Estaba harta. Si bien era la líder de los demonios TODOS sabían que no podía transformarse de día y algunos se habían vuelto bastante sobreprotectores con quien debería estarlos cuidando a ellos. Eso sumado al cultista que no la dejaba sola por ningún momento se sentía una inútil por no poder hacer más por ellos y también por no poder transformarse de día.

No importaba cuantas veces les dijera que podía cuidarse sola incluso en su forma humana, nadie le creía y trataban de evitar que saliera durante el día. Era extremadamente tedioso estar encerrados en la cancha, sobre todo porque a ella misma no le gustaba que saliesen a matarse. Que era lo que había que hacer para conseguir comida decían, pero Maisie era bastante reacia a ello. De hecho eran contados con los dedos de las manos los que Maisie dejaba salir, aunque sabía que otros se arrancaban y luego volvían después de haber matado y comido o haber muerto y tenido que recorrer todo el lugar.

Era odioso ser el líder de un juego en el que parecía que no tenían muchas opciones. ¿Comer carne humana, eso era lo que quería aquella voz hija de puta? Encerrándolos en un lugar con tan poca comida parecía ser completamente injusto, sobre todo porque ellos se habían quedado en la cancha, un lugar árido y tedioso donde no tenías mucho más que hacer que agarrarte con otros por diversión. Se sentía atrapada y nuevamente jugando el papel de “niña buena”. Sentía que necesitaba un escape pero no tenía como sacarse al cultista de encima, sobre todo de día. Suspiró, cada día se parecía aún más al otro y eso no le estaba gustando.

Respecto a la comida, habían robado un par de ollas en la cocina y al menos cocinaban lo que traían. Maisie rara vez comía y cuando lo hacía no quería saber de donde provenía toda esa carne. ¿En qué se estaba convirtiendo? En algo que su padre no aprobaría, eso es lo único que sabía. Además con tantas limitaciones no le dejaban salir a buscarlo y ya estaban pasando y pasando los días desde que explotó la bomba. Le extrañaba, aunque tenía miedo de ver su cara de decepción al verla haciendo lo que estaba haciendo, que el lugar era mucho más cerrado y los rumores lo recorrían más rápido.

Se preguntaba si estaría bien, cómo estaría sobreviviendo. Si bien sabía que él podía defenderse solito, no creía que aprobase la violencia porque si. ¿Habría muerto? ¿Qué tal sería la experiencia de morir en este lugar? Quizá era algo  que debía probar…

Estaba pensando en eso cuando comenzó una pelea entre dos demonios. Aburrida, apuntó hacia allá y envío al cultista a separarlos, lo cual el hizo con pocas ganas y allí fue cuando se le ocurrió. Recordando viejos tiempos se escabulló hasta la puerta de la cancha, saliendo y cerrándola tras de sí. La cerró apoyándose de espaldas en ella y suspirando aliviada, que si tenía que morir para comprender mejor este lugar, lo haría, pero no podía quedarse encerrada mientras sus compañeros de equipo se llevaban la peor parte. Quizá encontraría un poco de comida y aunque tuviese que pelear ¿Qué importaba? El dolor de morir no era lo que realmente le preocupaba, si no que más bien la experiencia. No sabía como sería y eso le asustaba. No creía en todas las reglas y solía ser precavida, pero esta vez mandaría la precaución a la mierda por intentar ver algo de mundo por sí misma y ver que tan mal estaban las cosas. Quién sabe, quizá se encontrara con su padre si exploraba un poco, aunque no estaba muy segura de si era lo que quería.

La sensación de huir le parecía un deja vu a aquellos tiempos cuando tenía 13. Recordaba la experiencia como si hubiese sido ayer y sabía que había sido una experiencia que moldeó a la Maisie de ahora, que era ya toda una depredadora y experimentada en las artes del BDSM, Maldito aquél que la había metido en esto, si no fuera por él ella jamás habría estado metida en lo que estaba metida y quizá ni siquiera habría asistido al evento. Maldito por dejarla plantada.

Pensar en él le hizo hervir la sangre, ¿Por qué tenía que seguir acordándose? Era culpa del estúpido culto que no podía sacárselo de la cabeza. No sabía que podía haber sido tan importante que acompañarla en aquél momento y lo reprendía por ello.

