I. Jamás cooperarás con otras razas.
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
¿Vienes a jugar con nosotros?
II. No intentarás comunicarte con el exterior.
III. Vivirás en este mundo y no en el exterior.
IV. Rompe una de las reglas, y un conocido de allá afuera muere.
En la oscuridad de tu inconsciencia, después de la explosión de una bomba en el evento al que acudiste, susurros te trajeron de vuelta a la vida.
El extraño evento a puertas abiertas del colegio Fallgate debería haber sido la primera advertencia.
Era casi el final del año escolar y todos estaban invitados, alumnos, profesores, todos los habitantes de Grendelshire. La magnitud del evento hasta había llegado a oídos de Londres.
Todos podían entrar sin invitación ni pagar por boletos. Excepto los menores de ocho años, una estipulación que debería haber sido la segunda bandera roja.
Aunque todo estaba cubierto de nieve, el cálido sol invitaba a recorrer el decorado colegio. Tiendas de comida, competencias, juegos, eventos, música, foros de debate, tantas cosas sucediendo al unísono que fue imposible para cualquiera darse cuenta de la farsa.
Lo único que escuchaste fue la explosión proveniente del medio del terreno antes de que tus tímpanos retumbaran a tal frecuencia que los subsiguientes gritos de terror y agonía se convirtieran en silencio. El gas azul que lentamente nubló tu vista claramente tenía la misma procedencia. Sentiste como te ahorcaba, quemaba, ahogaba bajo el agua, como si tragaras arena o ácido; todo dependía de tus peores miedos mientras perdías el conocimiento.
Después de despertarte con las reglas del juego, aquella voz ronroneó tus opciones, tu nuevo futuro. Debías elegir una raza antes de poder despertar.
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¿Sobrevivirás el Juego?
⚝ Reglas⚝ Ambientación⚝ Razas⚝ Alianzas⚝ Personajes Canon⚝ Territorios Neutrales⚝ Habilidades Prohibidas⚝ Modelo de Ficha⚝ Temas Libres⚝ Dudas⚝ Sugerencias⚝ Novedades⚝ ¡Conoce a la Administración!⚝ Discord
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I Prayed, God Sent me right to Voice Mail || Priv. Nick
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Baby, I'm the reason why Hell's so hot || Priv. Faith Asher
Vie Abr 22, 2022 5:03 pm por Joshua Friedrich
Problemas o Cambio de Botón AQUÍ
Lun Abr 18, 2022 7:33 pm por Invitado
Sabías que...¿Cuando mueres vas directo al cementerio de los alrededores?
Sabías que...¿Eres irreconocible en tu forma de raza?
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Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
Por otra parte, quiero agradecer a nuestros usuarios y administradores. Todo aquel que se interesó en este proyecto y pone su granito de arena para mantenerlo vivo. Porque nosotros no seríamos nada sin ustedes. Y la administración, que a pesar de todo, siempre está ahí para todos nosotros, y se lanza con mis ideas locas y hacen que salga bien.
Atte. Persephone Hansen
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
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If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Sáb Mar 06, 2021 8:03 pm
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
Astrid Sharp daba golpecitos nerviosos con su paraguas contra el suelo. ¿Qué hacer? Otra vez se estaba involucrando demasiado. No importaba. Tomaba el rol de educadora quizás demasiado en serio, metiéndose donde no le incumbía siempre que creía necesario. ¿Si este no era el momento en que tenía que entrometerse, entonces cual?
Este no era un simple rumor. No era una alumna que había peleado con su novio. Era algo serio, más serio de lo que deseaba para una alumna como Kelly. Astrid resopló, removiendo el flequillo de sus ojos. Era una chica reservada, sabía que no tenía demasiados amigos, si es que tenía alguno ella no lo había notado. Definitivamente necesitaba a alguien ¿No?
Más golpecitos de su paraguas sobre el piso, cada segundo más ansiosos. Las clases habían acabado por el día y no tenía club de botánica esa tarde. Se estaba quedando atrás en revisar tareas y entregas, pero eso no le importaba demasiado en ese momento. Ya se pasaría una o dos noches sin dormir y se pondría al día.
Se había pasado diez o veinte minutos parada frente a las puertas de la Biblioteca. Cada vez que se hacía la idea de entrar y daba un par de pasos, se lo volvía a pensar otra vez. ¿Entraba o no? ¿Le necesitaba en ese momento? Sí. Un par de pasos hacia adelante. ¿Y si sólo empeoraba la situación? ¿Si Kelly lo único que quería era que la dejaran tranquila y no la jodieran? No. Otro par de pasos hacia atrás. Parecía como si estuviese practicando algún tipo de baile.
¿Estaba traspasando algún límite imaginario? Probablemente.
La profesora de delicada figura nunca había tenido métodos convencionales, pero era lo que le hacía buena en su trabajo. ¿Cómo iba a enseñarle a sus alumnos la importancia que puede tener un buen libro si no podía encontrar una manera de llegar a ellos para que leyeran en primera instancia? Todo tenía que ver con entender las motivaciones de cada uno, trabajar desde ahí, sin pararse frente a la clase y asumir que todo el mundo aprende de igual manera.
Eran aquellas ideas las que le habían llevado a aquel lugar. Cuando había escuchado de la desaparición de Kyle, Astrid había sido de las primeras en aparecer en la comisaría, lista para ayudar en lo que fuese necesario. Empapeló Grendelshire de afiches, fue parte del grupo de voluntarios que ayudó con la búsqueda, noche tras noche. Una semana, y nada. El niño había desaparecido como por arte de magia.
Astrid se estremeció, recordando la cara del jefe de policía, agotado, determinado a encontrar a su hijo. Sentía que era su responsabilidad asegurarse de que por lo menos Kelly estaba bien. ¿No? Si era capaz de ayudar, ¿No era responsabilidad suya hacerlo? Quizás era responsabilidad de los padres, pero Astrid se puso en aquella situación por un momento, intentando empatizar. No era demasiado difícil. Hubiese movido cielo, mar y tierra, quizás dejando de lado a aquel hijo que, aunque quizás inestable emocionalmente, por lo menos estaba ahí con ella. Qué pena, hija mía, que tu perdiste todos los tuyos.
Sintió que caía en un pozo sin fondo, sólo por un momento, ante las palabras que le helaron la espalda. Sacudió la cabeza vigorosamente, desordenando su cabellera sobre sus hombros. No podía hacer más por ellos, pero Kelly estaba ahí, viva, y de seguro necesitaba ayuda. Que alguien, por más muerto que estuviera, le llevara la contraria. Astrid empujó la puerta de la Biblioteca, escaneando las mesas rápidamente hasta que la encontró con la cabeza metida en un libro, como siempre.
Se dirigió hacia ella, el paraguas en ambas manos y un tanto nerviosa. No le había visto desde el incidente, había faltado a clases, con justa razón. Era el primer día de vuelta y aunque el colegio estaba lleno de afiches al respecto de la desaparición -Un mal necesario, no quería atormentar a la chica pero mientras más ojos le estuviesen buscando, más posibilidades habían de encontrarlo- nadie se había atrevido a hablar con Kelly al respecto.
Sus pies casi no hacían ruido contra el suelo, la profesora tenía una manera de moverse en que siempre parecía estar flotando. Lo único que solía delatarla era el tupido olor a vainilla que siempre la rodeaba. Astrid Sharp apoyó su cadera contra la mesa donde estaba sentada, apoyando una mano ligera en su espalda e inclinándose por sobre su hombro para husmear qué estaba leyendo, una cascada de pelo bicolor desparramándose sobre las páginas.
“Poe…” Murmuró con desaprobación. No necesitaba leer la portada, conocía aquel estilo demasiado bien. Quizás un poco demasiado oscuro para un momento como este. Suspiró, soplando hacia arriba para volver a acomodar su flequillo y, acomodó su pelo detrás de su oreja. Con un apretón que pretendía ser tranquilizador en el hombro de Kelly, se dirigió hacia los estantes en búsqueda de algo un poco menos morboso.
No demoró más de un minuto, sabía exactamente lo que quería recomendar y donde encontrarlo. Con su icónico paraguas colgando de un brazo, abrazó ambos libros contra su pecho y volvió a la mesa, esta vez sentándose sobre ella a un lado de Kelly, dejando ambos frente a ella.
Candide, por Voltaire. Una breve sátira sobre la idea filosófica de que vivimos en “la mejor iteración de nuestro mundo”, los peligros del optimismo tóxico y del escepticismo extremo. Tenía partes aún más violentas que algunos párrafos de Poe, pero el mensaje detrás era muchísimo más edificante. Que el mundo no es ni perfecto ni lo peor que existe, y es sólo al entender aquello y tender las heridas que nos deja que se puede ser realmente feliz.
Las Crónicas de Narnia. El León, la Bruja y el Ropero, por Lewis. Estaba bastante segura que Kelly ya había leído ese, era casi una regla para cualquier adolescente que amaba la lectura, pero quizás la idea de desaparecer por un ropero a un mundo mágico y lleno de cosas asombrosas era mejor que la alternativa. Después de tres o cuatro días, las probabilidades de encontrar a un niño con vida se acercaban a cero.
“¿Te llama la atención alguno?” Murmuró con cariño, acariciando la portada de Candide. Le había recomendado muchísimos libros a lo largo de los meses en que había sido su profesora. No quería atacarla con preguntas o con su apoyo, sólo quería que la chica supiera que estaba ahí, lista y dispuesta para hacer lo que necesitara. Sólo le dedicó una sonrisa que denotaba su voluntad.
code by EMMEEste no era un simple rumor. No era una alumna que había peleado con su novio. Era algo serio, más serio de lo que deseaba para una alumna como Kelly. Astrid resopló, removiendo el flequillo de sus ojos. Era una chica reservada, sabía que no tenía demasiados amigos, si es que tenía alguno ella no lo había notado. Definitivamente necesitaba a alguien ¿No?
Más golpecitos de su paraguas sobre el piso, cada segundo más ansiosos. Las clases habían acabado por el día y no tenía club de botánica esa tarde. Se estaba quedando atrás en revisar tareas y entregas, pero eso no le importaba demasiado en ese momento. Ya se pasaría una o dos noches sin dormir y se pondría al día.
Se había pasado diez o veinte minutos parada frente a las puertas de la Biblioteca. Cada vez que se hacía la idea de entrar y daba un par de pasos, se lo volvía a pensar otra vez. ¿Entraba o no? ¿Le necesitaba en ese momento? Sí. Un par de pasos hacia adelante. ¿Y si sólo empeoraba la situación? ¿Si Kelly lo único que quería era que la dejaran tranquila y no la jodieran? No. Otro par de pasos hacia atrás. Parecía como si estuviese practicando algún tipo de baile.
¿Estaba traspasando algún límite imaginario? Probablemente.
La profesora de delicada figura nunca había tenido métodos convencionales, pero era lo que le hacía buena en su trabajo. ¿Cómo iba a enseñarle a sus alumnos la importancia que puede tener un buen libro si no podía encontrar una manera de llegar a ellos para que leyeran en primera instancia? Todo tenía que ver con entender las motivaciones de cada uno, trabajar desde ahí, sin pararse frente a la clase y asumir que todo el mundo aprende de igual manera.
Eran aquellas ideas las que le habían llevado a aquel lugar. Cuando había escuchado de la desaparición de Kyle, Astrid había sido de las primeras en aparecer en la comisaría, lista para ayudar en lo que fuese necesario. Empapeló Grendelshire de afiches, fue parte del grupo de voluntarios que ayudó con la búsqueda, noche tras noche. Una semana, y nada. El niño había desaparecido como por arte de magia.
Astrid se estremeció, recordando la cara del jefe de policía, agotado, determinado a encontrar a su hijo. Sentía que era su responsabilidad asegurarse de que por lo menos Kelly estaba bien. ¿No? Si era capaz de ayudar, ¿No era responsabilidad suya hacerlo? Quizás era responsabilidad de los padres, pero Astrid se puso en aquella situación por un momento, intentando empatizar. No era demasiado difícil. Hubiese movido cielo, mar y tierra, quizás dejando de lado a aquel hijo que, aunque quizás inestable emocionalmente, por lo menos estaba ahí con ella. Qué pena, hija mía, que tu perdiste todos los tuyos.
Sintió que caía en un pozo sin fondo, sólo por un momento, ante las palabras que le helaron la espalda. Sacudió la cabeza vigorosamente, desordenando su cabellera sobre sus hombros. No podía hacer más por ellos, pero Kelly estaba ahí, viva, y de seguro necesitaba ayuda. Que alguien, por más muerto que estuviera, le llevara la contraria. Astrid empujó la puerta de la Biblioteca, escaneando las mesas rápidamente hasta que la encontró con la cabeza metida en un libro, como siempre.
Se dirigió hacia ella, el paraguas en ambas manos y un tanto nerviosa. No le había visto desde el incidente, había faltado a clases, con justa razón. Era el primer día de vuelta y aunque el colegio estaba lleno de afiches al respecto de la desaparición -Un mal necesario, no quería atormentar a la chica pero mientras más ojos le estuviesen buscando, más posibilidades habían de encontrarlo- nadie se había atrevido a hablar con Kelly al respecto.
Sus pies casi no hacían ruido contra el suelo, la profesora tenía una manera de moverse en que siempre parecía estar flotando. Lo único que solía delatarla era el tupido olor a vainilla que siempre la rodeaba. Astrid Sharp apoyó su cadera contra la mesa donde estaba sentada, apoyando una mano ligera en su espalda e inclinándose por sobre su hombro para husmear qué estaba leyendo, una cascada de pelo bicolor desparramándose sobre las páginas.
“Poe…” Murmuró con desaprobación. No necesitaba leer la portada, conocía aquel estilo demasiado bien. Quizás un poco demasiado oscuro para un momento como este. Suspiró, soplando hacia arriba para volver a acomodar su flequillo y, acomodó su pelo detrás de su oreja. Con un apretón que pretendía ser tranquilizador en el hombro de Kelly, se dirigió hacia los estantes en búsqueda de algo un poco menos morboso.
No demoró más de un minuto, sabía exactamente lo que quería recomendar y donde encontrarlo. Con su icónico paraguas colgando de un brazo, abrazó ambos libros contra su pecho y volvió a la mesa, esta vez sentándose sobre ella a un lado de Kelly, dejando ambos frente a ella.
Candide, por Voltaire. Una breve sátira sobre la idea filosófica de que vivimos en “la mejor iteración de nuestro mundo”, los peligros del optimismo tóxico y del escepticismo extremo. Tenía partes aún más violentas que algunos párrafos de Poe, pero el mensaje detrás era muchísimo más edificante. Que el mundo no es ni perfecto ni lo peor que existe, y es sólo al entender aquello y tender las heridas que nos deja que se puede ser realmente feliz.
Las Crónicas de Narnia. El León, la Bruja y el Ropero, por Lewis. Estaba bastante segura que Kelly ya había leído ese, era casi una regla para cualquier adolescente que amaba la lectura, pero quizás la idea de desaparecer por un ropero a un mundo mágico y lleno de cosas asombrosas era mejor que la alternativa. Después de tres o cuatro días, las probabilidades de encontrar a un niño con vida se acercaban a cero.
“¿Te llama la atención alguno?” Murmuró con cariño, acariciando la portada de Candide. Le había recomendado muchísimos libros a lo largo de los meses en que había sido su profesora. No quería atacarla con preguntas o con su apoyo, sólo quería que la chica supiera que estaba ahí, lista y dispuesta para hacer lo que necesitara. Sólo le dedicó una sonrisa que denotaba su voluntad.
AstridAstrid
Inventario : Nivel 2 - Canalizador de magia
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
Corona del Cabrón - Puedes tener todos los personajes que desees sin control por parte de la administración.
Edad : 26
Nivel :
Rompe Regla I :
Raza : ?
Mensajes : 152
XP : 216
Fecha de inscripción : 06/09/2017
Localización : Biblioteca
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
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Edad : 26
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- 7
Rompe Regla I :
- No
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Hoja de Personaje
Vida:
(300/300)
Habilidades:
Habilidades | Descripción | Daño | Defensa | Habilidad 1 | Habilidad 2 | Habilidad 3 | Debilidad 1 | Debilidad 2 | Debilidad 3 |
Canon Astrid
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Sáb Mar 06, 2021 11:39 pm
Un día como hoy… No era un día que esperaba con ansías, sino que todo lo contrario, no deseaba ni siquiera salir de su hogar, de su santuario que era su habitación. Simplemente no quería salir de su hogar, no mientras sucedía. No había manera de poder estar tranquila, era mejor estar debajo de las sábanas que cubrían su cuerpo y servían como escudo. Su mente no podía procesar lo que estaba pasando, no lo creía.
Su cabeza estaba pulsando con fuerza, la presión del estrés lo sentía en sus hombros. Su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Deseaba que ya apareciera y tenía esperanza de que iba a pasar eso. Iba a regresar… ¿no? De nuevo podría abrazar a su hermano de 8 años, y que todo lo que estaba pasando fuera una mala pesadilla.
Sus manos temblaban, su cuerpo estaba en un estado enfermizo. No había comido desde que su hermano había desaparecido, tenía ojeras por la falta de sueño y en sus orejas un agudo sonido se mantenía constante, ahogando las palabras de todos los que entraban en su casa. Visita tras visita, caras que solamente reconocía gracias al trabajo de su padre, otros rostros más que le eran desconocidos y solamente unos pocos que ha hablado con ellos directamente, más que nada por parte de la escuela como también la biblioteca local de la ciudad. Lo más preocupante de todo es que no había agarrado un libro ni visitado su mente por un buen tiempo, en lugar de eso solamente el profundo océano de los sueños podía ahogar sus penas y preocupaciones. Despertar en esta realidad era indeseable, no lo podía soportar.
La ansiedad le carcomía conforme se acercaba la escuela. Su madre le había dicho que fuera, que no podía estar todo el tiempo en cama. Se obligó, no podía dejar más peso de preocupación a su madre, ¿Cierto? tenía que salir, a tomar el fresco aire que para ella era veneno para sus pulmones, para su completo ser. Agarraba sus mangas y las jalaba para ocultar un secreto que se escondía marcado en su piel, no estaba confortable con toda esta situación, dentro de ella un huracán de emociones pasaba y ni siquiera sabía que emoción escoger.
