Anwen es una chica bastante terca, un tanto egocéntrica y un poco fría. Es de cabeza dura, y cuando toma una decisión es casi imposible hacerla cambiar de opinión, siempre creerá que tiene la razón y luchara por ello hasta el final, además, le gusta tener la última palabra.

A pesar de todo ello, no le gustan las peleas, así que tampoco intenta provocar estas, pero sabe que con su actitud es bastante difícil. Es muy decidida, al punto de "Quiero algo, lo obtengo" y son pocas veces las que ha fallado.

Siempre a la distancia ha dado una apariencia de ser solitaria, un tanto agresiva y de que realmente no le agrada tener compañía. Pero al verdad es que siempre se siente muy sola, ya sea porque es hija única y sus padres nunca están y se ha acostumbrado al sentimiento o porque mantiene su corazón cerrado debido a algunos traumas.

Realmente no es una mala chica, se esfuerza mucho y tiene mucha imaginación, se avergüenza fácilmente y le cuesta demostrar lo que siente o si quiera explicarlo, es muy difícil sacarle información, no porque no confíe, sino porque realmente nunca sabe como empezar y se complica, además de que cualquier mal recuerdo o sentimiento doloroso incrementa al hablar, y aquello hace que termine llorando y realmente no pueda hablar. Al fin y al cabo, es bastante sensible, adora la atención y el cariño de los demás, y le gusta ser el centro de atención en cierta forma, aunque casi siempre lo ha conseguido de forma negativa.

Se asusta con facilidad y se queda días con el susto en la mente, por lo que pasa días teniendo pesadillas, y es un mal que no se le ha quitado desde pequeña.

Le gustan mucho las cosas fantásticas, adora el fuego y el viento por sobre muchas cosas, siempre se detiene cuando sopla el viento para poder disfrutarlo mientras cierra sus ojos, y en el invierno adora hacer fogatas, o encender estufas a leña, más que las que funcionan a gas o la calefacción. ⚝

Siempre ha sido un poco más alta que las demás chicas, pero no por demasiado, Anwen nunca ha cortado su cabello, por lo que lo tiene realmente largo, por debajo de la cadera y de color castaño muy, muy oscuro, el cual hace contraste con sus ojos de color miel y su piel pálida. Siempre le ha gustado vestir de negro o rojo, por lo que es muy normal verla con ropas de ese estilo, y por lo general elegantes.

En su forma de raza su estatura cambia en apenas tres centímetros, su pelo se torna de color azabache, siendo muy oscuro y crece hasta arrastrase por el piso, cosa que Anwen evita haciéndolo flotar un poco. Sus ojos toman un color amarillo muy intenso, sus orejas se vuelven largas y afiladas, en sus manos salen unas espinas de color dorado al igual que en la parte superior de sus pies, tratándose de una de sus habilidades, aunque puede hacer que estas desaparezcan. La verdad es que cuesta verla como un elfo debido a sus colores oscuros y personalidad, la tienden a confundir con una vampiresa algunas veces por aquellas razones, incluso dentro del mismo grupo de los elfos.

Muy rara vez, usa ropas correspondientes a su raza, tratándose de algo más natural.

Anwen nació en Francia, ambos padres originarios de allí, aunque viajaban mucho, y no se conocieron en Francia, más bien en un viaje de negocios, pero volvieron al país para el nacimiento de la pequeña para que el resto de la familia pudiese estar presente.

Aunque era una hija muy amada y deseada, sus padres siempre fueron muy ausentes, al inicio dejándola con sus abuelos u otros parientes para poder seguir con su trabajo, siempre manteniéndola en lugares donde estuviese bien cuidada. Pero eso fue cambiando a medida que creció, dentro de Europa, sus padres encontraron un lugar que les gustó, y decidieron irse a vivir allí, cosa que volvió a ser un golpe fuerte para la chica, pues nunca lograba establecerse en ningún lugar ni tener amigos. No tenía nadie con quien hablar o en quien confiar, cosa que le complicó siempre la vida al momentos de formar relaciones y tener conversaciones.

