Faltaban un par de horas para el atardecer y Joe se encontraba tomándose un merecido descanso. Cada día era una lucha para alguien solitario como él,  los recursos eran escasos y las noches en las que podía dormir tranquilo eran cosas de un lejano pasado. Por suerte, aún le quedaba la sala de música, un lugar nostálgico en el que podía tomar un respiro después de un largo día tratando de sobrevivir. Era el lugar favorito del profesor, sin duda, aquí podía aferrarse a su humanidad y tocar una guitarra acústica cómo si nada malo pasase.  

Se encontraba tocando la guitarra, con un "cigarro" en su boca, aunque la verdad era un caramelo que era idéntico en apariencia a un cigarro. No le quedaban muchos de estos dulces, sólo un par de cajetillas que comía cada Domingo, la verdad es que no sabría qué hacer cuando se quedase sin estos y a estas alturas ni siquiera estaba seguro cuándo era Domingo. Sin embargo, trataba de no pensar en eso, limitándose a mantener una buena actitud mientras disfrutaba de su tiempo a solas.

—No seas tímido.— Palabras que soltó Joseph sin dejar de tocar su canción, utilizando un tono de voz bastante apacible y tranquilo. La verdad es que no estaba seguro sí había alguien detrás de la puerta de metal, quizá ya estaba empezando a tener alucinaciones, pero continuó hablando a pesar de todo. —Te daré clases sí tienes algo de comer.— Diría en broma,  esbozando una leve sonrisa. Luego, cerró los ojos y se dejó llevar por la música, centrándose en su canción hasta que finalmente terminó y mantuvo los ojos cerrados. —Necesitaba eso.— Murmuró, respirando profundamente y abriendo los ojos, preguntándose sí había alguien en la sala o sí tenía un nuevo amigo imaginario.

—No diria que timida es la palabra, ¿Pero acaso no has visto peliculas de horror? Siempre abre las puertas con mucha cautela y dramatismo. ¡Podria salvarte la vida! —Solo que claro, aquello no era un filme de horror, o al menos, no en el sentido tradicional del termino. Dicho eso, Brunnhilde se sintio mas en confianza ahora que sabia de quien era esa voz. Abrio por completo la puerta y entro con cierto escandalo, levantando su mano alto en el aire, agitandola, moviendo sus alas con alegria, y esbozando una sonrisa de 1000 watts que podria iluminar una cueva pequeña si quisiera.

Hubiera hablado mas, tal vez arrojado una broma boba o algo por el estilo, pero los acordes de guitarra cautivaron su corazon, y la mantuvieron quieta en su lugar. Observó la faz del hombre, pacifica, como si deshaciendose de toneladas de peso por unos minutos, y se dejo llevar, moviendo su cuerpo ligeramente al galope de la musica, primero como un suave vaiven, y luego como diminutos y contenidos pasos de un sutil baile. Al termino, acabo poniendo una sonrisa tenue y sosegada, conteniendose las ganas de aplauidir, y fue a coger un violin del stand de instrumentos.

—Ah... umm... wow. —Viro la cabeza hacia un lado, un tanto asombrada. Siempre era una ruidosa de primera categoria, pero era igual una artista, y una buena pieza musical tocaba siempre los acordes de su alma, tal que encontraba paz y perdia las ganas de decir solo la primera tonteria que se le venia a la mente. Se sento al lado del muchacho, buscó algo entre sus prendas, y le extendio un pañuelo lleno de caramelos de todo tipo, entre los cuales habian algunos cigarrillos de caramelo como los que sabia que le gustaban a Joseph. —No traje comida, pero si caries. Toma toma. —Agito la mano, y no la bajo hasta que Joseph tomara algo, tras lo cual ella misma se metio una paleta a la boca.

—Supongo que todos necesitamos un momento asi. Tienes un rostro especialmente cansado, y ni me imagino que habras visto por ahi. —Dijo cruzandose de piernas, cruzando tambien los brazos e intentando ser seria por un momento. Luego su rostro se relajo, puso una sonrisa amplia y brillante, y levanto un pulgar.

—Pero todo esta bien si encuentras algo de ayuda. ¿No es lo que decia una cancion? ¿With a Little Help from my Friends? ¿No? Ehhh... —Aclaro un poco su garganta, y estiro la mano para coger un violin que tenia cerca. De ese instrumento sabia bastante, asi que de inmediato se puso a afinarlo a su gusto.

—Tocemos juntos. Si te gusta, me enseñas guitarra, ¿Aye? — Toco la primera nota de una cancion que le gustaba mucho. Su pericia no era la de una novata, y pronto se hizo evidente que llevaba años practicando con el violin. El salon de musica de pronto cobró vida, brillando bajo el resplandor de la musica y de la luz que penetraba las rasgadas cortinas.

