Afable y juguetón, Souma parece haberse quedado estancado en su yo de dieciocho años, aunque solo conservando las cosas buenas. Es extrovertido, por lo que es bastante fácil entablar conversación con él donde sea que te cruces con él; considera que no se llega a ningún sitio siendo desagradable y arisco con la gente.

Aun así, es bastante serio a pesar de que casi siempre tiene una sonrisa en los labios. Disfruta provocando a la gente con bromas inofensivas, o bien haciendo uso del sarcasmo que le caracteriza y todo aquel que le conozca sabe que posee. Sin embargo, nunca lo hace con mala intención.

No le gusta enfadarse, y mucho menos la violencia: se siente incómodo, a pesar de que tiene la capacidad física de pelearse con alguien, y prefiere resolver los conflictos mediante el diálogo. Suena idealista, y es que Souma es algo romántico en ese sentido; inconvenientes de que le guste tanto el arte. No es que sea pacifista y no crea en la violencia en ningún caso, pero la reserva para casos extremos.

Siempre atento de sus seres queridos, para otros aspectos es algo despistado y desordenado. Es capaz de recordar datos inútiles de alguien, mientras que no es capaz de recordar dónde ha dejado las llaves de la moto. ⚝

Como humano, Souma destaca por su largo pelo negro que siempre lleva recogido en una coleta o un moño, así como sus hombros anchos. Es bastante alto, rozando el 1,90 de altura, y corpulento; le gusta bastante el ejercicio y disfruta del gimnasio. Sus ojos son marrones, su nariz algo afilada y sus labios finos, quizá lo que menos llama la atención de su boca. Le gusta vestir elegante incluso informal, casi siempre con camisas lisas o estampadas, pero nunca de rayas o cuadros, y abrigos elegantes en invierno. Gracias a la genética de su madre es bastante pálido y el sol le afecta con facilidad, enrojeciendo su piel si no tiene cuidado incluso a pesar de ser natural de Grendelshire.

En su forma intermedia, sus ojos se vuelven de un color más claro, entre miel y dorado, mientras que sus uñas se vuelven negras y se alargan en forma de garras. Su cuerpo se vuelve más voluminoso, aunque aún conserva rasgos y forma humana, y su piel se endurece. No llegan a formarse escamas, aunque su espalda se cubre de pequeñas vetas que parecen anunciarlas.

En cuanto a su forma draconiana, destaca por unas escamas duras y grandes de color dorado. Su tamaño es algo menor al de la media, 15 metros, lo que favorece su habilidad de vuelo rápido. Además, sus alas son largas para facilitarla, aunque a cambio su membrana, de un blanco roto, es bastante frágil. Sus ojos son de un color más oscuro que el de su cuerpo, mientras que sus garras de uñas negras son de un tono más oscuro que el resto de su cuerpo, sus piernas oscureciéndose levemente en un degradado. Posee dos cuernos ondulados hacia atrás y uno pequeño y apenas visible entre ambos, leyendo la dirección del viento con este último.

Nativo de Grendelshire, Souma nunca habría existido si su madre, inmigrante japonesa que llegó a Inglaterra siendo niña, no hubiera trabajado limpiando la casa de los señores Brown, funcionarios públicos bastante cercanos al alcalde de Londres. Lo que empezó como un trabajo preciaro a los diecisiete años acabó con el matrimonio entre Suki y Daniel Brown cuando ambos tenían veintiseis años. Dos años después, llegó al mundo Souma.

Era un chico inquieto pero estudioso, que no destacaba en nada en particular pero porque todo se le daba bien: matemáticas, lengua, geografía, e incluso era bueno memorizando fechas. Sus padres se preguntaron si sería superdotado, pero las pruebas confirmaron que no era así. Él crecía, sus compañeros crecían, y pronto empezaron las burlas por su apariencia. Había sacado el pelo negro y lacio de su madre, sus ojos rasgados, sus rasgos afilados; no había rasgo británico alguno en él más que su acento y su ADN, lo que llevó a las burlas de muchos.

Souma no le dio importancia y prefirió hacer la vista gorda. Se enfocó en los deportes, probando el fútbol y el baloncesto; a pesar de ser deportes en equipo, ninguno parecía querer congeniar bien con él. Así que sus padres le apuntaron a natación, un deporte más individual pero del que se acabó cansando a los dieciséis años. Su padre le dijo que se centrara en sus estudios, pero él se apuntó a tenis, el primer deporte que se tomó realmente en serio. Pero no decayó en sus estudios: mientras encontraba amigos y primeros romances que le aceptaban, tomó la rama de Humanidades y entró en Goldsmiths, en Londres, a estudiar Historia del Arte.

A caballo entre Grendelshire y Londres, Souma completó su grado e hizo las prácticas en un museo pequeño. Cuando terminó esa beca, se presentó como profesor adjunto en la universidad, donde sigue dando clases. Además, cuando acababa la carrera y para ganarse más dinero empezó a dar clases de tenis en Grendelshire, aceptando que ya era tarde para él aspirar a más en el mundo del deporte. Aun así, le gustaba tratar con adolescentes que tenían la misma pasión que él en el deporte, como el caso de Zephyros Vanhanen, uno de sus mejores alumnos y la causa de que estuviera en Fallgate el fatídico día, gracias también a la insistencia de su amigo Jake y el hermano del primero, Alekxey.

Tuvo miedo, aunque le aterrorizó más el no haber muerto en esa extraña explosión por lo que vino detrás. ¿Elegir una raza? ¿Seguir qué reglas? Eligió un dragón por consonancia con sus amigos, aunque también porque le gustaban las criaturas, sin saber lo que se vendría después. Pensando en sus padres y compañeros de trabajo, decidió que lo más sensato era seguir las reglas a rajatabla y pensar en su supervivencia, sin aliarse con nadie.

— Aunque su apellido es Brown, tras recibir tanto acoso optó por presentarse y firmar siempre con el de su madre, Matsui.

— Sus familiares y amigos más cercanos le llaman Sou.

— Aunque lleva usándola desde que entró en su vida, no le gusta mucho la tecnología.

— Solo conserva un amigo de la época de su infancia, el único que no se metía con él.

— Además del tenis y entrenarlo, de vez en cuando sigue haciendo natación o acude al gimnasio.

— Tiene (o tenía) una tradición, y es cenar pizza casera todos los viernes.

— Le gusta mucho el mundo de la automoción, en especial las motos. Ha tenido varias desde que pudo sacarse el carnet y le encanta montar en ellas.

— Fuma mucho. Siempre que dice que quiere dejarlo, se compra otra cajetilla.

— No le gusta beber demasiado, y lo deja más como un acto social. No le gusta emborracharse porque no le gusta la sensación de perder el control.

— A pesar de ser buen historiador del arte y conocer muchos datos sobre esta, es pésimo dibujando.