Cada clase se sentía como una maldita eternidad. Usualmente sentada adelante para poner atención, ahora sus ojos simplemente estaban enfocados en los libros que ella sacaba para sus clases, perdiéndose totalmente, despegándose de la realidad que estaba frente a ella, ¿Culpa? Tal vez si lo hubiera cuidado más. Si hubiera aceptado en dormir con él esas noches que él tenía pesadillas. “Tu oso Teddy te cuidara” decía “Él es tu guardián”... No, no debió de hacer eso. En una de las clases salió a ir al baño y simplemente dejó que sus lágrimas cayeran de sus mejillas sin hacer sonido alguno. Ya era difícil poder procesar sus emociones y poder elegir la correcta, ahora todo era un caos.
El día por fin acabó después de una campanada y fue la primera en salir del salón de clases. La asfixiaba, los rumores que recorrían su espalda eran como demonios que la lastimaban, no lo soportaba, no podía. Decidió resguardarse en la biblioteca. En su único santuario que habitaba en esta escuela, donde podía sentirse tranquila y estar con sus pensamientos. De esconderse de aquellos que la molestaban, de aquellos que estaban preocupados por ella.
Sin saludar a la bibliotecaria que tan dulce era con ella agarró el primer libro conocido que ella sabía y se sentó a lo lejos de todos, en esas mesas donde nadie se sentaba a menos de que era época de exámenes. Pasaba sus dedos por las hojas finas del libro y pasaba lentamente, tratando de leer pero sin poder hacerlo, sin poder concentrarse en las palabras que estaban frente a ella.
Un olor reconoció.
La última persona que quería toparse había llegado.
-S-sí- susurró, observando esos cabellos de su profesora cubriendo las páginas. Sus ojos no podían encontrar un punto fijo, de manera errática deseaba buscar un lugar donde poder descansar su vista. Su corazón fue apretado mientras latía con fuerza. Sentía su cuerpo estar más pálido de lo que ya estaba. No era bueno. no quería hablar con nadie, no quería observar a nadie, y la persona que más apreciaba en la escuela ahora estaba ahí. Se mordió el labio con fuerza.
Sus hombros fueron apretados y dio un pequeño salto de sorpresa, no estaba segura, no lo sentía, era más los nervios que se juntaban en su estómago, en su ansiedad que era demostrada por la vista. Deseaba gritar mil y un cosas. deseaba morir, deseaba dormir y deseaba desaparecer. Deseaba no hablar con nadie, deseaba solamente ahogarse en un silencio tranquilizador y todo eso lo deseaba a la vez. No podía decidirse qué hacer y se quedó tiesa como una estatua en ese momento.
Hundió un poco más su rostro en las páginas del libro, escuchando como los pasos de la profesora se alejaban de donde estaba, era su momento, solamente necesitaba dejar el libro en la mesa, agarrar su mochila e irse, irse lejos. Sus piernas no le respondían como debía de ser, “Vamos… por favor” su cuerpo se mantuvo en esa posición. Ninguna parte de su ser contestaba sus pensamientos.
Sus dedos pasaron a otra hoja, sus ojos comenzaban a moverse, y las oraciones de aquellos hermosos y tétricos poemas de Poe se revolvían en un conjunto aleatorio de letras. Esos versos que tanto le encantaban ahora eran garabatos que no entendía. Se desesperaba demasiado. Se sentía atrapada en este lugar lleno de conocimiento.
Observó los libros que su profesora había puesto en la mesa, observando los títulos que estaban en ese lugar. Candide fue el primero en atrapar su atención ya que el segundo libro… era solamente un sueño, uno el cual ella deseaba estar, pero sentía que si de nuevo lo leía quedaría totalmente atrapada en un mundo de fantasía que tal vez no saldría… y pensándolo mejor, eso era lo que necesitaba. No salir de su lugar feliz. No salir del ropero que tanto cuidado le había dado. No volver a la horrible realidad que se enfrentaba.
Sus ojos no pudieron ni siquiera mirarla, no podría si la viera a los ojos, se sentía demasiado frágil.
Se levantó de golpe, y sólo tomó con suavidad el libro de Candide. Cerró el libro de Poe y lo puso detrás de aquel libro que la profesora recomendó -Gracias- susurró, apenas audible por el silencio que alberga este espacio del colegio con una voz tan frágil que dejaba en pena la porcelana. Sus pasos rápidos y duros la dirigieron hacia los pasillos de conocimiento. Quería ocultarse.
Dejaba que sus cabellos ocultaran parte de su rostro, estando encorvada, pegando los libros en su pecho con fuerza como si fueran los únicos que podían protegerla en ese instante. Desaparecer en los estantes de los libros, no deseaba hablar, ni siquiera dirigirle la palabra. Escapar era lo que necesitaba. no dar problemas.
No dar problemas.
Tan solo enterraba los ojos en los libros que estaban enfrente de ella, pasando sus dedos en alguno totalmente aleatorio. Si escuchaba a la profesora acercarse se alejaba con discreción. no podía salir de la biblioteca, o más bien su cuerpo no lo deseaba, tal vez una parte de ella quería decirlo todo y esa misma parte la detenía de irse.
Era una pesadilla.
Su cabeza estaba pulsando con fuerza, la presión del estrés lo sentía en sus hombros. Su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Deseaba que ya apareciera y tenía esperanza de que iba a pasar eso. Iba a regresar… ¿no? De nuevo podría abrazar a su hermano de 8 años, y que todo lo que estaba pasando fuera una mala pesadilla.
Sus manos temblaban, su cuerpo estaba en un estado enfermizo. No había comido desde que su hermano había desaparecido, tenía ojeras por la falta de sueño y en sus orejas un agudo sonido se mantenía constante, ahogando las palabras de todos los que entraban en su casa. Visita tras visita, caras que solamente reconocía gracias al trabajo de su padre, otros rostros más que le eran desconocidos y solamente unos pocos que ha hablado con ellos directamente, más que nada por parte de la escuela como también la biblioteca local de la ciudad. Lo más preocupante de todo es que no había agarrado un libro ni visitado su mente por un buen tiempo, en lugar de eso solamente el profundo océano de los sueños podía ahogar sus penas y preocupaciones. Despertar en esta realidad era indeseable, no lo podía soportar.
La ansiedad le carcomía conforme se acercaba la escuela. Su madre le había dicho que fuera, que no podía estar todo el tiempo en cama. Se obligó, no podía dejar más peso de preocupación a su madre, ¿Cierto? tenía que salir, a tomar el fresco aire que para ella era veneno para sus pulmones, para su completo ser. Agarraba sus mangas y las jalaba para ocultar un secreto que se escondía marcado en su piel, no estaba confortable con toda esta situación, dentro de ella un huracán de emociones pasaba y ni siquiera sabía que emoción escoger.
Cada clase se sentía como una maldita eternidad. Usualmente sentada adelante para poner atención, ahora sus ojos simplemente estaban enfocados en los libros que ella sacaba para sus clases, perdiéndose totalmente, despegándose de la realidad que estaba frente a ella, ¿Culpa? Tal vez si lo hubiera cuidado más. Si hubiera aceptado en dormir con él esas noches que él tenía pesadillas. “Tu oso Teddy te cuidara” decía “Él es tu guardián”... No, no debió de hacer eso. En una de las clases salió a ir al baño y simplemente dejó que sus lágrimas cayeran de sus mejillas sin hacer sonido alguno. Ya era difícil poder procesar sus emociones y poder elegir la correcta, ahora todo era un caos.
El día por fin acabó después de una campanada y fue la primera en salir del salón de clases. La asfixiaba, los rumores que recorrían su espalda eran como demonios que la lastimaban, no lo soportaba, no podía. Decidió resguardarse en la biblioteca. En su único santuario que habitaba en esta escuela, donde podía sentirse tranquila y estar con sus pensamientos. De esconderse de aquellos que la molestaban, de aquellos que estaban preocupados por ella.
Sin saludar a la bibliotecaria que tan dulce era con ella agarró el primer libro conocido que ella sabía y se sentó a lo lejos de todos, en esas mesas donde nadie se sentaba a menos de que era época de exámenes. Pasaba sus dedos por las hojas finas del libro y pasaba lentamente, tratando de leer pero sin poder hacerlo, sin poder concentrarse en las palabras que estaban frente a ella.
Un olor reconoció.
La última persona que quería toparse había llegado.
-S-sí- susurró, observando esos cabellos de su profesora cubriendo las páginas. Sus ojos no podían encontrar un punto fijo, de manera errática deseaba buscar un lugar donde poder descansar su vista. Su corazón fue apretado mientras latía con fuerza. Sentía su cuerpo estar más pálido de lo que ya estaba. No era bueno. no quería hablar con nadie, no quería observar a nadie, y la persona que más apreciaba en la escuela ahora estaba ahí. Se mordió el labio con fuerza.
Sus hombros fueron apretados y dio un pequeño salto de sorpresa, no estaba segura, no lo sentía, era más los nervios que se juntaban en su estómago, en su ansiedad que era demostrada por la vista. Deseaba gritar mil y un cosas. deseaba morir, deseaba dormir y deseaba desaparecer. Deseaba no hablar con nadie, deseaba solamente ahogarse en un silencio tranquilizador y todo eso lo deseaba a la vez. No podía decidirse qué hacer y se quedó tiesa como una estatua en ese momento.
Hundió un poco más su rostro en las páginas del libro, escuchando como los pasos de la profesora se alejaban de donde estaba, era su momento, solamente necesitaba dejar el libro en la mesa, agarrar su mochila e irse, irse lejos. Sus piernas no le respondían como debía de ser, “Vamos… por favor” su cuerpo se mantuvo en esa posición. Ninguna parte de su ser contestaba sus pensamientos.
Sus dedos pasaron a otra hoja, sus ojos comenzaban a moverse, y las oraciones de aquellos hermosos y tétricos poemas de Poe se revolvían en un conjunto aleatorio de letras. Esos versos que tanto le encantaban ahora eran garabatos que no entendía. Se desesperaba demasiado. Se sentía atrapada en este lugar lleno de conocimiento.
Observó los libros que su profesora había puesto en la mesa, observando los títulos que estaban en ese lugar. Candide fue el primero en atrapar su atención ya que el segundo libro… era solamente un sueño, uno el cual ella deseaba estar, pero sentía que si de nuevo lo leía quedaría totalmente atrapada en un mundo de fantasía que tal vez no saldría… y pensándolo mejor, eso era lo que necesitaba. No salir de su lugar feliz. No salir del ropero que tanto cuidado le había dado. No volver a la horrible realidad que se enfrentaba.
Sus ojos no pudieron ni siquiera mirarla, no podría si la viera a los ojos, se sentía demasiado frágil.
Se levantó de golpe, y sólo tomó con suavidad el libro de Candide. Cerró el libro de Poe y lo puso detrás de aquel libro que la profesora recomendó -Gracias- susurró, apenas audible por el silencio que alberga este espacio del colegio con una voz tan frágil que dejaba en pena la porcelana. Sus pasos rápidos y duros la dirigieron hacia los pasillos de conocimiento. Quería ocultarse.
Dejaba que sus cabellos ocultaran parte de su rostro, estando encorvada, pegando los libros en su pecho con fuerza como si fueran los únicos que podían protegerla en ese instante. Desaparecer en los estantes de los libros, no deseaba hablar, ni siquiera dirigirle la palabra. Escapar era lo que necesitaba. no dar problemas.
No dar problemas.
Tan solo enterraba los ojos en los libros que estaban enfrente de ella, pasando sus dedos en alguno totalmente aleatorio. Si escuchaba a la profesora acercarse se alejaba con discreción. no podía salir de la biblioteca, o más bien su cuerpo no lo deseaba, tal vez una parte de ella quería decirlo todo y esa misma parte la detenía de irse.
Era una pesadilla.
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Dom Mar 07, 2021 5:24 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
El pequeño salto que había dado la frágil niña debería haber sido la primera señal de que Astrid Sharp debía cambiar su estrategia. Creyó que con intentar distraerle con un libro sería suficiente, pero claramente la chica se lo estaba tomando pésimo. La profesora hurguetó a Kelly con sus ojos mientras ella se hundía en el libro. Se veía pálida y débil, como si no hubiese comido en bastante tiempo.
Esperó, sonriendo ante la opción de Candide, esperando que quizás le ayudara un poco. No pudo evitar su sorpresa ante la retirada rápida de su alumna, era bastante más de lo que había imaginado. Silencio, sí, pero una retirada física real le dejó perpleja. ¿Por qué había corrido? Astrid Sharp siguió a la chica que le recordaba a una muñeca con la mirada hasta que la perdió de vista entre los estantes de la biblioteca.
Cambio de planes, Sharp. No demoró demasiado en idear algo distinto, si ni siquiera quería acercarse pues había que atraerla con algo. Un pequeño suspiro y el ceño fruncido acompañaron a la profesora mientras se bajaba de la mesa y se dirigía hacia la bibliotecaria. Había escaneado el lugar antes de sentarse con Kelly, no había absolutamente nadie más ahí que ellas tres.
Astrid se apoyó contra la mesa central de la amable bibliotecaria con quien había tenido incontables conversaciones en sus ratos libres. “Emme, voy a pasar por la cafetería. Tengo frío y se me antoja un café. ¿Te traigo algo?” Preguntó sin medir su tono de voz, el eco que generaba el lugar vacío haciendo resonar sus palabras por toda la biblioteca de manera en que de seguro Kelly le había escuchado. “No gracias, Astrid, almorcé hace poco.” La profesora asintió, girando su paraguas alrededor de su mano un par de veces. Llevó dos dedos a sus ojos y luego apuntó a los libreros donde había desaparecido Kelly en un gesto que pedía que mantuviera un ojo en la niña mientras volvía. “Ya vuelvo, entonces.”
Hecho esto, giró y se dirigió hacia la salida con paso redoblado, sus tacones retumbando en los pasillos ya bastante vacíos. Mientras caminaba, Astrid intentaba hacer memoria. ¿Qué recordaba haber visto a Kelly comer? ¿Galletas de chocolate? No, esa era Faith. ¿Jugo de frambuesa en caja? No, no, esa definitivamente había sido Anise. Pasó por su cabeza, recuerdo por recuerdo como si los tuviese todos guardados, prístinos, en un archivador. “¡Ajá!” Exclamó, ya casi en la cafetería. “¡Mantequilla de maní! ¡Manzanas! ¡Té con azúcar!” Podía ver las imágenes como si pasaran frente a sus ojos. Le habían dicho que era algo como memoria fotográfica, pero en su cabeza los recuerdos se movían.
Se llenó de provisiones en la cafetería, al punto en que había necesitado una bolsa. Sándwich de mantequilla de maní y mermelada de frutilla, una manzana y varios chocolates individuales, había tomado todo lo que se le había ocurrido.. La colgó de su muñeca junto a su paraguas mientras acarreaba en cada mano una taza con líquido distinto. Café con cuatro o cinco cucharadas soperas de azúcar para ella, té para Kelly. Se dirigió con la misma velocidad de vuelta, no habían pasado más de tres minutos y Astrid no creía que su estudiante tuviese planeado huir de la Biblioteca. Pero ya se había equivocado hoy. Escaneó los alrededores por si acaso, buscando a la chica por si acaso.
Y se agradeció instantáneamente de haberlo hecho. “¡Kelly!” Era ridículo. ¿Tan insoportable era Astrid Sharp, que había que arrancar de ella? “¡No tienes que hablar si no quieres, pero por lo menos ven a comer algo!” Gritó, un poco angustiada. Comenzó a correr detrás de ella pero sólo terminó por chorrear el líquido caliente en sus dos muñecas. “¡Ay!” Gritó, dándole una patada de frustración al piso. No, no le perseguiría como una maniática. “Mierda, eso sí que dolió.” Masculló entre dientes, observando cómo sus muñecas comenzaban a tornarse rojas de a poco.
code by EMMEEsperó, sonriendo ante la opción de Candide, esperando que quizás le ayudara un poco. No pudo evitar su sorpresa ante la retirada rápida de su alumna, era bastante más de lo que había imaginado. Silencio, sí, pero una retirada física real le dejó perpleja. ¿Por qué había corrido? Astrid Sharp siguió a la chica que le recordaba a una muñeca con la mirada hasta que la perdió de vista entre los estantes de la biblioteca.
Cambio de planes, Sharp. No demoró demasiado en idear algo distinto, si ni siquiera quería acercarse pues había que atraerla con algo. Un pequeño suspiro y el ceño fruncido acompañaron a la profesora mientras se bajaba de la mesa y se dirigía hacia la bibliotecaria. Había escaneado el lugar antes de sentarse con Kelly, no había absolutamente nadie más ahí que ellas tres.
Astrid se apoyó contra la mesa central de la amable bibliotecaria con quien había tenido incontables conversaciones en sus ratos libres. “Emme, voy a pasar por la cafetería. Tengo frío y se me antoja un café. ¿Te traigo algo?” Preguntó sin medir su tono de voz, el eco que generaba el lugar vacío haciendo resonar sus palabras por toda la biblioteca de manera en que de seguro Kelly le había escuchado. “No gracias, Astrid, almorcé hace poco.” La profesora asintió, girando su paraguas alrededor de su mano un par de veces. Llevó dos dedos a sus ojos y luego apuntó a los libreros donde había desaparecido Kelly en un gesto que pedía que mantuviera un ojo en la niña mientras volvía. “Ya vuelvo, entonces.”
Hecho esto, giró y se dirigió hacia la salida con paso redoblado, sus tacones retumbando en los pasillos ya bastante vacíos. Mientras caminaba, Astrid intentaba hacer memoria. ¿Qué recordaba haber visto a Kelly comer? ¿Galletas de chocolate? No, esa era Faith. ¿Jugo de frambuesa en caja? No, no, esa definitivamente había sido Anise. Pasó por su cabeza, recuerdo por recuerdo como si los tuviese todos guardados, prístinos, en un archivador. “¡Ajá!” Exclamó, ya casi en la cafetería. “¡Mantequilla de maní! ¡Manzanas! ¡Té con azúcar!” Podía ver las imágenes como si pasaran frente a sus ojos. Le habían dicho que era algo como memoria fotográfica, pero en su cabeza los recuerdos se movían.
