Jason odia la violencia.

Ese es el mayor titular para definirlo. Si bien estar inmerso en un mundo repleto de batallas y aventuras donde realmente no hay mayor consecuencia a una muerte súbita y un respawn sería un sueño hecho realidad para muchos jóvenes, no es su caso. No le gusta hacer daño a otro a menos que tenga que hacerlo, y siempre buscar recurrir a las palabras antes.

En esto también es menester hacer una parada. Jason habla, y mucho. Estar aislado de las demás personas debido a su ideología de no luchar y no seguir las normas del nuevo mundo han hecho que cada vez que tiene la posibilidad de dialogar con alguien, hable hasta por los codos. A menudo hay que pararlo para que se detenga y no siga, ya que de lo contrario podría pasarse minutos enteros sin cerrar la boca.

A pesar de ser una persona muy sociable, las condiciones lo han tornado en un paria, y por lo tanto carece de amistades. En general trata de parecer agradable a quien encuentra, ayudar y buscar no ocasionar problemas (más allá de los necesarios), pero eso cambia drásticamente cuando se ve amenazado. Si bien tiene un corazón de oro, tampoco significa que sea Ghandi.

Entiende perfectamente que ese es un mundo cruel, y se comporta como tal. No duda en hacer explotar a quien sea que esté cerca cuando se ve amenazado. Entiende que la única forma en que lo dejen en paz es que todos aprendan lo que pasa cuando se intenta meterlo en el juego. Las explosiones, si bien de a poco se ha acostumbrado, siguen siendo muy dolorosas para él y le toma días reponerse tras haber hecho una. Sin importar la poca valía que tenga la vida en ese mundo, Jason sigue sintiendo que está mal y se siente culpable tras utilizarlas.

A fin de cuentas, sólo es un joven que se vió obligado a formar parte de un juego macabro, e intenta no perderse en él.

⚝

Jason es un joven alto, cercano al metro ochenta y cinco. Tiene una contextura física atlética propia de un aspirante a jugador de voleibol profesional. En ambas formas su cuerpo no cambia, por lo que es fácil tomarlo a la ligera debido a que la transformación no lo torna más amenazante.

Sus cabellos son de un rubio muy cercano al amarillo dorado, los cuales se tornan de un gris platinado cuando tiene que acceder a sus poderes y transicionar a su verdadera forma en ese mundo. Además de eso, su dentadura cambia para acentuar los colmillos en la parte superior e inferior de su boca. Aparte de esto, no se notan mayores cambios; dado que sus ojos avellana se mantienen de la misma tonalidad.

En sí, Jason no muestra realmente mucha diferencia a un muchacho normal. Se viste usualmente con ropas sencillas como jeans, chaquetas, camisas y playeras. El único cambio en su atuendo es una correa que lleva alrededor de su muslo con un único cuchillo, que utiliza para hacerse sangrar a sí mismo cuando se ve en aprietos.

El gimnasio ardía de calor humano.

Jason miró a un costado, intentando recuperar el aliento; el sudor le caía a cataratas por las sienes.

30 a 30.

Estaban a dos puntos de perder. Era tan sólo un partido de práctica, pero lo estaba viviendo como si fuese la final de las nacionales en Gales, su pueblo nativo. Tomó la pelota en su mano, observando al otro lado de la red. En tiempos como aquellos, donde fallar un saque significaba la derrota, sentía que su corazón dejaba de latir. O más bien, latía más lento.

Se calmaba. En los momentos más críticos, siempre se calmaba.

Arrojó la pelota al aire, y corrió al frente. Tan pronto como se despegó del suelo, no observó hacia arriba sino al frente. Sus ojos vieron al equipo rival, analizando donde estaban parados. Encontraron un espacio vacío entre el libero y la derecha. Golpeó con fuerza, y la pelota fue volando como un misil teledirigido a ese único lugar.

El libero intentó reaccionar, pero la recibió mal y fue afuera.

—Bien... —Jason respiró, mientras sus compañeros venían a abrazarlo.

El destino original del equipo era Londres. Sin embargo, habían hecho un pequeño viaje a Grendelshire para un evento escolar. Su entrenador era un viejo amigo y ex-compañero del que se ocupa del equipo juvenil de la Academia Fallgate, y les había preguntado a los jugadores si no era molestia asistir un día para un partido de demostración en un evento escolar.