Si bien no habían sido pareja, habían pasado buenos tiempos juntos hasta que “le pusieron correa” y dejaron de besarse y manosearse, pero habían seguido viéndose en algunas reuniones del culto, aunque cada vez menos. Se sentía abandonada y engañada, como si lo que el hubiese hecho fuese solo provocar a Maisie para luego marcharse. Pues bien, así se sentía y era lo más cercano a la realidad que podría haber.

Comenzó a caminar a las escaleras, agobiada. Llegó hasta arriba de la primera hilera de ellas y se sentó en uno de los peldaños, sosteniéndose la cabeza con las manos en las mejillas abrumada. No tenía idea como las cosas habían llegado a eso y aunque su capacidad como líder era innegable, era un poco gracioso que una de las menores del grupo hubiese salido elegida. ¿Qué veían en ella además de responsabilidad y sensatez? No lo sabía.

Quizá era momento de renunciar, quizá debía lanzarse de cabeza a abrir alguna de las puertas de los lugares de este colegio y ver como su vida se terminara, quizá si moría perdería el respeto de los suyos e invocarían  a otro líder. Realmente tenía mucho en su cabeza esa tarde. Le hizo cariño a Dio con uno de sus dedos mientras el reposaba en su hombro. Era toda la compañía que necesitaba en este momento. Que por un rato, se fueran a la mierda todos.

Y como un recuerdo salido de su consciencia lo vio, a aquél que le había causado todo esto, a aquél que la había arrastrado al culto, a aquél que la había besado y abrazado hasta que se había puesto collar. Y la sangre le hirvió más¡¿Qué carajos hacía allí?! Si estaba en aquél lugar significaba que había ido al evento, pero no había estado para ella en su peor momento, durante el ritual. Sintió deseos de golpearlo, de gritarle y no se aguantó: - Tú, maldito cabrón ¡¿Qué carajos haces acá?!  - Y se levantó de donde estaba sentada para encararlo. No se acercó si no que le gritó desde lo alto de la escalera lo más rápido que pudo apenas lo reconoció.

Estaba enardecida. En su forma humana no se veía intimidante, pero la mirada de odio que le dedicó no se la habría dedicado a cualquiera. Era la última persona que esperaba encontrarse acá. ¿No que tenía algo más importante qué hacer? ¿Qué podría haber sido más importante que acompañarla en el cúlmine de años de reuniones y preparaciones? Sus cabellos rosas sueltos y una falda con una polera acompañaban su posición de ira. Recordó como le gustaba que usara falda y se enfureció más, no quería darle en el gusto de ninguna forma y aunque la situación se parecía a la de años atrás ella ya no era la misma y el lo sabía. O al menos eso pensaba ella, ¿Cómo podía estar tan tranquilo fumando frente a ella sin decirle nada? Era casi como si la estuviese ignorando y eso la puteaba a no más poder.

Quizá hoy sería un buen día para pelear, para saciar su necesidad de escape de sus responsabilidades y el podría ser un buen saco de box. No le importaba si era más grande y probablemente más fuerte que ella, ella solo quería sacar su enojo de alguna manera, auqnue probablemente terminara muerta con lo hijo de puta que era ¿Sería capaz de matarla? ¿De golpearla? Parece que pronto lo averiguaría. - ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo, maldito?! ¡Es tu culpa que yo esté aquí! -Gritó desde lo alto de la escalera, apretando los puños con fuerza, como conteniéndose para avanzar y golpearlo, cosa que podría pasar en cualquier minuto. No le importaba estar en su forma humana y por ende a la mitad de su capacidad. Dio revoloteaba cerca de su cabeza, preocupado por su dueña, creo que jamás la había visto así de furiosa y eso que había que tenido que aguantar bastante mierda como líder de los demonios. Probablemente sus gritos atraerían a los suyos aunque estaba bastante lejos; creía capaz al cultista de ir a buscarla apenas se diese cuenta de que se había escapado, pero no le importaba, en este momento no le importaba un carajo.

Esperaba una respuesta y más le valía que fuese buena, porque había poca explicación que el pudiese dar para calmarla en aquél momento. Probablemente nada de lo que pudiese decirle le sería satisfactorio. – Eres un enfermo, retorcido… maldito….maldito hijo de puta ¿Cómo puede ser que estés acá y no hayas estado conmigo? Te necesitaba ¿Sabías? No tienes ni idea de lo difícil que fue y es todo por tu culpa. Tu y tu maldito culto - Si hubiese estado en su forma demoniaca la cantidad de poder que habría estado juntando, por lo mal que lo estaba pasando, le hubiese permitido realizar un ataque, pero lamentablemente aún era de día y tenía que contentarse con lo que tenía. Se lo hubiese merecido, por maldito, pero por ahora tenía que comerse su rabia parada en lo alto de la escalera apretando los puños como si fuese a explotar en cualquier minuto. Esperaba una respuesta, y la esperaba rápido.

