A pesar de que había encontrado una nueva familia, Darling no estaba satisfecha. Esperaba con todo su corazón que su verdadera familia estuviese allí fuera en alguna parte y que tuviesen algún motivo para no estar con ella ahora mismo. Se repitió las reglas en su mente “No cooperar, no comunicarse con el exterior, no salir de la neblina, llamar a Nick si se encontraba en problemas”. Aunque quería mucho a sus nuevos amigos teriántropos, la melancolía se apoderó de ella, por lo que decidió volver al primer lugar donde había aparecido, con la esperanza de que su familia estuviese allí buscándola.

Se escabulló desde el patio hasta la zona de juegos, cosa que no era difícil, además que ya había aprendido a ser sigilosa como una serpiente, mas al encontrarse el lugar vacío, muerto, sin vida y sin ninguna señal de su familia se sintió triste y mientras caminaba hacia uno de los columpios se transformó en niña de nuevo. Quería subirse a los juegos, quería imaginar que su padre la balanceaba en los columpios y que sus hermanos la empujaban por el tobogán. Aunque tenía muchos amigos nuevos, se sentía sola sin su familia, como si le faltara un pedacito de corazón.

Caminó arrastrando los pies hacia uno de los columpios, apartando un par de ramitas del asiento, ya que la naturaleza parecía estarse apoderando del lugar. Se sentó en ellos y comenzó a balancearse, con lentitud, casi sin energía. Ya habían pasado varios días desde la explosión, calculaba más de una semana, pero no podía decirlo con certeza, pero de su familia no sabía nada. ¿Y si habían vuelto al auto a buscarla y se habían quedado fuera de todo lo que había pasado? ¿Y si estaban más allá de la niebla y por eso no los podía encontrar? Dentro de su familia era bien sabido que ponían un punto de reunión en caso de que Darling se perdiese (cosa que pasaba bastante seguido por la naturaleza curiosa de la pequeña) y esta vez el punto de reunión había sido el vehículo en el que habían llegado.

Suspiró, cansada. Era mucho lo que tenía que digerir de este mundo nuevo, y aún no había podido recorrer todo el colegio, que ni siquiera era tan grande, para buscarlos porque había peligro en todas partes. Sabía que estaba rompiendo un par de reglas en irse a jugar sola, pero sentía que necesitaba el aire, que estaba asfixiada. Llevaba puesto un polerón de color negro que le llegaba hasta más debajo de las rodillas, ropa que le habían prestado para cuando se transformase, ya que su vestidito en su forma teriántropa no le quedaba bueno, y no podía llevar pantalones a menos que tuviesen un agujero gigante para su cola, por lo que el polerón que uno de los de su grupo le había prestado le venía de perillas.

Arrastraba ligeramente la punta de los pies en la arena mientras se balanceaba, sin ganar demasiada velocidad. Estaba triste, se sentía vacía y eso se reflejaba en su andar, en su forma de moverse. Su cabello estaba suelto, largo y de color blanco albino. Se veía más pequeña de lo que era, aparentaba unos 8 años más o menos, quizá por estar jugando en los juegos de los niños pequeños, quien sabía.

Se quedaría allí un buen rato, ya que era ese el último lado donde había estado y pensaba que su familia lo sabía. ¿Quizá debería dirigirse al estacionamiento? Esa sería su próxima petición para Nick, que la llevase al estacionamiento, para ver si quizá estaban por allá. Por ahora esperaría con la esperanza infantil de que cruzasen la puerta, así que sentada mirando hacia la puerta de entrada de los juegos, se columpiaba con lentitud, atenta a quien podía entrar. Dudaba mucho que la gente respetase ese cartel que decía que el lugar era solo para niños, así que sabía también que podía toparse con otros, pero siempre podía transformarse en una boa y escabullirse por allí.

Sí, no se sentía en peligro. En su corazón no había más espacio que para la melancolía y la tristeza.

Una persona ingresó en el lugar donde estaba Darling. Darling dirigió su mirada y toda su atención, vigilando su recorrido por si tenía que transformarse e huir, pero la chica tan solo se dirigió a una de las resbaladillas sin prestarle ni siquiera una pisca de atención. Darling bajó las defensas y continuó balanceándose en los columpios. Si era ignorada era mejor no molestar, o al menos eso pensaba.

Su mayor defecto, la curiosidad le instaba a salir de allí a preguntarle que le pasaba. ¿Qué hacía un adulto en la zona de juegos para niños? Seguro le había pasado algo y quizá necesitaba hablar con ello. Claro que no querría hablar con una niña de 10 años, mucho menos con una muda. Así que decidió ignorarla también ¿Debería avisarle a Nick que se había topado con un extraño? No… lo mejor era no molestarlo, de todos modos no estaba pasando nada.
Se preguntaba que raza sería la muchacha. Teriántropo no era, o al menos no de los suyos, ya que no la había visto en el patio y ya había jugado con casi todos allí. Sentía una extrema curiosidad, pero no quería interrumpir donde no la llamaban…. Menos en el estado que estaba que era de suma tristeza, su alegría normal se había apagado como quien apaga una vela.