Se llenó de provisiones en la cafetería, al punto en que había necesitado una bolsa. Sándwich de mantequilla de maní y mermelada de frutilla, una manzana y varios chocolates individuales, había tomado todo lo que se le había ocurrido.. La colgó de su muñeca junto a su paraguas mientras acarreaba en cada mano una taza con líquido distinto. Café con cuatro o cinco cucharadas soperas de azúcar para ella, té para Kelly. Se dirigió con la misma velocidad de vuelta, no habían pasado más de tres minutos y Astrid no creía que su estudiante tuviese planeado huir de la Biblioteca. Pero ya se había equivocado hoy. Escaneó los alrededores por si acaso, buscando a la chica por si acaso.
Y se agradeció instantáneamente de haberlo hecho. “¡Kelly!” Era ridículo. ¿Tan insoportable era Astrid Sharp, que había que arrancar de ella? “¡No tienes que hablar si no quieres, pero por lo menos ven a comer algo!” Gritó, un poco angustiada. Comenzó a correr detrás de ella pero sólo terminó por chorrear el líquido caliente en sus dos muñecas. “¡Ay!” Gritó, dándole una patada de frustración al piso. No, no le perseguiría como una maniática. “Mierda, eso sí que dolió.” Masculló entre dientes, observando cómo sus muñecas comenzaban a tornarse rojas de a poco.
AstridAstrid
Inventario : Nivel 2 - Canalizador de magia
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
Corona del Cabrón - Puedes tener todos los personajes que desees sin control por parte de la administración.
Edad : 26
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Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Dom Mar 07, 2021 5:55 am
¿Por qué se ocultaba con tal resiliencia? tenía miedo, demasiado miedo. No podía con todo esto, era demasiado y la presión de volver a la escuela sin saber nada de su hermano provocaba que su sanidad estuviera en el suelo, a punto de quebrantarse, tan débil como su estado físico. ¿Por que no podía ser como las protagonistas de las historias? Eran fuertes, extraordinarias, personas con capacidad de ver lo mejor de la situación y siempre saber qué decir ante todo esto. Pero ella no, ella solamente era un animal herido que no necesitaba la pena de los demás.
Escucho pasos, después silencio antes de que la voz de la profesora avisará de su ida. Esta era su ventana, era su oportunidad de huir. Caminó hasta salir de los pasillos de la biblioteca, se sentía pequeña, como si todo esto fuera una pequeña pesadilla. Temblaba un poco, observaba al suelo y después sus libros, después la silla en donde se había sentado. Aún tenía el olor de vainilla de la profesora, tan buena con ella que le partía el corazón no poder entablar una plática con ella. Tragó un poco de saliva y se dirigió con Emme para registrar los libros que iba a pedir prestados.
Sin decir nada, apenas ignorando a Emme le dedicó una gentil y honesta sonrisa, agarró los libros y sus pies avanzaron con prisa hasta la entrada de la biblioteca. Miró a la derecha y después a la izquierda. Sus ojos observaron a su profesora comprando algunas cosas “Vamos, tengo que irme” pensó, mordiéndose el labio inferior con fuerza, presionando sus libros contra su pecho aún más. Si, tenía que irse ya de ahí.
Sus cuerpo de nuevo no podía responder. Pasó un minuto, y entre más avanzaba el reloj sabía que no se tardaba su profesora en regresar. “Por favor… por favor” suplicó a su forma física y separó los libros que pidió prestado para verlos. El primero siendo Candide. Quería llorar, pero detenía sus lágrimas. Estaba al borde. ¿Por qué tuvo que pasar esto? Tragó un poco de saliva. Adoraba a su profesora, si, podía platicar a gusto con ella, la consideraba una de sus mejores amigas… más bien la única. Pero era una profesora a fin y a cuentas, podría no ser recíproco pero eso no le importaba.
Pero ese sentimiento no dejaba que ella se moviera, su cuerpo lo sabía aunque su mente lo negaba. Ella estaba ahí para ayudarle. En su fuero interno se discutía qué hacer. Obraba en contra de la voluntad gentil de Astrid, pero no quería hablarle, no quería desahogarse, no deseaba hacerlo.
Su cuerpo le pedía que gritara, pero su mente no lo dejaba y con la frágil fuerza de voluntad se giró al lado contrario de la biblioteca y comenzó a andar. Por fin se pudo decidir, pero fue demasiado tarde. Se arrepentiría de este acto de traición a sus sentimientos, a su mente, a la amistad que pensaba que era falsa.
Tembló con fuerza cuando escuchó el grito de su profesora, y un paso más, y otro y otro y ya estaba a punto de correr, evitando que esas palabras la detuvieran. Cerrando con fuerza sus ojos, solo deseaba desaparecer... Sólo no quería sentir todo lo que estaba sintiendo en el momento.
un grito de dolor fue suficiente para detenerla. Tragó saliva y lentamente se giró para ver a la contraria. Sintió una fuerte corriente pasar por su cuerpo, temor, culpa, ansiedad y dolor que se acumulaban en su pobre corazón. Observó a su maestra y el líquido caliente que estaba en el suelo. Pensó unos momentos solamente “Ella estará bien… Ella estará… Estará...” no podía completar la frase en su mente, no podía convencerse de eso, tenía que hacer algo.
Sus pasos temerosos y lentos se acercaban a Astrid. Guardó los libros en su mochila rosada y la cerró. Sacó de su bolsillo un pañuelo y cuando por fin estuvo frente a ella, sus ojos no la observaron, sus cabellos ocultaban su rostro. No deseaba ser vista por ella. Sus manos gentiles cubrieron una de las muñecas de su querida profesora e hizo un nudo, por lo menos de algo serviría. Observó la otra muñeca, sacó otro pañuelo… el pañuelo que le pertenecía a su hermano y también cubrió la piel de la mujer, y se quedó observando como la tela absorbe el líquido del té.
Agarró la manzana de la mano de Astrid y la guardó en el bolsillo, agarró el vaso con té y el sándwich. -G-g-...- no podía pronunciar palabras, no tenía el valor ni la fuerza para hacerlo, por lo que simplemente se metió de nuevo a la biblioteca y regresó a su asiento asignado. Dejó el vaso enfrente de ella, la mochila a un lado de la silla y dio un pequeño bocado al sándwich, solo una pequeña mordida como la débil criatura que era. ¿Qué iba a recibir de su profesora? ¿Qué iba a pasar ahora con ella? No se sentía bien con todo esto, pero moría de hambre. Y no iba a cometer un error, no esta vez por lo menos.
Escucho pasos, después silencio antes de que la voz de la profesora avisará de su ida. Esta era su ventana, era su oportunidad de huir. Caminó hasta salir de los pasillos de la biblioteca, se sentía pequeña, como si todo esto fuera una pequeña pesadilla. Temblaba un poco, observaba al suelo y después sus libros, después la silla en donde se había sentado. Aún tenía el olor de vainilla de la profesora, tan buena con ella que le partía el corazón no poder entablar una plática con ella. Tragó un poco de saliva y se dirigió con Emme para registrar los libros que iba a pedir prestados.
Sin decir nada, apenas ignorando a Emme le dedicó una gentil y honesta sonrisa, agarró los libros y sus pies avanzaron con prisa hasta la entrada de la biblioteca. Miró a la derecha y después a la izquierda. Sus ojos observaron a su profesora comprando algunas cosas “Vamos, tengo que irme” pensó, mordiéndose el labio inferior con fuerza, presionando sus libros contra su pecho aún más. Si, tenía que irse ya de ahí.
Sus cuerpo de nuevo no podía responder. Pasó un minuto, y entre más avanzaba el reloj sabía que no se tardaba su profesora en regresar. “Por favor… por favor” suplicó a su forma física y separó los libros que pidió prestado para verlos. El primero siendo Candide. Quería llorar, pero detenía sus lágrimas. Estaba al borde. ¿Por qué tuvo que pasar esto? Tragó un poco de saliva. Adoraba a su profesora, si, podía platicar a gusto con ella, la consideraba una de sus mejores amigas… más bien la única. Pero era una profesora a fin y a cuentas, podría no ser recíproco pero eso no le importaba.
Pero ese sentimiento no dejaba que ella se moviera, su cuerpo lo sabía aunque su mente lo negaba. Ella estaba ahí para ayudarle. En su fuero interno se discutía qué hacer. Obraba en contra de la voluntad gentil de Astrid, pero no quería hablarle, no quería desahogarse, no deseaba hacerlo.
Su cuerpo le pedía que gritara, pero su mente no lo dejaba y con la frágil fuerza de voluntad se giró al lado contrario de la biblioteca y comenzó a andar. Por fin se pudo decidir, pero fue demasiado tarde. Se arrepentiría de este acto de traición a sus sentimientos, a su mente, a la amistad que pensaba que era falsa.
Tembló con fuerza cuando escuchó el grito de su profesora, y un paso más, y otro y otro y ya estaba a punto de correr, evitando que esas palabras la detuvieran. Cerrando con fuerza sus ojos, solo deseaba desaparecer... Sólo no quería sentir todo lo que estaba sintiendo en el momento.
un grito de dolor fue suficiente para detenerla. Tragó saliva y lentamente se giró para ver a la contraria. Sintió una fuerte corriente pasar por su cuerpo, temor, culpa, ansiedad y dolor que se acumulaban en su pobre corazón. Observó a su maestra y el líquido caliente que estaba en el suelo. Pensó unos momentos solamente “Ella estará bien… Ella estará… Estará...” no podía completar la frase en su mente, no podía convencerse de eso, tenía que hacer algo.
Sus pasos temerosos y lentos se acercaban a Astrid. Guardó los libros en su mochila rosada y la cerró. Sacó de su bolsillo un pañuelo y cuando por fin estuvo frente a ella, sus ojos no la observaron, sus cabellos ocultaban su rostro. No deseaba ser vista por ella. Sus manos gentiles cubrieron una de las muñecas de su querida profesora e hizo un nudo, por lo menos de algo serviría. Observó la otra muñeca, sacó otro pañuelo… el pañuelo que le pertenecía a su hermano y también cubrió la piel de la mujer, y se quedó observando como la tela absorbe el líquido del té.
Agarró la manzana de la mano de Astrid y la guardó en el bolsillo, agarró el vaso con té y el sándwich. -G-g-...- no podía pronunciar palabras, no tenía el valor ni la fuerza para hacerlo, por lo que simplemente se metió de nuevo a la biblioteca y regresó a su asiento asignado. Dejó el vaso enfrente de ella, la mochila a un lado de la silla y dio un pequeño bocado al sándwich, solo una pequeña mordida como la débil criatura que era. ¿Qué iba a recibir de su profesora? ¿Qué iba a pasar ahora con ella? No se sentía bien con todo esto, pero moría de hambre. Y no iba a cometer un error, no esta vez por lo menos.
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Dom Mar 07, 2021 7:09 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
¿Por qué se esforzaba tanto? ¿No tenía nada mejor que hacer con su vida que correr detrás de una chica que seguramente no quería nada que ver con ella en ese momento? Sintió el dolor en sus muñecas hundirse más y más adentro. Pues no, en realidad no tenía absolutamente nada más que hacer con su vida. Astrid Sharp se había volcado de lleno a ser profesora de Inglés en Fallgate.
Aunque nadie realmente se lo esperaba, no tenía mucha vida social fuera del colegio. Claro, se pasaba por el bar, la cafetería, los locales, cuchicheando con todo el mundo, pero no tenía novio ni amigos con quien usar su tiempo. Ahí, parada y sintiendo dolor, esperando a que Kelly se diera vuelta, se sintió en una situación extremadamente familiar. Aquella noche había llovido, y él había desaparecido sin siquiera darse la vuelta.
La mirada de Astrid volvió a centrarse en el presente y notó que Kelly sí se había dado vuelta, acercándose poco a poco. La profesora se quedó completamente quieta, como si su estudiante hubiese sido un venado espantadizo. No le miró a los ojos ni le dirigió la palabra, dejando que la chica se moviera alrededor de ella.
Observó con ternura cómo cubría primero una de sus muñecas, luego la otra. Le recordaba a un pajarito, así pequeña y frágil como se veía en ese momento. Quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, como lo hubiese hecho con sus propios hijos, pero se abstuvo, notando que la chica había aceptado, por lo menos, el poco de comida que Astrid Sharp ofrecía. Algo es algo.
Y luego, así como se había acercado, Kelly comenzó a alejarse con casi un cuarto de una palabra. Pero no volvió a escapar, si no que de vuelta a la Biblioteca de donde había intentado escapar hace un momento. Algo había cambiado. Astrid no estaba segura de qué, pero no le dio demasiadas vueltas, tenía un pie dentro, era todo lo que necesitaba.
Con sus manos un poco más libres, siguió detrás de su alumna, entrando en la Biblioteca y sentándose esta vez un poco más lejos de la chica, esperando a que comiera un poco. ¿Qué podía decir? No estaba demasiado segura. Apoyó su café y la bolsa que ahora sólo tenía chocolates sobre la mesa. Astrid Sharp era una mujer simple, bastante reservada con su vida y su historia, en realidad era ella siempre la que escuchaba y se le hacía difícil simplemente inventar algo que decir.
Entonces quizás sólo tenía que decir partes de la verdad, aunque doliera, para llenar aquel silencio de algo que quizás le haría sentir mejor. “Nunca conocí a mi mamá.” Comenzó, apoyando su cadera en contra de la mesa al otro lado de donde Kelly estaba sentada. “Mi padre nos crió a mi y a mis hermanos él solo.” Tomó un poco de café, sintiendo el azúcar y cafeína rejuvenecer su cuerpo un poco. “Era un hombre sumamente orgulloso. Sentía que era un dios en el mundo, que nosotros éramos simples cosas que él había engendrado para servirle.”
Astrid clavó sus ojos en su paraguas, aquel objeto que le recordaba tanto a esa vida que había dejado atrás. “Era violento, abusivo con sus palabras. Dolían tanto, calaban hasta el hueso. Sabía exactamente qué decir para desmoronar nuestra confianza.” No tenía que recordar aquellas palabras, las escuchaba a menudo, como si una parte de él hubiese seguido con vida dentro de ella. “Me odiaba, a mí más que al resto, porque yo me atrevía a intentar ser algo más de lo que él quería para mi.” Había aprendido, leído y crecido por sí sola, determinada a ser mejor que aquel hombre que tanto la menospreciaba.
“¿Y sabes? Muchísimas veces creí que había demasiado dentro mío, tantas emociones tan apretadas que si dejaba tan solo algo salir, nunca iba a parar de llorar.” Era un sentimiento que no se le había quitado, en realidad todavía guardaba todo, compactado, años de dolor que nunca había dejado salir. Pero Kelly no necesitaba saber eso. “Empujé a todo el mundo lejos de mí, porque tenía miedo de que nadie pudiera manejar mi dolor ni contenerme. Que nadie podía entender, ni siquiera sentarse ahí al frente mío y ser capaz de decirme que todo estaría bien.” Sólo había una sola persona en el mundo que era capaz de calmarle, con quien Astrid podía ser honesta. Y él no había soportado estar a su lado. Abrazó sus brazos, sintiendo el frío y la soledad que había sentido aquella noche en que todo se había ido al carajo.
“Pero siempre hubo tanta gente a mi alrededor que lo único que quería era ayudar. Que me veían sufrir, era obvio, pero yo me convencí a mi misma, y luego al resto, de que yo estaba bien. De que no pasaba nada.” Aferró el paraguas entre sus manos con fuerza. “Me demoré muchísimo en darme cuenta de ello, y cuando logré por fin desahogarme ¿Sabes que pasó?” En aquel punto estaba contando una historia. Un cuento de mentira, de un pasado que podría haber sido. “Lloré. Y pataleé. Y grité. Y luego, con ayuda de la gente que me quería, pude recomponerme. Porque no hay nada en el mundo que no se pueda cargar de a dos, o de a varios.” Excepto lo que cargaba Astrid, que podía ser extremadamente hipócrita con las enseñanzas que impartía.
Apoyó el paraguas sobre su regazo sin mirar a su alumna, recomponiéndose de a poco. Hablar acerca de su padre siempre la dejaba afectada, como si su mano todavía se posara alrededor de su cuello. Jugueteó con los pañuelos en sus muñecas, acariciándolos ausentemente mientras esperaba los siguientes movimientos de Kelly.
code by EMMEAunque nadie realmente se lo esperaba, no tenía mucha vida social fuera del colegio. Claro, se pasaba por el bar, la cafetería, los locales, cuchicheando con todo el mundo, pero no tenía novio ni amigos con quien usar su tiempo. Ahí, parada y sintiendo dolor, esperando a que Kelly se diera vuelta, se sintió en una situación extremadamente familiar. Aquella noche había llovido, y él había desaparecido sin siquiera darse la vuelta.
La mirada de Astrid volvió a centrarse en el presente y notó que Kelly sí se había dado vuelta, acercándose poco a poco. La profesora se quedó completamente quieta, como si su estudiante hubiese sido un venado espantadizo. No le miró a los ojos ni le dirigió la palabra, dejando que la chica se moviera alrededor de ella.
Observó con ternura cómo cubría primero una de sus muñecas, luego la otra. Le recordaba a un pajarito, así pequeña y frágil como se veía en ese momento. Quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, como lo hubiese hecho con sus propios hijos, pero se abstuvo, notando que la chica había aceptado, por lo menos, el poco de comida que Astrid Sharp ofrecía. Algo es algo.
Y luego, así como se había acercado, Kelly comenzó a alejarse con casi un cuarto de una palabra. Pero no volvió a escapar, si no que de vuelta a la Biblioteca de donde había intentado escapar hace un momento. Algo había cambiado. Astrid no estaba segura de qué, pero no le dio demasiadas vueltas, tenía un pie dentro, era todo lo que necesitaba.
Con sus manos un poco más libres, siguió detrás de su alumna, entrando en la Biblioteca y sentándose esta vez un poco más lejos de la chica, esperando a que comiera un poco. ¿Qué podía decir? No estaba demasiado segura. Apoyó su café y la bolsa que ahora sólo tenía chocolates sobre la mesa. Astrid Sharp era una mujer simple, bastante reservada con su vida y su historia, en realidad era ella siempre la que escuchaba y se le hacía difícil simplemente inventar algo que decir.
Entonces quizás sólo tenía que decir partes de la verdad, aunque doliera, para llenar aquel silencio de algo que quizás le haría sentir mejor. “Nunca conocí a mi mamá.” Comenzó, apoyando su cadera en contra de la mesa al otro lado de donde Kelly estaba sentada. “Mi padre nos crió a mi y a mis hermanos él solo.” Tomó un poco de café, sintiendo el azúcar y cafeína rejuvenecer su cuerpo un poco. “Era un hombre sumamente orgulloso. Sentía que era un dios en el mundo, que nosotros éramos simples cosas que él había engendrado para servirle.”
