Game in Life
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Game in Life

Game in Life

Ambientación
I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.

En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.

El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.

Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.

Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.

Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.

Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.

Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.

¿Vienes a jugar con nosotros?
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A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]

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A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
CitarEditarBorrarIP del Autor
¿Qué es lo que adora más a un ser como él? ¿La tranquilidad del día? ¿El paso del tiempo? ¿Tal vez una odisea hacia el conocimiento prohibido? Todas eran posibilidades que podían caber en un ser como él. Pero no, lo que realmente deseaba en estos momentos era una presa. Era una persona. Claro, estando en este lugar, eligiendo la raza y alianza, vaya, todo parecía tan surreal que ni siquiera podía pensarlo. Y eso le daba gracia.

Uno, dos, tres fueron los pasos bajo el sol que se ocultaba, teniendo en su mano derecha un paraguas oscuro el cual le ayudaba a ocultarse de aquel astro que tanto lo odiaba, ¿Por qué? No tenía ni idea, pero realmente no le preocupaba tanto, es más, le intrigaba a tal punto de perderse en su mente, en navegar en aquellos libros que ha consumido a lo largo del tiempo, en esas épocas donde se relajaba en su apartamento con vista a la ciudad, con un poco de música de Jazz de Ella Fitzgerald & Louis Armostrong, acompañado con una copa de agua mineral Perrier y sus ojos grisáceos plantados en las líneas de aquel libro de fantasía oscura. Un libro sobre vampiros, un clásico en una noche después de un largo día de trabajo.

Como se aburrían esos tiempos donde no había alguna complicación. Lo tenía todo, pero a la vez sentía que le faltaba algo, ¿Su amante? Ni siquiera había llegado a casa. Revisó su reloj para ver la hora y con un ligero movimiento de negación con la cabeza cerró su libro y lo dejó a un lado. No le gustaba para nada que su pareja llegara tarde. Ni un mensaje, ni una carta, ni un aviso. Pero todo se lo tomaba con una calma que hasta los turistas envidiaban. Esa noche fue la última vez que vio a su amante y al día siguiente...  Este recuerdo se detuvo por un momento, antes de que el viento gentil le pegara en su mejilla con suavidad.

No podía ver directamente al acto del sol ocultándose, lo hería y dañaba su delicada piel de tez oscura. No, era mejor estar a lo lejos, cubriéndose con la sombra de los edificios y de los árboles presentes. Con un suave tarareo se paseaba con sus ropas de etiqueta, de un gris oscuro y sus zapatos relucientes como si no hubieran entrado en contacto con la tierra. El porte elegante y cómo caminaba lo ponía en otro nivel que en los demás. ¿Sobrevivir? Ya sabía cómo hacerlo, obtenía comida, limpiaba su traje, cuidaba su higiene personal. Claro que era difícil pero el esfuerzo valía totalmente la pena.

Sus ojos, paseándose alrededor, sin recordar el momento en el cual estuvo en un lugar así. En una zona rural. El colegio, el parque que tenía, las diferentes zonas donde claramente muchos trataban de sobrevivir. Era fascinante ver una pelea por supervivencia como una riña entre dos miembros de la raza que no se llevan bien. Salvajes claramente, así era la naturaleza humana. ¿Qué le importaba? Bastante, saber lo que piensan, el porqué de las cosas, su avaricia por el conocimiento no tenía límites tal y como lo fue por el dinero.

Respiró profundamente, disfrutando del ambiente de un atardecer cálido que tocaba en su espalda, que sus ropas pegaban, esta podría considerarse vida. Pero realmente era una pizca, aún le faltaba ver los grandes campos que se extendían más allá, los desiertos, las tierras de aquellos que habían cruzado la neblina.  ¿Qué sería lo que encontraría? La curiosidad lo carcomía lentamente al pasar el tiempo.

Se sentó en una banca, no sin antes limpiar las plantas y suciedades que esta tenía con un pañuelo. Tomó asiento por un momento, apreciando el tinte rojizo que agarraba el cielo. Inhalo con profundidad, el aire libre, fresco de este lugar no se comparaba con el olor artificial de las ciudades, del ruido de los carros. De las discusiones en la vía pública. situaciones que pasaban a sus pies y no le daba ni la más mínima atención.

-Esto es divertido- Susurró con una gran sonrisa, parece ser que su hermana hizo un gran trabajo, pero aún así no podía evitar tener un sentimiento negativo hacia ella. Observó el bastón, la cabeza de la serpiente que servía como empuñadura, esa tan pulida y limpia. Su fiel y amada compañera que siempre ha estado con él y nunca lo había traicionado. Era un objeto bastante valioso, era con lo que recordaba más allá de estudiar, a su infancia.

Negó con la cabeza, no, tal vez recordar en este momento no era un buen momento, tal vez algún otro día. Pegó con su bastón al suelo y se levantó, con un rostro neutral, juzgando a los demás seres sin un objetivo más allá que la curiosidad. Se había divertido bastante en el Taller, aprendiendo a como los demás sobrevivían, a cómo compartían diferentes comidas, y eso le recordó, ¿Había tomado sangre? Desde la noche anterior no, tal vez era oportunidad de encontrar a alguien.

Se paseaba por los pasillos, grandes pasillos con las ventanas destrozadas, con las paredes quebrantados, signos de pelea y asesinato, ¿Que tan salvaje puede ser el ser humano? La intriga de nuevo lo abrazo, y tan sólo se quedaba viendo las manos que pintaban de rojo el lugar, de como se podía ver el rastro de una persona que fue arrastrada y detrás de ella dejaba su propia marca. De golpes que han hecho agujeros. El olor era lo principal para este hombre, le fascinaba el aroma.

Como si de un vino se tratara, entre más edad tenga mucho mejor. Lo malo es que no encontraba a alguien con una edad buena, no tan viejo, no tan joven, ese pequeño rango donde el sabor de la sangre está a su punto y con cada sorbo una explosión de sabor tomaba lugar dentro de la boca, en la lengua, en sus pupilas gustativas y al tragarlo era uno de los mayores placeres que la vida te podía ofrecer.

uno, dos… tres pasos más como si fuera una clase de baile que acompañaba a su tarareo de esta tarde. Tarareando She 's crazy de JT Coldfire. Oh, qué buena canción de blues. No cantaba, no para llamar la atención, solo porque no se le daba la gana, y el ruido ausente de su voz fue reemplazada por los pasos de baile que debaja en el suelo, en el ritmo de la canción.

¿Qué más tenía que hacer? La noche aún no llegaba para que se pudiera divertir, y bueno, este vampiro se había despertado más temprano de lo esperado. Sus ojos se posaron en una sala de computación. ¿Qué tan inútil era la existencia de computadoras en este lugar? Tan inútiles como varios de sus “hermanos”, aquellos que vivían en su misma calle. Claro, ellos no podían entender las visiones que él tenía, de cómo había algo más allá que estar cómodamente en esa ciudad. Lo habían tachado como loco, pero ahora… Tenía lo que quería. Se volvió grande, poderoso, con todo el dinero que uno se puede imaginar y aún así deseaba más, mucho más. Y en este lugar, su avaricia no había llegado a plantearse bien, necesitaba algo.

Entró al salón, observando a un lado y después al otro, notando que los rayos del atardecer se pasaban por la ventana sucia del lugar. Era interesante como este lugar aún seguía de pie, ¿Acaso no había conflictos en este lugar? Posiblemente a nadie le interesaba ya que era inutil, y ahora pudo ser algo, el lugar de descanso de Adam Valentine.

Con una pequeña sonrisa, acabando de tararear la canción que sonó en su cabeza pegó de nuevo al suelo dos veces con su bastón. Desde aquí podía ver en el suelo como aquella luz rojiza se extendía. ¿Por qué rojo era el atardecer? Eso era bastante sencillo de responder, tan sencillo que solamente asintió la cabeza. Esa respuesta se tendría un poco más tarde, tal vez un inicio a un tema de conversación, un dato que a algunos le parecerá interesante y otros inútil. No era algo que podía ayudarle a alguien.

Cerró los ojos por un momento, solo para poder planear las acciones que tomaría esta noche, el silencio inundaba el lugar. Calmado, con un porte neutral, limpió una de las sillas con su fiel pañuelo y se sentó ahí, reposando su espalda y subiendo su pie derecho en su rodilla. Dejando el paraguas un lado de él, con los brazos extendidos, empuñando la serpiente en su bastón con un poco más de fuerza. Si, estaba seguro de que iba a cazar, era tiempo de dejar ser alimentado por los de su especie y que por lo menos trajera a alguien para absorber la sangre, la pregunta será, ¿Lo compartirá con los demás? Posiblemente no, pero aún había horas de por medio para poder pensarlo.

En este lugar, el tiempo no era importante.

Era un nuevo mundo, nuevas ambiciones, nuevos objetivos.

Canción:


Última edición por Adam Valentine el Vie Mar 12, 2021 9:10 pm, editado 1 vez
Adam ValentineAdam Valentine
Adam Valentine
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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On the Right SideOf Rock Bottom
¿Cuánto más podría aguantar? Hitori miró a su alrededor al resto de los híbridos que se movían alrededor de ella. Una, quizás dos noches más y luego tendría que alejarse de su grupo, era demasiado peligroso. “¿Todo bien?” Pegó un saltito, rebotando contra la puerta del auto en que se había apoyado, junto con un grito ahogado frente a la sorpresa. Alguien se le había acercado más sigilosamente de lo que le acomodaba. De seguro se le notaba la cara de pánico a kilómetros, como siempre. La chica falseó una sonrisa que pretendía tranquilizar a su compañero. “No pasa nada, siento que viene la noche, es todo.”

Había evitado a toda costa perder la cabeza cerca de los híbridos por miedo a arruinar el pequeño semblante de comunidad que tenía con ellos. En realidad no tenía ningún otro lugar donde ir, y eso le aterraba. ¿Qué haría si perdía la confianza de los híbridos? No soportaba la idea de quedarse sola. Hitori se puso en marcha con una expresión determinada. No podía arriesgarse, debía hacerlo antes de que no se pudiera controlar.

Hace tiempo había comenzado a moverse con antorchas en la noche, usando pedazos de ropa y lo que quedaba de la gasolina dentro de los autos abandonados para sobrevivir la oscuridad. “En marcha, Macleod.” Prendió una antorcha con el fuego que la enfermera se preocupaba de mantener encendido cuando el sol comenzaba a bajar y se alejó del estacionamiento, adentrándose hacia el corazón de la matanza.

¿Cuánto tiempo había pasado? Era difícil de recordarlo, sus primeros días habían estado llenos de desesperación y pánico. Había perdido el conocimiento varias veces antes de entender sus nuevas debilidades, quedando desprotegida y rápidamente siendo asesinada a manos de alguien que se encontró con una presa fácil.

Caminó sin rumbo, zafándose de un par de situaciones peligrosas con una sonrisa, una caricia por aquí, un susurro por allá, era casi demasiado fácil. Pero eran sólo niños. Hitori evitaba alimentarse de menores siempre que podía, siempre que lograba mantener la cabeza lo suficiente como para tener estándares. Después de todo, no le habían criado un par de maniáticos.

Lo que daría por simplemente sentarme en una barra y que algún perdedor divorciado se acercara a hablarme. Sólo quería un vaso de whisky, o cuatro. Evitó por completo la enfermería, algo acerca de profanar ángeles no le caía demasiado bien. ¿Estaba siendo demasiado quisquillosa? Quizás, pero podía darse aquel lujo cuando salía a cazar antes de estar completamente demente.

Al alejarse del medio de las peleas, comenzó a sentir el frío de la inminente noche, el ligero pitido del silencio, el vacío de la soledad. El borde de su campo de vista comenzó a partirse como si de un vidrio roto se tratase, un pequeño escalofrío recorriendo su espalda descubierta. No, no hoy.

Decidió romper el silencio que amenazaba con agobiarle, la mera idea de un sonido rápidamente calmando su respiración. “Hello darkness, my old friend...” Sonrió ante la pequeña broma que se había contado a sí misma al comenzar a cantar aquella canción. Acarició el marco de la puerta que significaba la entrada del edificio del colegio.

Caminó por los pasillos, tarareando aquella canción, dejando que aquella y sus pasos rompieran el silencio mientras poco a poco el sol se acercaba al horizonte. No encontraba a nadie. Mierda. Sintió el pánico comenzar a tomarle del cuello, apretando su garganta hasta que se le hacía difícil respirar. Realmente necesitaba convencer a las ninfas o los elfos de que comenzaran a hacer alcohol de una vez por todas, pagaría en sangre, carne, vendería su alma por volver a sentirse embriagada. Era uno de los únicos paliativos que hacían las noches soportables.

Extrajo de entre su escote una cajetilla que le había robado a un pobre imbécil que había tenido la mala fortuna de toparse con ella hace un par de días. Ni siquiera se había dado cuenta de todo lo que le faltaba cuando Hitori había terminado con él.

Tres cigarros. Era lo único que quedaba, y luego tendría que volver a rebuscar entre bolsillos ajenos mientras sus labios se mantenían ocupados. “Fuck it.” Puso uno entre sus labios y lo encendió con la antorcha, tomándose su tiempo entre cada calada mientras mantenía su paso. Continuó cantando mientras exhalaba, asegurándose de romper aquel silencio religiosamente antes de que pudiese volver a tomarla del cuello.

“And no one dared…” Dejó que su voz se elevara, volviendo hacia ella en forma de eco, acompañándole mientras nadie más lo hacía. “Disturb the sound of silence.” Un segundo eco llegó a su lado, más apagado, más bajo. ¿Así que sí había alguien en el bendito lugar después de todo?

Siguió el ligero tarareo, manteniendo su propia voz en silencio para poder encontrarle. ¿Dónde se estaba escondiendo? Hitori perdió el rastro, volviendo al silencio, y no pudo evitarlo. El sol había teñido todo de rojo, no tenía demasiado tiempo antes de quedar sumida en la oscuridad, sola. La antorcha no le salvaría de perderse en un mar de sollozos. Abrió la primera puerta que encontró y la cerró detrás de ella con un movimiento brusco, tirando sin querer lo que quedaba de cigarro al piso.

