En la mañana se había levantado, desde que salió el sol. Estos días han sido intermitentes, después de su encuentro… ¿Cuándo había sido eso? Dejó salir un suspiro, su cabeza estaba hecha un desmadre, más en esa mañana. ¿Cuál era el acto que iba a dar ahora? Uno calmado, usualmente era ese en estos tiempos, en donde ya no encontraba peleas, en donde no buscaba a quien matar, o ser asesinado. Simplemente estaba ahí, en el techo, sentado en la orilla mientras que sus ojos observaban alrededor. todo estaba… tranquilo, extrañamente, como si toda la destrucción de las noches desaparecen, solamente para abrir paso a las actividades de la mañana.

Con un pequeño suspiro lleno el aire que tenía enfrente con un vapor blanco, el frío estaba invadiendo el ambiente. Se mantenía con un cigarro en sus labios, inhalando lentamente el veneno que se expandía por sus pulmones, que lo dejaba ahí por treinta segundos antes de expulsarlos por su nariz, de una manera lenta, como si fuera una cascada. Como si fuera un vigilante, tan sólo esperaba a que el Sol se pusiera para poder realizar sus actividades.

¿Qué había pasado en estos tres días? Varios encuentros, varios besos, varios cariños, con una sonrisa había recibido a su amada… ¿Amada? Sus recuerdos eran extraños, difuminados en un océano aparentemente desconocido, en donde su mente no podía dejarle acceder a varias áreas de su vida, que era impasible la neblina en su mente. De nuevo inhalando de su cigarro, de nuevo en esa droga que le relajaba, que no dejaba que la ansiedad ni el deseo asesino que surgía en él desaparecen sin dejar rastro, por lo menos, por un tiempo. cigarros venidos de un benefactor que no tenía nombre, ni rostro, ni nada por lo cual se podía contactar.

Pero eso no era lo único que se quitaba en la mente…

Sino que también la culpa, de una manera rara, que no tenía palabras las cuales describen ese proceso, en donde su corazón no iba a ser consumido por la culpa de esa salvaje noche. ¿Acaso ya había hecho antes? Con un pensamiento así en su cabeza pasó un poco más el tiempo, claro, las memorias más recientes estaban ahí, algunas de un pasado más lejano el cual no recordaba bien, y aquellas ruinas de antaño que servían como bases para su personalidad.

Sentía una experiencia extraña, sus labios sellados completamente, era algo que había hecho antes pero, ¿Cuando? ¿En qué situaciones? Parecía que esto era solamente un pequeño secreto de algo mucho más grande. O más grandes. con un suspiro de frustración solamente cerró sus ojos, disfrutando de lo que quedaba del cigarro antes de apagarlo en el cemento y tirarlo a un lado, listo para pegarle a la cajetilla, sacar otro, romper la burbuja que había en el filtro y prenderlo, llenando su boca de un sabor parecido al de menta, uno de sus favoritos en el momento.

Pensaba un poco más que su corazón no lo dejaba en paz. Que su mente estaba hecha un caos con todo esto, que tenía experiencia en cosas que no sabía por el hecho de que su cuerpo lo recuerda, sus labios, sus ojos, su corazón. En un momento que no estaba hundido en violencia y en tortura física entonces pasaba esto, en lo que su cabeza maquinaba contra él, en donde no sabía que sentimientos poer canalizar. En los 3 meses perdidos en peleas, sangre, carne desgarrada y violencia extrema, en donde solamente conversaciones contadas con los dedos de una mano daban paso entre matanza y matanza, entre una masacre tanto a su cuerpo como a los cuerpos de los demás.

Negó con la cabeza, no quería pensar más. Observó la cancha, después todo lo demás. Sabía que tenía que ir al parque y estaba del lado equivocado del techo de la escuela. Se levantó de su asiento, sacudió un poco sus prendas antes de caminar y lanzarse hacia un árbol. Agarrando las ramas con habilidad y descender entre ellas.

Por un momento pensó, por un momento analizó la situación, lo que estaba haciendo, ¿Qué era lo que estaba haciendo? Solamente siguiendo el plan que se le había dado en estos días. Ir al parque, cerca del territorio de las ninfas. Iba a hacerlo, por su amor a ella… ¿Era realmente amor? no había momento de dudar, claro que no, él lo sabía… lo… ¿Sabía?

