Things don't look better today
The mask I wear is crumbling away
Lapsing in depravity
I didn't see what was happening to me

¿Cuánto tiempo había pasado? Amira no podía estar segura, en algún momento creyó estar lista para volver al territorio de su alianza. Eso claramente se fue al carajo durante un pequeño monólogo interno que le dejó chillando durante varios minutos. ¿Peligroso? Quizás, un grupo de ángeles salió a buscar de dónde salía el grito desgarrador, pero no encontraron a la chica en ninguna parte.

No sería demasiado difícil desaparecer así de manera permanente. Sólo tenía que armarse de valor… Anda estúpida, levántate. Pero no podía. Tenía la cabeza completamente revuelta. Los ángeles habían curado lo que la pequeña Ninfa no había podido, pero aún así todo le dolía. Sentía el cerebro seco, quemado y resquebrajado. Ya no daba para más. Seguía completamente cubierta de sangre que se había secado con las horas. En algún momento había decidido… ¿Hacer qué? Algo, cualquier cosa, lo que fuera. Estaba segura de que sin importar qué, el resultado sería mejor. Mejor si ella no estaba. Lo único que iba a hacer de otra manera era seguir haciendo daño. Su cerebro iba a mil por hora, cada vez más rápido, amenazando con quebrarse en cualquier momento.

Lo único que faltaba ahora era despedirse de Noah. No podía desaparecer así como así. Por lo menos le debía aquello ¿No? La sola idea de mirarle a la cara le hizo abrir la boca para chillar. Lo único que escuchó fue un gruñido bajo. Observó sus manos, pero eran patas negras y peludas. Perdía el control a incrementos por segundo. Noah…

“Misty-” Crujió, con su propia voz seca y desgarrada, bajó la mirada y notó que sus manos estaban camufladas contra el pasto, casi invisibles. No quería estar sola ya.  La loba apareció a su lado casi instantáneamente, pero se veía mucho más alta y grande de lo normal. Ah. No habían manos, sino tentáculos. Uno, dos, tres… Amira, tienes que calmarte. No entendía. ¿Por qué le importaba a ese animal lo que hacía o dejaba de hacer? La chica sintió que le tomaban del cuello con delicadeza y recogió sus patas y alas. No puedo. Me duele. En ese estado no podía hacer nada. Olvidada había quedado la capa que normalmente se ocupaba de cubrirla cuando estaba en su cuerpo humano. No podía diferenciar en ese momento, de cualquier manera, pasaba de una a otra sin ninguna consciencia de lo que estaba haciendo. Simplemente dolía demasiado como para sentirlo todo en un solo cuerpo, quizás. O quizás el hecho de que había cortado el último hilo que le ataba a la realidad simplemente se hacía más notorio. Quizás simplemente así era como terminaba de perder la cabeza, hundida en pensamientos que corrían a mil por hora por su cabeza de manera descontrolada y violenta.
El siseo se transformó en un graznido agudo. No puedo más. Acábalo ya. La loba negó con la cabeza, Amira lo sintió al ser mecida de un lado a otro suavemente. El día se había transformado en tarde en algún momento, antes de haber llamado a su familiar, probablemente. Había perdido varias horas. ¿Cuántos días? No podía estar segura, pero… ¿No debería alguien estar buscándola?

¿Crees que te está buscando? ¿O que ha preguntado por ti? Amira ahogó un sollozo, se encontraba sobre un piso helado. Miró a su alrededor, pero estaba sola. Sólo por un momento, y luego la loba le cubrió con la capa que había quedado tirada en algún lugar. Se estaba haciendo tarde. Una pequeña parte de ella quería creer que alguien la estaba buscando. Pero el resto sabía que no merecía siquiera esa cortesía.

La hermosa rubia… Albina… Morena… Se recogió bajo la capa, acurrucándose contra el rincón en que se encontraba. Tomaba su cabeza entre sus manos cuando las tenía, tentáculos o patas mientras cambiaba de forma. Sólo un bulto descontrolado, demasiado adolorido y herido emocionalmente como para seguir haciendo daño en ese momento. Se sentía lo más cerca a perder por completo la cabeza de lo que nunca había estado. Ya no podía contar en que Noah la traería de vuelta. ¿Pedir ayuda? Ni hablar. No la merecía. Sólo tenía que esperar, dejarse aporrear por sus pensamientos hasta que se calmaran lo suficiente como para ir a despedirse, nada más.

La loba se sentó cerca de la puerta, manteniéndose alerta mientras Amira no era capaz de hacerlo. Cualquier desconocido que se acercara cenaría colmillos y un choque eléctrico antes de ser capaz de posar los ojos sobre la chica que cambiaba de forma y colores inconscientemente bajo la capa hecha de pedazos de ropa que había robado de gente inocente.

Things don't look better today
The mask I wear is crumbling away
Lapsing in depravity
I didn't see what was happening to me

Las últimas veinticuatro horas se repetían en su cabeza una y otra vez. Era difícil, extremadamente difícil discernir la diferencia entre lo que realmente había sucedido y todo lo que su cabeza agregaba debido a la culpa. Era demasiado, y ahora que había dejado ir cualquier idea de recuperarse se permitió desbordar por completo. Se sentía un tanto cansada, seguro cambiar tanto de forma, apenas dormir, y estar al borde de la muerte por un período tan extendido no habían ayudado. El agote mental tampoco.