No podía ser tan descarado de negarlo, eso le hacía solo enfurecer más. Tenía que pensarlo muy bien si iba a acercársele, puesto estaba rabiosa y quizá le llegase un golpe de la pura ira que estaba sintiendo, pero el siguió avanzando desentendiéndose de la situación.

- ¡¿Cómo que no?! ¡Tu me metiste en ese estúpido culto, es por culpa tuya que yo haya asistido a este evento, que haya quedado envuelta en esto! – Le culpaba por lo ocurrido, aunque quizá hubiese asistido al evento de todos modos Más que nada estaba herida porque no le había acompañado en el momento más importante. Le habían lavado el cerebro y ahora se había convertido en un demonio o lo que sea que fuese por su culpa, no había tenido otra opción.
Además seguía molesta por que le había rechazado desde que se había “puesto correa” como el lo denominaba. La había usado hasta que ya no le servía más y era algo que se tenía guardado desde hace años, que no le había reprochado, pero ahora era como si no pudiese detener sus palabras. – Me usaste cuanto quisiste hasta que ya no podías más – Añadió, un poco más despacio, casi gruñendo. Se estaba transformando en toda una bestia, y aunque ya se habían enfrentado como animales alguna vez en el pasado bajo ese torrentoso día de lluvia en Londres, ahora la situación era completamente diferente.

El se acercó y Dio inmediatamente se fue a las manos de la chica, jugueteando con él mientras pensaba en que usaría para defenderse de él si era necesario. Lo creía lo suficientemente bestia y desquiciado como para aprovechar las reglas de este estúpido juego para hacerle daño. Realmente no le tenía en buena estima por este momento, lo creía capaz de todo y no iba a quedarse de brazos cruzados. Ya no más, ya no más años de silencio.

Acaso.... ¿Acaso le había roto el corazón y era por eso que se comportaba así? Se negaba a pensar que eso era cierto. Ella no se enamoraba. De nadie, mucho menos de un desgraciado como él que hacía cualquier cosa por un precio. Era alguien que utilizaba a la gente hasta que no les servían, que la había servido en bandeja de plata cuando recién tenía 13 años a manos de un grupo cultista, aprovechándose de su deseo de escapar de la realidad. Era una mala persona e intentaba convencerse de ello. No era aquél chico con el que se había besado con pasión bajo la lluvia, ahora era un enemigo. Al carajo el corazón que ella dictaba lo que sentía y no había permiso para segundos sentimientos.

- ¿Cómo que no recuerdas nada…? ¿Qué conveniente no? No recuerdas la basura de persona que eras, haciendo cualquier cosa por un precio… ¿Qué mierda eras tú? Pues la clase de mierda que se involucró con una chica de 13 años por un cigarrillo, que la usó hasta que ya no podías hacerlo más… “Tu correa” lo llamabas, esa era tu excusa ¿No recuerdas eso? – Dijo a regañadientes, ya no era necesario gritar, ahora que le tenía cerca.

Así que tenía a alguien a quien proteger. ¿Ese era el motivo por el cual la dejó abandonada? ¿Para irse a pasear con su mujer en el maldito evento? La sangre le hirvió más, por lo que ni siquiera pensó sus siguientes palabras.
- Así que te la trajiste… quizá debería buscarla y contarle lo mierda de persona que eras, ya que tu al parecer no recuerdas nada ¿Ella sabe acaso como eras? ¿Ella sabe acaso a qué te dedicabas o le metiste alguna mentira? No me toques – Declaró dando un paso hacia atrás, aunque luego se lo pensó mejor El la estaba provocando a ver que haría y Maisie no iba a quedarse de brazos cruzados.