Mientras caminaba por las afueras del colegio, mientras que sus pasos lo dirigían hacia el parque, era un pensamiento el cual no dejaba de moverse de un lado a otro, el cual rebotaba como si estuviese en un cuarto acolchonado dentro de un asilo.  ¿Por qué solamente ella había quedado marcado en su cabeza? Debía de haber alguna razón especial para ello… ¿no? Su primera reacción era no buscarla, no hacerle daño, por lo menos eso pensaba que era correcto que sus memorias no cooperaban en ese tiempo como también el demonio que albergaba en su interior, que lo seducía, que le decía que tenía que despedazar a cualquiera de este lugar.

Se mantenía calmado por el momento, el demonio en su interior, aún no tenía nombre para él. Era una maldición, debía de encadenarlo en lo profundo de su ser, no dejar que continuara a crear dudas y de hacer surgir su sed de sangre. Otro movimiento, un cigarro, una calada, de nuevo a estar relajado. todo desaparecía de repente, como si nada hubiera pasado, era una bendición. Era una nueva vida.

Ahora esperaba paciente a su amada, Juliette era su nombre…

Si, era su amada…

No había duda alguna.

Una calada más, esperando en el lugar donde siempre se encontraba con ella. No le gustaba estar separado, no de esta manera, no que solamente sean encuentros, no importa que tan cariñosos, apasionados o pecaminosos sean. Quería estar junto a ella en un sentido egoísta, que esa mujer de cabellos rosados era la que alejaba todas sus dudas y sentimientos negativos. Ella era la droga que más le encantaba.

Una nueva calada, expulsando el humo por su boca, por sus fosas nasales, por lo mientras era algo que lo calmaba. ¿Qué más podría hacer su mente para torturarlo? Recuerdos que parecían no ser suyos, pero se sentían familiares. Maldecía a la amnesia que tenía en el momento, maldecía que todo eso estuviera bloqueado, ¿Cuántas situaciones felices había tenido junto a ella? ¿Cuántas peleas? ¿Cuántos momentos de paz? ¿Cuántos momentos complicados? Era una serie de preguntas que no podía responder, porque sus memorias no podía acomodarlas, que el rompecabezas aún no se presentaban todas las piezas, faltaba la mitad.

no se encontraba satisfecho por ello, no, era completamente lo contrario, se sentía frustrado, enojado, molesto consigo mismo. Recordó cuando llegó al festival, cruzando el portón, observando los varios puestos, revisando un mensaje por medio de su celular, donde se encontraba ella, a punto de llamarle para poder saber su ubicación. Una explosión, vista en blanco, oídos palpitantes. Negó con la cabeza ligeramente, ¿Qué mierda estaba haciendo para llegar tarde? Podía sentir que algo estaba mal, que faltaba más contexto. Pero en general, lo que sentía por ella era amor, o por lo menos así lo describe en su mente, que amor no había tenido en estos tres meses, y sus memorias parecían tan lejanas que a veces creía que no eran suyas.

Su vista se volvió nula, si, ese juego lo recordaba, le devolvía parte de su felicidad, que con una pequeña sonrisa era bien recibida la compañía ajena. Dejó un suspiro de alivio al escuchar sus palabras, dulces que arrullaban a su corazón agitado y a su mente caótica. Parecía estar bajo un hechizo permanente llamado amor. Así era… eso era... Cuando ella aparecía todo lo demás desaparecía, no había demonio, no había más cuestiones, solamente él y ella.

-hola Juliette- dijo mientras cerraba sus ojos, sintiendo como ella pasaba por sus hombros, ese beso marcado en su mejilla era más que suficiente para él. Tiró el cigarro enfrente de él, pisándolo, no necesitaba ese veneno, tenía a su medicina justo en su hombro, detrás de él.  Ladeó ligeramente su cabeza para pegarla a la ajena con suavidad, alzando una mano para poder acariciar su mejilla con cariño, si, ese contacto recordaba cómo se sentía, y aunque no lo había considerado hasta estos últimos tres días, la extraño bastante.

