Había despertado en los brazos de un pobre hombre que no había visto a Hitori venir en absoluto. La enfermera lo había pescado en el parque mientras él buscaba comida y el resto era historia. Tenía tanta hambre en aquel momento que Hitori le hizo caer dormido casi antes de que hubiese acabado. La chica se había alimentado con tanta hambre que en realidad no recordaba su cara y no se había molestado con el nombre. -Como debe ser.-

Se escabulló sin mucho problema, recogiendo el vestido blanco del piso. Sólo logró rescatar la prenda porque se la había sacado antes de acercarse a su presa. Hitori se vistió rápidamente y dejó al hombre durmiendo detrás de ella. -Pobre, ojalá nadie lo encuentre.-

Durante el día se sentía mucho más cerca a la ninfa que llevaba dentro, en especial cuando se había alimentado la noche anterior. Era lo más cercano a normal que podía llegar a estar, tanto en su propio cuerpo como su estado mental.

Había dormido bien, se sentía saciada, todo iba perfecto. Se dirigió al estacionamiento en silencio, no quería arruinar su buen humor teniendo que seducir a alguien para que no le asesinaran. Estaba más cerca del lado sur del terreno y en realidad no le apetecía para nada pasar cerca de la cancha y los demonios que le habitaban.

Cortó lejos de las salas, iba a tener que pasar por los juegos, eso definitivamente era más seguro. Hitori rompió el silencio de sus pasos descalzos con la primera canción que se le vino a la cabeza. “Jimmy's in the back with a pocket of high, If you listen close you can hear him cry” No tenía apuro, era una linda mañana y se sentía bastante juguetona.

“Oh Lord, heaven knows, we belong way down below.” Con cada palabra, sus pasitos comenzaban a parecerse más a un baile. No importaba que la canción era de rock, que su voz sonaba ronca para imitar cómo recordaba que sonaba, la música sonaba en su cabeza sin problema.

“Judy's in the front seat picking up trash, Living on the dole, gotta make that cash, Won't be pretty, won't be sweet” Sin darse cuenta había llegado a los juegos. ¿Qué le sucedía? Hace muchísimo que no estaba de tan buen humor. Quizás tenía que ver con que, al estar completamente saciada, su lado súcubo le había dado permiso a la ninfa para salir a jugar.

“She's just sitting here on her feet Singing oh Lord, heaven knows, we belong way down below” Notó un resbalín cerca y lo trepó al revés de manera bastante torpe, pero aquello no le impidió seguir cantando, cada vez más fuerte. ”Way down below, way down below” Arriba del resbalin, con un poco más de altura, tuvo una mejor visión de los juegos.

“I've had better days, man I've-” Había girado y notado por primera vez a alguien de cabeza en los columpios. Se llevó un susto pequeño, sólo lo suficiente como para dejar de cantar abruptamente. ¿No sabía que así, solo, en medio de la nada era un blanco bastante fácil? Lo mismo podía decirse de ella, pero Hitori no le temía a la muerte. Lo había hecho demasiadas veces como para preocuparse por pequeñeces de ese estilo.  

“¿Hola?” Preguntó desde la altura, apoyándose en la pequeña baranda de la plataforma de metal. No tenía miedo, en absoluto, tan solo muchísima curiosidad. Su cabello se desparramó sobre sus hombros y baranda, escondiendo la mitad de la cara de Hitori detrás de una cortina oscura mientras se inclinaba de un lado hacia otro en pequeños pasitos de baile.