Amira simplemente estaba esperando, suponiendo que cuando se aburriera de llorar tendría suficientes fuerzas para despedirse de Noah y hacer lo que tenía que hacer. ¿Cuánto tiempo llevaba desaparecida ya? Se había escabullido en medio de la noche, y el sol se estaba ocultando. La chica apretó su cabeza con fuerza, empujando la lástima a sí misma que intentaba arrastrarse hacia la superficie. No importas lo suficiente como para que alguien te busque. ¿Crees que te está buscando? Ecos que asesinaron la pena de saber que la respuesta era negativa. Se repitió a sí misma que era lo único que merecía, por si no había quedado claro que no existía cabida para tenerse un poco de compasión.

Después de todo… Había terminado de convertirse en un monstruo. Ya no quedaba nada por lo que seguir fingiendo.

No le importaba lo que sucedía afuera, se encontraba completamente cubierta por la capa, y a pesar de pasar de forma en forma se preocupaba de no abrir los ojos. Entre eso y sus sollozos, el mundo exterior no existía bajo la capa donde estaba escondida. No escuchó ni sintió a Chrono acercarse, ni a Misty gruñir, los pasos, ni la pregunta.

“¡Amira!” Apenas aquel grito roto y ahogado logró llegar a ella, como si estuviese muy lejos y bajo el agua aunque el chico se encontraba a pocos metros. La loba dejó que el albino entrara en el salón, conocía a Chrono y no pretendía negarle a la rubia ayuda de sus aliados.

La chica no reaccionó en absoluto, y la loba tuvo la claridad mental de interponerse suavemente entre ambos, dedicándole una mirada de advertencia al chico antes de tomar una esquina de la capa en su boca y recogerla ligeramente. Amira. Llamó con todo el cuidado del mundo, intentando hacerla volver de donde se había ido lo suficiente como para que no terminara de freírse a sí misma si se asustaba con Chrono.

En el momento en que la capa fue levantada, Misty reveló un águila de cuerpo café y cabeza blanca. Una vez llamado su nombre, como si algo en su cuerpo estuviese respondiendo, el ave dio paso a su cuerpo humano, la capa sólo dejaba ver una parte de la cabeza de la chica, ambas manos hundidas entre el cabello que era en partes completamente blanco y otras café. Nuevas cicatrices decoraban la piel que se veía, aunque gracias a la ninfa y ángeles parecían bastante antiguas a pesar de que las heridas casi letales habían sido recibidas la noche anterior.

Su cabello era una maraña enredada y llena de sangre seca, y los tonos de su piel cambiaban, a veces camuflándose con la capa o el piso. Amira no levantó la cabeza ni abrió los ojos empapados en lágrimas. Tan sólo apretó más sus manos arruinadas de cicatrices que normalmente lograba esconder con su mimetismo, moviéndose ligeramente bajo la capa para recoger sus piernas contra su pecho.

Se notaba a simple vista que no solo algo andaba mal, sino que nada iba bien. Como nunca Amira se encontraba rota y tirada en el piso, claramente incapaz de controlar siquiera los poderes que le habían otorgado. Peligroso, quizás, de conocerla lo suficiente como para temer el poder y lo terrorífica que podía ser una Amira descontrolada. Pero, de conocerla aún más que eso, un paisaje desolador de las crónicas de una muerte anunciada.

Probablemente era obvio que la rubia terminaría perdiendo la cabeza. Pero no de esa manera. Locura, sí, pero no así, encerrada dentro de sí misma, rota de adentro. Seguro algo horrendo había pasado, fácil reconocerlo si se conocía a Amira tanto como Chrono lo hacía.

De a poco, como si la transformación se estuviera arrastrando, el cuerpo de la chica se encogió, dos tentáculos de rayas blancas y negras sólo se podían ver mientras el resto del pulpo imitador se encontraba todavía escondido debajo de la capa. Amira. Otro llamado en un susurro cuidadoso, obteniendo en respuesta otra des transformación involuntaria que tardó otro par de segundos, de vuelta a la humana acurrucada.  

Misty dejó la punta de la capa con cuidado, manteniendo parte de la cabeza de la chica que en ese momento parecía completamente albina al descubierto. Tocó su nariz húmeda contra ella de manera cariñosa y preocupada, provocando un ligero sollozo, y luego volvió a mirar a Chrono con esa misma preocupación. Todos los movimientos de la loba habían sido silenciosos, lentos y cuidadosos, marcando el paso para que nadie saliera herido, tomando en cuenta el estado en que estaba.

Lamió la cara de la chica en un intento de traerla de vuelta un poco más, paso a paso. Amira abrió los ojos con dificultad, mirando hacia arriba, notando por primera vez que había alguien más. No pudo discernir quién, ni le importaba, si le asesinaban ahora le harían un favor.

Tan sólo volvió a cerrar los ojos, claramente rendida, claramente sin reconocer al albino, y se recogió un poco más dentro de la capa de manera patética, como una niña pequeña. De a poco su cuerpo empezó a pasar por los mismos movimientos que denotaban la transformación a otra cosa, aunque el proceso claramente no andaba del todo bien o normal.

If the truth ain't pretty, will you stay with me?
Will you love me ugly?

Una vez más alguien llamó su nombre. Esa vez sí lo escuchó, más claro, más cerca de donde se encontraba su consciencia en ese momento. Notó que había caído al piso, pero el movimiento no le hizo sentido en absoluto. El nombre causó una reacción ligeramente visible en Amira, sus ojos se enfocaron un poco, la transformación se detuvo en una Amira de pelo castaño y orbes carmesí. Chrono. El nombre rebotó varias veces en su cabeza, centrándose un poco más en el presente, hasta ser capaz de habitar su cuerpo lo suficiente como para detener el cambio de formas.