El portazo le asustó y pegó un salto. “¡Ay!” Una exclamación al girarse para mirar la puerta, otra expresión de pánico. Al notar que había sido tan sólo la puerta, volvió a darse vuelta para encontrar algún lugar donde esconderse y tener su ataque de pánico tranquila. Ahí, frente a ella, alguien. “¡Up!” Un segundo grito, esta vez más sobresaltado, acompañó un enorme salto, ojos abiertos por la sorpresa que casi le hizo tirar la antorcha que llevaba mientras se llevaba una mano al pecho.

No demoró más de un par de segundos en recomponerse, algo le había llamado la atención. El hombre frente a ella parecía ser un adulto. Extremadamente guapo. Definitivamente había acertado al aventurarse aquella tarde. Su cuerpo reaccionó al instante, comenzando a despedir de sus poros aquel irresistible veneno.

“¿No te han dicho que es de mala educación asustar a señoritas?” Hitori se deslizó hacia un lado, dejando la antorcha dentro de un conveniente hoyo en la muralla. Su voz había sido sólo un poco más que un ronroneo aterciopelado acompañada de una sonrisa juguetona. Acomodó su cabello, dejando que cayera como una cascada sobre su hombro derecho y luego se cruzó de brazos. Su cadera se ladeó hasta apoyarse contra una pared, una mirada atrevida jugueteando en sus facciones mientras esperaba una respuesta del hombre que había despertado al demonio dentro de ella.

Hora
Atardecer

Lugar
Sala de Computación

Clima
Despejado

Con
Adam
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Hitori MacleodHitori Macleod
Hitori Macleod
Inventario : A star in my hand [Priv. Hitori] [+18] Kisspng-snow-globes-clip-art-globe-5acccca2b6cdd6.8839366515233711707488Nivel 2 - Bola de cristal con luz y música.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Con certeza, ante el silencio que tenía como compañía y la soledad en su espalda eran acompañantes para sus pensamientos. Le gustaba bastante, un poco de calma, pero sabía que con la calma iba a llegar la tormenta. ¿Tal vez una pelea? ¿Gritos de un pobre inocente? Pensó en varias posibilidades ante el tiempo que tenía adelante. Se relamió los labios, dejando que sus ojos se paseaban de un lado a otro, analizando sus alrededores, solo un poco de tiempo más y la noche iba  a llegar, o la hermosa luna, él era criatura suya, de la noche misma. Si de la mitología griega existiera claro que sería amante de Nyx, aquella hermosa mujer de la noche.

El sonido de una voz femenina se escuchaba a lo lejos, cantando, ¿Qué era? ¿Acaso sus rezos fueron cumplidos? Con una pequeña sonrisa solamente negaba la cabeza, tal vez no era nada, solo su imaginación jugando con él. Cerró sus ojos de nuevo, pensando, imaginando, planeando su noche, tenía que cazar, pero no le gustaba ensuciarse las manos así que debería pensar en otra cosa más mientras tarareaba esa dulce canción que en su mente se albergaba y se extendía como un parásito. Pero no fue mucho tiempo antes de escuchar como la puerta fue cerrada por alguien.

Abrió un ojo hacía la dirección que estaba proviniendo aquel dulce sonido de sorpresa. Una sonrisa ladina. Tal vez ya haya encontrado su presa, pero era demasiado temprano para eso. Observaba con un ojo de pies a cabeza aquella criatura asustadiza y con un solo pie comenzó a dar pequeños golpes al suelo, en son del tarareo.

Una hermosa mujer, con curvas bastante marcadas, una hermosa piel, hermosos ojos, grandes cualidades que tenía su cuerpo. ¿Podría ser? Tal vez el sol se apiadó de él, tal vez después de tanto tiempo un premio se le fue concedido. Tal vez, solo tal vez, una estrella de su hermosa luna cayó enfrente de él. Una agradable sonrisa que ocultaba pensamientos oscuros se mostró en sus labios, y solamente asintió con suavidad.

-Disculpe mi lady- dijo con su voz un poco gruesa, en un tono coqueto, resbalando alguna que otra palabra para que se extendiera la palabra y así sonará un poco más atractivo de lo que era su voz. De todas maneras, ella parecía ya no un animal asustadizo, sino una cazadora en busca de algo. Dejó que su mano peinaba su negra cabellera, queriendo calmar los cabellos rebeldes que caían por su frente, pero solamente no podía. Maldecía un poco por la falta de productos. Tenía que resolver eso de prisa.

Se levantó, dando un pequeño golpe en el suelo con su bastón, observando la antorcha que estaba prendida, que daba es a luz artificial que podía disfrutar sin miedo a ser dañado. -Espero no haberla asustado demasiado, no quiero que haya malas impresiones hacía mi persona- Con cada palabra que esta serpiente escupía, era dirigida con un toque pícaro hacia la mujer. debía de presentarse igual como se vestía, de calidad, de etiqueta, que las palabras elegantes no fueran afectadas por este espacio donde no había nada más que la naturaleza humana en su forma más cruda.

Paso tras paso, contados, precisos y firmes lo hicieron acercarse hacia la ajena, observándola detenidamente, topando con esos ojos azules que parecía quedarse ahí, navegando, pero lo que más deseaba saber es que ocultaban en las profundidades de ese mar de coqueteo. Los ojos grisáceos del hombre no se separaban de ella.

Se detuvo frente a ella, a tan solo uno o dos pasos de separación, sabía lo que la contraria estaba haciendo, y realmente lo hacía demasiado bien como para no tomarla ahora, pero, ¿Dónde estaba la diversión? ¿El juguete? Aquel arte de seducción y excitación antes de la acción. Respiro profundamente, y realmente algo le pegó.

¿Qué era? Esa mujer dejaba salir un aroma peculiar que la hacía desearla más. Se controlaba, aunque realmente sabía que no lo podía hacer mucho tiempo. Respiro profundamente antes de exhalar pesado. -Disculpe señorita, pero espero saber el nombre de esta hermosa estrella que está frente a mí- dijo con una pequeña reverencia -yo soy Valentine, Adam Valentine a sus servicios- y se incorporó de nuevo, queriendo dar un paso, queriendo dar dos, acercarse peligrosamente a ella, pero apretaba fuerte su bastón en un intento de resistirse. Esta mujer tiene un fuerte aroma, ¿acaso tendrá un sabor igual? Deseaba morderla, solo un poco, probarla.

-Y, si me permite preguntar, ¿A qué se debe su presencia ante este humilde servidor?- Otra pregunta más, curiosa, más, no solamente por las palabras que podían salir de la dulce voz de la ajena, sino las acciones que su cuerpo podía hacer. ¿Qué clase de arsenal tenía ella? Claro, sabía atraer a sus presas, ya lo hizo para este pelinegro quien entre más estaba con ella menos se resistía. ¿Efecto afrodisíaco? tal vez uno de menor potencia. En su porte no lo enseñaba, pero realmente pensaba en hacerle cosas que hace mucho que no hacía, y todo con una simple sonrisa, estando mucho más alto que ella.

Parecía esa leyenda de la caperucita roja, un lobo feroz que deseaba devorarla, y ella llena de inocencia, pero el problema aquí era… que este lobo deseaba devorarla de otra manera, y esa caperucita roja lo incitaba en tomarla de una vez.
Adam ValentineAdam Valentine
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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On the Right SideOf Rock Bottom
Hitori entrecerró los ojos ligeramente, observando los movimientos ajenos, sus pechos acompañando la respiración tranquila de quien observa una pintura en un museo. Sonrió de vuelta ante las primeras palabras en una expresión que respondía sin palabras ¿Y si no quería perdonarle?

La japonesa sabía que no era necesario hacer demasiado, su naturaleza de sucubo hacía todo el trabajo sucio del cual ella había sido responsable por años.- A girl needs a break, you know?- No se movió de su lugar, manteniendo una actitud un tanto desafiante que acompañaba su sonrisa juguetona.

Uno, dos, tres pasos tomados hacia ella deliberadamente. Siguió los ojos ajenos recorriendo su cuerpo, conocía aquel barrido demasiado bien y sabía exactamente lo que producía en un hombre como el que se encontraba delante de ella. Pero sentía que este encuentro era distinto. No se encontraba completamente embobado. Ni siquiera había perdido una pizca de decoro, parecía encontrar palabras adecuadas sin problema.

Cuando los ojos del hombre que parecía tan bien hecho terminaron por posarse en los suyos, Hitori finalmente decidió moverse. Recogió su cabello detrás de una oreja, apoyando una mano en su cintura, pasando su peso de un lado de su cadera al otro, pequeños gestos que, junto con aquella mirada, invitaban al hombre a pensar en qué más se podía hacer con el cuerpo que se encontraba frente a él.

¿Qué pasaría si las manos que acariciaban ese sedoso cabello, que se posaban sobre aquella estrecha cintura, fuesen de tez morena en vez de pálida? Hitori respondía la pregunta con sus ojos, invitando aquellas fantasías de las que luego podría nutrirse.

Observó al hombre respirar profundamente cerca de ella. -Demasiado tarde, guapo, fuiste bueno.- Pensó, despidiendo cualquier futuro donde aquello no acabase como ella deseaba ahora que estaba bajo su influencia. Pero se detuvo por un segundo. ¿Hace cuanto no tenía una oportunidad como esa? ¿Hace cuanto no le daba gusto atraer a alguien de esa manera? De seguro desde antes de haber quedado atrapada ahí. -No seas idiota, Macleod, si no te aprovechas de esto te vas a arrepentir luego.-

Hitori dejó que aquel veneno que amenazaba con arruinar el placer de la conquista se disipara en el aire. Era hora de revisar cuan oxidada estaba, de engatusar al hombre frente a ella por sí sola. ¿Todavía tenía el don?

-Estrella, hm?- La chica hizo una reverencia, inclinándose ligeramente hacia adelante con su pecho en un movimiento que revelaba un poco más de su escote. Tan sólo un poco, un pequeño vistazo era todo lo que necesitaba mostrar por ahora. Agradeció haber conocido a Adam aquella noche, cuando podía tomarse su tiempo.

“¿A mis servicios?” Preguntó, llevando una mano a su pecho en un gesto de sorpresa. “Señor Valentine, debería tener más cuidado con lo que dice.” Posó su dedo índice en su mejilla, ladeando la cabeza mientras arqueaba una ceja. “Hay gente aquí que se tomaría esas palabras de manera bastante personal.” Su tono era juguetón, su lenguaje corporal un reto, pero su voz no había dejado de ser un leve ronroneo.

“Pues si va a ser mi servidor esta noche, quizás es prudente que al menos sepa mi nombre.” Sabía el significado de su nombre, siempre lo había hecho. Contaba con la suerte de que la mayoría de las personas no sabían japonés ni gaélico, por lo que el significado había perdido peso cada vez que se presentaba, un nombre era un nombre después de todo. ¿No? Extrajo la cajetilla de cigarros de su escote, llevando uno a sus labios, descartándola sobre una mesa cercana.

Hitori encendió el cigarro usando la antorcha, sus ojos clavados en los grises. Cada movimiento era lento y deliberado, resaltando valles y montes de manera experta. “Hitori Macleod.” Pronunció ambas palabras como se debía, denotando la fluidez en ambos idiomas que habían engendrado aquel monstruoso nombre que no correspondía con el espejismo que había aparecido frente a los ojos de Adam. Exhaló una fina línea de humo hacia arriba y el lado, preocupándose de no apuntar a su acompañante.

“Agregaría que es un gusto conocerle, pero eso todavía está por verse, señor Valentine.” Otro ronroneo, otro reajuste de un cabello rebelde, una mano acariciando una cadera ligeramente. Todo en su cara era una invitación, un reto. ¿Cuánto puedes aguantar, Adam Valentine?

Sentía el deseo cargar el aire, de seguro si hubiese tomado su forma de raza en ese momento sentiría aquellas fantasías comenzar a nutrirle. Todo a su tiempo. Frunció el ceño levemente, considerando la pregunta mientras se cruzaba de brazos, gesto que hacía maravillas para su escote, dando toquecitos con una mano sobre su brazo. “¿Qué hago aquí?” Inhaló otra bocanada de su cigarrillo, dejando que el humo quemara sus pulmones antes de volver a exhalarlo lejos de Adam.

“Pues todo depende...” Quiso acercarse, susurrar en su oído las próximas palabras, acercarse de manera tan peligrosa que la única opción era romper aquella barrera invisible. Pero no sería ella la primera en perder el juego que había comenzado, no esa noche. “De tí.”

Sus últimas palabras fueron acompañadas con su dedo índice, arrastrándose por su clavícula, acariciando su cuello ligeramente, moviendo su cabello hacia el otro hombro. La invitación era clara, formando imágenes en el aire. Su voz no había perdido aquel ronroneo, pero había terminado en un susurro casi inaudible de manera que Adam debiese ponerle atención a sus labios si quería entender lo que había dicho. Hitori le observó, aquella mirada atrevida había vuelto a sus facciones acompañando su sonrisa traviesa. -I double dare you.-

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Esa forma de moverse, la posición en la que estaba, esa figura femenina que lo atraía de tal manera en la cual apenas se controlaba, ¿Qué clase de cartas tenía bajo la manga? Claro, había visto muchas mujeres en su vida, experimentado con ellas, disfrutado de los momentos sexuales. Pero ella, ¿Será por sus grandes cualidades? ¿Por esos ojos que ahora se pintaban de violeta? ¿Por la figura tan seductora que tenía? o era algo mucho más simple, tal vez la falta de atención ante sus necesidades. Cual sea la respuesta, ahí estaba él cayendo en sus encantos en el interior.

Pero luego de un momento, ya no sintió ese peso, ese empuje que le estaba dando para hundirse en un mar de placeres y deseos carnales. Así que era algo que ella tenía. Una pequeña sonrisa se mostraba, ahora podía jugar sin estar en una gran desventaja. Era un alivio, aunque sinceramente no le importaba estar en esa influencia si eso significaba que lo iba a disfrutar mucho más. Sus ojos se movieron hacia el suelo, por un momento, solo para notar la colilla que abandonó los labios ajenos aún prendida. Con su bastón en un rápido movimiento la apagó. Le iba a molestar un poco el humo a tabaco, no le gustaba que el olor se quedará impregnado en sus ropas.