- Quizá debería ayudarte a recordar, ya que has olvidado todo… - Dijo y aprovecho que estaba lo suficientemente cerca como para tomarle de la polera, tal cual había ocurrido años atrás y plantarle un beso con mordida de labio incluido. Estaba furiosa, pero no podía evitar sentirse atraída a él como una polilla hacia la luz. No podía creer que se hubiese olvidado de ella, de todo lo que le había hecho. Le causaba ira y muy, muy adentro ¿tristeza? ¿Tanto le había querido? Se convencía a si misma de que le era importante porque había sido su primera experiencia cercana a lo carnal, pero parecía que era un poco más que eso…

Si es que lo había olvidado todo ella lo haría recordar. De seguro era un efecto secundario de la bomba o de aquél gas, pero tenía que haber una forma de que recordase. Si estaban atrapados en un juego, de seguro había una forma de recuperar sus recuerdos, tenía que haberlo, no podía permitiri que la olvidase tan fácilmente.

{Se olvida de mi tan fácil como dejó de usarme hace cinco años atrás} Pensó, con sentimientos entremezclados. Se sentía una boba por pelear por un chico que no le correspondía, pero no podía evitarlo. No podía evitar recordar sus besos, sus caricias, su dolorosa forma de hacerse compañía el uno al otro en aquél abrazo carnal. Aquellos agarres de trasero y esos besos que te invadían todo el cuerpo. Se negaba a asumir que todo eso se había perdido; ya se había tomado bastante bien años atrás que la dejase de besar porque estaba con pareja, ¿Pero que la olvidara? Aquello era imperdonable.

Vio el enojo en sus ojos al mencionar a su querida correa y sonrió triunfante. Así que tenía razón, la pobre mujer no tenía ni la más mínima idea de con quien se estaba metiendo. ¿Iba a ahorcarla? Parecía que sí y sonrió más, casi demente. Ese era el Vincent que le gustaba, ese era el Vincent que estaba buscando. Aquel endemoniado que era capaz de torturar a una niña pequeña para su propio placer. Deseaba que la ahorcase como aquella vez, deseaba que la usara. Cualquier cosa era mejor castigo que ser ignorada, que ser olvidada como lo estaba aparentemente siendo, pero el dudó.

El beso duró unos segundos y sirvió para saciar un poco la sed de Maisie. Así que aunque no recordara no había cambiado tanto, besaba tal como ayer y sus labios sabían un poco mejor ahora después de tantos años. Fue como un oasis por unos segundos ¿Acaso se estaba volviendo loca? No, pero claramente estaba loca por él. El la tomó con fuerza y la azotó contra la pared, Maisie sonreía gustosa en vez de enojarse más, sus acciones parecían calmar su ira. Le calmaba saber que, aunque el muy hijo de puta no recordase nada, era la misma bestia de siempre y eso le encantaba.

Le costaba hablar porque le estaba ahorcando, pero hizo el intento: - Sólo… sólo un juguete más tuyo…- Dijo con la respiración entrecortada.

Dio que se encontraba en su mano se transformó en una daga pequeña con un ojo al medio. Maisie se la plantó con fuerza a la altura de los riñones, haciendo presión para que sintiese la amenaza, pero no con la suficiente fuerza como para hacerle dañó, si no como para empujarle y le soltase del ahorque. Que no estaba indefensa, ya no era la niña de antes, ya era prácticamente una adulta y podía cuidarse sola, aunque nadie en su grupo pensase que pudiese.

- No hay nada, NADA que puedas darme por mi silencio – Dijo dando un paso hacia adelante, teniéndole a punta de arma. – No pudiste darme lo que quise antes, menos ahora que no recuerdas ni un carajo, Vincent del demonio – Dijo con intensidad en sus ojos. Estaba furiosa con él y no se le pasaba. Si tenían que pelear, pues pelearían, puesto se parecía lo más al tipo de relación que llevaban antes, siempre peleando por quien llevaba la delantera y le gustaba. Si esta vez tenía que ser a golpes, que lo fuese, que, si era capaz de ahorcar a una desconocida en las escaleras, de seguro era capaz de enzarzarse en una pelea a muerte con ella por esconder su secreto, que ahora Maisie controlaba. ¿Y qué? Si moría volvería a aparecer en algún lado y capaz que se encontrase con la amada del chico, tendría más tiempo para buscar lejos de él.
- Puedes matarme si quieres, pero no me vas a silenciar. TU vas a ser MÍO – Dijo acercándose ella ahora a él y susurrándole las palabras al oído. ¿Qué se había apoderado de ella? No tenía idea, que aún faltaban horas para el atardecer y su demonio interno no podía salir, pero claramente estaba poseída por algo. Emociones quizá, decepción, ira, deseo. Una mujer enojada podía ser igual de peligrosa que un demonio en su forma completa, y eso que ya tenían bastante mala fama.

