Masha había pasado prácticamente sola los primeros cinco días. Evitando peleas atravesando las paredes del colegio. Perderse era fácil si no conocías el lugar, por lo que aprovechó esos días para conocer la zona. Había un lugar que tenía completamente identificado: los baños, a los cuales entraba de vez en cuando en búsqueda de agua. Por suerte en su bolso, como era el bolso del trabajo, tenía una botellita de agua y los baños eran relativamente tranquilos, por lo que podía mojarse la cara y relajarse un poco con el agua que quedaba en los tanques de los WC. Se sacó el maquillaje del evento y se cambió de ropa a sus ropas usuales, casuales. Un par de pantalones apretados y un crop top, más una chaquetita llevaba puesto. Sus lentes de sol por sobre su cabeza y hasta aprovechó de ponerse maquillaje casual. Se le hacía casi rutinario andar un poco maquillada que fuese y podía estarse cayendo el mundo y ella se vería fabulosa. Era parte de su rutina de sanidad mental, quería mantener las cosas lo más parecidas a lo que eran en su vida anterior a esta, aunque sabía que no podía estar en negación demasiado tiempo.

Disfrutaba sus cinco minutos de descanso en el baño, pero generalmente estaba en movimiento, a ver si veía a alguien de la compañía o a algún conocido. Sabía que Aria Du Bellay había asistido también al evento y esperaba topársela para ver una cara conocida, pero eso no había pasado aún. Apenas escuchaba sonidos se metía por alguna de las ventanas rotas y se escondía en algunas de las salas, solo asomándose para ver si veía a alguien conocido. Se sentía sola, estaba asustada y preocupada por las reglas “No cooperarás”. Eso hacía que todo pareciese muy difícil y tenía miedo de las consecuencias “Alguien de allá fuera muere”. No le deseaba la muerte a nadie por lo que había evitado los encuentros todo lo que había podido, mientras buscaba gente conocida. Era algo bastante difícil, pero con sigilo y transformándose para usar sus nuevas habilidades lo había logrado.

Ahora paseaba en su forma humana, luego de haberse refrescado en los baños. Estaba fresca como una lechuga, pero moría de hambre. Había sobrevivido a punta de agua y algo que se había robado de la cocina antes de que se llenase de animales. Ya sabía que eran bastante recelosos de su nuevo territorio, por lo que no había vuelto a acercarse allí. Además no había visto a nadie conocido, bastante difícil se le hacía reconocerlo en sus formas animales, era un lugar que mejor evitar.

Esta zona estaba un poco oscura, ya que las luces no funcionaban, por lo que fuye fácil distinguir una luz encendida a la distancia. Inmediatamente dobló por el pasillo para no topárselo, pero se topó de frente con alguien, alto y musculoso, prácticamente chocándole.

- Yo… yo… lo siento – Dijo dando un par de pasitos hacia atrás. No podía distinguir bien a la figura, ya que estaba bastante oscuro. Intentó agudizar la mirada, pero solo veía una sombra enorme por sobre ella. No quería problemas así que siguió retrocediendo abrazándose a sí misma como protegiéndose. ¿Qué debía hacer, transformarse y escabullirse? Sentía el peligro inminente, así que se preparó para transformarse y salir corriendo de allí, pero atrás estaba la luz extraña que había visto… era huir o pelear, y hasta ahora había preferido huir de cada situación, ya que no tenía ninguna habilidad de combate, ni siquiera en su forma transformada… - No quiero problemas, me daré la media vuelta y me iré ¿Vale?- Dijo en su inglés con un poco de acento ruso en un intento de escapar de aquella situación.

Masha seguía sin ver nada y con los pies dispuestos a salir corriendo, cuando oyó una voz familiar – Kraig ¿Eres tú? – Le respondió en ruso, deteniendo su retroceso un tanto. Se adelantó un par de pasos como para abrazarlo, no sabía lo feliz que estaba de encontrarse con alguien de la compañía, mejor si era Kraig quien era quien mejor la conocía de todos, pero se detuvo con la mano medio alzada en un intento de abrazo, ya que recordó las reglas. - ¿Cómo es que puedes cooperar con otros? Las reglas dijeron lo contrario, explícame que está pasando, por favor... – Dijo bajando la voz, recordando que estaban rodeados de gente indeseada.