Fue bendecida por la voz ajena, en ciertas palabras juguetonas, coquetas, atrayentes. Parecía que la ajena se estaba divirtiendo, y eso igual lo iba a hacer. Era mucho mejor que las dos partes estuvieran en sintonía, ¿no? La noche no había llegado, y realmente que el sol sea un testigo de actos impuros no le agradaba para nada la idea.

Más cigarros aparecieron del escote ajeno, esa luz como si fuera una luciérnaga se posaba en los labios ajenos, desprendiendo un aroma peculiar. En medio de todo esto su nombre fue pronunciado, y le provocó que levantara una ceja ante ello -Interesante nombre es el que posee mi dama- dijo, pensando un poco antes de poder saber su significado, Observándola, claro, se veía solitaria en este momento, querida de atención el cual claramente ya no hará falta, este hombre tenía sus ojos en su presa y ya no la iba a soltar más. Estaba aburrido de que solamente hubiera personas menores en el lugar, no se podía divertir, no podía ser este señor seductor, pero con ella… vaya, era otra historia.

Aunque no podía entender su apellido, su significado a lo que estaba demostrando enfrente de él, debería de investigar un poco más en este asunto, indagar en lo que ya sería un espacio personal y para ello necesitaba más tiempo con ella, aunque bueno, en este mundo, ¿Qué apuro hay? Claramente ninguno, sin envejecer por el hecho de ser un vampiro, sin miedo a tener arrugas en su hermosa piel, sin miedo a que los años pasen enfrente de él. A que su avaricia nunca se consuma.

-Espero que pueda llegar a sus expectativas my lady- Dijo, pensando en que el apellido no era algo que podía dirigirse hacia ella. Una palabra de tal magnitud no debería de presentarse a una mujer de tal calibre, no, ella se merecía mucho más que eso. Le dedicaba una sonrisa a todo momento, una la cual era de agrado, una que funcionaba como una máscara para sus verdaderas intenciones.

-¿De mi?- Preguntó al ver como ese dedo recorría en la piel ajena, en como solamente le provocaba, No era algo inusual, pero claro, era entretenido. -Bueno señorita Hitori, si es que puedo llamarla de esta manera, es algo peligroso…- Y entre más hablaba más se acercaba a ella a tan solo estar unos centímetros, evitando que el cigarro le tocase, aunque por ahora, un poco de humo no era malo. Su voz se convertía en susurros solamente dirigidos hacia ella -... Dejar sus asuntos en mis manos- Su voz resbalaba tal y como la miel lo hacía por sus labios, sus ojos la miraban, y si no fuera por el cigarro de por medio que podría haber hecho algo, Dejó una mano apenas rozaba la mejilla ajena, mientras que la otra estaba sosteniendo el bastón querido cerca de él, apenas apoyándose en este. Su piel era suave al contacto, pero se resistió, este juego se jugaba de dos.

Antes de poder ser capturado totalmente de los encantos ajenos y perderse en sus seducciones y acciones se separó, dando un paso, dos pasos hacia atrás y pegó con su bastón al suelo para llamar la atención de la única persona que estaba enfrente de él.

-Señorita Hitori, el atardecer es para nosotros, y la noche no se si estaré bendecido por la presencia de tal dulce acompañante, así que, vamos a disfrutar- Con una sonrisa, pronunció tales palabras como si fuera un presentador, ¿Cómo iba a disfrutar? eso era una buena pregunta, que en este lugar era nada para ofrecer, ni un té, ni un café, ni alguna botana, nada estaba preparado para este día, solo la ajena, una cajetilla que se ocultaba en el pecho de la mujer y el atardecer de en su espalda.

-Me encanta su nombre, cabe decir, pero solo la primera parte, que la segunda no veo una pizca de ello, y para mi por lo menos considero que podría ser algo mucho mejor para una hermosa dama. Comentaba con una sonrisa, con elegancia, tan sólo una observación, tomó aire fresco, preparándose para de nuevo dar dos pasos y acercarse a ella.

-Si puedo preguntar, ¿En donde se ocultaba con su enorme belleza? Porque mis ojos han explorado parte de estos lares y realmente, alguien como usted lo recordaría como si solamente hubiera sido ayer- Un poco más de preguntas no estaría mal, alargar lo inevitable a menos de que ella se rinda primero -Y si me deja agregar, se ve mucho mejor que la mayoría que está aquí, y solo puedo deducir que se cuida mucho mejor que una persona ordinaria, me pregunto, ¿Qué clase de secreto tendría para mantenerse así? Que para mi es toda una odisea- De nuevo, peligrosamente se estaba drogando, estaba consumiendo el aroma de la mujer, de sus ojos, de esos labios puros que tenía tan solo corrompidos por un poco de tabaco y otros venenos que tenía. Si no fuera por el  humo del cigarrillo, claramente había caído momentos atrás y esto sería otra historia.
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Aquella ceja arqueada junto con el comentario acerca de su nombre la sacudieron por completo. Le observó acercarse, pero había disociado lo suficiente como para no poder reaccionar, devolver aquella atención, cerrar el resto de la distancia. Por sus ojos pasó una mirada ausente, como si la alma de la mujer hubiese escapado de su cuerpo. De seguro no había esperado que alguien reconociera la maldición que le había sido otorgada al nacer, por eso no había tenido miedo de revelar su nombre completo.

¿Había dicho algo? Sí, Hitori había escuchado palabras, más cerca de ella, un susurro cálido, pero llegaban a ella como si hubiese estado sumergida bajo el agua. Tristemente, no había logrado escuchar la advertencia.

Sólo volvió en sí con el toque del bastón en el piso, sonido que le sobresaltó lo suficiente como para hacerle pegar otro salto, esta vez no fue capaz de esconder el pánico de su cara, sólo un grito ahogado escapó de sus labios. Una vez más, sintió la mano de su angustia cerrarse alrededor de su cuello, dificultando su respiración.

Hitori intentó recomponerse, inhalando otra bocanada de aquel cigarro que ya casi había consumido por completo, un testamento sólo de su enfermiza adicción. Mientras sus pulmones ardían, escuchó a Adam, entregándole una mirada un poco más curiosa que antes. ¿Qué personaje habían puesto frente a ella? De seguro había sido suficiente para captar su interés, quería saber más.

“¿Mi nombre, eh?” Preguntó, su voz envuelta en terciopelo mientras exhalaba nuevamente, casi completamente de vuelta en su propio cuerpo. No pudo evitar una inflexión en la última palabra que delataba completamente el acento escocés que escondía con destreza. “Pues, señor Valentine, simplemente no he tenido el placer de encontrar a alguien que haya deseado liberarme del peso de mi apellido.” Respondió con el mismo tono, tan sólo una observación traviesa que denotaba con un pequeño puchero juguetón la pésima suerte que le había llevado a estar ahí, frente a él, soltera. Pobre de ella ¿No?

Otra bocanada del cigarro que ya estaba en las últimas acompañó las preguntas de Adam. Hitori apagó la colilla en la mesa más cercana a ella, sobre la cual había descartado la cajetilla, y se tomó su tiempo antes de exhalar. “Pues, si realmente desea saber, no suelo pasear sola cerca de la puesta de sol.” Era cierto, normalmente para este punto de la tarde ya había asegurado alguien con quien pasar la noche.

Sólo había salido siguiendo un impulso temerario que definitivamente había dado frutos. Aunque la razón era el absoluto pánico que sentía cada segundo en que oscurecía de a poco, su tono hacía entender que la razón tenía que ver con la rapidez de sus conquistas. “Pero supongo que podría preguntarle lo mismo ¿No? ”

Hitori sabía las ilusiones que su cuerpo podía crear, escondiendo la realidad. De mirar más atentamente, más allá de sus atributos, era fácil notar las extremidades demasiado flacas. Los ligeros moretones que pintaban aquel lienzo prístino de pequeños recuerdos del día. Quizás era el hecho de que había poca luz, algo que no había pasado desapercibido por la escocesa, pero no pudo evitar una sonrisa de entretención ante aquel comentario sobre su apariencia.

“De seguro tiene más secretos que yo.”
No dignó aquel halago con una respuesta, reconociéndole por lo que era, tan solo palabras vacías, pasando a lo que le interesaba más. “Debo admitir que me sorprende haber encontrado a alguien en este lugar versado en varios idiomas.” Aquel ronroneo estaba de vuelta, Hitori había encontrado su centro nuevamente, algo que se notaba con facilidad con tan solo mirarle.

Reacomodó el flequillo que había caído sobre sus ojos con el saltito que había pegado, pasando su peso de un lado a otro, su cadera volviendo a apoyarse contra la pared. “¿Qué otros talentos esconde?” Un leve movimiento de su pierna, su brazo rodeó sus costillas en un pequeño gesto que podía ser interpretado como algo para resguardarse del frío que traía la oscuridad. Todos acompañados de aquella sonrisa tentadora e irresistible.

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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¿Qué será eso? una mirada ausente, algo que se estaba perdiendo más allá de lo que pensaba, ¿Acaso había tocado una fibra sensible? parecía ser así. En la mente del moreno había ideas recorriendo de un lugar a otro, como divertirse con ella, como poder molestarla cuando ya ella se posará en sus manos, en sus garras. Oh pero qué divertido era.

El golpe rompió una máscara, y por fin pudo verla en su pura forma, en un ser asustadizo como se presenta cuando cerró con fuerza la puerta. La atención del hombre pasó a ser algo que para él era un juego, quemar solamente el tiempo antes de poder dominarla, curiosidad que solamente le daba a un amante en una noche solitaria a ser algo más, más extenso, ¿Qué era lo que estaría ocultando esta mujer? Ese rostro, oh, se le quedaría grabado en su mente, que tan solo la mostró por unos instantes, era suficiente para notar el miedo que tenía, o por lo menos una parte. Ruidos fuertes tenían un efecto en ella, como un pequeño animal enfrentándose a un lugar totalmente desconocido, esas reacciones… ahora podía provocarlas, ¿Qué tan entretenido podía ser? Romper de nuevo ese semblante de cazadora solamente para ver lo que realmente era, una mujer miedosa, veamos, ¿Hasta qué punto se llegaría a aburrir de ella?

¿Acaso ese era su acento normal? Apenas un toque, una prueba, claro, esta mujer era no un mar inexplorado, no, era mucho más que eso, era un vasto océano lleno de sorpresas. Con una pequeña sonrisa, de nuevo juguetona, de nuevo en una faceta de una mujer seduciendo. “Paciencia” fue el pensamiento que gobernaba a todos, ya que en la sombra que creaba se notaba claramente una enorme y demoníaca sonrisa de su ser, encontrando un nuevo juguete con el cual entretenerse en su estancia, sólo se mostró por unos segundos antes de regresar a su estado natural. Las sombras a veces le hacen bromas, como también muestran a veces su verdadera naturaleza, Si tenía amigos así, ¿Por que necesitaba enemigos?

-¿Yo? No suelo estar despierto a estas horas me temo, pero parece ser que me levanté de mi reposo más temprano de lo que tenía planeado- Le respondió, siendo por lo menos honesto, ¿Por qué quería estar en las horas donde el sol reinaba? Su peor enemigo, una diosa nórdica la cual, en su carroza pasaba por el mundo, guiando la luz a todas partes. Si, ella, no la odiaba, era más un amor prohibido. No podía disfrutar de la calidez que proporcionaba, como tampoco ver un hermoso amanecer o atardecer, a veces lo extrañaba, pero eran sacrificios para tener más poder que estaba dispuesto en sacrificar, de todas maneras, ¿Por que no ser el ser más sofisticado?

-Bueno, todos tenemos secretos señorita Hitori- comentó, alzando ligeramente los hombros hacia ella, cada quien tiene cartas bajo la manga, y claramente no deseaba mostrarlas todas, si lo hacía, ¿Qué diversión había para ella? No, no, las iba a mostrar en su debido tiempo. Paso a paso, con lentitud, en movimientos agraciados se acercaba a ella, no tenía que verse más alto de lo que ya estaba, pobre mujer, tal vez con un sonido fuerte y moverse enfrente de ella podría asustarla, intimidarla tal vez… ¿Lo intentaría? Era una clara posibilidad.

-Tengo conocimiento de varios idiomas, sobre todo porque era vital para mi trabajo- de nuevo cerraba la distancia, de nuevo sus palabras eran dulces, de nuevo su acento ruso apenas y se acercaba, se asomaba en esa R, la arrastraba por un momento antes de continuar hablando. No le molestaba, es más, no le daba miedo en demostrar de dónde había surgido, era algo que le gustaba. Entre más se acercaba a ella, más jugaba con el botón de su camisa oscura, ese botón que podía descubrir un poco más su piel, en donde la clavícula podría ser mostrada. Tan solo jugaba con él con sus finos dedos, un poco travieso cabe destacar.

-Talentos… tengo una gran gama señorita Hitori, pero algunos que simplemente no sirven en este lugar- y de nuevo, tan solo a un paso de poder estar apegado a ella acercó un poco su rostro al ajeno -My lady, espero tener talentos que le puedan interesar, y claro, parece justo preguntarle lo mismo, ¿No lo cree?- palabras convertidas en susurros de nuevo, en un simple y suave murmuro cerca de ella, pasando de nuevo su mano a la mejilla ajena. Las yemas de sus dedos rozando de manera amorosa a la ajena.

-¿Tiene frío My lady? Desgracia cae en mi por no venir con ropas extras para poder cubrirla- y con esto extendió un poco su mano, pasándola por la espalda ajena para empujarla hacia su cuerpo, con gentileza, con cariño -La noche parece ser que se acerca, ¿no lo cree? Espero que esto sea suficiente para usted señorita Hitori- ¿Era un movimiento atrevido? Tal vez, pero no quería perder ante este juego y parecía una buena oportunidad para dar el primer tiro.