Debido a la diferencia de edad, había optado por dividir al equipo universitario en dos, mezclándolo con los estudiantes.

Su libero y sus atacantes estaban del otro lado, mientras que los bloqueadores y él de este. Había empezado como un amistoso, pero rápidamente se había convertido en algo serio. Ninguno de los integrantes del Red Dragon quería perder, y los estudiantes se veían minimizados en lo que parecía un tres contra tres.

Jason saltó e hizo otro saque. Esta vez, el libero lo detuvo. La pelota pasó a través del bloqueo, directo hacia Jason. Se agachó para recibirla, dándose de bruces al suelo. Vio la pelota en el aire, y rebotar en un ataque improvisado. El armador del colegio observó al lado más alejado de Jason, y la pasó al atacante de Red Dragon.

—¡Te tengo!

Jason estaba en el suelo aun, y no había nadie para recibir.

La pelota golpeó con fuerza al suelo. Sin embargo, tan pronto como pasó al otro lado de la red.

¿A dónde crees que vas?

De la nada, Jason apareció frente. Aun a esa distancia, había conseguido levantarse y defender. Sus ojos avellana se clavaron en el rostro del atacante, que lo observó como si fuera un fantasma. Era este el motivo por el cual era considerado el as del equipo; su velocidad endemoniada.

La pelota pasó entre sus manos, sin embargo.

Y directo a su cara.

Jason cayó de espaldas al suelo, mientras escuchaba la pelota golpear al otro lado. Era el final del partido.

—Mierda... —Se quejó el atacante.

—Controla tu vocabulario, hay menores presentes —Le espetó el libero.

—Es que..., ¿¡viste eso!? El maldito se teletransportó.

Jason se levantó, sosteniéndose la cara con la mano. Reía entre dientes.

—Eso no sería humano. Simplemente eres muy predecible... —Pensando que podría haber ofendido al armador, lo miró—. Ah, no tiene que ver contigo, pequeño. Es sólo que siempre..., siempre que este tipo...,

Parecía ahogarse a mitad de palabra.

—Hey, Jason, ¿estás bien?

El armador intentó disuadirlos de que se preocupen. Sin embargo, eventualmente su mano no pudo contener más.

La dejó caer, y un torrente de sangre fluyó de su nariz al suelo. Hubieron gritos desde la gradas, mientras observaban lo más cercano a una escena del crimen que habían atestiguado en su vida. Era mucha sangre para ser sólo un golpe en la nariz.

—No de nuevo... —Mencionó el bloqueador—. Traigan una toalla. Jason, vas a la enfermería, ahora.

El capitán le espetó mientras le daba algo para cubrirse el rostro.



—Que fastidio...

Jason pensaba eso mientras observaba el techo de la enfermería del colegio. Todos sus compañeros habían salido por la tarde antes de que tuviesen que poner rumbo a Londres y volver al estricto itinerario.

Se bajó de la cama, y puso sus zapatos. Aun llevaba algodones tapándole las narices.

Quizá podría ir al gimnasio a practicar su saque, para no aburrirse. Estaba bastante seguro de que ningún fantasma le rompería la nariz allí, de todas formas. Dio un paso afuera de la sala, sintiendo que había un silencio poco natural. Se suponía que ese día había un gran evento en el colegio, ¿no?

—¿Hmm...?

Pensó a sus adentros, mientras observaba el pasillo. Estaba particularmente silencioso, a pesar del tumulto que se vivía en el resto de la Academia. Tenía lógica, pensó, que hubieran dejado el ala de enfermería fuera del marco escolar en caso de que tuviesen que tratar a alguien.

—Hola, ¿hay alguien? —Preguntó, recibiendo sólo eco—. Estoy algo perdido. Soy estudiante de...

Se calló cuando escuchó voces. Ah, así que ahí estaban todos. Vio a una figura baja aparecer, y observar a ambos lados.

—¡Ah, mister! Aquí está.

—¿Mister...?

"No soy tan viejo..." pensó a sus adentros.

La niña corrió y le tomó del brazo.

—Vamos, me pidieron que venga a buscarlo. El evento está por comenzar.

—¿Even...? ¡Owaah...!

No alcanzó a terminar de hablar que fue arrastrado. Era particularmente fuerte para ser una estudiante de secundaria.