-¿Cómo andas querida?- le susurró una pregunta, con ella encontraba una paz que nunca antes había encontrado, y deseaba quedarse con ello para siempre. Que sus labios estarían completamente sellados, y aunque sus memorias no le ayudaban en absoluto, haría todo lo posible para estar con ella. Giró un poco su rostro para poder besar su mejilla antes de girarse y abrazarla por su cintura, juntando su cuerpo con el de ella en un acto cariñoso.

Un beso fue robado, y otro más.

-Te extrañe- le susurró, claro que lo hacía, ¿Cómo no extrañar al único ser que podía ofrecerle este trato? no podía pensar en otra cosa más que en la ajena, más que en esos ojos violeta los cuales se hundía, pensar que estuvo separados de la vista de esos preciosos orbes era herejía, y se tenía que pagar por pena de muerte.

Sus manos acariciaban su espalda, con lentitud, dejando un pequeño beso en su mejilla y otro más en su frente. ¿Por qué actuaba de esa manera? Entre más estaba separada de ella, su estado mental se deterioraba. Había pensando en un momento de suicidarse, en cuando ella se separaba de él quitarse la vida en un intento de recordar más, de que sus memorias le indicarán cómo la trataba, como realmente era su relación, ¿Amorosa? Claro, de eso no tenía dudas. Pero lo que si dudaba era si él… si… no podía pensar en eso, en que esas acciones tomaban control de su cuerpo para dañarla. En estos tres meses había tomado varias vidas, había derramado bastante sangre que cabía en el reino de las posibilidades que su mano fuera dirigida a ella en una forma violenta. Eso era lo que más temía de todos sus recuerdos, hacerle daño de alguna manera…

Una parte de él…

Sabía…

Que le había hecho daño… O que podría hacerlo…

Los susurros de un demonio antiguo surgían en su cabeza...

Aquella cercanía era todo lo que necesitaba, esas palabras que tanto deseaba de la ajena, su tono cariñoso de voz, esos susurros compartidos. Si, él estaba ahí para ella, siendo honesto en lo que puede, ocultando con cierta facilidad las cosas que no debían de ser salidad de él. Ella es un santuario andante, uno que siempre quería estar dentro, que no le cansaba ni por un segundo lo que ella ofrecía. sus ojos estaban con los ajenos, esa sonrisa preciosa que le dedicaba.

Era un calor agradable agarrando su corazón, que su alma estuviera manchada, que estuviera machacada, pero que por ella no iba a dejar nada. Ella se merecía lo mejor que el pelirrojo podía ofrecer, que no iba a dañar de ninguna manera. Dejó que se separara un poco, esa sonrisa que se había desvanecido, algo pasaba, un presentimiento extraño, malas vibras. Tragó un poco de saliva y con atención la escuchaba. Sus ojos enfocadas en los ajenos, escuchando cada palabra que provenía de su boca, asintiendo con la cabeza una vez, dos veces… después un pequeño suspiro salió por sus labios, si, sabía esa clase de palabras y se sentó igual que ella.

-Si… - susurró con una sonrisa ladina y después la observó a los ojos, con sus manos en las ajenas -He tenido problemas- le dijo finalmente, acariciando el dorso de las manos ajenas, si, había pasado algo, o más bien, había pasado una variedad de cosas que no era de importancia, y que de entre todas ellas estaba una que destacaba, e iba a pronunciar algo, pero lo pensó bastante porque ya tenía la cabeza de su amada en su pecho, y lo único que pudo hacer es acariciar sus cabellos.

De nuevo atento a sus palabras, apenas recordaba situaciones en las que fueran en arranques de diferentes versiones de la ajena, apenas y sabía cómo tratarlas, como si años de relación estuvieran aún pérdidas en las tinieblas de la mente. Las maquinaciones de un destino que no le gustaba, pero posiblemente, probablemente, tal vez este era un nuevo comienzo para el pelirrojo, una nueva forma de empezar junto con ella y que nada del pasado importaba.