Ella estaba… ¿más delgada? ¿Apenas lo había notado? No, solamente que ella tenía cualidades para distraer la mirada de los demás, y claro, no se puede negar que hacía un buen uso de esto -¿Esta mejor my Lady? si le molesta puedo alejarme- Dijo, siendo todo un caballero, por lo menos el semblante de uno, como ella lo tenía él se ponía una máscara para atraer a los demás, es lo que siempre había hecho. Su trabajo se basaba en una honestidad falsa y mentiras verdaderas.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Hitori atendió las palabras de Adam con atención. Había despertado su interés y la mujer colgaba de cada palabra. -¿No suele estar despierto a esas horas?- Recordó de golpe el lugar donde estaban, por un momento demasiado perdida en aquel encuentro, olvidando la situación en que se encontraban. ¿Había, quizás llegado a parar frente a un vampiro? De haber sido alguien con algún tipo de autoconservación, hubiese temido un poco por su propia vida.

Arqueó una ceja ante la mención de tener secretos, la curiosidad curvando la comisura de sus labios en una sonrisa. ¿Qué tipo de hombre se escondía detrás de aquellas hermosas palabras? No había conocido a ninguno que mantuviera una fachada como esa cuando encontraban a Hitori entre las sábanas. Para ser justa, de seguro no se encontraba a la mejor calaña de hombres en bares a mitad de la noche en Glasgow.

La mujer escuchó el ligero acento, sus ojos posándose por un momento en el botón con que jugueteaba. -Así que dos pueden jugar mi juego.- Otra expresión ladina al notar que Adam correspondía sus movimientos insinuantes con algunos propios. Se dio palmaditas en la espalda mentales, agradeciendo haberle soltado de su influencia demoníaca. Aquello era muchísimo más divertido.

Hitori recibió los avances con una sonrisa de ligera satisfacción, evitando demostrar que aunque no quería ser la que perdía, de seguro se derretía por dentro ante la idea de las manos de Adam sobre su piel. “¿No sirven aquí, hm?” Musitó, volviendo a arquear una ceja.

“Pues supongo que yo he tenido un poco más de suerte.” Un susurro que rebotaba en el aire y contra la mano de Adam, inclinando su cabeza levemente hacia ella cuando se posó sobre su mejilla. Podría haber dicho simplemente que sus conocimientos de medicina habían salvado más de una vida. -Where’s the fun in that?-

“Desgracia-” Respondió con un reproche juguetón que fue interrumpido por el siguiente avance. De seguro agradecía que no hubiese tenido ropa extra, tan solo estaría en su camino luego. Se dejó acercar, sintiendo escalofríos que nada tenían que ver con la temperatura hacer ondas por su espalda descubierta bajo la mano de Adam.

Apoyó su pecho contra el cuerpo ajeno ligeramente, notando con una sonrisa por primera vez la enorme diferencia de tamaño entre ambos. Tuvo que alzar la mirada bastante, de seguro de allá arriba tenía una deliciosa panorámica de su escote. ¿Cuán rápido desaparecerían aquellas palabras que trataban a una sucubo de señorita? Eso estaba por verse, aunque la ironía no había pasado desapercibida.

“Señor Valentine.” Otro ronroneo, un pequeño suspiro que chocó contra el pecho de Adam. Una mano recorrió el brazo que había posado sobre ella, luego el hombro, descansando ligeramente detrás de su cuello. “Si quiere ir por este camino.”

Su toque era suave, tomándose el tiempo de arrastrarse poco a poco hasta llegar a su posición final, donde envolvió sus dedos alrededor del cabello azabache, un gesto que no le permitiría al moreno alejarse fácilmente de nuevo. “Aprenderá rápidamente que, cuando cae la noche.” Su otra mano se posó en el pecho del hombre, un brillo oscuro y travieso asentándose en sus ojos. Apegó su cuerpo un poco más, dejando que su muslo rozara la pierna ajena. Nada es suficiente.” Un pequeño tinte de algo hambriento se dejó entrever en sus últimas palabras, tan sólo por un momento.  -Your move.-
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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¿Un poco más de suerte? Se preguntaba en su mente, que talentos realmente tenía que podrían servir en este lugar. Claro, podía quedarse todo el tiempo pensando, pero, ¿acaso importaba en el momento? Claro que no, eran palabras fugaces que solamente crearon ideas efímeras en su mente.

La calidez ajena era reconfortante, claro, estaba una chica entre sus brazos la cual no se negaba al contacto que le estaba dando. Pequeña, seductora, toda una Femme Fatale, pero lo que realmente necesitaba no era que ese rostro de mujer cazadora se mostrará, no, deseaba ver más allá de eso, lo que realmente lo que ocultaba. Sus dedos pasaban rozando la espalda ajena, apenas acariciando, apenas dando ese deseado contacto.

Este día, siendo uno entre el resto de los días, era un hombre afortunado, encontrando a una mujer no solamente encantadora, sensual, tentadora, sino con varias sorpresas. Esos ronroneos que dejaba salir, esas palabras que le eran dedicadas, sabía a dónde se dirigían con esto. Todo esto solamente tenía un final posible para los dos, y lo que estaban haciendo era prolongar lo inevitable, pero si se divertían, ¿Qué importaba? Realmente la experiencia iba a ser mucho mejor.

Ese recorrido de la mujer por su brazo, hombro hasta llegar a su cuello y de ahí a su cabellera, le gustaba, le encantaba el contacto con la ajena y no pudo mostrar más allá de una suave y ligera mordida en el labio inferior, ya quería aventarse, ya, despojarse de sus ropas y de las ajenas y dominarla, “Paciencia” se repitió de nuevo, que todo debía de ir al ritmo de una canción imaginaria que formaban los dos que no solamente se demostraba en los sonidos que dejaban sus bocas salir, sino que también por el contacto que estaban teniendo, los movimientos, aquellas acciones que era una batalla para ver quien se hacía notar más encima del escenario, quien destacaba más, quien robaba la luz principal.

-Presiento señorita Hitori, que usted entonces será mi tutora- susurro, acercando sus labios hacia la oreja ajena. Claro, tenía una vista completamente buena, la mejor de todas del cuerpo ajeno, ese escote que tanto le atraía, pero no tenía que verla por mucho tiempo, en lugar de eso se concentraba en los labios, en sus ojos, en sus cejas, en todo lo que ese rostro que se presentaba ante él ofrecía.

Tan cerca de ella, mientras que su mano pasaba por su espalda, suave, presionando gentilmente la piel ajena hasta que tocó la parte trasera del cuello, la nuca, sus largos cabellos que acariciaba con lentitud, con delicadeza. Ella parecía una profesional claro está, esas palabras le dirigían a una trampa, a una la cual podía caer solamente para dar la satisfacción de su acompañante.

Adam respiró un poco, aún apegado en la oreja ajena, así oliendo su cabello, su cuello, la esencia que ella emitía. Era deliciosa, y aún así no mostraba sus dientes, no era el momento de capturarla. Esperaba, tranquilo, sin apresurarse al precio. -Y espero realmente… que la lección que me vaya a dar, señorita Hitori, sea algo que nunca se me vaya a olvidar- De nuevo susurros, tan gentiles, tan bajos que parecía ser que sólo desprendía un poco de aire por su boca, ahora, con el objetivo de que un poco le pegue dentro de su oído.

Con una pequeña sonrisa, cerró sus ojos, despreocupado de la vida en este momento. Estaban los dos, solos, tan solo con la antorcha consumiéndose cerca de la puerta cerrada como también el sol que se estaba ocultando conforme pasaban los minutos. Respiro profundamente, consumiendo por completo el aroma ajeno, familiarizándose, si, este era, no se lo iba a olvidar, marcaba su presa como el vampiro que era, así como en las novelas, el objetivo de seducirla y morderle el cuello y tal vez con un premio un poco más grande como un encuentro nocturno.

-¿Sabe señorita Hitori? Me he divertido bastante esta tarde- susurra de nuevo, sus palabras traviesas rompían el silencio que lento se formaba alrededor de ellos -Y espero que este encuentro no sea algo efímero- susurró, acariciando los cabellos ajenos con una mano, y después con la otra dejó sólo un suave golpe contra el piso del salón con su confiable bastón para que el silencio no retomara su forma.

-Como le dije, tiene mis servicios en la palma de su mano, cuando desee algo, ahí estaré cumpliendola como si fuera una orden- travieso con un tono pícaro, ¿Quién de los dos iba a perder primero? La voz ajena era demasiado dulce, cautivadora, como si lanzara un hechizo. Una contrincante digna. Sus ojos cerrados, disfrutando solo del contacto ajeno -señorita Hitori- sólo un susurro, esperando al movimiento de la otra, como si fueran piezas de ajedrez, demostrando quien era el más diestro.
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Nuevos escalofríos recorrieron su piel, esta vez la de su cuello, al recibir el calor del susurro de Adam. La hibridación de razas que habitaba dentro de ella de seguro estaba molesta por lo mucho que estaba alargando aquel momento, pero a Hitori le tenía sin cuidado. Tenía hambre, por supuesto. Siempre tenía hambre, pero en ese instante podía contenerse, por más difícil que estaba resultando ser.

La mano de Adam dejaba ríos de reacción en la piel de la enfermera, quien se estremeció ligeramente ante aquellas caricias. “Creo que está subestimando su propia habilidad, señor Valentine.” Respondió, enroscando sus dedos en el cabello del moreno. “De seguro usted también tiene algunos trucos bajo su manga que podría mostrarme.” Respondió con el mismo ronroneo de un gato cómodo. Considerando que había esquivado sus preguntas, no era la única guardando secretos. ¿Podría descubrirlos, uno a uno, sin revelar todos los suyos?

Como su cara estaba fuera de vista en aquel momento, se permitió una ligera mordida de su labio inferior, sintiendo aquel murmullo acariciarle nuevamente. “Pues tendré que asegurarme…” Aprovechó la cercanía de Adam, estirándose para elevarse hasta estar cerca de su oreja, acercando su hombro a los labios ajenos. Con su mano libre, recorrió la cintura, subiendo por su espalda hasta posarla en el omóplato de su señor Valentine.

“De hacer algo inolvidable. ¿No?” Otro susurro que jugueteaba en el aire antes de acariciar al receptor de aquella proposición. Dejó que sus labios acariciaran levemente el lóbulo oscuro, hundiendo sus dedos levemente en la espalda ajena, una promesa de lo que haría luego. Continuó enroscando los dedos de su otra mano en el cabello de Adam, le parecía extremadamente suave.

Le sintió respirar profundamente otra vez entre sus brazos, el aire volviendo a acariciarle. Y luego. ¿Se despedía? Antes de poder reaccionar, el sonido del bastón volvió a sobresaltarle, esta vez sólo de manera ligera, una parálisis de su cuerpo que no duró más de un segundo. Fue suficiente como para notar que quedaban sólo minutos de la tenue luz solar.

¿Se despedía? Hitori resopló en su cabeza. -Mierda, sacó la artillería pesada- Su contrincante había elevado las apuestas, jugando aquel juego que ella había comenzado como si fuese un experto. ¿Era momento de hacer trampa?

Lo pensó por un momento, hacer que su cuerpo comenzara a despedir aquel veneno que aseguraría que Adam se rompiera primero. Pero no, todavía tenía opciones. Tendría que poner evidencia el bluff, aunque era un movimiento bastante arriesgado.

“Entonces...” Otro ronroneo, pero esta vez Hitori se alejó, sus manos devolviéndose por donde habían venido, recorriendo los mismos caminos poco a poco. Quizás se arrepentiría de aquel movimiento, pero a ese punto sentía que era su responsabilidad jugar hasta el final.

“¿Se retira por la noche, señor Valentine?” Sus ojos seguían jugando aunque su expresión en aquel momento era inocente, quizás con un leve puchero. “Le agradezco la oferta de todos modos.” Ya no susurraba, más un murmullo aterciopelado que había perdido un poco de apetito.

Terminó de recorrer el cuerpo ajeno en su retirada y bajó sus brazos, esperando. “¿Quizás será hasta la próxima?” Respondió la sonrisa con una propia, llena de un reto implícito. ¿De veras pretendía irse, o le había forzado a mostrar su mano?    

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Tantas caricias, tantas palabras bañadas del dulce aroma a chocolate, todo esto, solamente un juego en donde apostaba demasiado, ¿Qué iba a pasar? Eso era lo interesante de jugar esto, como si fuera dentro de un casino, ver quien se rendía primero, quien se retiraba o quien llegaba hasta el punto de no poder hacer más y perderlo todo.

Le gustaba el movimiento de la mano ajena, de cómo pasaba por su espalda, le encantaba demasiado como sus manos tan ágiles y diestras en el toque pudiesen atraerlo mucho más. Imaginaba llevarla a la cama, imaginaba todo el acto, y eso le provocaba un fuerte deseo que tenía que aguantar, ¿acaso esto solamente sería una noche y ya? No, claro que no, deseaba más que eso, por lo que si él se rendía primero, sería más difícil tenerla en control, pero si se rendía ella… Vaya, la apuesta estaba completamente alta.

Esas manos bajaban, se regresaban como dulces serpientes recorriendo su cuerpo, le estaba obligando bastante, esas palabras, esa pregunta, esta mujer estaba arriesgando demasiado, y solamente con una sonrisa que se mostraba en su sombra se podría ver la malicia, esta individua enfrente de él quién podía despedazar con un ruido bastante fuerte, se preguntaba a que más le podía temer. ¿Podría sacarla de sus casillas con un golpe más fuerte con el bastón? Eso sería trampa, quería luchar contra la faceta que ella mostraba.

Respiro profundamente, mostrando una sonrisa como siempre, ahora un poco más pequeña, cerrando los ojos y asintiendo unas cuantas veces -Dependiendo si es que lo desea señorita Hitori, que con sus hermosas palabras me está brindando un agradecimiento y un quizás, aunque eso último me preocupa…- su tono de voz, pícaro, sus palabras salían, empujando más las fichas al centro, con una ligera reverencia, no mostraba su mano que tenía. Alcanzó el paraguas que aún descansaba en ese asiento que tomó cuando llegó a este lugar. Lo observó por varios segundos y después sus ojos grisáceos se pasearon por el suelo, notando ya la luz que se estaba desvaneciendo, minutos para que la noche reinara en toda la tierra una vez más.

Se giró de nuevo a su acompañante, observando su rostro, sabía que lo retaba, por lo que pasos lentos y seguros lo hicieron detenerse enfrente de la puerta y con un rápido movimiento abrió la puerta, deteniéndola antes de que golpeara. Claro, podía retirarse ahora, ahí estaba la salida para él y cazar a otra presa pero… Hitori le era tan interesante que no quería acabar esta conversación.