Astrid clavó sus ojos en su paraguas, aquel objeto que le recordaba tanto a esa vida que había dejado atrás. “Era violento, abusivo con sus palabras. Dolían tanto, calaban hasta el hueso. Sabía exactamente qué decir para desmoronar nuestra confianza.” No tenía que recordar aquellas palabras, las escuchaba a menudo, como si una parte de él hubiese seguido con vida dentro de ella. “Me odiaba, a mí más que al resto, porque yo me atrevía a intentar ser algo más de lo que él quería para mi.” Había aprendido, leído y crecido por sí sola, determinada a ser mejor que aquel hombre que tanto la menospreciaba.
“¿Y sabes? Muchísimas veces creí que había demasiado dentro mío, tantas emociones tan apretadas que si dejaba tan solo algo salir, nunca iba a parar de llorar.” Era un sentimiento que no se le había quitado, en realidad todavía guardaba todo, compactado, años de dolor que nunca había dejado salir. Pero Kelly no necesitaba saber eso. “Empujé a todo el mundo lejos de mí, porque tenía miedo de que nadie pudiera manejar mi dolor ni contenerme. Que nadie podía entender, ni siquiera sentarse ahí al frente mío y ser capaz de decirme que todo estaría bien.” Sólo había una sola persona en el mundo que era capaz de calmarle, con quien Astrid podía ser honesta. Y él no había soportado estar a su lado. Abrazó sus brazos, sintiendo el frío y la soledad que había sentido aquella noche en que todo se había ido al carajo.
“Pero siempre hubo tanta gente a mi alrededor que lo único que quería era ayudar. Que me veían sufrir, era obvio, pero yo me convencí a mi misma, y luego al resto, de que yo estaba bien. De que no pasaba nada.” Aferró el paraguas entre sus manos con fuerza. “Me demoré muchísimo en darme cuenta de ello, y cuando logré por fin desahogarme ¿Sabes que pasó?” En aquel punto estaba contando una historia. Un cuento de mentira, de un pasado que podría haber sido. “Lloré. Y pataleé. Y grité. Y luego, con ayuda de la gente que me quería, pude recomponerme. Porque no hay nada en el mundo que no se pueda cargar de a dos, o de a varios.” Excepto lo que cargaba Astrid, que podía ser extremadamente hipócrita con las enseñanzas que impartía.
Apoyó el paraguas sobre su regazo sin mirar a su alumna, recomponiéndose de a poco. Hablar acerca de su padre siempre la dejaba afectada, como si su mano todavía se posara alrededor de su cuello. Jugueteó con los pañuelos en sus muñecas, acariciándolos ausentemente mientras esperaba los siguientes movimientos de Kelly.
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Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Dom Mar 07, 2021 10:53 am
Pequeños y gentiles mordidas recibía el emparedado de mantequilla de maní que tenía en sus manos, era la primera vez desde que desapareció su hermano que probaba algo si no se contara el agua que consumía. Se sentía débil de repente, como si todo lo que estaba ignorando viniera de golpe. Su cuerpo tomó represalias contra su mente, ¿O tal vez así se sentía y ella lo bloqueaba? Tragaba lentamente, disfrutando cada mordida mientras que, de cuando en cuando tomaba del té con azúcar. Todo le sabía a gloria, a un manjar que solamente los reyes podían disfrutar.
Sus orejas se levantaron ligeramente, y comenzó a escuchar la historia de su profesora, no… era mucho más que eso. La estaba consumiendo. Escuchando palabra por palabra, apropiando su significado e imaginando los escenarios que ella describe en su teatro mental. Su imaginación se activaba por primera vez desde hace tiempo, y no fue por un libro, sino por una persona que estaba frente a ella.
Sus ojos no se centraron en el rostro ajeno, sino en sus manos, en esa herida que fue causada por su preocupación. Parecía doloroso… no le gustaba para nada la culpa que se formaba con fuerza dentro de ella. no pronunció una sola palabra, ni tampoco hacía ruido, era un ente silencioso que comía en pequeñas porciones. Se dedicaba a escucharla con toda la atención que podía, observar toda acción que el cuerpo ajeno hace. Poner atención en el tono de voz en que lo hacía.
La admiraba.
Ella era una mujer fuerte, quería ser como ella pero sabía que no podía. Era un pasado el cual a ella no le tocó. La familia amorosa no se comparaba para nada a la familia rota de Astrid. Creyó cada palabra que de ella salía. dio otro mordisco más a su sándwich antes de extender la servilleta sobre la mesa y ponerlo encima de esta. Pudo notar los dulces y el café que su acompañante tenía. Con lentitud extendió su brazo, empujando la comida hacia la ajena. Café y dulces, eso no se veía para nada nutritivo, y aunque ella estuviera en una situación familiar, por lo menos tenía la manzana en su bolsillo la cual después comería.
¿Pero acaso no fue este evento un catalizador para un desastre inminente? Lo sabía. Su padre llegaba hasta altas horas de la mañana, estresado, sin tener fuerzas de nada para solo dormir, despertar y de nuevo irse a buscar. Y su madre, su madre pasaba por el cuarto de su hermano desaparecido y acomodaba todas las cosas, limpiaba el cuarto hasta que estuviera impecable y leía historias con la esperanza de que él pudiera escucharlas estuviera donde estuviera.
Tragó un poco de saliva y después un sorbo a su té que tenía ya a medio acabar, más por el líquido derramado que lo consumido por ella. ¿Que podía decir o hacer en esta situación? El primer silencio fue roto por una historia personal, y ahora regresaba lentamente del olvido. apenas y podía respirar, le era difícil. ¿Qué tenía pensado? Apenas y podía formular ideas, parpadeó unas cuantas veces antes de poder decidirse.
Lento, apenas y sus piernas tenían las fuerzas de poder hacerlo, se tuvo que apoyar en la mesa con las dos manos por un momento y solo caminó lentamente, rodeando la mesa hasta el lado en donde se encontraba su profesora y le tomó de la mano. Primero gentilmente, aunque no fuera pronunciada una palabra, por lo menos podía empatizar en su historia, y lentamente lo apretaba con lo débil que era, tratando de decir algo. Su boca se abría y sordas palabras salían de ésta, de sus labios tan solo el aire que deseo ser más que eso.
No podía hacerlo, no podía abrirse con ella, no como ella lo había demostrado.
Tal vez no era su momento, tal vez tenía que avanzar el tiempo para que pudiera confesar las emociones y sentimientos caóticos, de buscar ayuda y apoyo, de poder transmitir su sufrimiento ante una persona. No podía. Ninguna palabra salía de sus labios, simplemente la acción de tomar la mano ajena, cálida, con ese pequeño toque maternal que las buenas maestras portaban.
Dejó la mano de su maestra al notar que era en vano tratar de hablar. Su mirada aún en el suelo caminó hacia los estantes en búsqueda de un libro. Uno para recomendarle a su maestra. ¿Pero cual? No tenía ni la más mínima idea. Tal vez al final todos sus esfuerzos fueron en vano, así que le fue mejor agarrar un libro que pudiera describir mejor lo que sentía en el momento.
Un libro con una colección de poemas de varios autores.
Lo agarró y caminó de vuelta a la mesa lo más rápido que pudo, sentándose y ojeando una por una, lentamente recordaba, sabía que estaba por aquí el poema que podía representarla. Pero solamente no podía concentrarse, no podía progresar en nada.
Hasta que por fin lo encontró.
Una poesía clásica de William Shakespeare, más que nada le mostraba a la profesora aquel poema con el título “Sonnet 29”... si… ella estaba, tan solo señalando la primera mitad del poema, porque la segunda no podía ni siquiera caber en su cabeza en ese momento. Era optimista al final, pero, ¿Cómo puede serlo ella? Con tanta culpa cargaba que no podía imaginarse un momento tranquilo. Maldecía… maldecía todo. Su rostro aún viendo a la mesa, aún no reunía las fuerzas para ver a la ajena a la cara por lo que ahí estaba, esperando una respuesta.
Sus orejas se levantaron ligeramente, y comenzó a escuchar la historia de su profesora, no… era mucho más que eso. La estaba consumiendo. Escuchando palabra por palabra, apropiando su significado e imaginando los escenarios que ella describe en su teatro mental. Su imaginación se activaba por primera vez desde hace tiempo, y no fue por un libro, sino por una persona que estaba frente a ella.
Sus ojos no se centraron en el rostro ajeno, sino en sus manos, en esa herida que fue causada por su preocupación. Parecía doloroso… no le gustaba para nada la culpa que se formaba con fuerza dentro de ella. no pronunció una sola palabra, ni tampoco hacía ruido, era un ente silencioso que comía en pequeñas porciones. Se dedicaba a escucharla con toda la atención que podía, observar toda acción que el cuerpo ajeno hace. Poner atención en el tono de voz en que lo hacía.
La admiraba.
Ella era una mujer fuerte, quería ser como ella pero sabía que no podía. Era un pasado el cual a ella no le tocó. La familia amorosa no se comparaba para nada a la familia rota de Astrid. Creyó cada palabra que de ella salía. dio otro mordisco más a su sándwich antes de extender la servilleta sobre la mesa y ponerlo encima de esta. Pudo notar los dulces y el café que su acompañante tenía. Con lentitud extendió su brazo, empujando la comida hacia la ajena. Café y dulces, eso no se veía para nada nutritivo, y aunque ella estuviera en una situación familiar, por lo menos tenía la manzana en su bolsillo la cual después comería.
¿Pero acaso no fue este evento un catalizador para un desastre inminente? Lo sabía. Su padre llegaba hasta altas horas de la mañana, estresado, sin tener fuerzas de nada para solo dormir, despertar y de nuevo irse a buscar. Y su madre, su madre pasaba por el cuarto de su hermano desaparecido y acomodaba todas las cosas, limpiaba el cuarto hasta que estuviera impecable y leía historias con la esperanza de que él pudiera escucharlas estuviera donde estuviera.
Tragó un poco de saliva y después un sorbo a su té que tenía ya a medio acabar, más por el líquido derramado que lo consumido por ella. ¿Que podía decir o hacer en esta situación? El primer silencio fue roto por una historia personal, y ahora regresaba lentamente del olvido. apenas y podía respirar, le era difícil. ¿Qué tenía pensado? Apenas y podía formular ideas, parpadeó unas cuantas veces antes de poder decidirse.
Lento, apenas y sus piernas tenían las fuerzas de poder hacerlo, se tuvo que apoyar en la mesa con las dos manos por un momento y solo caminó lentamente, rodeando la mesa hasta el lado en donde se encontraba su profesora y le tomó de la mano. Primero gentilmente, aunque no fuera pronunciada una palabra, por lo menos podía empatizar en su historia, y lentamente lo apretaba con lo débil que era, tratando de decir algo. Su boca se abría y sordas palabras salían de ésta, de sus labios tan solo el aire que deseo ser más que eso.
No podía hacerlo, no podía abrirse con ella, no como ella lo había demostrado.
Tal vez no era su momento, tal vez tenía que avanzar el tiempo para que pudiera confesar las emociones y sentimientos caóticos, de buscar ayuda y apoyo, de poder transmitir su sufrimiento ante una persona. No podía. Ninguna palabra salía de sus labios, simplemente la acción de tomar la mano ajena, cálida, con ese pequeño toque maternal que las buenas maestras portaban.
Dejó la mano de su maestra al notar que era en vano tratar de hablar. Su mirada aún en el suelo caminó hacia los estantes en búsqueda de un libro. Uno para recomendarle a su maestra. ¿Pero cual? No tenía ni la más mínima idea. Tal vez al final todos sus esfuerzos fueron en vano, así que le fue mejor agarrar un libro que pudiera describir mejor lo que sentía en el momento.
Un libro con una colección de poemas de varios autores.
Lo agarró y caminó de vuelta a la mesa lo más rápido que pudo, sentándose y ojeando una por una, lentamente recordaba, sabía que estaba por aquí el poema que podía representarla. Pero solamente no podía concentrarse, no podía progresar en nada.
Hasta que por fin lo encontró.
Una poesía clásica de William Shakespeare, más que nada le mostraba a la profesora aquel poema con el título “Sonnet 29”... si… ella estaba, tan solo señalando la primera mitad del poema, porque la segunda no podía ni siquiera caber en su cabeza en ese momento. Era optimista al final, pero, ¿Cómo puede serlo ella? Con tanta culpa cargaba que no podía imaginarse un momento tranquilo. Maldecía… maldecía todo. Su rostro aún viendo a la mesa, aún no reunía las fuerzas para ver a la ajena a la cara por lo que ahí estaba, esperando una respuesta.
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Dom Mar 07, 2021 8:19 pm
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
Había estado tan, tan sola después de que él se había ido. ¿Que era culpa de ella, por haberle dicho que se fuera? Ninguna posibilidad. Él le conocía. Sabía que ella en realidad no se sentía de esa manera. Que no había dicho nada no porque no quisiera, pero porque su cuerpo no se había podido mover, paralizado, como tantas otras veces.
Tan, tan sola, había corrido bajo la lluvia, sintiéndole a su alrededor, en todas partes, pero él no se quiso mostrar. Gritó su nombre por horas, rogándole que volviera. Astrid sabía que él le había escuchado. ¿Cómo no hacerlo? Pero sólo había logrado empaparse con aquella asquerosa lluvia que tanto le recordaba a él. No había tocado agua en el exterior desde entonces. Prefería tinas de baño en vez de duchas, las cuales evitaba como a de lugar, odiaba sentirse a merced de aquel líquido.
Astrid acarició el paraguas, aquel que había elegido portar consigo absolutamente todos los días de su vida. “¿Por qué un paraguas?” Había preguntado su hermana hace algunos años, sentadas en un café en el medio de Arizona, Estados Unidos. “Nunca sabes cuando vas a necesitar protección contra los Elementos.” Había murmurado amargamente bajo el sol de aquel desierto, su mirada perdida en aquel recuerdo. Anastassia no había necesitado otra pregunta para entender.
La profesora no notó el leve movimiento, el empujoncito de la comida que quedaba hacia ella, perdida en sus memorias y el cuento que tejía como estaba. Dejó que el silencio se sentara cómodamente entre ella y Kelly, sintiendo el reconfortante peso del paraguas que parecía simplemente ser una extremidad más por la manera en que se movía con él.
Sólo volvió en sí cuando escuchó movimiento. La pequeña muñequita rodeaba la mesa, acercándose nuevamente. Astrid Sharp respondió de la misma manera, quedándose quieta y esperando, como quien extiende una mano dubitativa a un picaflor. Sintió que la chica tomaba su mano con delicadeza, y la profesora respondió el leve apretón con uno propio que intentaba ser tranquilizador.
El corazón de Astrid Sharp se partió en dos al ver a aquella niña batallando por hacer algún sonido. Conocía la sensación demasiado bien, esa en la que el cuerpo simplemente no hace lo que la mente quiere. Quería decirle que no se preocupara, que le diera tiempo, que no necesitaba decir nada, pero no quería espantarla. Oh, cariño mío, no sabes cuanto lo siento… Apretó sus labios, acariciando la mano de Kelly, el único mimo que se dio permiso de hacer.
Y luego, otra vez, la chica se había girado sobre sus talones, dejando su mano. Astrid la siguió con la mirada, ya sin ningún tipo de plan. Acercó su mano a su taza de café y volvió a beber, el líquido hacía maravillas para hacerle sentir mejor. “Astrid, cómo vas a hacerte pasar por una chica Inglesa cuando lo único que bebes es café. No tiene sentido.” Había respondido con una risita, acunando el vaso de papel lleno de café y azúcar mientras caminaban por las calles de Glasgow. “De eso no te preocupes, la gente solo ve lo que quiere ver.”
Desenvolvió uno de los chocolates con cuidado, mezclándolo en su boca con el café mientras esperaba, nuevamente, el próximo movimiento de Kelly. Volvió rápido, sentándose en la mesa nuevamente. Astrid se empujó sobre la mesa de un saltito, café en mano, y se giró para quedar sentada sobre la mesa frente a la pequeña.
Pasaba página por página. Astrid había hojeado aquel libro, por lo que aunque estaba boca abajo desde su perspectiva, recordaba absolutamente todo como cuando había tenido el libro entre sus propias manos. Hasta que Kelly se detuvo en un soneto que conocía bien, lo había pasado en clases de literatura.
“When, in disgrace with fortune and men’s eyes,
I all alone beweep my outcast state,
And trouble deaf heaven with my bootless cries,
And look upon myself and curse my fate,
Wishing me like to one more rich in hope,
Featured like him, like him with friends possessed,
Desiring this man’s art and that man’s scope,
With what I most enjoy contented least;
Yet in these thoughts myself almost despising,
Haply I think on thee, and then my state,
Like to the lark at break of day arising
From sullen earth sings hymns at heaven’s gate;
For thy sweet love remembered such wealth brings
That then I scorn to change my state with kings.” Murmuró el soneto suavemente sin necesidad de tomar el libro, cerrando los ojos para recordar con más claridad cada palabra. Astrid Sharp frunció el ceño al terminar, tomando un poco más de café. Aquel era un soneto de amor, después de todo. Acababa no en un sentimiento doloroso, sino en esperanza, la idea de que era mejor ser quien eres si eso significa estar con la persona que amas. La manera en que el amor puede sanar aquellas heridas autoinflingidas, desesperación, aquella autocompasión tóxica, el aislamiento.
Era básicamente lo que la historia de Astrid quería retratar, puesto en palabras muchísimo más elocuentes. ¿Qué quería decirle la chica? Notó que el dedo apuntaba a la primera parte, aquella que era más tortuosa. “Kelly, te he enseñado mejor que sólo leer la mitad de algo.” Murmuró, un poco de reproche mezclado con todo el amor del mundo. Dejó el café cerca del libro y tomó la mano de su alumna con cuidado, cubriendo la primera parte del soneto.