La pequeña idea de que alguien le había encontrado y acabaría con su vida antes de que pudiese hacerlo ella misma se esfumó en un suspiro, pero cuando el albino la rodeó con sus brazos no pudo evitar sobresaltarse. Inhaló bruscamente, no le quedaba una pizca de energía para pelear o defenderse, sólo tensó su cuerpo en un esfuerzo doloroso.

La Ninfa y los Ángeles le habían tocado para sanar las heridas, pero había tenido demasiado dolor, estado demasiado perdida como para alejarse o reaccionar como quería. Lo único que detuvo que se largara a chillar cuando Chrono la tomó era la capa de tela que separaba su piel de la del albino. Aún así, por un momento sintió su cuerpo completamente entrelazado con el del pelirrojo, un pinchazo de la culpa que le carcomía le hizo cerrar sus ojos con fuerza, tensar su cuerpo aún más, hasta que Chrono volvió a hablar. Otra vez le trajo de vuelta, al abrir los ojos el pánico del contacto físico se había apaciguado.

No tuvo el coraje para mirarle a los ojos, por un momento cuando su mirada se había enfocado esquivó la ajena y luego hundió su cara en el pecho del chico. Negó en reacción a aquellas palabras, quiso discutir, pero al abrir su boca lo único que salió fue un sollozo seco y ronco. No le quedaban lágrimas, ni energía para seguir llorando, su expresión antes de esconderla había sido una absolutamente neutral. La hermosa chica en vez cerró los ojos, abriendo los puños que habían enterrado uñas en las palmas de sus manos hasta dejar medialunas de gotas rojas, solo para tomar puñados de la polera de Chrono y volver a cerrarlos.

Había escuchado la canción un millón de veces. Nunca le había dado demasiada importancia, suponía que era de las favoritas del albino y ya. Esa vez, en algún recoveco recóndito de su mente, la letra de aquella canción se juntó a la pila de evidencia que Amira ignoraba lo suficiente como para no saber que existía. Las cartas anónimas, la manera en que Chrono la miraba, lo mucho que se fijaba en ella, los detalles que notaba, su enojo fugaz cuando Noah era descuidado con ella, las promesas que le había hecho, aquella canción… Era absolutamente obvio para cualquiera que estuviese prestando atención, y aún así era tan complejo que Amira nunca lo notaría, no a no ser que alguien le azotara la cabeza contra los hechos hasta que se le metiera en el cráneo denso.

Fue gracias a aquella ignorancia que Amira tuvo el descaro de crujir estas palabras cuando el albino había terminado. “No dirías lo mismo-” Tosió, cubriendo su boca con un antebrazo, pequeñas gotitas de sangre acompañaron el aire, agregando algo fresco a los pedazos de sangre seca que le cubrían a ella y la capa. Le habían curado lo suficiente como para que no estuviera al borde de la muerte, pero su interior no estaba recompuesto por completo.

“Si supieras lo horrenda que soy.” Terminó con dificultad, volviendo a hundir su cara contra Chrono, respirando el olor al chico, un refugio del hedor a sangre que ella desprendía en ese momento. Ahora que el albino había llegado, que le había traído de vuelta de la desconexión que había logrado, sentía otra vez el dolor de lo que había hecho. “Me dejarías ir…” Balbuceó, sin pensar en lo que decía, sin censurar parte de lo que tenía planeado, la culpa y odio eran demasiados como para dejarle pensar con claridad.

En los pocos minutos en que Chrono se había abalanzado sobre Amira, Misty había desaparecido. Apareció de vuelta en ese momento, trayendo consigo una mochila. Contenía ropa interior, pantalones, una polera, cepillo de pelo junto con dos cintas negras, dos botellas de agua, toallas húmedas y más artículos de limpieza y accesorios.

La loba sabía lo vanidosa que podía ser la chica, pero más que eso había notado el esfuerzo con que Amira escondía su cuerpo, los extremos a los que iba para deshacerse del olor a sangre. Era de esperar que ayudarle a sentirse más humana, más como ella misma, le permitiría volver en sí un poco más. Se acercó a Chrono con cuidado, resoplando y gimoteando un par de veces antes de llegar a él, anunciando su llegada para evitar cualquier altercado. Dejó la mochila al lado de chico y presionó su nariz contra su mejilla en un gesto cariñoso, quizás agradeciéndole, antes de volver a cuidar la puerta.

I know I’m nothing more
Than an empty ghost
An empty shell that’s nothing
But a void at most

Todo amenazaba con simplemente ser demasiado otra vez. En algún momento de aquella tarde, después de esa conversación extraña, algo en el interior de Amira se había tensado al punto de estar a un suspiro de romperse. La culpa, la vergüenza, el odio que sentía contra sí misma, había estado hundida en ellos, pero con la aparición de Chrono, con las palabras que Amira sabía no merecía, junto con toda la historia de la hermosa rubia, finalmente la empujaron al otro lado.

Misty ignoró completamente las miradas del chico, resoplando y observándole como si fuera un idiota. La instrucción había sido clara, por supuesto, y la loba no tenía pulgares para vestir o limpiar a la chica. Había hecho todo lo posible para facilitar algo de ayuda, pero no se atrevía a entrar en su cabeza para intentar hablarle, la chica estaba demasiado inestable como para agregar más voces ahí dentro.

