¿Cómo se podría describir a una mujer como la que se nos presenta?

Calmada, alegre, en un estado de pura tranquilidad. No era una mujer diferente, o por lo menos no a primera vista. No destacaba a los ojos de los demás, aunque eso no le detuviera a que se preocupara por los demás y, aunque gentil, su voz demostraba una firmeza, una convicción ante sus palabras. Palabras que vienen con razón, ante el sentido común de las cosas, ella parecía ser consciencia misma en las diferentes situaciones en las que ella y sus hermanos se encontraban.

No era para nada extraño que su sonrisa se viera aún en las más difíciles situaciones, ya que de alguna u otra manera tenía el sentimiento de que iba a terminar bien. Extrañamente, así pasaba. Lo que más era extraño, como si fuera algo paranormal, era la pérdida de su rostro alegre por uno completamente serio. Y solamente han sido contadas las veces en las cuales se ha visto de esa manera.

Una mujer que no tenía miedo en demostrar lo que sintiese, aunque claramente el enojo, decepción, ira, tristeza son sentimientos que rara vez se encontraban dentro de ella y se demostraban en su rostro, en sus acciones. Juguetona, a veces, si la situación lo amerita, y cuando lo hacía usualmente era junto con sus hermanos o con aquellas personas que consideraba amigos. También, podría ser un poco coqueta, sin tener intenciones más allá de pasar tiempo de calidad, de que sea más interesante la plática que se anda desarrollando o la situación sin pasar a mucho más que eso.

Una mujer jovial que parece que su actitud se había apegado a las estaciones, y entre éstas primavera era la que más destacaba. Sin nervios al momento de conocer nuevas cosas, nueva gente, nuevas locaciones, Sin temor a hablar lo que ella piensa en el momento, levantando la voz para que fuera escuchada y que le pusieran atención. Y aún con esto, también le gustaba escuchar, notar los sentimientos y emociones de los demás, en ver cómo cada uno de ellos eran diferentes del uno al otro, de que los desconocidos lentamente se convirtieran en conocidos.

Ante la soledad, su mente viajaba hacia un reino imaginativo, “soñando despierta” es el término correcto ante lo que hacía. Tan sólo tener sus propias historias y aventuras dentro de su cabeza era lo entretenido, interesante como la mente puede inventarse situaciones las cuales uno no podría observar, presenciar en el mundo. Su voz salía de sus labios en estos momentos, entonando alguna canción en una lengua inventada, la cual puede dejar salir un sinfín de sentimientos que acompañan a sus cuentos e historias.

Y ante la compañía, sus canciones mantienen una gran variedad, usualmente teniendo una canción para cada ocasión. Si es que claro, no le ganan los nervios. Siente que su hermano Elaith es mucho mejor cantante que ella, por lo que sólo se queda en segundo plano, apoyándolo en todo lo que puede.

Apreciada su familia, su madre, su padre, sus hermanos, a todos ellos les tiene un cariño y amor que ya no se encuentra. Un aprecio enorme y una obligación de cuidado, por lo menos ante sus desastrosos hermanos. Gemelos inseparables que observaba y conocía la mayoría de sus locuras, y si Kellan no detenía a Elaith, ella aparecía para persuadirlos a no hacer las ideas más alocadas.

Ante la adversidad, es capaz de hacerle frente con tal y proteger a su familia y seres queridos, sin miedo a ensuciarse las manos. Y aún así, no perdía la sonrisa ante esto, ya sea en agresiones vocales, psicológicas o físicas, para ella era una danza, los dos lados opuestos mostrando lo mejor que tienen. Y aunque lo tomaba bastante en serio, se llevaba miradas extrañas como situaciones las cuales se podían malentender. No era algo fuera de lo normal, era disfrutar algo que la vida puso enfrente, un obstáculo que en su mente sabía que podían superar.

Tan sólo una vez fue cuando su rostro no expresaba una sonrisa ante la adversidad que la vida le puso enfrente.