“Sé que duele, cariño…” Acarició la mano ajena, maldiciendo en su interior por no poder hacer nada más. “Pero lo mejor que puedes hacer ahora, por lo menos, es desahogarte un poco. Sacar todo eso que está metido en esa cabecita tuya antes de que sientas que ya no tienes a nadie.” Dio un ligero golpecito en la cabeza de la chica con su paraguas antes de inclinarse hacia adelante un poco y acariciar su cabello. “Ni siquiera tienes que decir algo, pero no me dejes fuera así.”
code by EMMETan, tan sola, había corrido bajo la lluvia, sintiéndole a su alrededor, en todas partes, pero él no se quiso mostrar. Gritó su nombre por horas, rogándole que volviera. Astrid sabía que él le había escuchado. ¿Cómo no hacerlo? Pero sólo había logrado empaparse con aquella asquerosa lluvia que tanto le recordaba a él. No había tocado agua en el exterior desde entonces. Prefería tinas de baño en vez de duchas, las cuales evitaba como a de lugar, odiaba sentirse a merced de aquel líquido.
Astrid acarició el paraguas, aquel que había elegido portar consigo absolutamente todos los días de su vida. “¿Por qué un paraguas?” Había preguntado su hermana hace algunos años, sentadas en un café en el medio de Arizona, Estados Unidos. “Nunca sabes cuando vas a necesitar protección contra los Elementos.” Había murmurado amargamente bajo el sol de aquel desierto, su mirada perdida en aquel recuerdo. Anastassia no había necesitado otra pregunta para entender.
La profesora no notó el leve movimiento, el empujoncito de la comida que quedaba hacia ella, perdida en sus memorias y el cuento que tejía como estaba. Dejó que el silencio se sentara cómodamente entre ella y Kelly, sintiendo el reconfortante peso del paraguas que parecía simplemente ser una extremidad más por la manera en que se movía con él.
Sólo volvió en sí cuando escuchó movimiento. La pequeña muñequita rodeaba la mesa, acercándose nuevamente. Astrid Sharp respondió de la misma manera, quedándose quieta y esperando, como quien extiende una mano dubitativa a un picaflor. Sintió que la chica tomaba su mano con delicadeza, y la profesora respondió el leve apretón con uno propio que intentaba ser tranquilizador.
El corazón de Astrid Sharp se partió en dos al ver a aquella niña batallando por hacer algún sonido. Conocía la sensación demasiado bien, esa en la que el cuerpo simplemente no hace lo que la mente quiere. Quería decirle que no se preocupara, que le diera tiempo, que no necesitaba decir nada, pero no quería espantarla. Oh, cariño mío, no sabes cuanto lo siento… Apretó sus labios, acariciando la mano de Kelly, el único mimo que se dio permiso de hacer.
Y luego, otra vez, la chica se había girado sobre sus talones, dejando su mano. Astrid la siguió con la mirada, ya sin ningún tipo de plan. Acercó su mano a su taza de café y volvió a beber, el líquido hacía maravillas para hacerle sentir mejor. “Astrid, cómo vas a hacerte pasar por una chica Inglesa cuando lo único que bebes es café. No tiene sentido.” Había respondido con una risita, acunando el vaso de papel lleno de café y azúcar mientras caminaban por las calles de Glasgow. “De eso no te preocupes, la gente solo ve lo que quiere ver.”
Desenvolvió uno de los chocolates con cuidado, mezclándolo en su boca con el café mientras esperaba, nuevamente, el próximo movimiento de Kelly. Volvió rápido, sentándose en la mesa nuevamente. Astrid se empujó sobre la mesa de un saltito, café en mano, y se giró para quedar sentada sobre la mesa frente a la pequeña.
Pasaba página por página. Astrid había hojeado aquel libro, por lo que aunque estaba boca abajo desde su perspectiva, recordaba absolutamente todo como cuando había tenido el libro entre sus propias manos. Hasta que Kelly se detuvo en un soneto que conocía bien, lo había pasado en clases de literatura.
“When, in disgrace with fortune and men’s eyes,
I all alone beweep my outcast state,
And trouble deaf heaven with my bootless cries,
And look upon myself and curse my fate,
Wishing me like to one more rich in hope,
Featured like him, like him with friends possessed,
Desiring this man’s art and that man’s scope,
With what I most enjoy contented least;
Yet in these thoughts myself almost despising,
Haply I think on thee, and then my state,
Like to the lark at break of day arising
From sullen earth sings hymns at heaven’s gate;
For thy sweet love remembered such wealth brings
That then I scorn to change my state with kings.” Murmuró el soneto suavemente sin necesidad de tomar el libro, cerrando los ojos para recordar con más claridad cada palabra. Astrid Sharp frunció el ceño al terminar, tomando un poco más de café. Aquel era un soneto de amor, después de todo. Acababa no en un sentimiento doloroso, sino en esperanza, la idea de que era mejor ser quien eres si eso significa estar con la persona que amas. La manera en que el amor puede sanar aquellas heridas autoinflingidas, desesperación, aquella autocompasión tóxica, el aislamiento.
Era básicamente lo que la historia de Astrid quería retratar, puesto en palabras muchísimo más elocuentes. ¿Qué quería decirle la chica? Notó que el dedo apuntaba a la primera parte, aquella que era más tortuosa. “Kelly, te he enseñado mejor que sólo leer la mitad de algo.” Murmuró, un poco de reproche mezclado con todo el amor del mundo. Dejó el café cerca del libro y tomó la mano de su alumna con cuidado, cubriendo la primera parte del soneto.
“Sé que duele, cariño…” Acarició la mano ajena, maldiciendo en su interior por no poder hacer nada más. “Pero lo mejor que puedes hacer ahora, por lo menos, es desahogarte un poco. Sacar todo eso que está metido en esa cabecita tuya antes de que sientas que ya no tienes a nadie.” Dio un ligero golpecito en la cabeza de la chica con su paraguas antes de inclinarse hacia adelante un poco y acariciar su cabello. “Ni siquiera tienes que decir algo, pero no me dejes fuera así.”
AstridAstrid
Inventario : Nivel 2 - Canalizador de magia
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
Corona del Cabrón - Puedes tener todos los personajes que desees sin control por parte de la administración.
Edad : 26
Nivel :
Rompe Regla I :
Raza : ?
Mensajes : 152
XP : 216
Fecha de inscripción : 06/09/2017
Localización : Biblioteca
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
Corona del Cabrón - Puedes tener todos los personajes que desees sin control por parte de la administración.
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- 7
Rompe Regla I :
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Hoja de Personaje
Vida:
(300/300)
Habilidades:
Habilidades | Descripción | Daño | Defensa | Habilidad 1 | Habilidad 2 | Habilidad 3 | Debilidad 1 | Debilidad 2 | Debilidad 3 |
Canon Astrid
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Lun Mar 08, 2021 2:20 am
Temblaba por las inseguridades, se ahogaba en la ansiedad que su mente creaba. No podía decir nada con sus voz, pero sí con acciones, acciones que para ella era una odisea hacer. Esa conexión que tenía estaba completamente perdida, y apenas podía repararla, ¿Que tanto era? Gastaba fuerza, se estaba sintiendo cada vez más débil, más cansada de todo esto.
Apenas respiraba con lentitud, y solamente disfrutaba de la voz ajena, esa voz que apenas y la calmaba, que la relajaba. Esa dulce voz que tanto apreciaba y que en ese momento se daba cuenta que lo necesitaba recitar un poema optimista, pero realmente, ella esta ciega de ello. No lo podía ver, siendo su mente el cual hacía nublada todos esos versos. Los ocultaba de ella, le decía que solamente había este estado permanente de sufrimiento, de un eterno sentimiento que apretaba su corazón, que lo torturaba, lo apretaba como si fuese un fantasma arrancando sus energías.
Mordió su labio inferior, realmente no tenía respuesta en el momento para contestar. Miles de navajas se enterraban en su espalda por la impotencia que sentía. ¿Enojo? ¿Irritación? ¿Ira? ¿Tristeza? No sabía… no lo sabía, se desesperaba mucho más que en otras ocasiones, escoger un sentimiento era solamente horrible, una emoción para expresarse en ese momento. Le gustaba como le reprochaba de una manera maternal. Por algo sentía que era su amiga. Qué era la mejor y la única mejor amiga que ha tenido.
Se estremeció al escucharla hablar de nuevo, al sentir su suave toque en su piel. No podía moverse, tenía miedo, miedo a no saber cómo responder, miedo a no poder hablar de nuevo. Tragó un poco de saliva, con demasiada dificultad, apenas y podía hacerlo pero era complicado. Pero las palabras ajenas pegaban más profundo que esa barrera caótica de sentimientos.
Sus barreras caían como las murallas de Jerico, pero no fueron 3 días que se tardó su profesora, fue en cuestión de momentos. Mordía con cada vez más fuerza su labio inferior hasta el punto en que un hilillo de sangre se escurriera, ¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Era por pena? No, ella entendía su sufrimiento o por lo menos eso era lo que pensaba.
Lágrimas se asomaron por sus ojos en el momento de sentir cariño en sus cabellos. Con su mano libre agarró suavemente la mano ajena y la junto a su mejilla, deseaba sentir la calidez que ella tenía, deseaba deshacer del hielo que evitaba poder expresarse. Una lágrima salió por su ojo, mojando la mano ajena. Y otra… y otra… y otra más.
En una lluvia gentil, ella lloraba en silencio, y en su vista nublosa pudo observar por fin a Astrid a la cara antes de cerrarlos con fuerza y bajar la cabeza.
Sollozo.
Sollozo hasta no poder más.
Todo lo tenía guardado, y esos sentimientos que se habían compactado bajaban en lágrimas cálidas que recorrían sus mejillas, que acababan en las comisuras de sus labios, que mojaban su falda escolar, que amenazaban con mojar la mesa. No le importaba este punto. Ella lentamente se sentía liberada. Por fin pudo hacerlo, por fin aceptó ayuda de alguien más.
El nudo de la garganta lentamente se desenredaba, y con ello palabras de dolor surgían de sus labios, trato de callarse pero no pudo, trato de aguantar pero su cuerpo no lo hizo. Esta vez, por primera vez desde hace tiempo, expresaba como se sentía y no sentía miedo de ello.
-D-Disculpa... - Susurró entre sollozos, apenas y pudiendo respirar, y de lluvia pasó a ser torrente. Le pedía perdón por hacerle perder el tiempo, no se lo merecía, no sentía que el tiempo que la ajena gastaba con ella era lo merecido. Ya había sido suficiente con la comida, ¿Por que no se había alejado? no entendía, no lo hacía. Apretaba sus manos con fuerza, no podía resistirse, deseaba todo el cariño, toda la atención, no quería que se fuera, no quería que el tiempo pasara.
Tuvo que pasar largos minutos antes de que se pudiera calmar, antes de que nuevamente pudiera hablar. Hasta que su respiración fue normal y las ojeras debajo de sus ojos indican que tanto tuvo que liberar en el momento. En sus ojos por fin regresó ese brillo que tenía, y su mirada estaba fija en la profesora -D-disculpa… y g-g… gracias…- con gran dificultad hablaba, ahora viéndola a los ojos, y dentro de ella toda esta tormenta se calmaba lentamente
Apenas respiraba con lentitud, y solamente disfrutaba de la voz ajena, esa voz que apenas y la calmaba, que la relajaba. Esa dulce voz que tanto apreciaba y que en ese momento se daba cuenta que lo necesitaba recitar un poema optimista, pero realmente, ella esta ciega de ello. No lo podía ver, siendo su mente el cual hacía nublada todos esos versos. Los ocultaba de ella, le decía que solamente había este estado permanente de sufrimiento, de un eterno sentimiento que apretaba su corazón, que lo torturaba, lo apretaba como si fuese un fantasma arrancando sus energías.
Mordió su labio inferior, realmente no tenía respuesta en el momento para contestar. Miles de navajas se enterraban en su espalda por la impotencia que sentía. ¿Enojo? ¿Irritación? ¿Ira? ¿Tristeza? No sabía… no lo sabía, se desesperaba mucho más que en otras ocasiones, escoger un sentimiento era solamente horrible, una emoción para expresarse en ese momento. Le gustaba como le reprochaba de una manera maternal. Por algo sentía que era su amiga. Qué era la mejor y la única mejor amiga que ha tenido.
Se estremeció al escucharla hablar de nuevo, al sentir su suave toque en su piel. No podía moverse, tenía miedo, miedo a no saber cómo responder, miedo a no poder hablar de nuevo. Tragó un poco de saliva, con demasiada dificultad, apenas y podía hacerlo pero era complicado. Pero las palabras ajenas pegaban más profundo que esa barrera caótica de sentimientos.
Sus barreras caían como las murallas de Jerico, pero no fueron 3 días que se tardó su profesora, fue en cuestión de momentos. Mordía con cada vez más fuerza su labio inferior hasta el punto en que un hilillo de sangre se escurriera, ¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Era por pena? No, ella entendía su sufrimiento o por lo menos eso era lo que pensaba.
Lágrimas se asomaron por sus ojos en el momento de sentir cariño en sus cabellos. Con su mano libre agarró suavemente la mano ajena y la junto a su mejilla, deseaba sentir la calidez que ella tenía, deseaba deshacer del hielo que evitaba poder expresarse. Una lágrima salió por su ojo, mojando la mano ajena. Y otra… y otra… y otra más.
En una lluvia gentil, ella lloraba en silencio, y en su vista nublosa pudo observar por fin a Astrid a la cara antes de cerrarlos con fuerza y bajar la cabeza.
Sollozo.
Sollozo hasta no poder más.
Todo lo tenía guardado, y esos sentimientos que se habían compactado bajaban en lágrimas cálidas que recorrían sus mejillas, que acababan en las comisuras de sus labios, que mojaban su falda escolar, que amenazaban con mojar la mesa. No le importaba este punto. Ella lentamente se sentía liberada. Por fin pudo hacerlo, por fin aceptó ayuda de alguien más.
El nudo de la garganta lentamente se desenredaba, y con ello palabras de dolor surgían de sus labios, trato de callarse pero no pudo, trato de aguantar pero su cuerpo no lo hizo. Esta vez, por primera vez desde hace tiempo, expresaba como se sentía y no sentía miedo de ello.
-D-Disculpa... - Susurró entre sollozos, apenas y pudiendo respirar, y de lluvia pasó a ser torrente. Le pedía perdón por hacerle perder el tiempo, no se lo merecía, no sentía que el tiempo que la ajena gastaba con ella era lo merecido. Ya había sido suficiente con la comida, ¿Por que no se había alejado? no entendía, no lo hacía. Apretaba sus manos con fuerza, no podía resistirse, deseaba todo el cariño, toda la atención, no quería que se fuera, no quería que el tiempo pasara.
Tuvo que pasar largos minutos antes de que se pudiera calmar, antes de que nuevamente pudiera hablar. Hasta que su respiración fue normal y las ojeras debajo de sus ojos indican que tanto tuvo que liberar en el momento. En sus ojos por fin regresó ese brillo que tenía, y su mirada estaba fija en la profesora -D-disculpa… y g-g… gracias…- con gran dificultad hablaba, ahora viéndola a los ojos, y dentro de ella toda esta tormenta se calmaba lentamente
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Lun Mar 08, 2021 5:24 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
Astrid había usado todo lo que tenía en su arsenal. Si Kelly se volvía a alejar ahora, no tenía nada más, tendría que rendirse. Sólo se mantuvo acariciando su cabeza, pasando sus dedos por el pelo de la niña. Y luego Kelly tomó su mano. Astrid se acercó instantáneamente, empujando el libro a un lado, arrimando una silla a su lado sin nunca dejar de tocar su mejilla, el paraguas en su regazo. Sintió una lágrima, luego dos y tres. La profesora acarició su mejilla con ternura, su corazón apretado en respuesta a lo que estaba sucediendo.
Pero era lo mejor que podía hacer, y ella estaba ahí, firme, reconfortante, lista para traerla de vuelta cuando hubiese acabado de desahogarse. No esperaba que algo se removiera dentro de ella cuando Kelly levantó la cabeza, sólo por un momento. La cara de la chica fue reemplazada por la de los mellizos cuando no había sido capaz de consolarles. Sólo por un momento, y luego ahí estaba su alumna de nuevo, necesitándole.
“Ven, linda…” Murmuró con un nudo en su garganta, tomándola de un brazo con delicadeza, acercándola hacia ella, apoyando la cabeza de la chica en su pecho. “No pasa nada, sólo suelta.” Un susurro mientras acariciaba su cabeza, dando golpecitos en su espalda. “Estoy aquí y no me voy a ningún lado.” Astrid comenzó a mecerse levemente de lado a lado, como había hecho con los mellizos entre sus brazos cuando se levantaba a acunarles en la noche cuando despertaban.
“Shhh.” Más caricias, la abrazó más cerca de su pecho, sintiendo un arrullo que no cantaba hace años. Se quedó así, meciendo a Kelly de lado a lado, tarareando aquella melodía que le recordaba a días mejores y una familia que había sido arrebatada de sus brazos. “No tienes de qué disculparte pequeña.” Aseguró, acallando cualquier disculpa, asegurándole que no tenía ninguna razón para sentirse culpable.
Recordó palabras parecidas cuando ella había sido la que lloraba sin consuelo, cuando despertaba de aquellas pesadillas que le atormentaban aún despierta. Sintió odio despertar en lo más dentro de ella, un desprecio que había alimentado por años, que le había hecho dejar toda su vida de lado sólo para descargar aquella furia. Y luego cerró esa puerta, tan pronto se había abierto, sin dejar que ninguna emoción se saliera de lugar. “Tranquila, que estoy aquí para esto, no estás sola.”
Astrid Sharp se mantuvo en aquel abrazo, trayendo a Kelly más y más cerca hasta que la había traído a su propia silla, esperando a que dejara salir todo lo que tenía, calmando aquella tormenta que lo único que había querido era salir. La sintió calmarse poco a poco contra su pecho, sus sollozos menos violentos, la respiración más tranquila.
Dejó que la chica se separase un poco sin soltarla, lo suficiente como para mirar aquellos ojos que ya parecían menos atormentados. Astrid desamarró uno de los pañuelos de su muñeca y lo pasó por las mejillas de Kelly en un gesto extremadamente maternal. “No hay nada que agradecer, ni pedir disculpas.” Aseguró nuevamente con una sonrisa cálida, apretándole de nuevo contra ella en un abrazo envuelto en cariño y un apoyo incondicional. Presionó sus labios contra la cabeza de su alumna con un suspiro.