Y lo notó en su mirada. El que estaba realmente loco era él, no ella y eso la ponía en peligro. Su rostro se volvió completamente negro y allí Maisie comprendió que no iba a poder razonar con él. ¿Qué le había hecho este estúpido juego además de arrebatarle las memorias? Lo había transformado en un monstruo, un monstro horrible contra el cual ahora tendría que luchar si quería salir con vida.

Comenzó a sentir lástima por él y aunque fuese un monstruo le abrazó con fuerza mientras el enterraba sus garras con fuerza en su trasero y ella chillaba de dolor. Lo apretó con más fuerza, en parte para resistir el dolor, que, si bien a Maisie le gustaba, esta era la clase de dolor que daña porque si, sin un propósito y de alguien que claramente no la quería, por lo que gritaba por el dolor físico y emocional que el rasguño le causaba.

Le rasguñó la espalda y Maisie hundió su rostro en su pecho, intentando ahogar sus chillidos, bastante en vano, puesto luego su piel fue desgarrada como si le hubiesen dado un mordisco a su corazón. ¿Esto era lo que ella quería? ¿Esto era lo que se había buscado? ¿Qué tanto daño le había hecho a Vincent? Si bien quería vengarse de todo el daño que el le había hecho a ella, comenzaba a sentir que quizá se le había pasado la mano y que jamás debió gritarle. Parecía una muñequita en sus brazos, una muñeca indefensa.

Quería llorar, quería gritar, pero Maisie no lloraba; era la regla número dos de su vida y este no iba a ser el momento, aunque no hubiese nadie cuerdo para ver sus lágrimas. Así que apretó los dientes y contuvo sus lágrimas, abrazándose a él como si su vida dependiera de ello, cuando era completamente lo contrario. Entre sentimientos entremezclados y la culpa, logró decir un par de palabras:  - Vincent, lo lamento mucho…- Dijo apenas por el dolor que estaba sintiendo y frotó su rostro contra el cuerpo de demonio. – De verdad lo lamento mucho, no quería hacerte daño hasta este punto, yo solo… yo solo quería que me recordaras – Dijo sufriendo física y emocionalmente. Podía transformar a Dio en una lanza y clavársela en el costado, pero ¿Cuál sería el punto? No quería pelear con él, no quería matarlo, así que, si iba a morir, ¿Qué mejor que en sus propias manos en una situación que ella misma se lo había buscado? Era hora también de que pagara por sus pecados así que debía dejarse llevar, por mucho que doliese.

No supo muy bien lo que ocurrió después, puesto fue trasladada de las garras de Vincent a un lugar seguro en cosa de segundos. Tardó un par de segundos más en entender que estaba siendo custodiada por sus aliados, sus demonios. Qué patética debía sentirse si tuvieron que ir a su rescate. Estiró el brazo del hombro herido como pudo, como tratando de aferrarse a esa figura que tanto deseaba y de la cual la habían separado, pero tuvo que sostenérselo con la otra mano, puesto le dolía hasta mover el brazo.

Llevó sus dedos a la herida, para notar que era profunda, literal le había arrancado un pedazo de hombro, así como le había arrancado otra vez un pedazo de corazón. Estaba confundida, adolorida y sus heridas sangraban profusamente. Intentó levantarse, pero no la dejaron, eran cuatro contra ella y no la iban a dejar lanzarse al peligro así como así.

Como pudo, vio a Joshua enfrentándose a Vincent, utilizando una habilidad que Maisie conocía bien. Esta pelea iba en serio y alguno de los dos iba a salir muerto. – No…. No lo maten – Rogó despacio, un poco avergonzada, sabiendo que probablemente eso no era opción. Si lo mataban lo perdería de nuevo y prefería tener a una bestia al frente que perderlo otra vez. Se veía como una pequeña niña entre tanto demonio adulto protegiéndola y tratando de vendarla.

Hizo acopio de sus fuerzas y se levantó, no podía ser que la líder de los demonios fuese vista así. Su mirada se endureció como ya habían visto aquellos que la conocían y sosteniéndose el hombro con una mano en un intento de parar el sangrado y apoyada en uno de sus compañeros, dio un par de pasos hacia adelante, hacia donde ocurría toda la acción.

