. Nunca pondrá la otra mejilla (a menos que corresponda para su papel de niña buena, por supuesto) y no tiene problemas en dejarse llevar por los excesos, puesto al fin y al cabo para ella la vida es de complacencia y no de abstinencia.⚝

Maisie es una jovencita de cabellos rosados y ojos púrpuras. Es probablemente un poco más baja de lo normal, pero bordea el promedio para su edad. Su cabello, extremadamente liso suele llevarlo suelto o atado en dos colitas. Su contextura física es esbelta, es muy delgada y no parece que su cuerpo fuera a desarrollarse mucho más. No es voluptuosa, ni posee ninguna característica distintiva; posee lo justo y necesario de busto. A pesar de su apariencia un poco frágil, posee un cuerpo atlético puesto es muy buena haciendo deporte.

Cuando se transforma, sus ojos se vuelven carmines y sus colmillos más prominentes. Sus orejas se tornan en punta, como las de un elfo. De vez en cuando una cola con punta de pica se le cola entre las piernas, más seguido en su forma humana que en su apariencia demoniaca. Además de los cambios en el color de ojos y en las orejas no hay mucha diferencia física aparente al transformarse, puesto su cabello se mantiene rosa y su contextura sigue siendo la misma.

Maisie nació en una familia común y corriente de Inglaterra. Su padre trabajaba para el cuerpo de policía y su madre era ama de casa, por lo que tuvo siempre toda la atención que quiso y necesitó. Como su padre no pasaba mucho tiempo en casa, su mamá era muy apegada a ella, siempre preocupada de que no le faltara nada, ya fuese físico o emocional. Su padre por otro lado proveía el apoyo material; con sus viajes constantes no pasaba mucho tiempo con Maisie, pero nunca se perdía las fechas importantes ni olvidaba un cumpleaños. A pesar de todo era un padre ejemplar.

Fue por eso cuando su padre le dijo que se mudaban de ciudad no le importó, Grendelshire parecía un buen lugar para vivir.

Y así como sus padres eran excelentes, Maisie siempre sintió la presión de retribuirles todo lo que hacían por ella. Como hija única siempre se esforzó por destacarse en lo que podía, participando activamente en deportes, actividades extracurriculares y sacando buenas calificaciones. Por un buen tiempo eso funcionó bien; hacía a sus padres felices y ellos la hacían feliz, pero eso no podía durar mucho tiempo. La presión constante de ser siempre perfecta y no decepcionar sus expectativas comenzó a carcomer la pequeña chica. Cada vez se le hacía más difícil hacer el papel de niña perfecta y nada parecía calmarla. Las cosas empeoraron cuando entró en la adolescencia. Con todos los cambios hormonales parecía que no podría seguir con aquella farsa, hasta que conoció a Vincent. Vincent, del cual nunco supo la edad, fue un joven que conoció un día que se escabullió de casa para ir a fumarse un cigarro al parque. Tenía 14. Para ese entonces ya estaba teniendo problemas para controlarse y había comenzado a beber. No tenía muchas amigas ni nadie que la entendiese, puesto había pretendido ser otra persona toda su vida, pero Vincent parecía entenderla. Con el tiempo, hicieron buenas migas. Cada vez que necesitaba su espacio y se arrancaba al parque podía encontrarse a solas con Vincent y charlar de la vida. El hecho de que fuese un chico sencillo hacía que le fuese fácil contarle sus cosas, por muy bobas que parecieran.

Luego de un par de meses, Vincent le propuso que le acompañara a un lugar especial. Maisie nunca dudó y fue así como terminó metida en un grupo de cultistas. Al principio se asustó muchísimo, pero conforme los fue conociendo la doctrina comenzó a parecerle menos loca. Conoció los mandamientos de la Biblia de LaVey y le parecieron sensatos, nada de lo que allí se escribía parecía tan absurdo. ¿Por qué había que dar el brazo a torcer? Si alguien te hacía daño, estaba bien defenderse. Tanto le gustó que comenzó a estudiar más sobre el satanismo y empezó a acompañar a Vincent todas las semanas a las reuniones. Se aprendió los nombres de todos los demonios importantes, hasta que una propuesta le cambió la vida.

Querían usarla para una invocación.