“¿Mejor?” Preguntó, acariciando su cabello afectuosamente, todavía meciéndose ligeramente de lado a lado.
code by EMMEPero era lo mejor que podía hacer, y ella estaba ahí, firme, reconfortante, lista para traerla de vuelta cuando hubiese acabado de desahogarse. No esperaba que algo se removiera dentro de ella cuando Kelly levantó la cabeza, sólo por un momento. La cara de la chica fue reemplazada por la de los mellizos cuando no había sido capaz de consolarles. Sólo por un momento, y luego ahí estaba su alumna de nuevo, necesitándole.
“Ven, linda…” Murmuró con un nudo en su garganta, tomándola de un brazo con delicadeza, acercándola hacia ella, apoyando la cabeza de la chica en su pecho. “No pasa nada, sólo suelta.” Un susurro mientras acariciaba su cabeza, dando golpecitos en su espalda. “Estoy aquí y no me voy a ningún lado.” Astrid comenzó a mecerse levemente de lado a lado, como había hecho con los mellizos entre sus brazos cuando se levantaba a acunarles en la noche cuando despertaban.
“Shhh.” Más caricias, la abrazó más cerca de su pecho, sintiendo un arrullo que no cantaba hace años. Se quedó así, meciendo a Kelly de lado a lado, tarareando aquella melodía que le recordaba a días mejores y una familia que había sido arrebatada de sus brazos. “No tienes de qué disculparte pequeña.” Aseguró, acallando cualquier disculpa, asegurándole que no tenía ninguna razón para sentirse culpable.
Recordó palabras parecidas cuando ella había sido la que lloraba sin consuelo, cuando despertaba de aquellas pesadillas que le atormentaban aún despierta. Sintió odio despertar en lo más dentro de ella, un desprecio que había alimentado por años, que le había hecho dejar toda su vida de lado sólo para descargar aquella furia. Y luego cerró esa puerta, tan pronto se había abierto, sin dejar que ninguna emoción se saliera de lugar. “Tranquila, que estoy aquí para esto, no estás sola.”
Astrid Sharp se mantuvo en aquel abrazo, trayendo a Kelly más y más cerca hasta que la había traído a su propia silla, esperando a que dejara salir todo lo que tenía, calmando aquella tormenta que lo único que había querido era salir. La sintió calmarse poco a poco contra su pecho, sus sollozos menos violentos, la respiración más tranquila.
Dejó que la chica se separase un poco sin soltarla, lo suficiente como para mirar aquellos ojos que ya parecían menos atormentados. Astrid desamarró uno de los pañuelos de su muñeca y lo pasó por las mejillas de Kelly en un gesto extremadamente maternal. “No hay nada que agradecer, ni pedir disculpas.” Aseguró nuevamente con una sonrisa cálida, apretándole de nuevo contra ella en un abrazo envuelto en cariño y un apoyo incondicional. Presionó sus labios contra la cabeza de su alumna con un suspiro.
“¿Mejor?” Preguntó, acariciando su cabello afectuosamente, todavía meciéndose ligeramente de lado a lado.
- La canción que canta:
AstridAstrid
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Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Lun Mar 08, 2021 6:31 am
Se ahogaba en pena, en sufrimiento, sentía que no podía salir de ese profundo abismo en la cual se encontraba. No podía ni siquiera extender sus manos, había estado en un estado adormilado por bastante tiempo, desconectada de la realidad, ignorando a su cuerpo, a sus necesidades, ignorando cada cosa que sus padres hacían para sacarla de la cama. Tan sólo se asfixiaba con las cobijas y almohadas, solamente sus emociones no surgían y despertaba para dormir mucho más, para olvidar los sueños dulces que tenía.
Pero en ese momento, ese gran abismo se estaba yendo, ya no se sentía adormilada, sino viva. Se agarraba de aquella mano que fue extendida, la apretaba, desesperada de salir de la opresora oscuridad de su mundo. Ahí estaba ella, su profesora como la luz la cual la apoyaba. Esa luz que tanto ansiaba y nunca lo supo hasta este momento. Se esforzaba demasiado y aunque no estuviera por completo libre, ya podía ver la superficie de su infierno interno.
Ahogando su voz en el pecho ajeno sentía mojar las ropas de la mujer, se tenía que disculpar, pero en lugar de eso sonidos salían, quejidos que acompañaban sus sentimientos más profundos surgirían a la luz por primera vez desde hace tiempo. Por fin, un momento de libertad para la pequeña Kelly, tanto que guardó dentro de ella y esta oportunidad la había tomado sin importar que.
Se calmó por fin, y se hundió en ese abrazo que tanto había deseado, no quería separarse de su profesora, no podía dejar de escucharla, Esa dulce voz era música para sus oídos, todo su mundo se calmaba más y más. Tenía que agradecer, tenía que disculparse, lo debía de hacer. Ella no estaba sola en esto, y eso le reconfortó demasiado.
-Disculpa…- Susurró de nuevo, poniéndose tensa cuando sintió los labios ajenos en su cabeza, nervios llenaban su ser. Dejo salir un pequeño suspiro, por lo menos se estaba calmando cada vez más, por lo menos podía responder mucho mejor. Ardían sus ojos, por lo que solamente los cerró mientras que continuaba con el abrazo, sintiendo como se mecían, era tranquilizante, ¿Como unos leves movimientos podían hacer un gran cambio? Los detalles son lo que hacen el momento.
Respiró profundamente, asintiendo con suavidad, dejándose querer, dejando que esas caricias las iba a atesorar toda su vida, era un momento de paz para ella, una paz que no había podido tener en bastante tiempo. En donde sus pensamientos la consumían como ella lo hacía con los libros, que se apoderaban de ella.
Esta es una realidad triste, llena de sufrimiento y pena, llena de dolor y angustia, pero en estos momentos, estos eran los momentos los cuales eran totalmente apreciados. Entre más sufría uno, la recompensa se sentía mil y un veces mejor. Y ella tenía este momento y deseaba mucho más. Era un tiempo donde se hacía eterno, donde los segundos se alargan para ella, todo pasaba demasiado lento y a la vez demasiado rápido, Tenía miedo de que terminara.
-S-si… gracias... gracias… - puro murmullo se resbalaban de los labios de la chica, tragando un poco de saliva. Sonriendo hasta un poco por la paz que le pertenecía, recuperando lo que era suyo, ese santuario mental que hace mucho que fue invadido por pensamientos violentos y agresivos, por voces imaginarias que la culpaban por lo que pasó, que la culpaban por más cosas que parecía no tener sentido, por decirle que no valía nada, que solamente era un estorbo para los demás.
¿Acaso era un estorbo?
Ese pensamiento no se podía ir, estaba en ese lugar, siempre buscando la manera de resurgir. Apretó los dientes con fuerza, ¿Estaba siendo un estorbo en ese momento? No quería importunar por más tiempo de lo que ya lo había hecho, pero tampoco quería separarse de este abrazo, ¿Que hacer? Fue una decisión difícil para ella.
-Gracias... -susurró separándose con lentitud de su maestra, y en un instante ya estaba extrañando el contacto que había tenido, en esas caricias que recibía. Dejó la mano ajena y de nuevo se jalaba las mangas un poco ansiosa y preocupada. -D-disculpe… por las molestias… profesora Astrid- dijo mientras que sus ojos la miraban y capturaban ese rostro tan maternal que tenía, tan gentil antes de desviarlos a otro lado, avergonzada de lo que había pasado.
Observó el pedazo de emparedado que había dejado ahí y lo agarró con suavidad -T-tenga… necesita… comer más… que solo chocolates… y un café- apenas en su voz audible y cortada decía con gran esfuerzo mientras se lo ofrecía a la ajena.
Su cuerpo deseaba más abrazos, pero se contenía.
¿Ahora que iba a pasar? Sentía pena, demasiado por gastar el tiempo de su maestra preferida -Uhm… Tiene… cosas que hacer… ¿cierto? Disculpe… por los problemas- dijo, de nuevo disculpándose como siempre, pero no negaba que ya se sentía demasiado mejor consigo misma, por lo menos en este momento. Apretaba sus labios, sus ojos estaban fijos a un lado, sus mejillas enrojecidas por la pena que sentía, ¿Por qué? Era una joven que no sabía tratar aún con este caos que se formó dentro de ella y que se formaba de nuevo, pero por lo menos ya tenía más control de sí misma.
Tal vez… algún día iba a recuperar su semblante.
Y todo iba a regresar a la normalidad, ¿no?
Pero en ese momento, ese gran abismo se estaba yendo, ya no se sentía adormilada, sino viva. Se agarraba de aquella mano que fue extendida, la apretaba, desesperada de salir de la opresora oscuridad de su mundo. Ahí estaba ella, su profesora como la luz la cual la apoyaba. Esa luz que tanto ansiaba y nunca lo supo hasta este momento. Se esforzaba demasiado y aunque no estuviera por completo libre, ya podía ver la superficie de su infierno interno.
Ahogando su voz en el pecho ajeno sentía mojar las ropas de la mujer, se tenía que disculpar, pero en lugar de eso sonidos salían, quejidos que acompañaban sus sentimientos más profundos surgirían a la luz por primera vez desde hace tiempo. Por fin, un momento de libertad para la pequeña Kelly, tanto que guardó dentro de ella y esta oportunidad la había tomado sin importar que.
Se calmó por fin, y se hundió en ese abrazo que tanto había deseado, no quería separarse de su profesora, no podía dejar de escucharla, Esa dulce voz era música para sus oídos, todo su mundo se calmaba más y más. Tenía que agradecer, tenía que disculparse, lo debía de hacer. Ella no estaba sola en esto, y eso le reconfortó demasiado.
-Disculpa…- Susurró de nuevo, poniéndose tensa cuando sintió los labios ajenos en su cabeza, nervios llenaban su ser. Dejo salir un pequeño suspiro, por lo menos se estaba calmando cada vez más, por lo menos podía responder mucho mejor. Ardían sus ojos, por lo que solamente los cerró mientras que continuaba con el abrazo, sintiendo como se mecían, era tranquilizante, ¿Como unos leves movimientos podían hacer un gran cambio? Los detalles son lo que hacen el momento.
Respiró profundamente, asintiendo con suavidad, dejándose querer, dejando que esas caricias las iba a atesorar toda su vida, era un momento de paz para ella, una paz que no había podido tener en bastante tiempo. En donde sus pensamientos la consumían como ella lo hacía con los libros, que se apoderaban de ella.
Esta es una realidad triste, llena de sufrimiento y pena, llena de dolor y angustia, pero en estos momentos, estos eran los momentos los cuales eran totalmente apreciados. Entre más sufría uno, la recompensa se sentía mil y un veces mejor. Y ella tenía este momento y deseaba mucho más. Era un tiempo donde se hacía eterno, donde los segundos se alargan para ella, todo pasaba demasiado lento y a la vez demasiado rápido, Tenía miedo de que terminara.
-S-si… gracias... gracias… - puro murmullo se resbalaban de los labios de la chica, tragando un poco de saliva. Sonriendo hasta un poco por la paz que le pertenecía, recuperando lo que era suyo, ese santuario mental que hace mucho que fue invadido por pensamientos violentos y agresivos, por voces imaginarias que la culpaban por lo que pasó, que la culpaban por más cosas que parecía no tener sentido, por decirle que no valía nada, que solamente era un estorbo para los demás.
¿Acaso era un estorbo?
Ese pensamiento no se podía ir, estaba en ese lugar, siempre buscando la manera de resurgir. Apretó los dientes con fuerza, ¿Estaba siendo un estorbo en ese momento? No quería importunar por más tiempo de lo que ya lo había hecho, pero tampoco quería separarse de este abrazo, ¿Que hacer? Fue una decisión difícil para ella.
-Gracias... -susurró separándose con lentitud de su maestra, y en un instante ya estaba extrañando el contacto que había tenido, en esas caricias que recibía. Dejó la mano ajena y de nuevo se jalaba las mangas un poco ansiosa y preocupada. -D-disculpe… por las molestias… profesora Astrid- dijo mientras que sus ojos la miraban y capturaban ese rostro tan maternal que tenía, tan gentil antes de desviarlos a otro lado, avergonzada de lo que había pasado.
Observó el pedazo de emparedado que había dejado ahí y lo agarró con suavidad -T-tenga… necesita… comer más… que solo chocolates… y un café- apenas en su voz audible y cortada decía con gran esfuerzo mientras se lo ofrecía a la ajena.
Su cuerpo deseaba más abrazos, pero se contenía.
¿Ahora que iba a pasar? Sentía pena, demasiado por gastar el tiempo de su maestra preferida -Uhm… Tiene… cosas que hacer… ¿cierto? Disculpe… por los problemas- dijo, de nuevo disculpándose como siempre, pero no negaba que ya se sentía demasiado mejor consigo misma, por lo menos en este momento. Apretaba sus labios, sus ojos estaban fijos a un lado, sus mejillas enrojecidas por la pena que sentía, ¿Por qué? Era una joven que no sabía tratar aún con este caos que se formó dentro de ella y que se formaba de nuevo, pero por lo menos ya tenía más control de sí misma.
Tal vez… algún día iba a recuperar su semblante.
Y todo iba a regresar a la normalidad, ¿no?
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Lun Mar 08, 2021 7:18 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
No le pareció en absoluto que Kelly ya estuviera alejándose nuevamente, le notó instantáneamente volver a demostrar gestos nerviosos. Hizo ademán de que no importaba con la mano ante las interminables disculpas, frunciendo el ceño. No, no le gustaba para nada. Tenía que sacarla de ahí a como de lugar.
¿Tan afectada estaba, que no aguantaba ser carga para nadie por más de diez minutos? Sintió un golpe de dolor en el pecho de tan solo pensarlo. ¿Cuánto peso podía cargar una niña que parecía tan frágil? “Que no molestas, Kelly, soy yo la que vine a hablar contigo ¿No?” Su tono era, otra vez, de un reproche envuelto en calor. No pretendía dejar que la pequeña pensara que aquello había sido una molestia para ella, eso sólo le iba a hacer sentir peor.
Tomó las manos de Kelly en las suyas, dejando el sándwich de lado, negando con la cabeza. “No me tientes con cosas como esa, esta figura no se mantiene así por arte de magia.” Bromeó con una sonrisa pícara, lanzando una risita. “No tengo hambre, la comida es para tí, te ves como si no hubieses pegado un bocado hace días.” Más reproche, más cariño, una mirada que denotaba la desaprobación ante el hecho de que no había comido. Apretó las manos ajenas en las suyas, sin soltarle por un sólo segundo.
Ante la suposición de que Astrid Sharp tenía algo mejor que hacer que estar ahí, con Kelly, en ese momento, no pudo evitar sonreír. “Veamos…” Murmuró, llevando una de sus manos a su barbilla, un pequeño acto y una expresión pensativa. Lo único que tenía que hacer era revisar tareas y exámenes, la profesora nunca preparaba sus clases, no era necesario. Bueno, eso y encontrar lo que estaba buscando en Grendelshire, pero todo a su tiempo.
“Pues mi familia no vive en Inglaterra.” Y mis hijos ya no están. Comenzó, alzando un dedo para llevar la cuenta. “Todos mis amigos no están cerca.”Porque no existen. Alzó un segundo dedo y siguió sin titubear, actuando como si se lo estaba pensando seriamente. “No tengo mascota” Porque los animales me traen malos recuerdos. Agregó, alzando un tercer dedo. “Y podría estar en lo más profundo del polo norte, sin techo ni ropa, y todavía no se asemejaría a lo frío que es el corazón de mi ex.” Porque todo es culpa suya. Finalizó con una pequeña risita, alzando un último dedo antes de posar su mano nuevamente en la cabeza de Kelly, acariciándole con el pulgar.
“Lo que sí tengo” Siguió, tirando de la mano de Kelly con cuidado para volver a acercarla a ella, volviendo a envolverla en un abrazo. “Es una tarde entera para acompañarte y hacer lo que te dé la gana, donde quieras.” La apretó con fuerza. “Absolutamente lo que quieras, con la condición de que no te disculpes más por hoy, y me dejes los agradecimientos para el final del día.”
Su tono no había perdido una pizca de suavidad, aún cuando la había retado un poco. Sólo quería, por lo menos por ese momento, asegurarse que Kelly estuviese bien y se sintiera acompañada, no como una carga, ni que tuviera la necesidad de disculparse cada dos minutos. “Si quieres llorar, pues llora. Y si quieres gritar, pues vamos a alguna parte y gritamos hasta que nos duela la garganta. Si quieres leer, pues podemos echarnos en aquel sillón y leer juntas. Y si no te da la gana de hacer nada, pues entonces nos quedamos aquí, así.” Marcó sus palabras con otro apretón cariñoso, acariciando la espalda de la chica.
“¿Qué dices?”
code by EMME¿Tan afectada estaba, que no aguantaba ser carga para nadie por más de diez minutos? Sintió un golpe de dolor en el pecho de tan solo pensarlo. ¿Cuánto peso podía cargar una niña que parecía tan frágil? “Que no molestas, Kelly, soy yo la que vine a hablar contigo ¿No?” Su tono era, otra vez, de un reproche envuelto en calor. No pretendía dejar que la pequeña pensara que aquello había sido una molestia para ella, eso sólo le iba a hacer sentir peor.
Tomó las manos de Kelly en las suyas, dejando el sándwich de lado, negando con la cabeza. “No me tientes con cosas como esa, esta figura no se mantiene así por arte de magia.” Bromeó con una sonrisa pícara, lanzando una risita. “No tengo hambre, la comida es para tí, te ves como si no hubieses pegado un bocado hace días.” Más reproche, más cariño, una mirada que denotaba la desaprobación ante el hecho de que no había comido. Apretó las manos ajenas en las suyas, sin soltarle por un sólo segundo.
Ante la suposición de que Astrid Sharp tenía algo mejor que hacer que estar ahí, con Kelly, en ese momento, no pudo evitar sonreír. “Veamos…” Murmuró, llevando una de sus manos a su barbilla, un pequeño acto y una expresión pensativa. Lo único que tenía que hacer era revisar tareas y exámenes, la profesora nunca preparaba sus clases, no era necesario. Bueno, eso y encontrar lo que estaba buscando en Grendelshire, pero todo a su tiempo.