-... Un quizás se refiere a la posibilidad de volver a verla o no- dijo, sin mirar a la chica, solamente al exterior, a ese manto de la noche apoderándose del rojizo cielo "Y siendo sincero, deseo que esto no acabe" Pensó mientras observaba al lado donde se encontraba a la mujer, con el bastón en su mano y apoyándose en el suelo mientras que con la otra teniendo un paraguas que estaba en su hombro. Sus ojos fijos en ella, como si hubiera tomado ese reto y lo estaría a punto de cumplir.

-Dígame señorita Hitori, que va a entrar la noche, y será una hermosa noche de seguro, su presencia la hizo bastante bien- susurros que llenaban la habitación, y provocaba que las sombras se extendieran un poco más de lo normal, tan discreto, apenas y los cambios eran considerables. Sus ojos se posaron en la antorcha ardiente y después en ella, pensando en sus posibilidades.

-¿Tal vez quiera acompañarme por un momento? no pienso dejar a una hermosa dama como usted en una noche como esta, varios se han convertido en criaturas depredadoras y no deseo que le pase algo malo- ofrecía una oferta, tal vez una tregua, no quería separarse de ella, pero tampoco quería caer fácil, prolongar esto era un dolor que podía soportar y cambiar de posición sería lo ideal, ¿O tal vez estaban condenados a estar aquí encerrados?

Él no tenía mucho que perder más que una presa, porque sabía que los días siguientes siempre podía intentar de nuevo, del fracaso surge la experiencia, y de la experiencia surge la sabiduría. Le dedicaba una sonrisa, a tan solo un paso de salir de ese lugar y dejarla sola. ¿Acaso estaba empujando demasiado duro en su apuesta? Podría ser, pero era un riesgo que estaba dispuesto a tomar.

-¿O acaso prefiere que la deje sola y me retire? lo que desee yo voy a estar de acuerdo, como lo he dicho anteriormente, mis servicios están a su disposición cuando usted guste, no tiene que ser hoy, tal vez un día cercano si es que nos volvemos a encontrar claro esta- unas últimas palabras que eran más que nada un reto, ¿Quién se iba a rendir primero? La duda le intrigaba, le encantaba. Que hermoso era jugar con los demás.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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¿Por qué se esforzaba tanto? No perdía demasiado si ella era la que se rendía primero. Después de todo, bastaría un soplido de aquella antorcha durante la noche para dejar en claro quién sería el que ganaría aquella apuesta.

“¿Le preocupa un quizás, señor Valentine?” Le observó recoger sus cosas, una rápida mirada a las sombras de aquella sala recordándole lo que realmente estaba en juego. -Maldición- Le observó parar de ella, encaminándose hacia la puerta. Si la cruzaba, si le dejaba sola, no tendría cómo salvarse a sí misma del silencio. “Hemos estado aquí por meses y no nos habíamos topado. Un quizás es lo único que puedo prometerle.” -¿Te arriesgarás a no volver a encontrarme- La pregunta estaba clara en un ronroneo que había vuelto.

Se le acababan las opciones, una por una todas sus trampas habían sido desactivadas expertamente. ¿Romperse primero y perder lo poco de dignidad que le quedaba, o jugar el juego y arriesgarse a quedarse sola en medio de la oscuridad? Ena un conflicto interno que sólo tenía sentido dentro de la cabeza de la enfermera demente.

¿Era hora de hacer trampa y revelar uno de los secretos que sentía eran necesarios para tratar con aquel hombre? Iba a hacerlo, estuvo a meros segundos de arruinar aquel juego, y luego, una oferta. “Pues...” Comenzó, intentando encontrar alguna manera de hacer que se quedara y zafarse de mostrar su mano. Tenía que pensar rápido y hacerle creer que no lo estaba haciendo.

Retroceció hasta que encontró una mesa y se sentó sobre ella, cruzando sus piernas, dejando que el tajo en el vestido que llevaba las dejara al descubierto. Clavó sus ojos en los grises, otro desafío. “En una noche oscura como esta, no sería muy caballeroso de su parte dejar a una señorita sola a merced de cualquier depredador peligroso.” No le molestaba quedarse con el depredador peligroso frente a ella, aquello había quedado claro con su tono juguetón, su sonrisa ladina, el ligero movimiento de su pie.

-Check- ¿Cuán importante era para él mantener la máscara de caballero? Hitori había apostado por una respuesta que se acercaba a “lo suficiente como para acceder a la tregua que él había ofrecido.” O, quizás, simplemente igual de importante como era para Hitori mantener una pizca de dignidad frente al hombre que le tenía completamente cautivada.

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Esas palabras parecían ser reconfortantes, pero realmente no lo eran. Meses. Meses sin tenerla en sus brazos, ahí estaba demasiado cerca, ya estaba cansado de beber sangre que le ofrecían, y sobre todo, no poder tener alguna clase de acción. No le interesaban aquellos que no tenían la edad para beber, aquellos que no eran legalmente adultos. no podía mostrarles lo que realmente deseaba y solamente una sonrisa y palabras elegantes les ofrecía, ningún tipo de acción al respecto. No era justo, pero así era la vida a veces. Una injusticia como las acciones de su madre en esa edad tan joven.

No había aceptado la respuesta, estaba demasiado cerca de la puerta, un paso y listo, adiós a lo que sería una noche de diversión y placer. Pero ahí estaba, empujando más a la mujer para rendirse. Con una sonrisa en sus labios, juguetona, como si ya se estuviera despidiendo de ella.

Pero no era el momento.

Sus ojos observaron las acciones de la mujer, como se adentraba más a la habitación y se sentaba, le estaba llamando en lo que pensaba que era el último intento, un poco desesperado al notar las piernas completamente descubiertas a la ajena. Con una sonrisa ladina jugaba con el botón de su camisa de la mano que sostenía el paraguas. Observaba lo peligroso que ella se podía poner, pero parecía ser que un empujón más bastaba.

-Disculpe si no le parece caballeroso de su parte que no la pudiera proteger- Dijo, solo girando sobre sus talones para observar de frente, nunca se le debería de dar la espalda a una dama -Pero creo que es algo noble, y de mucha más importancia, porque si me quedo con usted en esta noche, realmente no podré controlarme- Con una gran sonrisa acompañando las preocupantes palabras del hombre, solo para dejar que ella viera sus grandes colmillos y discerniera su naturaleza como el vampiro que era, aquel que consume sangre para alimentarse.

Dejaba un paso, y otro más, firmes para acercarse a ella. Su sonrisa lentamente desaparecía, sus ojos se enfocan demasiado en ella, penetrandola, tratando de ver las reacciones que la ajena tenía -Los depredadores de la noche son muchos me temo, soy uno de ellos, y no quiero que sea herida- En un tono preocupado, sin dejar que aquella máscara que tenía se cayera, ni que mostrará sus verdaderas intenciones. Con una pequeña sonrisa ladina suspiro al aire y se detuvo enfrente de ella, de nuevo separándose a unos pasos.

-Le ofrecí que me acompañara para dejarla a un lugar seguro señorita Hitori- dijo, con firmeza, seriedad, aún sin desaparecer esa sonrisa, pero parecía tener este tono de reproche, por lo menos un aire -Sé de lo que soy capaz, ¿Acaso no le importa estar con una criatura de la noche?- preguntó, dejando que las sombras se extendieran más y más por las paredes, llegando a la antorcha cerca de la entrada y esa luz de un momento a otro fue extinguido. Observaba a un lado, ya que en cualquier momento la oscuridad dominaría el lugar, Nyx extendería su manto por todas partes y la noche se presentará tan gentil como su toque para él.

-Me preocupo por usted My lady, ¿Acaso no le importa lo que yo le haga? Podría quedarme si es que me lo pide, pero… -de nuevo enseñando sus colmillos -... no sabría si al final podría controlarme ante usted, mi sed crece bastante bajo la hermosa noche- palabras que le apenaban un poco. Tan solo un pequeño juego, ¿no? Tal vez ella ahora se daría por vencida, se retiraría, o… tal vez, solo cabía la posibilidad de que haría algo más, pero no lo creía, o por lo menos no se le cruzó por su cabeza en ese momento estando frente a ella.

el reloj avanzaba peligrosamente, y si no recibía respuesta, se alejaría de ella. No podía protegerla de los demás depredadores ya que claramente él era uno de ellos.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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-Hook.-
Había, con aquel comentario, logrado hacer que se diera la vuelta. -¿Controlarse?- Ahí estaba, la realidad que Hitori ya se había imaginado. Observó los colmillos sin sorpresa, sin perder aquella sonrisa juguetona, no tenía miedo de aquel vampiro feroz.

Ahora que había sido él quien había revelado su naturaleza primero, no sintió demasiada culpa en mostrar parte de su mano. Después de todo, Adam no era el único depredador en aquel salón esa noche. “Señor Valentine...” Comenzó, el aire a su alrededor empezando a cargarse de aquel dulce veneno que provenía de su piel.

Se acercaba, paso a paso, directamente a su ruina. “¿Qué le hace pensar que usted no está en el mismo peligro que yo en este momento?” Su tono simuló el ajeno, la preocupación que había tenido, pero su mirada era la misma. No tenía miedo, y había ganado. Adam se acercó y luego respiró el veneno que había dejado en el aire. Los ojos púrpura de Hitori se habían clavado en los ajenos, de un depredador a otro.
-Line.-

Iba a decir algo más, otra cosa para devolverle aquella preocupación, insinuando que ella tenía la misma sed que él. Pero observó sombras extenderse por las paredes y extinguir la única cosa que le separaba de la completa oscuridad. -Mierda. Mierdamierdamierda.- Ahora sí, era todo o nada. Absolutamente todo, o absolutamente nada.

Había despertado más testaruda que asustadiza aquel día, de otra manera Hitori no se hubiese encontrado en aquella situación de todos modos. Un último esfuerzo de valentía, mientras todavía quedaban tenues rayos de luz. No dejó mostrar el pavor que sentía, no del vampiro frente a ella, prometiendo ser incapaz de controlarse, si no que de la oscuridad absoluta que ya pronto le envolvería.

Lo unico que evitaba que sus extremidades comenzaran a temblar era la adrenalina que se había disparado por sus venas ante aquellas sombras. Debería haber corrido, despavorida. Temido por su vida. Pero lo único que quería era que Adam volviera a tocarla.

Inhaló y exhaló profundamente cuando el vampiro había dejado de hablar, como si estuviera sopesando sus opciones, pero más que nada quería asegurarse de que el dulce tóxico de sus labios llegara hasta él. Un último intento de maniobrar la situación a su favor antes de tener que mostrar su mano más de lo que había hecho. No consideraba haber sido la primera en hacer trampa, Adam había enseñado sus colmillos y tenía claro que era él quien se había encargado de arruinar su antorcha.

“A decir verdad, señor Valentine...” Murmullos que ronroneaban, amenazadores, entre los últimos rayos de sol. Reacomodó su cabello de un lado hacia el otro con un movimiento de su cabeza, ocupándose de ventilar más feromonas a su alrededor, creando un aura irresistible a su alrededor.

“Entre usted y yo, me preocupa un poco más su propio bienestar si decide quedarse.” No necesitó moverse, si iba a ganar lo haría de manera triunfal, de modo que lo que sucedería luego era completamente suyo para sentirse orgullosa al día siguiente. Dejó que una sombra pasara por sus ojos, algo del demonio en su interior, hambriento, tiñó aquella sonrisa juguetona y el ronroneo que había mantenido. Había salido más como una amenaza, una promesa, ella no sería la única damnificada de la noche, eso era seguro.
-Sinker.-
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Vaya, ahora ella ha mostrado igual parte de su mano, parecía ya que estaban al final de la partida, los dos individuos empujando, ver quién caía primero entre halagos y poses realmente seductoras. Tragó un poco de saliva, sonriendo ante todas las palabras que se le estaban dedicando. Cerró los ojos por un momento, considerando cuál era la mejor ruta.

Pero en ese momento, lo sintió de nuevo. Su cabeza estaba más ligera, su cuerpo relajado que cambiaba los engranajes, los hacía girar más deprisa en un sentimiento más carnal, más primitivo. Mordió su labio inferior, esta mujer, le iba a volver loco. Se estremeció ante el aroma que dejaba salir la ajena, si un tipo de droga, algún afrodisíaco que parecía ser que ella producía.

Le encantaba.

Apretó su bastón con fuerza, ¿Le iba a dar la satisfacción de ganar? Lo consideraba, realmente lo hacía. Se acercó más a ella, un paso, dos pasos retumbaron por el silencioso cuarto de computación. Con sus sombras que apenas podían extenderse gracias a los escasos momentos de los rayos tardíos del sol logró que lentamente se cerrará la puerta de la habitación. -Tal vez esté en lo equivocada señorita Hitori- susurró, estando cada vez más cerca de ella. Cerró por completo la puerta, ya no había salida alguna, ¿Pero se requería? Para este punto ya no.

Su rostro se acercaba peligrosamente al ajeno, apenas y unos centímetros de separación, esos hermosos ojos que tenía la ajena, esos finos rasgos que la caracterizaban, un nombre el cual la acusaban de ser una combinación de dos nacionalidades. Era hermosa. Afectado por el efecto de aquella habilidad ajena acercó sus labios al cuello ajeno, pero se detuvo, no la iba a tocar, por lo menos no sin antes decir algunas palabras.

-O tal vez… Los dos seamos más peligrosos de lo que imaginamos- susurró cerca de su piel, tan solo dejando que su lengua paseaba por su labio inferior, abrió ligeramente sus labios sólo para besar el cuello ajeno, saborear la piel que se le ofrecía. Al parecer no podía haber resistido más, al parecer ya estaba harto de esperar, o simplemente mostraría la derrota en aquel duelo.

Sea como fuese, sabía que perdió, y al terminar el beso en el cuello ajeno por fin el Sol tan resiliente de quedarse de testigo para esta escena se ocultó en el horizonte. La habitación estaba más oscura, ni una pizca de luz alrededor, pero la podía sentir. -My lady- susurró, adaptando sus ojos en la oscuridad, pudiendo ver más allá, en como en lo oscuro de la habitación para él se mostraba de día. Con una sonrisa dejó su bastón a un lado y el paraguas igual, encima de la mesa.