Amira nunca había sido capaz de disociar. Una máscara era distinta, pero su pecho siempre había estado apretado, siempre existía una tensión dolorosa. Podía negar el dolor a veces, tenía sus puntos ciegos que nunca podía sentir, porque no existían en su cabeza. Pero desconectarse del dolor y los sentimientos que conocía, que sentía, que eran reales y válidos… Nunca había siquiera intentado, sentía que era injusto. Que merecía todo ese dolor y culpa.

De alguna parte encontró más lágrimas que derramar cuando Chrono volvió a repetir aquello. Cuando su familiar insistió en cuidarla, cuando el albino empezó a limpiar y arreglar el desastre resultado de la noche anterior.

Sollozó pesadamente cuando el albino mencionó que no era horrenda, soltó una última lágrima junto con un gimoteo lleno de angustia y dolor, y luego, con un C - R - A - C - K que retumbó por su cabeza, todo lo que le aquejaba simplemente desapareció. El cambio fue extremadamente notorio, reflejado en todo sentido. La piel de Amira volvió a la normalidad, escondiendo las cicatrices extensas,  su cabello se solidificó de color café oscuro, sus ojos de rojo carmesí. Su cuerpo perdió la rigidez de alguien que siente dolor, relajando sus hombros, soltando los puños que se habían cerrado sobre la polera de Chrono.

Amira suspiró una última vez, como si en ese instante hubiese soltado absolutamente todo en una sola respiración. La diferencia fue abrupta e instantánea, como si alguien distinto hubiese habitado el cuerpo de la chica de un momento a otro. Alzó la cabeza hacia el chico, dedicándole una sonrisa nueva. No era aquella que escondía un mundo de emociones que no se asemejaban a felicidad, tampoco esa genuina, pequeña e incómoda que a veces le mostraba a Chrono. Esta era, a diferencia de cualquier otra, absolutamente vacía. Nada contenido en ella, y nada detrás.

“Por supuesto que no.” Enunció en un tono casual, delatando todo lo que le había sucedido a la chica sólo en el hecho de que su voz estaba ronca y gastada. Amira enjugó las lágrimas que habían quedado en sus mejillas, un eco de algo que ya no existía dentro de su cuerpo. “Cuesta mucho más que jalar mi cabello un poco para hacerme daño.” Hubiese sido una frase un tanto coqueta, o bromista, de no haber sido por el hecho de que, otra vez, no había nada detrás de las palabras en absoluto.

Amira se incorporó, alejándose un tanto de Chrono. No hizo esfuerzo en mantener la capa sobre ella, como si de pronto no le importase en absoluto estar o no desnuda. Buscó en la mochila y extrajo las toallitas húmedas, empezando el arduo trabajo de limpiar las capas secas y costras de sangre que cubrían su piel. No había intención de mostrarse, pero tampoco de esconderse. Era simple: Necesitaba limpiarse para poder vestirse.

El cambio no pasó desapercibido por la loba, quien se acercó a Amira de a poco, ladeando la cabeza. “¿Amira?” La chica volvió a sonreír de aquella manera tan ajena a ella, sin alzar la cabeza de lo que le ocupaba. “¿Si?” No vio la razón de no responder en voz alta, algo que en conjunto con su actitud extraña y sonrisa le hacían ver un poco trastocada. Aunque, en contraste con alrededor de 60 segundos atrás, quizás no era algo tan malo. Misty no volvió a presionar, en vez se sentó cerca de la chica en silencio, sin saber qué hacer ahora.

La chica terminó de limpiar su pecho, notando al deshacerse de la sangre que quedaban marcas de la noche anterior. “Ugh, ojalá no deje una cicatriz.” Gruñó, quizás un poco de fastidio en su voz detrás de la desconexión. Encontró el sostén con encaje sofisticado en la mochila e intentó engancharlo sobre su espalda en un movimiento que le hizo recordar que seguía magullada.

“Ah-” Acalló un grito de dolor al mover sus brazos hacia atrás, sus manos y brazos habían recibido el peor daño, y no había camuflaje en el mundo que cambiase aquello. La exclamación le hizo toser nuevamente, otra vez con algo de sangre. “Mierda” Gruñó, por menos de un segundo hubo algo como enojo o frustración, como si hubiese empezado a sentirlo, pero no pasó más allá de eso. El hecho de que Chrono no había querido tocarla no había pasado desapercibido, pero en ese momento Amira podía pensar en eso en frío. Probablemente no había querido empeorar su estado, quizás le daba vergüenza, había un sinfín de razones.

Amira acomodó la capa alrededor de su cintura y le dio la espalda al chico, recogiendo su cabello sobre su hombro y pecho. “¿Me ayudas?” Preguntó en aquel tono vacío. Sin pudor o algún tipo de insinuación. Tomó el broche en cada mano en los lados de su espalda, descubriendolas junto con sus brazos del mimetismo para mostrarle el completo desastre que le imposibilitaba usar sus dedos o moverse demasiado.
Estuvieron visibles por quizás cinco segundos, lo suficiente como para que el chico pudiese entender lo que estaba viendo y decidir ayudarle, y luego la piel de Amira volvió a ser absolutamente prístina. Misty había agachado la cabeza, gimoteando de manera preocupada.

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But a void at most

Por lo menos Chrono había decidido ayudarla con eso. Podría haberse obligado, quizás, a hacerlo ella misma, pero no tenía sentido si el albino estaba dispuesto. “Gracias.” Dijo en ese mismo tono vacío, estar agradecida requería de algún tipo de emoción, y al parecer simplemente no le quedaban. Era más un reflejo que otra cosa.