Miraba el piso mientras se balanceaba, si ambas iban a ignorarse no había mucho que pudiese pasar allí. Se mantuvo en aquella actitud un buen rápido mientras realizaba sus ejercicios de respiración. Desde pequeña había sido muy inquieta, diagnosticada con Déficit Atencional, por lo que le habían enseñado varios ejercicios de respiración para calmarse cuando la ansiedad se la comía o para cuando tenía cambios de ánimo muy fuertes. Realizó los ejercicios de respiración y empezó a realizar otro ejercicio que le habían enseñado… Contar cinco cosas que pudiese ver… un árbol, una banca, una resbaladilla, una muchacha triste… y se estancó ahí. Sabía que no podía cooperar con otras razas, pero Nick le había dicho que conversar estaba bien, así que decidió levantarse de su lugar y acercarse hacia donde terminaba la resbaladilla, dándole espacio a la chica y estando lo suficientemente cerca. Con la esperanza de que le entendiera le hizo un gesto con las manos, preguntándole “¿Estás bien?” en lenguaje de señas, y ladeó la cabecita con curiosidad. Como ya había pensado antes, los adultos también se deprimían y también requerían de ayuda a veces, lo había visto en sus padres, había visto a ambos llorar de vez en cuando y nunca les había faltado abrazos y mimos de parte de ella. Quizá no iba a abrazar a una extraña, pero al menos podía intentar asegurarse de que estuviera bien.

Colocó ambas manos detrás de su espalda, tomándoselas y esperando con paciencia la reacción de la chica. De seguro no le había entendido, pero se mostraba en actitud pasiva, para demostrarle que no era una amenaza para ella; aunque de seguro la señorita ya lo sabía.

{Hnhhg} Darling se complicó entera. No podía responder a ese “¿Qué?” de manera rápida y efectiva. Solo tenía sus señas y era mucho que explicar como para que la otra lo pudiese entender.  Y nuevamente salió el tema de sus padres, lo cual le dolió como una punzada al corazón. Las lágrimas se agolparon en sus ojos, pero se las secó rápidamente con el dorso de ambas manos y se retiró del lugar un poquito. Fue a un árbol cercano y tomó una ramita. Apartó un par de hojas del suelo que se habían acumulado, así como ramas, ya que el lugar estaba siendo apoderado por la naturaleza y dejó a la vista la arena en el suelo que normalmente decoraba los suelos de los patios de juegos.

Le dio la espalda y comenzó a escribir en la arena “Family Lost” y se paró al lado del dibujo que había hecho, apuntándolo con la ramita. No era mucho, pero podía leerse con claridad, esperó un ratito y luego con elevación de ceja y todo fue interrogada sobre una supuesta amenaza, una emboscada. Darling no pudo más que sonreír con ternura mientras negaba con la cabeza, y se agachaba para añadir una palabra más debajo de lo que ya había escrito: “Alone”. Le causaba un poco de gracia que la chica pensase en eso, así que mantuvo la sonrisa por un ratito más.

Miró hacia todos lados como confirmando que estaba sola y borró lo que había escrito para escribir algo más “What about u?” Puso y volvió a colocar las manos detrás de la espalda esperando una respuesta. No era mucho, pero al menos podían comunicarse. Se preguntaba de que raza sería y por qué estaba sola. Había aprendido que eran pocos los que andaban solos por estos lugares. Ella se aprovechaba porque tenía a Nick a una llamada de distancia, además que el encierro no le hacía bien.

Esperaba que la chica le respondiera, aunque no se veía como alguien que quisiese conversar mucho, era bastante parca al responder y parecía sentirse amenazada por la aparición de la niña.

Darling hizo el gesto de “triste” apuntando luego a su carita cuando la chica le dijo que andaba sola. Sabía lo triste que era sentirse sola, pero ella realmente no lo estaba. Tenía a Nick y a los demás teriántropos, tan solo que no estaban ahora por allí. Igual se sentía sola sin su familia, pero no estaba tan abandonada como la chica que había acabado de conocer. La chica se acercó, ante lo que Darling dio un brinquito de sorpresa, no pensaba que se le fuese a acercar. Si la miraba de cerca, podía ver que tenía marcas en todo su cuerpo ¿Por qué sería eso? ¿Estaría en su forma de raza? Tan solo parecía una mujer a los ojos de la pequeña, ya que ellos cambiaban muchísimo en su forma de raza, así que quien sabía.

Se quedó pensando un ratito, tratando de entender lo que le decía, ya que no le hacía nada de sentido. No veía como los de su grupo podían traicionarse entre sí; lo entendía quizá entre distintas razas ya que las reglas del juego así lo dictaban o algo así más o menos se lo había explicado Nicholas, pero no veía motivos para temer estando dentro de los suyos, así que se apresuró a borrar la arena y esparcir un poco más para poder escribir: -¿Raza? – Se apuntó a si misma y escribió con bastante dificultad debajito: “Teriántropo”. Y sonrió para la chica.

Darling era bastante tierna cuando se esforzaba, tenía la ternura innata de su madre que era una mujer hermosa y solía conquistar a quien fuese que le pusiesen delante. Por eso nunca le había faltado cariño y sentía que a esta chica sí, la sentía muy fría. Sintió deseos de estirar la mano y acariciarle la cabeza, pero se contuvo, se estaban recién conociendo y podía tomarlo como un ataque, así que mantuvo sus manos detrás de la espalda donde podía saber que hacían.