-Estás loca- le susurró, dejando un beso en su coronilla mientras que sus manos pasaban de los mechones rosados, lacios y sedosos a la espalda con suavidad en lo que sería caricias y acciones tiernas para ella y solamente para ella. Que asentía con la cabeza suavemente ante las palabras que ella estaba ahogando en su garganta, que todo eso la estaba abrumando, que solamente por palabras de buenas intenciones se convertían en navajas para una mente compleja.

-Estás loca… y así te amo- dijo con una pequeña sonrisa, agarrando los hombros ajenos para separarla un poco, con cuidado, mirando su rostro una vez más, apreciándola como si fuera una diosa. Era su diosa, una deidad que gobernaba su alma, su corazón, todos los sentimientos que tenía. Purificaba cada parte de él. Puso una mano en su mejilla y comenzó a acariciarla, ella quería honestidad y así era -Y no quiero cambiarte por nada de este maldito y olvidado mundo- y con esto depositó un beso en sus labios, uno tierno, pequeño.

-Tengo problemas… con mi memoria- confesó cerca de ella, que sus labios rozaran con los ajenos mientras que sus susurros eran íntimos, que eran dirigidos a ella como si fuera una carta importante -No recuerdo la mitad de mi vida, y la otra mitad es borrosa- le dijo, apoyando su frente contra la ajena mientras le deposita una caricia en su mejilla y con la otra mano agarraba la ajena y entrelazaba sus dedos -Se mi nombre, se el tuyo, y sé que eres la persona más importante de mi vida, con eso es suficiente- le susurró, cerrando los ojos por un momento antes de suspirar con alivio, dedicándole una sonrisa enamorada a ella.

Era la verdad, una honestidad que solamente ella iba a recibir de parte de él, ¿Todo lo demás? Tirado por la borda, de asuntos que no le importaban en absoluto, que toda esa matanza, que todas esas aventuras y desventuras desaparecen a sus espaldas, los deja en un olvido cruel a cambio de un mundo en paz junto con ella. Otro beso en sus labios, un poco más intenso, mordiendo su labio inferior de manera intermitente antes de separarse de nuevo y abrazarla con un brazo mientras que la otra mantenía su agarre a la mano ajena, pasando su pulgar con suavidad sobre la de ella.

-Quiero estar contigo para siempre- susurró, dejando un beso en su sien antes de hundirse en el aroma que de ella surgía, que sus cabellos desprendían, no podía dejarla, era su droga, con ella se sentía feliz y contento y parecía que iba a explotar de la imposible calma y la inmensurable amor que le tenía, la iba a proteger cueste lo que cueste de cualquier peligro exterior como de él portaba. No la iba a hacer daño… nunca…
Ella…

Se merecía algo mejor que todo lo que podía ofrecer…

Se merece a alguien… mucho mejor que un mentiroso y, de alguna manera, un traidor…

…

…

Pero su egoísmo era bastante fuerte para no separarse de ella.

No le gustaba verle llorar, su corazón apretaba con fuerza, sintiendo que había sido su culpa. Con una pequeña sonrisa acariciaba su mejilla, sintiendo sus lágrimas caer por sus manos. Era una escena extraña puesto a que también reía por ello. Respiró profundamente, dejaba que se limpiara sus lágrimas, que dejó un beso en su frente y al escuchar sus preguntas asintió sin dudar.

En su mente era Vincent quien no se merecía a una mujer como ella, que se expresaba de tal manera, que esos ojos se habían enfocado en él, aunque no tuviera memorias sentía que ese pensamiento se le venía grabando en la mente desde que la conocía. Que ella necesitaba a alguien mejor que una persona violenta, egoísta y mentirosa a su lado. La amaba, demasiado, que se sentía menor con ella, que no podía hacerle daño, y no quería hacerlo, a veces… deseaba morir para que ella buscara a alguien más, desaparecer…

¿Acaso de manera inconsciente era así? Tal vez… era otra pieza del rompecabezas. Confiaba en ella, pero sabía hasta que límites podía llegar en cuanto a las palabras que le podía dirigir, que tenía que ser tratada con cuidado, o por lo menos los recuerdos así dictaban. sus pensamientos estaban hechos un caos, tal vez… si muriera de nuevo podría recuperar más memorias…

Y eso se fue a otro pensamiento obscuro, ¿Tendría la misma personalidad que antes? ¿O podría ser algo más macabro? Esta vez acabo con este pensamiento que lo devoraba, toda la sanidad que tenía lentamente de corrompía y la mujer que tenía enfrente era la única que podía ayudarlo a mantenerse cuerdo, que la locura no controle su cuerpo, que era diferente al enojo que de él surgía. Era algo más retorcido y malévolo.