Paseo sus labios por el cuello ajeno, después por la mejilla en donde le dedicó un pequeño beso, y tan solo rozaba sus labios con los ajenos -Parece que he perdido… señorita Hitori- susurró, observando el rostro ajeno, que en el manto de oscuridad para él nada se ocultaba ni se podía ocultar. Era un ser de la noche, un vampiro hecho y derecho.

Unió sus labios con gentileza a los ajenos, entrecerrando los ojos para poder observar, para saborear las expresiones que hacía, deleitarse de las acciones que tomaba. Las preparaciones estaban listas, y aunque el juego se haya acabado y ella había ganado, le tocaba la recompensa, una que se pagaba en carne en el sentido más sexual de la palabra.

Su mano apoyado en el borde de la mesa, la otra pasando por la mano ajena, rozando sus dedos, el dorso de su mano, recorriendo su antebrazo, ¿Era más flaca de lo que aparentaba? Vaya, su mano pasaba por su bicep, su hombro, acariciando un poco el cuello, dejando estos toques de ternura antes de posarse en la mejilla ajena, acariciandola con el pulgar, claro, perdió, así que debía de atender lo mejor que pudiera, ¿no era así? Él debía de darle el mejor servicio. ¿Acaso no era el mejor perdedor?

-Señorita Hitori… es un placer haberla encontrado esta noche- susurraba después de separarse de esos labios dulces y adictivos. Esos labios finos que no deseaba separarse de ellos, pero lo tenía que hacer para poder hablar. Sus palabras, con ese toque caballeroso se escapaban de su boca y una vez más unió sus labios a los ajenos, no más charla, era tiempo de la acción.
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Hitori observaba con atención ante cualquier indicio de que tenía a Adam bajo su hechizo. Ahí, una ligera mordida del labio que quería probar. Un leve estremecimiento, un apretón del bastón. -Ya eres mío.- Se regodeó. La realidad era que ella se había entregado por completo hace varios minutos, poniendo su vida y al menos su futuro cercano en las manos del moreno muchísimo antes de lograr tenerle de vuelta.  “Eso está por verse.” Respondió ante la idea de estar equivocada.

Había sido él quien casi lograba escapar de aquel encuentro, después de todo.

La mujer dejó que se acercara, su corazón latiendo cada vez más fuerte. Era una carrera contra el tiempo. ¿Estaría entre los brazos de Adam antes de que el resto de luz desapareciera? Ya no dependía de ella.

Estiró su cuello, dejando salir de sus labios un sonidito de placer casi imperceptible al sentir los labios sobre su piel. Justo a tiempo, con milésimas de segundo de sobra. “Adam.” Hitori no pudo evitarlo, una de sus manos voló hacia la nuca de su compañero, un movimiento más rápido y desesperado que los anteriores, un tono más urgente. Había roto la ilusión de llamarle juguetonamente por su apellido, la urgencia del pánico desbaratando por unos segundos su actitud más calmada. Ya en su lugar, asegurándole que el hombre seguía ahí, exhaló con un poco de calma.

No veía nada. La fobia a aquella oscuridad que tanto le paralizaba cuando estaba sola impedía que su cerebro siquiera intentara acostumbrarse. Simplemente cerró sus ojos, olvidando el color negro, concentrándose en el hombre que le acompañaba.  

Hitori descruzó sus piernas. Cada toque y caricia eran inesperados ahí en medio de la oscuridad. Estaba completamente a merced de Adam, había perdido el control tan pronto había ganado el juego. Una sonrisa juguetona y un tanto derrotada iluminó su cara ante la mención de que él había perdido.

Quiso responder, pero Adam se había acercado, movimiento que sólo logró seguir debido a la mano que había vuelto a perderse en el cabello azabache. Sintió labios sobre los suyos, un murmullo de sorpresa que rápidamente se convirtió en un suave gemido escapó de los suyos antes de corresponder aquel beso.

Su mano libre tanteó hasta encontrar la del moreno apoyada en la mesa. Recorrió el brazo de nuevo, esta vez dejando que sus dedos se hundieran en la piel un poco más profundo. Los dulces labios de Hitori no habían dejado de cargarse de aquella toxina, aunque sí había bajado de intensidad. Se estremeció bajo sus manos, todo en su cuerpo extremadamente sensible, reaccionando a cada roce de piel, cada caricia de aire.

Con sus ojos cerrados, una pequeña sonrisa formada de placer en sus labios, su cuello estirándose bajo las caricias, era extremadamente obvio que Hitori se había entregado a Adam en la oscuridad. Lo que sucedería con ella ya no estaba bajo su control, y aquella idea parecía tranquilizarle. Estaba acompañada, protegida del abismo de la oscuridad. No existía algo más en el mundo que quisiera que aquella certeza. Excepto Adam, claro.

Cuando Adam se separó de ella, exhaló nuevamente, un pequeño gemido escondido detrás del aire y el dulce veneno. Su mano libre encontró el estómago del contrario, tanteando mientras recorría sus músculos, hundiendo sus dedos hasta que encontró aquel botón con que le habían tentado. “Será compartido.” Aseguró, deshaciendo el primer botón de la camisa para posar sus dedos helados, por fin, sobre la piel ajena, acariciando una clavícula, luego un hombro.    

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Tan sólo la noche era testigo ahora de los actos impuros que se cometerían en esa sala de computación, alguna vez utilizada por jóvenes con futuros brillantes, ahora profanada por acciones de dos adultos en busca de placer. Fuera de los refugios establecidos, fuera de todos los territorios en los que la escuela se dividía, ahí estaba el moreno, escondido en la profunda oscuridad del anochecer, tan solo dejando que sus besos se sintieran.

Ella parecía no poder ver nada a través del manto negro, y con una sonrisa tuvo que aprovechar este momento. Había perdido la batalla, pero no la guerra. Esos movimientos son un poco más urgentes que antes, ¿Cuánto tiempo se andaba aguantando? Tal vez desde el momento en que los dos comenzaron a pelear, o tal vez más allá de ese tiempo, tal vez los meses que se han estado alojando en este extraño lugar. Sea como fuese, por fin Adam podía probar de nuevo lo que era la compañía femenina. Por fin...

Se sentía más drogado, más su mente quedaba flotando, como si fuera un sueño lúcido, como si todo lo que estaba experimentando fuera mucho más real de lo necesario. Su botón desabrochado por los dedos ajenos, se estremeció ante el contacto con las manos frías de la mujer que pasaban por él como si fuese una escultura, revisando cada detalle.

al perder la vista, uno se hace más sensible, ¿no? Se apegó más a la mujer, agarrando con suavidad las piernas ajenas, presionando con sus dedos su prístina piel y jalando hasta que estuvieran totalmente pegados -Disculpe señorita Hitori… no me puedo contener- Susurraba cerca de los labios ajenos. Quería poseerla en ese instante, despojarle las ropas, tirarlas a un lado, de manera brusca y sin control y desahogar todo lo que estaba guardando.

“Paciencia”

Las manos recorrían por los muslos de la mujer, pasando por debajo del vestido, sintiendo el resorte de las bragas solamente para estirarlas con suavidad hacia arriba, aprisionando la intimidad ajena -Dígame señorita Hitori… deseaba ver mis otros talentos, ¿no?- de nuevo susurros que se perdían en la oscuridad. Ahora, más atrevidos. Sus besos pasaron de los labios ajenos hasta la oreja, en donde dejo una pequeña mordida en el lóbulo para jalarla, lento, gentil.

-Sabe… Creo que hizo trampa- de nuevo las palabras se arrastraban como si fueran serpientes, venenosas, inyectando lujuria -... Pero me alegra haber perdido My Lady- Tan solo pronunció estas últimas palabras antes de perderse de nuevo en el cuerpo ajeno. Besó su cuello, siendo apoderado más y más, y ni siquiera se resistía. Sus besos se pasaron al hombro, dejando un ligero roce de sus colmillos en su piel, no, aún no era momento.

Dejó salir un pequeño suspiro, sujetó con suavidad las manos ajenas para guiarla hacia los botones de su camisa -Creo que… la ropa va a molestar… ¿no lo cree señorita Hitori?- Atrevimiento se mostraba por sus palabras, una sonrisa, un cálido jadeo, se relamió los labios, ¿Qué más podría mostrar esta mujer esta noche?

Pasó una de sus manos por las curvas ajenas, por encima del vestido, tan lento como es el tortuoso caer de las gotas de agua en un lavamanos. Pero seguro de su progreso, sintiendo la forma del pecho ajeno, era enorme, cálidas, que pasando por ahí se detuvo por un momento, deseando realmente agarrarlos, destrozar el vestido, dominarla como una bestia hambrienta.

Relamió sus labios de nuevo, pasando por el cuello de la mujer, sintiendo el nudo que tenía en la nuca, aquel que ocultaba el cuerpo de la señorita. Con un movimiento ágil, ese nudo había desaparecido y acompañaba con sus dedos aquella caída de las ropas. Sus labios siguieron detrás, pasando poco a poco, bajando poco a poco, por el hombro hasta la base de sus pechos, uno a uno.

-Señorita Hitori- susurros contra la piel ajena, antes de nuevo ascender y besar el cuello, cerca de su yugular, pasando por su barbilla, de nuevo atrapando varias veces los labios ajenos, mordiendo con suavidad el labio inferior cuando tenía que respirar. No podía separarse de ella, era en este momento impensable, inaudito.
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Notó el ligero temblor bajo sus manos, satisfecha de ser capaz de generar en él lo mismo que ella sentía. Otro ligero gemido expulsado como aire por su nariz al sentirse arrastrar más cerca, su cuerpo pegado al de Adam. ¿Qué tenía pensado para ella? Su mirada se volvió curiosa y luego realmente divertida cuando el moreno se disculpó.

“No recuerdo haber pedido que te contuvieras.” Una sonrisa juguetona que invitaba al peligro acompañó el ronroneo de la mujer. Sus manos recorrían el cuerpo ajeno, dedos que exploraban todo lo que había frente a ella. Brazos, luego hombros, bajó por su pecho en movimientos lánguidos, explorando con las yemas de sus dedos.

Más escalofríos recorrieron la piel de sus muslos detrás de las manos de Adam. Quería más, quería todo, pero en la oscuridad había entregado las riendas. Tan solo correspondió aquellos besos, mordisqueando gentilmente a veces.

“Och” No había acallado un sonido de placer inesperado que había vuelto a dejar en evidencia su acento escocés en respuesta al tirón de su ropa interior. “Deseo...” Respondió, un murmullo perdido en sensaciones, detenido por otro gemido ante la mordida en su oreja. “Que me muestres…” Todos sus nervios estaban a flor de piel, revolviendo las palabras osadas que intentaba formar en su cabeza. Cada toque una nueva inflexión en su tono de voz, en su respiración. “Todo lo que quieras.”

Entrelazó sus dedos detrás de la nuca de Adam, tirándole más cerca, una leve risita respondiendo la acusación de trampa. “El que apagó la luz fuiste tú, después de eso ya no hay reglas.” Hitori era un animal distinto amenazada por la oscuridad. Quizás, de no haber apagado la antorcha, hubiese sido ella la perdedora.

Perdió una mano en la espalda de Adam, una caricia mezclado con algo más hambriento, estirando su cuello mientras escalofríos decoraban su piel detrás de los colmillos. Sabía que, tarde o temprano terminaría por alimentar al moreno. Era justo, después de todo, él haría lo mismo por ella.

Se dejó guiar hasta la camisa, los botones, y respondió la pregunta deshaciendo cada uno. “Sí.” Un ronroneo plácido, como si hubiese estado esperando esas palabras, invitando aún más osadía. Lento, acariciando cada pedazo de piel que revelaba, se tomó su tiempo como él lo hacía, botón por botón hasta que descartó la camisa, tomándola desde los hombros de Adam y arrastrándola hacia abajo.

Un jadeo ligero acompañó la caída de la tela que había usado de vestido. Uno de los efectos secundarios de la toxina que liberaba era que solía terminar con ropas hechas jirones, por lo que había estado obligada a improvisar aquel día.

Hitori arqueó su espalda, acercando su cuerpo a los labios de Adam, rodeándolo con sus piernas, tirándole más y más cerca, nada era suficiente. Sus manos recorrían la espalda descubierta, cada músculo apareciendo bajo sus dedos mientras se arrastraban por la piel morena. Quería hundir sus uñas, rastrillar para marcarle, pero Adam era el que guiaba. Cada toque, peso y caricia de Adam era acompañado de un nuevo sonido proviniente de la mujer.

Cuando volvió a ella, posó su mano en la mejilla del vampiro, acariciando sin dejarle alejarse demasiado. Correspondió los besos, explorando su boca, mordisqueando lo que encontraba suavemente. “¿Qué quieres mostrarme, Adam?” Estiró su cuello, una invitación. “Perdiste, estoy esperando que intentes redimirte.” Una provocación, de seguro aquella mujer tenía algún tipo de deseo de preservar su vida, de conservar quizás aquella ventaja que había logrado obtener. Pero las luces estaban apagadas y la suerte estaba echada.

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Que hermosa velada era realmente, tan tranquila, pacífica, y tan solo en el foco principal estaban ellos dos en esa habitación. ¡Que los dioses los perdonen! que la lujuria ha sido más fuerte y no iba a terminar temprano. El calor de los cuerpos no se podían contener, claro, todos tenían necesidades, pero en este momento, el vampiro estaba completamente débil, a la influencia de la ajena, a todo lo que podía ofrecerle.

Esas hermosas palabras que dejaba disparar la ajena de sus labios, aquellas que llegaban como un canto de sirena hacia un marinero. Claramente es un acto de placer sexual. Palabras que dejaban su imaginación flotar, salir como una explosión de ideas sexuales, de posiciones que estaba planeando para toda la noche. ¿Quién necesita dormir? Si se tiene el entretenimiento de frente la única opción congruente era disfrutar.

Pero deseaba más. Más contacto. Más besos, más caricias, su avaricia no conocía límites, deseaba más y más y más. Realmente se hundía en un torbellino de emociones. Con una sonrisa, aceptaba los ronroneos. Con alegría, se juntaba más con ella y sentía como la mujer comenzaba a desabrocharle los botones hasta que solamente fuera una prenda colgada y lista para quitarse y eso fue lo que hizo.