“Pues mi familia no vive en Inglaterra.” Y mis hijos ya no están. Comenzó, alzando un dedo para llevar la cuenta. “Todos mis amigos no están cerca.”Porque no existen. Alzó un segundo dedo y siguió sin titubear, actuando como si se lo estaba pensando seriamente. “No tengo mascota” Porque los animales me traen malos recuerdos. Agregó, alzando un tercer dedo. “Y podría estar en lo más profundo del polo norte, sin techo ni ropa, y todavía no se asemejaría a lo frío que es el corazón de mi ex.” Porque todo es culpa suya. Finalizó con una pequeña risita, alzando un último dedo antes de posar su mano nuevamente en la cabeza de Kelly, acariciándole con el pulgar.
“Lo que sí tengo” Siguió, tirando de la mano de Kelly con cuidado para volver a acercarla a ella, volviendo a envolverla en un abrazo. “Es una tarde entera para acompañarte y hacer lo que te dé la gana, donde quieras.” La apretó con fuerza. “Absolutamente lo que quieras, con la condición de que no te disculpes más por hoy, y me dejes los agradecimientos para el final del día.”
Su tono no había perdido una pizca de suavidad, aún cuando la había retado un poco. Sólo quería, por lo menos por ese momento, asegurarse que Kelly estuviese bien y se sintiera acompañada, no como una carga, ni que tuviera la necesidad de disculparse cada dos minutos. “Si quieres llorar, pues llora. Y si quieres gritar, pues vamos a alguna parte y gritamos hasta que nos duela la garganta. Si quieres leer, pues podemos echarnos en aquel sillón y leer juntas. Y si no te da la gana de hacer nada, pues entonces nos quedamos aquí, así.” Marcó sus palabras con otro apretón cariñoso, acariciando la espalda de la chica.
“¿Qué dices?”
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Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Lun Mar 08, 2021 8:07 am
No entendía, no lo hacía realmente. Era acaso… ¿una ángel? ¿Alguien que no tenía malicia? ¿Alguien que quería estar con ella ahí? No lo podía creer, nunca había sido querida fuera de su familia. no se llevaba con nadie de su edad, y los profesores siempre estaban ocupados con sus cosas como para platicar el tiempo que ella quería. Hablar de varias cosas que no lo hacía con nadie más.
Sus regaños empujaban sus miedos, esas palabras que venían en una forma tan amable y querida, no estaba segura, nunca lo estaba y tal vez nunca lo haría. Tal vez solamente esto estaba pasando, ¿Podría ser? Claro que no, tragó un poco de saliva, relamió sus labios mientras contemplaba el suelo. Tenía miedo, tenía miedo de que esto solo fuera un sueño y que en algún momento despertará. Tenía miedo, miedo de que llegara el momento de finalizar todo esto, de que se acabara el día y se despidieran. De todos esos miedos que tenía el peor era que este momento de paz que tenía con una persona querida se desvaneciera, que solamente fuera un momento y nada más, que no siguiera a más días.
Se paralizó totalmente al momento de que sus manos fueran tomadas por las ajenas, ¿Por qué? esa pregunta… no, no podía responder ahora. Se dedicó nada más a reaccionar a su respuesta, con una pequeña sonrisa ladina, apenas asomándose por sus labios. Kelly Chambers, una perdedora que no podía ni siquiera hablar bien. Una chica con demasiados miedos que le provocan ansiedad y esa máscara que tanto utilizaba para escudarse de los demás estaba totalmente fragmentada. Se rompió en el momento en que rompió en llanto.
Ahora solamente quedaba su verdadera forma, una chica bastante frágil.
Sus ojos se desviaron al rostro ajeno, viéndola sonreír. Su corazón fue atravesado por una aguja. un dolor completamente agudo en su pecho.
La voz femenina estaba enlistando una serie de respuestas ante su estancia en la biblioteca, ahí acompañando a esta pequeña alma en pena. Sus ojos pasearon hasta los dedos ajenos, y a ese último comentario le dedicó otra sonrisa, le daba gracia como expresaba a su ex pareja, ¿Qué le habría hecho? ¿Cuál pudo haber sido el cruel destino para referirse con esas crueles palabras? Las dudas estaban siendo apariciones a lo largo y ancho de su mente. Ahora estaba curiosa por esa historia, pero no quería meter su nariz en donde no debía por lo que tomaba discreción ante ese asunto, tal vez nunca más lo mencionaré por respeto pero aún así corría una y mil escenas del porqué.
Un pequeño tirón, lo suficiente como para que su cuerpo débil fuera acercado hacia la ajena y envuelto en sus brazos, apegándose a sus ropas, por fin pudiendo apreciar el olor que la ajena desprendía. Era algo tranquilizante, café, dulces, un poco de perfume. Respiró profundamente, si esto era un sueño entonces no quería despertar jamás, y si esto era la realidad no quería que el día terminará. Plasmar esta escena por toda la eternidad era lo que quería. un apretón, pero no se quejó, para nada, las palabras ajenas eran capturadas por su atención y lentamente alzaba sus brazos para corresponder al contacto gentil y amigable. Apenas y podía envolverla, era más un medio abrazo, dejando que sus manos suavemente jalaran la blusa ajena, no quería cerrarlos ya que si lo hacía sentía que nunca más se iba a separar de ella.
Asintió con la cabeza ante las posibilidades que le había dado la maestra, pero no quería irse a ningún lado. Estar en este lugar la hace sentir tranquila, sin angustias ni preocupaciones. sin voces que pudieran culparla, ¿Realmente era el lugar? No, se estaba engañando, era Astrid quien causaba ese efecto, con ella podía estar en paz, por lo menos ese día.
Agarró el pedazo de sándwich que había quedado y lo envolvió en la servilleta, y después lo guardó en otro bolsillo de su falda. ¿Acaso tenía bolsillos? Tuvo que hacer algunas modificaciones a la ropa escolar, que atrevida y rebelde, ¿no? Siempre mandaba cartas de que las prendas necesitaban ajustes, pero nunca le hacían caso. Ni una respuesta, ni nada por el estilo… tal vez fue su primera acción rebelde y la única que había tendido, pero le desesperaba demasiado que no podía guardar sus cosas rápidamente como los demás.
-Está bien- susurró, ya más tranquila, separándose un poco y agarrando su mochila para ponerla en su espalda -V-voy por más libros… - susurró, aún desviando su rostro a la ajena. Sus mejillas ardían con fuerza, bastante. No podía contenerse. Camino rápido hacia los diferentes estantes de la biblioteca, y tomaba libros con títulos interesantes, no importaba el autor o de que se trataban, simplemente sus manos recorrían los lomos de los tomos, y sus ojos leían los títulos que se mostraban hasta poder llegar a uno que le agarraba el interés.
Se apuro, realmente lo hizo, y en menos de cinco minutos tenía en sus brazos siete libros que le llamaron la atención. -Vamos a leer- Le indicó a su profesora, tratando de mostrar una sonrisa, solamente una pequeña, apenas y podía hacerlo con la fuerza que tenía disponible.
Se sentía débil, cansada, agotada de todo esto… pero resistía, no deseaba que acabase realmente. Iba a llorar más por no saber aprovechar este momento. ¿Y si se quedaba dormida? ¿Y si le molestaba a la maestra? ¿Y si se pasaba rápido el tiempo? Tomó un gran bocado de aire, no, no tenía que pensarlo, ahí estaba con grandes historias en sus manos y una gran compañía para esta tarde. No iba a desperdiciarlo para nada en el mundo.
Sus pasos la dirigieron hacía el sillón que le había indicado la profesora y se sentó, dejando la pila de libros en medio y agarró el que estaba en el tope y su rostro se hundió de nuevo en palabras que ya no eran garabatos, en oraciones que no se convertían en sopas de palabras. Por fin podía ver todo con más claridad aunque sus ojos ardieran. Estaba feliz, por fin pudo permitirse estar feliz al saber que la profesora estaba con ella.
un momento inolvidable para esa chica llamada Kelly Chambers.
De frágil corazón y físico.
Todo iba a ser mejor de aquí en adelante… ¿no?
el tiempo tiene que avanzar, y los miedos de la chica lentamente llenaban su corazón y su cabeza. no podía detener el sol, la luna, las estrellas, el tiempo ni el espacio. Solamente era una ávida lectora que deseaba leer cada libro existente y consumirlo para mantenerlo en su repertorio mental. Deseaba escribir y mostrar lo que tenía creado. Deseaba muchas cosas realmente, pero hacerlas era diferente. así que la alternativa a sus miedos era disfrutar mientras podía.
Sus regaños empujaban sus miedos, esas palabras que venían en una forma tan amable y querida, no estaba segura, nunca lo estaba y tal vez nunca lo haría. Tal vez solamente esto estaba pasando, ¿Podría ser? Claro que no, tragó un poco de saliva, relamió sus labios mientras contemplaba el suelo. Tenía miedo, tenía miedo de que esto solo fuera un sueño y que en algún momento despertará. Tenía miedo, miedo de que llegara el momento de finalizar todo esto, de que se acabara el día y se despidieran. De todos esos miedos que tenía el peor era que este momento de paz que tenía con una persona querida se desvaneciera, que solamente fuera un momento y nada más, que no siguiera a más días.
Se paralizó totalmente al momento de que sus manos fueran tomadas por las ajenas, ¿Por qué? esa pregunta… no, no podía responder ahora. Se dedicó nada más a reaccionar a su respuesta, con una pequeña sonrisa ladina, apenas asomándose por sus labios. Kelly Chambers, una perdedora que no podía ni siquiera hablar bien. Una chica con demasiados miedos que le provocan ansiedad y esa máscara que tanto utilizaba para escudarse de los demás estaba totalmente fragmentada. Se rompió en el momento en que rompió en llanto.
Ahora solamente quedaba su verdadera forma, una chica bastante frágil.
Sus ojos se desviaron al rostro ajeno, viéndola sonreír. Su corazón fue atravesado por una aguja. un dolor completamente agudo en su pecho.
La voz femenina estaba enlistando una serie de respuestas ante su estancia en la biblioteca, ahí acompañando a esta pequeña alma en pena. Sus ojos pasearon hasta los dedos ajenos, y a ese último comentario le dedicó otra sonrisa, le daba gracia como expresaba a su ex pareja, ¿Qué le habría hecho? ¿Cuál pudo haber sido el cruel destino para referirse con esas crueles palabras? Las dudas estaban siendo apariciones a lo largo y ancho de su mente. Ahora estaba curiosa por esa historia, pero no quería meter su nariz en donde no debía por lo que tomaba discreción ante ese asunto, tal vez nunca más lo mencionaré por respeto pero aún así corría una y mil escenas del porqué.
Un pequeño tirón, lo suficiente como para que su cuerpo débil fuera acercado hacia la ajena y envuelto en sus brazos, apegándose a sus ropas, por fin pudiendo apreciar el olor que la ajena desprendía. Era algo tranquilizante, café, dulces, un poco de perfume. Respiró profundamente, si esto era un sueño entonces no quería despertar jamás, y si esto era la realidad no quería que el día terminará. Plasmar esta escena por toda la eternidad era lo que quería. un apretón, pero no se quejó, para nada, las palabras ajenas eran capturadas por su atención y lentamente alzaba sus brazos para corresponder al contacto gentil y amigable. Apenas y podía envolverla, era más un medio abrazo, dejando que sus manos suavemente jalaran la blusa ajena, no quería cerrarlos ya que si lo hacía sentía que nunca más se iba a separar de ella.
Asintió con la cabeza ante las posibilidades que le había dado la maestra, pero no quería irse a ningún lado. Estar en este lugar la hace sentir tranquila, sin angustias ni preocupaciones. sin voces que pudieran culparla, ¿Realmente era el lugar? No, se estaba engañando, era Astrid quien causaba ese efecto, con ella podía estar en paz, por lo menos ese día.
Agarró el pedazo de sándwich que había quedado y lo envolvió en la servilleta, y después lo guardó en otro bolsillo de su falda. ¿Acaso tenía bolsillos? Tuvo que hacer algunas modificaciones a la ropa escolar, que atrevida y rebelde, ¿no? Siempre mandaba cartas de que las prendas necesitaban ajustes, pero nunca le hacían caso. Ni una respuesta, ni nada por el estilo… tal vez fue su primera acción rebelde y la única que había tendido, pero le desesperaba demasiado que no podía guardar sus cosas rápidamente como los demás.
-Está bien- susurró, ya más tranquila, separándose un poco y agarrando su mochila para ponerla en su espalda -V-voy por más libros… - susurró, aún desviando su rostro a la ajena. Sus mejillas ardían con fuerza, bastante. No podía contenerse. Camino rápido hacia los diferentes estantes de la biblioteca, y tomaba libros con títulos interesantes, no importaba el autor o de que se trataban, simplemente sus manos recorrían los lomos de los tomos, y sus ojos leían los títulos que se mostraban hasta poder llegar a uno que le agarraba el interés.
Se apuro, realmente lo hizo, y en menos de cinco minutos tenía en sus brazos siete libros que le llamaron la atención. -Vamos a leer- Le indicó a su profesora, tratando de mostrar una sonrisa, solamente una pequeña, apenas y podía hacerlo con la fuerza que tenía disponible.
Se sentía débil, cansada, agotada de todo esto… pero resistía, no deseaba que acabase realmente. Iba a llorar más por no saber aprovechar este momento. ¿Y si se quedaba dormida? ¿Y si le molestaba a la maestra? ¿Y si se pasaba rápido el tiempo? Tomó un gran bocado de aire, no, no tenía que pensarlo, ahí estaba con grandes historias en sus manos y una gran compañía para esta tarde. No iba a desperdiciarlo para nada en el mundo.
Sus pasos la dirigieron hacía el sillón que le había indicado la profesora y se sentó, dejando la pila de libros en medio y agarró el que estaba en el tope y su rostro se hundió de nuevo en palabras que ya no eran garabatos, en oraciones que no se convertían en sopas de palabras. Por fin podía ver todo con más claridad aunque sus ojos ardieran. Estaba feliz, por fin pudo permitirse estar feliz al saber que la profesora estaba con ella.
un momento inolvidable para esa chica llamada Kelly Chambers.
De frágil corazón y físico.
Todo iba a ser mejor de aquí en adelante… ¿no?
el tiempo tiene que avanzar, y los miedos de la chica lentamente llenaban su corazón y su cabeza. no podía detener el sol, la luna, las estrellas, el tiempo ni el espacio. Solamente era una ávida lectora que deseaba leer cada libro existente y consumirlo para mantenerlo en su repertorio mental. Deseaba escribir y mostrar lo que tenía creado. Deseaba muchas cosas realmente, pero hacerlas era diferente. así que la alternativa a sus miedos era disfrutar mientras podía.
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Jue Mar 11, 2021 4:41 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
Kelly parecía un poco más calmada, Astrid Sharp había hasta logrado sacarle una pequeña sonrisa con su broma acerca de su ex. No había mencionado su existencia en años, apartando aquellos momentos de su vida dentro del cajón más profundo de su memoria. ¿Recordarlo? ¿Para qué? Sólo para gastar más tiempo aprendiendo nuevas maneras de odiarle, nuevas razones de por qué todo lo que había sucedido era culpa suya.
No, no valía la pena bajar por ese agujero negro. Su existencia, los recuerdos de peso muerto en sus brazos y paredes manchadas de sangre, la traición… Todo aquello merecía ser sepultado, lo único que existía para la profesora en ese momento era la pequeña entre sus brazos. No era demasiado tarde para, por lo menos, ayudarle a ella.
Sintió los ligeros brazos de Kelly responder aquel abrazo, manos tomando su ropa, aferrándose a ella como si fuese lo único estable que existía en ese momento. Un pequeño movimiento de su cabeza le hizo saber que había escuchado su proposición, que el vaivén de resistencia ante el apoyo que quería prestarle se había acabado. Gracias al cielo.
Le dejó separarse de ella, sabiendo que volvería, y tomó su taza de café mientras la chica recogía la comida y su mochila. ¿Qué querría hacer? Astrid Sharp le había dado incontables opciones, pero tenía un pequeño presentimiento de que la pequeña no se movería de aquel lugar al que había acudido como santuario.
Astrid esperó, siguiendo a Kelly con la mirada mientras sorbía su café, llevando otro chocolate a su boca. No podía negar que se había vuelto bastante adicta a ambos en los últimos años, a este punto su cuerpo parecía necesitar aquella cantidad de cafeína y azúcar para funcionar bien. Tenía sentido, considerando el hecho de que casi ni dormía. Quizás era mejor, así evitaba las pesadillas.
“Vamos a leer.” La profesora sonrió, bastante orgullosa de haber predecido el resultado correctamente. No has perdido el toque todavía. Casi como si nunca hubieses perdido a los tuyos. ¿Cierto? Astrid sacudió la cabeza, enfocando sus ojos en la sonrisa de la chica, intentando empujar los pensamientos intrusivos. ¿Qué sucedía esa tarde que le tenía tan inestable? No tenía que preguntárselo, la situación le recordaba a todo lo que había enterrado, aquello que se negaba a sentir. “Leamos, entonces.”
Siguió a Kelly hasta el sillón, echándose en él mientras recogía uno de los libros, Moby Dick, su favorito, por más irónico que sonara. Se preocupó de sentarse cerca de ella, apartando el resto de los libros y apoyando su paraguas entre sus piernas, dejando que la pequeña se acercara si quería, a veces posando su mano en su espalda, recogiendo su cabello detrás de su oreja, recordándole que estaba ahí con pequeños mimos de vez en cuando. Se quedaría ahí todo el tiempo que fuese necesario, respondería cualquier pregunta si Kelly rompía aquel silencio que no le molestaba en absoluto. Astrid era un ser que había cultivado la paciencia más que casi cualquier cosa.
Aye, aye! and I’ll chase him round Good Hope, and round the Horn, and round the Norway Maelstrom, and round perdition’s flames before I give him up.
Y Astrid había ido muchísimo más allá. Sorbió el resto de su café, hundiéndose en esa novela con una moraleja que había llegado tarde para la profesora de inglés.
code by EMMENo, no valía la pena bajar por ese agujero negro. Su existencia, los recuerdos de peso muerto en sus brazos y paredes manchadas de sangre, la traición… Todo aquello merecía ser sepultado, lo único que existía para la profesora en ese momento era la pequeña entre sus brazos. No era demasiado tarde para, por lo menos, ayudarle a ella.
Sintió los ligeros brazos de Kelly responder aquel abrazo, manos tomando su ropa, aferrándose a ella como si fuese lo único estable que existía en ese momento. Un pequeño movimiento de su cabeza le hizo saber que había escuchado su proposición, que el vaivén de resistencia ante el apoyo que quería prestarle se había acabado. Gracias al cielo.