Inicios

El miedo se la carcomía. No había sido capaz de decir que no, pero estaba tremendamente arrepentida. ¿Y si le pasaba algo malo?  Era cierto que llevaba casi un año adorando a Satanashia, el comandante demoníaco, pero no quería que la subyugara. ¿Qué pasaría con ella? ¿Perdería la cabeza? No podía con la duda. Muchas veces pensó en huir y dejar el culto, pero no era lo que quería, además sabía que si él tenía sus ojos puestos en ella, no podía defraudarlo. Tenía miedo, no podía huir, no le quedaba otra opción que enfrentarlo. Además, el culto era el único lugar donde se sentía a gusto, donde podía sacar todo lo malo que tenía dentro y nadie la juzgaba. Tenía que superar ese miedo, tenía que ser más fuerte que ese demonio, superar aquellas voces que la atormentaban en la noche y que le susurraban todo lo malo que se vendría. Debía vencerlo, sin importar lo que costase, puesto ya estaba dentro de ella.

Nacimiento
Y el gran día llegó. Vincent se suponía que debía cargarla hasta el altar que habían hecho en el colegio durante ese famoso evento, evento al que había asistido con su padre del cual no había sido fácil deshacerse por un rato.  Mucho menos encontrar un lugar vacío; por suerte Maisie conocía el colegio como la palma de su mano ya que asistía a èl."Era un día especial, decían" "La energía en el colegio era diferente hoy"  decìan Y ella solo se sentía patética. De haber estado allí se lo imaginaba haciendo bromas como que se estaban casando o algo así, pero lo único que Maisie podía pensar era que aquello era su funeral y que el muy maldito ni siquiera iba a estar para presenciarlo. Como las posibilidades de encontrar un lugar vacío y llenarlo de cultistas era escasa a pesar de lo bien que conociera el colegio, fue con uno solo de los sujetos (el más fanático) el cual preparó todo.

Los símbolos ya estaban dibujados en el suelo y nada podía hacer al respecto. Desnuda ingresó al altar y tomó el cuchillo en sus manos con el cual debía cortarse para derramar su sangre en el círculo demoniaco. Sus manos temblaban, estaba asustada, y lo único que podía hacer era ver su reflejo en el filo de aquella hoja que pronto cortaría su carne. Fue entonces cuando lo vio. No fue más que un reflejo de unos ojos brillando, pero supo que el demonio vivía dentro de ella. Tuvo miedo, quiso huir, pero no lo hizo. Le gritó con todas sus fuerzas a su propio reflejo antes de intentar clavarse el cuchillo en el pecho. Pero algo la detuvo.
Frente a ella, todo estaba cambiando, una enorme explosión acabo con todo lo que estaban haciendo.

No alcanzó a reaccionar, por lo que el cuchillo cayó al suelo mientras la sangre goteaba. .  

Luego de eso todo fue confusión. El cultista la miraba maravillado y extasiado. Cuando se vio en el espejo comprendió por qué: ya no era ella misma.

- Desde ahora te llamaremos Zatanashia, en honor a nuestro señor, y deberás seguir su legado - O al menos algo así creyó escuchar, pero no supo que responder. Nunca entendió lo que pasó aquél día,ni siquiera tras escuchar las reglas de aquella voz femenina.

Las cosas siguieron durante el tiempo que se encontraban encerrados en el colegio. Continuó dejando que el cultista la cortejara, pero con menos ganas que antes. Tanta adoración y buen trato le molestaban; ya no podía sentirse ella misma, así que decidió tomar riendas en el asunto y comenzó a hacerse cargo de este "grupo de demonios" tal como dictaban las reglas del juego y mandó al carajo a los chicos del culto. Intentó seducir a Vincent incluso, en una noche de frustración, pero la rechazó. Eso le disgustó. Se lo mantuvo en secreto a su padre, pero jamás volvió a ser la misma, ya que tampoco tuvo la oportunidad de volverlo a ver debido a les estúpidas reglas de alianzas con otras razas. Sus cambios de humor se lo atribuyeron a su adolescencia, mas no era eso. Comenzó a merodear sola por las noches con su familiar, al que llamó Dio, haciendo caso omiso a la advertencia de Vincent, buscó hombres con los que pasar la noche y descubrió como todo había cambiado. Ya no era capaz de sentir dolor como antes, y lo que antes disfrutaba ya no le producía nada. Solo el dolor podía calmarla. Ahora era un monstruo, un monstruo al cual no le interesaba este estúpido juego, pero que debía jugar de todos modos.

Ahora solo estaba ella y Dio. Y claro,  una banda de demonios que dirigir.


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Es muy buena haciendo deporte.
- Sabe tocar el piano bastante bien.

Gustos
- Le gustan los dulces. Suele cargar una que otra paleta
- Beber.
- El BDSM, siempre y cuando la que mande sea ella.

Disgustos
- No le gusta fumar, pero aún así lo hace.
- La gente de su edad. Suele ver su propio reflejo en las demás adolescentes, por lo que generalmente las detesta.