Con cuidado, dejó su camisa a un lado, lejos del área del peligro. Se estremecía de nuevo, jadeos pequeños salían de sus labios, las manos ajenas aún estaban frías. Cómo exploraba cada parte de su cuerpo, cada detalle de su fornida forma. -Espero poder redimirme esta noche… mi señorita Hitori- mencionó, con determinación, jugando con ella a lo que sería un caballero apenado. Tragó un poco de saliva, agarrando los hombros ajenos y empujando gentilmente a su compañera para que se acostara en la mesa.

Sus manos pasearon por sus brazos delgados, después por su cuerpo, sus labios se pegaron a la mejilla ajena, cerrando sus ojos para poder concentrarse en otros sentidos. Esos labios oscuros que tenía pasearon por su cuello de nuevo, y sin perder un segundo más mordió gentilmente la piel de Hitori, tan sólo penetrando ligeramente, lento, estando seguro de que ella no le doliera para nada, chupando un poco antes de retirarse y dejando que un hilo diminuto de sangre saliera de la herida.

Después, siguió con su aventura por el cuerpo ajeno, bajando sus labios hasta la clavícula, ahí plantando un beso solamente, gentil, superficial. Bajaba más y más, hasta uno de los pechos de la mujer. Respiró profundamente, drogandose más con el aroma de la mujer. Era todo un deleite. Dejó una mordida en la base de su pecho, de la misma manera que su cuello. Como si fuera un doctor experto en poner agujas, presionó sus colmillos y absorbió un poco de la energía ajena. Tan delicioso, un vino en su punto, un poco afectado por el tabaco y una pizca de alcohol, pero eso se puede arreglar con el tiempo.

-My lady, Tiene un sabor delicioso- susurró, agradecido del alimento que ella le estaba proporcionando, pero no iba a dejarla, oh no, tenía demasiada hambre que lo carcomía por dentro, esa sangre tan magnífica, que disfrutaba cada gota que podía beber de ella de gran manera. Como si hubiera encontrado oro entre todo el basurero que estaba en este lugar. Su lengua pasó por la base de sus pechos hasta el pezón erecto que ella tenía, removiendo las ropas improvisadas que ella tenía, bajarlas hasta el vientre. Quitarle todo lo que ella poseía, que solamente su cuerpo desnudo se mostrará ante él. y aún así, esas ropas no las rompía, ni tampoco las maltrataba, recibían el mismo trato como el cuerpo de su compañera.

Sus besos en esos deliciosos y rozados pezones, pero tenía solamente una boca, y sus manos estaban ocupadas en las caricias que daba a los muslos ajenos. Sus labios, después de tratar solo por unos momentos los pechos ajenos bajaba, pasando por su abdomen, de nuevo dejando mordidas pequeñas hasta su vientre, sin poder descender por las ropas que la ajena tenía en su vientre, por lo que dejó un largo beso antes de ascender de nuevo por el cuerpo ajeno.

-Me encanta su aroma…- susurró, besando su mejilla con cariño, desabrochando el cinturón que tenía y dejándolo a un lado, encima de su camisa -Dígame señorita Hitori… no hay reglas, ¿cierto?- preguntó de manera atrevida, dejando las manos ajenas que tocarán su pantalón -haga los honores si sería tan amable- y con estas palabras enterró de nuevo sus colmillos en el cuello ajeno, tomando un poco más de su sangre, estremeciéndose por el sabor que de ella emanaba.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Hitori lanzó una risita traviesa ante el acto de caballero apenado. ¿Cuánto más duraría? Desde hasta antes de caer en aquel mundo, sabía que lo que su cuerpo y actitud generaban en los hombres no se acercaba a como Adam le estaba tratando.

Se dejó empujar a la mesa, no con fuerza, no de manera brusca. Le tocaba como si estuviera hecha de cristal. No le molestaba ni le gustaba más que la alternativa que conocía, simplemente era distinto, desconocido para ella que generaba en el resto lujuria descontrolada.

Adam acariciaba su cuerpo, despacio, sin urgencia. Hitori tuvo que inhalar y exhalar pesadamente, calmando su deseo, recordándose que era él quien marcaba el ritmo. Estiró su cuello como había hecho, sintiendo esta vez colmillos clavarse ligeramente en su piel. Más cuidado, había esperado que el vampiro no lograra controlarse, como había amenazado.

Pero estaba ahí, consciente y no desangrándose. ¿Qué juego estaba jugando ahora? Era uno que Hitori desconocía, algo completamente peligroso. Sintió a Adam retirarse y su corazón aceleró a mil por hora. “Adam.” Murmuró, su tono teñido de miedo por instante. No podía ver nada, no podía arriesgarse a perderlo. Una mano voló instantáneamente hacia adelante, tanteando hasta que encontró la ajena. Entrelazó sus dedos con los de él, apretando con una fuerza que no tenía que ver con el deseo.

Pudo seguir el caminito de besos que dejaba, primero en su clavícula, más y más bajo. La respiración de Adam cerca de sus pechos le hizo arquear la espalda, un gemido escapando de sus labios. Una sonrisa ladina iluminó su cara. “¿Sí? Supongo que ahora puedo poner eso en mi currículum.” Soltó una risita, había dejado entrever su acento nuevamente entre sus susurros. “Hitori Macleod, veintiséis, enfermera, A negativo, tiene un sabor delicioso.” Se quedó helada por un momento. En una frase que ya no escondía su acento de ninguna manera había mostrado casi toda su mano. ¿Qué le estaba pasando?

Olvidó el desliz de su lengua, estremeciéndose entre gemidos bajo las manos de su compañero que le desvestían con cuidado. No soltó su mano en ningún momento, dejando que la otra acariciara su cabeza, sus hombros con la gentileza que él le estaba mostrando. ¿Estaba bien? ¿Por qué recordaba haber sido tocada de esa manera?

“¿Mi aroma?” Murmuró, su voz nuevamente escondiendo aquel acento. Siguió la mano de Adam con la suya hasta el cinturón que ayudó a deshacer. No le soltaría. “Creo que recuerdo haber dicho algo como eso.” Ronroneó, jugueteando. Aventuró a abrir sus ojos. No veía más que sombras, la silueta del vampiro. Pero de alguna manera en ese momento no sentía miedo de aquella oscuridad.

“Oh-” Gimió en el oído de Adam, estirando su cuello, ofreciendo más, dejando que se alimentara de ella. ¿No habían historias de lo que le sucedía a las chicas que alimentaban vampiros? Le daba igual. Rodeó las caderas del moreno con sus manos, tomando una nalga en cada una y tirándole hacia ella con suavidad, yendo en contra de los instintos que le gritaban que le agarrara con fuerza.

“¿Qué te hace pensar que soy amable?” Aquella palabra no le gustaba para nada. Su tono no era juguetón, una acusación, como si le hubiese ofendido. Hitori deshizo el botón y cierre del pantalón en un movimiento ágil, experto, como si lo hubiese hecho miles de veces. Porque sí que lo había hecho.

“Señor Valentine, le aconsejo recordar que usted también está en peligro.” Nadie la trataba de amable y se la llevaba gratis. Devolvió la mordida de cuello mientras que bajaba los pantalones del vampiro, acercándole hacia ella con sus piernas. Pasó su mano por debajo del boxer, sin hacer los honores de liberarle de su ropa interior, rodeando el miembro con su piel helada, una sensación que de seguro le sacaría algún sonido a su compañero.

Mordió su labio inferior, besando el cuello ajeno antes de apresar el lóbulo de su oreja entre sus dientes, succionando ligeramente mientras su mano exploraba la entrepierna, congelando muslos y cualquier piel cálida que encontrase. Era su pequeña venganza, y lo demostraba con una sonrisa.

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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Oh, ¿pero cuántas facetas mostraba la mujer en ese momento? Una mujer mostrando aquel temeroso lado, esa la cual dejó que sus suaves dedos se entrelazaron con los ajenos, que apretaba con suavidad, que su nombre fue llamado con un tono de miedo en búsqueda del acompañante, como si de una niña pequeña se tratase al igual que cuando bajaba por su cuerpo, pasando por sus pechos, notó un tatuaje negro, escrito, sabía lo que significaba. Interesante realmente, todo esto estaba ocurriendo de una manera en la que no se había planteado. Esto era un placer para su conocimiento de la chica.

Ese estremecimiento, esos gemidos, esas palabras que estaban tan lejanas al tomo que se estaba acostumbrado, ¿Acaso así hablaba normalmente? Como le encantaba. Capa por capa, descubre más, “Un océano desconocido” dijo en su mente, y se iba a asegurar de cubrir cada rincón, de ir a lo más profundo y ver lo que reside. Iba a hacer lo posible para consumirla por completo hasta que ella no tuviera ninguna sorpresa debajo de su manga.

Se sorprendió un poco ante esas palabras, desafiantes, acusadoras, pero tampoco pudo ocultar su sonrisa complacida de descubrir mucho más de ella, si esto solamente pasaba en una noche podía imaginarse lo que pasaría estando varios días con ella, semanas, meses… lo que tenga que pasar para agarrar toda capa, analizarla, conocerla y seguir con más y más, aunque claro, necesitaba la confianza de ella para hacer eso.

Gimió con suavidad, cerca de ella, esa mordida la disfruto mucho más de lo que esperaba. Sus manos se posaron en la espalda ajena, acariciándola con la misma gentileza que siempre la había tratado. Las manos, heladas de la ajena, provocaron un suave jadeo al momento de entrar en su ropa interior, y después un gemido salió de sus labios, tan suave, bajo, dedicado sólo para ella, ¿Acaso una fibra sensible? Sonreía, bastante, se relamió sus labios con lentitud.

-Se… señorita Hitori... - susurraba, atrapado entre toques y mordidas en una lluvia de sensaciones placenteras. Tragó un poco de saliva, intentando calmarse, ¿Pero cómo podía? Teniendo su pene bastante duro, deseando querer más de esos toques, de sus palabras. -Con usted… no me importaría estar en peligro…- susurró cerca de ella, siguiendo con sus caricias, pasando sus dedos por los cabellos ajenos para sujetarse de ellos suavemente. Le gustaba, le encantaba, le provocaba un éxtasis que hace mucho que no había sentido.

-Pude notar… una marca en su piel señorita Hitori… Una de un color negro- susurraba, dejando que sus palabras se resbalaran, pasando su mano por el hombro ajeno, el omóplato hasta llegar en esas costillas, hasta que posicionó debajo de su pecho, muy cerca de su corazón. Era curioso, bastante curioso.

Dejó una pequeña mordida en su hombro, suave, enterrando sus dientes contra su piel. ¿Ahora como sabrá su sangre? ¿Una pequeña alteración tal vez? -Y si me permite comentarle… realmente amo su acento My lady- Con un suave susurro contra la piel ajena, acariciando aún con suavidad la piel de la chica, le importaba, bastante… le importaba porque era interesante, porque ofrecía lo que muchos amantes no podían ofrecer. Deseaba saber cómo funcionaba la mente ajena.

Disfrutaba bastante de la compañía ajena, de como lo trataba, de como hablaba. Dejo salir un suspiro más, pegando sus labios en la herida que le hizo, dejando pequeños besos con suavidad, cariño, de esos mimos que le daba, que siempre la trataba como si fuera una flor delicada, pero, ¿Qué mujer no lo era? Trataba a todas de la misma manera, pero en este momento, era una atención mucho más especial. El juguete perfecto para el vampiro.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Hitori sonrió como depredador ante el gemido y jadeo de Adam. Quizás eso le enseñaría a no volver a usar aquella palabra para referirse a ella, aunque la sonrisa del ajeno parecía demostrar lo contrario. ¿Qué quería? ¿Qué estaba pasando por su cabeza? Ni ella misma lo tenía claro. Todo. Nada. Lo único que sabía era que estaba ahí, con Adam, y que eso le gustaba.

Era suficiente. Hitori Macleod era una chica con varios talentos que sorprendían. Su puntería con dardos, su habilidad con una guitarra. Absolutamente ninguna de ellas tenía que ver con el control o la habilidad de esconder sus emociones o pensamientos, por más que lo intentaba.

Lo lograba, a veces, con mucho esfuerzo. Pero siempre estaban a flor de piel, y ella era una mujer extremadamente inestable. Quizás había ganado la primera batalla, pero tenía claro que perdería la guerra. Que terminaría a merced de aquel vampiro tarde o temprano, era demasiado tarde.

Y aquello le gustaba.

“Creo que el sentimiento es mutuo.” El ronroneo estaba de vuelta, el acento completamente escondido de nuevo. ¿Cuál era la máscara y cuál la verdad detrás de ella? Todas. Ninguna. Hitori se había quedado, había convencido a Adam de quedarse sabiendo lo que significaba. Ignoró la advertencia varias veces, demasiado ensimismada en aquel juego como para preocuparse de algo insignificante como su propia vida. Por supuesto que no le importaba estar en peligro siempre y cuando estuviera entre sus brazos.

Hitori liberó el lóbulo de su compañero, una mano recorría un hombro ajeno mientras que la otra rozaba levemente contra la entrepierna. Su toque era ligero, casi imperceptible, su venganza tentadora, si Adam quería más tendría que forzarle a hacerlo. -Anda, suelta la máscara, sabes que quieres hacerlo.- Su expresión reflejaba el sentimiento, otro reto ahí en la oscuridad.

“¿Marca?” Ronroneó con curiosidad, enroscando los dedos de su mano en el cabello del vampiro mientras lo tentaba con la otra de manera experta. Sabía exactamente dónde tocar, qué acariciar para volverle loco. Sintió la mano ajena acariciar y luego posarse en aquel lugar que había olvidado. Que decidía olvidar todos los días. Maldito el día en que había encontrado el único hombre que hablaba y leía japonés en ese lugar.

“Och” Una expresión de disgusto escapó de sus labios, un sonido que sólo podía provenir de alguien importado de Escocia. Otra mordida le trajo de vuelta y el disgusto había desaparecido. ¿Ese era el juego? “¿Y?” Su tono se tiñó de una expresión incrédula. “Señor Valentine, no me diga que creía ser el primero?” Una mueca altanera, más pruebas de que no era una chica amable.