Realmente quería correr y darle un gran abrazo, se sentía aliviada de tener un aliado consigo, pero ¿Era realmente un aliado? Si era de una raza diferente a la de ella entonces significaba que eran enemigos según las instrucciones del juego. Le dolió el estómago de solo pensarlo, haciéndosele un nudo en la boca del mismo, no sabía que haría si todos los que conocían eran de razas diferentes. Hasta ahora no se había topado con ningún serafín, si es que había alguno más que ella ¿Qué pasaba si por indecisa le habían dado una raza aparte? No tendría grupo con que cobijarse. Rogó al cielo que Kraig fuese de su misma raza antes de preguntar – Yo soy un serafín ¿Qué raza eres tú, Kraig? – Dijo con cordialidad, casi susurrando, mientras avanzaba para colocarse justo delante de él. Se sentía protegida si el estaba con ella, ya que siempre le había cuidado y había hecho un muy buen trabajo como manager. Incluso la había apoyado en sus momentos más duros, cosa que nadie sabía a menos que el le hubiese contado a alguien y Masha estaba casi segura de que sus labios estaban sellados. Era una persona importante para ella, por lo que se mantendría bajo su manto todo lo que pudiese, si el decía que podía cooperar le creía, pero quería entenderlo de todas maneras.
- Por favor, explícame lo que sabes. Dame tu mano, yo te sigo – Dijo mientras palpaba el cuerpo del hombre para buscarle la mano. - ¿Estás seguro que puedes ayudarme? No quiero poner en riesgo a nadie de tu familia o conocidos… - Dijo en un tono triste, característico de Masha. Solía preocuparse bastante por los demás, incluso más que por ella misma a veces, sobre exigiéndose en el trabajo lo que a veces le pasaba la cuenta. Era una buena chica, que se había esforzado muchísimo para llegar donde estaba y la cual se esforzaba con gusto, siendo una de sus metas personales, que la llenaban como persona. – Gracias al cielo que estás aquí – Dijo también en ruso, suspirando de alivio y apoyando la frente de su cabeza en el pecho de Kraig, respirando tranquila por primera vez en varios días.

Masha lo bombardeó con preguntas- Quizá debió quedarse callada y acatar, pero estaba lo suficiente hiperventilada como para no poder callarse la boca. Entre el alivio y las miles de dudas que le surgían por encontrarse a Kraig, le era difícil controlarse.

El la mencionó como su protegida, y su corazón se llenó de ese calorcito de cuando te sientes querida. Masha no sabía como sentirse, ya que no sabía ser querida por otros, pero Kraig era la excepción. El siempre causaba efectos extraños en ella, ya que llevaban demasiados años trabajando juntos y siempre había sido un excelente manager y hasta quizá un amigo. Sí, Masha lo consideraba un amigo y le llenaba de felicidad estar en este infierno con él; probablemente no había nadie más con quien prefiriera estar en este momento.

- Te creo Kraig - Dijo asintiendo con la cabeza, aunque el no pudiera verla, pero podía sentirla, ya que tenía su frente apoyada en su pecho. El tironcito a su pecho fue una sorpresa y Masha suspiraba de alivio en ese cuasi abrazo con el hombre que la había estado cuidando todo este tiempo. Apoyó ambas de sus manos en el pecho de Kraig, cogiéndole la polera. No quería soltarlo, no quería estar más sola asustada y sin saber que hacer. El de seguro sabría que hacer como siempre, era un experto solucionando problemas y esta no sería la excepción. Sabía que mientras estuviese con él, todo estaría bien ¿Pero que ocurría con lo de la raza? Ella no había tocado aquél manto, así que no podía retribuirle la ayuda que el le daba. Eso le causaba tristeza, pero debía respetar las reglas, por el bien de su familia e incluso de sus fans. Vidas estaban en sus manos, así que por ahora sería como una niña guiada por un hombre y acataría todo lo que el tuviese que decir.
El abrazó le tomó por sorpresa y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas. Tenía hambre, estaba cansada y estaba harta de sentirse sola. La soledad era un sentimiento que le atormentaba por las noches, pero nunca jamás con tanta intensidad como ahora.
{Ya no estás sola Masha. Kraig está contigo} Pensó.

