¿Eran nervios? Parecía que ella solamente aceptaba sus palabras, que sus mejillas parecían ponerse al rojo vivo, como si fueran a prender fuego en cualquier momento, y no solamente ahí, sino por su palidez se le podía notar fácilmente esos hermosos hombros que ella tenía. Lentamente eso capturaba su corazón. Como le cautivaba no las acciones, no sus palabras, pero sus reacciones tan fascinantes a sus palabras, a sus caricias, a sus besos.

Ella se acercaba al vampiro con cada palabra, pero la intensidad de lo rojo incrementó, pudiera ser que realmente se había enfermado, claro, si no la hubiera visto hasta el momento, pero sus ojos grises estaban clavados en el rostro de la mujer. En lo hermoso y tierno, en las finas facciones, en sus hermosos ojos. Manos sobre ella, sudorosas, un indicio más de que estaba nerviosa. De él no se podía esconder sus reacciones. Respiró profundamente, estaba calmado junto con ella, con una sonrisa en su rostro, con solamente un deseo puro de estar junto a su amada.

Amada… era una curiosa palabra, ¿Acaso podría decirle eso? Podría crearle un ataque de pánico en el estado en el que ella estaba. Negó ligeramente con la cabeza, solamente movimientos lentos e impredecibles. Algún día podría mencionar esa palabra para ella, cuando por fin los dos estaban bien en una relación cercana a lo estable. Un poco más de tiempo. Junto con ella de esta manera, ¿Cuántas veces se podría repetir? no lo sabía, pero deseaba que este momento durara mucho más.

Levantó la ceja cuando la escuchó tartamudear, como no podía concentrarse, la lengua se tropezaba con cada palabra que ella quería mencionar. Con una pequeña sonrisa aceptaba las palabras, era la vergüenza de ella que adoraba en todo. Que no podía ocultarla cuando estaba con el moreno, que hermoso poder tenía él con ella. Sus manos guiados al estómago ajeno, sonriendo un poco, pegando más su cabeza para poder escucharla y solamente dejo un beso en su sien, uno cariñoso por ello.

Un pequeño silencio que pareció una eternidad, no tenía nada más que decir por el momento, ni siquiera en un futuro cercano, estaba completamente bien estando junto con ella de esta manera, de un momento en lo que sería su larga vida que se convertiría en recuerdo, y pasando esto sería algo que amaría revivir cada vez que pudiera.

Con su silencio recibía las palabras ajenas, con una pequeña sonrisa, asintiendo con la cabeza, escuchando su historia con concentración -Comprendo, el bar de… “pops” suena a un lugar bastante agradable, y familiar para usted- le susurraba, se podía imaginar algo por el estilo, un bar, ella en una de las bancas cerca de la barra, su padre del otro lado mientras que preparaba cócteles. En donde el ambiente era uno calmado, tal vez intenso por las noches, siendo de clase media, trabajadores pasando su descanso en aquel lugar, con pintas y bebidas fuertes compartiendo en la mesa, en la barra, tal vez alguien encontrando compañía. Cerró sus ojos, esa persona encontrando compañía tenía el rostro de Hitori, y recordó palabras ajenas, palabras que para este momento no tenían importancia. Pero ahora no pudo contenerse, y sus dedos apretaron suavemente los ajenos, su agarre sujetaban a alguien que era suyo, que no iba a compartir. La acercó más a su cuerpo, que los celos no los podía controlar bastante bien.



Abrió sus ojos, parpadeando un poco, ya, se estaba recuperando, que esas salvajes e inestables emociones no lo dominen, pero sus acciones habían dicho lo que su boca no quería pronunciar. Se mantuvo ahí con ella, cerrando sus ojos, sonriendo un poco, tal vez era lo justo compartir un poco de información con ella, de su vida privada.

-Tal vez para mí sería estar con mi madre. Tenía una biblioteca enorme, siempre tenía un cuento, una historia, un mito, una leyenda para cada ocasión- comentaba, tragando un poco de saliva -y siempre ha sido quisquillosa con la bebida y comida. Tenía una manera especial de aceptar las cosas, y su té… bueno, su té preferido tenía especias no fáciles de encontrar, pero era el único que aceptaba realmente, que podía disfrutar- Dejó salir un pequeño suspiro, la nostalgia lo comenzaba a dominar -No le pediría perdón por mis acciones, pero recobrar la conexión que teníamos, tal vez… enmendar las cosas- Cerró sus ojos nuevamente, pegando sus labios en el hombro ajeno, ocultando su rostro en su cuello. Si, lo había sentido, todo eso.

Le gustaba como ella hablaba de su hogar, como reía, sonreía. Respiró profundamente ante todo eso, escuchando como ella contaba, un lugar de mala vibra, de que la ley de la selva dominaba ese lugar. Asintió con la cabeza, sonriendo ligeramente.