Pero, intentando ver la situación para bien, ahora estaría estable en un lugar, aunque pasaría mucho tiempo sola en casa, sería una casa propia a la que volver siempre, donde sus padres estarían y podría llevar amigos. Realmente rogaba porque las cosas no cambiasen más, pues sólo quería tener estabilidad.

Llegó al nuevo colegio a los siete años, grande, espacioso y colorido a su parecer. Pensó que era muy distinto a lo que acostumbraba, pero realmente le parecía agradable. No fue muy difícil hacer amigos, ella llamaba bastante la atención con su cabello largo y sus ojos color miel. Aunque no sentía que nadie fuese de confiar, hasta que un par de años más tarde conoció a una chica nueva que llegó al curso. Estuvo encantada, descubriendo luego que además vivía cerca y podría ir a verla, y no podía esperar para presentársela a sus padres.

Aún recordaba y atesoraba con fuerza el recuerdo de su primer día en la casa de su amiga, pues no sólo había conocido sus juguetes y cuarto, si no que también a su hermano, que para suerte de la pequeña Anwen, iba al mismo instituto. Aunque al inicio no le dio tanta importancia, pues sólo era alguien más de la familia de su nueva amiga, los líos empezaban luego.

Tendía a mirarlo en los recreos cuando estaba cerca, le preguntaba a su amiga cosas sobre él, y el resto de la familia aunque lo último era una manera inconsciente de disimularlo. Pasaron meses antes de entender que estaba pasando, entre sus 13 y 14 años, entendió que el peliblanco le gustaba. Tratando de ser responsable, lo primero que hizo fue decírselo a su amiga, y esta confesó que lo había notado hace tiempo, pero estaba esperando a que ella lo asumiese. Parecía no importarle demasiado realmente.

Y, sin problema alguno se lo dijo a Connor sin pensarlo demasiado. No terminó bien, aunque dentro de su cabeza no podía tenerlo claro, pues no estaba segura de que eso fuese un rechazo. ¿Era por que sólo era muy pequeña?

Aquel día volvió a casa sola, aunque debería haber pedido quedarse allá, pues sus padres no estaban y le daba terror quedarse sola en casa, pero ya tampoco deseaba abusar de la hospitalidad de los Buckley. Fue una de las peores decisiones de su vida, y en el tiempo incorrecto. A la noche, escuchó como intentaban abrir la puerta, sin duda y con su sueño ligero se despertó de golpe. Miró por la ventana con cuidado de no mover mucho la cortina y vio a los tipos malos que siempre salían en las noticias.

Corrió a la pieza vacía de sus padres a tomar el teléfono, lamentablemente sólo se había aprendido los números de sus padres, su amiga y Connor. Llamó a sus padres, pero no contestaron y luego a Connor, pues sabía que a la chica le quitaban el teléfono por las noches. Sólo de nervios, no notó si contestó, ni nada, y le pidió desesperadamente que llamase a la policía, para luego correr y esconderse en el closet.

No recuerda mucho más, sabe que en algún momento la encontraron los ladrones, que llegó la policía y todo acabó, pero no tiene recuerdos precisos del trauma. En algún momento, la llevaron a casa de ellos, preocupados, si se concentra en el recuerdo, siente el olor a chocolate caliente y el terror y frío que sentía en el momento, y la incapacidad de moverse o levantarse.

Al día siguiente, ya no se mantenía sola. Fue entonces cuando las pesadillas comenzaron, bajo cualquier razón tenía pesadillas. Si estaba sola, por un mal día, por enfermar, cualquier aspecto negativo le provocaba pesadillas, y encontrarse sola era una tortura, pues casi no dormía y si lo hacía era sólo para sentirse mal.

Ahora y no sólo miraba a Connor, si no que más bien lo seguía a todos lados, algunos días pegada a él, fijandose siempre en cada detalle de lo que hacía, y otros desde lejos, pues tenía claro que fue gracias a él que nada le había pasado. Sus padres se habían enterado dos días después y estaban en camino de vuelta, pero ya no le parecía relevante.

El chico nunca quiso darle bola, y Anwen se fue aburriendo de insistir. Comenzó a hablarle de amnera casual y cuando iba a su casa aprovechar el tiempo con su amiga en vez de sólo sacar el tema de su hermano mayor.