-No hay necesidad- le susurró mientras acariciaba sus cabellos rosados, no había necesidad, y una parte de él no deseaba recuperar sus memorias, de que alguien más lo reemplazará. Alguien que estos tres meses no había existido hasta ahora. ¿Que podría cambiar de él? Si muriera una vez más, ¿Que memoria iría a desbloquear? Era una cuestión que le invadía en su mente. No, así estaba bien, no importaba su pasado, aquel era un Vincent que está enterrado en su mente, ahora solamente estaba ahí con ella, con un amor prometido, incondicional.

Pero aún así, con esto dicho mientras acariciaba los dedos de su mujer…

Asintió con la cabeza ante sus palabras.

Con una mano en sus cabellos, pasando por su espalda se sentó completamente hacia atrás, estirando las piernas un poco. Soltó la mano de la chica para agarrar sus caderas y ponerla en su regazo y con un abrazo se hundía en el pecho ajeno mientras que dejaba un suspiro salir por sus labios, si ella deseaba eso entonces haría lo posible y solamente asintió con la cabeza de nuevo, reafirmando esas palabras como una orden para él.

-Eso lo haremos preciosa- susurró, con sus ojos cerrados mientras la abrazaba por sus caderas y la apegaba a él. El temor crecía en su helado corazón, en el que su identidad iba a ser desafiada por una anterior o no, eso no importaba si Juliette lo decía. Una antigua vida desea y eso se lo dará. Encontraría la manera de regresar a Grendelshire… ¿Así se llamaba el lugar de donde provenían? Era el nombre que llegó a su cabeza, en ese lugar que habitaron antes de todo esto. Se quedó ahí con el abrazo, pensando un poco más, tenía que saber más de este lugar, si existió una manera de transportarlos a este lugar, entonces hay una manera de regresar. Lentamente su mente se enfoca a ese objetivo, a que las lágrimas ajenas desaparecieran y pudieran tener su vida anterior…

Claro…

Todo por ella.

-Poco a poco vamos a recuperarla- le susurró, estando seguro de su decisión. Primero que nada sería pasar la neblina, a buscar una manera, un camino, un túnel, algo en donde pudieran ser transportados. Si este mundo es mágico, entonces haría cualquier clase de pacto para que pudiera pasar.

¿Por qué su corazón no deseaba eso? El miedo era solamente eso. Agarró con fuerza las prendas de la ajena, tenía que calmarse, solamente eso, no iba a desaparecer, no había peligro alguno. Solamente se encontraba ella en su mente y en su corazón, esa era la droga que necesitaba. Pasaron los segundos, tal vez un minuto, tal vez dos, realmente se perdía en el paso del tiempo gracias a la presencia de la ajena, gracias a que ella estaba aquí con él.

-Te amo- susurró sin separarse, y después suspiró profundamente -¿Cuál es el plan entonces?- preguntó, realmente no esperaba una respuesta concreta, era el simple hecho de escuchar la voz ajena, de poder disfrutar de estos pequeños momentos. De ser una persona violenta, agresiva deseosa de sangre a alguien pasivo y tranquilo.

Perdiéndose en lo que sería un lugar completamente cómodo, familiar y a la vez extraño, que sus ojos no querían ver nada, solamente escuchar sus palabras, su corazón, sentir la calidez del cuerpo ajeno. Respiró profundamente, ahogándose con el aroma ajeno, en las caricias que recibía de ella.