Giró la cabeza ante la pregunta, frunciéndole el ceño a Chrono como si estuviese tratando de discernir si hablaba en serio o no. “Al principio no, no quedaban nervios.” Se encogió de hombros, recogiendo su cabello sobre su hombro, el roce molestaba bastante. “Creo que me iba a pudrir en el piso en realidad, sólo empezó a doler cuando las curaciones regeneraron la parte nerviosa.”

De a poco siguió limpiándose con las toallitas húmedas. “De eso no me acuerdo mucho, supongo que mi cerebro no quiso estar despierto para sentirlo.” Ladeó la cabeza, subiendo ropa interior que no tenía ninguna razón de ser tan hermosa y compleja fuera de que no usaba nada más.

“Raro ¿No? Estoy tan acostumbrada que ya casi no siento dolor, y aún así no pude soportarlo.” No había nada detrás de sus palabras, quizás pensaba en voz alta, un poco de curiosidad ante un hecho que no había realmente considerado hasta ese momento. Había estado ocupada yéndose directamente al carajo sin boleto de vuelta, pero ahora lo veía con claridad.

Por lo menos sus piernas no se habían freído por completo a diferencia de lo que sucedió más arriba. Limpiar era más fácil, no habían costras eternas de sangre bajo más manchas de sangre. Encontró el látigo enroscado en su pierna, lo había olvidado.Lo que decía era bastante espeluznante, palabras que no tenían lugar en los labios de una adolescente, o de cualquier humano, en realidad. Dichas con ese tono tan casual, era suficiente como para que la loba se estremeciera de nervios, Amira parecía completamente trastocada.

Se giró de vuelta hacia el albino con ayuda de sus piernas, parecía haber terminado con su espalda, de manera mucho menos elegante de lo normal porque intentaba distribuir el peso de manera que no doliera tanto. Luego comenzó a escurrir calzas negras por sus piernas, con más cuidado de sus manos que otra cosa.

Amira elevó la cabeza de lo que estaba haciendo para mirar a Chrono otra vez. “¿Esto qué?” Preguntó sin entender. Ante la pregunta de lo que sucedía en su cabeza, la sombra de una emoción intangible cruzó por su cara, sólo por un segundo, y luego desapareció sin registrar en su consciencia. Frunció el ceño mientras pensaba, consideraba, y luego encogió sus hombros otra vez, apuntando a la polera simple negra que sobresalía de la mochila. El pensamiento se le arrancó de las manos por un momento, sólo uno corto, y dejó que Chrono tomara su mano. En cualquier otro momento, haber sido llamada princesa hubiese generado algún tipo de comentario sarcástico o amargo, lo odiaba. Ahí, en cambio, ni siquiera lo escuchó, no registró en su cabeza.

Al entrelazar los dedos mordió su lengua, los lugares que tenían piel más fina normalmente parecían doler más. “No sé qué podría estar escondiendo.” Murmuró, nuevamente bastante perdida con las preguntas del albino. ¿Qué me perdí? “¿Lo mejor para mi?” En vez de una risa amarga, un comentario horrendo acerca de la situación, revirtió a las cosas que sabía racionalmente. Chrono era su amigo.

“Y yo para ti, Chrono, pero creo que dadas las circunstancias ni tú ni yo vamos a tener lo que queremos.” Le dedicó esa sonrisita horriblemente vacía y dio un par de palmadas en la mano del albino con la que tenía libre. No era algo condescendiente, en absoluto, con lo mucho que le costaba a Amira decir cosas amables, eso le había salido sin problemas. Era… La verdad, sin prejuicios emocionales que hubiesen cambiado las palabras y tono.

Observó su mano ser levantada, era extraño ver algo como eso desde afuera. Ya no reaccionaría de manera normal, tenía que volver a foja cero, a lo que sabía, no sentía. Chrono era su amigo, y a los amigos se les cuida y trata bien. ¿Por qué sonaba tan extremadamente preocupado? Ante ese último pensamiento, la loba simplemente resopló y se alejó de Amira, a cuidar la puerta, no fuera a ser que terminara golpeándola de frustración.

La hermosa… Morena, en ese momento, extendió su mano y la dejó sobre la mejilla del chico. Las lágrimas se habían secado sobre su piel, y posó aquellos ojos de rubí, igual de fríos y hermosos como vacíos, sobre la mirada de Chrono. “Hace mucho que me apoyo en tí, eso no ha cambiado.” Murmuró, frunciendo el ceño, sintió un tirón dentro de su pecho y se recogió ligeramente, llevando las manos entrelazadas a donde dolía. “No hay nada que cargar, por lo menos nada nuevo.” Explicó, acariciando la mejilla albina con su pulgar. Se lo pensó otra vez y luego negó con la cabeza. “No es cierto. Intenté hablarlo con Noah, pero no le dio importancia y despachó mis preocupaciones por la ventana.” Se encogió de hombros, no mentía, así era como ella había tomado esa conversación, el origen de todo el cagazo originalmente.

“Desde que llegamos aquí, mis formas de raza… Me afectan muchísimo. Dentro y fuera, casi como otras personas que compartieran el departamento aquí arriba.” Apuntó a su cabeza, recuperando su mano para ilustrar con ella lo que decía. “No se callan nunca, no hasta que les hago caso, luego me dejan en paz por un tiempo.” Nuevamente lo que decía no se ajustaba a su tono. Explicaba como si estuviese repasando materia de biología para un examen.