Ante la situación de proteger a su familia, mentiras mencionaba, blancas de hecho, sin intención a hacer daño, las puras y buenas intenciones ante un pequeño mal que hacía era suficiente. Un poco manipuladora ante ese hecho, control sobre la verdad que decía, ¿Pero que se podía decir? Proteger a los seres más queridos requerían ese tipo de cosas, aunque la metiera en problemas mucho después.

⚝

Una chica de 1.50 metros, bastante pequeña a comparación de las demás de su edad, con un peso de 40 kilos más o menos, de cabellos negros con sombras púrpuras, apenas perceptibles. Con tez pálida, se nota demasiado cuando se sonroja. Su color de ojos verdes como si fuera del color de las hojas en la primavera.

Sus ropas usualmente son una camisa blanca sin mangas, un lazo el cual se hace pasar por una corbata, una falda negra, a veces unos shorts o un pantalón, dependiendo de la época del año, unas medias junto con unas zapatillas negras  y siempre, pero siempre tiene una garantilla que parece tener un anillo de granada saliendo por un lado.

Humana:

En su forma de raza mantiene una combinación entre un hada con la de una flor. Con pétalos reemplazando su cabello. La piel completamente blanca, un vestido corto cubre su pecho, torso, cadera y un poco de sus piernas. Sus botas como las alas que salen de sus omóplatos son creadas a partir de hojas verdes. Mantiene su tamaño, pero su peso desciende hasta tan solo 20 kilos. Sus ojos crecen, y el color es completamente de un verde oscuro reflejante, manteniendo estos extraños puntos blancos gracias a la luz que llega.

Raza:

Y la última en nacer, una hora después de que Kellan y Elaith, siendo la hermana menor de los trillizos. Saludables, de buena forma, niños sin complicación alguna. Era una diferencia pequeña, el hecho de que los tres nacieron en un día con tan sólo una hora de diferencia era fascinante.

Desde la infancia, era un trío completamente inseparable, y aunque sus hermanos la intentaron proteger, ella siempre fue la más sonriente y valiente para aventarse, una actitud extrovertida que contrastaba y, a la vez, implementaba al trío de hermanos inseparables. En un principio ella era la que los agarraba de la mano para presentarles a nuevos amigos, caras completamente nuevas. Si, ellos eran personas tranquilas, y alguien tenía que tomar la iniciativa.

Las historias de su madre en aquellas épocas donde no recordaba siempre era un placer escucharlas, y aunque a veces pasaba por las preguntas, ya que era bastante curiosa, sabía que ella respondería sin problema alguno. Le encantaba esta familia, aunque no tuvieran una figura paterna, eso no importaba, claramente no, en lugar de eso, veía como su hermano Kellan como un reemplazo ante eso, callado, inteligente, con buenas notas, mientras que su hermano Elaith era el que la llevaba a experimentar las cosas más caóticas, travesuras y demás. Pero a diferencia de ellos, ella podía separarse e ir por su propio camino, teniendo diferentes grupos de amigos, conociendo más y más sin importarle que.

Siempre serviciales, los gemelos eran la que la cuidaban, la que jugaban con ella en cualquier cosa que ella se le ocurriese. Si, ellos se separaban en el receso y aunque ella quisiera presentarles más y más personas, conforme pasaba el tiempo eso parecía ser una tarea casi imposible, eran inseparables y cualquier trato de comunicación fuera de la familia era… refutada. Claro, se preocupaba por ellos, pero las actitudes tomaron fue por decisión de ellos, y ella había tomado una decisión diferente. Siempre los observaba con una sonrisa, esperando a que algún día bajarán las puertas de aquella impenetrable fortaleza, los amaba demasiado como para dejarlos solos a la deriva, en una burbuja. Solamente era esperar al tiempo correcto.

En cuanto a su madre, vaya, que no preguntarle. A veces la observaba tan distante, y otras veces presente, como si estuviera viajando en un mar la cual había pasado mil veces. Preguntas sobre su padre era casi como un tabú, pero deseaba ayudarla, ¡En serio lo hacía! Tal vez tratando de presentarle algunos profesores, otras veces hablando con ella seriamente, claro, lo más serio que se podía haber con una infante. Pero ella sabía y Kellan y Elaith igual, pero aunque él solamente se separaba ella lo seguía intentando, no ya con un bombardeo de preguntas, pero con otros métodos que ella se le ocurría, invitando a su madre a los festivales de la escuela, saliendo a pasear, haciendo comentarios de “ese señor es lindo” y cosas por el estilo.