Pero eso no duró demasiado, la verdad era que el tiempo pasó muy rápido, y el chico ya se iba. Iría a la universidad, y la peqeuña se quedó desesperada ante su desesperanza de volverlo a ver, pues lo más probable es que viajase o algo pro el estilo, y aquello la volvía loca. Pero por su lado, las cosas no cambiaron, y tuvo que verlo partir sin poder hacer nada.

El tiempo pasó, otros chicos se fijaban en ella pero no era capaz de sentir nada. La frase de "un clavo saca a otro clavo" pasaba constantemente por su cabeza pero no quería aceptarlo. Lamentablemente, el chico ya no estaba, tampoco lo veía tanto aunque seguía pasando infinidad de tiempo en casa de ellos, entre la frustración y dolor que sentía, accedió a salir con otro chico del colegio.

Claramente, dejó de ir tanto a casa de los Buckley y ya ni veía al chico. Anwen tenía 15 años para ese entonces y ya no lucía tanto como una niña, y sabía que cuando hablaba de una relación, no era solo estar todo el tiempo con la persona y darse besos. Pero al no sentir nada por el chico, no pudo evitar dejárselo claro, aunque extrañamente el no quiso darse por vencido. De todos modos comenzó a  disfrutar el tiempo que pasaban juntos, salir con él y superar a Connor, sobretodo porque no lo veía.

Sin embargo, no era lo que ella quería, o más bien al que ella quería y terminó con él un par de meses después. Volvió a pasar mpas tiempo en la casa de su amiga, aunque la llevaba más a su casa para no ver tanto al chico, pues no deseaba verlo y revivir todo.

Para bien o para mal, Anwen fue sorprendida con toda una preparación que él había hecho. Jamás se hubiese negado, a pesar de todos los estúpidos años que tardó. Está agradecida de no haber dudado, pues han sido los mejores años de su vida y tenía todo lo que quería.

Por alguna razón comenzó a tener problemas con el azúcar, y debe consumirla sin falta, o puede llegar a desmayarse en el peor de los casos. Connor, dulcemente, siempre le guarda algo para que no le pase nada.

El día del evento, le había insistido un poco para que fuese, pues realmente quería ir. Habían llegado en el auto del chico, era normal ver ex alumnos en eventos como aquel, y realmente había asistido muchísima gente de muchos lados. Recordaba el sabor a chocolate caliente antes de sentir como si ácido recorriese su garganta.

Al estar inconsciente y escuchar todo, lo primero que pensó fue en fuego o aire, ¡un elemental! Pero se detuvo antes de abrir la boca. ¿Y Connor? ¿Qué sería él? No podía ser tan egoísta, era él, y si optaba por lo que ella quería no podría hablar con él sin arriesgar a sus familias. No lo pensó mucho más, y eligió ser un elfo.

Cuando abrió los ojos, se encontró entre los brazos de un ser de madera, sobresaltándose un poco. ¿Era él? Se sintió estúpida, obviamente él pensaría en ella, y ahora estaban separados. No pudo evitar llorar y abrazarlo, sabiendo que ambso tomarían la mejor decisión para sobrevivir.

Anwen jamás dejaría que algo así los separase, no había luchado pro años para dejarlo ir por la borda. Haría lo que fuese posible por salir de allí.

⚝ Prefiere los climas fríos y las brisas frescas, le desagrada por completo el calor y el sol.
⚝ Realmente nunca se había enamorado ni tenido sentimientos por nadie, hasta que conoció a Connor, por lo que está muy feliz de estar con él.
⚝ Le gusta leer, y le gustan los pájaros, además del sonido del agua, y si mezclas los tres realmente se alegra y relaja mucho.
⚝ Adora tomar chocolate caliente, con canela y malvaviscos frente a una fogata.
⚝ Le gusta sentir el viento en alturas y que su cabello se mueva con él, la hace sentir libre.
⚝ Hacía equitación cerca de su casa, de esa forma sus padres sentían que no estaba tan sola.
⚝ Le gustan las flores, adoraba tener un florero en su pieza.
⚝ Tenía fotos de ella y Connor colgadas en su pieza, y nunca las quitaba, incluso si discutían.