“Salgo en las noches, las reglas de Noah de verdad no concuerdan con lo que hay aquí dentro. Ayer perdí todo el control, pero creo que fue culpa mía.” Continuó, siguiendo la lógica, si Chrono quería saber no podía pensar en una razón de esconderlo, le debía eso por lo mínimo.

“Esa conversación con Noah no salió demasiado bien, uff, creo que ni siquiera después de nuestras peores peleas había quedado tan... Frunció el ceño, era difícil encontrar una palabra que definiera exactamente lo que había sentido después de que Noah apenas reaccionara a lo que había dicho.

“¿Desilusionada? ¿Descuidada, quizás? No lo sé. De cualquier modo, sabía lo mal que terminaría si decía eso, pero no me importó, tenía que decirlo y ya ¿Sabes?” Tan, tan fácil y claro era todo en ese momento, por lo menos lo más básico. Esa última palabra tuvo algún tipo de inflexión, algo como un sentimiento, un ligero temblor de su voz y comisuras de sus labios. Contrastaba con la frialdad con que explicaba cómo le habían pisoteado el corazón al punto en que sólo con sus palabras no quedaba demasiado claro. Pero el hecho de que Amira Kaiser estuviese ahí, sentada, diciendo con una cara vacía y de voluntad propia que había sentido una emoción negativa, más una que le hiciera ver vulnerable, decía muchísimo de su estado mental actual.

“Salí a cazar y todo se me fue de las manos, en realidad de la peor manera que puedo imaginarme.” Terminó simplemente, acomodándose un poco, dejó sus piernas hacia un lado en vez de cruzarlas para no tocar su piel demasiado. Creía haber hecho bien, dijo todo lo que le había pesado, por lo menos de manera más general, ya explicaría más si Chrono preguntaba. Otro pinchazo más, volvió a llevar su mano libre a su pecho, su expresión vacía se llenó por un momento de dolor, y luego volvió a pasar.

Se le hacía difícil entender por qué Chrono parecía molesto. ¿No estaba respondiendo sus preguntas bien? Estaba bastante segura de que sí. No podía evitar la manera en que hablaba, ni siquiera notaba un cambio entre su personalidad normal y lo que era en ese momento.

“¿Así como?” Preguntó con genuina curiosidad y confusión. “No hay nadie cerca, Misty hubiese avisado.” Supuso que se refería a que alguien podría haberles escuchado, quizás. No estaba gritando ni nada por el estilo.

“Reacciona.” La palabra llegó más allá de la pared gélida que había escondido todas sus emociones. Por un momento tuvo una sensación asquerosa en el estómago, como si fuese a vomitar. Sólo por un momento. Luego simplemente siguió hablando.

Normalmente ante lo siguiente hubiese soltado una risa amarga. Definitivamente no era capaz de evitarla, la idea de que ella todavía tenía algo por lo que vivir era ridícula. Pero en vez de eso, tan sólo alzó las comisuras de su boca en una pequeña sonrisa que pretendía ser dulce. Esa mano libre acarició su mejilla. “Chrono, nunca tuve permiso para pensar en algo que yo realmente quería. Quizás lo encontré con los Walker-” No decía sus nombres en voz alta demasiado, hacerlo nuevamente golpeó contra la pared de hielo, apretando su garganta por un momento.

“Pero eso es cosa del pasado. Lo mejor para mi ya es algo pasado y enterrado, es una tarea inútil seguir buscando.” Dijo nuevamente sin inflexión, objetivamente, era lógico para ella. Sus padres nunca pretendieron permitirle hacer lo que ella quisiera. Noah nunca iba a quererla como ella quería. Pasado eso, ni siquiera había pensado en alguna carrera, primero porque sabía que sus padres le entregarían una corta lista aceptable. Segundo porque tenía claro que su futuro había muerto la noche en que Iris les había atrapado.

Había terminado de explicar, con mínimas emociones, lo que había sucedido la noche anterior. Presionó las yemas de sus dedos ligeramente contra su pecho, donde pinchazos de una emoción que no quería amenazaba con desbordarse. Era más cómodo así, sentía que podía pensar con claridad por primera vez desde hace años.

“¿Qué es lo que te rompió?”

El aire se atascó en su garganta, otro golpe devastante al muro que había alzado en los últimos minutos. Por un momento pareció que no sería capaz de tumbarlo, que se mantendría así de disociada para siempre, pero las palabras de Chrono no se lo permitían. Una grieta en la pared de hielo. Los labios de Amira se fruncieron en una mueca de dolor.

“No es tan fácil…” Murmuró, perdiendo el vacío, dejando paso a un tono pesado de a poco. Soltó la mano del albino con delicadeza para poder mirar sus palmas. “Nada es así de fácil-” Repitió, sintiendo que todo peleaba por volver, golpeando contra su conciencia. Quería explicarlo, quizás, pero ni siquiera ella lo entendía por completo. Cerró los ojos con fuerza.

Sus manos, toda su piel, su cabello, tomaron un color blanco, brillante. Parecido al del albino, pero no era natural ni humano, como si estuviese parada frente a… En lo que se veía de su piel, brazos, cara, pies, un patrón de líneas y hojas azules. Como si su piel fuese un jarrón de porcelana, caro y frágil.