Los años pasaron y ella nunca se iba a rendir.

Pero ante eso, lentamente sus hermanos llegaron a una etapa donde nunca cambiaron. Claro, a ella también recayó la etapa de rebeldía, teniendo uno que otro novio cada unos cuantos meses, grupos de amigos y todo eso, pero lo que tuvo que hacer era madurar, y rápido porque sus hermanos la necesitaban, o por lo menos eso pensaba. Se convirtió en la voz de la razón de los tres, y dejó aquella etapa de libertinaje bastante rápido. Se hizo responsable, sus calificaciones aumentaron de algo normal a la excelencia. Y aunque no perdió los grupos de amigos que tenía, ahora enfoca no nada más a su madre, sino también a sus hermanos cuyas actitudes no le gustaba, los especialistas no sabían nada como ella.

¿Cuántos especialistas fueron los que acudieron? ¿Cuántos fueron los que se rindieron? ¿Que decían que eran casos perdidos o simplemente caprichos? Todos, cada uno de ellos que tenían reconocimientos. Si, eso provocó un ardor enorme en su sangre, no iba a permitir que ellos se burlaran de sus hermanos y que hicieran mal su trabajo. Si ellos no podían, ella lo haría.

Seguiría tratando, ella nunca se iba a rendir.

Siguió con sus estudios a diferencia de sus hermanos, tomando Psicología como licenciatura. Los años pasaron, y siempre llegaba cansada, con tareas que hacían desvelarse, pero eso no era problema para ella, siempre se presentaba con una sonrisa y abrazaba a sus hermanos como a su madre. Si, los iba a cuidar, a proteger. El cambio del hogar era algo totalmente bienvenido, la naturaleza alrededor de ellos, si, le encantaba, era lo que se necesitaban para la familia que lentamente se hizo disfuncional, no por los problemas que tenían, sino por lo cerrado que estaban de los demás.

En esa ciudad, estudiaba y ayudaba a su madre en la casa, trabajaba igual a medio tiempo, y aunque sus hermanos parecían ser un poco vagos, más Kellan que Elaith, los amaba de igual manera, les prestaba dinero cuando necesitaban. Si, se rompía la espalda igual que su madre, pero no los iba a dejar abandonados.

Llegó el día del festival, tan alegre, tan hermoso en ese día, lamentablemente, tenía estudios qué hacer. Pero, para sorpresa de ella, terminó temprano y con una sonrisa iba a darles la sorpresa de que pudo asistir, si, era una gran sorpresa para todos ellos. Con chaqueta puesta, un short y su blusa blanca preferida, sin olvidar la gargantilla y el lazo que llevaba en el cuello de la blusa se encaminó hacia la escuela, y en el momento de poner un pie dentro una gran explosión sucedió.

Para ella fue automática la elección de razas, a diferencia de sus hermanos con el mar, ella adoraba todo lo terrestre, una dríade era la mejor opción., o más bien, la única elección. Y con esto fue transportada en un área completamente extraña. Sin saber que hacer se quedó con los neutrales. Ayudando a quien pudiese, golpeando a los abusadores y de paso buscar a sus hermanos perdidos en este lugar que parecía ser olvidado por dios.

-El té es algo magnífico, provenido de la naturaleza misma, es una bendición para ella y lo toma tantas veces como pueda en el día.

-A diferencia de sus hermanos, ella come carne, pero primero agradece los alimentos como a la criatura que fue cazada por esto.

-Le encanta leer, mucho más junto a su hermano y a su madre. No es una erudita como Kellan, pero siempre está curiosa por lo que hace.

-Le encantan las bromas y chistes, llevándola a tener un sentido del humor un poco infantil.

- Aunque su actitud se asimile a la primavera, le encanta la estación otoñal, por los colores y la tranquilidad que le da.

-Le encanta todos los géneros de música por igual.


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