Era un ambiente que le encantaba y que jamás desearía que todo eso se quebrantara, pero las bases eran inestables, extrañas, como si estuvieran construidas en algo que iba más allá de su comprensión hasta el momento. Con sus ojos cerrados solamente frotaba su rostro en las ropas ajenas con suavidad, con un pequeño suspiro parecía saber que su pasado no era nada digno de recordar. ¿Y todas esas memorias con ella? Claro, aún borrosas, aún fragmentadas, pero lo que no recordara su cuerpo lo hacía, este cuerpo extraño, como lo había dicho, una segunda oportunidad para estar con ella en una relación más… más… ¿Sana? Era extraño decirlo, hasta para su mente.

Que esos recuerdos recientes, de hace unas semanas con alguien más… la culpa le cargaba en su corazón, era el único pecado que había cometido y ni siquiera recordaba que tan importante era la chica en sus brazos hasta hace tres días. Esa no era una excusa, ¿Cierto? No recordar nada de su relación… pero… otro suspiro, cerrando sus ojos con fuerza, apretando un poco más las prendas ajenas en sus dedos, si, estaba en una pelea en su interior sin saber qué hacer.

Sus dulces palabras de nuevo le hacían dar pasos hacia una falsa sanidad, hacia una conciencia ciega, que todo no importaba, que sus labios no tenían que decir nada al lado de ella, que todo lo malo, lo maligno, lo siniestro desapareciera con una brisa del viento.

que con ese te amo todo estaba completamente bien y tranquilo, que su risa calmaba su corazón de tal manera que no podía describir, que era algo mucho más que eso. La droga era fuerte, y él se la tomaba en grandes dosis, no para morir, pero para que de alguna manera remediara todo lo que estaba mal en un pasado que no recordaba. Los errores de una persona que quedó antes de la explosión.

Una de sus manos acariciaba los cabellos de la chica, pasando sus falanges en los mechones delgados y rosados, que la escuchaba con atención, ¿Obtener información? Sería un poco difícil, pero podría ser posible… claro que no, Vincent no parecía ser la persona que sacara información a base de palabras, y su actitud violenta estaba suprimida que sería complicado poder levantar una mano sin provocación alguna. Lo pensó un poco y después un poco más, en las pocas opciones que tenía abiertas, pero realmente su actitud lo hizo un poco famoso por ser un asesino. Inhaló profundamente mientras la abrazaba.

-No creo poder hacerlo- le dijo de manera sincera, acomodando un poco sus piernas, pasando su otra mano en su muslo con suavidad, en caricias y toques tiernos que no tenían otro significado más que ponerla cómoda -no soy alguien quien platiqué con los demás- decía, abriendo un poco los ojos, separándose del refugio que había encontrado en el cuerpo ajeno, de mirarla a esos hermosos ojos que ella tenía, esa sonrisa, ese rostro que tenía que protegerlo a toda cosa, de complacerlo… Dejó salir un suspiro para después una sonrisa confiada.

-Pero creo tener a alguien en mente que pueda hacerme ese favor- un chico que se convierte en árbol… ¿Cuál era su nombre? Quien haya sido, aquel individuo que no había caído en sus manos muerto, sino que en lugar de eso había sido una “tranquila” noche como lo sería para este pelirrojo violento. Respiró profundamente y dejo un beso en su barbilla y otro en su cuello, pequeños, suaves y tiernos, aquel que cantaba como un idiota podría pedirle… ayuda… Ese pensamiento provenía de otro mundo, de una manera alienígena, como si estuviera pensando fuera de su zona de confort, fuera de todo lo que era, de como se había formado, de solamente ser dirigido por el puro deseo de teñir el suelo y sus puños de sangre. ¿Acaso la recuperación parcial de sus recuerdos provocaba estos cambios? Se sentía… como si no fuera su cuerpo y a la vez si.

Apretó un poco el muslo de la chica antes de soltarlo y seguir con sus suaves caricias con las yemas de sus dedos -Todo por ti- le susurró, dejando un beso en su mejilla y otro más en su barbilla antes de poner su rostro en el hombro ajeno, cerró sus ojos una vez más, no quería ver nada, no quería pensar en nada más que no fuera ella, pero con un poco de amargura en sus labios tenía que preguntar.

-Dijiste que me sentías extraño… ¿Cómo era antes?- preguntó, fuera de la curiosidad que sentía, tenía que realmente saber cómo era antes de todo esto, cómo se comportaba, como ella lo observaba, cuál era la máscara que mostró en ese momento… máscara… ¿Acaso ocupaba varias? o… ¿Siempre había sido Vincent? era un pensamiento malévolo que afligía en su mente.