Al abrir sus ojos, todavía carmesí, ladeó la cabeza. “Mis padres… Todo, en realidad acerca de ellos.” Comenzó, tomando otra vez el tono vacío con un tema tan pisoteado ya. Pequeñas grietas aparecieron en sus hombros, estirándose un poco hacia sus brazos. “Las cenas donde sólo podía pavonearme, la certeza de que no importa qué haga, no tengo control sobre mi vida.” Más grietas, ante lo último, el control, sus labios y cuello se mancharon de grietas. ¿Demasiado obvio? Quizás, pero no estaba segura de si Chrono sabía acerca de su pequeño problema con la comida, o por qué lo hacía.

“Aquí adentro… Sigo sin tener el control de nada.” Explicó, intentando colgarse del vacío emocional sin lograrlo, su cara se llenó de trizaduras pequeñas. “Ni de lo que está pasando, ni de mi propia cabeza, peor que antes.” Debajo de todas las grietas que se ahondaron, piel hecha añicos. Cicatrices que Amira acarrearía con ella para el resto de su vida, fuera lo que fuese eso.

No había mirado a Chrono por un solo momento, no quería volver a perder el control. “Y-” Intentó seguir, encontrando sólo unas ganas inconmensurables de largarse a gritar. Apretó los puños con más fuerza, ojos vidriosos con lágrimas de dolor. Repasó otra vez la conversación con Noah. Objetivamente, no había sido tan horrenda como lo había sentido, pero eso no había importado, ni en ese momento ni ahora.

Abrió la boca para intentar explicar exactamente cuál había sido el problema. “Noah…” Comenzó, ladeó la cabeza, soltó los puños, no podía ponerlo bien en palabras. “Soy estúpida. Como todo el resto, no me ve, no sabe nada acerca de mí, no escuchó lo que estaba intentando decirle y sólo se asustó porque me vio… Vulnerable.” Hasta ese momento Amira no le había mostrado a Noah una pizca de miedo, no quería asustarlo ni darle más con que cargar. Pero no había aguantado más y vomitó absolutamente todo.

“Y decidí terminar de tirarme por la ventana y… Le dije…” Empujaba las palabras fuera de su boca con dificultad, fluctuando entre vacío y el dolor que aporreaba la puerta. Escuchó carcajadas dentro de su cabeza, las mismas que cuando las palabras habían salido de sus labios. Las risas desaparecieron, había bajado su cabeza mientras presionaba sus manos contra sus oídos. Sin notarlo las grietas en su piel se extendieron.

Suspiró profundamente, agarrándose del vacío para poder terminar de responder. ¿Por qué empujaba tanto? No estaba segura, quizás tan sólo necesitaba que alguien más lo supiera, a alguien que le mirara con desaprobación para validar lo horrible que se sentía. Quizás tan sólo necesitaba apoyarse en su amigo en ese momento. “Que lo amaba, y luego me hice la idiota para que pudiera hacer como que no escuchó. Pero escuchó, y no pudo decir nada. Después se enojó cuando le dije que me sentía débil. Salí a cazar, entregué las riendas por completo…”

Palabras rápidas, apoyadas en el vacío que todavía aguantaba, sólo quería sacarlas y ya, en susurros, como salieran. Cada una arremetía contra la pared que estaba llena de golpes y grietas. Asco. No pudo evitar un asco horrendo. Su piel ya era más grieta que porcelana, mostrando todas las heridas debajo. Cubrió su cara con sus manos, un efecto extraño debido al mimetismo, y volvió a tomar aire con fuerza.

“No sé cuanto de mí estaba al mando ayer, pero le di mi nombre real, no escondí mi apariencia…”
“Hice…” Levantó la cabeza para mirar a Chrono, sus ojos llenos de lágrimas, y la porcelana que quedaba se resquebrajó y desapareció de su piel, dejando nuevamente sólo a Amira. Lo que quedaba del vacío que había conjurado también se ahogó bajo la ola de emociones que rompió la pared. “Soy asquerosa, cuando retomé el control lo freí con tanta fuerza que casi me mato y aún así no me lo puedo sacar de encima.” No pudo decir más que eso.

Sollozó con vergüenza, recogiendo sus piernas contra su pecho y cubriendo su cabeza con sus brazos. Se había largado a llorar a destajo, sus manos y piernas temblaban de rabia, impotencia, vergüenza. Quizás nadie más que Chrono podría entender hasta qué punto lo que Amira había hecho terminaría por enloquecerle. Que lo único que le había mantenido más o menos cuerda, cooperando con el resto, manteniendo la fachada que llevaba en su vida normal era Noah. Acompañarlo, ayudarlo, asegurarse de que no le sucediera nada malo. Ahora que ella lo había traicionado, en su cabeza todo se había ido al carajo, y ya no le quedaba ningún cable a tierra.

En realidad no sabía bien de qué iba la pregunta de Chrono, tan sólo la había respondido. Nadie, absolutamente nadie podía hacerle hablar de esa manera. Por lo menos nadie que siguiera con vida. La barrera entre su consciencia y emociones ayudaron a poder decirlo todo, sin tapujos, sin censurarse ni esconder las partes que más le dolían.

Pero ahora había perdido esa desconexión que había llegado para salvarla. Por un momento respiró tranquila, sin sentir nada, ni pena, ni dolor, ni culpa, por un minuto, quizás dos. Un vistazo a lo que sería estar en paz, sin la sensación de que en cualquier momento el último hilo que le mantenía armada terminaría de cortarse.

Escuchó a Chrono moverse, sentarse a su lado, y tuvo que pelear por no freírle la mano cuando la sintió sobre su piel, confundiéndola por un momento con una que le pertenecía a otra persona. “No.” Crujió en respuesta a la pregunta. “Deberías haberme dejado así.” Murmuró pesadamente. No, quizás no merecía un descanso de todo lo que le atormentaba, era su castigo después de todo. No era justo simplemente desconectarse de ello y seguir con su vida, por mucho que quisiera.