—Ah, eres tú, Rosita.— Sentenció al ver a la mujer, tomando los cigarrillos de caramelo y metiéndolos en su chaqueta. Mantuvo silencio durante unos segundos, escuchando a la pelirrosa mientras se aseguraba que todas sus cosas estuvieran bien guardadas por sí las dudas.  Después, miró de reojo el violín de la mujer y esbozó una muy leve sonrisa ladina. —Claro, Rosita, ¿Por qué no?— Sin más que agregar, Joseph se centró en seguir el ritmo de la contraria, supo rápidamente qué canción era y su experiencia como músico le hizo fácil el trabajo. La sincronización fue casi perfecta y, al terminar, Joe se quedó observando su guitarra.

—Ojalá hubiera tenido estudiantes como tú, Rosita.— Rió un poco al decir eso y miró de reojo a la chica. —¿Sabes tocar piano? Algo me dice que sí.— En ese momento, Joseph sacó uno de los caramelos para ponérselo en la boca, esperando la respuesta de la contraria. —Toquemos algo contigo en el piano, esta vez cantaré.— Al darle esa orden, Joe afinó su guitarra y realizó las preparaciones para empezar con la canción que tenía en mente. —Después de esta canción te enseñaré lo que quieras, aunque algo me dice que no tengo nada que enseñarte.— Al decir eso, Joe se puso de pie, acercándose al piano de la sala y observando a Rosita sin soltar su guitarra. —¿Estás lista?— Sin más que decir, Joe se puso a tocar, volviendo a sincronizarse perfectamente con la mujer.

Al finalizar, Joseph le entregó la guitarra a Brunnhilde y comenzó a comerse los caramelos mientras recargaba su espalda en la pared. —¡Bueno, muéstrame lo que sabes hacer, Rosita!— El hombre se mantuvo expectante mientras comía sin parar, la verdad es que no tenía intención alguna de darle clases. —¿Y dónde aprendiste a tocar? Sinceramente, nunca te hubiera relacionado con música, eres una caja de sorpresas.— Joseph continuó comiendo y esperó, preguntándose sí había encontrado a la compañera ideal.

—Solo soy una idiota cualquiera. Una idiota muy linda, pero una idiota cualquiera al final. —Brunnhilde, con su voz melodiosa, luminosa, y de femenina mujer, rió ante la idea de ser "una caja de sorpresas," y el encantó de la amabilidad de ese hombre. —Sin embargo agradezco el halago, bad boy.  —

Lo de hacia pocos segundos no fue cualquier cosa. Sus dedos caminaban raudos sobre las teclas del piano de modo fogoso y divino. En el rostro de la muchacha se veia la misma pasion con la que representan a Liszt o a Chopin, y en sus pensamientos seguramente eran imagenes de ellos quienes le guiaban con desbocado amor por la musica.

Y el bad boy no habia de quedarse atras; sus acordes, decididos y poderosos, traian la estatica y la modernidad al clasisista modo de la Segadora, realzando la vida de aquel clasico contemporaneo a nuevos niveles. Esa cancion trataba de la lucha interna por expresar sentimientos florecientes y abstractos a traves del limitado recurso de la palabra, pero a traves de la musica, ambos tenian facilidad de decirse entre ellos mucho mas de lo que el verbo les permitia.

Con esto, Brunnhilde agarró la guitarra y comenzó a tocar con la misma pericia que acariciaba el arco del violin y las teclas del piano. Era una natural, y tal talento lo demostraba al seguir conversando mientras sus manos corrian diestras sobre las cuerdas del instrumento.

—Fui estudiante de artes en otra vida. —Continuó tocando. —Tambien escribia como labor principal. Hacia un libro sobre las aventuras magicas de una pareja enamorada en un mundo lleno de magos y monstruos. Tal parece que nunca verá la imprenta. —Con algo de amargura en su sonrisa, detuvo sus dedos y musitó de modo socarrón: —Y ahora tu proxima linea sera: "No te preocupes, Rosita." —Se levantó y apuntó su dedo hacia el bad boy, sin detallar exactamente a que se referia con esa extraña prediccion. Simplemente pensó que él entenderia la referencia, asi que no tuvo recato en acompañar su frase con una pose algo dramatica y un poco dolorosa para sus articulaciones.

Se levantó para regresar su guitarra a Joseph, acercandose un poco para ver bien su rostro. Brunnhilde no tenia mucho concepto del espacion personal, y hasta empezó a estudiarlo a una distancia que permitia incluso sentir su aliento. —Si no sabes que enseñarme, enseñame como ser "chica mala" como tu. —Se rió un poco de nuevo. Ironicamente no consideraba al muchacho como un chico malo, o al menos no mas alla de la estetica. Como fuera, le fue lo suficientemente simpatico como para sentarse a su lado mientras comia otra paleta. —Extraño estos momentos asi. Ahora todo es "sobrevivir" nada mas. Eso no es bueno para una artista. Quisiera al menos suficiente calma como para terminar mi novela. —

Acabó por extenderle una paleta tambien al bad boy, luego yendo por su violin para rasgar sus cuerdas y sacarle mas melodias que calmaran su agitada alma. Sin embargo, con el paso del tiempo y el acelerado uso que Brunnhilde le daba, una de las cuerdas acabo reventandose con un cacofonico ruido.

—Ay no, rayos. —