Una sonrisa, unos ojos preciosos, unas palabras dirigidas a él, se sentía como en casa, esa sensación de pertenecer a algún lugar. Así era como el pelirrojo se estaba sintiendo, nada mejor que ella, nada mejor que estar ahí los dos juntos. Asintió con la cabeza, los dos iban a estar averiguando alguna manera de poder llegar a una respuesta.

Correspondió al beso con gusto, era un calmante, un alivio para su propio corazón negro y desalmado. Al lado de ella recuperaba la humanidad que había estado perdida por estos tres meses. En algo que se sentía como lo mejor que podría haberle pasado, con un calor agradable en su interior.

Con los ojos cerrados la escuchaba…

¿Algo apagado?

Lo pensó por un momento, después otro más, seguido por unos segundos en un profundo pensamiento, ¿Qué era lo que faltaba? No tenía ni idea por el momento, ¿Sus memorias? ¿Alguna clase de cosa que faltaba? Tal vez algún ingrediente para hacer que este revoltijo llamado Vincent tuviera sentido alguno. Que con ojos cerrados asintió ligeramente con la cabeza, él no lo sentía, pero si ella lo había mencionado, entonces era cierto, no tenía problema en desconfiar de sus palabras.

Dejó un beso en su cuello -Si estoy dormido…- susurró cerca de ella, abrazándola con fuerza, pegando su cuerpo al ajeno -... entonces no deseo ser despertado- con una sonrisa burlona sus labios se posaron de nuevo en su piel, en su hermoso cuello en donde depositaba pequeños y tiernos besos, en donde podía perder la línea de pensamiento y de las preocupaciones.

Un beso en sus labios, dulces y gentiles, pequeño y después otro más. Uno pequeño en su mejilla, otro más en su barbilla, cariñosas, en un estilo amoroso, así se veía una bestia calmada por una hermosa princesa, cabellos rosados, con un rostro sin igual, con un cuerpo que le encantaba, todos o por lo menos la mayoría de sus pensamientos eran positivos, nada podía arruinar su reunión con ella.

Lentamente se iba hacia atrás, con los brazos rodeando el cuerpo ajeno para que la acompañara en su caída, que al final de todo estaban los dos solos y eso era un privilegio. Con su espalda en la tierra, su cabeza descansando de igual manera, sus ojos en su amor que estaba encima de él, sus manos pasando de su espalda a sus caderas. Claro, todo esto podía ser un sueño, una pesadilla sin fin en donde moría y revivía, atrapado en un maldito laberinto sin salida aparente… y ella estaba ahí, la única luz en su mente que no se apagaba por nada en el mundo… y un pensamiento turbio llegó a su mente, ¿Y si él era la pesadilla? Respiró profundamente, su corazón se detuvo por un momento ante la idea. De ser así no la iba a dejar, tampoco iba a apagarla… estaría a una distancia segura para los dos, o ese era un plan confiable en donde otorgaba la seguridad a los dos, pero el hombre deseaba estar con ella, lo más apegado posible, aunque le quemara, deseando al sol que era ella.

Sus manos en las caderas ajenas, acariciando con gentileza que pasaban a sus muslos -Aún tenemos tiempo- susurró cerca de sus labios, depositando un beso un poco más largo, teniendo un contacto que, aunque lo tenían a diario desde que se encontraron, siempre su cuerpo decía que necesitaba mucho más, que no era suficiente para él, que todo ese deseo de violencia y agresión estaba completamente reemplazado por el deseo insaciable de amor.

-¿Qué deseas hacer?- otro nuevo susurro, sus labios rozando en los ajenos, su mirada entrecerrada, tan sólo en su rostro, que con una pequeña sonrisa se pintaba en sus labios, un poco de diversión deseaba, o si solamente deseaba hablar, entonces no habría ningún problema, con ella todo valía realmente, no importaba lo que fuera…

Todo para ella…

Y para nadie más...