“Le pertenezco a cualquiera que, como usted, note aquella marca.” Había susurrado en su oído como una serpiente, sus palabras eran simples hechos. ¿Qué pretendía al decir aquello? Ni ella sabía. No dejó de tentarle, su mano recorría la entrepierna segura, cómoda como si fuese su tierra natal.

Se volvió a estremecer bajo aquellas caricias. ¿Por qué le trataba de esa manera? Estiró su cuello, dejando que perforara su piel nuevamente, otro gemido escapando de sus labios. “Lo ama ¿Hm?” Le acercó con sus piernas, acariciando su nuca con su mano libre. “Sir Valentine.” Murmuró, dejando que las sílabas escurrieran de su boca sin filtro, sin esconder sus orígenes. “Palabras como esa pueden confundir a una chica.” Su tono juguetón, había hundido sus dedos en la nuca de Adam. “Debería tener más cuidado de ilusionarme de esa manera.” No escondió su cinismo, aquella palabra no existía en el vocabulario de Hitori y no era capaz de escucharla sin que una sonrisa amarga tiñera sus facciones.

Era un libro abierto para cualquiera que prestara atención. El problema es que nadie nunca lo había editado, páginas no coincidían la una con la otra, había sido roto y reparado en distinto orden, y cada palabra parecía estar en un lenguaje distinto.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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¿Acaso un pasado que jamás tuvo que ser descubierto? Estaba en un lugar peligroso, en un lugar de minas, tal vez, con más calma, tal vez después de esto se atrevería a preguntarle más acerca del asunto. Por lo que le pasaba en la cabeza era un amante entonces, alguien quien ella le debió haber entregado el corazón. Su tono, aquella queja de disgusto. Con una sonrisa, su mente ya estaba creando esta telaraña, y esta era una de las bases.

-Claro que no señorita Hitori… pero espero ser la mejor compañía que haya tenido- Susurró, determinado, confiado en sus habilidades de complacer, y no solamente eso, de que su compañía era mucho mejor que todos los hombres con los que ella había estado. ¿Arrogante? Claro, todo vampiro tenía que serlo, aquella personalidad que desborda confianza de un lado a otro. Nunca iba a decir algo más de él, no se iba a menospreciar ni recibir insultos a su persona, y tenía que realmente probar que iba a ser el mejor de todos.

-¿Cualquiera? Esperemos que no por mucho tiempo My lady- le seguía aquel juego, ¿juego? Sus palabras sonaban realmente firmes, claro, no pensaba en compartirla después de esta noche, tal vez nunca. Era su juguete, uno el cual tenía tanta complejidad que se la iba a pasar todo el tiempo pensando en ella, en abrir sus secretos, en que ella misma se los diga.

Con una sonrisa, tal vez enviaba señales mixtas, podría ser, pero siendo honestos no haría algo así. Respiro profundamente, disfrutando de toda caricia que le daba, de toda atención, de toda palabra dedicada solamente a él. Con una pequeña sonrisa, todo escuchaba, todo absorbía para guardarla en su registro mental. -Señorita Hitori- pronunció, un poco serio, para llamarle la atención -Soy sincero en mis palabras, y si digo que amo su acento, realmente lo hago, sin hacer ilusiones a nadie, me parece un poco irrespetuoso que piense así de mi persona- seguía con ese tono, más que ser juguetón, o travieso, solamente le estaba diciendo la verdad en el momento. Así la deseaba escuchar, sin filtro alguno, que revele su verdadera forma de ser, que se exprese como debía.

Jugar en la playa estaba bien, pero adentrarse al mar era peligroso y aquel aventurero no le temía al peligro, al contrario, lo recibía con gusto. Tal vez demasiado para su propio bien. Su mano derecha pasó a la mejilla ajena, acariciando con cariño -Señorita Hitori, lo que escucha y ve es lo que soy, nada más y nada menos- acabo diciendo, endulzando sus palabras, de nuevo regresando a ese tono caballeroso y travieso, aquel que jugaba con palabras, aquel que solamente decía lo que pensaba.

-Espero que lo comprenda, que yo no soy alguien más… - de nuevo susurros que eran arrastrados por el viento, que eran dedicados solamente para sus oídos. Con su mano libre bajo por la espalda contraria, llegando a su nalga la cual apretó con suavidad, pasar por su muslo y adentrarse a sus bragas, los cálidos dedos del moreno se posaron primero en las bragas, mojadas, y comenzó a presionar con suavidad la tela contra su intimidad, pasando de arriba hacia abajo lentamente, dejando una ligera presión cuando sentía aquel clítoris.

-... Soy Adam Valentine, y con orgullo le digo, que será una de las mejores noches que vaya a tener conmigo- y con esto dicho, como si lo estuviera marcando en una piedra, tan confiado estaba de su habilidad que no tenía ni una pizca de duda. Dejó sus dedos pasar por el resorte de la ropa interior ajena, apenas jalando un poco para separarla de su piel, y pasó sus dedos en la calidez y humedad de la entrepierna ajena. Pasando por su vagina, por ese punto suave que destacaba, presionando más sus dedos en este, acariciándolo, con el dedo índice y medio presionar y moverlo circularmente, tan lento, exquisito, no la dejaría respirar de ahora en adelante.

Sus labios conectaron con los de ella, dejando suaves y pequeñas mordidas en el labio ajeno, pasando a ser un poco más apasionado, que su lengua tocara con la ajena y se hundiera en un universo de sabores y emociones. Con placer, dejando así un beso largo, un poco agresivo, no tenía realmente la necesidad de respirar, ¿que eran pues los vampiros sino seres atados a la muerte? Para tener una hermosa piel, para no envejecer ni ser afectados por el paso del tiempo.

Tan sólo se separaba para que la ajena respirara, y él también lo hacía, claro, tenía que aparentar que estaba vivo, sino sería extraño, ¿no? Hacerlo con alguien quien no tenía necesidad más que tomar sangre todas las noches -Señorita Hitori…- susurró, entrecerrando sus ojos, perdiéndose en los sabores que ofrecía la saliva ajena antes de atacar su cuello, antes de hundir sus colmillos y absorber su sangre con lentitud, tan solo durante unos segundos antes de separarse y dejar un beso en esa pequeña herida.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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On the Right SideOf Rock Bottom
¿La mejor compañía que había tenido? Hitori mordió su labio inferior. Su vida había sido una puerta giratoria de amantes, noche tras noche sin descanso. Era lo que tenía que hacer para mantenerse cuerda, por más retorcido que le pareciera al resto.

No recordaba demasiado. Quizás los golpes que había recibido a veces, el alcohol transforma sombras en demonios. Quizás un hombre o dos que le habían hecho reír de verdad. ¿La mejor compañía que había tenido? La vara no era demasiado alta, lo que Adam había dicho era verdad pura. Pero Hitori no pretendía reconocerla como tal, no en ese momento.

“Pues eso depende, señor Valentine.” El jugueteo de sus palabras en aquel acento escocés que a veces era difícil de entender rebotaba contra los labios ajenos en murmullos. “Soy una chica hambrienta.” Una sonrisa ladina acompañó sus palabras, apegó su cuerpo al ajeno y mordió aquel cuello de chocolate nuevamente.

“A veces no me basta con sólo un compañero.” Mentiras escapaban de sus labios. Le bastaba y sobraba con tan solo una persona que le rodeara con sus brazos en la oscuridad. Pero Adam no necesitaba saber eso, ya lo descubriría luego de un modo u otro. ¿Cómo reaccionaría a sus palabras?  

-¿Sincero?- No conocía la definición de la palabra, no cuando se trataba de alguien que intentaba llevarle a la cama. De haber sido menos dañada, Hitori se hubiese dado cuenta de que no tenía sentido mentirle cuando ella se había entregado de esa manera. Pero por desgracia, la chica era lo que era y nada más o menos.

Ladeó la cabeza, apoyando su mejilla contra aquella mano que seguía acariciándole. ¿Por qué? Aquellas palabras tan cuidadosas que pretendían ser honestas. Que pretendían asegurarle que aquel hombre era alguien confiable. Pero a ella no le importaba. ¿Siquiera lo volvería a ver después de aquella noche? Hitori no solía repetir parejas, era una de sus únicas reglas. Demasiado peligroso.

Adam pretendía quedarse, más que una noche. ¿Qué sería de ella si caía entre los colmillos de aquel vampiro? De seguro no sería capaz de salir nunca más. ¿Acabarían aquellas caricias que le hacían sentir extraña?

“Todos pretendemos ser alguien más, señor Valentine.” Murmuró, algo amargo había teñido sus palabras, sus dedos se hundieron en el hombro ajeno mientras su otra mano tomaba el boxer del elástico y finalmente lo descartaba hacia abajo. Estaba cansada de hablar, los pensamientos en su cabeza habían hecho nudos de tal magnitud que había dejado de llenar el aire de su veneno y ni se había dado cuenta.

“Ahora déjese de promesas y muéstreme que no es un vil mentiros-”  No había terminado sus palabras cuando la mano de Adam había pasado a su entrepierna. El resto de la frase había desaparecido en un gemido. Ahí estaba, por fin, lo que había estado esperando. Ambas manos se clavaron en la espalda ajena, esta vez se dio el permiso de arrastrar sus uñas ligeramente por el lienzo moreno, arqueando su espalda, presionando sus pechos contra el cuerpo de Adam.

Se perdió ahí, en aquel beso un poco más violento, al que estaba más acostumbrada. Pequeños jadeos, gemidos que dejó escapar contra los labios ajenos, sus manos recorrían todo, desordenaban cabello, rastrillaban uñas por piel prístina, pidiendo más. Respiraba cuando Adam se lo permitía, estaba bajo su control.

Colmillos sobre su piel, esta vez más profundo, otro gemido. Hitori llevó su mano al miembro que había liberado de la ropa interior, moviéndola de arriba hacia abajo despacio, correspondiendo la atención que recibía del vampiro. “Adam...” Jadeó aquel nombre en la oreja ajena, un ronroneo que escondía una leve súplica. Había esperado demasiado.
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Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]Re: A star in my hand [Priv. Hitori] [+18]
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Expresiones y palabras que denotan cierta desconfianza, lo podía observar todo en medio de la oscuridad efímera de la noche. ¿Que palabras creerle? ¿Cuáles descartas? Todas estaban hechas en un nudo de mentiras y verdades. Tal vez el tiempo que le debía invertir era mucho más de lo que pensaba. Tiempo que en este momento estaba siendo invertido en darle placer y solo placer a la mujer que tenía enfrente de él.

Finalmente siendo liberado de esa prisión  textil, su miembro estaba totalmente a merced de los toques de la mujer, pero esas palabras le habían dado en el blanco. pero no en su totalidad. Un nombre, unas mentiras de un lado en el otro, no era su actitud, no era su personalidad, esas las había clamado como suyas, como parte de él desde hace tiempo. Pero era algo más. Negó con la cabeza con una sonrisa, despejando malos recuerdos, bloqueando malas memorias.

Todo eso desaparecía por los rasguños, por como sus cabellos eran despeinados, sus toques se volvieron más urgentes, con un tono excitante. Su espalda, teniendo pequeñas marcas de las uñas ajenas, marcándolo. No le molestaba el dolor que provocaban, era justo, el enterraba los dientes, ella sus uñas, cada uno se llevaba parte del dolor ajeno.

-Sería tan amable de no llamarme mentiroso señorita Hitori… es algo que yo no puedo soportar- dijo, agarrando con firmeza la mano que le daba placer en su miembro mientras que con la otra movía las bragas ajenas, descubriendo la apertura que ella tenía -¿Me escucho como alguien quien pudiera aguantar semejante acusación sin que diera un castigo adecuado?- preguntó, hundiendo su mirada en la ajena, atravesando los ojos que la otra poseía. Sin dejar la muñeca de la mujer guió su pene hasta la intimidad ajena y comenzó a penetrarla, se estremeció, caliente, húmeda, de fácil acceso. Estaba preparada para esto, ¿O acaso la estímulo lo suficiente?

No se le notaba furioso, mucho menos enojado, tal vez una molestia juguetona en su voz, en sus palabras. Relamió sus labios, dejando en paz la muñeca ajena para que sus manos descansan en las caderas de la mujer, sujetándola firmemente. Se apegaba más a ella, la sentía mucho más. Disfrutaba estar dentro de ella mientras dejaba suaves jadeos salir cerca de los labios contrarios, de rozarlos con los suyos, tentarla hasta el punto en que ella lo desee besar, pero no iba a ser sencillo.

Fue acusado de mentiroso, y eso se tenía que castigar. Cada vez que la ajena deseara besarlo simplemente se alejaba un poco, juguetón, con una sonrisa marcada en sus labios. Le dejaría mordidas pequeñas en el labio inferior, y otras más gentiles en la punta de su nariz, la iba a tentar a que quedara mucho más hambrienta, ¿Qué tanto podía aguantar la ajena hasta que quisiera poseerlo? Se preguntaba con malicia.

Quiso hablar, pero en ese momento ya no importaban las palabras. Dejó que su frente se apegaba a la ajena y sus caderas comenzaron a moverse. Primero lento, sensual, queriendo crecer la urgencia ajena, ese deseo, que repitiera su nombre varias veces en ese tono. Tomaba placer en las súplicas, en esas palabras de alguien que deseaba más, que con una sonrisa escuchaba. Esperando a sus palabras, a sus acciones, a cualquier forma de querer obligarlo a que vaya más rápido que el ritmo que había tomado en este momento.

Su mano izquierda sujetaba a la mujer de la cadera, y la otra tuvo otra misión, subiendo por su piel, presionando ligeramente su dedo en la piel ajena, pasando por su abdomen hasta su pecho, dando ciertas caricias gentiles con la yema de sus dedos, pasando mucho más, dejando que sus dedos delinearon la forma ajena antes de atrapar el pezón de la mujer con sus dedos. Lo jalaba con suavidad, no iba a dejarla en paz, la iba a provocar hasta que no pudiera controlarse.

Jadeos, gemidos que llenaban la habitación, el calor que desprendía su cuerpo y la extraña fría piel ajena combinaban perfectamente en una noche espléndida como esta.
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