Le dejó separarse de ella, sabiendo que volvería, y tomó su taza de café mientras la chica recogía la comida y su mochila. ¿Qué querría hacer? Astrid Sharp le había dado incontables opciones, pero tenía un pequeño presentimiento de que la pequeña no se movería de aquel lugar al que había acudido como santuario.
Astrid esperó, siguiendo a Kelly con la mirada mientras sorbía su café, llevando otro chocolate a su boca. No podía negar que se había vuelto bastante adicta a ambos en los últimos años, a este punto su cuerpo parecía necesitar aquella cantidad de cafeína y azúcar para funcionar bien. Tenía sentido, considerando el hecho de que casi ni dormía. Quizás era mejor, así evitaba las pesadillas.
“Vamos a leer.” La profesora sonrió, bastante orgullosa de haber predecido el resultado correctamente. No has perdido el toque todavía. Casi como si nunca hubieses perdido a los tuyos. ¿Cierto? Astrid sacudió la cabeza, enfocando sus ojos en la sonrisa de la chica, intentando empujar los pensamientos intrusivos. ¿Qué sucedía esa tarde que le tenía tan inestable? No tenía que preguntárselo, la situación le recordaba a todo lo que había enterrado, aquello que se negaba a sentir. “Leamos, entonces.”
Siguió a Kelly hasta el sillón, echándose en él mientras recogía uno de los libros, Moby Dick, su favorito, por más irónico que sonara. Se preocupó de sentarse cerca de ella, apartando el resto de los libros y apoyando su paraguas entre sus piernas, dejando que la pequeña se acercara si quería, a veces posando su mano en su espalda, recogiendo su cabello detrás de su oreja, recordándole que estaba ahí con pequeños mimos de vez en cuando. Se quedaría ahí todo el tiempo que fuese necesario, respondería cualquier pregunta si Kelly rompía aquel silencio que no le molestaba en absoluto. Astrid era un ser que había cultivado la paciencia más que casi cualquier cosa.
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Y Astrid había ido muchísimo más allá. Sorbió el resto de su café, hundiéndose en esa novela con una moraleja que había llegado tarde para la profesora de inglés.
AstridAstrid
Inventario : Nivel 2 - Canalizador de magia
Poción de Forma - Te permite transformarte en otra raza durante un tema.
Nuez Abrillantada - Objeto para domesticar un familiar
Corona del Cabrón - Puedes tener todos los personajes que desees sin control por parte de la administración.
Edad : 26
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Mensajes : 152
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Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Kelly Chambers Jue Mar 11, 2021 5:28 am
Esto era… bastante tranquilizante. Le encantaba, lo amaba demasiado. Adoraba esta tarde, nunca antes se abrió de esta manera, de verla tan… desprotegida, débil. Ella estaba ahí, para ella, una buena amiga, la mejor amiga. Estaba ahí para ella.
Se perdió en las palabras del libro que estaba leyendo, y tan solo estaba sujeta a la realidad por las anclas que la ajena daba, esos mimos, caricias, esos toques y roces que le provocaba un fuerte sonrojo. Se acercaba lentamente a ella, todos eso malos días que estaba detrás de ella, todo el sufrimiento, todo lo que le causaba dolor desapareció de repente. Era bueno leer sola, pero era mejor hacerla acompañada, tener a otra persona que compartía sus gustos. Que podía estar ahí para ella, y le quería devolver el favor, “un día” se decía, esperaba poder ayudarla, abrazarla si la encontraba llorando y decirle que todo estaba bien. Ese pensamiento, ayudar a los demás, tal vez… solo tal vez, en un futuro cercano podría hacerlo, sin importar las voces de culpa que se ocultan en su cabeza, ignorando la depresión constante o las heridas que tenía escondidas, ahí iba a estar ella.
El apoyo que alguien más afuera de la familia la ayudó a tener su mente por lo menos estable en este momento, porque sabía que iba a llorar mucho más en su casa. “Por él” lo pensó, apretando ligeramente el libro que tenía entre manos, lo haría por su hermano y por ella, salir y poder vivir un poco más como sus padres le decían.
Todos esos pensamientos recayeron en el cuerpo de Kelly, débil, temblando un poco, sus ojos pesados como si estuvieran hechos de metal hasta que apoyó su cabeza en el hombro ajeno, con el libro posándolo gentilmente en sus piernas. No quería dormirse, no quería desperdiciar ese tiempo soñando, pero su cuerpo lo pedía. Tuvo buena comida, desahogó parte de su pena, ahora tenía un merecido descanso con alguien a quien apreciaba.
Su cuerpo quedó flotando en un mar de memorias felices, de toda su familia, en las cenas que organizan, en las salidas que podían hacer cuando su padre y su madre estaban libres de su pesado y demandante trabajo. De los diferentes picnics que tenían sólo para que ella agarrara un libro y leyera hasta que acabara. Sus padres la entendían al igual que le decían que tenía que vivir más la vida, que hay un mundo más allá que solamente las palabras. Recibía tanto apoyo de ellos que a veces le daba pena, se enojaba consigo misma por no seguir sus consejos.
Ya, lo tenía planeado.
Iba a honrarlos. Las lágrimas aunque no lo sentía salían de sus ojos. Era melancolía, esos eventos que habían pasado semanas antes parecían ser tan lejanos como los años mismos. No podía mantener sus sentimientos dentro de ella, aprendió a expresarse. Con las lágrimas llegaron a una sonrisa, aquella que disfrutaba y apreciaba esos recuerdos, que sabía que aunque estaba lo malo también había algo bueno, que la tormenta podía durar para siempre. Siempre venía la calma y un hermoso Sol posándose en la bóveda celeste.
Abrió sus ojos lentamente, Ya estaba anocheciendo, se puso nerviosa y saltó de su lugar, ya casi era tiempo. Se giró con su maestra y solamente le demostró una pequeña sonrisa mientras agarraba la mochila y se lo ponía en su hombro.
-Gracias…- susurró con una sonrisa y dudo por un momento antes de abrazarla de repente, un fugaz abrazo, ocultando su rostro en el hombro ajeno, estaba tan avergonzada, pero era el primer paso para tomar la iniciativa. Se separó tan rápido como la abrazó, agarró los libros que estaban ahí y tan rápido como el viento mismo dejó los libros tal y como estaban ordenados y sin siquiera pasar un minuto más corrió a la salida. Como una persona nueva, pero igual como un gato nervioso y se detuvo en la entrada de la biblioteca, observando a la maestra con una sonrisa -Hasta mañana... - Dijo en lo que sería apenas un grito, tragando saliva antes de irse de ahí.
Sabía lo que tenía que hacer. No esta noche, pero pronto. Pronto los problemas se acabarían, iba a intentar cambiar para bien. Abrazar a las personas tristes y apoyarlas como su profesora lo hizo con ella. Ser un apoyo.
Se perdió en las palabras del libro que estaba leyendo, y tan solo estaba sujeta a la realidad por las anclas que la ajena daba, esos mimos, caricias, esos toques y roces que le provocaba un fuerte sonrojo. Se acercaba lentamente a ella, todos eso malos días que estaba detrás de ella, todo el sufrimiento, todo lo que le causaba dolor desapareció de repente. Era bueno leer sola, pero era mejor hacerla acompañada, tener a otra persona que compartía sus gustos. Que podía estar ahí para ella, y le quería devolver el favor, “un día” se decía, esperaba poder ayudarla, abrazarla si la encontraba llorando y decirle que todo estaba bien. Ese pensamiento, ayudar a los demás, tal vez… solo tal vez, en un futuro cercano podría hacerlo, sin importar las voces de culpa que se ocultan en su cabeza, ignorando la depresión constante o las heridas que tenía escondidas, ahí iba a estar ella.
El apoyo que alguien más afuera de la familia la ayudó a tener su mente por lo menos estable en este momento, porque sabía que iba a llorar mucho más en su casa. “Por él” lo pensó, apretando ligeramente el libro que tenía entre manos, lo haría por su hermano y por ella, salir y poder vivir un poco más como sus padres le decían.
Todos esos pensamientos recayeron en el cuerpo de Kelly, débil, temblando un poco, sus ojos pesados como si estuvieran hechos de metal hasta que apoyó su cabeza en el hombro ajeno, con el libro posándolo gentilmente en sus piernas. No quería dormirse, no quería desperdiciar ese tiempo soñando, pero su cuerpo lo pedía. Tuvo buena comida, desahogó parte de su pena, ahora tenía un merecido descanso con alguien a quien apreciaba.
Su cuerpo quedó flotando en un mar de memorias felices, de toda su familia, en las cenas que organizan, en las salidas que podían hacer cuando su padre y su madre estaban libres de su pesado y demandante trabajo. De los diferentes picnics que tenían sólo para que ella agarrara un libro y leyera hasta que acabara. Sus padres la entendían al igual que le decían que tenía que vivir más la vida, que hay un mundo más allá que solamente las palabras. Recibía tanto apoyo de ellos que a veces le daba pena, se enojaba consigo misma por no seguir sus consejos.
Ya, lo tenía planeado.
Iba a honrarlos. Las lágrimas aunque no lo sentía salían de sus ojos. Era melancolía, esos eventos que habían pasado semanas antes parecían ser tan lejanos como los años mismos. No podía mantener sus sentimientos dentro de ella, aprendió a expresarse. Con las lágrimas llegaron a una sonrisa, aquella que disfrutaba y apreciaba esos recuerdos, que sabía que aunque estaba lo malo también había algo bueno, que la tormenta podía durar para siempre. Siempre venía la calma y un hermoso Sol posándose en la bóveda celeste.
Abrió sus ojos lentamente, Ya estaba anocheciendo, se puso nerviosa y saltó de su lugar, ya casi era tiempo. Se giró con su maestra y solamente le demostró una pequeña sonrisa mientras agarraba la mochila y se lo ponía en su hombro.
-Gracias…- susurró con una sonrisa y dudo por un momento antes de abrazarla de repente, un fugaz abrazo, ocultando su rostro en el hombro ajeno, estaba tan avergonzada, pero era el primer paso para tomar la iniciativa. Se separó tan rápido como la abrazó, agarró los libros que estaban ahí y tan rápido como el viento mismo dejó los libros tal y como estaban ordenados y sin siquiera pasar un minuto más corrió a la salida. Como una persona nueva, pero igual como un gato nervioso y se detuvo en la entrada de la biblioteca, observando a la maestra con una sonrisa -Hasta mañana... - Dijo en lo que sería apenas un grito, tragando saliva antes de irse de ahí.
Sabía lo que tenía que hacer. No esta noche, pero pronto. Pronto los problemas se acabarían, iba a intentar cambiar para bien. Abrazar a las personas tristes y apoyarlas como su profesora lo hizo con ella. Ser un apoyo.
Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]Re: If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others? [Priv. Kelly]
por Astrid Jue Mar 11, 2021 7:29 am
If This is the Best of Possible Worlds, What Then are the Others?
Kelly Chambers ∞ Flashback ∞ Biblioteca ∞ Tarde
Astrid sintió a la chica lentamente relajarse bajo sus manos, sus toques, como si estuviera desenredando un nudo dentro de su corazón poco a poco. Lentamente observó de reojo aquel pajarito asustadizo acercarse, centímetro por centímetro, aceptando los mimos que la profesora ofrecía. La sintió temblar un poco y giró su cabeza, apoyando su mejilla en el cabello de Kelly, posando sus labios sobre ella nuevamente.
Luego, como había sentido miles de veces, el cuerpo de la chica se hundió contra ella al quedarse dormido. ¿Hace cuánto no descansaba? Quizás desde que su hermano había desaparecido. Astrid se movió para reacomodar a Kelly mejor contra ella, asegurándose que su cuello no estuviese en una posición que le dolería al despertar. Cerró sus ojos, hundiéndose en el sonido de aquella respiración profunda que aseguraba un buen sueño.
Se permitió perderse en aquella melodía, regulando su propia respiración para estar a la par de la ajena. Astrid intentó recordar lo que era dormir, soñar de esa manera ininterrumpida por pesadillas. No tenía sentido en aquel momento, pero de todos modos intentó dormitar, por tenue que fuese, junto con Kelly.
¿Cuánto tiempo pasó en esa posición, jugando a dormir como si fuese capaz de hacerlo? Por lo menos un par de horas en las que había logrado al menos acallar su cabeza un poco. Había estado lista para acompañarle de haber tenido alguna pesadilla, despertarle, asegurarle que todo estaba bien, que estaba a salvo. Como él lo había hecho con ella cuando todavía no la había abandonado.
No se esperó que Kelly llorase en sueños, sin despertar. ¿Había hecho aquello también, en su momento? El único capaz de responder aquella pregunta ardía en el infierno del hoyo de Astrid. La profesora le acarició ligeramente, sin ánimos de despertarle, sólo intentando traspasar dentro de su inconsciencia para quizás consolarle ahí dentro. Astrid pareció lograrlo, observando las lágrimas dejar de fluir, limpiando las que quedaban con el segundo pañuelo que todavía tenía en su otra muñeca.
La bibliotecaria se había ido, dejando las llaves a la profesora antes de retirarse. “Buenos días…” Murmuró, recibiendo a su alumna de vuelta en el plano de los despiertos. Astrid se incorporó con ella, colgando el paraguas en su muñeca. Observó a Kelly, sopesando el ambiente a su alrededor. Se veía mejor, descansada, más tranquila, como si ya no tuviera tanto peso en sus hombros. No estaba demasiado mal para una sola tarde.
“No hay de qué, Kelly, estoy para cuando lo necesites.” Aseguró, recibiendo aquel abrazo fugaz como una bocanada de aire fresco. No pudo evitar una sonrisa de ternura al ver a la chica correr de un lado para otro devolviendo los libros a sus estantes, parecía como si le hubiese vuelto el alma al cuerpo. Era reconfortante saber que, aún en el estado en que estaba, Astrid podía todavía marcar la diferencia en la vida de tan solo una persona.
Devolvió aquella sonrisa que había logrado rescatar, por lo menos por un momento, de vuelta al rostro de Kelly, sintiendo cómo su pecho se llenaba de orgullo y esperanza. “Hasta mañana.” Respondió, un poco ahogada por una emoción que no logró entender del todo. Cuando la chica desapareció de su vista, se dejó caer de vuelta en el sillón, abrazando sus piernas y hundiendo su cara en sus rodillas.
No había nadie a su alrededor, por lo que dejó un grito de rabia que había tenido guardado desgarrar sus cuerdas vocales. ¿Cuánto tiempo más iba a tener que jugar aquel juego antes de finalmente encontrar lo que estaba buscando? Cuando su voz se había enronquecido, Astrid Sharp se reincorporó, ordenando sus emociones de vuelta en una cajita. Por lo menos aquel día, no había vivido en vano, y se aseguraría de volver a revisar cómo estaba Kelly al día siguiente, y todos los que le seguían.
code by EMMELuego, como había sentido miles de veces, el cuerpo de la chica se hundió contra ella al quedarse dormido. ¿Hace cuánto no descansaba? Quizás desde que su hermano había desaparecido. Astrid se movió para reacomodar a Kelly mejor contra ella, asegurándose que su cuello no estuviese en una posición que le dolería al despertar. Cerró sus ojos, hundiéndose en el sonido de aquella respiración profunda que aseguraba un buen sueño.
Se permitió perderse en aquella melodía, regulando su propia respiración para estar a la par de la ajena. Astrid intentó recordar lo que era dormir, soñar de esa manera ininterrumpida por pesadillas. No tenía sentido en aquel momento, pero de todos modos intentó dormitar, por tenue que fuese, junto con Kelly.
¿Cuánto tiempo pasó en esa posición, jugando a dormir como si fuese capaz de hacerlo? Por lo menos un par de horas en las que había logrado al menos acallar su cabeza un poco. Había estado lista para acompañarle de haber tenido alguna pesadilla, despertarle, asegurarle que todo estaba bien, que estaba a salvo. Como él lo había hecho con ella cuando todavía no la había abandonado.
No se esperó que Kelly llorase en sueños, sin despertar. ¿Había hecho aquello también, en su momento? El único capaz de responder aquella pregunta ardía en el infierno del hoyo de Astrid. La profesora le acarició ligeramente, sin ánimos de despertarle, sólo intentando traspasar dentro de su inconsciencia para quizás consolarle ahí dentro. Astrid pareció lograrlo, observando las lágrimas dejar de fluir, limpiando las que quedaban con el segundo pañuelo que todavía tenía en su otra muñeca.
La bibliotecaria se había ido, dejando las llaves a la profesora antes de retirarse. “Buenos días…” Murmuró, recibiendo a su alumna de vuelta en el plano de los despiertos. Astrid se incorporó con ella, colgando el paraguas en su muñeca. Observó a Kelly, sopesando el ambiente a su alrededor. Se veía mejor, descansada, más tranquila, como si ya no tuviera tanto peso en sus hombros. No estaba demasiado mal para una sola tarde.
“No hay de qué, Kelly, estoy para cuando lo necesites.” Aseguró, recibiendo aquel abrazo fugaz como una bocanada de aire fresco. No pudo evitar una sonrisa de ternura al ver a la chica correr de un lado para otro devolviendo los libros a sus estantes, parecía como si le hubiese vuelto el alma al cuerpo. Era reconfortante saber que, aún en el estado en que estaba, Astrid podía todavía marcar la diferencia en la vida de tan solo una persona.
Devolvió aquella sonrisa que había logrado rescatar, por lo menos por un momento, de vuelta al rostro de Kelly, sintiendo cómo su pecho se llenaba de orgullo y esperanza. “Hasta mañana.” Respondió, un poco ahogada por una emoción que no logró entender del todo. Cuando la chica desapareció de su vista, se dejó caer de vuelta en el sillón, abrazando sus piernas y hundiendo su cara en sus rodillas.
No había nadie a su alrededor, por lo que dejó un grito de rabia que había tenido guardado desgarrar sus cuerdas vocales. ¿Cuánto tiempo más iba a tener que jugar aquel juego antes de finalmente encontrar lo que estaba buscando? Cuando su voz se había enronquecido, Astrid Sharp se reincorporó, ordenando sus emociones de vuelta en una cajita. Por lo menos aquel día, no había vivido en vano, y se aseguraría de volver a revisar cómo estaba Kelly al día siguiente, y todos los que le seguían.
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