Dos preguntas certeras a su corazón, a su mente… recordaba… cerró los ojos por un momento, negando con la cabeza ante su disculpa, claro, ella no tenía que pedir esas cosas, sino que debía de ser lo contrario. Dejó salir un suspiro y solamente se concentró un poco, tratando de recordar cómo se habían conocido, y sonrió un poco.

-Un bar… cigarros… hacía frío…- susurraba de manera provocativa, dejando un pequeño beso en su barbilla antes de continuar -Ofrecí… unas noches en mi casa… ¿Hogar?- negó nuevamente con la cabeza, si, eso era lo que podía recordar… -... Y un beso... varios besos…- por fin, esa era la respuesta que podía dar antes de que sus recuerdos se fueran distorsionando fuera de su voluntad, como si estuvieran sido absorbidos por una pintura de Picasso, sucesos y figuras que no tenían nada de sentido alguno -Y de lo que trabajo… no, no lo recuerdo- por el momento estaba siendo sincero, pero cuando tendría sus memorias de vuelta y sabría exactamente de qué trabajara, ¿Seguiría con su mentira? ¿O le diría? Había mucho espacio dentro de su mente, oculto por una clase de trauma que no podía saber y eso generaba un medio a lo desconocido.

-¿Nada?- Le susurró cerca de sus labios, con una sonrisa, dejando un pequeño beso en sus labios, como si nada importara más que ellos dos. La abrazaba, sus manos eran exploradores del cuerpo ajeno, de sus piernas pasaron sus caderas y de ahí su cintura, que sus labios conectaban con los ajenos, preciosos, cariñosos, en besos que se formaban por el amor sincero que sentía por ella. Una y otra vez, pensando en algo provocativo y que se mordió su labio inferior de forma pícara.

-Yo se que hacer- susurró y la abrazó de nuevo, girando sobre su cuerpo para que ella ahora quedará debajo de él, que sus labios presionaron contra los ajenos, dejando una suave mordida en su labio inferior, suave, gentil -Aún tenemos tiempo- susurró, con una sonrisa maquiavélica, un poco divertido ante su propia idea perversa.

Sus labios terminaron en su oreja, en su cuello mientras que sus manos estaban ocupados con su cinturón y se lo quitaba, dejando a un lado esa prenda. Que respiraba el aroma ajeno, que en lugar de darle calma lo provocaba. Sus manos se metieron en las prendas que su mujer tenía y comenzó a desvestirla… sin importarle nada.

Tan sólo momentos felices, en los que fueron cinco… siete minutos de acción continua, que sus labios apenas y se separaron de los ajenos,  que sus manos fueron a lugares sexuales y sus cuerpos compartieron un tiempo íntimo. Que solamente la naturaleza de este lugar fuera suficiente para ocultar los actos obscenos que estos dos enamorados daban al público que era la naturaleza misma.

Un apasionado amor…

En lo que sería una bestia domesticada cuidando y atendiendo a su princesa...

Con suaves jadeos el pelirrojo se mantuvo acostado, arriba de él su amada Juliette, una de sus manos acariciaba sus cabellos con suavidad, ¿Su camisa? Estaba a un lado, ¿Sus pantalones? abiertos y su cinturón a un lado, había sido utilizado, ¿Para qué? Que la imaginación sexual trabajase en eso. Respiró profundamente, cubriendo el cuerpo ajeno y el suyo con su chaqueta, vieja y confiable, su otra mano estaba agarrando suave el trasero ajeno y lentamente subía hasta su espalda baja en donde las yemas de los dedos se clavaron con suavidad.

-Te amo- susurró y besó su coronilla con cariño, si, esto era vida, pasar buenos momentos con ella, sin que nadie los interrumpiera, que no habría nada que perturbara esto, que era solamente una perpetua paz. Cerró sus ojos, descansando por un momento, descansando el cuerpo, que tan sólo su mano trabajase en darle cariño a los mechones ajenos.

-No nos separemos de nuevo- le susurró, siempre la extrañaba, pero sabía que no podía hacer nada al respecto, su mala reputación le había cerrado las puertas a varios lugares. Se lo había buscado a puño y sangre, que era solamente un demonio que no tenía una clase de límite puesto, pero ahora, podía buscar un cambio mejor para ella.