- Joshua ¡No!- Dijo con voz firme tratando de llamar su atención. – Lo necesito vivo… yo… lo necesito – Dijo mientras las lágrimas volvían  a parecer agolparse en sus ojos y respiraba profundo para que se volviesen a guardar a donde pertenecían mientras se mecía un tanto mareada. Ya lo había perdido una vez hace cinco años atrás, lo había perdido al entrar en este estúpido juego y ahora lo perdería de nuevo ¿Quién sabía donde iría a reaparecer? Y de seguro con todo lo que le había gritado jamás se acercaría a la cancha de nuevo. Jamás volvería a verlo y eso no podía permitírselo… simplemente no podía…

Gruño un poco tratando de sacudirse a los demonios que la asistían, seguía enojada. Esto era su culpa y ella debía remediarlo ¿Pero cómo? ¿Cómo calmar a una bestia que ni siquiera sabía quien eres?

- Vincent… si te detienes te dejaré en paz. No buscaré a tu correa, lo prometo. No los volveré a molestar – Dijo mientras veía como el se desangraba para realizar un ataque defensivo. Habló lo suficientemente fuerte como para que le pudiesen escuchar todos, pero dudaba mucho que sus palabras llegaran a los oídos de quien deseaba. – Tan solo… detente – Era demasiado doloroso para ella verlo así, era demasiado doloroso ser atacado por una persona que querías y todo por que no había podido callarse la puta boca.

Maisie observaba horrorizada como el demonio se hacía más y más daño a sí mismo. ¿Qué clases de habilidades horrendas había adoptado al transformarse tras la bomba?  Si seguía haciéndose daño sería casi imposible conservarlo vivo, que era lo que la pelirosa quería.

Vio como algunos de su grupo le atacaban también, pero no para matarlo. Al parecer habían escuchado las plegarias de Maisie y se habían detenido un poco, pero luego de eso las cosas se distorsionaron muchísimo más. El bloqueaba las cadenas de Joshua con sus propias cadenas de sangre en un sangriento sacrificio y luego hizo una lanza con su sangre con la cual se atravesó a sí mismo y a algunos de sus compañeros. Fue allí cuando Maisie se dio cuenta de que no había vuelta atrás TENÍAN que matarlo muy a su pesar.

No fue hasta que reventó la cabeza de uno de sus aliados con una mano que Maisie reaccionó. Si bien estaba envuelta en una situación personal, no había nada más importante que cuidar de los suyos y así lisiada como se sentía no lo estaba haciendo. Enfurecida, transformó a Dio en una lanza larga y se abalanzó sobre el que ahora se había convertido en un enemigo, en un intento de atravesarle el pecho con ella.

Le atravesó el pecho con la lanza y la dejó ahí, cayendo de bruces por el esfuerzo mental y físico. Al parecer todo acabaría ahora y si no, tendría que seguir peleando para proteger a los suyos ya que las cadenas de Joshua no estaban siendo suficientes.

¿Por qué tenía que haber pasado esto? ¿No podía enfurecerse como una persona normal? Y lo más horrible de todo es que ahora le conocería como la chica que lo había matado junto a sus compañeros, no como la Maisie de su pasado al que ella creía le tenía un poco de estima al menos. Tenía que recomponerse, así que se levantó con sumo cuidado, sus heridas sangraban profusamente por lo que ya estaba un poco mareada. Se apoyó en el brazo de Joshua para no caer de nuevo al suelo.

- Uds dos – Demandó, hablándole a los dos que la habían estado vigilando . – Búsquenlo, es un chico alto de cabellos rojos, debería aparecer en el lugar más alejado de aquí. Quiero que lo mantengan vigilado, necesito saber que hace y con quien – Dijo jadeando un poco por el esfuerzo.

Sabía que había roto una de las reglas, pero esperaba que Joshua no se hubiese dado cuenta, si no sabía el sermón que le daría. Debían respetar la Biblia de La Vey, no solo por estar en el culto que ya prácticamente no existía, si no porque eran buenas reglas que había adoptado como elección de vida y se esforzaba por cumplirlas, aunque a veces le costaba.

Estaba cansada, necesitaba descansar. Volver a la chica y reposar un rato. No sabía como se curaría el enorme trozo de carne que le faltaba en el delgado hombro de la chica, pero sabía que había que tratarlo rápido, antes de que empeorase o peor, la pérdida de sangre hiciese que se desmayase.