Se secó las lágrimas y se apartó un poquito de él, para tomarse el cabello en una coleta como siempre hacía que andaba de civil, tan solo le faltaba la gorra y su atuendo estaría completo, cuando escucharon voces que provenían de la dirección por la cual había llegado Kraig. Masha buscó su mano desesperada de nuevo y escuchó atenta sus instrucciones – No, estoy sola. No me he topado con nadie, aunque la verdad he estado esquivando a la gente…- Confesó. No se había atrevido a hablar con nadie hasta ahora, llevaba casi cinco días incomunicada y casi sin comer, sus energías y moral estaban por lo bajo. Estaba realmente cansada de esconderse, pero parece que era hora de esconderse nuevamente.



Ella le siguió a paso firme, no quería ser una carga que fuese arrastrada. Al parecer iban en dirección a los baños, territorio que Masha conocía bastante bien. A veces habían criaturas allí, pero no eran tan recelosas de su territorio como otras, por lo que solía pasar desapercibida, ya que no estaban constantemente buscando intrusos como ocurría con los shapeshifters.

- Un demonio Kraig Dios Mio, ¿Por qué? – No lo entendía. Lo tenía tan idealizado que no comprendía por qué había decidido ser un demonio…. Aunque luego se sintió culpable de cuestionarlo, puesto la idea también se le había pasado en la cabeza en el momento, por lo que se apresuró a disculparse: - Lo siento, no soy quien para juzgar ¿Tú ya te has encontrado con los tuyos? – Continuó hablando en ruso, bajito, solo para que el la escuchara.

Y luego lo vio transformarse, era casi el mismo pero con cachos y una armadura preciosa. Se le apeteció acariciarle los cachos, pero se detuvo a medio camino por miedo a ser demasiado entrometida. Además tenía una espada. Una espada Dios Santo, ¿tan peligroso que era este lugar que habían habilidades como esas? De todos modos era un demonio bastante atractivo y no perdía parte de su esencia. Masha esperaba encontrarse con algo bastante más horrible y le tranquilizó sentir que quedaba algo de Kraig cuando se transformaba.
- Espera, tengo una idea…- Dijo y también se transformó. Brilló un poquito y su cuerpo comenzó a mutar, su cabello cambió de tonalidad y en sus ojos sus pupilas cambiaron para transformarse en un par de cruces. Su ropa cambió a un bonito, pero extremadamente corto crop top que dejaba ver los costados de sus bien dotados pechos, más una falda larga con un corte a la moda. De sus caderas, alas salieron, era un ser hermoso y luminoso, muy distinto a lo oscuro que se veía Kraig, pero había un toque de malicia, un toque de quizá atractivo sexual en ese ser, ya que aun contenía una parte de ella como demonio. Sus facciones eran suaves y atractivas, incluso más que en su forma humana. – Puedo abrir portales Kraig. Si me dices a donde, quizá pueda llevarnos a algún lugar seguro. He recorrido gran parte del colegio, todos los pasillos, algunas salas de clases, la cocina, pero no creo que debamos ir allí y los parques. Tu dime y yo nos saco de aquí – Se detuvo. – Oh no, ¿Esto sería cooperar contigo? No… ¡No puedo hacerlo! – Dijo mientras retrocedía hasta chocar con una pared desesperada, desmoronándose poco a poco. – Lo lamento Kraig, realmente lo lamento. No hay nada que yo pueda hacer, no quiero romper las reglas… las muertes, el juego – Dijo con velocidad en ruso hiperventilándose un poco. Se tomó la cabeza con ambas manos y hundió su rostro en su cuello, como si no quisiese que la mirase, al punto del colapso – No hay nada que pueda hacer, soy una inútil – Terminó de comentar, dejándose caer hacia el piso, abrazándose las rodillas, como aquellas noches en las que no podía dormir y no había cosa que la calmara más que las pastillas. Su sanidad mental estaba al límite.

No se había permitido derrumbarse hasta ahora, que estaba acompañada. Todos los días de esconderse, ver sangre y destrucción por todas partes, un par de cadáveres incluso que aún no habían sido reclamados se le vino encima ahora que tenía en quien apoyarse. No era justo, pero era parte de la naturaleza humana. Respiraba con agitación, meciendo su pecho con violencia, estaba al borde de una crisis de pánico. – Lo lamento Kraig, lo lamento – Se repetía a si misma como un disco rayado.