La brutalidad de las peleas de bar lo había presenciado, a veces intensas, otras no tanto, podría ser con todos los comensales en una batalla campal o solamente unos cuantos. No podía imaginarse como todos los que estaban heridos de golpes y cortadas iban a suplicarle, y aunque la imitación que ella hizo la consideraba adorable, era un buen esfuerzo. No pudo evitar dejar salir una risita, si, eso mismo era, todo un lugar que explotaba de vida, ¿Desde hace cuantos años él podría haber estado en esos eventos? Brasil era bueno, con sus festivales, igual Europa, más que nada los alemanes con sus cervezas, o los escoceses como ella era en las noches. Pero realmente, vivir en la alta sociedad significaba interactuar con seres que no tenían vida, o que simplemente sus corazones y sus almas estaban apegadas a ambiciones y a objetos materiales, a papeles abstractos y puestos que solamente tenían un nombre, y ese nombre llevaba su peso en oro puro.

No compartía momentos con personas quienes solamente vivían cada día como si fuera el último, que disfrutaran de todo lo que tenían, por lo menos, como ella los describió, que una pelea de bar fuera tan cotidiano como él abrir una botella de vino cada noche y poner en el tocadiscos a un cantante famoso de jazz. Con un leve suspiro, con ella ahí, podría saber que era vivir, ¿Cierto? Por lo menos a como ella estaba acostumbrada, a cómo todo eso sonaba a una diversión que no había tocado por un buen tiempo, que en todos sus años sus ojos habían puesto como objetivo la cima del mundo, sacrificando a lo que muchos decían “placeres de la vida”... tal vez fuera por la falta de sentimientos, de emociones, de que realmente llevarlo a experimentar esas cosas no le causaban algún placer o satisfacción, simplemente una caja menos en su larga lista.

Dardos, billar, sabía jugarlos, pero no los había tocado en bastante tiempo, por otro lado, las cartas, juegos que se trataban de mentir, de engaños y manipulaciones era su juego preferido, a elección. Contar cartas, ver lo que tenía el oponente, figurar mientras que movía sus fichas estratégicamente, si, ese era su área, su zona.

A sus palabras simplemente se encogió los hombros -no sabría decirle- le dijo, pensando en cómo sería él en un lugar así, no encajaría, para absolutamente nada. Sería un alien, un extraterrestre en un mundo el cual no había visitado desde hace bastante tiempo, en un ambiente el cual sonaba a una cacofonía de tonterías, estupideces, violencia sin sentido, pero como ella lo expresaba, eran recuerdos bastante queridos, recuerdos que atesoraba en su corazón. Posiblemente, si se esforzaba podría ver el mundo desde otras perspectivas, con ella a su lado alcanzaría nuevas fronteras, nuevos lugares que no había podido visitar.

La observaba cuando había ahora él dicho a su madre, no parecía entender demasiado, pero si, era eso, sentimientos surgidos por culpa de ella, encerrados y que lentamente fluían con supervisión, tratando de controlar el desastre que traían, mitigar el caos que era causado por ellos. Cerró sus ojos, imaginando cómo sería su reencuentro, su nuevo ser, parecía que lentamente estaba renaciendo como un ave fénix. Entre las cenizas que la otra había provocado, del fuego de sus palabras surgía un nuevo Adam, un nuevo vampiro con palabras y vistas diferentes, con emociones y sensaciones que nunca antes había experimentado.

Sus ojos abiertos se fueron a la ajena al escucharla, sintiendo como ella soltaba sus brazos y ahora él acariciaba su espalda con suavidad, tragó un poco de saliva, agradeciendo de su contacto, de lo suave y gentiles que eran sus manos. Cerró sus ojos de nuevo, disfrutando de cada momento con ella -Posiblemente… es una mujer terca- comentó, si, realmente lo era, pero, después de tanto daño, ¿Ella estaría esperando algo de él? Se preguntaba, habría una posibilidad de que no, de que ella lo negará y lo sacará de casa, de que no lo aceptara, lo rechazara por completo.

Correspondió el beso, grabando las palabras ajenas, tan seguras de sí misma, de que transmitían esa pequeña confianza, de ese optimismo que no podía tener tratándose de su familia. no alzó ni un solo dedo cuando todo pasó, que simplemente fue un adolescente haciendo lo que quiere cuando pasó eso, que se aventuró a otro lugar en busca de más cosas. Dando la espalda a todos sus hermanos, hermanas, y lo más importante, a su madre que nunca había logrado apreciar hasta este momento… Todo porque una mortal lo había cambiado.

-Está bien- susurró, abrazándola con un poco más de fuerza, gustando de los cariños que ella dejaba, nunca se cansaría de estos tratos, de sus palabras, de todo lo que ella le daba, le dedicaba. Nada. -Gracias- susurró, dejando un beso en su hombro, simplemente estaba ahí, con una pequeña sonrisa, no solamente agradecía sus palabras, sino su presencia, sus acciones.

-Debería de comer- le susurró, ahora preocupado un poco por ella al pasar por lo menos un minuto o dos -no ha comido mucho, y siento que su otra forma no pudo satisfacerse por completo- un comentario apuntando a su otra parte. Dejó una de sus manos para poder llevarlo a la mochila ajena y acercarlo a ella -Además, me parece tierno la forma en la que come, pequeños mordiscos- ahora solamente una pequeña sonrisa se mostraba, sin tener límites en sus últimas palabras, honestidad ante todo.