“¿No me hace bien? Ya te lo dije una vez Chrono, lo único que me mantenía bien era ponerme la mascarita y jugar a la princesa.” Más un gruñido que otra cosa mientras sollozaba, apretando su cabeza con sus brazos aunque doliera. Sus piernas contra su pecho aunque sintiera la piel nueva pegarse y chillar en protesta al movimiento.

Su cabello pareció llenarse de estática, flotando por un momento cuando Chrono tomó su mano, pero Amira movió su otra mano hacia el suelo, apoyando la palma. Un fuerte y audible CRACK de estática escapó de ella junto con un pequeño quejido de dolor que no pudo ahogar del todo. No quería hacerle daño, pero no estaba en control. Aún así no soltó la mano del albino por alguna razón que no logró entender.

Siempre… Era una palabra enorme. Lo escuchó sobre sus sollozos y no supo qué decir. ¿Que no importaba lo que dijera el resto? Le encantaría poder creer eso, o sentir eso de verdad, pero aunque siempre había actuado como que fuese incapaz de darle la hora del día a la opinión del resto… Su autoestima dependía de cómo se veía reflejada en los ojos y comentarios de quienes la apreciaban.

Tan sólo apretó la mano, dolía y no importaba, ni siquiera escondía las quemaduras, los lugares donde la piel era tan nueva que sólo se veía roja, algo transparente, mostrando las venas debajo. Absolutamente horrendo, Amira ni siquiera había tenido tiempo ni cabeza para mirarse a sí misma pero estaba segura de que se le haría imposible reponerse de aquellas cicatrices, de un cuerpo ahora arruinado. Por lo menos tienes tu cabello ¿No? No sabía quién hablaba, pero volvió a llenarse de estática en respuesta, más cuando Chrono lo tocó.

Repitió el movimiento, su mano contra el suelo, había olvidado por completo que el látigo que tenía ayudaba a diseminar la electricidad sin hacerle tanto daño. Otro crujido de estática, algo más fuerte, volvió a quejarse un poco de dolor, no levantó la cabeza.

“Te quiero y te voy a apoyar, ahora y siempre.” Sintió unas ganas aplastantes de vomitar de la impresión. Lo que hubiese dado por escuchar esas palabras de alguien en los últimos años… Todo, absolutamente todo. Lo que hubiese sacrificado, lo había hecho, solo por sentir que alguien de verdad estaba en su rincón. Chrono le repetía una y otra vez que estaba ahí para ella siempre, pero creía que era en parte por obligación, porque ambos estaban atados a la misma loca, pero esta vez sonaba distinto, esta vez eran palabras algo distintas.

Y ahora…

Cuando ya se había rendido, cuando ya no había vuelta atrás y palabras como esas no eran más que una sentencia de muerte… Ahora llegaban a ella. No pudo más, apretó su cabeza con fuerza, hundiendo uñas contra su piel, apretando la mano del albino sin poder detenerse, como una serpiente, más y más fuerte sin darse cuenta.

“No lo dices en serio.” Sollozó, empujando sus rodillas contra sus ojos hasta que sentía que iban a reventar. “Es muy tarde, no hay nada que puedas hacer, y yo no lo…” Era fácil adivinar cuál palabra se le había atascado en la garganta. No lo merecía. Eso era lo que creía, en lo más profundo, en las razones detrás de por qué se había quedado por años con un chico que no la amaba hasta que ella misma se había convencido de que ella sí lo amaba.

Eran más balbuceos de alguien que ya no sabía cómo aceptar cariño y apoyo real. Lo siguiente que vino fue una furia que le hizo hervir la sangre de un momento a otro. Esto hacía todo más difícil.

“Basta-” Rogó, negando con la cabeza, apretando sus orejas como si eso ayudase en algo. Sólo risas, impulsos, quería encontrar algo y apretarlo hasta que no respirara más. “No soy más que algo que hace daño, no quieres nada de lo que puedo ofrecer, te lo prometo.” Giró su furia y dolor hacia Chrono, mejillas rojas de tanto sollozar, su cabello de a poco se elevaba en estática otra vez.

Y luego lo miró a los ojos y vio que hablaba completamente en serio. Perdió todo el impulso y tan sólo dejó caer los brazos, haciendo puños de sus manos, el suelo bajo las plantas de sus pies crujió con electricidad una vez más. Sólo pudo quedarse ahí parada, temblando y llorando. Ella correspondía el sentimiento, quizás más de lo que debería aunque no caía en cuenta de eso. Quizás era por esa razón que quería empujar a Chrono más lejos.

“Estás del lado equivocado. Cuando descubran lo que hago sabes lo que va a pasar.” Amira escondía bastante bien lo que hacía por las noches, en contra de las reglas de Noah. Quizás parte de ella realmente quería que la descubrieran, para ser desterrada, como merecía.

“Ya nada es como antes, no puedes saber todo de mí así como así y estar de mi lado ¿Entiendes?” Se sentía como otra persona, una distinta, una muchísimo peor a lo que había sido en el mundo humano. Quizás Chrono no acababa de enterarse de ello y por eso lo estaba diciendo. Lo que decía no tenía demasiada conexión entre una frase y otra, sólo estaba buscando excusas, razones por las que no merecía esas palabras.

A su manera retorcida, extraña y brusca, realmente estaba intentando protegerle.