Se dejó llevar hasta llegado frente al escenario. Pasaron entre stands de comida, con souvenirs y demostraciones de los clubes del colegio. Vio a un montón de personas reunidas, aplaudiendo y observando el espectáculo. La niña terminó por perderse entre ellos, dejando a Jason sólo detrás de la multitud.

El muchacho sonrió y se unió al aplauso.

Quizá esa noche no iba a ser tan mala...



Jason recordaba esto mientras yacía en la azotea del colegio. Era de noche, el único momento donde ahora podía moverse. Arrojaba una pelota de vóley al aire y la volvía a atrapar, con sus ojos cansados observando a la nada. Era increíble como esa simple interacción lo había llevado allí.

O quizá ni siquiera hubiera causado ninguna diferencia. Quizá la explosión lo habría alcanzado en la enfermería, también.

Se preguntó donde estaría esa niña ahora. Qué parte del juego había decidido jugar.

—Tengo hambre...

Mencionó, mientras sostenía la pelota. Llevó una mano a su boca, y sintió los colmillos. Luego la pasó por su cabello. El gris no le molestaba, pero lo hacía sentir inhumano.

Escuchó pasos acercarse, y soltó un suspiro antes de hablar.

—Mira, no busco ningún problema —Habló en voz alta—. No quiero pelear, no quiero jugar este estúpido juego.

Sin embargo, tan pronto como se puso de pie, sintió que algo se clavaba en su pecho. Cayó de espaldas al suelo, observando una lanza improvisada en su pecho; la sangre fluyendo de color negro.

—¿Por qué...? —Preguntó mientras intentaba quitarse el proyectil—. ¡Sólo quiero estar solo!

Se sentó, y observó al frente. Eran al menos media docenas de ojos mirándolo.

—Son las reglas —Habló una voz femenina—. Si no juegas, sabes lo que sucede.

Jason jadeó, mientras las venas comenzaban a hincharse alrededor de sus ojos.

—Sí, lo sé... Y no pienso cumplirlas.

Habló, al tiempo que sacaba un objeto puntiagudo de su bolsillo, y lo acercaba al anillo en su dedo índice.

—...Y me importa un bledo.

Acercó la mano a su pecho, y rasgó la piedra contra su anillo.

Una pequeña chispa, un fogonazo breve sobre su pecho.

Y luego, una explosión.

Mientras Jason era consumido por las llamas, se preguntó:

¿Cuántas veces tendría que hacer eso, antes de que lo dejaran en paz?

» Se considera a sí mismo una persona no violenta, y está en contra de que las razas se enfrenten entre sí. No cree, pues, que exista castigo por no hacerlo.

» Era armador de su equipo de voley, por lo que tiene una gran facilidad para leer a las personas tras unas cuantas palabras.

» Conserva un perfume que estaba en su valija al llegar a Londres. El mismo tiene un aroma similar a la menta, un tanto más suave y dulce.

» Le gusta mucho leer, por lo que a menudo utiliza palabras grandilocuentes. Es especial seguidor de la literatura rusa o con orígenes rusos. Autores como Dostoievski y Nabokov integran sus favoritos.

» Tiene un gran talento para la pintura, siendo este uno de sus únicos hobbies aparte del voley en el mundo real. A menudo busca a través de la ciudad pinturas a utilizar.

» Solía tener una gran vista en el mundo real, con una visión de 20/10.

» Ama la comida cocina hogareña, e irónicamente, el ajo. Sabe cocinar una gran variedad de platos, muchos de los cuales llevan este último ingrediente.

» En general cuando enfrente un conflicto, se corta la mano con su navaja y explica su condición. Prefiere hacerse explotar a sí mismo y a su enemigo antes de luchar. Esto no significa que sea algo que hace siempre, por lo general busca evitar la violencia.

» Tiene un en su mano derecha, de hierro, y lleva un pedernal consigo siempre; para utilizarlo en conjunto con Ichorphobia en caso de que necesite hacer estallar a su enemigo. En caso de que esto falle (por amputación u otro motivo), ha procurado otra forma.

» Era apodado "The Blink" por su equipo y rivales, debido a la enorme velocidad que tenía para recibir una pelota y bloquearla inmediatamente después.

» Su equipo de vóley usaba el nombre de "The Red Dragons of Cardiff" (los dragones rojos de Cardiff) debido al dragón en la bandera de su país.